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"El Espiritu del Señor

está sobre mi" (Le 4,18)


El kairós del Espíritu en Jesús el Cristo
XXXVIIª Semana Argentina de Teología
SOCIEDAD ARGENTINA DE TEOLOGÍA

"EL ESPÍRITU DEL SEÑOR


ESTÁ SOBRE Mí"
El kairós del Espíritu en Jesús el Cristo
XXXVIIª Semana Argentina de Teología

~~~~
Sociedad Argentina de Teología
El Espíritu del Señor está sobre mí. El Kairós del Espíritu en Jesús,
el Cristo/ Sociedad Argentina de Teología. - la ed. - Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires : Agape Libros, 2019.
400 p.; 22 x 15 cm.
ISBN 978-987-640-561-4 Índice
l. Teología. l. 11. Título.
CDD 230
José Carlos Caamniio .................................................. 11
l '11·..,entación:
1 ,1Teología en la Universidad: Miguel Angel Scltinvolle ............. 15
1 lrnnilía en la misa de apertura: Marcelo Dnniel Colombo ........... 17
1 1•111a, Tema, Perspectiva: Gerardo José Séiding .............................. 21

l. CONFERENCIAS Y REACCIONES

1. 1usticia y Paz en Medellín y el papa Francisco 50 años después


/\genor Brighenti ........................................................................... 27
© Agape Libros, 2019 , l~eacción a la conferencia de Agenor Brighenti
© Sociedad Argentina de Teología, 2019
111ar César Albado ....................................................................... 43
ISBN: 978-987-640-561-4 Respirar con los dos pulmones de Oriente y Occidente-
La epíclesis del Espíritu hace de la Iglesia un "laboratorio
Imagen de tapa: Marcelo von der Heyde, Dakota.
de la resurrección" en el tiempo de la misión
Diseño y diagramación: Equipo Editorial Agape
1ª edición: septiembre de 2019 frnncisco José López Sáez ............................................................. 47
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723 1. Reacción a la conferencia de Francisco J. López Sáez
AGAPE LIBROS Alejandro Mingo ........................................................................... 97
Av. San Martín 6863
(1419) Ciudad Autónoma de Buenos Aires II. PANELES
agape@agape-libros.com.ar 1,/\NEL 1: JESÚS Y EL ESPÍRITU: APROXIMACIÓN BÍBLICA Y PATRíSTICA .... 105
www.agape-libros.com.ar
Impreso en Argentina - Printed in Argentina . Jesús, el Cristo, y el Espíritu de Dios
Ha rncio Lona ................................................................................ 107
b. Pneumatología y Mística en la Teología
Impreso en Elías Porter
Plaza 1202 - Cl427CVL de Orígenes de Alejandría
Ciudad de Buenos Aires - Argentina Patricia Cinner ............................................................................ 131
l'ANEL 2: JESÚS Y EL ESPÍRITU: APROXIMACIÓN CONTEXTUAL ................ 145

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier fonna de reproducción, distribución, 7. "Extranjeros y refugiados" (1 Pe 2,11; cf. Gn 23,4). Reflexiones
co111u11icación pública y trn11sfor111nció11 de esta obra sin contar con la autorización de los titulnres sobre un desafío de nuestro tiempo a la luz de la Escritura
de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de
delito contra In propiedad i11telect11nl. Eleuterio Ruiz .............................................................................. 147

7
"U e $ /I///III ¡/1'( ''11•1)(11 nl/1 \O/)r(' mí" SOCIEDAD ARGENTINA DE TEOLOGÍA

8. Seguir a Jesus l'll lil•111pn~ dl' "limpieza étnica" 20. "La divinidad en la Humanidad" como clave
Nm1cy Eliznl1et!, lk1/fi,11/ .............................................................173 hermenéutica de la Cristología fundamental
Miclzael Moore 'H)
111. Lt lM UNICACIONES
21. ¿Incide el' espíritu' de Francisco
9. La Visión de los Tronos en las tradiciones Henóquica, en la Facultad de Teología UCA?
Daniélica y Qurnránica Gerardo Daniel Ramos .13
Laura Bizarro ............................................................................... 187 22. La pasión del Dios de amor y de ternura. La pnt!,eir1 iliui1lfl
10. El Espíritu Santo, memoria de Dios. Aportes desde en J. Moltmann, E. Jüngel y O. González de Cardedal
la teología de Basilio de Cesarea Sergio Ariel Romera Maldonado ................................................. 353
José Carlos Caamaño .................................................................... 199 23. La historia del Espíritu en la historia humana. Hijo y
11. "La Eucaristía en la vida y misión de la Iglesia Espíritu en la Simbólica de Forte y el discernimiento
de la acción-pasión históricas de Scannone
latinoamericana. De Medellín a Aparecida"
Guillermo Rosolino ...................................................................... 363
José María Cantó ......................................................................... 213
24. Marcados con el fuego. El don del Espíritu
12. Teología del Pueblo como Ética Teológica en la vida esponsal
Emilce Cuda ................................................................................. 227 Andrea Sánchez Ruiz .................................................................. 375
13. El Espíritu de Dios custodia en su frescura
los dones y carismas derramados en la Iglesia
Juan Bautista Duhau ................................................................... 239
14. «Medellín: efusión del Espíritu sobre América Latina» en
la convocatoria y desarrollo del 1° Sínodo de Quilmes
Juan Bautista Duhau - Federico Ripaldi ..................................... 253
15. La expresión "Espíritu del Evangelio" en el Documento
de Medellín y sus provocaciones pastorales
Hernán Pablo Fanuele ................................................................. 265
16. Eucaristía y Espíritu para el perdón de los pecados
Hernán Giudice ........................................................................... 285
17. El Espíritu Santo como mirada de amor en San Juan de Ávila
Andrés Facundo González ................................................................ 297
18. La cristología pneumatológica de Yves Congar
Mauricio Damián Larrosa ........................................................... 309
19. Las cooperativas en Argentina, ¿un camino hacia
una economía verdaderamente humana? Semejanzas
entre la recepción de Medellín y nuestros días
Sabrina Marino - Agustín Podestá ................................................. 321
8 e¡
'' /,/ f,'5 ¡1i1i111 tld S t'Ílfl1 ' c,1,1 ,,,¡,IC' mi"

Conclusiones

Los aportes del Documcnlo dl' Ml'lkllin, puestos en diálogo


con el Magisterio contemporáneo, nos han brindado un marco
conceptual teológico propicio para acercarnos al estudio del coo-
perativismo. De esta forma, las organizaciones cooperativas son 20. "La divinidad en la Humanidad"
comprendidas aquí como una propuesta concreta para pensar
una transformación de la sociedad mediante una "participación como clave hermenéutica
receptiva y activa, creadora y decisiva".
de la Cristologia fundamental
En el encuentro mantenido con la cooperativa estudiada ob-
servamos una gran similitud entre los principios desprendidos
del Magisterio, y los conceptos que surgen de la experiencia con- "Si Jesucristo es Dios Hijo,
creta de la cotidianeidad de las trabajadoras y los trabajadores lo snbemos solamente por la manera en que es hombre"
cooperativos; situación que nos resultó sumamente llamativa e (E. Schillebeeckx)
interesante.
El ejercicio de escuchar sin condicionar con ningún tipo de
pauta o consigna el discurso de los entrevistados generó conte- Introducción
nidos mucho más ricos de lo que imaginábamos, obligándonos a Podemos sintetizar la osada pretensión del cristianismo en
cambiar el enfoque y la metodología de este trabajo. que, lo que para el pueblo hebreo era imposible: ver el rostro de
Por último, nos parece oportuno, para una futura investiga- Yahvé y seguir vivo (d. Ex 33,20), desde Jesucristo se ha vue-
ción, profundizar en el funcionamiento de las cooperativas des- lo posible, dado que Él es confesado como el Rostro humano de
de una perspectiva en diálogo con las ciencias política y econo- Dios. Ese Dios que sigue siendo el Misterio último de la realidad,
mía. De esta forma se emiquece el conocimiento teológico y se aún después de toda revelación, se h a manifestado de un modo
confirma el cooperativismo como modelo de "economía verda- pleno e insuperable en la carne de Jesús de Nazaret. 1 Pero esa
deramente humana".
Sabrina MARINO - Agustín PooFST A
Universidad del Salvador 1 Entendemos que Jesucristo es la plenitud d\• l.i r,•vl'i,1\ ilm l' n la línea de lo
que afirma Torres Queiruga: "lo afirmado n•-.JW\ In di' 1,,-.11.., yc1 no podrá ser
dicho de ningún otro hombre: todo lo fund,111w111.il 11•l1g111-,n 1•-.1,í l' n él pa-
tente, ninguna dimensión esencial en la rl'lc1Ci (H1 1>1n., hn111l111 • pnd r.i ,111<1d irse
a lo revelado en su personal relación con l'i 1'.id 11 • r J111 ,d 11 • 1•11 l.1 h1-.tori,1 ni
mayor transparencia a la presencia de Dio'> 111 111.iy111 1•11111•¡;,1 ¡1-. 11 \ n l1111t ,1d
salvadora( ... ) La plenitud de Jesús es anle lodn 1,, plt•11i t11d 11t'11 1111il ;1d,1 d1 ·
toda una historia de salvación. Historia qui', h,111 ¡1 ;1l1'(1!l 1 1,, i11 ~, 1l.i 1•11 1•1
pueblo y en la cultura que hacen posibl e su Sl'I' y -.11 1111 -.i t,11 1 11 li1111 •11li1111111 ""
piedad y proporcionándole las categorías en '"" q111 • •,1 , •' !i J11L'!lfl , 1111 1•, 11.111
dole un contexto y ofreciéndole una comunidad , y 1p1, l1111·íu ,_lel i11ilt', l1 f1r¡
posible que él lleve todo eso más allá de sí mismo, t1i1•,,, 1111 i(' 11,J ,! IO l1i1;·i11 In
plenitud que solo su vida descubre y realiza. Se 111lll'"' 1,, 11111 d,it 1"i ! 1l111,1 1111 n
plenitud real y encarnada: en Jesús la revelación no 1•, 1111 ,,ílk111dt1

328
" / / lú ¡1/1 i111 ;/1· / S 1' íli11 1' \/11 ,11/111· 1111"
SO CIEDAD AR GENTI NA DE TEOL OGÍA

afirmación qul' fu 11tlc1 l.i lt · d, , l., I" iII ii Ii v.i comunidad cristiana y
Jesús, no se pone punto final al asombro suscitado por lc1 ¡111 •I1.·11
estructura luego Id fv t r1-.,1olt1¡• 11 .i dt • 1.i igll'sia pide a la teología
1
sión de aquel Hombre, sino que lega a la Iglesia prn-,11•1·1111 111111
que testifique no solo 1¡11,· vrc1 li11111.11H1 sino que explicite cómo lo
doble pregunta de fondo que arranca de esa mis111c1 rn 11', .. ,it',11 :
era: ¿qué "tipo" de humanid,Ht M' nos rl'vela en Jesús de Naza-
por un lado, surge el problema de la conciliación dt • /1",11.; u111 ,_•I
ret? Y esto es basal, dado qul' desdl' l'Sa l lumanidad se nos reve-
monoteísmo bíblico, en la línea de la herencia jlld1.i d, • l.1 f1_• ( 1'1
la no solo quién es Él sino cómo es el Dios que allí se manifiesta
tiana; y, por el otro, surge el esfuerzo por pt'ns.ir -.,1 11111If.1111 ·.1 1111_• 11
de un modo insuperable, y cuál es el ser humano al que estamos
te divinidad y humanidad, que afecta no so lo ,11 11111111l11 p1d i11
llamados a ser: Teología, Cristología y Antropología se conjugan
sino también al griego, ya que éste, e n s u ,1•rl11:111(• 1111l11l11¡•,117i'1
y despliegan a partir de la Humanidad de Jesús de Nazaret. 2
podría haber aceptado la idea de enca rn,1l'io11, pt •n, o.; 111.111 •1,t.111 •l
En la presente contribución, recuperando una intuición-ba- monoteísmo, mientras que en su vcrliL•111v 11H11H1l1 •1-.,1.1 111, p11dn.1
se del calcedonense, postulamos la fórmula "la divinidad en la haber aceptado la encarnación.'
Humanidad" como clave hermenéutica de la revelación y prin-
En los siglos venideros, la iglesia Sl' vv r,1 ,1bornda a pensar
cipio estructurante para una Cristología fundamental, preocu ..
esa doble problemática. Desd e el punlo de visla del movimiento
pada por mostrar la credibilidad de Jesús como el Cristo. Por
ideológico, la historia de la dogmálica crislológica puede releerse
cuestiones de espacio, apenas podremos enunciar los rasgos de
como la historia de las oscilaciones entre la antinomia Dios-hom-
esa Humanidad a modo de notas programáticas. Profundizar en
bre, que se repite entre márgenes cada vez más reducidos, pero
esta perspectiva no es un tema menor, ya que, todavía hoy, en la
que nunca desaparece del todo. La cuestión de fondo que se pa-
teoría y en la praxis de muchos espacios eclesiales, se nos sigue
tentiza es la gran cruz que marca al pensamiento humano en to-
presentando un Jesús que no nace como nosotros, no vive como
dos sus niveles: la simultaneidad y coincidencia de lo Absoluto
nosotros y no muere como nosotros; esto es: que no logra salvar y lo no-absoluto.
la identidad en la diferencia.
El concilio de Calcedonia (451) marca un hito en ese devenir del
pensamiento, al afirmar la consustancialidad de Jesús con Dios y
1. Del kerygma al dogma con nosotros, en un única hypostasis. La fórmula calcedónica sigue
Es comúnmente aceptado que ya en la primera predicación de siendo iluminadora de ese misterio, sobre todo si nos atenemos
la Iglesia primitiva, después de las experiencias pascuales, se da a su esquema formal y no tanto a sus contenidos materiales que
siempre son aproximados. Ese esquema formal es: una unidad to-
un desplazamiento en el contenido desde la prédica del reinado
tal y dualificada, donde la unidad está en la ultimidad del ser que
de Dios a la divinidad de Jesús; según la fórmula clásica: Jesús
se ha convertido de predicador en predicado. Así y todo, cuando nos es inaccesible y la dualidad aparece en los niveles de nuestro
la Iglesia del Nuevo Testamento deja insinuada la divinidad de
3
Así lo ilustra E. Johnson: "Mientras que las primeras comunidades bíbli-
una persona con toda la riqul-ztl dL' lo humano en cada una de sus dimen- cas se habían concentrado en lo que Dios habfcl hecho por e llas a través de
siones" : A. Torres Qucirug,1, H1•¡Jt'11snr In revelación. La revelación divina en In Jesús y, en consecuencia, en quién era Jesús dl''>dl' una pt'r'>pccliva funcio-
realización hu111n11n (Madrid: 'I roll.i, 2008), 291-292. nal, las posteriores comunidades h elenísticas, rnmpu1•1,l<1.., vn ~u mayoría y
2 casi exclusivamente por gentiles (no judíos), t•mp1•zc1rrn1 ,1 prt•gunlM'>l' por
Somos deudores, L'll gr.in 11.11 lt • Lk lo que desarrollaremos, del pensa-
Jesús desde una perspectiva ontológica. Dicho di' 011 o 111odo dv 1,, prrn l,1
miento teológico Lk J. I ( ,t11l/1tl1•/ J-.,u.,, Para enmarcar y profundizar cuan-
mación de su actividad - Jesús salva- pasaron" h,h1·,..,,. ¡11 1•¡: 11111.i.., pm l'i
to diremos nos ¡wr mil 11111 ,., 11•1n1l1r ,1 M. Moore, Creer en Jesucristo. Una pro·
orden del ser: ¿quién es él en sí mismo, y có mo l' ilo 11 • p1•1111ilt ;11:1rr.i, , 11111n
puesta en diríioxo co11 Cl < ,,.,, ,ilt:z: r/1• e unlctlnl y J.I. González Faus (Salamanca:
Secretariad o Tri11 11 ,,1111, 10 11 ), ,·s¡, ) \ 1 417. nuestro Salvador?": E.A. Johnson, La Cristologin, /1()1/ ( J/11, d1 • 1i•11ul'111111111111 •/
acceso a Jesús (Santander: Sal Terrae, 2003), 2 1.
330
1 JI
"/;'/ l :spíri/11 del Sc,10, n/11 .rnllrc mí" Sol 11 llAIJ ÁK <,I N I INA IJI T1 OL OG IA

acceso a las cosas. 4 La intuición de la no-dualidad sin identidad es Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo
casi un patrimonio común de la humanidad como la mejor expre- hombre" (GS 22), pero esa unión con todos se hace desde alguien
sión de las relaciones entre Dios y lo no-divino. "Sin mezcla y sin que ocupa el lugar de algunos ... lo cual revela cierta parcialidad
confusión" para explicar que Dios en Jesús no es visible al modo de Dios. Así, Jesús fue judío (no romano, ni griego); fue laico (no
que lo era el Nazareno, sino solo creíble. "Sin separación y vuelta perteneció a la casta sacerdotal); fue marginal (desde el punto
atrás" para explicar que Dios se ha mostrado de un modo insupe- sociocultural, económico y religioso), fue profeta itinerante (no
rable en ese profeta galileo y, desde Él, en lo humano recapitulado un escriba formado teológicamente ni un maestro de la ley de-
en Jesús, especialmente, lo humano-crucificado. 5 dicado a defender la Torá de Moisés), etc. Lamentablemente, al
Formulado abstractamente, el problema es el de la unidad y desarrollar el misterio de la encarnación, la Cristología y el Ma-
dualidad de Jesús. Y la respuesta habrá que buscarla en esta di- gisterio jerárquico, en general, pasan por alto este detalle ... que
rección: Jesús no es Dios y hombre, sino Dios en su ser hombre. no lo es tanto.
Lo divino solo se nos da en lo no-divino, pero no además o al Así pues, se trata de la Humanidad de un judío marginal al
margen o por encima de ello. En síntesis: Dios se nos da Él mis- que, seducidos, unos hombres siguieron, en Él encontraron a
mo en lo-otro-de-sí, en la crea tura que es la Humanidad de Jesús, Dios, y por eso terminaron proclamando que "así de humano
no además, por encima o al margen de ella. De aquí la importan- solo podía ser el mismo Dios". 6 Y que luego será reconocido y
cia en acercarse a contemplar y decodificar esa Humanidad, que confesado como el Cristo, Hijo y Señor, revelad or y revelación
rl'vcla cómo es Dios y cómo está llamado a ser el hombre para definitiva de Dios, del sentido de la historia y del d es tino del
ser - cristianamente- humano. hombre. Pero con un" desde dónde" bien específi co.

2. Humanidad kenótica
2. Del dogma a la teología
La presencia de lo divino en lo creado, de modo pMI i t u l.i 1·
Realizado este brevísimo recorrido que va desde la primera en la creatura humana y de modo paradigmático en la l lum,1111
prédica cristiana a la formulación dogmática, intentaremos de- dad de Jesús, se da de un modo kenótico. En efecto, la divinidad
codificar fenomenológicamente esa intuición central del calcedo- que se transparenta en la Humanidad de Jesús muestra que Dios
nense: que lo divino se nos muestra y ofrece en lo humano. estaba en Él como anonadado o negado a sí mismo. Y que, por
tanto, no es un Dios al que median el poder y la majestad que
1. Humanidad concreta interviene y reclama, sino el amor y la solidaridad que acompaña
La afirmación "Dios se hizo hombre", central para nuestra fe, y calla. La kénosis remite a esa presencia silenciosa que se vuelve
siendo verdadera puede resultar un tanto abstracta, y dejar en compañía y sostén. Es la "insoportable" discreción de Dios que
la sombra gran parte de lo que esa verdad ha revelado y sigue afirma la total autonomía de la historia; por todo ello, el aparen-
revelando. Porque la encarnación no es aséptica ni neutra: Dios te silencio de Dios no significa que Él no interviene en absoluto
se dona de un modo insuperable en la carne concreta de un hom- en el mundo, sino que solo lo hace con la llamada convocante
bre. Es verdad que la Gaudium et Spes afirma que "El Hijo de de su amor, seduciendo, para continuar la tarea de humanizar
la humanidad; en fórmula sintética: Dios hace-haciendo-que los
hombres hagamos.
4
Cf. J.I. González Faus, "Aportaciones, lagunas y tareas del modelo cris-
tológico occidental", Sal Terrae 83 (1995) 168.
5
Cf. J.I. González Faus, Fe e11 Dios y construcción de la historia (Madrid : 6
L. Boff, Jesucristo liberador. Ensayo de Cristología crítica para nuestro tiempo
Trotta, 1998), 108. (Santander: Sal Terrae, 1980), 189.

332
33 3
"U h¡11ril11 del Sr11or está sobre mí" Sorn l l;\ I ) /\1i1-; 1 "IT I N1\ 1)1 T1 OLOGÍA

En ob·os términos, es un Dios que se manifiesta a merced del En la línea de la clave q111• \ l'llimos desarrollando, podríamos
hombre, pero no porque el hombre sea más fuerte que Él, sino por- sintetizar el programa de v itl.i dl' ksus, como traducción moder-
que Él se entrega libremenle a los hombres en la carne de su Hijo. na del concepto de Reino, rnn vslt• lema de P. Casaldáliga: "Hu-
Esta entrega revela la "debilidad de Dios": Dios es de tal manera manizar la humanidad pr,wlirando la proximidad". 8
que cuando los hombres le arrebatan aquello que le es más propio y
más quiere, lo cede o lo entrega. Desde esta entrega de Dios hay que 4. Humanidad crucificada
entender la referida autonomía de la historia: ella está en nuestras El proceso de divinización de lo real, que alcanza su punto de
manos, y nuestras manos están sostenidas por las de Dios. máxima epifanía con la enea rnación, se ve también signado por
la realidad de la cruz. La encarnación es un concepto en tensión
3. Humanidad reinocéntrica
y dinámico: incluye en sí misma la kénosis y apunta intrínse-
Con este adjetivo queremos significar -usando un término camente a la resurrección, pero pasando por la negatividad de
querido por el Papa Francisco- que Jesús no fue auto-referen- la cruz. Esta tensión dialéctica avisa contra las teorías encarna-
cial. El sentido de su vida -y su muerte- se definen desde dos cionistas que postulan la divinización del hombre (y la realidad
grandes palabras: Abbá y Reino, que no solo forman parte de las toda) por el "solo contacto" de Dios con el género humano en el
ipsissima verba et gesta Iesu, sino, sobre todo, de la ipsissima inten- hombre Jesús, y que, al no tomar suficientemente en cuenta la
tio Iesu. El centro de su prédica no es Él mismo, ni siquiera Dios cruz en la historia, convierten la salvación en algo mecánico que
en abstracto, sino el Dios del Reino y el Reino de Dios, ambos sin no puede explicar la incontrastable verdad de una realidad heri-
confusión pero sin separación, y en mutua exégesis. Por tanto, da, todavía por cambiar. Proceso que solo se consumará cuando
lo que sea el Reino dependerá de lo que sea Dios y, a la inversa, Dios sea omnia in onmibus.
la comprensión de Dios dependerá de lo que sea concretamen-
De hecho, esa vida de Jesús consagrada a humanizar la hu-
te el Reino que su Hijo inaugura. Desde aquí se fundamenta la
manidad estuvo ciertamente signada por la cruz; no solo en su
necesaria crítica hacia toda forma de humanismo que pretenda
muerte, sino también a lo largo de su vida, como consecuencia de
instaurar un Reino olvidando su último fundamento y condición
su opción por cómo llevar adelante la prédica e implantación del
de posibilidad que es la Paternidad de Dios, y hacia toda iglesia,
Reino, en medio de una realidad empecatada. Conviene recordar
toda teología, toda fe, toda liturgia, que intente predicar y cele-
que Jesús sufrió y murió luchando contra las causas objetivas
brar un Dios sin Reino.
que generaban (y todavía generan) el sufrimiento y la muerte.
Lo más importante para Jesús, lo último (determinante) es, La suya no fue ninguna fatalidad ni fue vivida en la resignación;
pues, el Reino como promesa de Dios para la humanidad (su- fue provocada y ejecutada con violencia, resultado de una pra-
friente); del Dios que escucha al pobre y quiere implantar la jus- xis cuestionadora de los fundamentos de la sociedad y religión
ticia en la historia. Por eso, desde la teología latinoamericana se judaica. Desde entonces, la muerte en cruz del Hijo de Dios debe
liendt' <1 subr,1ycH la función altamente crítica que la utopía del capacitarnos para asumir la experiencia de la historia como (po-
Rt'ino lil'IH' rl's¡wclo del mundo actual; en frase de J. Sobrino, "lo sible) fracaso. Porque, aunque la humanidad está redimida y
ultimo l n11H1 l risis de todo lo que no es último" 7 y que, como aci-
t'< ll1 • l",l ,1lnlngicn, empuja a una praxis liberadora e inclusiva ...
,llltllllll ' " •,1 •,1 '.db,1do" (d. JnS,17).
8
"Humanizar la humanidad practicando la proximidad". Comunicación
de Pedro Casaldáliga en la recepción del Premi Internacional de Catalunya 2006,
acceso el 6 de julio de 2018:
<_ 1, 1, f,,¡ ,¡,, 1, 11, /1 •~11cristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de N11 http:/ /servi cios koinonia.org/ Casaldaliga/ textos/ textos/PremilntCatDis-
'll '!' I (M111lild I rnlld, 1993), 144-145. cursCasl. pd f

1)11 ¡ l'>
•~1 ){ li ili\11 1\Htll NT IN/1 1)1 °l l l)l lH,I-\
"fi l /:S¡ií, i111 rlrl ",r,/or está sobre mí"

apunta hacia la ul()¡,1,1 , I;, (111:1. dv Jesús revela que es esa misma en la hislori.1 1 dv 1111 11H1d() parlicular, en .los sufrirnlL~s.'1 El lexlo
humanidad, con su v1H111111· 1'i1p;icidad falsificadora, la que mata obligado de referencia es Ml 25,31-46, especialrncnle en los vv.
40 y 45 ("a mí me lo hicieron"/ "a mí no me lo hicieron") donde
a los profetas. Jesús se identifica, de un modo más que sacramental -" a mí" -
5. Humanidad espcr.rnz,l(la con el sediento, el enfermo, el preso, el hambriento, etc. Este mo-
mento revelatorio apunta a subrayar la inmanencia de Dios en el
Lo histórico de la l lum,111idc1d de Jesús -encarnación, vida dolor humano, ante el cual lo único que cabe hacer es tratar de
y muerte- se abre a lo nwl.1 hislórico con su resurrección, fun- eliminarlo: es el hombre quien debe alcanzar el vaso de agua. Por
damento último de nueslrd fe y esperanza. Esta irrupción de la eso, en adelante, ya no es Dios el llamado a evitar el sufrimiento
dimensión escatológica en la hisloria arroja una luz que permite del hombre, sino que el hombre es el llamado a evitar el dolor de
releer toda la historia del Nazareno, atravesando el velo de os- Dios en la historia, que sigue -de alguna manera- sufriendo en
curidad que supuso la cruz, y proyecta una luz que ilumina el y con el sufriente. 10
futuro hacia el cual marcha la historia con el Resucitado como Creemos que esta identificación debería hacer repensar a la
Primogénito. Podemos decir que, en una mirada retrospectiva, teología los distintos modos de presencia de Dios en lo otro-de-
la resurrección funge -por un parte- como confirmación de la sí, y jerarquizar (cf. UR 11) nuestras "devociones": en la natura-
identidad y misión del Jesús terreno y -por la otra- como desau- leza, en el Jesús histórico y en el Cristo glorificado, en la Eucaris-
torización de sus verdugos y de todos los victimarios de la his- tía, en todo hombre, y de modo eminente, en el pobre/ sufriente.
toria. Y en una consideración prospectiva, por esa resurrección Porque la sentida piedad eucarística por la llamada "presencia
que fecunda la historia, Dios se revela como futuro del hombre, real" parece no tener mucho que ver con nuestra convicción de
eliminando la ambigüedad de la vida de Jesús con la entrada de esa misma presencia, también sacramental, de lo deiforme en lo
la dimensión definitiva en la historia humana y convirtiendo la deforme. Sin esta necesaria relación, el sacramento puede des-
utopía en ley para la historia. virtuarse en magia11 y la lucha por la justicia en una cuestión
En virtud de la Resurrección, esa Humanidad es glorificada meramente "política".
y se nos revela como victoriosa sobre el mal y la muerte. Vivir
7. Humanidad sacramentalmente prolongada
la liberación de la muerte significa no permitir ya que ella sea
la última palabra de la historia ni que determine todos nuestros La Humanidad histórica de Jesús origina y fundamenta
actos y actitudes por el miedo a morir. La resurrección ha demos- germinalmente con sus geslos y palabras la iglesia, y como
trado que vivir -y morir- por la verdad y la justicia no es algo
sin sentido. Esto modula el creer en un modo que pide discernir
lo último (el triunfo de la Víctima) de lo penúltimo (el triunfo de 9
Cf. la antología de textos de la tr,1diciún l'n : J.l. González Faus, Vicarios de
los victimarios), porque algunas veces vislumbraremos aquello, Cristo: los pobres en la teologín y l'II lo ,•~¡111it110 /iilnrl cristiana. Antología comen-
pero otras, quizás las más, solo veremos y tocaremos esto. Con- tada (Barcelona: Cristianisrne i jui,li1 i.i , ?00/1).
10
secuentemente, la fe se ve invitada a asumir, desde la esperanza, Sin duda, el tema del sufrimi1•11l1> 1•11 l)ios es sumamente complicado,
discutido y discutible. Una brl'VI' 1111 •'>1' >>1.H i(rn del stntus quaestionis, con bi-
la paciencia de la historia, y a obrar, desde la caridad, para bajar
bliografía fundamental, puedv v.1•1w 1•11 JU\ )ohnson, La búsqueda del Dios
de la cruz a los crucificados. vivo. Trazar las fronteras de /11 ft •c>lo:,: 111 ,!,· I >10, (S.inlander: Sal Terrae, 2008),
74-98 ["El Dios crucificado dv l.i 11111q1.i•.i1111" 1, y ,interiormente, E.A John-
6. Humanidad vicariamente representada son, La Cristología, hoy, 133- 14 (1 l" I >111•, ~ l,11 >11/'\ .
11
Esa presencia de lo divino en la Humanidad de Jesús -Huma- Cf. Andrés Torres Queirug.i , " I 11•, -..i.- 1o1111,•11lni,: <1contecimiento real vs.
simbolismo vacío o magia Ol 11lti1 ' Ci1110/111111 \, 11 (2012): 37-50.
nidad crucificada y ahora glorificada- se prolonga vicariamente
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336
"// h¡ii, i111 ti,•/ .._,·1/m n/11 \O/ne mí" Snrn 11 .~11 /\1<1, 1 NT INA 1>1 : ·11111 111 i1A

Humanidad gloril1t .1d,1 l,1 .. ostivm' y guía con su presencia <1 8. Hum.rnid.u.l pncumatizada
través del Esp1rilu (S,1gr,1d.i Escritura, sacramentos, ministe "Lnst b11/ 110/ lc11sl", esa Humanidad de Jesús de Nazaret que
ríos ... ). Esa Humanid<,d, ronsuslancial a nosotros -como defi venimos describiendo es una Humanidad plenamente habitada
ne Calcedonia-, explica la consustancialidad de la iglesia con por el Espíritu Santo. 12 Y esto es un dato existencial primerísi-
el mundo; por eso conviene hablar de la "iglesia en el mundo" mo: Jesús era un hombre "lleno del Espíritu Santo" (Le 4,1). En
y no simplemente de las relaciones "iglesia y mundo". Eslo ese sentido, hay que subrayar que toda la historia de ese judío
significa presentarse como hermana y servidora, des-centrada marginal anteriormente puntualizada (encarnación, prédica del
y colaboradora en la construcción de un mundo más humano . Reino, muerte) así como su meta-historia (resurrección), están
La iglesia existe para servir y hacer sacramentalmente visible sostenidas, alentadas y posibilitadas por la presencia del Espíritu
el Reino de Dios que dio sentido a la vida y la muerte de Jesús. de Dios en Él; un Espíritu que lo precede y lo excede, pero que al-
Y así como Jesús fue tentado en el modo de llevar adelan- canza en Él su más plena inhabitación histórica dada su máxima
te su misión mesiánica de presencializar el Reino, también lo apertura al misterio de lo divino. Y porque lo precede y excede,
supera también las (inevitables) limitaciones de la encarnación y
será la iglesia. La primera gran tentación es la de manipular
de la kénosis de Dios en Jesús-Cristo, aunque no elimina nunca
a Dios en provecho propio: Jesús fue tentado de usar el po-
la referencia a esa historia concreta, pues el Espíritu -derramado
der de Dios para su propio beneficio, convirtiendo las piedras
por esa Humanidad ahora glorificada- recuerda, remite y actua-
en pan y abandonando así su solidaridad con la condición d e liza -recreando- el acontecimiento Jesucristo, mientras guía la
todos los seres humanos. La versión eclesiástica de esa tenta- historia hacia la plenitud de la verdad, en el lento proceso de im-
ción se puede llamar "eclesiocentrismo": en lugar de ser sa- pregnación de la carne por ese Espíritu, hasta que todo sea tod o
cramento del Reino, la iglesia se erige como fin en sí misma, en Dios (cf. 1 Cor 15,28). 13 En el mientras tanto de la hislorin , Sl'
confundiendo los verdaderos fines con sus propios intereses. nos recuerda la proclama programática de Jesú s en la si11,1gog,1
La otra gran tentación es la del uso del poder como medio hemos sido ungidos, como Él, y por el mismo Es p,ritu , " p,11,1
evangelizador. Jesús no fue tentado solo de usar el poder d e anunciar buenas nuevas a los pobres" (Le 4, 18- 19; cf. Is h 1, 1-2).
Dios en provecho de su propia necesidad, o de abusar de la
fuerza de Dios para conseguir una señal del cielo que privile-
giara su misión, sino también de usar el poder humano como
medio de expansión del Reinado de Dios. Así la iglesia, al ver
que no dispone de signos del cielo, se verá tentada de usar el
poder como medio de evangelización, olvidando que el poder 12
Esta afirmación abre luego a la compleja y multifacética cuestión de cómo
mundano podrá quizás extender la institución, pero no nece- se relacionan Cristología y Pneumatología. Evidentemente, dentro de este
sariamente el Evangelio. breve espacio, solo podemos señalar la importancia de dicha articulación
en lo que interesa a la perspectiva que venimos describiendo. Para una
En una sociedad cada vez más secularizada y cansada de panorámica actual del tema puede verse V. Gaspar, Cristología pneumatolo-
gruesas palabras y grandes instituciones, escandalizada por tan- gica in alcuni autori postconciliari (1965-1995) . Status quaestionis e prosptettive
tos anti-testimonios, la iglesia solo será signo de credibilidad (Roma, P.U.G., 2000) [con bibliografía en 407-426].
13
(signo del Signo) en tanto y en cuanto sea humilde oferta de una En este devenir habrá que mantener firmes ambos polos ("las dos ma-
nos del Padre") sin hipotecar uno en aras del otro: la revelación del Dios
praxis de misericordia que prolongue sacramentalmente la Hu-
hecho carne y la del Dios Espíritu. Esto no implica afirmar la existencia de
manidad de Aquel que repetía con el profeta "Misericordia quie- dos economías de la revelación-salvación distintas ni paralelas, antes bien,
ro y no sacrificios" (Mt 9,13; cf. Os 6,6), afirmación que encierra reafirmar la densidad teologal de ambos momentos en la historia de la re-
todo un renovador programa de vida eclesial. lación entre Dios y la creación, que actúan" sin confusión y sin separación".

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"l:I l :s11i1í111 ,le/ ',1·1/111 nta w1/Jre mi" 111 11 it/\it ¡\¡¡ 1,1 N I IN~ 111 J 1111111,I A

Conclusión existenci,1 n111li11g1 •11l1• y ron su resurrecrion-glorificari(rn entró


a formar p<Hll' dl' l.i vida plena de Dios. Ahora, lo divino sigue
La Cristología fund,11111·11!.il li11..,rt1 1T1ostrar la credibilidad de presente en lt1 historia corno Espíritu, pero nos sigue repitiendo
Jesucristo como revel,1dur y l'l'Vl'l,1ción plena del Dios Amor. -en mil formas declinada- la misma verdad que dio sentido a la
Dentro de la circumincesion lwrnll'neulica que se establece entre vida y a la muerte del Hijo: que Dios es Amor incondicional, en
las tres grandes realidades Ll'ologalcs: Dios-Jesucristo-hombre, acto puro. Verdad que, en su camino revelador, Jesús transpa-
nuestro punto de partida ha sido la llumanidad concreta de Je- rentó poniéndola en práctica. Por eso, la intuición del calcedo-
sús de Nazaret; en ella -no más allá, ni sobre- se ha desvelado nense que nos ha guiado en estas reflexiones, solo se entiende
de un modo insuperable el Misterio de Dios. Pero para poder ortodoxamente desde la ortopraxis de ese judío marginal: practi-
aceptar esta escandalosa novedad hay que dejar de lado todos car la justicia y la misericordia. Es esa praxis la que desentraña el
los a prioris con los que -ayer y hoy- nos acercamos a (pre)juzgar contenido de todas las afirmaciones posibles sobre la trascenden-
quién y cómo es Dios, qué significa lo divino y qué lo humano; cia y divinidad de Jesús, que de otra manera sonarían como f!atus
porque eso divino se da en lo humano no solo como presencia vocis: Jesús es la respuesta definitiva de Dios a la pregunta que
(encarnación), sino también como dolorosa ausencia (cruz) que es el hombre, y que el Espíritu sigue repitiendo desde distintos
remite a una latencia (resurrección) que "pide ayuda" para vol- rostros y lugares. Respuesta que se pronuncia en voz baja (kéno-
verse patencia. sis) y solo se escucha bien acercando nuestro corazón al corazón
La recuperación de esa Humanidad concreta vino de la mano del que sufre. Y que luego se decodifica luchando por evitar el
de la vuelta al Jesús histórico propiciado por la Cristología, es- dolor del mundo, que es dolor de Dios en Cristo, convocados, en
pecialmente en el siglo pasado. Pero era, y es, todavía, un Jesús el tiempo del "todavía no", a "humanizar la humanidad practi-
"con poco Espíritu". Esta ausencia puede llevarnos a quedar es- cando la proximidad".
cleróticamente anclados en un mero acontecimiento del pasado, Michael M ooR1
absolutizando lo que es relativo y relativizando lo -poco- que Universidad Católica de Có rdoba (jl s uit ,1s) 1

se revela como absoluto en ese pedazo de historia. El Espíritu,


en cambio, "sopla donde quiere( ... ) no sabes de dónde viene ni
adónde va" (Jn 3,8). "Pero, llenos de pánico ante las consecuen-
cias imprevisibles de esta convicción, intentamos legalizar, pla-
nificar, señalizar la acción del Espíritu. Lo llamamos «creador» y
resulta que lo mandamos de pensionista a que resida en la iglesia
católica. Creemos que es «libre» y resulta que fijamos límites a su
iniciativa" .14
Quienes confesamos que, en un momento determinado de la
historia -que incluye su pre-historia y necesita su post-historia
desveladora-, el Misterio de lo divino alcanzó su máxima epifa-
nía y donación en la carne de Jesús, proclamado como el Cristo,
debemos recordar inmediatamente que ese Hombre, luego de su

14
C. DuQuoc, Dios diferente. E11snyo sobre la simbólica trinitaria (Salamanca:
Sígueme, 1978), 117.

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