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RELATOS DE LA PASION: DIOS PADRE CUMPLE SU PROMESA A LA

HUMANIDAD

Después de la creación, Dios Yahvé llamó a Abrahán (nuestro padre en


la fe) y le prometió que sería el Padre de numerosas naciones, luego instruyó a
los patriarcas, a Moisés y le habló a Israel su pueblo elegido (al primogénito
entre todas la naciones) por medio de sus santos profetas para que lo
reconocieran como el único Dios verdadero, rey y padre celestial creador del
universo y de todas las creaturas que en el hacemos vida, Padre providente y
justo Juez, prometiendo a su pueblo el envío de un de un poderoso salvador,
de un Mesías, y es por eso que el pueblo de Israel, a través de los siglos, creyó
en tan anhelada promesa y esperó la venida de Jesús de Nazaret Hijo único
de Dios Todopoderoso, engendrado por obra y gracia del Espíritu Santo en el
seno virginal de María elegida por Dios desde todos los tiempos para cumplir
tan excelsa misión anunciada por el profeta Isaías: 7, 14 “La Virgen está
embarazada, y da a luz un hijo varón a quien le pone el nombre de Emmanuel”.

Así, vemos el nacimiento de Jesús con sus dos naturalezas: humana por
ser Hijo de Mujer y divina por ser Hijo de Dios, en aquel pequeño y humilde
establo de Belén, donde José (descendiente de David), el castísimo esposo de
María la llevó y dio a luz al salvador del mundo, aquella noche gloriosa y
resplandeciente, donde los coros angélicos del Padre Dios entonaron cantos de
gloria y alabanza al Divino Niño, de pronto aparecieron otros ángeles alabando
a Dios, Lucas: 2, 13 -14 “Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y en la tierra,
gracia y paz a los hombres”.

Por su parte, el niño Jesús fue creciendo en estatura, obediencia y


sabiduría al lado de José y María, pero siempre guiado y fortalecido por la
mano de su Padre Dios, fue bautizado por Juan Bautista (el profeta más grande
nacido de mujer) quien viene a prepararle el camino e insta a los israelitas a su
conversión porque el reino de Dios está cerca, de Juan Bautista el profeta
Isaías dice, Mateo: 3, 3 “escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino
del Señor, enderecen sus senderos”. Jesús fue bautizado por Juan Bautista en
el río Jordán, a los 30 años de edad y al salir del agua Jesús tuvo la siguiente
visión: Marcos: 1, 10 – 11 “los cielos se rasgaban y el Espíritu Santo bajaba
sobre él como paloma. Se oyeron estas palabras…Tú eres mi Hijo, el Amado:
Tú eres mi Elegido”. Después de este acontecimiento, inicia su ministerio
público y lleno del Espíritu Santo se deja guiar por éste a través del desierto,
donde permanece por cuarenta días y cuarenta noches en total soledad, sin
comer ni beber nada, finalmente sintió hambre y fue tentado por el diablo, pero
Jesús lo venció y el tentador se alejó.
Jesús con el poder del Espíritu Santo volvió a Galilea, luego pasa a
Nazaret y el día sábado como era su costumbre va a la sinagoga y proclama su
misión: Lucas, 4, 18 -19 “El Espíritu del Señor está sobre mí: El Señor me
consagró por su Espíritu. Me envió a traer la Buena Nueva a los pobres, a
anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver. A
despedir libres a los oprimidos, y a proclamar el año de la gracia del Señor”.

Después, Jesús se retira a orar y pasa toda la noche en oración en


comunión con Dios, y al amanecer llamó a sus seguidores y de entre ellos elige
a sus doce apóstoles a quienes prepara durante tres años y los instruye
durante su ministerio para que continúen con su obra después de su ascensión
al cielo, una vez revestidos con la fuerza que viene de arriba, es decir, hasta
que reciban al Espíritu Santo.

Posteriormente, al llegar a Betfagé y Betania, cerca del cerro de los


Olivos, los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y le llevaron
el burrito que no había sido montado por nadie, ellos le echaron encima sus
capas para que Jesús lo montara y entrara triunfante a Jerusalén,
cumpliéndose así lo dicho por el profeta Zacarías: 9,9 “Salta, llena de gozo, oh
hija de Sión. Lanza gritos de alegría, hija de Jerusalén. Pues tu rey viene hacia
ti; él es santo y victorioso, humilde, y va montado sobre un burro, sobre el hijo
pequeño de una burra”. Así pues, la gente entusiasmada cubrió el camino con
sus capas y con las ramas que cortaron de los árboles para que pasara Jesús y
llenos de alegría exclamaban: Mateo: 21,9 “¡Hosanah!¡Viva el hijo de David!
¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor!¡Hosanah, gloria en lo más alto
de los cielos!?

Jesús al ver la ciudad de Jerusalén, lloró por ella porque sabía el futuro
que le aguardaba: Lucas: 19,42 – 44 “Ojalá en este día tu también entendieras
el camino de la paz… Vendrán días para ti, en que tus enemigos te cercarán de
trincheras, te atacarán, te estrecharán por todos lados. Te aplastarán contra el
suelo a ti y a tus hijos, que viven dentro de tus muros, y no dejarán… piedra
sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo en que Dios te venía a
visitar”. Cuando Jesús entra al Templo indignado expulsó a los vendedores, tiró
al suelo las mesas de los cambistas de dinero y a los vendedores de palomas,
advirtiéndoles a su vez lo que dice la Escritura: Isaías: 56,7 “mi casa será
llamada Casa de Oración para todo el mundo”. Pero, ustedes la han convertido
en refugio de ladrones. Dentro del Templo Jesús sanó a unos ciegos y unos
cojos que se encontraban allí, también los niños clamaban: Mateo: 21,15 “¡viva
el Hijo de David!

Por lo anterior, los jefes de los sacerdotes y maestros de la ley


indignados y envidiosos empezaron a idear cómo podrían deshacerse de
Jesús, además le tenían miedo porque la gente lo admiraba por todos los
milagros y enseñanza que impartía; ellos querían darle muerte pero no durante
la Fiesta de la Pascua para evitar que la gente del pueblo que lo seguía, se
revelara; no obstante, Jesús fue traicionado por Judas Iscariote, uno de sus
Doce apóstoles y vendido a precio de esclavo por treinta monedas de plata.
Desde ese instante Judas empieza a buscar el momento oportuno para
entregarles a Jesús.

Por otra parte, el primer día de la Fiesta de la Pascua o día de los panes
ázimos, Jesús va al atardecer con sus Doce discípulos y suben al piso superior
de la casa donde todo se había preparado para hacer la cena y cuando todos
estaban sentados en la mesa, les dijo: Marcos: 14,18 “Les aseguro que uno de
ustedes me va a entregar, uno que comparte mi pan”. Al oir esto, ellos se
entristecieron y le preguntaron “soy yo”, Jesús respondió: Marcos: 14,21 “es
uno de los Doce, y que mete la mano en el plato, pero ¡pobre de aquel que
entrega al Hijo del Hombre! Sería mejor para él no haber nacido”.

Durante la cena, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y se los dio;


diciendo: Marcos: 14,23 – 25 “Tomen, esto es mi cuerpo” .Después tomó una
copa, dio gracias, se la entregó y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Esto es mi
sangre, sangre de la Alianza, sangre que será derramada por una
muchedumbre… para el perdón de los pecados y no volveré a beber del jugo
de la uva hasta el día en que beba vino nuevo en el Reino de Dios”. Luego,
procedió al lavatorio de los pies de sus discípulos.

Después de cenar cantaron los salmos y se fueron para el cerro de los


Olivos, Jesús les advirtió, esta noche ustedes se desilusionarán de mí, pues
dice la Escritura: Zacarías: 13,8 “Hiere al pastor para que se dispersen las
ovejas”, pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea, por
su parte Pedro, dijo a Jesús aunque todos se vayan yo nunca te abandonaré y
aunque tenga que morir no te negaré y los demás decían lo mismo.

Jesús va como de costumbre a Getsemaní con sus Once Apóstoles,


llevándose a Pedro, Santiago y Juan para que lo acompañen a orar y les dijo:
“oren para que no caigan en tentación, se alejó un poco de ellos y doblando las
rodillas, oraba así: Lucas: 22,42 “Padre, si quieres aparta de mí esta prueba.
Sin embargo que no se haga mi voluntad sino la tuya”; entonces bajó un ángel
del cielo que venía a animarlo, y empezó a luchar contra la muerte a tal punto,
que su sudor se convirtió en grandes gotas de sangre que caían al suelo, al
terminar de orar Jesús se levantó y fue hasta donde estaban los discípulos y
los encontró durmiendo y les dijo: Lucas: 22,46 “¿Cómo pueden estar
durmiendo? Levántense y oren para que no los venza la prueba”. Todavía
estaba hablando cuando llegó Judas uno de los Doce acompañado de mucha
gente y acercándose a Jesús le dio un beso, Jesús le dijo: Lucas: 22,48 “Judas,
con un beso traicionas al Hijo del Hombre”; a los jefes de los sacerdotes, de la
policía del Templo y de los judíos, Jesús les dijo: Lucas: 22,52 – 53 “¿Soy un
bandido para que vengan armados de espadas y palos? Yo estaba diariamente
con ustedes en el Templo y no me detuvieron, pero ahora que dominan las
tinieblas les toca su turno”

Al amanecer Jesús fue llevado ante el tribunal de las autoridades


religiosas y miembros del Consejo Supremo, le preguntaron: Lucas: 23,70
“Entonces, ¿tú eres Hijo de Dios?”, Les declaró: “Dicen bien, lo soy”; luego lo
llevaron atado ante Pilato para que lo juzgara, Pilato interrogó a Jesús no
encontrando mérito para ser sentenciado a muerte, entonces Pilato se da
cuenta que las autoridades judías lo entregan por envidias y mentirosos, ellos
querían la muerte de Jesús e incitaban a la gente para que a grandes voces
pidieran su muerte a cambio de la libertad de Barrabás, ya que durante la
Fiesta de la Pascua se acostumbraba a dejar libre a un prisionero, la gente
gritaba una y otra vez “¡crucifícalo, crucifícalo!”.

Pilato accedió a complacer a la gente dejando en libertad a Barrabás,


mandó a azotar a Jesús, cruelmente fue azotado y atado a la columna recibió
cuarenta latigazos, luego fue llevado al pretorio, le colocaron una capa roja, le
pusieron sobre la cabeza una corona de espinas y su sangre resbaló por sus
sienes divinas y se burlaban de Él: Marcos: 15, 18 -19 “¡viva el rey de los
judíos!”, le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupieron, luego Pilato lo
entregó para que lo crucificaran, cumpliéndose lo que el profeta Isaías había
dicho: 53, 3 -5 “Despreciado por los hombres y marginado, hombre de dolores
y familiarizado con el sufrimiento… Sin embargo, eran nuestras dolencias las
que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban… lo creíamos azotado
por Dios, castigado y humillado, y eran nuestros pecados por lo que era
aplastado… y por sus llagas hemos sido sanados”.

Luego los soldados sacan a Jesús para que lo crucifiquen, Simón de


Cirene quien regresaba del campo fue obligado a llevar la Cruz de Jesús, lo
llevaron hasta el Gólgota o Calvario; eran como las nueve de la mañana
cuando lo crucificaron, sobre la Cruz colocaron un escrito que decía, Lucas: 23,
38 “Este es el rey de los judíos”, Jesús fue crucificado en medio de dos
malhechores, San Pablo en la Carta a los Filipenses expone: 2, 5 -8 “Tengan
entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús: Él,siendo de
condición divina, no reivindicó, en los hechos, la igualdad con Dios, sino que se
despojó, tomando la condición de servidor, y llegó a ser semejante a los
hombres. Habiéndose comportado como hombre, se humilló, y se hizo
obediente hasta la muerte y muerte en una Cruz”.
Durante las horas de agonía Jesús pronuncia en la Cruz estas palabras:
“Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, “En verdad te digo que hoy
mismo estarás conmigo en el Paraíso”, “Mujer, ahí tienes a tu Hijo”, Después
dijo al discípulo “Ahí tienes a tu Madre”, “Dios mío Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”, “Tengo sed”, “Todo está consumado”. El sol se ocultó como a
mediodía y todo quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde, Lucas: 23, 45 -46
“En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy
fuerte: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” y al decir estas palabras
expiró”, al ver lo sucedido el capitán alababa a Dios diciendo, Lucas: 23, 48
“Realmente ese hombre era un justo”, la gente que estaba allí reunida se
golpeaban el pecho y se marcharon; también desde lejos estaban María
Magdalena, María la madre de Santiago y Juan y María Salomé acompañaron
al Señor hasta el final. Como era víspera del sábado José de Arimatea
miembro del Consejo Supremo y Nicodemo le pidieron a Pilato el cuerpo de
Jesús, bajándolo de la Cruz, lo envolvió en unas sábanas y lo colocó en un
sepulcro nuevo labrado en la roca donde nadie había sido enterrado, las
mujeres que vinieron de Galilea fueron con José para conocer el sepulcro y ver
como colocaban el cuerpo del Señor

Después de la muerte de Jesús, las mujeres fueron el primer día de la


semana, muy temprano, al sepulcro con perfumes para embalsamar el cuerpo
del Señor, al llegar vieron que la piedra del sepulcro había sido corrida,
observaron al entrar que el cuerpo del Señor no estaba allí, pero estaban dos
hombres con ropas muy resplandecientes y se asustaron, ellos les dijeron:
Lucas: 24, 5 – 7 “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí.
Resucitó. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: El
Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser
crucificado y resucitado al tercer día”. Entonces, las mujeres confundidas
salieron corriendo y les contaron lo sucedido a los Once; María Magdalena,
Juana y María la madre de Santiago y Juan y las demás mujeres que estaban
con ellas decían lo mismo a los apóstoles, pero ellos no les creyeron, sin
embargo Pedro y Juan corrieron al sepulcro, Juan llegó primero se agachó pero
no entró, después llegó Pedro se agachó vio los lienzos en el suelo y entró,
después entró Juan vio y creyó, aunque ellos no habían comprendido las
escrituras.

Ese mismo día, en la tarde, los Once estaban a puertas cerradas por
miedo a los judíos, Jesús se les presentó diciendo: “La paz sea con ustedes”,
les mostró las manos y el costado, ellos se llenaron de gozo al ver al Señor,
Jesús les volvió a decir: Juan: 21, 22 -23 “La paz esté con ustedes. Así como el
Padre me envió a mí así yo los envío a ustedes”. Dicho esto sopló sobre ellos:
“Reciban el Espíritu Santo, a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y
a quienes no liberen de sus pecados queden atados”.
Observando el panorama general de todo lo expuesto, puedo concluir,
diciendo que Dios Padre en su inmenso amor y misericordia cumplió la
promesa hecha, desde antiguo, a su pueblo santo de Israel y en él a toda la
humanidad; dándonos a su Unigénito quien en su obediencia al Padre aceptó
el Plan de la Salvación, sometiéndose a una cruel y dolorosa Pasión, Muerte y
una triunfante Resurrección. Jesús en la Cruz vence la muerte, con su
preciosísima sangre derramada, limpia a la humanidad del pecado, destruye
las tinieblas y nos regala la vida eterna.

El legado de Nuestro Señor Jesucristo, nos permite observar e


interiorizar que la obediencia, la humildad, el sacrificio, el servicio, la
perseverancia, la honestidad y el Amor, son cualidades imprescindibles en el
cristiano católico y creyente, practicante y observante de la sana doctrina
impartida por su Cuerpo Místico que es nuestra Santa Iglesia Católica. Todo,
en aras de una sólida vida espiritual que nos permita comunión y goce de la
Vida Eterna, su Promesa. AMEN.

EL SEÑOR JESUS HA RESUCITADO, VERDADERAMENTE RESUCITO


“ALELUYA”

NOTA: Las citas bíblicas fueron tomadas de la Biblia Latinoamericana.


Ediciones Paulinas. Año 1981. Participante: Mireya Castellanos de Rojas. C.I.
número 5028539. Correo: mireyacastellanosderojas@gmail.com

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