Tengo ahora, muchos amantes de mi reino, pero pocos se preocupan de llevar
mi Cruz. Muchos, desean mis consuelos, pocos mis tribulaciones. Encuentro muchos compañeros a mi mesa, pocos en mi abstinencia. Todos, quieren alegrarse conmigo, pocos quieren sufrir algo por mí. Muchos, me siguen hasta la fracción del pan, pocos hasta beber el cáliz de mi pasión. Muchos, reverencian mis milagros, pocos se apegan a la ignominia de la Cruz. Muchos, me aman mientras la prueba no le llega. Muchos, me alaban y bendicen mientras reciben algunos favores. Pero, si me escondo y los dejo un instante, se quejan y caen en el más completo abatimiento. Al contrario, los que me aman por mí mismo y no en vista de algún interés particular, me bendicen tanto en las pruebas y en las angustias del corazón como en medio de las grandes alegrías.