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EN EL CAMINO DE EMAÚS:
ESPERANZA QUE FECUNDA LA HISTORIA
XXXVª Semana Argentina de Teología
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Sociedad Argentina de Teología
En el camino de Emaús : Esperanza que fecunda la historia - la ed. -
Buenos Aires: Agape Libros, 2017.
506 p. ; 22x15 cm.
ISBN 978-987-640-485-3 ,
l. Cristianismo. 2. Teología. I. Título.
CDD230
lndice
l. CONFERENCIAS Y REACCIONES
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Por eso necesitan de la mediación de un otro, que en el re- apuntar hacia la experiencia temporal para reactivarla (porque
lato es el Otro con mayúsculas y se presenta, en primer lugar se ofrecen recursos para volver a comprenderse con futuro) o
como el que cuida y el que consuela (P. Mena). Discretamente para reconciliarla (pues aquí el consuelo acompaña a quien ya
-con la discreción propia de nuestro Dios-, se acerca, e incor- no tiene tiempo y busca la reconciliación con la finitud que nos
porándose a su camino y ritmo de caminar, realiza el primer es propia y constitutiva) ... y, con ello, devolver al doliente su
gran acto: escuchar al desconsolado en su desconsuelo. Solo aperturidad hacia el futuro ... como también el libre tránsito
en un segundo momento, pronuncia la palabra que ilumina hacia su pasado sin absolutizarlo en un presente asediante".
sus tinieblas. Y entonces los caminantes decepcionados abren O en palabras de Foessel: "Se consuela para darle los medios
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su corazón: nosotros esperábamos que ... He ahí la razón
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-al afligido- para mirar de otro modo eso que le aflige, de tal
profunda de su decepción: sus expectativas (mesiánicas) ha- manera que la desolación del presente no sature el campo de
bían paralizado su esperanza. En efecto, esas expectativas de los posibles".
liberación de los discípulos, por una parte, se reducían a un Ofrecida esa hermenéutica de la historia que aparece como
mesianismo político y, por la otra, a una salvación que no in- iluminación y consuelo, Jesús hace ademán de seguir adelante:
cluía la posibilidad del fracaso. Fue, quizá, la primera gran gesto que, nuevamente, remite a la exquisita discreción de la
cuestión que debió afrontar la primitiva comunidad cristiana, gracia que acompaña pero no invade, que ilumina pero no en-
a la luz de lo acaecido: cómo conjugar mesianismo y cruz. Ya candila, que sostiene pero no sustituye, que aclara pero no atur-
para la iglesia primitiva supuso un arduo camino a nivel re- de. Los discípulos, que ya intuyen espacios de esperanza -" ¿no
flexivo y existencial el pasar de percibir la cruz como escánda- ardía nuestro corazón ... ?" se preguntarán, recordando- invitan
lo a pensarla como salvación.
al compañero de camino a detenerse con ellos, a ingresar y per-
Jesús se acerca entonces, con la presencia y la palabra que manecer: es el momento de la hospitalidad como espacio de la/
consuela: el consuelo que -como señala P. Mena- es un modo para la esperanza.
singular de asumir el cuidado del otro y de afrontar el su- El forastero, entonces, se convierte en huésped de los discípu-
frimiento del sufrimiento que abate al hombre herido. Jesús no los. En el umbral -como apunta C. Avenatti- se da el encuentro
sólo se pone al lado del otro sino en el lugar del otro, como entre esos dos mundos, en un movimiento de recepción y dona-
aquel que puede experienciar su dolor sin ser él mismo quien ción, en vaciamiento y respeto por la alteridad. Los discípulos
lo sufre de modo directo. Aquí cabría acotar que también Je- ofrecen su espacio y Jesús sigue ofreciendo su consuelo, esta vez
sús tuvo que aprender a ser Hijo y Mesías. En efecto, Jesús en el gesto que resume su entrega. Habiendo comenzado a salir
posee su filiación como una condición que tiene que llegar a de su lugar de dolor, los discípulos son capaces de abrirse a la
sí misma en una historia que es la historia humana de Jesús. Y sorpresa, a lo inesperado, a lo que excede, y recibir a Aquel que
este devenir se consuma a través de una historia de obedien- se le entrega en el éxtasis total, hecho mínimo en el pan partido y
cia, donde Jesús aprende a ser Hijo ... no sin sufrimientos ni repartido. Si la reciprocidad y la asimetría son los dos pilares en
dudas (cf. Hb 5,7-8).
que se funda la hospitalidad -como recuerda C. Avenatti-en la
Por eso pregunta en primer lugar qué les sucede, qué dolor mesa de Emaús lo primero se concretiza en que anfitrión y hués-
los convoca; entra en su herida para, experimentándola, com- ped se acogen y cuidan mutuamente; mientras que la asimetría
prenderla, y luego sale para darle otra mirada: intenta resituar se manifiesta, primeramente, en que el donante que se entrega
y reinterpretar esa tristeza para que nos los ahogue en un aba- en lo donado -el pan- excede por mucho la capacidad de recep-
timiento definitivo, y les permita también a ellos salir y regre- ción de los comensales; y, en segundo lugar, en lo inesperado,
sar. En efecto, nos recuerda P. Mena que si el consuelo busca
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sorpresivo, excesivo, que produce: la promesa de ser en libertad,
ofrecer cierto alivio al hombre doliente, no acontece aquello sin en la medida que sean capaces de incorporar, como ya lo hizo su
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Huésped, la dialéctica de cruz y resurrección como modo de ser m ás profunda -ellos son más que su pecado y su herida- e
y estar en el mundo. invitados a participar de la promesa del resucitado, en cuanto
acontecimiento que abre el futuro, porque refuerza la prome-
Consolados y reorientados por el gran Huésped que ha hos-
sa al confirmarla (Ricoeur). Y dado que toda promesa me vin-
pedado sus historias irredentas, los discípulos deben volver a
cula a los otros y me obliga en el futuro, los discípulos deben
su comunidad porque, en definitiva, somos consolados para
regresar a su comunidad para compartir lo experimentado y
consolar, somos hospedados para hospedar, somos liberados
para liberar. Más específicamente, como recuerda E. Casarot- practicar su libertad-liberada-para-liberar.
ti, con Ricoeur, desde una "libertad según la esperanza" que, Concluyendo. Jesús es la respuesta de Dios a la pregunta que
fundamentada en el kerygma de la resurrección, se despliega es el hombre, pero que se pronuncia en "voz baja" (kénosis) y sólo
entre el "a pesar de" y el "mucho más". "A pesar de" tantos se escucha bien acercando nuestro corazón al corazón del que
signos de muerte y que hacen de esa libertad una fuerza capaz sufre. Y que luego se "decodifica" luchando por evitar el dolor
de descifrar los signos de la resurrección bajo la apariencia del mundo que es dolor de Dios en Cristo. El "a mí me lo hicie-
contraria de la muerte. Y "mucho más" porque el desafío de ron" (Mt 25,40) testimonia de modo ineluctable la identificación
la muerte es el reverso de un impulso vital que sostiene la de Cristo con el pobre y su dolor y, por tanto, la prolongación
libertad. Siguiendo con Ricoeur: ser libre es sentirse y saberse vicaria de su Humanidad en la humanidad sufriente. Dios está
perteneciente a esta economía donde el "a pesar de" que nos presente no como aquel que evita el dolor del mundo, sino como
tiene preparados para confrontar la muerte, la herida, el fra- aquel que libremente lo soporta; y entonces es el hombre quien
caso, es solo la sombra de este "mucho más", por el cual la li- está llamado a evitar el sufrimiento de Dios en la historia, en-
bertad siente y consiente con la aspiración de toda la creación carnado ahora en el que necesita ser consolado, el que necesita
a su liberación. ser hospedado, el que necesita ser liberado. "Porque Dios hospe-
De hecho, comenzamos el camino de nuestra libertad cuan- da nuestras heridas transfigurándolas es que nosotros podemos
do nos apropiamos de las experiencias más dolorosas -avisa hospedarnos a nosotros mismos y al otro como un hermano",
E. Casarotti-: así, los discípulos de Emaús vuelven, caminan- dice bellamente C. Avenatti. Podemos y debemos, agregaría yo,
do "más ligero", cuando han sido capaces de asumir -gracias porque, como recuerda P. Mena: "ser un existente es tener que
a la mediación hermenéutica de otro- que la negatividad, el asumir la tarea de ocuparse de sí y de lo otro que sí", especial-
fracaso y la cruz son momentos "impostergables" (por inevi- mente de lo otro vulnerado, agrego.
tables) del proceso que es la resurrección/liberación. En este Desde estos gestos samaritanos -consolar, hospedar, liberar-,
proceso, reaparece una de las primeras y constantes preocu- se puede comprender la grandeza y la modestia a la vez del pro-
paciones de Ricoeur: explorar las mediaciones que permiten yecto cristiano de la anticipación, como categoría desde la que se
pensar la restauración de una libertad esclava. En la dialéc- puede pensar la historia frente al prometeísmo de la modernidad
tica antropológica de perdón-promesa propuesta por el filó- y frente al cinismo de la posmodernidad.
sofo francés, el perdón tiene el poder de desligar al agente de
su acto malo, mientras que la promesa, que vinculándolo a lo En las primeras páginas de la revelación (escrita) se nos
más profundo de sí mismo (su disposición al bien, su afirmación refiere la gran pregunta que Dios lanzó al hombre en la per-
originaria), lo libera. Los discípulos de Emaús son perdonados sona de Caín:" ¿Dónde está tu hermano?" (Gn 4,9). Y sobre el
de su andar triste y de su ceguera para reconocer su responsa- final, en el texto citado de Mateo, que nos ubica en el momen-
bilidad en la muerte del Mesías -y no sólo, como aducen ellos, to cumbre de la historia, se nos muestra que Dios no ha cam-
de "los sumos sacerdotes y los ancianos"-; son desligados de biado de pregunta: "¿Qué hiciste con tu hermano?" Quizás
su pasado de seguidores errantes y son ligados a su verdad toda la revelación que media entre una y otra no haya sido
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En el camino de Emaús: Esperanza quefecu11da la historia
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P. CASALDÁLIGA, Sonetos neob{blicos, precisamente, Buenos Aires, Claretia-
na, 1996, 10-11.
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