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JESÚS OBRA, NOSOTROS OBRAMOS

Luis Inostroza Jara


Enero de 2020

“(…) quién se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y
purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”
(Tito 2, 14)

Les saludo en la gracia del nuestro Señor Jesucristo. El texto que acabamos de
leer es corto, breve, solamente abarca un versículo, sin embargo, en sus pocas
palabras abarca grandes enseñanzas para usted y para mí. En realidad nos habla
de dos enseñanzas. La primera, está relacionada con lo que hizo nuestro Jesús.
La segunda enseñanza se refiere a lo que tenemos que hacer nosotros y nosotras.

CONTEXTO GEOGRÁFICO, HISTÓRICO-SOCIAL

Este versículo está inserto en una de las cartas del apóstol Pablo a un varón
llamado Tito, escrita cerca del año 58 d.C.1 ¿Quién fue este Tito? Algunos, lo
describen como “un convertido, amigo y ayudante de Pablo (…) consagrado,
valiente, ingenioso” 2. Tito es mencionado por Pablo, como su compañero de
viajes y fiel colaborador en sus cartas a los Gálatas y, sobre todo, en la Segunda
Carta a los Corintios 3.

Ahora, ¿Dónde se encontraba Tito cuando recibió esta carta? El texto bíblico nos
dice que se encontraba en Creta, organizando y educando a las primeras
comunidades cristianas de aquella localidad 4. Actualmente, Creta es la isla más
grande del país de Grecia. Geográficamente hablando, Creta sería como la Isla
grande de Chiloé lo es para Chile. Algunos dicen que, en la antigüedad, la
sociedad de Creta no tenía muy buena fama. Sus puertos recibían piratas y rudos
marinos. Los griegos habían estigmatizado a las personas de Creta como unos
“mentirosos”. Es más, habían creado un término para mentir, el cual era
“cretenciar” 5. El mismo apóstol Pablo se refiere con cierto desprecio hacia la
sociedad de Creta en Tito 1, 12, concordando con el poeta Epiménides en que los
cretenses son “siempre mentirosos, salvajes, glotones y perezosos” 6. Así como
los chilenos son estigmatizados como “ladrones” en Europa 7, los cretenses tenían
la mala fama de mentirosos y de vivir fácil.

Considerando todo este contexto geográfico y social, los que hemos leído la Carta
de San Pablo a Tito en su totalidad, podemos comprender por qué el apóstol
Pablo le escribió tantas reglas de conductas e instrucciones morales que debía

1
enseñar a los cretenses. Cuando leemos la Carta a Tito, es como leer un manual
que enseña cómo portarse bien. En fin, este es el contexto donde se inserta el
versículo base de esta predicación.

LO QUE JESÚS HIZO POR NOSOTROS

La primera enseñanza que nos deja este versículo, como dije al comienzo, se
refiere a lo que Jesús hizo por y para nosotros. El texto comienza diciendo que
Cristo “se dio a sí mismo por nosotros”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Cuándo el
Señor se dio a sí mismo por nosotros? Todos sabemos que Él se dio a sí mismo
cuando entregó su vida para morir por todas las personas en la cruz.

Antiguamente, las comunidades israelitas hacían sacrificios de animales como


ofrendas de expiación. “Expiar se refiere a la acción divina de cubrir o quitar el
pecado por medio del sacrificio” 8. Por eso, los israelitas mataban palomas,
cabras, becerros, corderos, vacas y toros para pedir perdón a Dios. Y tenían que
hacerlo, porque la Ley del Señor establecía que “sin derramamiento de sangre, no
hay perdón de pecados” (Hebreos 9, 22). Pero Jesús cambió las cosas cuándo
cumplió su misma ley derramando su propia sangre por usted y por mí. Él se
convirtió en un hombre de carne y hueso y se entregó voluntariamente para ser
sacrificado para expiar su pecado y mi pecado. Él se convirtió en aquellos
animales que eran sacrificados por los pecados del pueblo. Por eso, a nuestro
Jesús se le ha llamado como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”
(Juan 1, 29).

Lo que Jesús hizo por nosotros es que entregó su vida por todos y todas.
Estimado hermano, estimada hermana, cuando se sienta sola, solo, triste, con
miedo o confundido o confundida, recuerde que hubo Uno que quiso morir por
usted. Cuando sienta que nadie le ha tomado en cuenta, cuando piense que nadie
le comprende, recuerde que el Rey de la gloria quiso morir por usted. Muchos
aman de palabras, otros aman con regalos, otro dando un poco de su tiempo,
otros haciendo algo, pero Jesucristo a usted le amó con todo, porque entregó su
cuerpo y su espíritu en aquella cruz pensando en usted. Sí, cuando el entregó su
último suspiro, lo hizo pensando en usted y en mí.

¿Por qué nuestro Jesús quiso morir? El versículo que leímos dice que Cristo “se
dio a sí mismo para redimirnos de toda iniquidad”. En realidad el idioma griego
en que fue escrito este versículo, traducido literalmente al español dice: “El-cual-
dio-así mismo-por-nosotros-para que- rescatara-a nosotros-de-toda-iniquidad” 9.
Es decir, Cristo murió para “rescatarnos de toda iniquidad”. Pero aquí nos
encontramos con dos palabras un poco complicadas para el idioma actual ¿Qué
2
significa eso de que fuimos rescatados? ¿Qué es iniquidad? En los tiempos
antiguos, “rescatar” significaba pagar un precio de dinero para liberar a un esclavo
o esclava de su dueño 10. Gracias al pago de ese dinero, un esclavo o esclava
quedaba “rescatada”, es decir, en libertad. “Iniquidad” es otra palabra complicada
que en el español actual ya no se usa en la vida cotidiana. Pero iniquidad significa
maldad o pecado. Así lo han traducido otras versiones de la Biblia al español 11.
Por lo tanto, Cristo pagó un precio para liberarnos de la maldad o del pecado. Pero
el preció que pagó no fue ni con oro, ni con plata. Tampoco fue con dinero o
bienes materiales. El precio que costó su recate y mi recate fue el derramamiento
de su sangre en la cruz.

Mateo 20, 28 nos dice que “el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Me llama mucho la atención que
este versículo de Mateo no dice que dio su vida en rescate “por todos”, sino que
solamente por “muchos”. ¿Qué pasa ahí? Lo que pasa es que Jesús murió por
todos, pero no todos se benefician con su sacrificio, porque no todos quieren ser
rescatados por Él. Como profesor, estoy obligado a hacer la clase para todos los y
las estudiantes, pero solamente los que ponen atención y se animan a hacer las
actividades de la clase son los que aprenden. En el hospital los profesionales de la
salud están obligados a atender a todos, pero solamente los enfermos que piden
hora con los o las especialistas son tratadas en sus enfermedades. Muchas
personas mueren porque no buscaron ayuda médica o simplemente acudieron al
médico o médica cuando ya era demasiado tarde.

Estimado hermano, estimada hermana, el Señor Jesús le ama, le busca, le invita,


le ofrece su rescate, pero Él no obliga a nadie a recibir su amor. ¿Le pidió usted al
Señor que le salve? ¿Le pidió usted que le perdone, que le ayude a escapar del
pecado? Porque Cristo murió por todos y todas, pero solamente los que confían el
Él pueden recibir su liberación y su perdón. Solamente los que reconocen su
enfermedad acuden al médico por ayuda. Si usted no lo ha hecho todavía,
reconozca sus fracasos y errores y acuda al Señor por ayuda hoy.

Cuando estudié en la Universidad de Concepción conocí a mi amigo cristiano,


hermano y colega Rodrigo Cabrera. Un día quiso conversar conmigo en privado.
Entonces nos sentamos debajo de un árbol en uno de los jardines de la
universidad y él sacó de su mochila una Biblia, me leyó una Palabra y después me
dijo: “Luís, que no sea en vano la sangre que fue derramada por ti en la cruz”.
Esas palabras me conmovieron ese día, porque no había considerado que lo que
Jesús hizo por mí podía ser en vano si yo dejaba de confiar en mi Señor. Ahora,
déjeme decirle lo mismo: que no sea en vano la sangre que fue derramada por
usted.
3
Nuestro Jesucristo murió para liberarnos de la maldad, pero el versículo de Tito
dice que también para “purificar para sí un pueblo propio”. En los tiempos de
Jesús solamente el pueblo de Israel era considerado el pueblo escogido por Dios.
Los demás pueblos, las demás culturas o naciones eran consideradas como
despreciadas por el Señor. Es por eso, que los israelitas discriminaban a los
extranjeros. Incluso tenían entre ellos leyes que prohibían el matrimonio entre un
israelita con un extranjero o extranjera. Pero Jesús cambió esa visión, porque Él
declaró que su amor y su muerte son, no solo para los israelitas, sino que para
todas las personas de otros pueblos, naciones o culturas del mundo. Ahora no es
necesario tener la sangre judía en nuestras venas o ser descendiente de la raza
de Israel para ser parte del pueblo de Dios. Ahora, todos los que confían y aman a
Jesucristo, y lo aceptan como Señor y Salvador, son incluidos en su Pueblo
universal. Por eso es que 1 de Pedro 2, 9 nos dice: “Pero ustedes son una familia
escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una nación santa, un pueblo adquirido
por Dios” 12.

Hermano, hermana, identifíquese con el pueblo de Dios. Usted no es extranjero,


porque tiene un lugar y una función en el pueblo del Señor. Quizás pertenecemos
a más de un pueblo terrenal. Alguien puede decir, yo pertenezco al pueblo
mapuche, o al pueblo gitano, o cualquier otro. Eso está muy bien tener identidad
con alguna cultura. Con los niños en mi escuela hemos analizado el tema de la
identidad cultural y he escuchado a niños decir que pertenecen a más de una
cultura. Un estudiante en Dichato dijo: “Yo vengo de tres culturas, la campesina,
pescadora y evangélica”. Otra niña dijo: “Yo soy descendiente mapuche y soy
evangélica”.

Los sociólogos han declarado que es un error hablar del pueblo o la cultura
chilena en singular, porque Chile es un país donde coexisten diversas culturas y
distintos pueblos. Por consiguiente, en Chile hay una pluralidad de identidades
culturales. En lo personal, soy descendiente de la cultura campesina, porque toda
mi familia materna nació y se crió en el campo. También soy descendiente
mapuche por parte de mi abuela paterna. Por lo tanto, valoro de corazón esas
culturas. Pero que mi Jesucristo me halla incluido en su pueblo, en su cultura
celestial, es lo mejor que me ha sucedido.

LO QUE DEBEMOS HACER NOSOTROS 

Hasta aquí ya sabemos lo que nuestro Jesucristo hizo por nosotros: dio su vida
por usted, para liberarla de la maldad y el pecado y le incluyó en su pueblo
universal. Ahora viene la parte donde se dice qué debemos hacer nosotros. El
4
versículo de Tito 2, 14 termina diciendo que somos un pueblo “celoso de buenas
obras”. En el griego original, el término que usa el apóstol es que
traducido al español es “gente celosa”. Literalmente, la traducción palabra por
palabra sería: “el cual - dio-a sí mismo – por – nosotros - para que – rescatara - a
nosotros – de – toda –iniquidad – y – purificara - para sí - a un pueblo - gente
celosa (de buenas - obras” 13. Por lo que se refiere a un celo colectivo,
comunitario, donde todos juntos actuamos como un solo pueblo. Las buenas obras
no deberían ser inactivas individuales o personales. La Palabra en este día nos
enseña que debemos actuar en conjunto como iglesia. Es por eso que hago un
llamado a que tengamos reuniones periódicas como miembros de la Iglesia
Metodista local y entre todos opinemos y nos organicemos para servir al Señor
como pueblo unido, en un solo sentir. Que nos reunamos para ver cuáles son las
necesidades de la iglesia y de nuestro vecindario, que propongamos ideas para
actuar en el nombre del Señor y nos repartamos roles o funciones como hermanos
y hermanas en Cristo.

Ahora, cuando se habla de “celos” ¿a qué se refiere eso? Tanto el hebreo del
Antiguo Testamento, como en el griego koiné de Nuevo Testamento, es muy
común el uso del término “celo”. Por dar un ejemplo, les pido que busquen el
relato cuando Jesús purifica el Templo, en el Evangelio de Juan 2, 13 – 22. En
este relato, recordemos a nuestro Señor cuando llegó al Templo de Jerusalén y se
encontró con un verdadero mercado de animales y de cambio de dinero.
Entonces, con un látigo, echó a todos los comerciantes del Templo y se armó un
alboroto. Por eso, sus discípulos se acordaron de un salmo para atribuírselo a
Jesús en ese momento, el que dice: “El celo por tu casa me consume” (salmo 69,
9; Juan 2, 17). Por lo general el celo bíblico está estrechamente relacionado con la
indignación y la ira 14.

Martín Lutero, en un comentario al evangelio de Juan, se refiere al celo que Jesús


demostró al indignarse por los comerciantes que lucraban en el templo. Lutero
escribió al respecto:

Del mismo modo que la envidia es un vicio despreciable, el celo, en cambio, es


una preciosa y noble virtud. Se demuestra cuando alguien impulsado por un amor
verdadero se aflige porque otro cometa errores o se desvíe del recto camino. Esta
persona exclamará: “¡Cuánto lo siento por él! Lamento profundamente y me enoja
que haya caído en semejante pecado y vergüenza. Me entristece ver a una
persona obrando mal”. Los celos y la ira, por tanto, pueden ser buenos o malos.
En este caso, pueden convertirse en algo que interese sólo a Dios y que resida en
los corazones de aquellos movidos especialmente por el Señor. Una aflicción

5
profunda y una ira por la desgracia del otro, indica que una chispa divina habita en
15
el corazón humano .

Por lo tanto, cuando hablamos del celo santo, nos referimos a cuando nos
indignamos a ver cómo la maldad está destruyendo la vida de hermanos y
hermanas, familiares, amigos, vecinos, colegas o compañeros de estudios. Es
cuando nos da pena ver cómo otros están desarrollando sus vidas lejos del Señor.
Es un sentimiento de rabia y tristeza al ver que otras personas están sufriendo.
Quizás porque hay violencia intrafamiliar en sus hogares. Quizás, porque están
pasando por pobreza, por falta de trabajo, o porque están totalmente endeudados.
Es una indignación a ver a muchos ancianos que viven enfermos y solos, o
cuando vemos a familias inmigrantes viviendo en condiciones de hacinamiento
junto a sus niños y niñas. Si el celo de Dios está en su corazón, usted no puede
ser indiferente al ver como su prójimo sufre por causa del pecado.

El mensaje de hoy es que Dios quiere que seamos un pueblo “celoso de buenas
obras”. Ese celo, si es verdadero no se queda solamente en el sentimiento.
Cuando Jesús sintió el celo por su Casa, ese sentimiento lo llevó a actuar, a
cambiar las cosas que estaban mal. Este celo se demuestra en nuestras acciones,
en qué estamos haciendo para ayudar a nuestro prójimo que está en la iglesia, en
nuestros hogares, en nuestras familias, en nuestro vecindario, o en nuestra
ciudad. Para terminar esta parte, si usted quiere, puede buscar lo que dice la
Carta de Santiago 2, 14-18:

Hermanos míos, ¿De qué sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras?
¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no
tiene con qué vestirse y carecen de alimento diario, y uno de ustedes les dice:
“Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse”, pero no les da lo
necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no
tiene obras, está muerta. Sin embargo, alguien dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo
obras”. Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis
16
obras.

SÍNTESIS Y CONCLUSIÓN

Para concluir este mensaje, quiero resumir con las siguientes palabras. Siento que
nuestro Jesucristo nos está diciendo: “Hija mía, hijo mío, yo pagué un precio de
sangre por ti. Ofrecí mi propia vida para recatarte del pecado. Ya no vivas como
esclavo de la maldad, porque yo te liberté para que seas parte de mi pueblo. Y así
como yo obré por ti, ahora tú tienes que obrar en bien de los que te rodean. Así
como yo te rescaté, ahora tú sé celoso/a y rescata a otras personas”. Amén.

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NOTAS

1
Información tomada de la introducción a “Las Cartas Pastorales” en La Biblia
Latinoamérica, Edición revisada 2005. Coeditores San Pablo y Editorial Verbo
Divino, página 358: “En estas condiciones la carta a Tito y la Primera a Timoteo
sólo pueden situarse en las semanas que preceden o que siguen al encuentro de
Mileto (He 20), probablemente en el año 58”.

2
“Tito” en Douglas y Tenney (2016) Undécima edición. Diccionario Bíblico
Mundo Hispano. El Paso, Texas, EEUU: Editorial Mundo Hispano, página 727.

3
Tito es mencionado por Pablo como su estrecho colaborador en la Segunda
Carta de San Pablo a los Corintios 2, 13; 7, 6-16; 8, 23 y en la Carta de San Pablo
a los Gálatas 2, 1-3

4
Carta de San Pablo a Tito 1, 5.

5
“Introducción” a la Epístola del Apóstol San Pablo a Tito, página 1066 en la
Biblia Devocional de Estudio, 1991 por La Liga Bíblica.

6
Cita textual de Tito 1, 12b en la Biblia Dios Habla hoy: Edición
Interconfesional de Referencia. Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979,
1983, 1996.

7
Vea, por ejemplo, la noticia Delincuentes chilenos acreditan su fama en Europa:
“Son los mejores del mundo” en https://m-cooperativa-cl.cdn.ampproject.org (visto
el 05 de enero del 2020).

8
Tomado textualmente del “Glosario” de la Santa Biblia, Nueva Versión
Internacional, 1999 por Bíblica, Inc.

9
Tomado de Tito 2, 14a del Nuevo Testamento Interlineal griego-español.
Sociedades Bíblicas Unidas, 2012.

10
Algunas citas bíblicas donde se habla del rescate de esclavos son: Éxodo 21, 8;
Levítico 25, 47-48; Deuteronomio 7, 8; Nehemías 5, 8.

11
“Iniquidad” ha sido traducido como “maldad” en la Nueva Versión Internacional y
en la versión Dios habla hoy. También ha sido traducida como “pecado” en la
Nueva Traducción Viviente y en la Traducción en Lenguaje Actual.

7
12
Tomado de la Biblia Dios Habla hoy, Segunda edición. Sociedades Bíblicas
Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

13
Tomado de Tito 2, 14 del Nuevo Testamento Interlineal griego-español.
Sociedades Bíblicas Unidas, 2012.

14
Otros relatos, en el Nuevo Testamento, donde el “celo” está relacionado con la
indignación y la ira son Hechos 5, 17-18; 13, 45; Romanos 10, 19; Filipenses 3, 6

15
Cita tomada de Comentarios de Martín Lutero: Evangelio de Juan capítulos
del 1 al 4. 2012, por Editorial CLIE. Página 261.

16
Cita textual de la Carta de Santiago 2, 14-18, tomado de la Santa Biblia, Nueva
Versión Internacional, 1999 por Bíblica, Inc.

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