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Aviva el Fuego del don de Dios en ti (2 Timoteo 1:6-7)

“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis
manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio”.

2 Timoteo 1:6-7

INTRODUCCIÓN

Durante su travesía por el desierto Israel había construido el Tabernáculo de reunión, el cual era
el lugar donde Dios se manifestaba a su pueblo. Justo a la entrada de este estaba el altar de
bronce donde se ofrecían los sacrificios, sin embargo, era responsabilidad de los sacerdotes
mantener encendida su llama.

“Y el fuego encendido sobre el altar no se apagara, sino que el sacerdote pondrá en la leña cada
mañana, y acomodara el holocausto sobre él, y quemara sobre él las grosuras de los sacrificios de
la paz. El fuego arderá continuamente en el altar; NO SE APAGARA”.

Levíticos 6:12-13

De igual manera es importante mantener la llama de nuestra comunión con el Espíritu Santo, aún
más si somos servidores de su gracia. Sin embargo, muchas veces enfrentaremos dificultades que
nos podrán desanimar y alentarnos a abandonar todo, pero es allí cuando debemos más que
nunca avivar el fuego del don de Dios que hay en nosotros. Pablo en su segunda carta a Timoteo
nos enseña cómo mantenernos fieles aun en las más duras pruebas.

Aviva-don-Dios

Aviva el fuego del don de Dios en ti

I. LA CONDICIÓN ACTUAL DE PABLO.

“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano”.

2 Timoteo 4:6

Para esta época el apóstol de los gentiles, Pablo, estaba sentenciado a muerte ya que el
emperador romano Nerón había decretado el exterminio de todos los cristianos. El futuro de la
iglesia se veía incierto y más aún al saber que uno de los percusores del evangelio entre los
gentiles estaba a punto de morir.

II. LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA.

En esta carta Pablo detalla todo por lo que la iglesia estaba atravesando:

1. Divisiones entre ellos, ya que la iglesia de Éfeso que una vez Pablo fundo y pastoreo le dio la
espalda: “Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo
y Hermógenes”, (2 Timoteo 1:15).

2. Surgimiento de apostatas entre la iglesia: “Y su palabra carcomerá como gangrena; de los


cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se
efectuó, y trastornan la fe de algunos”. (2 Timoteo 2:17-18).

3. Personas que abandonaron el evangelio por irse al mundo: “porque Demas me ha


desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica”, (2 Timoteo 4:10), antes había sido
gran colaborador de Pablo (Colosenses 4:14, Filemón 23).

4. Poco apoyo de los miembros de la iglesia a sus ministros: “En mi primera defensa ninguno
estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor
estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los
gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”, (2 Timoteo 4:16-17).

5. Personas que se dedicaban a causarle daños a los que le servían a Dios: “Alejandro el calderero
me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos”, (2 Timoteo 4:14).

III. LA SITUACIÓN ACTUAL DE TIMOTEO.

Aparte de esto, la persona en la cual Pablo estaba confiando el futuro de la iglesia tenía los
siguientes inconvenientes.

1. La timidez de Timoteo. “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni


de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios”, (1
Timoteo 1:8).

2. La enfermedad de Timoteo. “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu
estómago y de tus frecuentes enfermedades”, (1 Timoteo 5:23).

3. Aún no había alcanzado la edad necesaria para ser reconocido como un líder. “Ninguno tenga
en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y
pureza”. (1 Timoteo 4:12).
IV. EL CONSEJO DE PABLO.

Ante esta dura realidad cualquiera se hubiese desaminado y pensaría que no valía la pena
continuar sirviéndole a Dios en su obra. Muchos tomarían una actitud de fracaso y pensarían que
lo mejor es desistir; pero no Pablo: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios
que está en ti…”

Es increíble la actitud que Pablo toma ante las circunstancias y el consejo que le da a su
discípulo. Cualquier otra persona se hubiera deprimido al vivir este panorama desde una cárcel,
pero Pablo solo tenía palabras de aliento. Pablo aconseja a su disciplino que lo que tiene que
hacer es: avives el fuego del don de Dios que está en ti…

Todo esto nos enseña que el trabajo en la obra siempre ha sido difícil, nunca ha sido ni
será fácil. Muchos se decepcionan y renuncian al trabajo en la obra de Dios cuando se ven
involucrados en una serie de circunstancias difíciles, pero cuando esto suceda, Pablo nos dice que
en lugar de desanimarnos y renunciar debemos avivar el fuego del don de Dios que está en
nosotros.

Pero la pregunta es cómo mantener vivo el fuego del don de Dios en nuestro corazón.

1. A través de la lectura diaria de la palabra de Dios. (“La ley de Jehová es perfecta, que
convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de
Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El
temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos
justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que
la que destila del panal”, Salmo 19:7-10).

2. A través de la oración, (“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”,
Filipenses 4:6-7).

3. Buscando la llenura del Espíritu Santo. (“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban
congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra
de Dios”, Hechos 4:31).

¿Qué significa “avivar el fuego del don de Dios”?

Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis
manos. (2 Timoteo 1:6)

Este versículo frecuentemente es utilizado para decir que es necesario que despertemos al Espíritu
Santo en nosotros, que no dejemos que se apague para así tener vidas victoriosas. Tal aplicación
no parece del todo mal, sin embargo ¿qué quiso decir Pablo verdaderamente con este texto?
Veamos el contexto del versículo.

2 Timoteo 1:1-12 NVI

Vemos que Pablo trae a memoria el padecimiento que Timoteo ha tenido en el ministerio y de
cómo esa fe sincera ha estado presente en su familia. Tal fe había llevado a Timoteo a una de las
tareas muy compleja, la cual es pastorear. Era joven y posiblemente eso le generaba algunas
dificultades, aparte de las afrentas sufridas por judaizantes y otros sectores sociales dentro de la
iglesia.
Por lo que Pablo, le recomienda avivar el fuego (llama) del don de Dios. Sobre esta expresión,
Hiebert comenta, “El don de Dios” que debe mantenerse avivado es sin duda el mismo don
mencionado en 1 Timoteo 4:14. Es “el regalo ministerial, que incluye todos los aspectos para el
oficio sagrado, con especial énfasis aquí, tal vez, en la osadía en la fe” (Harvey). Este don está
ahora en él “por la imposición de mis manos”. En 1 Timoteo 4:14 se hizo referencia
apropiadamente a la parte del presbiterio en su otorgamiento; en esta carta personal, Pablo
menciona solo su parte en esto. Tal situación conecta con la ordenación de Timoteo en Listra
(Hechos 16: 1-3). Si lo conectamos con Éfeso, entonces se relaciona en el tiempo en que Timoteo
fue instalado en la obra asiática como representante apostólico.” [1]

En pocas palabras, el apóstol Pablo estaba animando a Timoteo a continuar con su labor pastoral,
afrontando los sufrimientos y temores (timidez) puesto que él había sido designado por Dios (al
igual que Pablo) para predicar el evangelio de Cristo.

Calvino comenta sobre la expresión “aviva el fuego del don de Dios”: “Esta exhortación es
altamente necesaria; porque generalmente sucede, y puede decirse que es natural, que la
excelencia de los dones produce descuido, que también va acompañado de pereza; y Satanás
trabaja continuamente para extinguir todo lo que es de Dios en nosotros. Debemos, por lo tanto,
por otro lado, esforzarnos por llevar a la perfección todo lo que es bueno en nosotros, y encender
lo que es lánguido; porque la metáfora, que Pablo emplea, se toma de un fuego que era débil, o
que estaba en curso de ser extinguido gradualmente, si no se añadían fuerza y conocimiento,
soplando sobre él y suministrando nuevo combustible. Recordemos, por lo tanto, que debemos
aplicarnos para usar los dones de Dios, no sea que, estando desempleados y ocultos, acumulen
óxido. Recordemos también que debemos aprovecharnos diligentemente de ellos, para que no se
extingan por nuestra pereza.”[2]

Vemos entonces que Pablo, esencialmente le dice a Timoteo: “En tu temor, recuerda que Dios está
contigo, en ti y para ti; Su Espíritu produce el poder que necesitas para soportar y el amor que
necesitas para ministrar. Ser disciplinado. Sé diligente. Sé valiente, porque Dios está contigo.
¿Quién no ha experimentado timidez y temor en el ministerio? Si alguna vez has sido parte de una
iglesia, entiendes el miedo a lo desconocido. Si alguna vez has hecho evangelismo en las calles,
quizás conozcas este sentimiento. Si alguna vez ha estado en una reunión tensa en la que las
personas se oponen a usted, incluso se agrupan contra usted, tal vez haya experimentado timidez.
Recuerda: lucha contra el miedo con las promesas de Dios. El Espíritu de Dios que empodera al
pueblo de Dios es suficiente para cumplir la misión de Dios”.[3]
La aplicación personal es que debemos usar lo que Dios nos ha dado para su gloria, debemos
avivar cada día lo que Dios ha puesto en nosotros. ¿Cómo? Ejerciendo las habilidades y gracia que
Dios nos ha dado en Cristo Jesús para que su Evangelio se conozca en todo lugar. No seamos
perezosos ni negligentes.

[1] Hiebert, D. E. (1958). Segundo Timoteo (35). Chicago, IL: Moody Press.

[2] Calvino, Juan. (1998). Comentarios de Calvino: 2 Timoteo (edición electrónica). Logos Library
System; Comentarios de Calvino (2 Ti 1.6). Albany, OR: Ages Software.

[3] David Platt, Daniel L. Akin and Tony Merida (2013) Christ-Centered Exposition Commentary: 1
& 2 Timothy and Titus. B & H Publishing Group

CONCLUSIÓN

Por tanto:

1. En la obra de Dios siempre encontraremos dificultades porque Satanás se opondrá a ella.

2. Nosotros debemos buscar mantener viva la llama del fuego del don de Dios que hay en
nosotros y perseverar hasta el final.

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