Sistema Educativo y Educación en Valores

Ana Giráldez Rodríguez

Lenguas Extranjeras

Educación para la paz

Este artículo reflexiona ampliamente sobre el campo de la educación para la paz. Xesus
Jares fue uno sus grandes impulsores. Para él, la paz es el camino y es necesario construir
una escuela democrática, que se asiente en la libertad, participación, pluralismo, justicia,
responsabilidad e igualdad, fundamentalmente.

Mediante la lectura de este artículo, he ido reflexionando sobre varios aspectos que se
mencionan en el texto. El primero y que engloba el resto de aspectos es la necesidad de
cambio pedagógico en el aula. Actualmente, todavía seguimos anclados a una educación
de tipo tradicional. Nos cuesta salir de un método de enseñanza con el que hemos crecido
y es el que conocemos. Este método concibe la enseñanza como fuente de transmisión de
conocimientos, adiestramiento, repetición o memorización de los contenidos. El
currículum está más centrado en adquirir conocimientos que de trabajar las competencias
sociales y cívicas y aprender a aprender. Pero, si el fin de la educación es prepararnos
para aprender a vivir en sociedad, ¿por qué el sistema educativo no está más enfocado a
fomentar las relaciones sociales? El otro día indagando sobre este tema tan complejo e
interesante, encontré una frase célebre que resume lo que verdaderamente es la escuela:

‘La escuela es… el lugar donde se hacen amigos, no se trata sólo de edificios,
aulas, salas, pizarras, programas, horarios, conceptos… Escuela es, sobre todo,
gente, gente que trabaja, que estudia, que se alegra, se conoce, se estima’.

Y esta es la base de la cual nosotros como educadores debemos partir. Aulas de gente que
coopera, se conoce y se respeta. Si queremos lograr un mundo mejor, un mundo en el que
no estemos rodeados de derechos que no se respetan (discriminaciones,
marginaciones…), debemos fomentar la paz. Las relaciones humanas se mueven muchas
veces por el egoísmo y la ambición y esto afecta a la convivencia. Por lo tanto, desde la
escuela, debemos inculcar estos valores, educar para respetar, tolerar y resolver los
conflictos de una manera pacífica.

Y esto nos lleva a la segunda cuestión. ¿Cómo ponerlo en práctica? Pues, en primer lugar,
desde una reforma educativa, en el que materias como Valores Éticos, Filosofía (…) sean
asignaturas troncales, pues, tienen el mismo valor que las matemáticas o el inglés.
Aprender a convivir es esencial para nosotros, pues nuestra vida se compone de relaciones
humanas. ¿De qué nos sirve estar muy preparados si no sabemos cómo convivir con el

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resto de personas? Los conocimientos teóricos (saber hacer) tienen que ir acompañados
de un saber estar, saber ser como personas. Y todos estos valores tienen que ser trabajados
día a día en el aula. Como se expone en el artículo, la clave reside en fomentar el trabajo
en equipo. El modelo educativo de investigación en la escuela promueve el espíritu de
grupo. Trabajar por proyectos con un fin común en el que todos nos impliquemos de
manera individual en el bien colectivo, conseguir un fin grupal y para ello, tener en cuenta
las diversas opiniones. Es importante no centrarse tanto en las actividades individuales
que no dan cabida a las relaciones en el grupo-aula, y que lejos de fomentar la solidaridad,
la tolerancia y el respeto, fomenta el individualismo y la competitividad entre
compañeros.

A través de mi materia, inglés, y como futura docente, me gustaría poner en práctica estas
cuestiones. Esta materia es una herramienta muy poderosa puesto que es una materia
donde se trabaja la valoración y respeto de la diversidad lingüística y cultural, de las
formas de vida y otros aspectos socioculturales, evitando cualquier tipo de
discriminación. Me gustaría fomentar en mis alumnos el espíritu de grupo y para ello es
necesario promover la actividad en grupo, que todos se conozcan y no caer en estereotipos
y prejuicios que solo nos llevan a la exclusión y marginación. Cada uno de nosotros somos
diferentes y eso es lo que nos hace especiales y únicos. Todos tenemos una historia, un
trayecto, intereses y objetivos que vale la pena compartir, sin caer en la discriminación
por raza, sexo, estatus social (…). La diversidad no puede ser visto como algo negativo.
La diversidad debe de ser celebrada y compartida, algo que nos enriquece como seres
humanos.

También se debe de tener en cuenta que esta práctica no solo debe incluir al alumnado,
sino que también debería incluir al profesorado, a las familias y a otras comunidades
educativas. Crear un buen clima educativo no solo depende del alumnado, por lo que se
deben incluir prácticas de convivencia que abarquen otros niveles e instituciones
educativas.

Por último, me gustaría hacer referencia a la importancia de gestionar la resolución de

conflictos. Es evidente que las relaciones sociales, el trabajo en equipo, conlleva
diferencias en la manera de pensar y actuar. Las diferencias deben de ser solventadas de
una manera pacífica, a través del diálogo y la tolerancia. Tendemos a pensar que solo
nuestra forma de ver las situaciones es la correcta, a sentirnos ofendidos por que no
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comportan nuestra misma manera de pensar y a actuar desde el desprecio, el insulto y la

culpabilidad cuando la solución reside en ser respetuosos, entender que cada persona es
y piensa diferente y no por ello es menos válido. Aprender a escuchar, a pedir disculpas,
a proponer soluciones y alternativas.

En conclusión, educar para la paz debería ser nuestro objetivo como docentes y esto se
consigue mediante el trabajo cooperativo, en el que el sistema educativo nos insta a
conocer a los demás, a dejar a un lado prejuicios y estereotipos. Valorar la diversidad
como algo positivo es lo que debemos fomentar en la escuela si queremos dejar de un
lado las injusticias sociales, el odio y la intolerancia. Un mundo mejor es posible, pero
para ello tenemos que cambiar nuestra manera de pensar y actuar. La educación debe de
promover esto, pero para ello es necesario una renovación del sistema, que va desde el
currículum hasta nuestra manera de actuar y relacionarse en el aula.