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El día que Laje perdió

un debate
El liberalismo vs el liberal
en la cuestión del aborto

Miguel Ángel G. Iturbe

1
El día que Laje perdió un debate . El liberalismo vs el liberal en la cuestión del
aborto

Miguel Ángel G. Iturbe

© Philosophicum Consilium, 2023


Ciudad de México
https://philosophicumconsi.wixsite.com/consejeria

2
P
ara gran parte de las personas interesadas en los debates públicos sobre el aborto,
el 21 de febrero de 2021 fue el día que Agustín Laje ganó contundentemente el
debate contra Gloria Álvarez y mostró que el liberalismo es un pensamiento
robusto capaz de presentar una defensa racional a los ataques que vulneran la
dignidad humana de los más indefensos. A estas personas tanto como aquellas que
no coinciden con el liberalismo quisiera presentarles una perspectiva distinta.
Argumentaremos que tal día debería ser recordado como aquel en que el coescritor
de El libro negro de la nueva izquierda fue derrotado por una verdadera libertaria.
Creemos que, como la mayoría, Laje no se percató de que esto fue así y
seguramente tiene a este debate dentro de los muchos triunfos en su haber. A decir
verdad, nosotros también fuimos de la opinión, en un primero momento, de que
Laje había ganado el debate frente a Gloria Álvarez, pero, después de reflexionar
más detenidamente, hemos cambiado de parecer por las razones que a lo largo de
este artículo expondremos.
Quizá el presente artículo no sea afortunado en cuanto al tiempo de su
aparición, pues hace ya más de dos años transcurridos después de este evento,
pero tenemos la seguridad que será de provecho para quienes deseen conocer las
falencias del liberalismo. Nuestro objetivo es mostrar que Gloria Álvarez fue la
ganadora de aquel debate pese a que Agustín Laje fue quien presentó argumentos
más sólidos. Es mérito de Gloria haberle quitado la máscara de liberal a Laje. El
modo en que probaremos quién ganó el debate será el siguiente: daremos por
válido que, puesto que la disputa se da dentro del marco del liberalismo y entre
pretendidos liberales, resulta ganador del debate quien haya representado de
mejor manera la verdadera posición liberal respecto del aborto.

El tema y su importancia
Después de la insistencia de Gloria Álvarez para debatir con Agustín Laje, éste
finalmente aceptó. El tema seleccionado fue ¿Puede un libertario estar a favor de
la despenalización del aborto? Intervinieron como presentador Javier Milei y
como moderador Diego Sucalesca.

3
Más allá de la cuestión de si los libertarios o liberales1 pueden estar a favor de
la despenalización del aborto o no, el tema concerniente a su permisibilidad es
excelente para medir el pensamiento que tiene pretensión de ser filosófico,
porque es precisamente la controversia que la permisibilidad del aborto suscita el
punto álgido donde se desmorona la falsa moral y la falsa ontología de las
ideologías. En este sentido, el debate ilustra perfectamente cómo el pensamiento
liberal no puede mantener una posición firme que sea coherente y consistente con
la dignidad humana respecto de un tema fundamental para la filosofía y para el
humanismo, tal cual es el del valor de la vida humana .

Las posiciones y los argumentos


Gloria Álvarez estuvo a favor de que el libertario podía estar a favor de la
despenalización del aborto. Por el contrario, Laje defendió la posición de que un
libertario que fuese congruente con su libertarianismo no podía estar a favor de la
despenalización.
Los argumentos que presentaron son los siguientes:

A g ustín Laje Gloria Álvarez

1. El libertarismo fundamenta su filosofía Presentamos el argumento de Álvarez de modo


práctica, es decir, su ética y su política, en el estructurado, aunque ésta no fue la fue la forma en que
principio de no agresión: ningún hombre ella lo expuso:
tiene el derecho de iniciar el uso de la fuerza
física contra otro. 1. Uno de los medios principales del
2. Matar un ser humano inocente violenta el libertarianismo dice que el 71% de
principio de no agresión. libertarios actualmente es pro-choice (a
3. Por lo tanto, El libertarismo no admite la favor de la libre elección) y que el 29% es
matanza de seres humanos inocentes. provida (en contra del aborto).
2. Además, tal libertario es pro-choice, y este
1. Matar a un ser humano inocente violenta el otro también y además todos estos otros
principio de no agresión. [Álvarez los nombra].
2. Un feto humano es un ser humano inocente. 3. Por lo tanto, hay libertarios a favor de la
Así se prueba por la genética, la metafísica y despenalización del aborto.
la biopolítica. 4. Se sigue, que el libertario puede estar a favor
3. Por tanto, matar a un feto humano violenta el de la despenalización del aborto, puesto que,
principio de no agresión.2

1
Usaremos indistintamente los términos liberalismo y libertarianismo dado que no es relevante, para los
propósitos del análisis que aquí realizamos, entrar en distinciones acerca de si hay diferencias entre la significación
de los mismos. Damos por sentado que el libertarianismo es un desarrollo del liberalismo.
2 Laje no dio la conclusión de su segundo argumento, así que la que aquí presentamos nosotros la hemos inferido

de sus premisas y por ello la marcamos en rojo.

4
de hecho, algunos de los libertarios tienen
Lo que se infiere de lo dicho por Laje, pero no fue dicho esta posición.
explícitamente por él respecto de su posición en el
debate: Esta conclusión (4) puede inferirse si se
supone el argumento siguiente (o alguno
1. Si el libertario funda su ética y su política en parecido), el cual Álvarez no expone, pero
el principio de no agresión y el aborto que nosotros presentamos porque su
violenta tal principio, entonces el libertario argumentación lo presupone:
no puede estar a favor de la despenalización
del aborto.
2. El libertario funda su ética y su política en el 1. La existencia de un hecho muestra su
principio de no agresión y el aborto violenta posibilidad.
tal principio. 2. Se ha mostrado que entre los libertarios hay
3. Por lo tanto, el libertario no puede estar a tanto pro-choice como provida.
favor de la despenalización del aborto. 3. Pero mientras la posición provida no deja
subsistir a la posición prochoice , esta última
O bien sí deja subsistir a la posición provida.
4. El libertario asume la posición más tolerante,
1. El libertarismo no admite la matanza de puesto que el libertarianismo defiende la
seres humanos inocentes. posición que admite los diversos ejercicios
2. Un feto humano es un ser humano inocente. de las libertades.
3. La despenalización del aborto abre la
5. Por tanto, el libertario puede estar a favor de
posibilidad de matar a fetos humanos. la despenalización del aborto, (incluso los
4. Por tanto, el libertarianismo no admite la
libertarios que son provida, en cuanto que
despenalización del aborto. son libertarios, y no en cuanto a que en su
moral particular están a favor de la vida,
pueden (y deben) ser pro-choice).

La cuestión de hecho y de derecho sobre la pregunta del debate


Los argumentos esgrimidos por Laje y Álvarez muestran que entendieron la
pregunta que da nombre al debate y las exigencias para responder a la misma de
un modo distinto. Mientras que Álvarez se fue por la cuestión de hecho, Laje
apuntó hacia la cuestión de derecho. A la primera le interesa la cuestión positiva;
al segundo, la normativa. Queremos decir que Álvarez piensa que la cuestión de si
puede haber libertarios que estén a favor de la despenalización del aborto se
resuelve simplemente con mirar los hechos y ver si hay libertarios que sostengan
esa postura. Y porque de hecho los hay, como muestra Álvarez, y son más los
libertarios que son pro-choice que aquellos que no lo son, entonces es verdad que
se puede ser libertario y estar a favor de la despenalización del aborto; porque si
algo existe, entonces es posible.
Por su parte, Laje piensa que la cuestión se resuelve con mirar a los principios
del libertarianismo y encontrar cuál es la posición que el libertario debe adoptar

5
sobre la despenalización del aborto para ser congruente con dichos principios,
más allá e independientemente de que se autodenomine libertario. Es decir, Laje
se interesa por cuál es la posición que es coherente con los principios libertarios,
porque si atendemos sólo al nombre, puede haber muchos que se llamen a sí
mismos “libertarios” pero que de hecho realmente no lo sean y que, a la vez, al
defender la despenalización del aborto, estén atentando contra la cuestión de
derecho exigida por los principios libertarios. Como vemos, Agustín Laje entendió
la cuestión desde una perspectiva filosófica, ya que no intenta resolverla en los
nombres, sino en los conceptos, en las esencias y los principios; no en la línea de
la estadística y los números, sino en la línea de la lógica y la gnoseología interna
del pensamiento libertario.
Sin duda Laje tiene un pensamiento de vuelo filosófico y, a nuestro parecer, es
más un filósofo político que un politólogo. Ahora bien, veamos cómo precisamente
por esto Laje pierde el debate.

Falsa acusación de Laje


Antes de pasar a la principal cuestión, quisiéramos hacer una observación de
paso y sobre una cuestión menos relevante. Nos referimos a que Laje acusó
falsamente a Álvarez de cometer falacia de autoridad y falacia ad populum en su
argumentación por recurrir numerar y nombrar a los libertarios que son
prochoice para probar su punto. En esto se equivocó, puesto que no toda apelación
a la autoridad o al pueblo (la mayoría) es una falacia, y puesto que Álvarez se sitúa
en la cuestión de hecho (positiva), no se le puede acusar de cometer falacia si
buscando la posibilidad de algo intenta mostrar el número de existentes de ese
algo; ni tampoco comete esta falacia si, intentando mostrar la posición que es
posible para el libertario, recurre a ciertas autoridades dentro del libertarianismo.
Además, Laje también tacha a Álvarez de actuar como religiosa
fundamentalista, lo que es un intento de descalificación gratuita, que en cierto
sentido podría ser visto como una falacia ad hominem, puesto que ya hemos dicho
que la recurrencia a la postura de otros y a la autoridad no es una falacia en el
contexto de la argumentación de Álvarez.
Por otra parte, también quisiéramos señalar otro error cometido por Laje al
intentar criticar y descalificar a Álvarez mediante la utilización de un paralelo en
el que la iguala con el modo de ser de los católicos respecto de la figura del papa,
como si intentara dar a entender que los católicos anulan su razón con tal de seguir
6
la autoridad del pontífice. Parece como si Laje hubiese querido descalificar a
Álvarez homologándola en su comportamiento con los católicos respecto de la
obediencia que estos tienen al papa en cuestión doctrinal. Al hacerlo, no sólo
descalifica a Álvarez, sino también a los católicos. Tal descalificación es
racionalmente injusta.
Específicamente parece que Laje ve un problema en que los católicos acepten
la autoridad papal y presten obediencia a las encíclicas, como si esto fuese un
problema epistemológico, como si creyera que el estar en la verdad exige haber
llegado a ella por un pensamiento libre y autónomo que no acepta una autoridad
que no sea la del propio sujeto pensante y su propio raciocinio. Con esto, Laje hace
gala de caer exactamente en el tipo de argumentos que él muchas veces ha refutado
y en un tipo de error análogo a su contraparte. En efecto, en el curso del debate, se
ve que — como bien señala Laje— Álvarez sostiene razones muy similares a las de
los progresistas a quienes ella misma critica, tal como cuando afirma que Laje no
puede embarazarse y que por ello no está en posibilidad de hablar sobre el aborto.
Desde luego, esto Laje se lo reprocha, puesto que poder embarazarse no consiste
en ser un criterio epistemológico para conocer la ilegitimidad moral del aborto.
Pero, igualmente, Laje parece un fundamentalista dogmático, en sentido negativo,
cuando traza ese paralelo que hemos mencionado. En efecto, tiene por dogma
irracional querer fundar el conocimiento en el libre pensamiento. Quizá si Laje se
interesara más por su catolicismo, se daría cuenta de que la posición de la Iglesia
es lógicamente consistente en lo atinente a la autoridad papal y la infalibilidad, así
como con respecto a la necesidad de que exista una autoridad magisterial. Si así lo
hiciese se percataría mejor, pues tiene la capacidad para hacerlo, de por qué el
liberalismo es lógicamente inconsistente, mientras que la doctrina de la Iglesia es,
por mucho, más coherente y filosóficamente superior al liberalismo para defender
la dignidad humana que Laje también busca proteger.

La cuestión central
Importante es para evaluar el debate en relación con el libertarianismo ver cuál
es la cuestión central para Laje y Álvarez respecto de esta “filosofía”. Primero
debemos decir que el liberal o libertario no es tal si no pone a la libertad, tal como
es entendida por el liberalismo, es decir, la libertad negativa , como el punto
central y medular de su pensamiento. Si no hace esto, entonces no vemos una
razón suficiente para que un pensador se autodenomine liberal o libertario.
7
Veamos, pues, cuál es la cuestión a la que los contendientes pusieron énfasis como
siendo la clave del libertarianismo.
Por lo visto, para Laje lo más importante del liberalismo, por lo menos en
cuanto a la cuestión que se discutió, es el principio de no agresión como
fundamento de la ética y la política libertaria, desde la cual debe ser evaluada la
despenalización del aborto y que a la vez implica resolver cuándo se da el comienzo
de la vida de un nuevo ser humano para poder determinar en qué momento debe
aplicársele la protección que le brinda tal principio. Mientras tanto, para Álvarez
el punto está en el respeto y tolerancia para ambas posturas, proaborto y provida 3
que sólo es permitida desde una postura prochoice. Álvarez no afirma que los
libertarios deban ser proaborto, sino que su postura deja ver que ella entiende que
ser libertario no te obliga a ser lo uno o lo otro, sino que esto depende de la elección
libre de cada individuo, de ahí que se le deba respeto y tolerancia a la elección de
los demás, por lo cual el libertario no deberá rechazar una posición en rescate de
otra, sino que para él debe ser perfectamente posible la convivencia de ambas
posturas en la sociedad, por lo cual el Estado no debería intervenir coaccionando
la elección del individuo para decantarse hacia un lado o el otro. Es esto, a saber,
la no-intervención del Estado, el otro punto en que Álvarez pone el énfasis como
siendo parte de lo esencial del libertarianismo, y tiene toda la razón, de ahí que
constantemente esté señalando a Laje que la penalización del aborto implica la
intervención del Estado lo cual es contrario al pensamiento libertario que trata de
sacar al Estado de las decisiones individuales atinentes a la orientación de la vida,
aunque también es cierto, como señala Agustín, que la despenalización y
asistencia médica al aborto no puede llevarse a cabo sin intervención del estado.
Los dos tienen razón en que tanto la despenalización como la penalización del
aborto requiere intervención del Estado, pero hay una diferencia en cuanto al
modo en que interviene. De hecho, el mismo Agustín Laje ha definido el
liberalismo como un movimiento de pensamiento que tiende a reducir al mínimo
posible el poder del Estado 4. Lo que sucede es que parece no haberse dado cuenta
que el mínimo posible de intervención es una nula intervención, y una nula
intervención del Estado es equivalente a en la práctica a una ausencia de Estado.
En realidad, si lo que Laje dice del liberalismo es cierto, entonces el liberalismo
no es sino una corriente que en última instancia busca la desaparición del Estado

3
No entendemos porqué se uso un término en inglés y el otro en español.
4
Cf. https://www.youtube.com/watch?v=TrOXaYSBl_s

8
para que cada quién pueda hacer lo que desee sin limitación exterior por fuerza o
autoridad. ¿Qué lejos se encuentra el liberalismo del anarquismo? Quizá no sea
sino su antesala. Por otra parte, si el mínimo posible no se lo quiere poner en la
ausencia de Estado, entonces no hay un modo y método que pueda determinar este
mínimo, y, por tanto, el liberalismo simplemente defiende una quimera.
Bien es cierto que Laje señala que la intervención del Estado también está
presente para garantizar el aborto —como ya dijimos— pero esto es algo accidental,
puesto podría ser permisible el aborto sin demandar que el Estado garantice que
se ejecute con instituciones de salud pública, sino por privados pagados por los
que demandan tal servicio.
Al inicio del debate, Álvarez afirma que “el movimiento libertario […] cree en
las mentes libres y en los mercados libres”, y con esta expresión busca dar a
entender que lo más propio del libertario, lo que más importa al libertario es el
libre mercado y poder pensar y expresar lo que sea libremente. Esto es cierto
porque el libertario no está obligado a creer en el bien ni tampoco en Dios, puede
quizá creer en esto, pero no está obligado en tanto libertario a hacerlo,5 mientras
que una mente que no es libre de no creer en Dios o que cree en Dios no puede
decir que es una decisión libre abortar. Al libertario, pues, no lo define el amor al
bien o el amor a la verdad, sino el amor a la libertad de no ser coaccionado por otros
para conseguir los fines a los que se ha determinado por sí mismo o a formarse su
propia cosmovisión a capricho individual. El libertario no es ni puede ser
propiamente un filósofo.
Lo mismo que en el aborto, el libertario tampoco puede decantarse por una
posición teísta o una atea, ha de decir que las dos posturas deben poder ser
respetadas y toleradas en la sana convivencia y que la vida social se debe ordenar
desde la política sin imponer ninguna de las dos visiones, lo que significa que el
Estado debe estar libre de creencias religiosas, lo que es en última instancia, en la
pragmática, vivir como si Dios no existiera, vivir la vida política justamente como
la viviría el ateo.
Para el libertario o liberal, la mente libre es la mente que es independiente de
la verdad de los objetos trascendentales, la que no conduce necesariamente a la
voluntad hacia el bien que la inteligencia ve, sino que se determina a sí misma

5A propósito de esto, puede consultarse la sólida argumentación que el filósofo William Lane Craig ha elaborado
para mostrar cómo sin la existencia de Dios no puede haber un fundamento para la objetividad de los valores
morales.

9
elegirse lo que es su bien, lo que equivale a hacer de la voluntad la determinante
del bien. El bien no sería aquello a lo que las personas tienden porque ese bien es
acto perfectivo de su ser potencial, sino que sería aquello a lo que las personas
tienden porque han decidido que eso es lo que quieren. Que esta es la forma en que
el libertario entiende la libertad, pese a lo que a Agustín Laje le gustaría, se deja
ver precisamente en el hecho que muestra Álvarez, que los libertarios están, como
muestran los hechos, en cualquiera de las dos posturas (a favor o en contra del
aborto).

Lo errores en la concepción de Laje acerca del libertarianismo


Hemos dicho que Laje pone el punto central del libertarianismo en el
principio de no agresión como fundamento de la política y ética del
libertarianismo. Nótese en esto que Laje no centra su postura sobre la libertad,
cosa ya extraña, puesto que se supone que está defendiendo que el libertario debe
rechazar, en tanto libertario, la despenalización del aborto; pero, como hemos
dicho, el libertario es libertario en cuanto que defiende la libertad como
independiente de la razón para darse a sí misma lo que quiera como bien.
También, como hemos mencionado, Laje centra su postura sobre un principio
normativo sobre el que se funda, según él, la ética liberal. Sin embargo,
replicamos, porque el libertario no está obligado por su liberalismo a aceptar la
existencia de Dios, no puede, por ello mismo, apelar a un principio de no agresión,
porque sin Dios ya no hay fundamento para la moral y sin una moral definida bajo
una metafísica realista trascendental, el tal principio no puede ser un principio
sino tan sólo un deseo para el liberal. A decir verdad, por mucho que Laje hable de
una ética liberal, lo cierto es que no hay tal cosa. Hay liberales con una determinada
ética y que defienden ciertas cosas que caen y son concernientes a la ética, pero el
liberalismo no posee una ética propia y definida y no puede poseerla en cuanto
propia, ya que la determinación y definición de una ética sustentada o emanada
desde el liberalismo es un imposible . El liberalismo no puede tener una ética
definida porque una ética definida requiere de una metafísica específica y
definida. Diremos sobre esto algo más en un momento.
Ahora bien, antes de ello, hagamos ver que, al fundamentar la “ética” y la
política libertaria en el principio de no agresión, Laje comete un error y un acierto.
Para hacerlo ver deberemos hacer la distinción entre la “ética” libertaria (?) y la
ética del libertario . Es cierto que la ética de ciertos libertarios está en respeto y
10
promulgación del principio de no agresión o que ciertos libertarios defienden una
ética que respeta el principio de no agresión, pero es falso que haya una ética
libertaria , y no puede haberla precisamente porque la concepción del liberalismo
acerca de la libertad —entendida correctamente por Álvarez— y el lugar central que
da a ésta imposibilita una ética, en tanto que la libertad no puede definir lo que es
el bien. De hecho, Murray Rothbard reconoce que hasta la aparición de su trabajo
Power and Market los libertarios no se habían ocupado de formular un sistema
ético para defender la libertad individual, y él mismo, que intenta hacer esto,
reconoce también que la ley natural que sienta las bases de la teoría política
propugnada por él, tiene un fundamento ético y ontológico del cual no se ocupa.6
Es decir, se ocupa de la ley natural, pero no se ocupa de sus fundamentos. Si tal
hiciese, se vería que una fundamentación de la ley natural que no sea opuesta al
orden de la realidad no puede conducir a un liberalismo.
Aclaremos, el libertario, en cuanto que es una persona que teoriza en materia
de política y economía, no puede prescindir de una ética, porque la política y la
economía tratan de la acción humana, la cual tiene una dimensión moral. El
mismo Murray Rothbard reconoce que “Para emitir juicios políticos se requieren
juicios de valor, de donde se sigue que la filosofía política es necesariamente ética,
y que, por tanto, es preciso implantar un sistema ético positivo para defender con
sólidos argumentos la causa de la libertad individual”. 7 Tal es la razón de por qué
los libertarios tengan que hablar de cuestiones éticas en sus escritos. Pero esto no
hace que el liberalismo tenga una ética propia y definida; de hecho, repetimos, no
la puede tener, porque el liberalismo es precisamente la renuncia al objeto de la
ética, el bien, como lo específicamente determinante de la voluntad, aquello para
lo cual no es libre. La voluntad no es libre respecto del bien que es su objeto formal.
Tan es así que el liberalismo no puede tener una ética definida que precisamente
por esto es que pueden existir libertarios pro-choice y provida , como defiende
acertadamente Álvarez.
Como esto es así, cabe y es inevitable preguntarse ¿Cómo puede ser posible
que un libertario pueda estar en una posición o en la otra o moverse entre
posiciones sin dejar de ser libertario, siendo el aborto una cuestión crucial en la
que está en juego la misma vida y la dignidad humana? La respuesta es que,
precisamente porque el liberal, en tanto liberal, ha renunciado de derecho a ser

6
Rothbard. Murrar, La ética de la libertad , (Versión digital), p. 20.
7
Idem.
11
obligado y restringido por el bien, aunque en el hecho no pueda prescindir de una
perspectiva sobre lo bueno, es que puede permitirse estar en cualquier posición.
Cuando Laje dice que el fundamento de la ética libertaria es el principio de no
agresión, no está diciendo otra cosa que la ética tiene por fundamento la máxima
de que no se tiene derecho , no es lícito , no se debe agredir a un inocente. Esto no
es sino una ley, pues, según Antonio Millán-Puelles, “se denomina “ley” a todo lo
que regula un acto u operación.” Pues bien, ¿de dónde, si aceptamos un sistema de
pensamiento en el cual se considera a la libertad como la facultad humana
principal o como el derecho principal o la aspiración más valiosa, se puede sacar y
se nos pretende imponer tal ley o deber? ¿Es acaso este principio un corolario de
la primacía dada por el liberalismo a la libertad? Para nada, es simplemente una
imposición gratuita —no decimos descabellada ni irracional— que el liberal
introduce como un clausula restrictiva a la libertad defendida por él mismo,
cláusula que se le hace requisito introducir para frenar las consecuencias absurdas
a que conduce la concepción de libertad que tiene. Pero si una ley o deber regula la
voluntad, entonces es que hay un bien al que la voluntad no puede renunciar y le
es, por ello, necesaria. Ella regula los actos humanos en tanto humanos según un
valor absoluto y no relativo. Pero si se reconoce que hay un valor absoluto, un bien
en sí, entonces ya no se puede ser liberal y se concluye que Dios existe.

Fundamento metafísico de la ética


Explica Octavio N. Derisi en Los fundamentos metafísicos de la moral que la
filosofía moderna ha heredado del kantismo el divorcio de la moral de su
fundamento metafísico, separación que se da entre el plano especulativo, y el
plano práctico, entre el ser y el deber ser. Y que se expresa en un dualismo
irreductible. La razón de esto es que Kant puso la cosa en sí fuera del alcance válido
de la inteligencia especulativa y esto lleva a un agnosticismo metafísico. Una vez
supuesto el agnosticismo todo intento de fundamentación de la moral se llevará a
cabo por otras vías distintas a la fundamentación metafísica, mediante las cuales
se busca una base para la moral que no se consigue sino como una base formal o
puramente axiológica de una moral autónoma que emerge y se nutre de exigencias
prácticas de la voluntad, o ya de la emotividad o sensibilidad, pero no del ser
absoluto trascendente al hombre.
Ahora bien, el agnosticismo metafísico es una consecuencia a la que se llegano
sólo desde el kantismo, sino desde todo empirismo, por lo que es probable que la
12
filosofía empirista, incluida la de John Locke, uno de los principales liberales, den
una condición suficiente para imposibilitar la fundamentación metafísica de la
ética. La idea de que el liberalismo requiere de la profesión del agnosticismo
respecto de la esfera trascendental, la cual también es ámbito de la metafísica, ha
sido bien identificada por Yves R. Simon, quien ha dicho:
El agnosticismo liberal no niega necesariamente el valor de cualquier
especulación sobre la esfera trascendental, aunque sí favorece su negación
correspondiente. Lo que […] especifica al agnosticismo liberal qua
liberal, es el principio de que las especulaciones trascendentales deberían
dejarse a la mente y la conciencia individual.
[…]
El agnosticismo común no niega precisamente que la especulación
metafísica pueda tener algún valor; solamente dice que, si tiene algún
valor, carece del carácter de universalidad y que, consiguientemente, la
sociedad civil debe prescindir totalmente de la metafísica y del
fundamento metafísico de la ética.8
Ya sea que se vea el liberalismo desde Kant o desde Locke, se carece en ambas
visiones de una condición suficiente para proveer de una base metafísica a la
moral. Lo que tiene la implicación también de imposibilitarla, pues todo lo que
carece de fundamento no es sino una apariencia de otra cosa distinta de la que
pretende ser.
Sin un fundamento metafísico, la ética o cae en un relativismo, tal como ocurre
en la ética positiva de raigambre sociológica, para la cual el precepto ético no es
sino una presión que la colectividad ejerce sobre el individuo y que es funcional a
la salud social, o bien se intenta fundar en una moral absoluta, tal como han
intentado la ética formal y la ética material. Ambas prescinden de la noción de
substancia o naturaleza humana y son críticas de la ética de bienes y fines.
Ahora bien, el liberalismo por carecer precisamente de una metafísica
definida carece, por lo mismo, también de una ética definida. Se interesa por
defender primero la libertad y después se ocupa del hombre. Su antropología no
es la base de la que parte para entender la libertad que defiende, sino que recurre
a la antropología en cuanto que le conviene para defender el no-intervencionismo
(esto es la libertad para el liberal). En cambio, desde una filosofía realista, se busca
entender la naturaleza del ser humano, se hace una antropología filosófica, y se ve
8
Simon, Yves R. “Crisis del liberalismo”, en Ensayos sobre el tomismo, Madrid: Ediciones Morata, p. 350.

13
por ella que el ser humano tiene la libertad para el deber que le exige el bien. Por
razón de esto, no le es lícito a ningún ser humano tomar la vida de otro ser humano
inocente, puesto que este ser humano inocente tiene una dignidad ontológica que
es la misma que la de cualquier otro ser humano, pues también está hecho para el
bien absoluto. Se puede establecer desde aquí una ley de la no agresión contra el
indefenso e inocente, ley que se fundamente en un derecho natural en que se
reconoce el valor y dignidad de la persona, precisamente porque no se exalta la
libertad ni se la desea defender en primer lugar y ante todo.
La no agresión viene, pues, a fungir como un freno o condición límite para la
libertad y, por lo mismo, tiene primacía sobre la no-intervención (libertad para el
liberal), pero no se puede querer defender la no-intervención, es decir, la libertad
negativa, como el principal objetivo de un pensamiento que exalta dicha libertad
ante ese objetivo planteado y luego querer recurrir a la no agresión , porque
entonces ya no se puede tener a la libertad como el centro de un pensamiento, tal
como hace el liberalismo. O se pone al centro a la persona o se pone al centro la
libertad (no intervención que restrinja su acción), pero si se pone en el centro la
libertad, se abre la posibilidad de atentar contra la persona, y sólo si se pone en el
centro a la persona, se puede defender la auténtica libertad.

El aparente talante positivo del liberalismo


En cuanto que el liberalismo defiende la libertad individual aparenta tener un
talante positivo por cuanto que por esta también ha de defender el respeto a otras
personas, la aceptación de un pluralismo ideológico, capacidad de tolerancia y
diálogo, escucha de las razones y los motivos de los demás, convivencia pacífica,
renuncia a cualquier coacción o violencia por motivos ideológicos o religiosos.9 En
efecto, no podría asegurar la defensa de la libertad individual sin establecer tales
condiciones. Es precisamente por estas características que están implicadas por la
consideración tan importante que el liberalismo da a la libertad individual por lo
que muchos de sus partidarios lo tienen en buena estima. Esto puede percibirse
en las posiciones de Laje y Álvarez, pues ambos tienen al libertarianismo por un
sistema coherente y como una de las mejores filosofías. Sin embargo, contra lo que
ellos piensan, y en consonancia con la verdad, el libertarianismo si bien requiere
de estas cosas para defender y asegurar la libertad, y precisamente porque

9
Cfr. Valverde, Carlos, Génesis, estructura y crisis de la modernidad, (Madrid: BAC), 2011, p. 234.

14
defiende la libertad individual, no necesariamente las defiende bien, porque “su
pregonada tolerancia no se fundamenta tanto en el respeto a la persona cuanto en
un cierto indiferentismo o relativismo ante la verdad”10. Y no es que el liberalismo
sea un pensamiento que se encuadre en el escepticismo y que proclame la
independencia de la mente de cualquier verdad, pues perfectamente él puede
aceptar las verdades lógicas y experimentales —como hace ver Simon en su artículo
citado; es más bien —como también advierte Simon en el mismo artículo— que en
una cierta esfera de la realidad, a saber de la realidad trascendente, el liberalismo
aboga por una libertad de la mente, ilimitada de afirmación o negación respecto a
la existencia de una esfera trascendental y de sus objetos, y, por esto, profesa un
agnosticismo.
De lo anterior podemos inferir que, si el liberalismo no fuese un pensamiento
sin metafísica definida, no podría mostrar este agnosticismo, puesto que por la
metafísica se demuestran varios objetos de esta esfera trascendental a partir de la
esfera de la experiencia y su orden lógico, que es esta última a la que el liberalismo
no se muestra indiferente a su verdad. Y por esto también se muestra su
incoherencia, en tanto que el principio de no agresión , si está fundamentado no
puede sino hundir sus raíces en aquella esfera a la que el liberalismo se muestra
indiferente o agnóstico y no puede ser sino por esta indiferencia o agnosticismo
que el liberalismo da cabida a la pluralidad de ideas en igualdad de valor, sin
importar que sean contradictorias sobre una cuestión importantísima como lo es
acerca de la vida humana y su dignidad.

El liberalismo es contradictorio
El liberalismo es, pues, contradictorio, en tanto que debe suponer para
restringir la libertad lo que debe negar en defensa de su libertad. Debe suponer el
bien trascendente en el principio de no agresión , en cuanto ley que norma la
conducta y por el cual puede restringir la libertad; pero es a la vez el bien que ha de
negar en defensa de la libertad de pensamiento, de religión, de opinión, etc., pues
sin su negación o puesta entre paréntesis (epojé) ya no pueden aceptarse tales
libertades por las cuales la libertad del liberalismo no puede consistir en otra cosa
que en la capacidad de elegir el bien o el mal en la independencia y exaltar la
libertad negativa. En efecto, si el principio de no agresión es verdadero o apunta

10
Ibid , p. 235.
15
hacia alguna verdad, entonces hay un bien trascendental que mide la acción del
hombre y por el cual existe una ley, pero entonces el hombre ya no es libre e
independiente del bien, sino que éste es el objeto formal de la voluntad, y, por
tanto, ya no se puede ser liberal, porque la licencia que otorga el liberal presupone
la independencia de este bien. Por consiguiente, el liberalismo es, en realidad,
incompatible con el bien a que el principio de no agresión intenta atender.
Por otra parte, aun si el principio de no agresión fuese compatible con el
liberalismo, si es el fundamento de su ética, tal como dice Laje, por ello mismo
también se ve que su ética sería indefinida. En efecto, tal como ha señalado Juan
Ramón Rallo, otro liberal, el principio de no agresión “primero, no es un principio
perfectamente definido; segundo, no es un principio universalmente aceptado;
tercero, no es un principio que aporte soluciones a cualquier tipo de problemática
social.” 11 Sobre esto nos interesa desatacar el primer punto. Si el principio de no
agresión adolece de especificación completa (tal como señala Rallo) y es la base de
la moral liberal (tal como señala Laje), entonces se sigue que la moral liberal no
está definida.
Se sigue, en relación con todo lo que se ha dicho, que Laje no puede
legítimamente apelar al principio de no agresión en que fundamenta su
argumentación respecto de la posición liberal. Para el liberal, la libertad del bien
existe con la condición de la libertad de obrar mal, pues de otro modo el bien se
impondría y haría de suyo una necesidad para la voluntad, y si ésta se dirigiera
necesariamente al bien, entonces ya no sería libre, en el sentido del liberalismo, y
entonces tampoco habría problema moral alguno.
La incoherencia del liberalismo se ve claramente —y la cuestión del aborto nos
permite evidenciarlo— en la aceptación de la contradicción que el liberalismo
dispensa en nombre de la libertad, cuando en realidad, dentro de una sana
filosofía, el ejercicio de la libertad no podría darse sino cuando la inteligencia se
desaparta de la contradicción. En efecto, si no puede aceptarse que el ateo sea libre
de creer que Dios no existe y el teísta no es libre de creer que Dios existe, entonces
no tendrían ambos libertad, luego, en nombre de la defensa de la libertad
individual, el liberal debe admitir la igualdad de validez de proposiciones
contradictorias, pues de no admitirlas ya no podría pensar que la libertad de dos
hombres sólo se garantiza si ambos pueden sostener sus convicciones aun si entre
ellas suponen cosas contradictorias.
11
Juan Ramón Rallo Crítica al NAP (principio de no agresión): https://www.youtube.com/watch?v=y3jfgNykd8o

16
Para el liberal, por tanto, un hombre sólo es libre si se garantiza que se le puede
respetar estar en el error —que tiene derecho a estar en el error (afirmación
muchas veces hecha por Nicolás Márquez)—, y puesto que de dos tesis
contradictorias una debe ser falsa, ello implica que, para el liberal, pertenece a la
esencia de la libertad el poder elegir el error y el poder moverse sin ningún
problema en la contradicción. Pero, por otra parte, cuando el liberal acepta que
una de las proposiciones en contradicción es errónea, no puede entonces ya creer
que son igualmente válidas ambas proposiciones para ser sostenidas por los
hombres y que sólo esto garantiza su libertad, pues sabe en el fondo que el error
no puede, en modo alguno, ser parte de la libertad para alguien. Debe pues, en ese
momento dejar de ser liberal. Mas si desea sostener su liberalismo, debe por lo
mismo aceptar la contradicción y decir que ambas proposiciones son igualmente
valiosas.
Vemos, pues, que el liberal es necesariamente un inconsistente, pues supone
por un lado lo que ha de negar por otro: debe, por su liberalismo, suponer que
libertad consiste en poder sostener el error, pero debe negar, por su humanidad,
que en esto consista la libertad en cuanto conciba el error como error, pues de otro
modo debe creer que deja de ser libre en cuanto percibe el error y, entonces, debe
creer también que ser libre no consiste sino en equivocarse en todo momento; mas
solo puede saber que se equivoca cuando sabe cuál es el acierto.
En esto se ve que Gloria Álvarez es una liberal perfecta y que Laje no lo es, y que
por momentos éste deja de ser liberal, aunque no se dé cuenta de eso. En efecto,
Álvarez es capaz de sostenerse mejor en la inconsistencia y sostener cosas
incompatibles. En efecto, no se puede aceptar el derecho natural y luego estar a
favor de que es posible, bajo esta suposición, sostener que se puede estar a favor
de la despenalización del aborto, pero ella hace esto. No se puede querer defender
una posición como algo objetivo, a saber, que el liberal puede asumir cualquiera
de las posiciones y no renunciar a la razón, pero ella lo hace. Es, pues, una perfecta
libertaria porque es una perfecta inconsistente.

Conclusión
Recordemos que en este debate Agustín Laje y Gloria Álvarez, ambos
pertenecientes al liberalismo, defendían posiciones adversas respecto de si el
libertario puede estar a favor de la despenalización del aborto. ¿Quién tenía razón?
Desde sus posiciones liberales defendían posturas contradictorias, pues es una
17
contradicción defender que todo ser humano tiene derecho a ser respetado en su
vida, incluido el ser humano ya presente desde la concepción (Laje) contra que
algún ser humano no tiene derecho a ser respetado en su vida, a saber, el ser
humano recién concebido, si en su libertad la madre decide que no lo tendrá
(Gloria Álvarez). Por un lado, vemos a Laje intentando decirnos que el liberal que
no lo es sólo de nombre sino por principios debería oponerse al aborto por razón
del principio de no agresión defendido por el liberalismo. Por otra parte, vemos a
Gloria Álvarez argumentar que los hechos muestran que muchos libertarios son
pro-choice. La razón la lleva Álvarez, pese a que la argumentación de Laje es más
contundente y filosóficamente superior a la de Álvarez. El por qué lo resumimos a
continuación:
El principio de no agresión que Laje defiende no es un principio
esencialmente libertario, y la defensa de la dignidad humana que se pretende
asegurar con él no le es exclusiva, a pesar de que haya sido defendido por los
llamados liberales. La dignidad humana puede ser defendida y sostenida fuera del
liberalismo y de mucho mejor manera. Queremos decir que ese principio no es
una derivación ni un principio esencial del cual dependa el liberalismo, puesto que
no es de la esencia del liberalismo defender la dignidad humana, sino la libertad
individual. De ahí que, no siéndole parte de su esencia, mucho libertarios puedan
ser pro-choice, y es que, como ya dijimos, el liberalismo no tiene por qué ser fiel
a la dignidad humana, puesto que exaltada la libertad se puede perfectamente
atentar contra esa dignidad. Queremos decir que a Laje le parece que en el
liberalismo es esencial respetar la vida humana, y ciertamente eso debió y debe
parecer igual para muchos liberales, y a Laje le parece cierto porque cree que el
principio de no agresión es perteneciente al liberalismo por esencia. He aquí su
error: que el principio de no agresión sea defendido por algunos liberales, no lo
hace teóricamente y desde un punto de vista lógico perteneciente al liberalismo.
El principio de no agresión es una restricción puesta a la facultad que el
liberalismo exalta, pero precisamente por esto es una restricción ajena al
liberalismo, introducida para evitar las consecuencias negativas de exaltar la
libertad. Toda restricción puesta a la libertad es un atentado contra la idea de un
respeto irrestricto de la libertad negativa o de una exaltación de la misma como lo
más importante para el hombre, tal cual es la concepción liberal de la libertad.
El liberal tiene que salir de su liberalismo y buscar límites a la libertad que
defiende, pues se da cuenta de que ésta debe tener límites para no caer en

18
arbitrariedades (nótese que precisamente que una arbitrariedad es producto de
una libertad sin restricción), entonces ha de introducir un principio de acotación
y restricción y hacerlo pasar como parte de la doctrina misma.
Si el liberal —en tanto que defiende la libertad como lo más importante para el
hombre— afirma que uno pueda hacer todo lo que quiera mientras no dañe los
derechos de terceros, por ejemplo, entonces ¿de dónde saca esa restricción de no
dañar derechos de terceros? ¿Acaso es una restricción que venga por consecuencia
lógica de la exaltación de la libertad o más bien es contraria a ella? No viene, esto
es obvio, de la exaltación de la libertad. Ahora bien, si el liberal dice que él no exalta
la libertad, sino que tan sólo la considera importante y que por razón de esto
igualmente puede defender los derechos de terceros dado que también tienen
libertad, entonces ¿por qué se llama a sí mismo liberal? La libertad de uno no
puede quedar teóricamente restringida por la existencia de la libertad de otro,
porque de la existencia de una acción deliberada no se sigue que ésta deba no
atentar contra otro ser humano que también es capaz de una acción deliberada ;
para restringirla hace falta algo más que la pura existencia de la libertad de otro,
hacen falta otras cosas, como las nociones de derecho , justicia , bien, persona , etc.,
y estas nociones no derivan lógicamente de la noción de libertad de coacción. Por
consiguiente, en la medida en que se las use para restringir la libertad, su uso
legítimo es ya ajeno a un pensamiento que ha querido poner en el centro y como
principio axiomático o de articulación de su teoría la defensa de la libertad de
coacción.
Un humanismo verdadero como el de la filosofía realista pone en el centro al
hombre y su dignidad y por eso le da importancia a la libertad y por eso también
puede legítimamente ponerle restricciones a ésta, pero el liberalismo no hace
esto, sino que pone en el centro la libertad y por eso ha de tener que hablar del
hombre, pero, por eso mismo, también ya no puede legítimamente poner
restricciones a su libertad. Para el liberalismo primero es la libertad y luego es el
hombre, pero para el realismo filosófico y para el humanismo cristianocatólico
primero es el hombre y el hombre tiene libertad en algunos actos voluntarios.
Sería bueno para el liberal que piensa que el principio de no agresión es algo
esencial al liberalismo preguntarse ¿cómo puede defender el liberalismo el
principio de no agresión si la agresión es también en muchos casos una
determinación libre?

19
Por estas razones Gloria Álvarez, con un pensamiento mucho menos ordenado
y lógico y mucho más simplón, le lleva las de ganar a Laje en el tema de si un
libertario puede estar a favor de la despenalización del aborto. La verdad es que el
libertario puede estarlo. En efecto, el liberal o libertario se puede permitir ser
inconsistente en cuanto a defender la libertad y no tener que defender que
cualquier humano tiene derecho inalienable a ser respetado en su vida, porque,
entre la vida humana y la libertad, el liberal, que no hace depender su filosofía de
la vida humana y su dignidad como de un axioma, aunque la presuponga para tener
que fundamentarla si se le obliga a hacerlo, se interesa más por la defensa de la
libertad de coacción de la cual hace su axioma principal. Por consiguiente, cuando
lo principal es la libertad de coacción para el sujeto que ya desarrolló la voluntad,
no hay razón para otorgarle a un ser humano, por ejemplo, al recién concebido,
que aún no tiene la facultad de la voluntad desarrollada, un igual valor frente a la
madre que sí posee ya el libre albedrío, porque ésta sí es capaz de deliberar sobre
sus elecciones y acciones. Bien dijo Rothbard, “nunca he creído que ningún
análisis […] que prescinda de los juicios valorativos puede proporcionar base
suficiente para defender la causa de la libertad” 12; pero no se percató quizá de que
el liberalismo no puede dar base para tales juicios valorativos.
Si, manteniendo todo los demás exactamente igual, el tema del debate hubiese
sido ¿Puede una persona moral estar a favor de la despenalización del aborto? sin
lugar a duda Laje habría llevado las de ganar, pero como el debate se realiza en el
ámbito del pensamiento liberal y tuvo por pregunta rectora “¿puede un libertario
estar a favor de la despenalización del aborto?” ciertamente la argumentación de
Laje no es tan inconsistente como la de Álvarez y, por tanto, perdió.

12
Rothbard, Murray, La ética de la libertad, (Versión digital), p. 20.

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en septiembre de 2023
se terminó de editar el presente artículo

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