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Texto: Modelo fenomenológico cognitivo de Lazarus y Folkman

INTRODUCCIÓN

La investigación sobre el stress se ha caracterizado por una falta de univocidad


acerca de importantes términos y constructos. Cuando a fines de la década del '70
Selye empezó a usar el término "stress" para indicar un tipo de respuestas humanas,
su inglés no era lo suficientemente bueno y la elección del término así lo demostró.
Posteriormente él mismo señaló que debería haber elegido la palabra "strain", que
significa forzar o violentar, por ser más consistente con lo que quería indicar. De allí
que probablemente no se exagere cuando se dice que hay una enorme confusión
con respecto al uso del término stress. Como bien lo señala Jex et al. (1992), los
investigadores han definido el stress al menos de tres formas diferentes: como un
estímulo, como una respuesta y como las relaciones entre estímulo-respuesta.

La definición de stress como un estímulo focaliza la atención sobre los estresores


(que pueden ser cualquier evento) que requieren algún tipo de respuesta adaptativa.
En este contexto, stress significa cualquier fuerza externa sobre un objeto o una
persona. Usando esta definición, una amplia variedad de condiciones han sido
estudiadas como ejemplos de situaciones estresantes incluyendo conflictos de rol,
ambigüedad de rol, peligro de accidentes, etc.

Por otro lado, una definición de stress como respuesta está asociada con lo que más
comúnmente se refiere a "forzar" o "violentar". Stress es una respuesta del sujeto a
los estresores del entorno. Selye se refiere a este tipo de stress como la reacción
del organismo ya sea psicológica, sociológica o comportamental.

Finalmente, el stress puede ser definido como la relación estímulo-respuesta. O sea


que se está haciendo referencia a la interacción entre los estímulos del medio
ambiente y las respuestas del individuo. En este contexto, el término "estresor" es a
menudo usado para referirse a las condiciones ambientales y organizacionales, y el
término "forzar" (strain) es usado para referirse a las respuestas del individuo a
aquellas condiciones.

Es sabido que, frente a eventos amenazantes y/o estresantes de la vida cotidiana,


las personas responden de diferentes maneras. Estas diferentes respuestas
cognitivas y comportamentales que los sujetos emplean para manejar y tolerar el
stress se conocen en el ámbito de la psicología comportamental como estrategias o
estilos de coping.

La habilidad para manejar situaciones estresantes depende de los recursos


disponibles de coping del sujeto. Estos recursos desempeñan un rol crucial en la
relación stress-salud-enfermedad y constituyen características estables del sujeto y
del medio ambiente donde el sujeto funciona.
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Coping se refiere a las respuestas cognitivas y comportamentales que los sujetos


usan para manejar y tolerar el stress y, por tratarse de un constructo relativamente
nuevo dentro del ámbito psicológico, no existen criterios consensuados en cuanto
al tipo y número de estrategias de coping que manejan las personas, encontrándose
en la literatura científica diferentes propuestas exploratorias y clasificatorias. A
continuación se presentan algunos de los modelos explicativos y taxonómicos
desarrollados hasta el momento.

1.1. Modelo fenomenológico cognitivo de


Lazarus y Folkman

En 1978, Lazarus y Launier presentan una pionera definición de coping como el


"conjunto de esfuerzos, conductas o pensamientos, tendientes a manejar, tolerar,
reducir o minimizar las demandas y conflictos sean internos o externos". Algo más
tarde, en 1980, Lazarus y Folkman desarrollan un modelo explicativo a partir del que
proveen las bases teóricas para verificar relaciones entre estresores, stress y
efectos adaptativos.

El modelo fenomenológico cognitivo de Lazarus y Folkman incluye aspectos


cognitivos, afectivos y comportamentales del proceso de coping. Los estresores son
definidos como transacciones o intercambios entre la persona y los particulares
contextos ambientales que la persona percibe o evalúa como amenazantes. La
persona es conceptualizada como un formador activo de sus relaciones con el
medio, en tanto que coping es conceptualizado como los cambios conductuales de
la persona en respuesta a las demandas transaccionales. Coping también es visto
como formando parte de un proceso vinculado a rasgos relativamente estáticos.
Dentro de este modelo, el coping no es considerado necesariamente como un
reducidor apropiado del stress ya que se refiere a cualquier intento que hace la
persona para manejar una situación estresante. Lazarus y Folkman identifican dos
métodos de coping: comportamental y cognitivo, y dos grandes categorías de
estrategias de coping: enfocadas en el problema (o de aproximación) y enfocadas
en la emoción (o de evitación)

La evaluación cognitiva es el proceso mediante el cual una persona evalúa la


importancia del encuentro con el medio ambiente y su bienestar (evaluación
primaria) y considera las posibles respuestas de coping (evaluación secundaria)
para orientar las demandas psicológicas y ambientales de tal encuentro. A través
de la evaluación primaria, una persona determina si un evento es relevante o no a
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su bienestar y si las señales la benefician, amenazan, cambian o perjudican. En la


evaluación secundaria, la persona determina qué opciones y recursos de coping
tiene disponibles en ese momento para manejar la situación. Situaciones que son
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evaluadas como amenazantes para el bienestar de una persona, son


sobreevaluadas por otras como estresantes. Coping es el proceso que mediatiza
las relaciones entre stress y adaptación somática y psicológica, y el tipo de coping
usado a menudo depende de la evaluación primaria. Cuando ocurren desajustes
entre evaluación cognitiva y estrategias de coping, a menudo pueden interpretarse
como el resultado de aprendizajes desadaptados.

El modelo enfatiza que el stress no está solamente determinado por la naturaleza


de un estímulo ambiental ni por las características de una persona sino por la
interacción entre la evaluación que del estímulo hace la persona y las demandas de
ese estímulo sobre el individuo. En este sentido, aportes previos ya sugerían que el
control podría aumentar o disminuir el stress dependiendo de la percepción que el
individuo tenga sobre el control que puede ejercer en cada situación. Más
recientemente, Folkman ha subrayado que la creencia de que un evento es
controlable no necesariamente reduce el stress o conduce a resultados positivos.
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