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J. M. Sadurní
Colaborador
ESCRITORA PRECOZ
Nacida el 25 de abril de 1927 en el pueblo de Viavélez, en el concejo
asturiano de El Franco, Corín Tellado fue hija de una ama de casa y de
un maquinista de la marina mercante. La que estaba llamada a
convertirse en una escritora de éxito fue bautizada como María del
Socorro, aunque desde muy pequeña sus hermanos la llamaban
cariñosamente Socorrín, un apodo que se acabaría convirtiendo
en el nombre por el que todo el mundo la recuerda: Corín. Al
finalizar la Guerra Civil, su padre fue ascendido a primer oficial y la
familia tuvo que mudarse a Bilbao y desde allí a Cádiz, donde la
joven Corín finalizó sus estudios y pasó una feliz adolescencia. A
pesar de que ella misma se definía como una niña muy tímida, una
compañera suya, Ana María Morgado, en cambio la recuerda como
una joven "muy lanzada", que no dudaba en montar en bicicleta y en
fumar pitillos a escondidas.
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A pesar de que ella misma se definía como una niña muy
tímida, una compañera suya, Ana María Morgado, la
recuerda como una joven 'muy lanzada' que no dudaba
en montar en bicicleta y fumar pitillos.
Tras la muerte de su padre en 1945, Corín dio un paso adelante y
con tan solo dieciséis años escribió su primera novela de corte
romántico a la que tituló Atrevida propuesta, que sería publicada
un año después por la editorial Bruguera. La novela tuvo una gran
aceptación por parte del público y la editorial pagó a la joven tres mil
pesetas en dos plazos, una cantidad considerable para la época.
Además le propuso una colaboración fija por la que debería entregar
una novela por semana. Pero la segunda novela de Corín no tuvo el
mismo éxito que la primera, y la joven estuvo a punto de entrar a
trabajar en una zapatería para ganarse la vida, aunque al final no
lo hizo puesto que pudo vender alguna novela más. Por aquel
entonces, la editorial gallega Cies también publicó algunas de sus
novelas, y en 1947 Bruguera acabó incluyéndola en la nómina de la
editorial.
CINE Y RADIO
La obra de Corín Tellado alcanzó tal fama que alguna de sus novelas
incluso fue adaptada al cine. En 1970 se estrenó la película dirigida
por Antonio del Amo inspirada en su novela Tengo que abandonarte.
Pero no todo fueron buenas noticias para la exitosa autora. Pocos
años después, en 1973, Bruguera ganó un pleito que mantenía
con Corín y esta se vio obligada a pagar una altísima
indemnización y a trabajar en exclusividad para la editorial hasta
1986, momento en el que Bruguera quebró y Corín pudo recuperar
los derechos de sus obras. Pero no solo fue el cine; también el mundo
de las ondas quería a Corín. En 1977, la autora estrenó el serial
radiofónico Lorena, historia de una chica de alterne, que se vio
sometido a la censura de la época debido a sus constantes
alusiones políticas. A pesar del éxito alcanzado con la literatura
romántica, Corín también decidió explorar otros géneros. Entre los
años 1978 y 1979, y bajo el seudónimo de Ada Miller, Corín publicaría
una veintena de novelas de bolsillo de temática erótica que incluyó en
la colección Especial Venus. La autora también publicó una
colección de relatos juveniles, entre los que destacan Cuando
llega Pizca, El circo del corazón o La rebeldía de Boris, para las
editoriales Júcar y Cantábrico. Y en 1981 se hicieron fotonovelas de
algunas de sus obras.
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Entre los años 1978 y 1979, y bajo los seudónimos de
Ada Miller Leswy y Ada Miller, Corín publicó una
veintena de novelas de bolsillo de temática erótica que
incluyó en la colección Especial Venus.
Con el paso de los años, el estado de salud de Corín Tellado se
volvió cada vez más precario. Al final tuvo que someterse a un
tratamiento de diálisis peritoneal, lo que no le impidió seguir
publicando (aunque fuera dictando a su nuera) algunas obras
más. En el año 2000, y gracias a las nuevas tecnologías, publicó su
primera novela por internet titulada Milagro en el camino. En 2008,
Corín se adhirió a la campaña Doi la cara pola oficialidá, en favor del
reconocimiento del asturiano o bable como lengua cooficial del
Principado. El 11 de abril de 2009, después de sufrir un infarto
cerebral, Corín Tellado moría a los ochenta y un años en su casa de
Gijón. Tras de sí dejó cinco mil títulos publicados y tres novelas
inéditas. Al final, fue la propia Corín Tellado quien resumió
perfectamente lo que pensaba de su vida. Preguntada una vez en qué
le gustaría reencarnarse si esto fuera posible, contestó lo siguiente:
"¿En que me reencarnaría? Yo no lo pasé muy mal con Corín Tellado.
Creo que me volvería a reencarnar en mí misma".
De: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/corin-tellado-reina-literatura-
romantica_16675
EL FOLLETÍN MEDIÁTICO
POSTED ON ENERO 6, 2012
by Ricardo Baduell
Pegan a un ciudadano
En nuestros días, los competidores de Sue se han multiplicado; es
más, se han sindicado. Posiblemente hoy el puesto del autor hubiera
sido cubierto antes de que nadie notara su ausencia, o la cadena de
TV y los anunciantes hubieran pagado su fianza antes de que ningún
espectador tuviera que abandonar su sofá para sumarse a la protesta.
Las reglas del folletín forman parte a tal punto del imaginario colectivo
que actualmente basta el oficio donde alguna vez hizo falta algo de
genio. Esa “paradoja de locura infantil y habilidad consumada” que es
para Edgar Allan Poe el estilo de Sue nos llega hoy diluida y graduada
en forma de series, películas, novelas de bolsillo y dibujos animados,
pero también de diarios, noticieros, semanarios, programas de
entretenimientos, concursos musicales, talk-shows y reality-shows.
Episodios melodramáticos, con los mismos elementos que
caracterizan las novelas de Sue, encontraremos con sólo hacer un
poco de zapping. Reconoceremos personajes y situaciones: el hombre
perseguido, la mujer engañada, el niño abandonado, organizaciones
malignas, sospechosos de guante blanco, crímenes y venganzas,
abusos, denuncias, injusticias; también tendremos nuevas alternativas
a diario y un amplio surtido de caracteres con los que ejercitar la
identificación. Pero, a diferencia de los capítulos de Sue, estos
momentos de variado patetismo no tejerán una trama ni hallarán
resolución alguna. Pues no sólo nosotros hacemos zapping: también
los medios lo hacen, es un aspecto estructural de su narrativa. La
atención del espectador, conquistada a base de golpes y efectos de
melodrama, no puede ser sostenida hasta un fin del que los medios,
como la realidad, carecen. Tenemos, precisamente, los medios sin el
fin. El folletín mediático, aún confeccionado con los mismos elementos
que el de Sue, presenta una diferencia fundamental con éste, una falta
que es tal vez una falta de perspectiva, de la perspectiva que hace
posible un relato continuo. Hemos perdido, en la confusión de relatos,
una palabra clave: continuará.
Susan Smith
Pues la ruptura de la genealogía implica la pérdida, repetida con cada
corte, del sentido de la historia. La falta de relación entre los hechos
que se suceden en los medios conforma un desorden afín al del
universo del folletín hasta el momento de su desenlace, cuando se
restablece la genealogía correcta y, así como los hijos encuentran a
sus padres, los herederos encuentran sus fortunas y los nobles
reciben sus títulos. Nosotros ya no esperamos, no creemos en estos
finales felices. Tampoco en una súbita transformación del mundo o de
nuestras vidas. Y sin embargo, por ejemplo, cuando en 1994 Susan
Smith encubre el asesinato de sus hijos detrás de un supuesto
secuestro llevado a cabo por un enmascarado igual a los de las series
policiales, su pueblo y su país le creen y rastrillan el estado buscando
al culpable. Cuando la realidad se parece a la ficción, aumenta a
menudo la impresión de realidad y no es raro que el público se sienta
llamado a escena, ni que acuda poseído por una esperanza obtusa.
Desconfiamos de los discursos moralizantes como aquellos con que
los autores de folletines sublimaban sus escabrosas ficciones, pero
aceptamos la “sobria objetividad”, igualmente afectada, con que los
medios masivos nos presentan sus pruebas. Creemos en un verosímil.
¿Por qué? Quizás la expectativa, aunque vaciada, sigue siendo la
misma, y la perspectiva de un territorio en el que ningún
reconocimiento nos reivindicará resulte demasiado árida; de esta
manera, irracionalmente, algo en nosotros responde cada vez que se
lo interpela a la manera del folletín, algo que no quiere renunciar a un
pasado que, tal vez, suponía un destino. Pero ese impulso no tarda en
tropezar con nuestro propio y moderno nihilismo, que niega su fe a las
revelaciones y pronto nos recuerda el control remoto en nuestra mano:
el episodio no continuará; quebrado está el árbol genealógico que,
para lectores de otro siglo, aunaba vida y verdad.
De: https://refinerialiteraria.com/2012/01/06/el-folletin-mediatico/