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por

Marshall Sahlins
Título del original inglés:
Js/a,uls o.f History .
© byThe University of Chicago, Ch1cago. 1985

Traducción: Beatriz López

Revisión técnica: lic. Carlos Reynoso


INDICE

Diseíín de cubierta: Marc Valls

lNIRODUCCIÓN ...................... ························ ·········· .. ... .. ..... .......... ....... .. .. . 9

Tercera edición, junio de 1997, Barcelona l. SUPLEMENTO AL VIAJE DE CooKLe Calcul sauvage .................... 21

I. Venus observada: la historia.................................................. 21


II. Venus de nuevo observada: la etnografía del amor............... 28
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano ID. Estructuras perfonnativas ...................................................... 42

© bv Editorial Gedisa, S.A. 2. Omos TlEMPos, ÜlRAS COSTUMBRES: La antropolog(a


Muntaner, 460, entlo., l.' de la historia .. .................................................. ....... ..... ....... ........ 47
Tel. 2016000 La historia heroica........................................................................... 49
08006 - Barcelona, España Mito-praxis .... .. ............................... ........ ............ ............ ......... ........ 64
Una antrop0logía histórica, estructural........................................... 78

3. EL REY ExlRANJERO o DUMÉZIL EN1RE Los Fm:ANos ................. 80


ISBN: 84-7432-288-X
Depósito legal: B-26.148/1997 4. EL CAPITÁN JAMES COOK o EL DIOS MORIBUNDO........................ 105

I. "Una cadena de sucesos que no podía preverse ni


Impreso en Limpergraf
evitarse" ............................................................................ 105 '
c/ del Río, J7, Ripollel - Barcelona II. Nana i ke Kumu: Mira a la fuente ......................................... 109
ID. La historia o la mito-praxis.................................................... 118

5. Es1RUCTURA E HISTORIA................................................................ 129


Impreso en España
Printed in Spain ~. Fenomenología de la vida simbólica............................................... 134

BIBUOGRAHA ........................................................................................... 145


Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de i~-
presión, en forma idéntica. extractada o modificada, en castellano o cual- ll'.'DICE TEMÁTICO ..................................................................................... 157
quier otro idioma.
Introducción
La historia es ordenada por la cultura, de diferentes maneras en diferentes
sociedades, de acuerdo con esquemas significativos de las cosas. Lo contrario
también es cierto: los esquemas culturales son ordenados por la historia, pues-
to que en mayor o menor grndo los significados se revalorizan a medida que
van realizándose en la práctica. La síntesis de estos contrarios se desarrolla en
la actividad creativa de los sujetos históricos, los individuos en cuestión.
Pues, por una parte, la gente organiza sus proyectos y da significación a sus
objetos a partir de los conocimientos existentes sobre el orden cultural. En esa
medida, la cultura se reproduce históricamente en la acción. Más adelante cito
la observación de Clifford Geertz según la cual el acontecimiento es una actua-
lización única de un fenómeno general, una realización contingente del modelo
cultural; observación que puede ser una buena caracterización de la historia
tout court. Por otra parte, entonces, como las circunstancias contingentes de
la acción no tienen por qué coincidir con la significación que algún grupo po-
dría asignarles, los individuos reexaminan creativamente sus sistemas conven-
cionales. Y en esa medida, la cultura se ve históricamente alterada en la ac-
ción. Podemos hablar incluso de "transformación estructural", puesto que la al-
teración de algunos significados modifica las relaciones posicionales entre las
categorías culturales, produciendo por consiguiente un "cambio del sistema".
Las expuestas son las ideas generales de los ensayos que integran este li-
bro. Pueden sintetizarse en la afümación siguiente: lo que los antropólogos
llaman "estructura" -las relaciones simbólicas del orden cultural- es un ob-
jeto histórico.
En esa afirmación se deja de lado explícitamente la oposición teórica,
siempre presente en las ciencias humanas, entre "estructura" e "historia". He
visto que los teóricos del "sistema mundial", por ejemplo, postulan que como
las sociedades marginales habitualmente estudiadas por los antropólogos están
abiertas a un cambio radical, impuesto desde afuera por la expansión capitalis-
ta occidental, no puede sostenerse el supuesto de que esas sociedades funcionan
según una lógica cultural autónoma. En esto hay una confusión entre lo que
es un sistema abierto y lo que es la falta de sistema. Y nos deja sin poder ex-
plicar la diversidad de las reacciones locales ante el sistema mundial, insistien-
do, además, en su efecto. La propia teoría del sistema mundial prevé la conser-
vación de culturas-satélite, como medios dentro del orden europeo dominante.
Pero si es así, desde el punto de vista del llamado pueblo dominado, la riqueza
europea está ligada a la reproducción e incluso a la transformación creativa de
su propio orden cultural.

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con la naturaleza en el transcurso del cual, voluntaria o involuntariamente
Menciono esto porque mi libro trata en gran medida de encucnLros leja- -parafraseo a Marc Bloch- los viejos nombres que están todavía en los la-
nos de incidentes del sistema mundial registrados en los Mares_ del Sur. A ve- bios de todos adquieren connotaciones que se encuentran leJos de su significa-
ces parecerá que Ja autonomía de la cultura _in~ígcna se p~ueba u ni ca mente P_?_r do original. Este es uno de los procesos históricos que denominaré "la re valora-
los enigmas de la reacción histórica. Cons1derese, por eJemplo, la rcs1stenc"! ción funcional de las categorías". '
mít.ico-práct.ica del héroe maorí, Ho~e Heke. En 1845, Hone Hek~ dcsp_lego Hay aquí otro proceso semejante, que depende de lo que Hilary Putman
IrOP
as para asaltar -e involuntanarnente arrollar- el asen_tam1cnto c?lo- (1975) llama "la división del trabajo lingüístico". Esto 1rae de nuevo a cola-
sus
·al · · , · d.111erswnts
rtante de Nueva Zelandia, como tac/lea · 1a.• es decir , ,·1 ción ciertas diferencias entre sentido y referencia, entre la intensión y la exten-
m mas 1mpo , d · · ¡¡ · ,
f1 d realizar Ja hazaña que Heke consideró siempre mas ec1s~va, que evo ,1 sión del signo. El sentido de un signo (el concepto de "valor" en Saussure) es
c :boeen cuatro oportunidades diferentes, y que consis_tía en ~~rnbar dete,'.1m~a- determinado por sus relaciones contrastivas con otros signos del sistema. Por
do mástil que los ingleses habían erigido sobre la cmdad. Luc~cmos , d1JO, consiguiente, es completo y sistemático sólo en la sociedad (o comunidad de
"sólo por el mástil". Puesto que será necesano, ~ara poder ~cc~1f1cru: 1~ preo~ hablantes) como conjunto. Todo uso reaJ del signo de referencia por detennina-
cupación de Heke por el mástil, remontarse al ongcn del universo, deJ.ire ~tras da persona o grupo implica sólo una parte, una pequeña fracción, del sernido
detalles de la historia para el Capítulo 2. Empero, esos detalles rc~p_aldaran la colectivo. Al margen de las influencias del contexto, esta división del traba;o
posición que asumo aquí: las cuestiones ~istóricas no son tan exoucas como significativo es, en términos generales, una función de las diferencias de expe-
podrían sugerirlo incidentes como el menc!onad?- . riencias sociales e intereses existentes entre los individuos. Lo que para mí es
El mismo tipo de cambio cultural, inducido desde el exten~r pero con un "pájaro (de alguna especie) que revolotea", es un "gavilán enfermo" para us-
una orquestación autóctona, se ha venid? produci~n~~ durante m1lemos. No ted (un ornitólogo) y, tal vez, un "pobre pajarito" para otros (miembros de la
simplemente porque las denominadas sociedades pnm1t_1vas no han cstado_nun- Sociedad Protectora de Animales; Stern, 1968). El capitán Cook les parece un
ca tan aisladas como Je placía suponer a una '.1111ropo~o~1a temprana, obsesiona- dios ancestral a los sacerdotes hawaianos, un guerrero divino, más bien, a los
da por una preocupación evolucionista hacia lo pnsuno (vease ~olf, 1982). jefes y, evidentemente, cuaJquier otra cosa a los hombres y mujeres corrientes
Los elementos dinámicos en juego --en~e ~llos, _el enfrentamiento ~on un (Capítulo 4 ). Al actuar desde perspectivas diferentes, y con diferentes poderes
mundo externo que experimenta sus propias 1~ten~10nes estrechas~ siempre sociales para objetivar sus respectivas interpretaciones, los individuos lleg;rn a
están presentes en Ja experiencia humana. La h1stona se haced~ la m1sm_~ ma- diferentes conclusiones y las sociedades elaboran consensos diferentes. La co-
nera general, tanto en el seno de una sociedad dada como en la mterrelac1on de municación social constituye tanto un riesgo empírico como una referencia al
distintas sociedades. mundo.
La cuestión más importante, según yo la veo en estos ensa~os, es la Los efectos de esos riesgos pueden ser innovaciones radicales. Pues. en
existencia dual y la interacción del orden cultural instituido -~n la soc1~dad Y el definitiva, en los encuentros contradictorios entre personas y cosas. los signos
vivido por los individuos: la estructura según la conv~n~10n Y segun la a~- son susceptibles de ser reclamados por los poderes originales de su creación: la
ción, como potencia y como acto. En su~ proyectos P:~ct1cos Y en su organ1~ conciencia simbólica humana. Ahora, nada es tabú, por principio intelectual,
zación social, estructurados por los sigmficados admitidos de las persona: _) ni siquiera el concepto de "tabú", como nos enseña la historia hawaiana ten
las cosas, los individuos someten estas categorías culturales a rn:s~os empm- los capítulos 1 y 5). La metáfora, la analogía, la abstrncción, la especializa-
cos. En la medida en que lo simbólico es de este modo, lo ~ra~'.°atlco, el siste- ción: todos los tipos de improvisaciones semánticas son inherentes a la anu:1-
ma es una síntesis en el tiempo de la reproducción y la vanac1on. . .. lización cotidiana de la cultura, con la posibilidad de hacerse generales o unfoi-
Si bien la cultura es, como afirman los antropólog~s, un orden significa- mes por su aceptación sociológica en el orden vigeme. Los significados son fi-
tivo en la acción los significados siempre corren un nesgo. Lo corren, ~or naJmente sometidos a riesgos subjetivos, en la medida en qL1e los individuos,
eje~plo, con respecto a las cosas (es decir, en extensión). Las cosas ~o solo al ser capacitados socialmente, dejan de ser los esclavos ele sus conceptos v se
tienen su propia raison d'étre; al margen de lo q~e la gente ?aga de ellas, son convierten en los amos. "'El problema es -dijo Alicia- detenninar si puedes
inevitablemente desproporcionadas frente al sentido de l?s s1~os por los cua- hacer que las paJabras signifiquen tantas cosas diferentes'. ·Et problema es --di-
les son aprehendidas. Las cosas son contextual~ente ~as particulares que los jo Humpty Dumpty- determinar en qué consiste ser amo: eso es tcxlo'."*
signos y potencialmente más gener~les. Son mas particulares por cuanto los Ahora bien, como en otro famoso diálogo sobre las relaciones entre
signos son clases significativas, no hgados como los conceptos a referente de- amo y esclavo, esta dominación implica cierta servidumbre. No se tiene la li-
terminado alguno (o "sin estímulos"). Por co~s_iguiente, las C?sas se relac10- bertad de nombrar las cosas "exactamente como son". como hizo Adán: "P,1rc-
nan con sus signos como los símbolos empmcos con los tipos ~ulturales. cía un león, y rugía como un león; de modo que lo llamé 'león'". Las impro-
Sin embargo, las cosas son más generales que los si~o~ e~ la medida en que visaciones (revaloraciones funcionales) dependen ele las posibilidades de signi 1¡¡-
presentan más propiedades (más "realid~d") que las d1stmc!ones y los valores • Del libro de L. Carroll, Alicia en el País de las Maravillas. [T.]
marcados por los signos. En consecuencia, la cultura es un Juego desarrollado

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cación admitidas, aunque sólo sea porque de otra manera rcsulum ininteligibles de 1~ sustancia de sus padres (e~ Ha"".''.1Íi, por n~cimiento y por crianza). Un ex-
e incomunicables. De ahí que lo empírico no se conoce simplemente como tal tran~er? ~s me~oi:fosead?, as1 en h1Jo de la tlerra con el mismo derecho que
sino como una süinificación importante desde el punto de visu1 de la cultura, los _mdiv1duos n~c1dos en ella (como también podríamos decir). De ello se
y el viejo sistem; se proyecta hacia el futuro en sus nuevas formas. ".'--si_mis- denva que las soc1~des como la hawaiana -o la esquimal, o la nuestra- en
mo se deduce que diferentes órdenes culluralcs tienen sus modos d1sunuvos, las que muchas re(ac10nes se construyen por elección, deseo e interés, y por
propios, de producción histórica. medios tan aleatonos como el amor, no carecen por todo eso·de estructura ni
Diferentes culturas, diferentes historicidades. Es~e es el punto principal esllÍ:n "va~arn~nte_ estructuradas". Los efectos son sistemáticos, tanto si los ~e-
del segundo capítulo, en el que comparo las historias heroicas de las monar- camsmos 1~sntuc1?nales son creados "estadísticamente" por la acción adecua-
quías de origen divino con la "nueva historia" de la administración populista, da, como s1 la acción está presupuesta "mecánicamente" por ]l¡ forma
"la historia desde abajo". Intento demostrar porqué, para sociedades de cieno ti- N? ob~~te, las es1r1;1cturas funcionales y las prescripti:vas tendrán dife-
po, las historias de reyes y batallas son justificadamente privilegiadas por la rentes histonc1dades. Podríamos decir que están "abiertas" a la historia de di-
historiografía. La explicación es una estructura que generaliza la acción del rey fere~te manera. !--os órdenes performativos tienden a asimilarse a circuntancias
como forma y destino de la sociedad. En el mismo ensayo, la mitopraxis de con~gent:s, ~1entras que los prescriptivos asimilan, en cambio, las circuns-
los pueblos polinesios es comparada con el utilitarismo desencantado de nues- tancias a ~1 mismos: mediante una especie de negación de su carácter contin-
tra propia conciencia histórica. O, a su vez, el primer capítulo, sobre la efica- gente o c_rrcunstanc1al. Pienso en un contraste ideal entre Hawaii --donde Ja
cia histórica del amor en Hawai, es otro ejercicio de relatividad, con un subtex- monarqma, el i:an~o, los derechos de propiedad y la filiación local son suscepti-
to sobre estructuras "funcionales" y "prescriptivas" que tal vez merezca un co- bles de negocrnc1ón- y la estructura social media estándar de Radcliffe-
mcnu1rio más extenso. Brown, compuesta de ~pos asociados_ de descendencia, status adscritos y nor-
Se trata de una distinción ideal-típica sobre las formas en que se realizan mas prevent1_vas de matnmo~10- (por eJ~mplo, lo aborígenes australianos). En
las estructuras en el orden cultural y en el devenir histórico. En algunos aspec- el caso hawa1a_no, los_acontec1m1~ntos CJT~unstanciales suelen marcarse y valo-
tos, la diferencia entre las estructuras funcionales y las prescriptivas equivale rar~ p_o~ su d1ferenc1~. po'. su d1vergenc!a d~_la organización existente, pues
al contra~te entre los modelos mecánicos y los estadísticos de Lévi-Strauss los md1~1duos pueden mflmr en esa orgamzac10n para reconstruir sus condicio-
( 1963). El problema se centra en las relaciones entre las formas sociales y los nes sociales.
actos adecuados. Planteo la posibilidad, que rara vez parece tenerse en cuenta, , Al organizar~e 1~ so~iedad a sí misma de esta manera, toma conciencia
de que esas relaciones sean reversibles: que los tipos de actos habituales pue- de s1 com_o forma msntuc10nal de los acontecimientos.históricos. Pero en lo
dan precipitar formas sociales y viceversa. Puesto que por lo general en las que se refiere al aspecto_ Pr:e~criplivo, nada es nuevo o, por Jo menos, los suce-
ciencias sociales damos prioridad a las formas institucionales frente a sus prác- sos se valoran por su s1m1htud con el sistema constituido. Lo que acontece
ticas conexas, en este sentido únicamente la conducta de las partes involucra- entonces, es la proyección del orden existente, aun euando lo que acontecen~
das nace de una relación preexistente. La amistad genera ayuda material: la rela- tenga precedentes, y ya sea que la interpretación recuperadora resulte lograda 0
ción, normalmente (y normativamente), prescribe un modo de interacción ade- no. Aquí toe!?, es ejecución y r~petición, como en el pensée sauvage clásico.
cuado. No obstante, si los amigos hacen regalos, los regalos también hacen En comparac1on, el orden hawruano es históricamente más activo, de una do-
amigos; o bien, como dicen los esquimales, "los regalos hacen esclavos, tal ble maner~. En respuesta a las condiciones cambiantes de su existencia -co-
como los látigos hacen perros". La forma cultural (o la morfología social) pue- mo, por eJemplo! las de producción, población o poder- el otden cultural se
de producirse a la inversa: el acto crea una relación adecuada, performativamen- re~roduce a s1 mismo en el cambio y como cambio. Su estabiHdad es una his-
1c, como en ciertos famosos actos de habla: "Los declaro marido y mujer". tona fluc!uante de las fortunas_ cambiantes de personas y grupos. Pero enton-
De este modo, en Hawaii se puede llegar a ser "nativo", mediante la ac- ces, e~ mas pr~ba~le que cambie al reproducirse a sí misma. Y ello porque, pa-
ción adecuada. Después de haber residido cieno tiempo en la comunidad, inclu- r~ decirlo en teTJ?mos más generales, el sistema simbólico es sumamente em-
so los extranjeros se convierten en "hijos de la tierra" (kama'liina), vocablo pm~o. ~omete sm cesar 1~ categorías rec~mocidas a los riesgos mundanos, a
que no se reserva exclusivamente a los que han nacido en el lugar. Este ejem- las mevita)Jles desproporcmnes enLre los signos y las cosas; mientras que a la
plo me permite sostener que la intercambiabilidad entre el ser y la práctica mis- vez, pe;111ne a_ los sujetos ~istóricos, singularmente a la aristocracia her~ica,
ma depende de las comunidades de significado; por consiguiente, la determina- c?nstrmr creau~a y pragmaucamente los valores vigentes. Una vez más, en
ción en cualquiera de los dos sentidos está motivada estructuralmente. Un acto termmos de Uv1-_Strauss, la tem~ratura histórica es relativamenté "caliente".
de un tipo dado puede significar un status dado, puesto que los dos tienen el . Como he dicho, las estructuras performativas y las prescriptivas son ti-
mismo sentido final. Para los hawaianos, por el hecho de vivir en una tierra pos ideales. Ambas pueden enc?ntrarse en la misma sociedad, en diversas áreas
determinada y alimentarse de sus productos, una persona es de la misma sus- locales del orden global. Esto implica, además, que una sociedad dada tendrá
tancia que la tierra, en el mismo sentido en que se dice que un niño está hecho ciertos emplazamientos estratégicos de acción histórica, zonas "calientes" de

I'.'
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acontecimientos, y otras relativamente cerradas. En los presentes en_sa~os, no tinción que señala Raymond Firth en una "organización social" de facto y la
seguiré adelante en el desarrollo de esa i~ea. E pero, tal vez ya este d1ch~ lo "estructura social" de jure o subyacente [véase la nota 11 del Capítulo 4, y
suficiente para plantear la idea de que, a d1ferent s culturas, corresponden dife- Firth, 1959).) Evita además el peligro, implícito en nuestra ingenua fcnoml'-
rentes historicidades. nología de la acción simbólica (véase más arriba), de considerar el proceso sim-
Afirmo además que los acontecimientos ismos llevan rúbricas cultill:a- bólico simplemente como una versión imaginaria de la vieja oposición entre

l
~!,.
les distintivas. El capitán Cook fue víctima del j ego de las cate~orías haw~ia- individuo y sociedad. En el presente caso, la estructura coyuntural de los con-
nas o, más exactamente, de la interacc_ión de s con sus propias_ c.~tegonas, tactos británico-hawaianos manifiesta más complejidades de las que se admiten
lo cual lo llevó inadvertidamente a peligrosos esgos de referencia : De m~- en estudios anteriores (por ejemplo, Sahlins, 1981), y parece hacer más com-
do que podría leerse el Capítulo 4, "El capitá James Cook o el d10s ~on- prensible el destino de Cook. No obstante, más allá del análisis de aconteci-
bundo", donde el famoso navegante encuentra fin por haber transwed1d~ el mientos inusuales como el expuesto, esta noción ele praxis como una sociolo:-
status ritual que los hawaianos le habían confe 'do. En ese ensayo, dif_undido gía situacional del significado puede aplicarse a la comprensión general dc:I
originalmente en la Conferencia Fraz~r (de ~~8 ), se presta suma ate?c1_ón a l_a cambio cultural. Como descripción del despliegue social -y de la revalora;
teoría haw_aiana ?e_la monarqu~a de º~'.~en divm q~?• ~umad~ a la p'.acuca bn- ción funcional- de los significados en términos ele acción, no tiene que n.:s;
tánica del 1mpenahsmo, produJO este impacto f tal . l.E~pos1ble bnndar, au~- tringirse a circunstancias de contacto intercultural. La cstn1ctura ele coyuntura
que más no sea con un mínimo de segundad, u a soluc10n estructural al ~ntJ- como concepto tiene un valor estratégico en la determinación de los riesgos
guo misterio de quién lo hizo? La identidad del~tacante de Cook es deducible, simbólicos (por ejemplo, de referencia) y en las reificacioncs selectivas (por
al estilo de Sherlock Holmes, a partir de las ca egorías elementales. En estos ejemplo, por parte de las autoridades).
diversos aspectos, lo que interesa '.11 ~nsayo es controvertido problema de la La teoría polinesia sobre la monarquía de origen divino o, lo que es IL1
relación entre estructura y acontec1m1ento. .. mismo, la teoría polinesia de la vida, cósmica y social, se examina con mayor
Considero las nociones habituales de _acci~ente y orden en esta re!ac1on: profundidad en el ensayo "El rey extranjero" (Capítulo 3). En ese capítulo des-
la contingencia de los sucesos, la recurrencia d1 las estructuras. Cualq~era de taco el sistema hawaiano y otros sistemas, especialmente el de Fiji, mcdianLt'
las dos sería insuficiente por sí sola. No bastaiber que Cook era la mstan- una comparación con concepciones indoeuropeas de la realeza, mcncinnamlo
ciación" de ciertas categorías culturales, como mpoco que.sufría de parásitos los celebrados estudios de Dumézil, Frazer y Hocart. Desde luego, la compara-
intestinales, que es el diagnóstico histórico J:!r s~ntad~ rec1entem~nte por un ción es tipológica (y no genética) y aparentemente rebuscada, y no me habría
eminente médico inglés. Ahora bien, trato de 1r as alla de la vaga idea de una atrevido a enunciarla si no la hubiese sugerido explícitamente Dumézil. muy
dialéctica entre las palabras y las lombrices me ·ante un enfoque teórico doble. probablemente a partir de su lectura de Hocart. Por otra parte, la digresión car-
En primer lugar, insisto en que un acontecimie to no es simplemente un su_ce- tesiana -quiero decir Ha-cartesiana, por supuesto-- por la importancia que
so fenoménico, aun cuando como fenómeno t 1nga razones y fuerzas propias, asigna a la política ritual como sistema "dador de vida", aporta una interesante
aparte de cualquier esquema simbólico dado. lpn acont~cimiento llega a serlo observación sobre el carácter temporal de la estructura (diacronía).
al ser interpretado: sólo cuando se lo hace propio a traves ~~I esqu~ma_ cultural Si bien Hocart fue un estructuralista avant-la-lcttre, su idc.1 de l:t estruc-
adquiere una significación histórica._ No hay uf adecu~c1on ex~licauva entre tura (según mi lectura) es diferente de la de Saussure. Lo notabk es que una
el accidente sufrido por el palo de tnnquete de Reso/utwn que hizo regresar a desviación del principio saussureano de sistema, según el cual éste es un esta,
Cook a Hawaii, por una parte, y la perspectiv siniestra de los isleños respec- do puramente sincrónico, un conjunto de relaciones entre signos en el plano
to de todo esto, por la otra, excepto desde el unto de vista de la cultura ha- de la simultaneidad que contrasten entre sí y, en consecuencia, que se definc,n
waiana. El acontecimiento es un~ relación enl:r un suces~ y _una estructura (o mutuamente. Pues en su representación más abstracta, que es la cosmología,
varias estructuras): un englobam1ento_ del_ fen_ofeno en s1 ~1smo como valor las categorías se ponen en movimiento; se despliegan en el transcurso del
significativo, d_e! 9ue se deduce ?u. eficacia_ h1~tonca especifica. (Reto~o es:e tiempo en un esquema global generador de vida o de reproducción cultural y 11:1'.
punto en el anahs1s general del ulumo capitule!,.) El otro enfoque, tal , ez mas tura!. La estructura tiene una diacronía interna que consiste en las fluct11,1ntcs
original, consiste en interponer un tercer térm!o entre la estructura y el acon- relaciones existentes entre las categorías generales o, como digo yo, una "vida
tecimiento: la síntesis situacional de los dos n una "estructura de la coyun- cultural de las formas elementales". En este desarrollo generativo. común a
tura". los sistemas polinesio e indoeuropeo, los conceptos básicos pasan por sucesi-
Por "estructura de la coyuntura" entien o la realización práctica de las vas etapas de combinación y recombinación, produciendo en ese proceso térm i-
categorías culturales en un contexto histórico ~specílico, como se expresa en nos originales y sintéticos. Así, en la constitución de la realeza y el orden cul-
la acción interesada de los agentes históricos,¡_incluida )a microsociología de tural, los héroes dinásticos, inicialmente masculinos e invasores extranjeros,
su interacción. (Mi idea de una estructura de c yuntura difiere en consecuencia son neutralizados y "feminizados" por la población indígena. En este pnÍccso,
de la de Braudel en puntos importantes, aunqu tiene reminiscencias de la dis- la población, que representa originariamente los poderes reproductores femen i,

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nos y de la tierra, es transformada en una fuerza masc~li"31 periférica y J?fOleC- concepción de im lnru,cia hktórica P"",; oos pooemos nosotros on cl '"·
tom. Las transformaciones son facilitadas por el someum1ento de una pnncesa
nativa al príncipe inmigrante, que es también el matrimonio fecundo del ex-
ge, intclectmtl divt dcl '"Í"°
ttanscen_dontal, es decrr, füern dcl ''":'"'ª 00•
mo comentadores, i:1odemos ver la h1stona haciendo penetrar la selección inte-
tr.injero con la tierra; de ello se sigue la neutralización de sus sucesores dinásti- res~da de los ~g~~tds sociales e~tre !as numerosas posibili~des lógicas -in-
cos como descendencia, por línea femenina, de la población nativa. Y así, el cluidas las pos1b1hdádes contrad1ctonas- que se presentan en todo orden cultu-
desarrollo ulterior de las categorías se completa en el Capítulo 4. Mi sugeren- · ral. Así, por ejempl , volvamos al ensayo sobre Cook (Capítulo 4). Para los
cia es que debemos incorporar asimismo la diacronía interna en nuestr~s nocio- sacerdotes hawaian s, Cook seguía siendo siempre el antiguo dios Lono, aun
nes de "es1ructura", para evitar así ciertas dificultades lógicas del punto de vis- cuando hubiera vue to inesperadamente; en tanto que para.el rey, el dios que
ta de Saussure, al menos en la forma en que este último es adaptado general- aparece fuera de es ción se convierte en un peligroso rivaLLos dos grupos ha-
mente a los estudios antropológicos. waianos, a partir de sus propias creencias, concibieron relaciones diferentes y
Una sincronía saussureana estricta nos enreda en las famosas "inestabili- proporcionales del ismo acontecimiento, de ahí su propio conflicto en la es-
dades lógicas" de las categorías culturales. El rey de Fiji aparece como masculi- tructura de la coyun ura, cuyo resultado fue la muerte de Cook.
no y como femenino; su naturaleza ritual y política es dual, o bien una o la Las expuestas son algunas de las ideas generales de los ensayos que inte-
mra, según el contexto. Si se considera como una descripción sincrónica y em- gran este libro. En I último capítulo, "Estructura e historia", sintetizo estas
pírica, hay poco más que decir: parece una "ambigüedad permanente" o una nociones generales on el propósito de reflexionar críticamente sobre algunas
'\:ontr.idicción inherente" del sistema. Sin embargo, desde el punto de vista de de nuestras propias dategorías académicas. Me refiero a los contrastes binarios
una estmctura diacrónica, es un efecto derivativo, basado tanto en los princi- radicales que suelenEtilizarse para pensar la cultura y la historia: pasado y pre-
pios como en la lógica. Existe una noción más general de estructura, necesaria- sente, estático y din ico, sistema y acontecimiento, infraestructura y superes-
mente temporal, con la cual la contradicción al mismo tiempo se resuelve y tructura, y otros de sa misma índole dicotómica e intelectual. Estas oposicio-
se hace inteligible. Podríamos haber supuesto lo mismo, de todos modos, so- nes no sólo son feno énicamente equívocas, concluyo, sino analíticamente de-
bre bases lógicas, pues si existe una ambigüedad recurrente, debe haber un mo- bilitantes. Son debilitantes aunque sea porque otras civilizaciones han com-
do coherente, no contradictorio de enunciarla. La estructura en sí no es contra- prendido mejor su s ntesis y, en consecuencia, sintetizan de diferentes modos
ciic1oria, aunque reproduce repetidamente esos efectos empíricos. su práctica histórica Tenemos que reconocer teóricamente el pasado en el pre-
Asimismo podemos eliminar el problema del corolario que se plantea en sente, la superestruc ura en la infraestructura, lo estático en lo dinámico, y en-
las formulaciones corrientes de la "estructura" como listas significativas de pa- contrar su lugar con ,eptual.
n:s de contrarios o sime1rías saussureanas. Me refiero a los cuadros que dicen: La antropolog~a tiene algo que aportar a la disciplina de la historia. No
lo masculino es a lo femenino como el rey a la población, la cultura a la natu- hace falta decir que lo contrario también es cierto. Empero, no propicio sim-
ralc:r_,a, la vida a la muerte, etcétera; estructuralismo yin-yang, sin un Libro ple~~nte una mayo _colaboración entre las disciplinas. Como_ dije_ en otro Ju-
de los Cambios. Estas comparaciones son además lógicamente inestables y gar, el problema re 1de ahora en desbaratar el concepto de la h1stona mediante
pasibles de contradicción. Desde otra perspectiva, el rey es femenino y no mas- la experiencia antro ológica de la cultura". Tampoco, cabe repetir, las conse-
culino, y naturaleza (feroz intruso) más que cultura. Las alternativas se re- cuencias serán unila~rales: una experiencia histórica seguramente desbaratará
ducen a esto. Podemos tratar de desarrollar la estructura a partir del conjunto in- el concepto antropol¡'gico de la cultura, estructura incluida.
definido de permutaciones contextuales (o como si la estructura fuese dicho
ronjumo); en cienos contextos especificables, el rey es masculino, en otros fe-
menino: no sólo se trata de una solución poco elegante, sino probablemente . El motivo de que esta Introducción haya sido tan larga obedece a que los
inútil. O bien, en lugar de este empeño aporético, podemos concebir la estruc- diversos ensayos qui componen este libro se escribieron para distintas ocasio-
tura tal como es en los esquemas cósmicos abstractos. nes, de modo que n~ confiaba en que tuvieran suficiente unidad como libro.
La última solución es, al menos, más poderosa lógicamente, puesto que Sobre todo, con el mismo objetivo de ser coherente, realicé algunas revisiones
puede explicarse la génesis de las contradicciones precisamente como perspecti- d~ los ensayos ya pu~li<:ados. Espero haber reducido las redundancias. (Hay asi-
vas parciales o situacionales del orden general, considerado desde un punto de ~1smo algunas aclar¡icmnes y c_orrecci?nes de las vei:s!o~es ori~inales.) Ahora
vista interesado (ya sea por el etnógrafo o la población). Es evidente que toda bien, para dar una mayor garantía de unidad, me perm1una sugenr que se consi-
comparación dada (A : B : : C : D) es un enunciado parcial e interesado de la der~ el libro más bi~n como un cilindro y no como una proyección lineal. Es
estruc1Ura. En ella se da por supuesto un determinado espectador o sujeto en decrr, que una vez q e el lector lo haya terminado de leer, pueda volver a esta
una determinada relación con la totalidad cultural. Pero la estructura se refiere sección introductori , que cumple también la función de resumen, para comple-
propiamcme a esa IOLalidad: es en sí el sistema de relaciones entre categorías, tar la lectura.
sin un sujeto dado (si no es el famoso transcendental). Tampoco carece esta Si a pesar de tro hay una coherencia implícita, corno me gustaría creer,

16
17
se debe a que los trabajos fueron redactados en un período relativamente breve nas que colaboraron más especialmente en la organización de estas conkrrn-
y en un estallido de entusiasmo por el descubrimiento de que los pueblos del c1as: Fram;:01s Furet, presidente de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Pacífico que había estudiado tenían en verdad una historia. Al haber adoptado Sociales; \Villiam Sturtevant, ex presidente de la Asociación Norteamericana
la postura atemporal del "presente etnográfico" promedio, una especie de ries- de Antropología; Bruce Kaepferer y Chris Healey, de la Universidad de Ack bi-
go teórico propio de la profesión, durante mucho tiempo ignoré funcionalmen- da; J. D. Y: Peel y Nee! Bowden, de la Universidad de Liverpool; J ukka S ¡¡ k:1-
te esa historia. Resulta ahora divertido leer, en Evans-Pritchard nada menos, la, del Insututo de Sociología de Finlandia.
durante mucho tiempo el más grande y casi el único paladín del enfoque histó- Hay asimismo otras personas que cumplieron funciones vitales en l,1 n:-
rico, la observación de que los antropólogos sociales, "mientras investigaban daccfón de las conf~rencias. Agrade7,eo especialmente a Tina Jolas. Domthy
pueblos como, por ejemplo, los aborígenes australianos o los isleños de los Barrere y Greg Demng por su ayuda y apoyo intelectual. -
Mares del Sur, que no tienen historia registrada ... podían ignorar la historia
con la conciencia tranquila" (1954:59). No se trataba de una conciencia tran-
quila sino de una falsa conciencia y, dada la riqueza de los registros archivados,
nada fácil de disculpar. Tampoco pienso ahora que los historiadores tengan de-
rechet a ignorar esas historias exóticas sólo porque son culturalmente distantes
y su registro no se remonta muy atrás. Por lo que se refiere a esas dos caracte-
rísticas, las historias de los isleños de los Mares del Sur y de otras civilizacio-
nes lejanas merecen especial atención: la proximidad del registro textual puede
garantizar una abundancia de documentos no siempre equiparada, por ejemplo,
por la Europa medieval, y los textos son maravillosamente sorprendentes, por
lo mismo que se refieren a culturas remotas.

Estos ensayos serán publicados (más o menos) simultáneamente en


Francia, por Gallimard y Seuil, en representación de la Escuela de Altos
Estudios en Ciencias Sociales. Por lo demás, dos de los cinco ensayos no se
han publicado antes. Todos fueron redactados originalmente como conferencias
pronunciadas por encargo en las siguientes ocasiones:
Capítulo 1, "Suplemento al Viaje de Cook o le calcul sauvage"; Confe-
rencia March Bloch, con los auspicios de la Escuela de Altos Estudios de Cien-
cias Sociales, París, junio de 1981. (No publicada anteriormente.)
Capítulo 2, "Otros tiempos, otras costumbres: la antropología de la his-
toria"; Conferencia Distinguida de la Asociación Norteamericana de Antropolo-
gía, Washington, D. C., diciembre de 1982. (Publicada con anterioridad en
American Anthropologist, 85:517 - 544, 1983 [no autorizada su reproduc-
ción].)
Capítulo 3, "El rey extranjero o Dumézil entre los fijianos"; Discurso
del Presidente, Sección Antropología para el Progreso de la Ciencia de Austra-
lia y Nueva Zelandia, Adelaida, mayo de 1980. (Publicada con anterioridad en
Journal of Pacific History, 16:107-31, 1981.)
Capítulo 4, "El capitán James Cook o el dios moribundo"; Conferencia
Sir James G. Frazer, Liverpool University, mayo de 1982. (No publicada ante-
riormente.)
Capítulo 5, "Estructura e historia"; Conferencia Edward Westermarck,
Academia Finlandesa de Ciencias, Helsinki, mayo de 1983. (Publicada con an-
terioridad en SU1Jmen Antropologi, 3: 118-27, 1983.)

Aprovecho la presente oportunidad para agradecer con fervor a las perso-

18 l'I
waiana está concebida para valorizar simbólicamente la fuerza de la práctica
mundana. Cambia entonces precisamente porque, al admitir al mundo en todas 2
sus categorías, admite la probabilidad de que las categorías se revaloricen fun-
cionalmente. El dios Lona ya no sería el mismo concepto después de haberlo
relacionado con el capitán Cook; tampoco las ideas de tierras extranjeras, de ta-
búes o de Jo divino en general podrían mantenerse como eran. Y del mismo
Otros tiempos, otras costun1bres:
modo que la categoría dada se revaloriza en el curso de la relación histórica,
también deben cambiar las relaciones entre las categorías: la estructura se trans-
forma (véase Sahlins, 1981). La antropología de la historia
Lo que Marc Bloch observó con respecto a la Europa del siglo xv suce-
dió, con más espectacularidad, en Hawaii: "aunque los hombres no eran total-
mente conscientes del cambio, los viejos nombres que todavía estaban en los
labios de todos habían ido adquiriendo lentamente connotaciones muy alejadas La naturaleza de las instituciones está dada por su creación ( nascimcnlo ¡ en
de su significado original (1966:90)". Uno se podría preguntar, entonces, por determinadas épocas y en determinadas modalidades. Cuando la época ·)' la
qué Marc Bloch, que sabía tan bien que la práctica era la razón de ese proceso, modalidad revisten determinadas características, así y no difcrcmcs son las
no sucumbió a alguna forma positivista de razonamiento utilitario. ¿No fue instÍrucioncs que se crean.
acaso porque estaba estudiando sociedades tan dispuestas a dar nombres familia- Vico. La ciencia nucw1
res a prácticas diferentes que no podían ocultar que estaban refiriéndose al mun-
do con un esquema cultural relativo? Los historiadores occidentales han estado discutiendo durante mucho
tiempo sobre dos ideas antitéticas de la historiografía correcta. En oposición a
una historia elitista, narrada con un enfoque singular ele la alta política. otros
proponen un esLUclio cuyo objeto sea la vicia de las comunidades. "En los últimos
1400 años, los únicos galos, al parecer, han sido reyes, ministros v !!enerales",
se quejaba Voltaire, y prometió escribir en cambio una "historia de~ hombres•·.
(sin embargo, llegó a la conclusión de que era "una colección de cklitos,
desatinos y desgracias"). "La nueYa historia". de concepción más reciente,
también es de orientación populista. A ve.ces cliente de las ciencias sociales. se
refiere a temas como, por ejemplo. las estructuras inconscientes, las mentalida-
des colectiva~ y las tendencias económicas generales. Tiende a ser populista por
la importancia que da a las circunstancias prácticas de las poblaciones b:ísicas.
Un distinguido historiador (Stone, 1981:23) invoca a Thomas Gray: "Que ... la
grandeza no oiga con sonrisa desdeñosa/Los breYes y simples anales de los
pobres". La idea es que la historia se construye culturalmente desde la base hacia
la cima: como el precipitado, en las instituciones y productos sociales, de las
tendencias predominantes del pueblo en general. 1
Empero, antes de felicitar a la historia nueva por haber aprendido por fin
sus lecciones antropológica~ (o políticas). debemos recordar que el trünsllo de
una conciencia elitista a otra más colectiva ocurrió realmente en la historia de la
sociedad occidental, como una diferencia en la práctica real-histórica, y esto
sucedió mucho antes de que la decadencia de la monarquía a favor de las

i Los capítulm de Stonc sobre historiografía (Panc l) en Thc Pu.sz a!4i lhc f'rcs,~nt ( 1981) hnn·
da una excelente introducción a la "nueva historia". Barraclough (197S) al tratar el ITTISllh' tcm:,
también se refiere a Thomas Gray. ¿Cna costumbre de los historiadores ingleses en Noncamcnc:i?
Las observaciones del Ensayo sobre las costumbres de \' oltairc son examinadas por l,cgofi t' l 97'..:)
en un ensayo suyo muy adecuJdopara el presente análisis: véanse Braudcl ( l 4S0). Dumoulin \' .~lüisi
(1973), Gil ben y Gnuhar<l (1972), Le Goff y \;ora (1974), Hcxtcr (1972). R,cocur ( 19~0).

46 -\7
democracias populares y las economías de mercado hiciesen que la produc~ión cia y determinación históricas: su propia práctica histórica. Otros tiempos, otras
masiva de, la historia pareciese la verdad autovidentedc nuestrapropiaexpcnen- costumbres, y de acuerdo con la diferencia de las costumbres, la antropología
cia social (¡,no dcl1eríamos decir de nuestra experiencia burgue~??). Jean-Pierre distintiva que es necesaria para entender toda trayectoria humana. Pues no existe
Vernant (1982) analiza con brillante?. la misma transformacwn en el pnmer simplemente una trayectoria "humana" (devenir), como dijo Durkheim, "sino
111 ilen io :unes de Cristo en el paso de la soberanía de los reyes-dioses micénicos que cada sociedad tiene su propia vida, su propio curso, y las sociedades
a las instituciones humanizadas de la polis griega. ¿Ose trata de que debemos similares son comparables tanto en su historicidad [o modo de desarrollo] como
rnníorrnarnos, en lo que se refiere a la sociedad y también a la conciencia, con en su estructura" (1905-6: 140). 2 Esta mención de los tipos estructurales tal vez .
una "estrnctura ele larga duración": una alternancia cíclica entre el cesarismo Y baste para evitar que se crea que sólo estoy planteando un aspecto idiográfico de ·
el poder del pueblo, _el gumsa y gumlao de la ~istoria indoeurop~ .• c?da f~rma la relatividad histórica. En cambio, comienzo con ciertas reflexiones sobre la _
social impreg,nada siempre, al menos un poqmto, de su opuesto ht~tonco. monarquía de origen divino, tipo de estructura del que sealejódemaneraradical ·
Vcma~t etc hed10 empieza comparando las tradiciones reales atenienses lapo/is, a fin de examinar la práctica cultural general de la historia heroica.
ron los reyes divinos de la leyenda escita. En reiteradas disputas por la sucesión,
los príncipes atenienses terminan por dividirse entre ellos las funcio~es - La historia heroica
saradutales, militares y económicas- que tradicionalmente estaban umdas en
los reinos indoeuropeos de la edad heroica. Así comienza la idea de la política La idea es de Vico, con precedentes homéricos, pero según la elaboración
romo la mutua aeomodación de las diferencias, cuya forma más democrática se posterior en la antropología de la realeza arcaica de Frazer y Hocart, y atempe-
alcan,.ar:í en la polis. Pero, a diferencia de lo que sucedía con los príncipes rada en los conceptos de jerarquía de Dumont. 3 Las implicancias históricas se
atenienses, al nieto divinamente favorecido del Zeus escita sólo pueden confe- deducen de la presencia de la divinidad en los hombres, como en la persona del
rirle poder real sus hermanos mayores, puesto que él solo es capaz de llevar los rey sagrado o los poderes del jefe mágico. En consecuencia, el principio de la
objetos de oro prototípicos, emblemáticos de las tres funciones de Dumézil: la práctica histórica llega a ser sinónimo de la acción divina: la creación del orden
cojia de las libaciones, la segur y el arado (Herodoto, Hist. IV, 5-6). Aquí ~e hace humano y cósmico realizada por el dios.
una prese111ación clüsica del soberano "como la persona ubicada por encima de Desde luego, no estoy sugiriendo alguna forma neolítica de la teoría de la
l:L~ diversas clases funcionales que componían la sociedad, puesto que las historia del gran hombre. Tampoco hablo simplemente de "carisma"; a menos
representaba a todas, y puesto que todas igualmente encontraban. en él las que se trate del "carisma rutinario" que amplifica estructuralmente un efecto
virtudes por las cuales se definían a sí mismas, él no pertenecía a mnguna de personal mediante su transmisión por líneas de las relaciones establecidas. En
ellas" ( Vcrnant, 1982: 42). El rey divino, a la vez abarcando y tra~cendicndo a una versión del Contrato Social que todavía representa la Carta Magna de la
la sociedad, es capaz de ser el intermediario de ésta en sus relaciones con el Voluntad General filosófica, Rousseau afirmaba que "cada Estado puede tener
cosmos, lo cual también responde así, en su propio orden natural, a sus poderes deenemigossóloaotrosEstados, y no a los hombres; porqueentrecosasdispares
soberanos. en su naturaleza no puede haber una relación rea1". No obstante, la etnografía
En la polis, empero, una organización constiwida por la conciencia de sí demuestra que el jefe Maorí"vive la vida de toda una tribu", que mantiene cierta
mism;.i como comunidad humana, el arc/ie (poder soberano) "llegó a ser la
actividad de wdos el mundo" (exceptuados, como de costumbre, los esclavos Y 2
He hecho una traducción libre, en especial con respecto a la palabra devenir; creo, sin
las mujeres). La polis. al hacer rotar la auLOridad entre los diversos grupos de embargo, no haber al1erado la intención de Durkheim.
ciudad'.111os -haciendo así del dominio y la sumisión aspectos alternantes de las 3
Las ideas sobre el parentesco y la jerarquía divinos presentadas aquí además de basarse en
mismas relaciones-, al alcanzar sus decisiones por debate público entre iguales Frazer (1911-15), Hocart (1969 [1927], 1936) y Dumont (1970), se inspirnn especialmente en
en la plaza pública --por consiguiente, como pactos abiertos alcanzados abier- \'.. estudios antropológicos recientes de Heusch (1962, 1972, 1982), Valeri (en prensa), Geartz (1980),
Tambiah (1976) y Adler (1978, 1982) y en clásicos anteriores como, por ejemplo, Evans-Pritchard
tamcmc-- elevando así al discurso por encima de todos los otros rnstrumentos '11
(1962), Frankfun(l948), Dumézil (1948),Meek (1931), Kuper(l947), Krigey Krige (1943): véase
de poder, discurso que no era ya la palabra ritual obligatoria pronun~iad~ desde más adelante, el capilulo 3. No hago una cuestión 1axon6mica de las diferencias emre "reyes divinos",
arriba sino un argumento persuasivo juzgado a la luz de la sab1duna Y el "reyes sagrados", "reyes mágicos" y "reyes sacerdotes", ni tampoco emre "reyes" y "jefes". Con
conocimiento \' verificable por todos como algo llamado verdad, con estos respecto a esto último, coincido más bien con Heusch en que el Estado es una creación del rey divino,
medios ,. 111ucl10 111:.ís. la polis, decía, sometió la acción social a la voluntad Y_n~ a la_ mversa, en cuyo caso la razón principal para diferenciar Ja monarquía divina de Ja jcfaLura
d1vma pierde fuerza. Véanse en Young (1966) un estudio de los problemas 1axonómicos en !Orno a
rolce1iv;1 e hizo que los hombres tuviesen conciencia de que su historia era una la monarquía divina y un excelente análisis delukun. Sin duda mi decisión de recurrir a una categoría
his1ori:1 hu111a11:1. general de la politica heroica, sin considerar en de1alle las variaciones, puede ser veniajosa para las
Adopto la tesis de Vemant como fundamento general de este ensayo: que finalidades teóricas presentes y sólo a cono plazo. No me hago ilusiones sohrc una mayor
di krcntcs órdenes culturales tienen sus propias modalidades de acción, concien- perdurabilidad o valor de la categoría.

-1S 49
relación con las tribus vecinas y los grupos de parentesco" y que "reúne la "la religión de Thakombau•· (Derrick, 1950:l 15).º Thakomb,n1 na el ¡c:k
relación con las demás tribus en su persona" (Johansen, 1954:180). Los matri- gobernante de la gran confederación de l'vlbau, el poder dominante en las i:i¡¡" del
monios del jefe son alianzas intertribales; sus intercambios ceremoniales, siglo XIX. El 30 de abril de 1854, finalmente se pronunció por Jchod. dcspuc's
comercio y las ofensas que se le infieren son causa de guerra. Aquí la historia es de más de quince años de intimidaciones de los misioneros. Antes. a mediados
antropomórfica en teoría, lo cual equivale a decir en estructura.• Desde luego, la de 1852, los misioneros habían con Lado sólo 850 "feligreses regula res·· en la zona
historia es mucho más que los hechos de los grandes hombres, es siempre y en de Mbau (Me1h. Miss. Soc.: Fiji Disl., 1852). Pero directamente con Li con-
todas panes la vida de las comunidades; pero precisamente en esos estados versión de Thakombau, sumado a algunos éxitos militares. "el Espíritu Santo se
heroicos el rey es la condición que hace posible a la comunidad. "Si yo como", derramó abundantemente" en los dominios de Mbau, de modo que para mcll1:1-
dice el hombre kuba "es el Rey; si yo duermo, es el Rey; si yo bebo, es el Rey" dosde 1855 laasistenciaa la iglesia había ascendido a 8870 fcligrcses(Williams
(Vansina, 1964:101 ). 5 En los estados mayores de Fiji (como Mbau o Thakaun- y Calvert 1859: 484). Esto prueba que según la matemática de la historia F1jiana.
drove), nadie se levanta por las mañanas, ni se manifiesta ninguna señal de vida 8870 - 850 = l. La diferencia estadística era Thakombau. ·
o de trabajo en la comunidad, hasta que no se ofrece la bebida sagrada del kava En cambio, en la cifra de 850 correspondiente a 1852 se subestima c11 ['.ra-
al rey o 'dios humano'; (kalou tamata): cada día, el rey recrea el mundo (Lester do sumo la cantidad de fijianos, incluido Thakombau, que durante anos habían
1941-42:113-14; Sayes, 1982). reconocido la "verdad" del dios de los extranjeros. Aun muchos de los dioses
Las condiciones generales de la vida del pueblo están hegemónicamente ya
fijianos, hablando a través de los sacerdOLes, hztbía aceptado la supremacía Je
ordenadas, como forma social y como destino colectivo, por las disposiciones Jehová Yse habían ido a cualquier otra parte, o bien decían que ellos nusmos
particulares de los poderes constituidos. El proceso no es meramente una es~ban_ dispuestos a convenirse al cristianismo. 7 "Una vez reconocido que el
"ideología" reflexiva, puesto que la voluntad general no es por lo común interés cnstiamsmo era verdadero··, Thakombau aconseJaba en 1850 al hermano Calven
del soberano, excepto en la medida en que es ese interés. La realeza misma pue- que tuviese paciencia, que cuando él mismo se conviniera ó•sel'.uiría todo lo
de tener sus contradicciones e incluso sus disputas, en otros reinados lo mismo demás" (Williarns y Calven. 1859: 445-46). Y esto prueba que 1,tpolílica de la
que en los indoeuropeos (véase Capítulo 3); no funciona, por ende, sin cono- conversión no consiste simplemente en manifestar convicción.
cimiento de las circunstancias colectivas. Sólo que dichas circunstancias se La reiterada referencia a la "verdad'" en estos archivos sel1ala que la
realizan históricamente y se definen en su totalidad, mediante su integración di_fundida disposición a observar el cristianismo era una cuestión de mitopoéllca
jerárquica en los proyectos de la realeza. De aquí que la historiografía pertinente ÍÍJI, o mcluso de política aristocrática. Para los fi jianos, 'verdadero· (dinai es una
no pueda ser-como lo es en la tradición de la buena Ciencia Social- una simple traducción d_e mana, como observó Hocan (1914), y denot.a una facultad para
determinación cuantitativa de las opiniones y de las condiciones de la gente, crear, del mismo modo que una acción que fracasa por falta de mmw es una
basadas en un muestreo estadístico aleatorio, como si uno tomara directamente 'mentira' (lasu). Así, el jefe fiji le dijo al misionero metodista: "Verdad, todo es
el pulso de las tendencias sociales generativas. La historia heroica procede más verdad lo que viene del país del hombre blanco; los mosquetes y la pólvora son
como "los indios de Fenimore Cooper", para usar la caracterización de Elman verdaderos, y su religión debe serlo" (Schütz, 1977: 95; véase \\'aterhouse,
Service: cada uno de los hombres que caminan en fila uno tras otro por el sendero, 1866:303). La extraordinaria presencia de los europeos era para los fijianns un
trata de pisar en las huellas del que va adelante, para dar la impresión de que hecho social "total", "religioso" a líl vez que "político·· y "econúmico". Para
carnina Un Solo Indio Gigante. decrrlo con más exactitud podría hacerse inteligible sólo desde el punto de vista
Así, durante más de un siglo después de haber sido convertidos por los ~e una teo_r~a _n~tiva, que pusi~raa Marx de ~abeza, por su insistencia en que ("en
misioneros metodistas, los fijianos todavía podían referirse al cristianismo como ultimo anahs1s ) la base econom1ca dependia de la superestructura espiritual. En
1838, el Jefe supremo de Rewa, que pronto llcl'.aría a ser el l'.ran rncmil'.o de
4
Además, en el caso de los fijianos literalmente, un jefe puede ser el hijo de la hermana de otro Thakombau, pero nunca un cristiano declarado. admite al arl'.umem~1 ¡JL'.I
reino (por ejemplo, vas u ki R ewa, vas u ki M bau. etcétera): en consecuencia, una relación entre cosas misionero de que "los dioses de Fiji no son verdaderos: son como '10s dioses de
aparentemente "dispares es su naturaleza". Más adelante se examinan las personificaciones de las
6
fuerzas políticas implícitas en las relaciones del vasu (sobrino uterino) fijiano. , La frase usual es na iolu neu Ratu Cakobuu, según la ortografia fi_j1ana unodoxa. En cslc
5
El irúormante citado, sin embargo, es uno de los "escépticos" de un debate fascinante de los ~~culo. he ~mp!eado una. orto~rafía anterior~ no onoúo>..a, más f~cil de prL~n\mc1ar para los
kuba, relatado por Vansina (1964: 101-2), sobre el carácter divino del rey. Los escépticos adoptan blantes de ingles. Cuando una, ezselcprcgunlo a Thakombau íX)rquc no~iprcnJ1a 1n~l~s.cl1ntcstú
un punto de vista funcionaJisLl dela reale111 como condición necesaria del orden en una sociedad que, que ~ra porque había oído a los ingleses hablar en fi_iiano. ·
de lo contrario, sería fragmentaria, admitiendo que el rey tiene poderes mágicos pero negando que Por otra pane, cuando algunos dioses de ~'1bau se rcsi.st.icrnn a aceptar el cnsti:irnsmú aun
tenga poderes divinos. Además de esos argumentos ideológicos, los kuba practican una serie clásica después ~e la conversión de Thakombau. el jefe reunió a sus sacerdotes y los al,üh.l (\Vatcrhousc,
de rituales por los cuales el rey, privado de sus relaciones de parentesco natales, es colocado encima 1866: l_ 6~-66). Las primera~ relaciones entre los sacerdotes-di uses de F1j1 y Jcho\'a pucdl'.11 se~rnrsc
y afuera del orden ciánico de la sociedad, a la vez como fuerza de la naturaleza, representante de dios en el d1ano de Cross (por eJemplo. 24 de octubre de l 840), de llunt (1 S de íchrcrn de ¡ S.l9: 1ll de
y hechicero incestuoso. mayo de 1839). y de Calven (15 de agosto de 1841), entre Qlrns.

so
Tonga", dice. de los cuales se ha demostrado que "no son dioses; los que fuerzas de Rewa y sus aliados, su comercio con Europa estaba embargado y sus
confiaban en ellos han sido destruidos, y los que practicaban la religión de los propios aliados desertaban uniéndose al enemigo por clanes, aldeas y reinos
extranjeros han prosperado" (Cross: 22 de octubre de 1838).8 Si los misioneros enteros. Mbau misma estaba acosada por la revolución, conducida por un
trabajaron esfom1damente dur.inte años en la región central de Fiji sin obtener pariente cercano del jefe. En esta coyuntura, Thakombau enconttó al "Dios ,
éxitos resonantes - salvo con los enfermos, que suponían, según la misma verdadero", y su profesión de fe redefinió abruptamente la situación de la batalla..
teoría, que el dios de los seguidores de Wesley hacía que las medicinas sunieran Thakombau pasó a ser la esperanza encamada del cristianismo en las islas Fiji,
. ciccto-no íue por falta de crédito en la opinión popular. En cambio la cuestión contr~ el enemigo "pagano". Si bien perdió algo del apoyo fijiano, se puso en
dependía de los jefes gobernantes, especialmente los de Mbau y Rewa, que guardia para ganar algunos soldados cristianos de barlovento --de las islas
habían estado peleando entre sí desde 1843. Tonga-, sin menospreciar el compromiso de los Siervos ingleses detSeñor c,on
Los habitantes de la isla Viwa, dependiente de Mbau, cuando se les su causa. Con la ayuda ahora de las intrigas de los misioneros y la decisiva
preguntaba por qué no obedecían la palabra de Dios, solían decirle al hermano intervención militar del reycristianode Tonga, Thakombau fuecapazdederrotar
Cross" 'Espero que lo haga [mi jefe) Namosimalua"' (Meth. Miss. Soc.: Actas a sus enemigos en la batalla de Kamba, en abril de 1855. Se salvó de verdad.
de Distrito, 1841 ). De modo que "la gente común espera a sus jefes", como se La vieja religión dio entonces nacimiento ala nueva. Pues, como dicen los
quejaha Otro misionero, "un Jefe espera a otro [jefe superior], una región espera fijianos, "en los viejos tiempos, el jefe era nuestro dios", y el cristianismo debía
a otra región. así 4ue en muchas zonas hay un estancamiento" (Jaggar: 21 de algo a esta antigua concepción ele la divinidad. El cristianismo estaba destinado
octubre de 1839). "Si Rcwa tomara la iniciativa", dice un tercero, "pronto a ser "la religión de Thakombau" porque se ganó en una batalla cuyas causas
tendríamos cien mil crisLianos declarados en Fiji" (Williams y Valven, 1859: estaban tan identificadas con el jefe como las razones por las que luchaban los
•108). Pero así como iun jefe esperaba a otro, el otro esperaba el momento hombres estribaban en sus obligaciones constituidas de servirlo, siendo las
oponuno. Thakornbau no iba a cambiar de dioses en medio de la guerra. Y condiciones y modalidades de ese servicio (nggaravi) lo mismo que la adoración
cuando finalmente cambió. la misma opción quedó excluida para su rival,eljefe ritual del dios. Además, el mismo sentido de la divinidad orquestó el curso de la
,k Rcwa: " 'Si todos lotu [nos hacemos cristianos]' ", dijo este último, " batalla, con un efecto de dominó paralelo en sus resultados.
"cldirmos dejar de pelear; pues no tiene sentido rezarle al mismo dios y pe- Los fijianos pelearon como los germanos de Tácito: "El jefe [princeps]
learse' "(Williarns y Calven, 1859:356). lucha por la victoria; los seguidores [comites], por el jefe" (Germ. XIV). 1º Una
L:t conversió~ llegó sólo como una táctica dictada por la desesperación. 9 semanas antes del suceso decisivo de Kamba, el jefe supremo de Rewa murió
En el duodfrimo aiio ele la guerra, Mbau estaba prácticamente sitiada por las repentinamente de disentería, sin recobrar la conciencia ni pasar la carga de la
guerra a un sucesor. Inmediata y casi totalmente, se desintegró la principal
N P:tr:nlój1camcmc, entonces, una teoría de la dctenninación por la infraestructura parecerá oposición de Rewa a Mbau. Los personajes importantes sobrevivientes pidieron
11plitahk a la h1stúria de Fiji -es decir, la propagación de una nueva fe (en Jehová) sigue a la la paz a Thakombau, y hablaron también de su deseo de seguir a Jehová. No es
dcrrn,stmciún pdctica del p0der europeo-debido al concepto preexistente de que ese ¡x:,der tiene factible que fuesen simplemente criptorracionalistas que supieran cómo encon- .
l umi:uncn1os "sohrcnaturalcs". Esto plantea el interesante problema de determinar si en otras panes
t:1mhién la Sl'cucnci:: mccí.nica cambio infracsuuctural➔ cambio superestructura! no depende
trar buenas razones ideológicas para salir de una situación militar insostenible, ..
asnni snw del status a p1iori del ''plan de cosas" cosmológico atribuido a la actividad práctica. Si bien
c~:1 rnx:1011 podri:1 nrg:lr la o¡x.,sición radical habitual entre pragmática e .. ideología", ofrece algunas
vcn1a.¡:1s obvias, C(1fltu, por ejemplo, la de <letenninar con las simples ''explicaciones" reflex.ivo-
lun..:1<•1:tl1st..:t) de esa rcbciúr1 y fa de lograr una mejor comprensión del intercambio entre la acción madre_ adoptiva del rey y los hennanos de ella. el grupo gobernante real. adoptaron el cristianismo
mu11Jm1:1 (pr.i,.ls) y los c'-mccptos culturalc.s (véase el Capitulo 5). como mstrumentode gobierno y, como en Fiji, se convinió en una sensación de la noche a la mañana.
<.J l..a 111td1!!cn1c rcsis1cnc1a de 'lñ:ikomhau :i la prédica de los misioneros está documentada en (Véase Bingham, t 969.) En realidad, parecemos cs1ar en presencia de una gr•n regularidad o ley de
Thc /ún.,: ~nd !'copie of Fiji de Waterhouse (l 866). Comprende también su indiferencia ante la conversión válida de los estados heroicos polinesios. En Nueva Zdandia hubo también un sallo
s11gncnc1a de un ohispo catúhco dt." pJsopor alli, quien le dijo a Thakombau que la razón por la cual es~dístico cuá~tico en e_l proceso de conversión alrededor de 1838 y 1839, después de un largo
los 1111s1onc10:- mct(x.hs1..a.s no habían logrado tener acceso a ~1bau era que la virgen ~1aría estaba penado de un ex1to relauvamL·nte eapnchoso (especialmente enlre los esclavos maorí es). Una vez
¡'llmLmdo el lu~ar para el catolicismo. "Después de los cual, el rey le dijo al obispo que lo dejase más¡Jª iniciativa la tomó la clase dirigente (Wright, 1959:. 141. y sig.).
ad ,. :1 su ciudad :i.l cuidado de l.1 Virgen y que volviese cuando la Vügcn los hubiese converúdo" Durame la guerra entre Mhau y Rewa, cuando un Jefe 1mport,,nte desertaba para unirse al
{fhUcm, pagma 1')(\). enemigo,comopor ejemplo 'Thokanauto de Rewa, que se pasó a Mbau, una cantidad considerable de
LkB. dccad:i.s antes. lus misioneros prnleSt3ntcs de Haw.'.t.1 vivían experiencias similares a las clanes Y aldeas se subordinaban al jefe de acuerdo con el cambio de bandos. El cambio se realizaba
de su:- J"\'.trc:· de hj1. '"Si jcl re.y Liholiho] abr:fZ..:i la nuc,·a religión'", le dijeron al reverendo Ellis sin grandes trastornos, puesto que, como señala el reverendo Hunt, "porcualquicra de los bandos por
ni 1822, "t\"-j\)~ nos(•tros le, seguiremos'" (Ellis, 1969: 41). lin día en que el misionero Hiram el que luchasen, estaban luchando por su propio jefe" (19 de octubre de 1845). Dcrrick asimismo
H111¡:ham íuc :¡ amonc.:~t.ar :.ti rey, rl'giamcnle ebrio, •·y le dijo que Dios no estaba contento con esa parafrasea a Tácito: "En lo que se refiere a la gen1e común, la causa de su jefe era su causa" (J 950:
1
,·('llllucta", i.1/iulltw resp0nd!(), "' Yll :-:oy dios. ¡Qm.'.-. demonios! Salga de mi casa " (Hammau: 6 de 78). Estas deserciones constituyeron un buen ejemplo de la relación entre la soli<laritlad jcr.irquica
t·rn·,.1 de b23) Er1 In~ a~Llnll'ci1111Lntm siguü,n1cs, entre lm que figura la muene de L1holiho, la Y la concienc13. "tribal" o "nacional", tema que se retornará más adelante.
T

~~
puesLO que todo esto sucedió cuando estaban en el umbral de la victoria. En las ¡lologos podrían mencionar muchos sucesos exóticos de la misma forma estruc-
semanas siguientes, los re.beldes de Mbau pudieron amotinar a algunas personas tural, si bien con el riesgo de obliterar la distinción entre historia y rilual. 12
deRewacontra Thakombau y el cristianismo. Pero Rewaya no funcionaba como Considérese el incidente famoso de los anales Zulú en el que el ejército
una fuerza coherente. Y en la batalla de Kam ba, la ausencia de la principal hueste triunfante del predecedor de Shaka, Dingiswayo, se disuelve repentinamente
de Rewa resultó ser una grave (o fatal) desventaja para los restantes adversarios cuando se produce el rapto y asesinato de este último: un revés de fortuna
de Thakombau.11 La real correlación de las fuerzas y la consiguiente marcha de completo que inspira al misionero-etnógrafo el JX)CO halagüeño comentario
los sucesos-con efectos todavía visibles en la estructura de la política de Fiji- sobre "la inutilidad innata del pueblo bantú una vez privado de su jefe" (Bryant.
habían modificado el ser del jefe sagrado, cuya eliminación repentina disolvió 1929: 166). En realidad, toda la confederación Mtétwa confom1ada por Dingis-
la finalidad y la articulación de sus ejércitos. wayo se destruyó con su muerte, lo que dio la oportunidad a Shaka, jefe de la
Esta es realmente una historia de reyes y batallas, pero sólo porque se trata "tribu" zulú subordinada.t 3 El resto, como dicen ellos, es la historia, incluida..~ las
de un orden cultural que, multiplicando la acción del rey por el sistema de la crisis de proporciones cósmicas que acompañaron los ataques contra la vicia de
sociedad, le da al rey un efccLO histórico desproporcionado. Voy a sintetizar Shaka, y también la muerte de su madre, complemento femenino de la autoridad
algunas tendencias interrelacionadas del caso de Fiji, tomando como base la dualn guni (véase Heusch, 1982). Toda la nación zulú se sumergió en paroxismos
conjetura de que son paradigmáticas de una historia al estilo heroico. En primer de crímenes internos, tratando de evitar, mediante estas purgas masiva..~ del m:11.
lugar, la fuerza general de las circunstancias, (como, por ejemplo, la presencia la conjunción del Cielo y la Tierra que sucedería naturalmente a la caída del
europea), llega a ser el curso específico de la historia de acuerdo con las deter- gobernante celestial. 14
minaciones de la alta política. La infraestructura se realiza como forma y suceso Relaciono deliberadamente la catástrofe cosmolócica con la derrota
históricos en función de los intereses gobernantes, y según la coyuntura. En militar fundándome en que las dos son iguales en teoría.~ La desbandada del
segundo lugar, esta historia muestra una capacidad inusual para el cambio o la ejérciLO victorioso privado de su jefe es una representación, en la modaliclad de
ruptura abruptos: una mutación del curso cultural, que se dasarrolla como la la historia,del mismo caos ritual que comienza con la muerte del rcv divino, bien
rápida generalización popular de una acción heroica. De ahí que el cuántum conocido en la etnografía como el retorno a una situación originai de cksorclcn
estadístico pegue un salto. Como corolario, una historia de este tipo estructural cósmico. En Hawaii por ejemplo, donde la "antiestructura'' aparece no sólo en
produce grandes hombres, incluso genios, transformando los actos inteligentes reves-es de status característicos -tendremos ocasión de documentarlos niá,
de los individuos en productos proféticos para la sociedad; considérense los
brillantes resultados de la conversación de Thakombau. O, en términos más 12
Hocan hace de la posibil.idad de un dcm1mbc general. una condición cstrucllJral de la
generales, cuando la historia se despliega así como la extensión social de la per- monarquía de origen di,,ino:
sona heroica, es probable. que presente una curiosa combinación de genialidad
táctica e irracionalidad práctica. Si Thakombau ejemplifica coherentemente lo El rey tiene que probar )a cficacía de su consagración con un comhatl'.. L1 luch.1 por el
trono es una práctica regular. Las guerras orientales son en grnn medida conflictos pcrsPnalcs
primero,el derrumbedeRewaal morir su jefe y encontrándose al borde dela vic-
por la soberanía. como nuestra Guerra de los Cien Añ0s. El inccnuvo rw es el patnl'Usmü'
toria constituye un ejemplo de irracionalidad que pone a prueba profundamen- el puebJolucha simplemente para aroyar a_l dios que le hrinda blcncsL.1r. Si é_:;tc es JSc.<,.madü,
te nuestro propio sentido nativo del surrealismo obstinado. Empero, Chadwick ellos pierden todo interés y aceptan al vencedor. Lm.: e_iércitos persas. indios. cirlgalcse'i, s~
(1926: 34041) llegó a determinar que episodios análogos -la captura o muerte dispersaban en cuanto mataban a su jefe, aunque csluY1csen ganando (1933: :!7:!).
de rey enemigo que causa la "destrucción de la organización del enemigo" e 13
Las mutaciones que se produjeron luego en la organiz..ación tamhiCn dan tcsumonio ~le una
"inmediatamente el cese de las hostilidades" - constituían un rasgo recurrente historicidad heroica. no sólo por la capacidad de Shaka para mtroJucir cambios nípidm: y generales,
de la edad heroica germánica, tanto como la poesía o la historia. Y los antro- sino tambjén por la atención que prestó a las solidaridades jerárquica!- al rcconst.ilu1r el Estado
conquistado. Habiendo rcpeüdo las victorias de Dingiswayo, Shaka tuvo el cuidado de no rrfX!tir las
mcclidas de su predecesor porlas que quedaban intactas la dirigcncia y la organ11Jclón de l.1s tnflus
11 No sólo Rewa propiamente dicha sino muchas de sus 'úerras que combaten' (balij o aliadas conquistadas. Al fundir la una con la otra y al reagmpar los rcs1os de los c_iCrcltos enemigo,; en el
estuvieron ausentes en la batalla de Kamba, pese a la afinnación de Derrick (1950: 112) en sentido sistema mil.Jtar zulú, Shaka construyó un orden que evitaba los errores de las ambic1onc:,;
contrario. Aparte de Nakelo y siete guerreros de la tierra llamada tonga, no encuentro ninguna hegemónicas de Dingiswayo. es dcci r, el sistema confederado que había divid1Jo los mtcrc.:.es de b,
mención histórica de los aliados tradicionales de Rewa en Kamba (por ejemplo, Mburembasanga, tribus por al existencia de sus dirigentes (Bryant,1926: Flynn, en Bird. ]SSS: lsaacs, 1970: Kn~c.
Notho, Nuku, etcétera). Esto coincide con el testimonio de infonnantes modernos, que también 1936: Wilson, 1969).
14
afinnan que sólo una de ]as doce o trece ciudades de Nakelo se unió a los enemigos de Thakombau Fynn (en Bird, l 888: 8 l ·S~. 9 ¡ .93) e lsaacs (1970: t OS v sig.) presentan rclalOs directos de
en la batalla final. Además,Calvert, que solía visitar Kambamientras estuvo ocupada por los rebeldes estos incidentes. El señor John K. Kelly ha escrito una excelente tesis.!~ l1ccncia1ura, "i\for.,t•ul
de Mbau, dijo que estos últimos (bajo las órdenes de Ratu Mara) se habían propuesto atacar Rewa Conques! and lulu Terror: An anaiysis of cultwa{ chungc". que contiene un análisis culnir~d
después de vencer a Thakombau, por haberse puesto de acuerdo con Mbau tras la muerte de su Jefe detallado del plan zulú de dominación heroica (Cnivcrsidad de Ch1cago. Dcp.1rn..1me111.:1 d<:
(Diario: 7 de abril de 1855). Antropología, 1982).

54
adelante (Cipítulo 4 l - sino también en la e_liminaci_ón del he~cdero-aparcme de mínimos y por la fisión de las líneas colmerales de una ascendencia común.
cs:1s escenas decontaminación de tabúes. Pnvadoas1 de todo hderazgo,elpueblo Ahora bien, sociedades como la zulú y la hawaiana ---<> los reinos nguni y
dc.sahoga su aflicción autommilánclose de dí versas ':1aneras y muere ast con su polinesio en general- presentan también la evo! ución inversa. Las principales
rey. Durante diez días el mundo se desintegra, des~uesde lo cual, el sucesorreal divisiones territoriales y "de linaje" se desarrollan desde la cúspide del sistema
regresa para restablecer los tabúes y volver a dividir las uerra\;s _decir, ?3ra haciaabajo,comola extensión de la fisión doméstica en las J'amilius gobernantes.
recrear las diferencias que consutuyen el orden natural y_cult~ral. Sin embargo, Llamémosla "segmentación heroica". Este proceso, iniciado por la dispersión
a esto ¡0 denominamos "ritual", mientras que d1Stmgmm~s ~¡ de~mbe centrífuga del parentesco real, en general previendo una lucha por la sucesión, ·,
homólogo de los ejércitos llamándolo_ "?aralia", y con :;stos _termm?_s ~1mp_I,e- implica la redistribución de los pueblos básicos (o vencidos) entre los miembros
men1e marcamos nuestras propias d1s~nc1~nes entr~ la_ s1mulac1on _Y la de la aristocracia gobernante. Los principios de la descendencia son en efecto
. ¡ d" al preservar un sentido de la h1stona que la 1denufica con el reino de anulados en los niveles más altos del orden de segmentación por los privilegios
rea l1c a , • 1 l' ·
la razón práctica. Si pudiésemos quitarnos de los OJOS las es_~ as praxo ogicas, de la autoridad. Barnes (1951, 1967) da notables ejemplos de los ngoni: el
·. e todos estos sucesos" otros desde la lucha fratnc1da del interregno establecimiento de comunidades "cuasiagnaticias" en tomo de las diversas
se vena qu • o • ' • ¡· · d ¡
. Af ·c·i oriental hasta el aislam1ent.0 del rey en los ni.Os po rnes1os e a esposas reales y sus respectivos hijos varones, cuya rivalidad puede llegar a dar
~~nov:~i(m del mundo, se refieren al mismo sistema de jerarquías.Pero no puedo origen finalmente a reinos independientes. Los principales grupos políticos,
, presentar aquí wdo el tex!O de La rama dorada. . , _ organizados por las relaciones de poder entre los príncipes contemponíneos, y no
1

B:iste llamar la mención hacia cienos aspectos soctolog1cos de la monar- por referencia a la ascendencia, se constituyen así como proyecciones sociales
quía como un principio cósmico del orden. Me r~0ero a _las diversas formas de las ambiciones heroicas. 16
sociales que subyacen en la generalización de laacc1on h~~meaoelefect?de_Un- Entre paréntesis (y como conjetura), ¿no podría ser que toda la notable
Solo-lndio-Gigante. Estas que selecc10no-seg~entac1on he~m~. s?h~8:1"1dad expansión de los Estados nguni, registrada desde fines del siglo xvm incluidos
jerárquica, sucesión posicional, división d~l trabaJO en la conciencia h1ston~- Zulú, Swazi y Ndabele, fuese la huella histórica de esos procesos heroicos? El
. no son universales en las sociedades herotcas, pero probablemente son bastan- Estado probablemente se origina corno medio estructural de algún proyecto
personal de gloria.
te típinL~- . · - 1 d"f ·
Los antiguos estudiantes de la est.rucLUra s?_c1al aprecta_ran as I erenc1as Necesitamos un concepto de "solidaridad jerárquica" para seguir los tipos
entre la~ modalidades heroicas de la fom1ac1on. del hnaJ~ y los proc_esos mecánicos y orgánicos de Durkheim. En las sociedades heroicas, la coherencia
evolutivos del sistema clásico de linaJC segment.ar1O. El lmaJe segmentano se de los miembros o subgrupos no obedece Lanto a su similitud (solidaridad
reproduce. desde la base hacia arriba: por el aumento naLUral de sus grupos
16 La descripción hecha por Gifford de la segmentación heroica en las islas Tonga estaba
destinada a convenirse en un hito famoso de la controversia sociológica emre los especialistas en
1s S h 1 ·tos fúnebres de los jefes gobernantes hawaianos consúltense Handy Y Pukui Polinesia:
(l97º· ·1~6,~7t ~amakau (1961: 104:7); Ellis (1969: 175 y sig); Stewan (1970 [1830]: 216);
ctcét~~. Pongo j3 palabr.i •·anucstmctura" entre comillas para s~alar las reserva~ ~e suelen hacerse Todo indica la necesidad de una línea de jefes poderosos que cons1i1uyeel núcleo en tomo
· d por y Tumer (1969d) de Commw111as como cond1c1on amorfa de la del cual se agrupe el linaje mismo. Sin esos jefes, el linaje parece languidecer y morir y sus
al concepto enuncia o · ' d · · d
solidandad .'en oposición al orden cstructur>I (socic1as). Desde Juego, no se trata e ausencia smo _e miembros se van uniendo gr•dualmenie a otros linajes en ascenso. Este proceso de
una inversión de la cstructurn, en consecuencia. de ~na forma por pr~p10 ~crecho, cura alternancia realineamiento contradice, desde luego, la regla de descendencia pa1rilineal, que en 1eoría,
· onnal 1·mpLi.C3 impon.antes relaciones de soberarua (vease el Capitulo 4). y en gran medida en la práctica, determina la penencncia al linaje (Gifford, 1929: 30).
con 1a rnonarqu,a n . . · ·d d.. lº d
La historia hawaiana también da test1momo del ~c_rrumbam1cnto ~ la mc_apac1 a rea _e
urrn reacción organi,...ada y colectiva ante los peligros militares en ausenaa del Jefe gobe~ant~. El Las discusiones han quedado silenciadas (o, en lodo caso, deberían haber quedado
.. - d fra¡'ala bril.inico Broughton da el ejemplo de una revuelta de 1796, cuando un Jefe nval, silenciadas) por la cuidadosa descripción de la organización tonga, realizada por E!i1.aheth Boll
1 1
~-~~:;: ch:ndo• la ausencia del rey K.amchamcha, se apoderó fácihnentc de la mayor pane d~ la is~a (198 t ), y sus ... excelen1es ejemplos del proceso de segmcn1ación en cuestión (págs, 4 Jy sigs.). Una
\awai"i. T,unpoco ¡x,día preverse una gran resistencia, según llrough1on. puesto que no hab1a nadie de las lecciones de la controversia podría ser que no debemos esperar una "conciencia del linaje"" en
1
las poblaciones básicas de las sociedades polinesias jerárquicas. En realidad, en Hawai, donde la
p:n.a dirigirla:
segmentación heroica Uega aun más lejos, con las jefaturas de los distritos en niveles relativamente
El lcl rebelde. Namabcha] poseía cuatro de los seis distrilos Jde la isla), y se estaba bajos de la segmentación, redistribuidas por cada jefe gobernante en1re sus parienles en el momento
.accrc..1.ndo a Karakak(x>a (Kc.1lakckua], donde ex.islÍan pocas p~obab1lida~es de r:s1s1enc1a, de su acceso al poder, el orden jerárquico local ha sido completamenle erosionado. Tampoco cabría
lucsto que sus habitarucs se ncgab:111 a luchar ai no tener un Jefe en qu1~en con_fias:n ~a~ esperar que el pueblo tuviese sus propias genea}ogías extensas y, por consiguiente, sus propias Hneas
~irigirlos; en rcalid.:id, la única persona de ese rango era .M.:1.hooa, que hab_1a perdido la. v1st~-- jerárquicas y relaciones colarerales de solidaridad, en oposición a los jeíes que se les imponían
1
Estc. dcsc::i.ha mucho ir con nosotros a \Voh:ihow !O ahuJ para poder _explicar lo que succ~~~ constantemen1e. Schwimmer (J 963, 1978) ha documentado con sensibilidad los modos más sutiles
~, Tarna:ihmaah IKamch:uncha]. pcrú el pueblo, al no Lcncr otro JCÍc, no se lo pcrmlllO en que los "clanes"" (hapü) maoríes son constituidos por los jefes domina111es y bajo la forma de
(Br-iughton, 1804: 69) aLanzas poliucas.

57
1

mecánica) o a su carácter decomplemenwios (solidarJdad orgánica) cuanto a su escenas de fratricidio o parricidto, descriptas con frcrncncia en !ns ;11t;ik~ ,k \; 1
misión común al poder gobernante. El corolario de la)solidaridad jerárquica es historia heroica. 1'
una desvalorización del sistema tribal tal como lo cqmocemos: puesto que la Y en la medida en que las generaciones rnuc11as esLructur;ilmrntt· "pes,1 11
colectividad se define por su adhesión a un jefe o nhy determmado y no por como una pesadilla en el cerebro de los vivos", estas luchas pueden no tener rm.
atributos culturales distintivos, del mismo modo que lok lazos de parentesco y las "Sí, 1852", decían los nativos de Tonga, "ése fue el .u1o ... que peleé con rl rey
relaciones con las tierras ancestrales son disueltos pqr procesos como el de la Tii'ufa'ahau". Pero, comenta el etnógrafo, "la persona rc~tl que peleó nm el re~·
segmentación heroica. Chadwick observa una y otra vez la ausencia de un Tii'ufa'ahau había sido el padre del tatarabuelo del que habl:tba" (Bott, ¡ 1¡:-; ¡ :23).
sentimiento o interés "nacional" en la edad heroicaeur~pea; en cambio, el Estado Todos conocemos el "nosotros mayestático". Aquí. como cxpresilin ck la
era, al parecer, "considerado poco más que la propiedad del individuo [gobernan- sucesión r1osicion:it, existe una más radical aún, "el heroico yo". Así. el jefe de
te]" (1926: 336). Así, Benveniste observa que, fuera ~e Europa occidental, no un subclan del remo de Luapula de Kazembe decía: ·
aparece en el vocabulario clásico de las instituciones pndoeuropeas un téi:mino
para sociedad. En cambio, el concepto "se expresa de 1tra manera. En particular Llegamos al país de Mwanshya ... 1\·laté un puku Iantílope J ... Dimos p;inc
se lo reconoce bajo el nombre de reino [royaume]: l~s límites de la sociedad de la carnea Mwanshya. Preguntó ele dónde procedía la sal v se lcdiio. Así
coinciden con cierto poder, que es el pader del rey" ( 19p9, 2:9). Desde ~ste punto que ~nvió gente que me mató. Mi madre estaba enojada ·y fue a lmscar
de vista, el potencial para e_l dér~_cmement q~e hemrs visto e_n Afnca, y _que medie mas para mandar rayos. Destruyó la aldea de Mwanshva ... Lukoshi
podría equipararse a la m1grac10n y conqmsta en Germama, Mongolia o me d!jo entonces que siguiese mi camino y que él se quedaría y gobernaría
Polinesia, parece característico de la edad heroic : la contrapartida en la el pa1_s de M wanshya. De modo que nos fu irnos ... Lu hunda ... tuvo nnticias
historicidad de determinada jcrarquía. 17 1
de m1 fu~rza. Vino a vernos y ~e ca~ó con mi madre. Ellos se fueron y yo
Además de la ambición personal y la gloria, las~atallas de los personajes me quede (Cunmson, 1959: 2_,4; vease Cun111son, 195 ¡. ¡ 957).
reales en el centro de estos torbellinos históricos debetj relacionarse también con
algunas estructuras. Puedo demostrar esto erJ el caso dp la lucha fratricida de las Todos estos sucesos, incluso la muerte del narrador, ocurrieron antes de que él
familias aristocráticas de Fiji, y probablemente la exjilicación serviría para los ílaCteSe. 19
Estados de Nguni, asimismo caracterizados por las apanzas poligínicas de los Por el yo heroico -y_ diversos complcn1entos como, por ejemplo, el
gobernantes con _mujeres de r~go pertenecientes a_clares ~stratégicos o Estad~s parentesco perpetuo- las prmc1pales relaciones de la sociedad son al mismo
vcciílOS. Esas alianzas constllu~en el conJunto mas a¡mplm de relaciones poh- uempo proyectadas históricamente y encarnadas en las personas de autoridad.
ticas. Pero dado el caso, los h1Jos de un soberano detcrmmado, como repre- Los antepasados contemporáneos, esas figuras heroicas. son cstructurantes sólo
sentantes de los pueblos de sus respectivas madres,! concentran en su propia por el hecho ?e s_cr, en tanto que la existencia de otras personas se define por la
persona todo el sistema regional de intereses político$. Una amplia correlación de ellos. En tcrmmos europeos esto es el "poder", pero el "poder·· entonces es un
de fuerzas sociales se realiza en las relaciorJes inter¡personales de las familias v~or de pos!ción o sistemático. que puede funcionar por"inllucncia'· 0 por cocr-
reales, especialmente las rivalidades entre los herm~rJos por línea paterna, y c1on. Ademas, la estructura encarnada en esas personas de autoridad puede resul-
depeílde de su resultado. Es incómoda, emonces la *osición de la cabeza que ~• por cons1gmente, mm une a lo que hagan realmente otras personas. Está rn
lleva la corona real. El peso estructural que se ve obligado a soportar al paren- _1uego la relación histórica entre el orden cultural y la práctica empírica, que vov
tesco aristocrático permite explicar la intriga bizanti1ª• que culmina en crueles a e_1emphf1car nuevamente con la cultura de Fiji. ·
En _las leyend~s d_inástic~ se relata el orig.en de la línea gobernante a partir
17 Chadwick escribe sobre "'la inestabilidad de la sociedad htroica": de l_a umo! de un prmc1pe mm1grante con una mujer de alto rango de un pueblo
md1gcna. De ahí en adelante los jefes se presentan como 10madorcs de esposa
Los seguidores miüuues de un rey amante de la paz, a Trienos que éste fuese muy rico)'
18
generoso, tendían a dispersarse graduahnente,_ mie~tras~e el grueso de la población no
.
S o b~e l asm:_ngasrea
. . 1e: de Ios E·stados f 1.11sdcMbauyRrwa,consúltcnsc\\'a
...
1crhou~c(UH~6),
importaba nada. Ante la falta de una organizac1on ve deramenle nacional o de un
De_mck (19?0)o \\1lkes (184), vol. 3): sobre Lau. Hocan (19~9). Eid (1977). Subrc ca.se>.< europeo,
senlim1cnto nacional iodo dependía de las cualidades ,rsonales de los líderes. Bajo el analogos. vease Chadw1ck (1926: 33S y sig.).
reinado de Tcodorico, los ostrogodos constituían el prin~'pal poder en Europa, pero a los 9
: El .. yo heroico" seencucnlra en los órdenes jerárquicos maorí es.en Tonga, en Fiji, tantociilrc
treinta años de su muerte, desaparecen y no se vuelve asa r de ellos. Los servios, dirigidos
los }orub~ como entr~ los. luapula, y probablemente en muchos más. Este uso se anali;·.a en S.thlms
por Duvan, parecían destinados a absorbcrtodo lo que que aba del imperio griego: después (1981) baJo!a denommac1ón "elyo del parentesco", siguiendo a Johanscn ( l lJ:i4) sobre los m¡¡ories.
de su muerte no ofrccieron res~stcncia efica~ alguna a los tu fos. Lo~ remos de 1aedad heroica ~~ caso de los ~aoríes es en re.aLidad relauv~ente dcmocr.iüco. aunque es más proh;iblc qut· cJ rey
griega parecen haber sucumbido a antagomstas mucho m~· os tembles. Son tan numerosos, l)· no los dC111as) emplee la pnmcra persona smgu}ar con referencia a los antcp.i$a<los J,strn,•uilh;s.
realmente, los casos de esta índole_quc tal vez esl_é justi cado considerar que el desastre o al clan (haouJ en su conjunto. '"'
20
nacional es el final normal de esas epocas (Chadw1ck, 19 6: 461-62). La ~ütica fijiana ·se anali1.a con más detalles referidos a la cultura en el c~1puulo 3.

5X 1

1
e hi ios ck las hermanas para los habitantes de la tierra. Como veremos en el
capi111lo siguiente, el concepto fijiano de la divini_dad del jefe es un corolario de
. '.'Probablemoato .ºº J,,goato coo o! m;smo grado de ;mehg""da",
escnb1a un_o_ de los pnmerok comerciantes blancos entre los zulú, "que esté
menos fam1ltanzada con su bfstoriaque los kaffir" (Fynn en Bird, 1888: 104). A
esu1 relación original. Pues la famosa prerrogauva del htJO de la hermana es
juzgar por los buenos resultados obtenidos por Bryant (1929) al recopilar una
apropiarse de los sacrificios hechos al dios del linaje de su madre. De e_ste modo,
detal!ada tradic_ión zulú, la adrmación d~b~ referirse a la generalidad de la gente
el jefe tit·nc derecho a recibir las ofrendas hechas a los dioses md1ge_n~s. El
c_omun. Ademas, los euro~s que res1d1eron en los primeros tiempos y en
sustituvc a los dioses del pueblo en este mundo, llega a ser su forma v1s1ble u
hombrr-d1os /kalouramata! (Hocart, 1915, 1936). Ahora bien, no interesa,desde uempos poste~ores con los r·ualmente inteligentes habitantes de Australasia,
han tenido la misma expenen ta, por lo menos en algunas regiones. El misionero
d punto de vista de la estructura, que ciertos matrimonios corrientes entre
Hun_t dij? de los fijianos que "no saben casi nada sobre su pasado. Su origen y
muieres inferiores de los clanes aristocráticos y hombres del pueblo puedan
su h1stona s?~ todo un miste ·o para ellos" (28 de octubre de 1843). Malani df
co,iuadecir el status divino de la línea gobernante como tomadores de esposas.
Lakemba (F1J1) era bastante locuaz, descubrió Hocart, "pero se decía que sabía
Precisamente, lo que hace la gente común no es decisivo de manera sistemática,
poco porqu~ s~ había educa¡entre la gente común y no entre los nobles" (Wf:
compa~a<lo con los efectos sociales de un orden elevado, sedimentados P?r las
22). A_lg? s1_m1(ar se r~la~ e un informe reciente de Madagascar: "La historia
relaciones aristocráticas. Y los aJtosjefcs de Fiji, hemos vistO, siguen haciendo
no _es_ta d1stnbmda eq u1 tau v en te, porque tenerla es un signo de poder po!ítico-
his1oriJ difcrencialmentecon matrimonios poligínicos que equivalen a sistemas
reh~t~~o y de ~utoridad" CF_ eley-~!k, 1978: 402; véase Fox, 1971, sobre
de alian1.J imcrtribal. La estructura no es estadística. No es la expresión en las
insuwrioncs de las frecuencias empíricas de las interacciones. Como dice el Rou). - Los eJempl?s pod~tn_ 1:1uluphcar~e, pero el mejor seguiría siendo
21 probablem_ente_ el bnl!a~te hs1s de Cunmson sobre las distinciones políticas
pro\'erhio maorí, "el gran hombre no se oculta en la multitud". en la conc1enc1a h1stonca d los pueblos de Luapula (1951 · véase Cunnison
EL profesor Barraclough (1978: 58) nos dice, refiriéndose a la nueva
1957, 1959). ' . '
historia, que "todas las generalizaciones", incluidos los juicios históricos tales
En el famoso artículo~ P?c~k,_ "_The 1ntlzropology o[Time- reckoning"
rn111<1 "im¡xirtantc", son "inherentemente cuantitativas", lo cual, es de suponer,
(1964), se h~ce de _la ,;onc1ebc1~ h1~t_?nca dif~renc1~l un aspecto de la lógica
se aplica también a su propia afirmación. Para la hiswria heroica, enwnces, la
f?rrnal de la1erarqma. La coórdmac,on mayor , escnbePocock, o nivel alto del
rc\'.la t.:stadisticJ eficaz sería algo así como un Principio del Importante: el que
sistema social, "incluye a la Inferior". El parentesco brinda así una indicación
n;cnta. l:sto demuestra, cuantitativamente, que la "imporcancia" es un valor
temporal general de los diversbs incidentes de la tradición del linaje o el recuerdo
rn:il1t:111,·o, en primer lugar (véase Thompson, 1977: 254-55). 1
personal, los cuales, consid¡rados en sí mismos, serían, en sentido estricto,
El complemento de esta estadística heroica es una división política del
11~1li;1jo en l:1 conciencia cultural e histórica. El tiempo de la sociedad se calcula 22 En los reinos austronesios de Polinesia, la restricción del conocimiento his1órico-
en \'.L:ncalrn~i:1s dinásticas, así como la hiswria colectiva reside en las tradiciones gcnealóg1co (y, P?r consiguien1e, u, bién cosmológico) al ámbito de la élite esiaba marcado de
rL':;les. En los rituales del esu1do y los consejos políticos de la élite, los planes modo similar. AS!, este pnmer info~e sobre Tonga del misionero John Thomas:
,·ult uralcs cstún sometidos a la manipulación y elcomentariode los especialistas, Podemos observar que el co ocimiento de los dioses, su origen o el origen de ]as cosas del
como, por cjL'.lllplo, sacerdotes y gcneaJogistas, ligados a los inte~eses _do~inan- mundo terrenal no eran tema comunes que estuviesen dentro de la esfera de conocimientos
tc s. 1\ 1H:111.ras que, en las aldeas, los antropólogos tropiezan con cierta md1feren- de la gente común o ?e sus ntereses; su _obligación era obedecer a los jefes -a quienes
c 1a anlC' la Gran Tradición histórica, sumada a una tendenciaporpanedelagente personas de mucho mas rang4 que ellos "?'smos los habían informado qué er" Jo que debían
hacer-y crcer_en sus cosas¡sagradas. Una de estas Jefas del más alto rango, considerada
a dar rc,puC'st:is pr:igmúlica.~ improvisadas a las preguntas sobre las "costum- como una es_pcc,e de s"":1d1ola, fue la ex unta Tamah~ [sobrina por pane de hermana del rey
br,•,". en luQar tic las e~óticas exégesis sobre el significado de las cosas que sus sagrado, Tui Tonga!. quien el-a una Dama m1eligenus1ma, un oráculo vivienie; sorprendía
,rnnk1c111oics habían aprendido a considcrnr "la cultura". Los breves y simples rea1;nenteescucharla re!alllrsjcesos que habían tenido lugar, con los nombres de Josjeíes que
habian gobernado y de_ sus esposas y familias correspondientes a varias generaciones
;111aks 1k los pobrL'.S. pasadas. Parece_queeste upo e mformación secorúiaha amiembrosdc esta familia y de otras
:J L.:1 ~-~,1 si mcion a largo pl:t.1A'1 de relaaones graciJs a un "casamiento fundan.te", tal vez
1 1
unponanles, quienes la recib1I con sumo cuidado y la comunicaban fielmente a las personas
le,ieihf:11 h,. e~ JcsJt: luc~o c:uactcrística de los: sistemas de sucesión posicional. Y la ponderación adecuadas para que se prese ase (Thomas, MS)
¡f¡inL'IKJ;d a1nhu1J:1 a un cas:unit"tllü aristocrático por lo general es una razón de principios, válida
r1H ¡,., meno, r:n:1 !-i(~1e.d3dcs: de cieno tip~, pues la_ ~i.stinción e~t~e- las reglas d~ matrimonio
. Del mismo modo, Kameham ha, el. '.amoso conquistador de Hawaii, eligió a la hija de su
pre'-' rq,!i\':1:- y prdcren...:1alc~ no ucnc f'('tr que ser adnuw1a en un analis1s e_structui:alista. De modo hermano para ser la dcposnana de la trad1c1on y la ~cnealogía reales:
qut· ¡,1 reg 1a de 1111crc:11nb1u gcncr:d17. ado, 911c íunciona a veces entre los ~a_s altos .Jefes, parece tan El sislema de enseñanza esa slmamcntc riguroso. Se empica han personas por orden del rey,
1c__- ,. \·:1 en la (trl.!:m 11~tc1011 de la soc1e.dad tonga como es mínima en la pracuca social. En todo caso, que actuahan como profesor~s. se la recluía ccm ellos de la manera más absoluL.a <lunmlc
1 1 1
ni j;¡~. ~t,c·r~i:idc,s puhncs1as, ia gente comün casi nunca se casa, en el sentido ritual. sino que viven mue-has horas del día, con po9as rnterrupcioncs, durante varios años [/he Polynesian, 21 de
u \,:-, ,r.,,h,, pu,:. ·v l:1 durac11Jll ~- rcsuludo de dicha convivencia son mcienos hasta que nacen los
1 111 Junio de 1845 /l lonolulúJ, oh,tuar,o de Kck:wJu,,hiJ.
hqt>' , qn; 1~c,,nn,:1d1.'~-

\ (¡ 1

1
insignificantes desde el punto de vista social, y sólo du ación, e~ lo _qu se refiere
7
a lo temporal. lgualmeme, en expresiones típicas d mcl~s1on Jerar~_uica, el
ción-los mismos tipos de diferencias que marcan una diferencia en el 111110 n
rito de la realeza-en el relato delo cotidiano y lo mundano. Es nüs, los chislllcs
hawaiano de los viejos tiempos imagina su propia b agrafia en func1on de la de la gente suelen repetir acontecimientos fantásticos tan fabulosos como los dd
actividad del rey: "Nací cuando Kamehameha conqu stó O'a~u"; "Tenía edad milo. Es una especie de mito de la vida cotidiana." La conciencia cultural que
suficiente para cargar piedras cuando K~mehameha c?n~yo el e~tanque de la élite objetiva en los géneros históricos aparece, en cambio, en las actividadL'S
peces en Kiholo", y expresiones por el esulo.23 Sus pr p1as vidas estan calcadas prácticas y en los anales corrientes del pueblo: una división del trabajo cultural
sobre la del rey: correspondiente al modo heroico de producción histórica.
¡Sobre el rey! Que nuestras vid~, ~ues as almas,
No necesitamos exagerar el contraste con nosotros mismos. dacio que el
Nuestras deudas, nuestras sohc1tas e osas, interés general del Estado burgués ese! interés particular de sus clases dirigentes,
Nues1ro hijos y nuestros pecados, recaigan obre el Rey! . como enseñó Marx. Pero la sociedad capitalista tiene un modo ele rnanifesl3ción
(Enru¡ue V, IV ,I) distintivo y, por consiguiente, una conciencia antropológicn definida. que im-
pregna también las disposiciones teóricas de la Academia. La teoría nativa "Boo-
Exagerando, el pueblo está al borde de la " encia_ de historia". En jwas" dice que los productos sociales son las expresiones acumuladas ele las
Hawaii, la constante redistribución de las tierras e tre los Jefes goben;3'.1tes acciones individuales. y por lo tanto respalda la situación prevaleciente en los
impide toda formación de un linaje local, reduciendo l s recuerdos genealog1cos deseos y opiniones de la gente, que en general se deriva de sus sufrimientos
de la oente común, en gran medida, a recuerdos perso ales. Al haber perdid? _el materiales. La sociedad se construye como la suma institucional de sus pr:íctic:1s
contr~l de su propia reproducción s?c_ial, como señ la ~o~L: e~ 1~ ~1tuacmn individuales. El lugar clásico de este folklore es, desde luego, el mercado, donde
análoga de los tuareg, se deja.a los md1V1duos sm una reciac1on_ h1stonca de las el éxito relativo de los agentes individuales autónomos, en consccu,~ncia el orden
principales categorías culturales (Bonte ?' ~chard, 19 6: 270 Ys1gs.)._Para ello~ político de la economía, es mesurable por las panes obtenidas respectivamente
la cultura sobre todo "se vive", en la pracuca y com habuus. Sus vidas trans en el boún público a expensas de quien corresponda, Empero. este proceso social
curren con un dominio inconsciente del sistema, algo así como el control de las es experimentado por los que participan en él como el ¡,,rrado m:íximo de sus
categorías gramaticales que tiene el hombre de la call , su_m_ado a lo~ c?nceptos satisfacciones personales. Y puesto que todas esas satisfacciones --desde escu-
domésticos del bien que les permiten improvisar l act1v1dades d1an~ en el char la Sinfonía de Chicago hasta llamar a casa por un teléfono de larg:.i dis-
nivel de lo pragmático y realista. Es~ domin!o irr~fle ivo de la percepc1_on Ye~ tancia- requieren la reducción de diversas condiciones y relaciones sociales a
precepto es lo que Bourdieu denomina habttus: es ~~mas de p_ensam1ento ) su denominador común mínimo que es el gasto pecuniario, a fin ele lograr una
expresión ... [que] contituyen la base de la mven 10n no deliberada de la afirmación racional. de los recursos finitos de uno, da la impresión de que toda
improvisación regulada" (1977: 79). . .. . . ,, . la cultura esW organizada por la eficiente administración de los individuos. Esta
Ahora bien, elcódigo del pueblo no esen con1un o tan limitado . Es ~1erto impresión se refuerza por el proceso político democrütico en que el hombr,~ ck
que los reyes hawaianos tienen genealogías que se re ontan a 963 generaciones la calle cuenta por "uno" (un voto), representando así a los poderes gobernantes
de antigüedad, relacionadas con mitos cósmicos y le ~ndas ~~ales cuyo relat?, como "la elección del pueblo". En consecuencia, los supuestos cuantit:11ivos,
especialmente en la controversia política, es un~ m mpulac1on _expresa de las populistas y materialistas predominantes en nuestra ciencia social no pu,:tlcn ser
categorías culturales. No obstante, la gente comun p r ~~ parle llene ~~cenas o accidentales, o no hay antropología.
centenas de parientes y amigos con temporáneos sobre q ~1enes sm cesar ~uentan Por otra parte, los diferentes órdenes culturales estudiados por la ammpo-
historias" 0 dan información. Empero, no se trata d mform~ cualquier cosa logía tienen sus propias historicidades. Aun los órdenes del parentesco. I-1:tri,:n-
sobre cualquier persona; hay como una determinac ?n selecuva -~e lo que es do caso omiso del paso del tiempo y las generaciones, el parentesco Crow-
significativo según los cánones de valor cult~al. S1 Fulano, el ~1Jo me~or_d~ Omaha transforma los hechos contingentes del matrimonio en relaciones per-
Zutano, se casó con Mengana-tú sabes, la h11a ado tad~ favon~ de la fa_rmha petuas al congelar linajes enteros en las posiciones familiares asumidas en una
Kealoha- y se mudó al campo para dedicarse a l agncult~ra , se esta em- alianza inicial. Asimismo, los sistemas matrimoniales elementales rcprodm·irían
pleando toda una serie de distinciones y relaciones ntre la he_rra Yel mar, la indefinidamente las relaciones de los grupos que se vinculan por el matriminio;
agricultura y la pesca, los hijos mayores y los menor s, el nac1m1ento y la adop- mientras que, los sistemas complejos, definidos ncgativamerne por reglas que se
2,.:. La relación c;Üslcnte entre los dusmes comunes v. <ligamos lai. ccnc~doní;u; reales c,t,i
23 Excelentes ejemplos de este tipo de reflexión_ autobiog '_fica pueden ~ncontrarse en los
deliciosan1ente ilustrada entre los pueblos Je Luapula por la ~lim~logia ~- d~stinu del ~-n~11m,d_~.. :sf1i,
testimonios de la Comisión de Límites del Reino Hawaiano en la ecada de 1860._ Depa~;en~o ~e
q.ue se refiere a los "asuntos·· o "lradjcioncs'' del grupo. Procede de la meseta de Bemha dundl:
Agricultura y Recursos Naturales, Libros de la Comisión de Lími es, en los Archivos de sta o e
s,_gnifica simplcmcme "ch1sme•·; sin embargo más tarde fue recmplai'.ado por l:.1 palabra inglesa
Hawaii. significado (Cunnison, 1951)

62
. . • <lucen la discontinuidad en las sistema de mitología, y, a que era evideme que las panes más imporl.antes de sus
o¡Hme11 al casamiento entre pantnt_e_s, mtr~.ición tras generación. Los ilingot comunicaciones estaban c ntenidas en esas formas figurativas, los intérpretes .. .
aliarw1sdclosgruposysurcformu ac1ongenc; ·as \'1das sociales como si cada rara vez (o nunca) ... po 'an traducir los poemas o explicar las alusiones ... ,
. • · 1 . d' q e inventan sus prop,· · Obviamemc, sin embargo, n mi carácter de gobernador del país, no podía permitir
acltlan segun 1a ll ca c u . d I FT . as (Rosaldo 1980). ¿Pero no se que se corriese un velo tan pido entre mi persona y los ancianos e influyentes jefes
l!cneración estuviese rc<lescubnen o a~ ' ,pm . leJ·o c'ombinado con una
· . .·. ·stema de matnmomo comp , a quienes tenía la obligac ón de vincular a los intereses británicos y a la raza
ref1crc.'n ellos as, ,1 un s, . · e a largo plazo de los brir.ánica... En esas circuns ancias sólo podía hacerse una cosa, y era familiarizar-
. : t' .. ) que ademas genera un c1err ·
fil iac 1ón opta uva (cog_n.1 ,c,t : . , de la residencia? Sal vopara los ilongot, me con la antigua lengua el país, reunir sus poemas y leyendas tradicionales,
momentos de d1spers1on del ¡Mrcn1csco Y roduce tras vestida en los inducir a sus sacerdotes a q e me enseñasen su mitología y estudiar sus proverbios
i~ual que para los norteamencanos, la estr11ctura se rep s" v a través del (Grey, 1956 [1855): págin s preliminares sin numerar).
· • " ·mos a nuestros corazone - ,
aforismos del hab11us - segm . , d di h habitus. La cuestión no es la
dominio ,rreflcx1vo de l~s perce~ci_on~~ e ~ h~ ·ws en oposición a su objeti- En consecuencia, la his ria documentada de las guerras polinesias co-
auscncia de estructura, smo su mscnpc10nende. . i_. , f ndamental de las es- mienza donde concluyó la his ria fundamental de las guerras del Peloponeso.
.. .. .; · • 25 Aqu[ hay una 1stmc1on u
vacam como rniupocllC.l. h cionado·entrelasque Y si la antropología hereda en onces una famosa colección de mitos gracias aJ
. •ersalmente a las otras que e men ·
tructuras, que corta uans, · . te •,nd·,,,,dual )'lasque or!!anizan realismo práctico de las batall , es porque los maoríes, que creen que el futuro
. ¡ dO tr· , , · del subconsc1en ~ .
se pract 1can so ire to ~ ,t\ :~ . ección de las relaciones míticas. estádetrásdeellos,encuentran n un pasado maravilloso la medida delas exigen-
explícitamente la acc1on h_1~toncalcomo p~oy 1 de este último caso, elegido cias que se les hacen en su exi tencia corriente (véase Johansen, 1954).
y 1 ..1 relatar a conunuac1on un argo eJcmp o . . . d Ejemplifico con una car compuesta en el estilo de la oratoria pública, en
ta~1;hién por el cscúndalo que representa para una h1stonograf1a orto oxa. la cual el auLor, un jefe, envía u a amenaza de guerra a otro jefe bajo la forma de
una canción de amor (Shortla d, 1856: 189-92). Según la autoridad p7i.kehii
l\1ito-praxis (europea) a quien correspond el ejemplo, la amenaza se encuentra en el
.. ,. de La gw:rra de¡ P•/ oncw Tucídides explica su estribillo: "Laman o queseext ndió y se replegó tapuse transformará en noa [es
En h "lntHHlucc1on e op . , . decir, 'libre de tapu', 'profana' ." La mujer le dice de es Le modo aJ pretendiente
.. , . . . h. st ·, iOdoslosclementosdelomarav1lloso,puesto
i111enc1on dcclumnardesu , ona · . b . na p'ieza de escritura que antes había rechazado qu si vuelve a intentarlo va a Lener más éxito,
t · "Mi tra aJO no es u ·
que, corno reconoce mo destamen e.. ' . . d.. ·no que fue hecho para supuestamente, que lo que ant sera intocable (tapu) podrá ser tocado (noa). 26
. . f . . el c:usto de un publico inme 1ato, s1 .
des1111ada a s:111s ace, • · . . . . • f' ccidentaJ de la Verdad sm Así, el jefe le está diciendo a su nemigo que aunque la última vez salió ileso, si
1
ti urar por siempre•·. Así com ien7.a ~a uslton~g;:é~~~ Vemant, 1979: 196 y sigs.) seatrevearegresarpuedeesper una cálida bienvenida. Los maoríes entenderán
ornamcntosocltnunfodcl /ogosso)ree m1 o 1 "P facio" de su Polinesian la aJusión puesto que desde el omienzo de la humanidad, el sexo ha sido una
Curioso, entonces, qt~c Sir Gcmgc Grey' en e ni/:u . ran corpus de mitos batalla que ganan las mujeres, transformando la muerte del hombre (detume-
Mvtltologv. cuente coino se vio oblltlgado_ aNrto.u1bndo gcrobcmador de Nueva facción) en la vida del pueblo ( 1niño). Los maoríes dicen "los genitales de las
maones ·
a f'm le 11r·J• r cierta "'uucrra. po lílCSl,l.. s· nG • <>pronto descubno
1 rL ••
que mujeres matan a los hombres". etrás de eso, además, se encuentra el milo del
/,l'lamlia en medio de un levanL'.1m1entomaodn, l lf eorgey la paz con los jefes origen de la muerte en el cuaJ el baucador Maui, en un vano intento de lograr
• 1 estiones dcc1s1v·:15 e as guerra
nu podí:i 1ic-goctar _as cu : . . .· .' d' -poesía y mitología: la inmortalidad para lahumanid d, muere estrujado en la vagina de la antepasada
rnaorícs si no pose,a un solido conoc1m1ento "su . -guardiana del mundo delos m erlos (Best, 1976 (1924]: 145 ysig.; 1925: 763-
. 1 . f s en sus discursos o en sus cartas, c1ta- 67, 944-48; Goldie, 1905; Joh sen, 1954: 228 y sigs.; J. Smith, 1974-75).
1':1r:1 mi sorpresa ... descubn que os JC e ' d . ta' m· ten e iones fragmenLos de
.·. p·n 'XjJhcarsuspuntos
ban con rrccucnua, •1 • '-'· · .
cv1s e • ~ .
e basaban en un antiguo Es evidente que los maorí s son astutos mitólogos, capaces de seleccionar
1
:uniguns 11L1~1ll~L~ y proverbios, o hacían a us10nes que s .... del rico conjunto de tradiciones las más adecuadas para satisfacer sus intereses
~ · · d ¡ " · xis" maorí del momento, como ellos los ent en den. La característica de su mito-praxis no es
. 1 ·¡ ' t • en tantos se.nudos las antítesis e a m1to•pra. .
:, l....'.1 rr:lct1c:i htstpnc:.i de: os I ongo e~ · . , d R R 0saldo· .. A.un el más irracional la existencia (o inexisLencia) de sos intereses, sino exactamente que son enten-
• . . · subravar la observac1on e • · ·
que va :t descri_birsc, que es ncccs.~no. . 1 l . Las af1m1adoncs de los llongot sobre
,k IL1~ hcdws 1n:1c1t1n.1lcs lo 11.:dlc :ll~a,·csado poi r alcu lura.d.. ·stacabJn cienos hechos de la vida y
didos así. Los maoríes, como ce Johansen, "se encuentran a sí mismos en la
- • i 3 s en 1onn'ls cu tura es que
el p:1s:h1~, l:St:Jbau 1ncorp...>r.1t. . ... d. l
'-
·o r evaluar v ordenar el mundo a que
¡ historia" (1954: 163). 27
su ¡~:1ut·id:1 mJ.nerJ. · e se ecc1 na , .
silenci:ilxm olnJs me J 1:111 Ie· · · _1 .. -. de los ilongot podria provocaren
.. (J 9S(} 1·¡ IS) De otro mouo 1a roca1og1a · 26 O bien el significado es que el v rón que mejor preservó su lapu la próxima vez se mezclará
<.·111dah:111 nm c:sm~ro ~ · · · .'"' · . ' \f n ,-,,,dam ..nte además Rosaldo es capaz
· d , itnhsmo metodc 1Oí!!CO. 1
el etJlt'1gr:1h.l un r:1 1,1üsO _in 1' h · . •·
° ..u "' .. '
·momal 'Jnt . -- d
combmac1on e con la mujer, y, por consiguiente, lo per erá, interpretación respaldada por el concepto maorí de la
h túnca de los 1loni.!Ol con e 1 stst....m:l m 31n , relación sexual como muene del homb (véase más adelame).
tk v1nntl:i.r b com·1cnc1a is • .L T . da eenera--ión mientras lJ opone a 1as
,n:1trnrnH11ü c.__m1ph:y._1 y de rntcrc.:mh10 9uc uni JW a ~ª., ~, fusió~ del p:uentesco {véase 1980: rl Los maoríes ... describen el pasad comongaraomua, "los díaspordelame", y el futuro como
:i.l\':11.TTlll'~, y de dcn10:-lrar. 1.1mh1i:n, les ciclos de rep:1n.c1on) . . kei muri, "detrás".. Avanzan haci el futuro con sus ojos en el pas¿._:.lo. AJ decidir cómo actuar
ldO)

65
. . . tes de ese discurso mítico de la rebe-
Aunque hay e1emplos todav1a v1~~;sca itán) Gréy aNuevaZelandia, me ahora no irá contra sus deseos, termina citando dos proverbios que significan que
lión misma quelle~o a Sir ~eorge~:n~ ara ittentar decodificarlos.28 Tal vez, él solo y a su debido tiempo tendrá salisfacción. "Ustedes conocen el proverbio
encuentro en el m!S!~O di_J~ma q d" p osimilartomadodelareconstrucción que dice 'El enojo de los parientes es un fuego que arde con fiereza' fes decir,
1
entonces, se me p~rmita util) : ~:i~~c~i:a de los ngapuhi, la tribu que instigó su propio enojo por la muerte de su hijo], y otro que dice' la mano sola puede obte-
que hizo John Wh1te ( 18~4 Rou hombre de cieno predicamento en ner el alimento necesario para su propio cuerpo"' (WhiLC, 1874: 185-93).
el levan1.a:miento en cues~óf. E} or~~o~~bía perdido a un hijo en combate y ahora El pasado maorí es un vasto plan de posibilidades de vida, que va desde los
lacomumdad,aun~~:no e masa bÍ de la tribu de que las víctimas de los antiguos mitos hasta la memoria reciente a través de una serie de épocas paralela,
se opone a la dec1s1on de !~ nota e~rradas en Jugar de comidas, debido a las en la estructura y análogas en los sucesos, y cuyo contenido cambia sucesiva-
enemigos tomadas en revan~ a sean e~e los >OS beligerantes. Rou comienza mente de lo abstracto y universal a lo concreto e individual, de lo divino a lo
t
relaciones de parentesco ex~S en~e~ e~ y p~¿onsiguiente, la descendencia Y humano y al grupo ancestral, de la separación del Cielo y la Tierra a la
recitando la leyenda ~el ?ngen e e ~an~s Esto lleva a una disquisición sobre delimitación de los territorios de los clanes. 29 El tipo de transformación entre el
1 1
caráctercomunesdes m smoy osan
1 · · os· "El hombre es como el
la . , d 1 . crocosmos con el macrocosm . mito sagrado y la leyenda histórica que Dumézil ( 1968) encuentra funcionando
la re c1on e m1 d . 1 ·ento Elmundotieneunsuelo:elhombre en diferentes ramas del tronco indoeuropeo aparece así dentro de la tradición
mundo ... Tiene v~z: el ~un o uenea v:e R~u reconoce los poderes de los jefes maorí como una sucesión conectada de etapas, con el agregado de que el
tiene un corazón • etcete:ª· No _ob~~ d • la eneralización heroica: "El hombre movimiento que va de lo cósmico a lo "histórico" se consuma por la expresión
sobre el cosmos, y enuncia el pn~c1p10 n~ rufección todo sopla en esa dirección. definitiva de la misma estructura que .. .la vida real. En los mitos cósmicos se
es como el viento. Si e) vien:t~ ae; :breslo alab~n ... así como el viento sopla encuentran las posibilidades genéricas. Nacimiento, muerte, enfcnnedad. sexo,
Si un hombre alaba al Jefe, t os o~ o la dirección que se les señala ... " Pero veniranza, canibalismo: las experiencias básicas están conslituida, por los
en una dirección, los hombres sop an e;ienza en el origen del mundo. Recita el
entonces plan~~ª su desacu_e[tº• t:i~~)
mito recopilado por Grey, digamos de
hechos de los dioses-antepasados primordiales. Pero cada 'tribu" (iwi) tiene
además una humanidad específica, originada en los atributos de sus propios
mito de los HIJO~ de Ran!I
1 os ~h- ~riarelataelorigendelcanibalismoentre antepasados y la saga de su migración desde Hawaiki, patria espiritual de los
paso, enPolynesw~"'!Y ogy. ib~ismo qm~ es también la insLitución y maoríes (véanse los ejemplos expuestos en Simmons, 1976). El orden de la
los antepasados di~mos,. un can Tu ante >asado y protector del hombre estructura social se establece, en consecuencia, mediante la progresión a trav~s
posibilidad de la ex1stenc1a humai~tori; los ¿tras hijos de Ran~i, que son los del panorama neozelandés de antepasados tribales y ciánicos que dejan sus
guerrero, derrota a su~- hermano: m y , eces los alimentos silvestres y los huellas en el conjunto local de accidentes geográficos que toman sus nombres ele
pro~enitores de los P~Jª~?~~~º!o8t"~e~l:}(:i~ tapu) y consumible. Así, Tup_uede los hechos realizados por ellos, y en el conjunto determinado de pcrson:L,.
culuvados. Derrotar ~ig h facultad que transmite a la humanidad. -1 humanas y "naturales", que descienden de sus múltiples uniones con mujeres del
consum~ a la progenie de sus ~rman;s~,, sostiene Rou, "y eran hermanos ... yo 1
'pueblo agrícola' indígena (langa/a whenua). En esto, la estructura social es la
"Si los dioses se ~ornen unos a o~?, o ~era los que mataron a mi hijo?" Rou ¡
forma humanizada del orden cósmico. El protolipo es la búsq ucda primordial del
pregunto ¿por que no se me perm1~t?c~ºcon otro sobre el origen divino de la divino antepasado Tane -Jane, el fecundante- para la uha, el elemento
luego refuerza este a~gumento m1 I etró en el corazón de los hombres, incluido femenino: búsqueda que dio origen, en una serie de exóticos experimcmos
brujería, que explica como el mal pen íbal A pesar de asegurarles a los jefes que sexuales, a diversas clases de pájaros, árboles, insectos, aguas y rocas, y final-
su propio proyecto de la venganza cam .
mente a la humanidad mediante el acoplamiento del dios y una muJer form,1da
. rama de la historia desplegado ante sus ojos. y eligen el con el mons veneré de la Madre Tierra (Papa). Del mismo modo que Tinc en
en el presente, examinan el pano , ·1 lo muchos que se presentan allí. Esto no pequeña escala, así actuaron los antepasados tribales en Nueva Zelandia. De
modelo que resulte más adecuad~ y ~11 entre el 'pasado para orientarse, transportando el
significa vivir en el pasado, smo msp1Ta~~.;~. modo que las principales relaciones culturales se transmiten mediante una serie
pasado al presente y al futuro (Metge'. 19 ·. t ¡sos en una reunión con el Gobierno en el de formas cada vez más diferenciadas y delimitadas, correspondientes a la
28 Los discursos hechos por jefes maones amis¡ o respondencia del entonces gobernador,
e conservan en parte en a cor .
transmisión en la esfera o segmento social, desde los mitos primordiales hasta l:ts
transcurso de esta guerra, s
d.
11 d
.. t.aban tan enos e re e
f renc,·as alegóricas
. .
y respuestas a anllguas
di leyendas tribales y ciánicas, y desde estas ú!Limas hasta las historias familiart's,
Fitzroy. Pero los_ ,scursos es anenofueron comprendidosporlos m1S1oneros, que no pu eron hasta que -transportadas en las referencias ancestrales de los dichos prowr-
costu":bres n:•on_e:; que_e~ gr9•;6p·41n· véaseCarlcton, 1874, 2:78-79). De igual modo, descnbe Be:t
traduc1rlosalmgles (Bmck, 1 . ' 1 .f a d, "se pronunciaban los d,scursos mas biales, los nombres propios o el pronombre 'yo'- terminan siendo el orden de
. . . de guerra de os Je es, cu n ' .
los trad1c1onalcs conseJos b d e•traños aforismos y refranes anuguos, con
d discursos re osantes e ' . cl" d e Ia ra za 29
elocuentes y conmove ores, h
muchísimas alusiones a los afamados ec os e h d los antepasados y a los milos as1cos
Los ideas sobre el sentido maorí de la historia prescn1'!das aquí. fueron esumulad,s
polinesia" (1902-3:46). especialmente por Johansen (l 954) y por un estudio inédito de Gregory Schrcmpp. "Thc P.:l//ar. rj
Maorí My1holo¡;y", a los cuales estoy reconocido.

66
(1
la existencia actual. L1 forma definiliva del mito cósmico es el acontecimiento masculina divi~a, se denomi~a _iho, término que se refiere además, al corazón y
lafue~deunarbol(H.W. W1lhams, 1975: 75). AquínuevamcntcaparcceTifnc,
corriente. pro?e.~1tor y cuerpo de los árboles, que en el mito tL~umió precisamente esc.a
"'La vida que \os antepasados vivían en la historia futura es la misma que
la existencia aeliva de los contemporáneos vivos" (Johansen, 1954: 163). pos1c1on entre la TíerrJ y los sagrados Ciclos. El hermano menor de los dioses
Johanscn introduce así un contraste entre el sentido histórico de los maoríes Yel "el 9ue se ensalzaba a sí mismo", el "provocador de la degeneración", Tanc, sd
de los occidentales, semejante a la inteligente crítica que hizo Furet de L' histoire paro_ ~o?re su c~bcza, apretó a la Madre Tierra y, en un acLO semejante al
,'vénemcntiellc, según la cual ésta es necesariamente clienta de ideolo~ías pamc1d10, separo al Padre Ciclo de su abrazo a empujones. Apuntaló luego a éste
finalistas no exisliendo otra manera de hacer inteligibles los sucesosconceb1dos con cuatropo~tes,con la ~yu?a de sus divinos córnpliccs--entrccllosel guerrero ·•
como irr~pcioncs súbitas de "lo único y lo nuevo en !~concatenación del ti~mpo" Tu, qu~ realizó el sacnfic10 (~umano) _necesario-, para posibilitar que str;
( \ 97'2: 54). Para \os maorí es, esos sucesos no son praellcamente nuevos o umcos progenie humana tomase poscs1011 de la Tierra (véanse Gray, J956 (1855); B cst,
sino que se perciben inmediatamente en el orden admitido de la estr~ctura, como 197~ [1924]; J. Si:riith, 1974-75; S. Percy Smilh, 1913-15; véase, además, el
idénticos a su orüzinal. De ahí que, mientras que el pensamiento occidental lucha Cap!lulo4decste hbro). O.según otro ejcmplo,en una época posterior el hombre
por comprender iá historia de los sucesos contingentes que elabora para sí m!:mo 'descic~de' (heke, 'migra') atravesando las aguas desde la patria espiritual de
in\ll)cando fuerzas o cstrucLUras básicas como, por ejemplo, las de producc1on o Hawruk1 hasta Nueva Zelandia, utilizando una canoa hecha con un árbol, otro
mcn10/11é, el mundo maorí se desarrolla como un eterno reromo, como la cuerpo de Tane. La creación, la migración y el parto son otras tantas versiones
¡ 1

1
m:.inifeswción recurrente de las misma experiencias (véase Eliade, 1954). Este de la misma historia. Así, el padre le canta a su hijo recién nacido:
rnbpso del Licmpo y el acontecer es armonizado por los maoríes con un t~r~er
Fue él [Tane] quien puso los poslcs del ciclo que nos cubre,
1ém1ino: cikanga. la acción característica de los seres y las cosas que se ongma Luego lÚ naciste al mundo de la luz (Johanscn, 1954: 161)
en su nawralcza propia. Si el presente reproduce el pasado, se debe a que los
habitantes de este mundo son exponentes de las mismas clases de ser que
viv1cron antes. Esta relación entre la clase y el individuo es la idea misma de . Volvemo~ así_directamente a la historia, en realidad, al levantamiento
descendencia. es decir. de la relación entre antepasado y descendiente, Ycomo m1sm_o que llevo a S1; ~eorge Grey ~Nueva Zelandia y (para cerrar el círculo)
es bien sabido para los maoríes todo el universo es un vasto parentesco de linaje nos dio los texLOs eanomcos de esta mitología. Toda la revolución del 844-46 fue
rnmí111. Siendo éste el caso onLOlógic.o, debemos ser cautelosos, como adviene acer~a ~e cierto poste, que t.arn bién tenía algo que ver con la posesión de la Tierra:
Johanscn. antes de atribuir a los maoríes nuestras propias ideas sobre el carácter el masul en el que flameaban los colores británicos sobre Kororareka en Bahía
individual de los sucesos y de la experiencia: "Nos parece bastante obvio que una de las Islas, ~or m?cho ~iempo la colonización europea más populosa. No estoy
vo. que ha ornrrido un suceso, no se repita nunca; pero esto_es exactamente lo hablando (solo) f1gurauvarnente. En cuatro ocasiones distintas entre julio de
qu(· p;1sa·· (1954: l6 I ). Por consiguiente, las mismas expenenc1as del pasado 1844 Ymarzo de 1845, el "rebelde" maoríHone Heke y sus guerreros dela tribu
crn1sti1uycn !J forma en que se experimenta el presente: ngapuhi derribaron el mástil. Y la persistencia de Heke en destruirlo sólo fue
igualada por la insistencia británica en resucitarlo. Después del úilimo asalto al ·
E, a motiv,, de w1a alccria pura, sin mezcla para el maorí de los viejos tiempos mástil, las tropas británicas, ayudadas por algunos maoríes "leales", libraron tres
podl'r decirle a un e11c11.1igo: "Me comí a Iu padre" o .. a tu antepasado", aunque ese
combates con Heke y sus aliados, en los dos primeros de los cuales los colonos
suceso hubiese tenido lug:trdiez generaciones antes de la suya ... (Best, 1902-3: 71;
1m_po_nan_tes fue_ron_ ~01:ilmente derrotados. Pero en todo momento, para Heke, el
lo dcs1acad<> es mío) mas~Jl m1smo_s1gu10 s1~n?o el putake o te riri, la 'causa raíz de la guerra', en el
Para los m::iorics, la ontm!enia "sintetiz.a"a la cosmogonía. El acto sexual senudo ademas del ob1euvo estratégico. 3º
hum:.Jno recrea la unión origin:il del Cielo masculino (Rangi) y la Tierra "El lucha sólo por un objeto", se lee en un informe de un diario contem-
femenina (Papa). En particular, los conjuros empleados en los rilas de la poráneo, "que no se erija el as~ de!ª bandera" (Carleton, 1874, 2: Apéndice, vi).
concepción son los que pcrmitieron que el primer padre Tiine eng~ndrase un_a Tampoco perdonaba Heke el mteres por el saqueo que parecía motivar a algunos
prole humana con la mujer forrnad::i con l::i Tierra (Hine-ahu-one), forJ3da a P8:?r
· · ¡esfuentes de este análisis de la rebelión de Hone Hcke son: Bruick (1926)
JOLa s pnnc1pa
de Pap:.i. L~ fisiología del nacimiento ~e convierte ~n la ~aga de ~a creac1on
Burrows 0886), Carleton (1874), Cowan (1922), Sinclair (1972), Wards (1968), W. William;
l vbns<.' (ioldic, 1905; Best. 1929). El vientre es el po. Segun el po es la larga
(18~7? Yel mforrne dado a Maning por un jefe anónimo de los ngapuhi que lucharon del lado de Jos
nnchc de 1:1 :.iuto~c,t.aci(m del mundo, que sale finalmente al ao, el 'día' o mundo bntamcos (Marung, _I 906: 220-323). Al escribir esto no tuve acceso a los libros del Rutherford sobre
de los humanos; los dioses (ao m.arama). Un sinónimo de placenta es whenua, la guerra de Heke mal Tratado de Waitangi (pero véase Rolherford, 1961: Capítulo 8). Tampoco
que tunbién .,ig~ifica · sucio' o 'tierra' en referencia a la madre primigenia: El . Oamentablemenle) he podido consultar las abundantes fuentes de los archivos de Nueva Zelandia e
Inglaterra.
cmdon umbili,·al que \"lncul:1 a csw tierra con el mño, producLo de la sem1lla

69
otros:" 'lucharemos', le dijo a su aliado KawiLi, 'sólo con el asta de la bandera' 'poste-monúculo', como un poste o árbol fijado en un montículo ba.10. Esta
" (Ibídem, xliv). En el cu.arto asalto, el 11 de marzo de 1845, KawiLi Y sus instalación imita la fecundación de la Madre Tierra realizada por el dios Tanc,
grerreros se desplegaron para atacar el asentamie_nto europeo de Kororare~a de la cual salió la humanidad, o bien la separación primigenia del Cielo y la Tierra
como maniobra de distracción ¡para que Heke pudiese escalar el cerro Y tomar lograda porTane; Tan e, desde luego, tranformado en árbol. En el tuahu ancestral
el mástil! Una vez cumplida su propia misión, Hcke y sus hombres s~ sentaron de los pueblos Tuhoe, se colocaba un emblema físico (mauri). que representaba
en la ladera del cerro para observar la lucha que se desarrollaba en la c1_udad. En el prestigio y la estabilidad del grupo tribal. En descripciones procedentes de
mayo de 1845, Hckc discutía ~on el reverendo ~urro;Vs _l'.1s ~ond1c1oncs del otras zonas hay una vieja punta de canoa (una vez más Y-ane) como poste central
gobernador para firmar la paz:" Una de lascond1c10nes , d1Jo, debe ser que [el del santuario, y el emblema puesto en el poste o cerca de él era el dios del pueblo,
gobernador] no levante otro mástil'". (Burrows, 1896:30). . asimismo albergado en su 'canoa' (waka) o contenedor especial (Skinncr,
Por su parle, los británicos, si bie~ no le atribu~~ ex~c~~~nte la misma 1911 :76; Hiroa, 1977:480-81). Dada esta asociación entre el tuahu y el reclamo
finalidad al mástil, sabían cómo apreciar su valor s1mbol1co Y ª?ºPtar la ancestral de la tierra, se puede entender por qué Hone Heke siempre dijo que el
reacción adecuada, de pánico general. Casi todas las veces que dembaban el asta de la bandera de los británicos significaba su posesión de la tierra, si no ¿por
mástil se enviaban nuevos pedidos de refuerzos a Australia: para mosu:arles a qué persistían en levantarlo una y otra vez? En cambio, los cronisuis contem-
los ma~ríes como se insistía en un despacho, que los británicos estaban dispues- poráneos son prácticamente unánimes al afirmar que Heke f uc instigado para
tos a proteger a sus mujeres de los insultos y a su bandera del "de~h_o~or". lanzar sus ataques con el mástil por agitadores ajenos, sobre todos por el cónsul
Empero, cuando los maoríes insurgentes atacaron Kororareka, l~s _bntamcos, norteamericano local. Sólo el reverendo Burrows (1886:6) escribe que la
después de rechazarlos en un primer momento, abandonaron prec1p1tadame?te bandera que flameaba sobre Kororareka se le señaló a Hcke como "un 10/w", un
la ciudad ante la enorme perplejidad de los maoríes, que "nunca !º hab1an 'signo' de que "su país los había dejado". De otro modo, se supone que creemos
pedido, nÍ habían luchado para eso", y en su "confusión" incluso vacilaron p~r que a Heke y otros jefes algunos hombres blancos con intereses creados les
unos instantes antes de saquearla (Carleton, 1874, 2:93). Con respecto al m~sul decían que los maoríes podían terminar con la dominación británica derribando
mismo, los colonos ya habían demostrado más decisión. El ~ob1emo conside- el mástil. Se puede juzgar el mensaje según lo entendía Hckc, sin embargo, a
raba una imperiosa necesidad "mostrar los colores" y prop~rc_ionaba una b_andera partir de su propio análisis:
.1
mejor protegida cada vez que debía reemplazarse. En la uluma oportumdad se l
rodeó el mástil con una empalizada y un fortín. Yo dije "¿qué significado tiene el mástil?" La gente blanca me respondió: "el mana
de la Reina está en la bandera. Hay tres tribus [iwi] en ella". Yo dije: "Dios ltiw
Debe de haber habido algún malentendido funcional aquí, puesto que los
esta tierra para nosotros y todos nuestros hijos" (Carlcton. 1874, 2 Apénchcc C:
maoríes no parecían tan interesados en la bandera como en ~l másti). En el tercer xlvi-xlvii).
ataque, Heke, después de haber derribado el asta, se co~ten Lo c?n deJar la band~r_a
en manos de algunos maoríes "amigos" que habían sido des1gna?os para v1_~1- Las "tres tribus" se referían probablemente a los ingleses, los escoc..:ses y
larla. Sin embargo, el fortín finalmente debe haber confirmado la mterpreta~~on los irlandcses. 31 En todo caso, los maoríes ya habían manifestado su propia
de los rebeldes, porque toda la construcción parecía ahora cla~mente un tuahu interpretación de unos postes semejantes en 1836, cuando un buque ele guerra y
maorí: un altar cercado dentro del cual se levantaban uno o varios postes, como
dos barcos mercantes franceses anclaron en la Bahía de las Islas y colocarnn
los que constituían los sagrados recintos de los asentamientos ~aoríes Yencar-
naban sus antiguos reclamos en las tierras tribales. En esencia, entonces, los
31
británicos coincidían con el punto de vista maorí. En setiemb_re de 184? ~¡ ?o- Hcke se refería, allemat.ivamcnte, a los bntánicos. los franceses y los nortc-.amcricanos, Lts
bemador envió una carta a Heke en la que sintetizaba las condiciones bntamcas Lres variedades de paheka correspondientes a este periodo de la historia de los maorí es, o irH.:lus,, n
para la paz, que eran las siguiente~: pr\~ero, q~e,.5e resp~tase el Tratad?, de los soldados, marineros y colonizadores. las principales divisiones de los europeos locales tllir,mle
la rebelión, considerados también por los maorícs como tipos ancestrales distimos. El Anón,mo de
Waitangi de 1840, por el cual se cedía la soberama a la Rema, y segundo, lo_s J\gapuhi habla así de los soldados y marineros briLárucos que partjciparon en la primera hatal111 con
colores británicos debían ser sagrados" (Buick, 1826:207). En reahdad, en abril los rebeldes maories:
de 1845, cuando 470 soldados británicos navegaron hacia Kororareka para
restablecer"lasoberaníade la Reina", su primeracto después dedesembarcarfue ¡Qué personas tan finas son estos soldados! Delgados, altos, hermosos; todos parecen jcícs.
izar la bandera británica en la playa. . Y su paso es como el de} vuelo del chorlito en el aire, tan ordenado y derecho. Y Justo 1.:on
los soldados llegaban los marineros: son de una familia <lifcrcnlc y m.\ c.stán relacionados en
Asimismo, cuando los antepasados de los pueblos d~ Tühoe y !'lgauawa absoluto con los soldados, pero son valientes y vinieron a buscar la revancha por los pa, 1cnlt~s
desembarcaron en el Bahía de Plenty, "la primera tarea sena que realizaron lo~ que habían perdido en la lucha Kororarcka. Tenían ropa,;; diferentes de las de los sold.1dus y
inmigrantes fue la construcción y santificación de un tüahu, o lu~~ sagrado fusiles conos y espadas largas y pesadas; hablaban y reían m.is que los solcbdt>S y hl:i11Jían
(Best, 1925:724). Best describe este recinto sagrado, llamado tarnb1en pouahu o sus fusiles mientras avanzaban, y mascahan tabaco (~faning, 1906:248).

70 71
prqucfías banderas alrededor del puerto para medir el terreno. Los mao~íes
locales atacaron esas banderas de los "Oui-Ouis" -así se conocía a la tribu es, como dice J?hansen, "la sustancia misma de la creación, lo que hace que el
francesa-, pues llegaron inmediatamente a la conclusión de que "estaban mundo sea habitable para un maorí" (1958:85). Los postes del cerco o de las
32 esquinas del rüiihu son los 1oko, término usado en el mito de Tane para nombrar
wmando posesión del país" (Carlcton, 1874, 2:29).
Hay rituales tradicionales de los maoríes, practicados dentro o fuera de los las estacas que apuntalan al Padre Cielo, y cuyo significado como verbo es
rccimos sagrados (cüiihu), en los que se utilizan postes clavados en monúculos, 'apo~~•, 'empuj~ a cierta distancia' y 'divorciar'. Toko puede emplearse
semejantes a l~l~ manipulaciones realizadas por Heke con el mástil levantado en tamb1en para refenrse al poste o palos centrales; un término susLiLutoes pou, que_
el cerro. Se derriba un poste femenino, negativo, de la muerte (toko mace), como verbo quiere decir 'fijar; dejar inmóvil' (H. W. Williams, 1975:297, 434;:
dcnomin:ido 'Gran Montículo (o Mons \leneris) de Papa' (Tierra), dejando Treg~r, 19?9:528-29). Se deduce que la creación de un 1üiihu o una casa /apu
erguido un '1Tmhu de los Cielos o poste masculino de la vida (wko ora), todo con de! d10s eqmv~le a la separación del Cielo y la Tierra en el propio plano terrestre;
los conjuros adecuados que significan la expulsión de los efectos indeseables deJando la meJor parte del plano libre (noa) para que la ocupen los humanos. Por
(véase Bcst, J925, 1072-74). 33 Pero en el mito de Manaia, como se relata en su consiguiente, se dice que: "el jefe de cualquier familia que descubriese una
propia Polynesian Mythology, Sir George Grey podrían haber ~ncontrado la extensió~ de tierra desocupada y tomase posesión de ella" -el iüiihu, como
interpretación m:L~ exacta del aparente fetiche de Hone Heke. El muo representa hemos visto, es el símbolo de esa posesión- "obtenía lo que se denominaba el
un motivo m:iorí común de disputa por la tierra entre sucesivas partidas de mana de la tierra" (Shortland, 1882:89).35
inmi1~rantes proce.dentes de Hawaiki. Mediante un ardid, la gente de la segwtda La guerra ?e Hone Heke ya tenía muchas generaciones de antigüedad antes
cam,; pueden probar que el tüiihu local es de el los, o bien que el de ellos es el más ?e co1;1_enzar. Cierta vez Heke trató de explicarle al Gobernador que su propia
mdoc1h~ad tampoco er~ "nada nuevo" sino algo heredado de sus antepasados:
vir jo: "Entonces ellos miraron los postes del cüiihu; los postes del tüahu de Arawa
estaban crudos [es decir, todavía verdes]; los de Tainui fueron cocidos con fuego un prom mente ad versar10 maorí confirmó en realidad que había existido durante
p:ira acekrar su secado" (H. W. Williams, 1975: 444). Frente a esos argumentos, cinco generaciones (Buick, 1926:42,198). Sin embargo, la guerra tenía un
los colonizadores originales no pueden hacer nada y se ven obligados a prec~ente mm_cd1_ato en la carrera de un famoso jefe ngapuhi de la generación
34 antenor, Hong1 H1ka, cuyas conquislas, alianzas y persona t.ralaba de asumir
abandonar sus tierras, a irse a cualquier otra parte.
La fuerza mito-pr.ktica del argumento reside en que el recinto sagrado, al Hone Heke. La carrc_ra de Heke seguía una modalidad tradicional de usurpación,
rl'crcara nivel de la comunidad la separación original del Cielo y la Tierra llevada o al menos de mov1ltdad a~cendente, propia del guerrero-jefe de mana compro-
a cabo por Tan e, recrea el acto que pcnnit.ió a la humanidad heredar la Tierra. Esa bado, mclu1do su matrimonio con la hija de Hongi Hika. Este respeto por lo
separación del Ciclo (Rangi) y la Tierra (Papa) ocle la oscuridad (po)y la luz (ao) precedente se extendía a las elecciones tácticas de Heke de los sitios para librar
las batallas, adoptados en primer lugar por las asociaciones históricas con Hongi,
3.-:! Es imaginable que esos postes se tomen como signos (rahu1J de tapu, que era también una En este caso, las alianzas y enemistades tribales de la última generación se
c1erta opinión maori sobre el m:ístil de Kororareka, por lo menos mientras los derechos aduaneros enrolaron en la oposición de las fuerzas rebeldes y pro británicas durante el
se.guí~nt teniendo vigencia (JJltCs de setiembre de 1844). Aw, así 1 el poste tendría esencialmente la 1e van tam iento de Heke, si bien muchas de estas relaciones de principios del siglo .
1111sm:l sir.nificaClón que los del t"iiahl4 y otros postes (véase más adelante) . . . XIX no eran smo restos recientes de anliguos recuerdos de vcnganza. 36
33 la1 existencia de un polo negativo (u •·oscuro") en el tuiihu, por oposición al polo pos1uvo (o
"cfo10"). Pln lo g1;ncra.l se relaciona con la función preservadora por absorción o neutralizac!ón de 35
los ckctos malévolos; así, el aspecto femenino del polo negativo, con analogías con las funoón de Dado el valor general y productivo del mito de Tiinc, no sorprende que la construcción ritual
las muimos vivientes en !:ls transformaciones del lapu. Cuando el jefe se conaba el ca.beUo por de los postes, con el fm de preservar a algún grupo o individuo, también se encuentre en muchos
ejemplo, los mechones conados podían ponerse en JUühu para proteger al jefe y a la comunidad de contextos fuera del iüiihu. El poste colocado a la derecha de la entrada de una fonificación maorí
la c.xpos1ciún negligente a esa sustancia peligrosa. De ahí que el excusado de la alde~ - podría albergar al mauri del lugar: denominado pou reinga, aparentemente conectaba el fuene con
es¡x-cialmcntc, b b:ma sobre la cual uno se agacha, separando la vida (delante) y la muene (detras}- 1-tawaiki (;Reinga; véase Skinner, 1911: 76; H. W. Wil\iams. 1975:297). Tuhoe podría colocar un
1an~hil:11 puede ser conocida como un tuiihu. siendo sitio de famosos rituales. poste que representase al mauri personal de un niño, similar a ]a prácLica existente en olras panes de
·'"' \'éascShonland, t 882: 69-70. La peculiaridad del cuento de Manaia relatado por Grey es que plan tt' la rama usada en los ritos "bautismales" (lohi) (Best, 1976:365).
3
los c.oh.HHi'~Hiorcs onginalcs habían prestado poca atención a la construcción de un iüQhu, de m~o !fone Heke era sm duda un parvenu en Lénninos generacionales, y dentro de la "tribu"
qu(' cuando t,.1s recién llegados fueron ca.pace.<; de señalar el lugar sagrado que habían construido, ngapuh1 probablemente también lo era en ténninos genealógicos. Fue basándose en esos
M:mai3 se vio oh ligado a reconocer sus reclamos de todo lo demás, incluso las casas y los desmontes fundamentos (entre ot;os), q~e Tamati Waka Mene -al parecer él mismo un jefe ngapuhi por
,¡uc él y su !"''!"" gcnle habían hecho. (Crey, 1956: 179-80). El informante ngaú-awa de Best derecho de sangre (vease Milkes, 1845,2:383-84)- reunió a la oposición maorí contra 1-teke
pn,porcion:1 todavía otr.:i versión, Lal ve;~ la más pcnincnte para el presente análisis. Pío, q~e se (Burrows, 1886:5, 14-15; Dav1s, 1876:80; Shonland, 1856:264; Carleton, 1874: pássim: Rutheford,
cnorgullecia de descender del pueblo indígena de la tierra (zangala whenua), se preocupo por 1961_:78). Con respecw a su famoso precursor, Hongi Hika, la carrera de Heke es realmente clásica,
s6ial:trle a llcsl que el ¡¡,¡;1,,, de los inmigrnntes de Hawaiki era realmente el lugar sagrado (poUilhu) no solo por su casamiento con la hija de Hongi, sino también por el hecho de que Heke era el hijo
dt"I pueblo ori¡~in:1\, cunccntr:mdo así en una frase la usurpación reali1.ada por los extranJeros dela hennana de Hon_gi. o por lo menos el hijo de una hermana clasificatoria.por lo que puedo deducir
:m~10cr:11 icoc. y vi,,lcnlos (Bc!-l, 19::!5: 7~4. 1045). de algunas observaciones un tanto ambiguas de Carleton (1874, 2: 13-l 4n). Cabría observar que
Hong1 tuvo h1_1os varones, que heredaron su propiedad, dos de los cuales vivían cuando tuvo lugar
Un jefe ngapuhi que peleó del lado británico ha_dejado un rel_alo mágic? de algo más intangible y cnigmáurn: ele lo que habí;1 succd1tlo rn ¡¡.;.HJ rnandu
de la guerra, lleno de estructuras profundas mitopoéucas de!ª. polwca mao 1; los jefes, al aceptar el Tratado de Wai1:111gi, cedieron lo que' In, bril;inico,
como también fabulosos cuentos de batallas del tipo que Tuc1d1des nos enseno
2 gustaban llamar "la sobcranía". 37
a dejar de lado (Anónimo de Ngapuhi en Maning, 1906: 220-323; White,
1855: 144-46, 175-76). Esa ignorancia fue en realidad uno d~ los proble~as que Todos tratábamos de averiguar por qué el Gobcmadorestaba tan ansioso por lograr
tuvieron los británicos, según esta afirmación: eran combatientes esplendido~, que hiciésemos esas marcas. Algunos de nosotros creíamos qur el Gob<."mador
pero no sabían nada en mat~ria ?e pre_sagio~. Sin embargo, tal vez _se podría quería embrujar a todos los jefes, pero nuestros amigos pakcha se rieron de este
encontrar un indicio en la h1stonografia occidental ortodoxa y, haciendo una pensamiento y nos dijeron que la gente de Europa no sabía ernbnijar a las personas.
virtud de los limites del tiempo y de la teoría, reducir toda esta mito-praxis ~ la Unos nos decían una cosa. olros. olra ... No sabíamos qué p.:nsar. pero lodos
deseábamos ansiosamente que [el Gobernador] pudiese venir pronto; pues
realidad básica de la coyuntura económica. La actividad mística debe haber sido
teníamos miedo de que todas sus mantas y Labarn v 01ras cosas se terminasen antes
realmente práctica ¿o sucedió que la actividad práctica era en realidad mística? de que viniese a nucslra parte del pafa, y ·de que n~ le quedara nada para pagamos
Entre 1840, cuando los británicos tomaron el poder en Nueva Zelandia,_y por hacer las marcas en su papel. .. y cuando nos reunimos con el Gobern;idor, el
1844, la parte norte del país experimentó una seria disminución del comer~10 hablante de maorí [es decir. el intérprete] nos dijo que si poni.unos nuestros
europeo, privando a los maoríes de alimentos extranjeros a l?_s q~ ya~ hab1an nombres. o hacíamos cualquier lipa de marca en ese papel, el Gobcmauor entonces
acostumbrado. La depresión se debió en parte a la despoblac10n pak.eha en favor nos protegería, e impediría que nos robasen nueslra tierra culti,·ada ,, m1cs1r,Ls
de la nueva capital establecida en Auckland y, en parte.a los aranceles poi:uar_1?s plantaciones de árboles y todo lo que nos perteneciese ... El hablante' de maorí
impuestos por el nuevo gobierno colonial. Aun así, una simple explicacwn siguió entonces diciéndonos algunas cosas. pero el significado de lo que dijo estaba
económica de la rebelión de 1844 sería problemática, puesto que muchos de los tal oculto que nunca lo hemos descifrado. Una cosa entendimos bien. sm embargo.
pues nos dijo clarameme que si nosotros escribíamos en el papel del Gobernador,
maoríes leales estaban sufriendo (si ésa es la palabra) tanto como los insurgentes
una de las consecuencias sería que vendrían mucho., pakcha a este país a comcrci ar
de Heke.Los leales eran conducidos por hombres de linaje aristocrático opuest~s
con noso1ros, que tendríamos abundancia de mercancías valiosas ... Nos ale eramos
en teoría maorí a las pretensiones de Heke, y es notable que entre ellos hab1a mucho de oír esto (Anónimo ele Ngapuhi, en l\faning. 1906: 223-25). •
clanes y tribus que habían sido víctimas del predecesor de Heke, Hongi. Empero,
si la estructura de la coyuntura no puede determinarse directamente a partir de
los intereses materiales la arremetida de Heke contra el mástil sí parece · Por su completo misterio. los curiosos jeroglíficos que los jefes maoríes
lógicamente adecuada a 1~ crisis económica. O, por lo menos, esta reacción maorí agregaron al Traiado de Waitangi sólo podrían igualarse a sus diversas disposi-
ante la situación colonial era tan mitológica como la pragmática de la presencia c10nes. El Gobierno de su Majestad se había visto impulsado a intervenir ¡x1r el
europea era metafísica. Para los maoríes, la crisis material era la señal reveladora proyecto en gran escala de adquisición de tierras anunciado por la Compailía de
Nueva Zelandia. En un principio, el Gobierno tuvo la intención de adelantarse
ala Compañía y proteger las restantes tierras maorícs. (Existía además el peligro
potencial de los franceses, que se encontraban en el proceso de anexar Tahití.)
la rebelión de Heke (Carleton, 1874, 2:61-62; Davis, 1876:56). Por otra parte, no hay duda de que
En consecuencia, se apremió a los jefes para que aceptasen el Tratado (junto con
Heke asumió el Jugar e incluso la persona de Hongi, a los ojos de los maoríes, y _por consiguiente
asumió también algunos de sus enemigos: "Vinieron a ayudar a Walker [Tamau Y:ªka ~~ne] en
los regalos acostumbrados) argumentando que era algo bucnC1 clcsdc el punto de
busca de la revancha contra Hongi !ka, pues Heke y Hong, son la misma persona . (Anommo de vista económico, la seguridad de su prosperidad futura. Por otra parte, la
Ngapuhi, en Maning, 1906:241, véase la página 232). He~e decidió lanzar su pri~er ataq ue conL~ con_ibinación que ofrecía al Tratado de ceder la soberanía a la Reina y man1enc.
]os británicos en el lugar donde se supone que Hong1 em,uo sus palabras postreras,,kia toa.1 ,kia toa. la uerra para sí mismos era compleiamente ininteligible para los rnaorícs: "El
"¡Sean valientes! ¡Sean valientes!" En ese lugar, Mawhe, Heke construyó un fuerte Uamado Te
Kahika, 'El Antepasado'. .
h~blantede maorí siguió diciéndonos algunas cosas, pero el significado de lo que
El sistema de alianzas y enemistades desarroUadoen la época de Hong,, muchas delas cual~s ?JJO estaban tan oculto que nunca lo hemos descifrado". Justo antes de que los
se remonta a varias generaciones anteriores, l1egó a ser a su vez una estruclwa calcada (comopodna Jefes ngapuhi firmasen en Waimngi, el reverendo Colenso imervino respetuosa-
Uamársela) en la sublevación de Heke (véanse Smith, 1910; Buick, 1926: J0On; Wri?ht, 1959, mente para preguntar al Gobernador (Hobson) si creía que los maorícs entendían
Maning, 1906). Esta estructura se heredó con todos sus errores, o d1v1S1ones geográficas con
las condiciones. " 'Les he hablado a algunos de los jefes con respecto al Tra-
oposiciones dentro de Ngapuhi, puesto que es evidente que la "tribu" ngapuh, fue reuruda en _gran
medida por Hongi (véanse Binney, 1968: 58n; Carlcton, 1874, J: 65-68, 2: 41-43). Drnlécuca y
selectivamente, ]a estructura calcada tuvo influencia en el perído comprcnd1d~ entre 1844 y 1846 a
causa del conflicto entre Waka y Hekc. Mientras que Waka, por su parte, basandose en un modelo
~ ~l punto ~e vjst.J adopta.do aquí es similar al de Sinclair. quien dirc que la dcpn.:,,;íón
ec~~m1ca del penodo comprendido enrrc 1S40 y 1844 fue la circunsr:mcia caraliz..:1dma. aunque rhJ
maorltradicional, invocó laws biográficos con lospakeha ("europeos") para explicar su alian,.a con decisiva, de la guerra, gracias a las revelaciones que brindó a los maorícs sobre la 511ua~ión Cl)lonial
el gobierno (Maning, 1906; Davis, 1876:18-19, 34 y sig.; White, 1887-90, 5: 210-11; Shortland, (1972: 65-66).
1856:232-34).

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~ido' •·, diJn Colcnso," 'que no tenían idea alguna sobre su contenido'" (Buick, estaban firmando la renuncia a sus tierras, etcétera". (Burrows, 1886:9; véase Ja
1936: 155). 38 pág. 32). E( ~rob!~~ª estriba~a en que la distinción entre la supremacía política
El texto maorí sería suficiente para guardar sus propios secretos. En el y la ocupac1on (o lltulandad ) de la tierra no era pertinente para los maoríes. En
Artículo 1. la "soberanía" que los jefes aceptaron ceder está traducida por una tanto que un jefe y su pueb~o c?nserv~sen la residencia en su tierra ancestral y
fonna adjunLiva (o concretiva) del ténnino tomado del inglés correspondiente a la voluntad de defenderla, nmgun otro Jefe podía gobernar allí. Más allá de todas
p.obemar o gobernador, kawanacanga, concepto del cual los maoríes todavía no las id~8;> occidentales ~e la propiedad y la soberanía, la tierra es "el cuerpo
habían tenido una experiencia directa o la habían tenido en pequeño grado. Pero m~rg_an 1co de la com urudad deJ clan" (para adoptar la frase de Marx). Es el mana
en el Artíc:ulo 2 se les garantiza solemnemente a los maories la rangatiratanga, obJeuvado d~I grupo de parentesco. Los conceptos maoríes y occidentales al
la 'jefatura' --0, si se prefiere, la ·soberanía' - "de sus tierras, sus asentamientos :,especto son mcomparables. ~?obstant7,Firth debe ~en~rrazórí cuando dice que
y toda su propiedad'' (Buick, 1936:360-62). 39 Y mientras que a los misioneros el concepto de mana en relac,on con la tierra es ... casi afma la idea de soberanía»
mglcscs. en especial Henry Williams, les complacía pensar que en muchas (1959: 392; vé~se ~hite, 1855: 190-91). Pues cuando Heke entendió que en el
ocasiones habían explicado satisfactoriamente el Tratado a los maoríes, fueron Tratado de Wrutang1 s_e_ proponía un~ n~ev~ ?rganización sagrada de la propie-
, precisamente las decepciones de los misioneros en este senLido lo que suscitó dad, llegó a la conclus10n de que debia s1gmf1car para los maoríes la pérdida del
l lonc Hckc rnando lo amonestaron por el mástil: "Hcke no dejó pasar esta mana, como sucede en la conquista, el despojo y la esclavitud. Los británicos
opon unidad sin aludir al tratado de Waitangi y al hecho de haber sido engañado estaban levantando su propio cüa.hu.
por el Archidi:icono [Williams] y otros que indujeron a tantos jefes a firmarlo, En este sentido, las privaciones económicas que siguieron a la firma del
rnando ellos [\\'illiarns y los otros] debían haber sabido que ellos [los jefes] Tratado_ fuer?~ ~intomáticas ~e una cuestión más amplia: el significado de la
pres~nc1a bntamca, o el destmo de los maoríes. Los maoríes decían que el
3:- Sr ~uclc decir que las finna.s jeroglíficas del Tratado son intcnlos de los jefes de ímitar sus Gobierno declamaba que era un padre, pero sólo demostraba ser "soldados
1a1ua_jc, L1C1ales (ve ase un fascímil de las finnas del Tratado en Buick, 1936, frente a la página 352). barracas, guardias y cárceles" (Sinclair, 1972: 31). Los maroníes continuara~
J lone 1kkl' fue el primero en finnar así el Tratado de \\'aitangi. Con rcs~cto a si el día anterior él debatiendo sobre el significado que tenía el Tratado. Se improvisaron diversas
1amh1l--11 tuhí~1 :,poy:uln f1nncmc,ue el Tratado o si lo había atacado con vehemencia, puede decirse especulaciones metafísicas. La más conocida, de un tal Nopera Panakareau
q11e es una cur~Ul,n no aclaraJ.3 ror la documcnución (véase Buick, 1936: 140n). postulaba que "La sombra de la tierra se va con la reina Victoria, pero la sustanci~
Chadc, W,lkcs, com:u1d.mtc de la Expedición de Exploración l\oneamericana, se
r1H.'ü!llr:1b.1 en b Iblua de bs lsbs dos meses después de la fimia del Traudo. Sus observaciones
permanece con nosotros". Eso lo dijo en mayo de 1840. En enero del año
sobre b cnrnpn.·11s1ún del TrataJo ror panc de los _1cfes maories, en general, y del imponante jefe siguiente, Nopera había invertido los términos: "La sustancia de la tierra se la
ng.1ruh1 l\.,nun·, en p;,n icular, están al servicio de los intereses noneamcricanos, sin duda, pero el n7v~n los europeos, nuestra parte ser..í sólo la sombra (citado en Wards, 1968:
(l)llH'n1th1 1w p:trecc mcrnJs maorí por las carncterísticas: pagmas prelimmarcs). Cualquiera que haya sido el significado del Tratado dice
l\\t ln que \;.1s jefes cümprendcn del acuerdo, piensan que no han alienado ninguno de sus el Anónimo de Ngapuhi, "ésto solo al menos fue verdad: tuvimos menos U:baco
dl.'rt·.:hos !-0h~c el suelo, ~ro lo cl.msiJcrnn sólo una concesión personal, no transferible. En y man~s ~ otros artículos europeos que antes y vimos que el primer gobernador
l:t cll\1cv1~ta \lUC 1113ntu,·c con Poman:, ~'º descaOO. saber qué impresión le había causado. no hab1a dicho la verdad, porque nos había comunicado que tendríamos muchas
En...-Pntrc que él no tl'nía b impresión de haber renunciado a su autoridad ni a ninguna fracción
de su ucrr3 Je 1nanera prnnancntc; esto último, diJO, no podría hJccrlo, pues penenecía a toda
cos~ m~" (Maning_, 1906;230-31). Los barcos balleneros y mercantes casi
:-.u 1nbu. C:,dJ. ve,. que surgL1 este tema, después de contestar preguntas, invariablemente hab1an deJado de vemr y los pakeha estaban abandonando los distritos del norte
h:1\)!aha de la figura que tCJ1drfa cuando usase el uniforme CscarlaLl y las charreteras que iba El Gobierno había actuado de manera misteriosa y engañosa. ¿O no fueron esto~
:: l'11v1ark la n·ma V1ch.ma y "entonces ¡qué hombre más elegante seria!" (\Vilkes, 1845, efectos adverso~- los que hicieron tomar conciencia a los maoríes de que la
.:':3'16) verd~d~ra cuesuon del_ Tr~tad~ ~ra el mana'! En este sentido, el ataque de Heke
'.-'J Dc~rués dr h:1.bcr escrito cst:iS líneas, tuve la saúsfacción de encontrar un buen fundamento
:rntr1.-•¡x,J,,¡~1..:ú pJrl tesp:irdarl<H:
al m~ul fue una dem1suf1~ac10n. Era un recordatorio de que lo mismo había
sucedido antes, cuando los Jefes llegaron por primera vez a esta Nueva Zclandia
l L,,· d,,, versiones [del Tratado]. una escrita por el capilin Hobson en inglés y otra, desde Hawaii, y construyeron sus sitios sagrados (tüiihu) en la tierra y quiutron
n,n,;,~krJ.hlcmcntc ambigua, cscnt.a por el reverendo Henry \Villiamsenmaorí. En la versión
111~les:1 se dc.:-1:1 c..¡ue los maorícs 1han a ceder su 'soberarúa'. En la versión maoó, que iban
el control al 'pueblo de la tierra' (tangata whenua) original.
:1 .: ~·lk·, rn · ~:t\\'3natanga', p3lahra acuñad.3 espet.ialmente p:1ra el Trata.do y sin significado . ~n_consccu~ncia, un mito es decodificado por otro (exactamente como
:1lr~11h1 sah\1 en el contexto del derecho constitucional occidental, desconocido por los dice Lcv1-Strauss;. Pues el Tratado de Waitangi era un mito, aun en términos
11rrn:1111cs n1:10ncs. L:l Tratado, en mglés, garantizaba a los maoríes la '¡x,sesión' de su tierra; europeos. En uno de los informes más eruditos sobre la rebelión de Heke -
tn m:iori, estJ p:1lahra se 1r:1dujo por 'rangallratanga' que, en realidad, puede querer decir
P'-1,c\1un p:..·r,, que puede significar igualmente 'jefa1ura 1 Cn maoó sería riguroso para
~unq_u_e cscr_i,t~ des~c una perspectiva pakeha- Jan Wards (1968: 171) tiene que
1ktl·m11n3r, en 1S,HJ, iJ diícn:ncia entre lo que cedía (k:1wanat:mga) y lo que retenía ~dm1~tr qu:, d Tratado fue un mvcnLopara deslumbrar y cntrctcncra los salvajes
(J,ill?,ll1r:1t:rn!~:1'. {Schw1mmcr, 1966:107). ignorantes , como habia dicho la cr1l1c.:a c.:ontcmporánca. Sin efectuar gastos

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indebidos, "rápida y tranquilamente" la Corona había tomado posesión de Nueva
Zelandia. Y si el Tratado al asegurarostensiblemente el bienestar de los maoríes, en su perspectiva como los historiadores son hoy en día smcrónicos. Ni la
no fue un engaño absoluto, puesto que ese propósito no podía conciliarse casi con cuestión, ni este ensayo, se refieren meramente al valor de la colaboración. El
la gigantesca colonización de los súbditos blancos de Su Majestad ya en marcha, problema ahora estriba en refutar el concepto de la historia mediante la ex perien-
por lo menos era una contradicción, puesto que el Gobierno no tenía medios para cia antropológica de la cultura. Las historias, hasta ahora oscuras, de remotas
asegurar los intereses de los maoríes y pronto abandonó ese objetivo. Además, i~las, ~crecen un,)u_gar_jun~o a 1~,autocomemplación del pasado europeo -o la
la Oficina Colonial bien sabía por anticipado que los maoríes no a~mitirían la h1stona de las c1V1itzacwnes - por sus propios aportes notables a la
diferencia entre soberanía y propiedad. Esto aparece expuesto con toda claridad comprensión histórica. Por consiguiente, debernos multiplicar nuestras concep-
en los borradores de las instrucciones dadas al capitán Hobson para negociar el ciones de la historia por la diversidad de las estructuras. De pron!O, aparece un
Tratado. En todos los borradores se señala "que no se creía que los maoríes mundo de cosas nuevas para tener en cuenta.
entendiesen la distinción entre los derechos que da la soberanía y los de la
propiedad" (Wards, 1968:28). Pero en la versión definitiva de las instrucciones
no se encuentra declaración alguna en ese sentido, "evidentemente porque no era
político hacer un reconocimiento público semejante" (lb{dem, página 29). El
Tratado se había negociado de mala fe.
O, en otras palabras, las idealizaciones esenciales y las imposibilidades
prácticas de la situación habían sido aportadas por los británicos. Al atacar el
mástil, Heke demostró ser capaz de penetrar en los significados que los pakeha
estaban dispuestos a ocultar a veces incluso a ellos mismos, tomar conciencia de
ellos y objetivarlos. Si la respuesta nos sigue pareciendo desubicada o
"simbólica", no debemos olvidar que la cuestión decisiva, como también admite
Wards, era igualmente abstracta: Heke "estaba padeciendo las inevitables
angustias de quien ve, o siente, que su propio modo de vida es eclipsado porotro"
(Ibídem, página 145).4 º

Una antropología histórica, estructural

En una observación citada con frecuencia del prefacio de La búsqueda de


un méwdo ( 1968), Sartre pregunta: "¿ Tenemos en la actualidad los medios para
constituiruna antropología histórica, estructural?" Sí, he tratado de sugerir aquí,
le jour esl arrivé. Es evidente que la práctica ha superado las diferencias teóricas
que supuestamente dividen la antropología y la historia. Los antropólogos se
elevan de la estructura abstracta a la explicación del suceso concreto. Los
historiadores desvalorizan el suceso único a favor de las estructuras recurrentes
básicas. Y además, paradójicamente, los antropólogos suelen ser tan diacrónicos
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Desde que este trabajofueenviadoypubLicadoporprimera vez, hice una breve visita a Nueva
Zelandia, donde me enteré que el famoso mástil que dominaba Kororarcka -ahora Russell- fue
atacado dos veces en el período comprendido entre 1982 y 1983 por grupos de protesta maoríes. En
el segundo ataque, el 27 de febrero de 1983, se ataron dos cargas de gelinita al revestimiento de cobre
del mástil. Se pintaron dos consignas en la platafonna de cemento que le sirve de base: una decía en
maorí"Lucharemos hasta la muerte"; la otra, en inglés, "El Tratado no tiene vigencia" (/'/ewZea/and
Herald, 28 de febrero de 1983). Gracias al doctor Bruce Sutton, también pude ver que los mástiles
siguen siendo rasgos prominentes de los marae (recintos ceremoniales y comunitarios) maoríes
modernos. El doctor Sutton, me envió además una foto de un caso en el que el mástil es la
continuación de la barra vertical de un crucifijo: véanse las observaciones en el texto sobre el dios
colocado en el poste del twihu o cerca de él.

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