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EL REY CUERVO

Luis Inostroza Jara


21 de diciembre de 2019

“Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró con su igualdad con él,
sino que renunció a lo que era suyo y tomo naturaleza de siervo. Haciéndose
como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló
así mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz”

(Filipenses 2, 6-8. La Biblia Dios habla hoy)

Leí un cuento de los hermanos Grimm 1, titulado “El rey cuervo”. El texto narrativo
trata de una princesa orgullosa y burlona en extremo. Un día se realizó una fiesta
en el palacio para que eligiera un esposo. Entonces llegaron reyes, príncipes y
nobles para presentarse ante ella, la cual encontró que todos eran hombres feos, y
sin filtro en la lengua, se los decía en sus propias caras, riéndose de los defectos
físicos que les encontraba.

El último hombre que se le presentó era el rey cuervo. Le decían así por la forma
de su barba, la que parecía el pico de esta ave. La princesa le dijo que su barba le
daba un aspecto horrible y se burló de él delante de todos los presentes.
Finalmente, ella rechazó a todos los pretendientes que ese día llegaron a la fiesta.
El padre de la princesa, enojado por la arrogancia de su hija, juró que la casaría
con el primer indigente que llagara a pedir limosna al palacio. Entonces, cuando
llegó un mendigo a la puerta, el padre de la princesa lo hizo entrar y le dio a su hija
por esposa. La princesa, por más que suplicó y lloró, no pudo hacer que su padre
abandonara su juramento. El indigente abandonó el palacio con su nueva
compañera. Caminaron horas enteras por bosques y valles, hasta que llegaron a
la choza donde vivía el hombre, en otro reino.

En este pobre hogar, la princesa, a la fuerza tuvo que aprender a servirse sola y a
atender en todo a su marido. Con lamentos y suspiros, tuvo que aprender a
encender el fuego, a hacer comida y a vestirse con trapos. Su esposo la obligó a
trabajar, hilando y haciendo canastillas. Sus manos se lastimaron por la falta de
costumbre. También, con mucha vergüenza, tuvo que vender en la calle objetos
de loza. Finalmente, el esposo la metió a trabajar como cocinera en el palacio real.
Allí tubo que hacer comida y guardar alimentos en sus bolsillos para no llegar con
las manos vacías a la humilde choza.

1
Un día, había una fiesta en el palacio. Ella miraba el evento por detrás de una
cortina. Entonces, el rey la vio y se acercó a ella para sacarla a bailar. Ella lo
reconoció. Era el rey cuervo, del cual se había burlado y dejado en ridículo en el
palacio de su padre. Ella no quiso darle la cara, porque le daba vergüenza que la
reconociera. Al correr se le cayeron los alimentos que guardaba en sus carteras,
por lo cual todos los presentes murmuraban y se reían de ella a carcajadas.
Mientras ella lloraba, el rey cuervo le dijo:

“¿No te has dado cuenta que el mendigo con el que te has casado y yo
somos la misma persona? Alcancé a oír a tu padre cuando dijo que te
casaría con el primer indigente que llegara a pedir limosna a su casa.
Entonces me disfracé de mendigo y me puse una barba postiza. Me he
dado cuenta que ya no eres orgullosa y estás arrepentida de tus burlas del
pasado. Haré una nueva boda real, porque todos te conocerán como la
esposa del poderoso rey cuervo”.

Finalmente, el cuento termina con la realización de la boda real en la cual la


princesa lloraba, pero esta vez sus lágrimas eran solo de gozo y alegría. 2

Este cuento me recuerda al Señor Jesucristo, porque él también es rey y esposo.


La Biblia nos dice que él es “el rey más poderoso de todo el universo” 3. Al igual
que el rey cuervo, el Señor también es un rey que desea estar con su esposa.
Pero ¿quién es la esposa del Señor? Existen varios relatos bíblicos donde se hace
una metáfora matrimonial entre Cristo y la Iglesia 4. Por ejemplo, el apóstol Pablo
le escribió a la comunidad cristiana de la ciudad griega de Corinto, diciendo: “Yo
los he comprometido en casamiento con un solo esposo, Cristo, y quiero
presentarlos ante él puros como una virgen” 5. Es decir, usted y yo, todos juntos,
somos la esposa deseada del Señor. ¿Somos deseados por él? Sí, Santiago, en
su carta dirigida a los cristianos y cristianas de todo el mundo, nos enseña que
Dios “nos anhela celosamente” 6. Todo esto quiere decir que el ser más alto y
sublime del universo, nos ama con la misma intensidad que un enamorado anhela
a su novia.

Pero muchas veces, nosotros adoptamos las características arrogantes y burlonas


de la princesa del cuento. Nos mostramos indiferentes ante Dios de múltiples
maneras. Nos olvidamos de orar y de tener un diálogo fluido y permanente con el
Señor. Nos cae aburrido asistir a las reuniones de la Iglesia o de leer la Biblia. Y
demostramos actitudes despreciativas contra los medios de gracia7, por las cuales
podemos relacionarnos con Dios. Hasta nos burlamos de otros cristianos y
cristianas cuando se esfuerzan por tener una comunión más íntima con Dios. Nos
referimos contra ellos y ellas, dándoles la cualidad de fanáticos o religiosos locos.

2
Otras formas de arrogancia contra el Señor es cuando somos indiferentes con
nuestro prójimo. Nos olvidamos que cada ser humano constituye la imagen de
Dios y que Cristo está representado en las personas más vulnerables que nos
rodean. Tenemos limitada capacidad para dar comida, bebida, vestuario, refugio y
atención a las personas que sufren distintos tipos de carencias, lo cual es una
forma de despreciar a Dios 8. Ver al prójimo pasando alguna carencia –material o
emocional- y omitir conscientemente la ayuda que necesita, es una burla indirecta
la que le expresamos. De este modo se puede poner en práctica el proverbio que
dice: “El que se burla del pobre ofende a su Creador” 9.

De estas y otras formas más, consciente o inconscientemente, somos indiferentes,


despreciativos y ofensivos contra el Señor. Muchas veces, al igual que la princesa
arrogante, nos burlamos de Dios en presencia del él y delante de muchas
personas. Que Jesús tenga misericordia, se acuerde que somos polvo, y perdone
nuestra ignorancia y ofensas contra él.

Entonces el Señor, como el rey cuervo, se humilla a sí mismo como método de


búsqueda por la esposa amada, representada por usted y por mí. Así lo demostró
el día que dejó las condiciones de su divinidad y majestad eternas para hacerse
hombre pobre y vivir en medio de la gente. El apóstol Pablo, en sus cartas, hace
referencia a este método de búsqueda, hablando de Cristo a los filipenses:

“Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró con su igualdad con
él, sino que renunció a lo que era suyo y tomo naturaleza de siervo.
Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre
cualquiera, se humilló así mismo, haciéndose obediente hasta la muerte,
hasta la muerte en la cruz” 10.

En otra carta dirigida a los corintios, el apóstol declara:

“Ustedes saben que nuestro Señor Jesucristo era rico, pero tanto los amó a
ustedes que vino al mundo y se hizo pobre, para que con su pobreza
ustedes llegaran a ser ricos” 11.

Ahora, el cuento narra que el mendigo llevó a la princesa a una choza y la hizo
pasar un tiempo de dificultades, tristezas y trabajo forzoso. La mujer, siendo en
teoría de raza real, vivió como una mujer del pueblo, en condiciones de
servidumbre y gran sencillez. El rey cuervo podía haberse revelado al primer
momento cuando llegaron a su reino. Pero no lo hizo así ¿Por qué? Quizás tenía
en sus manos a la princesa, pero él quería una esposa humilde sin señales de
burlas y arrogancia. Quizás, por eso la hizo pasar por un proceso educativo,
donde debía aprender a ser humilde y sumisa. El método pedagógico que usó el
rey fueron las dificultades y la vergüenza.

3
Muchas veces, el Señor nos hace pasar por procesos dolorosos para aprender lo
que él espera de nosotros. Así lo grafica la metáfora de la relación matrimonial
entre Dios y su Iglesia en el libro del profeta Oseas. Dios, representado como un
esposo, desea reconquistar el amor de su esposa, la cual representa a su pueblo.
Para ello, la lleva al desierto, el lugar menos romántico para una ocasión de
reconciliación. El Señor así lo dice: “Yo la voy a enamorar: la llevaré al desierto y
le hablaré al corazón” 12. El desierto representa la ausencia de vida y la soledad.
Es un lugar de dificultades y lamentos. Sin embargo, es el lugar que Dios escoge
para enseñarnos su amor.

El pastor y consejero matrimonial, Gary Chapman, respecto a la disciplina


amorosa de Dios, escribió:

“Muchas veces Dios disciplina a sus hijos, siempre con amor, a fin de que
sean las personas para las que creó que fueran, de este modo hace que
sus vidas sean más completas y satisfactorias” 13.

Así como le sucedió a la princesa, variadas ocasiones Dios trata con usted y
conmigo para sacar lo malo y pulir lo bueno. Para eso utiliza su disciplina con
momentos de dificultades emocionales y/o materiales para que logremos ser lo
que él quiere que seamos. Los momentos de dificultades también nos enseñan
muchas cosas, que si no fueran por estos momentos, nunca las hubiésemos
aprendido. La princesa no sabía trabajar. Aunque sus manos se lastimaron por la
falta de costumbre hacia el trabajo, logró dejar de ser una mujer dependiente y
llegó a ser una persona autónoma para enfrentar la vida. Las pruebas de la vida
nos hacen ser más fuertes y resistentes para enfrentar luchas del presente y las
posibles adversidades del futuro.

En esta perspectiva, el famoso psicólogo cristiano, James Dobson, en su libro


Cuando lo que Dios hace no tiene sentido, se refiere a la “ley de la adversidad”, la
cual se expresa en la vida de las plantas y los animales. Consiste en los desafíos
ambientales que hacen que sobrevivan los seres vivos más fuertes. Por ejemplo,
un árbol plantado en mucha humedad no desarrolla grandes raíces y un viento
fuerte lo puede voltear. En cambio, un árbol que crece en un lugar árido, extiende
sus raíces a varios metros de profundidad para buscar humedad, haciéndolo
resistente al viento más hostil. El autor termina la idea diciendo:

“Así que, de vez en cuando el Señor nos pone a hacer ejercicios


espirituales con el fin de mantenernos en forma para la contienda. Esa es la
“ley de la adversidad”, y todos somos afectados por ella de una u otra
manera” 14.

4
Otro propósito por el cual nuestro Esposo nos lleva al desierto es para hablar a
nuestro corazón. En este sentido, el escritor y teólogo británico, Clive S. Lewis
escribió:

“Dios nos susurra en nuestros placeres y habla a nuestra consciencia, pero


en cambio grita en nuestros dolores, es el megáfono que él usa para hacer
despertar a un mundo sordo” 15.

Por lo tanto, si estamos pasando por un proceso de dificultades o cuando nos


veamos inmersos en alguna prueba, es porque Dios está tratando de comunicarse
con nosotros. Él quiere hablarnos por medio de “un megáfono” de dolor. No nos
hagamos los sordos y seamos receptores de sus mensajes de amor.

Finalmente, una vez que la princesa pasó por la escuela de la adversidad, el rey
cuervo se le revela y le dice que la tristeza para ella llegó a su fin. Le propone una
boda real y ser la reina de su pueblo. Ella acepta con felicidad y se le devuelve la
dignidad de realeza que había perdido por un tiempo. De la misma forma opera el
Señor con usted y conmigo. Apocalipsis dice:

“Alegrémonos, llenémonos de gozo y alabémoslo, porque ha llegado el día


de la boda del Codero (Jesús). Ya está lista su esposa, la cual es la iglesia
(usted y yo); Dios la ha vestido de lino fino, limpio y brillante. Ese lino fino
representa el bien que hace el pueblo de Dios” 16.

El Señor nos devuelve la dignidad y nos acepta como miembros legítimos de su


familia real. Cuando el Señor se nos revela dejamos de vivir como servidores del
pecado y comenzamos una vida como receptores y emisores de amor, en
dirección a Dios y a nuestro prójimo. Dejamos las tristezas para hacer el bien a los
que están a nuestro alrededor. Cuando Jesús se nos revela, nuestros ojos pueden
ver su hermosura. Entonces él se convierte en nuestra gloria y orgullo. El amor a
los necesitados se convierte en nuestra felicidad. En definitiva, Cristo opera un
cambio en nuestras vidas. Su relevación marca un antes y un después en lo
integral de nuestra existencia.

Nuestro Jesús es como el rey cuervo y usted y yo somos la princesa del cuento.
Jesús nos busca, nos enseña, nos disciplina, nos consuela y nos acepta como
parte de su familia. Quizás, nos siempre comprendamos los métodos o
procedimientos que utiliza para acercarnos a él. Sin embargo, confiemos en su
amor. Que su gracia nos bendiga ahora y siempre. Amén.

5
NOTAS
1.
Los hermanos de origen alemán, Jacobo Grimm (1785-1863) y Wilhelm Grimm
(1786-1859), fueron académicos universitarios y coleccionistas de cuentos del
folclor oral, como lo son las famosas narraciones de “La cenicienta”, “Hansel y
Gretel”, “Rapunzel”, “La bella durmiente”, “Blancanieves” y otras.

2.
“El rey cuervo” en Cuentos de los Hermanos Grimm (2017) Barcelona,
España: EDITORS, S.A.

3.
Apocalipsis 19, 16 en Biblia para todos. Traducción en lenguaje actual.
Sociedades Bíblicas Unidas, 2004.

4.
Como por ejemplo, en Isaías 62, 4-5; Jeremías 3, 14; Oseas 2, 14-16; 2
Corintios 11, 2; 2 Juan 1, 1 y Apocalipsis 19, 7.

5.
2 de Corintios 11, 2b en La Biblia Dios habla hoy. Sociedades Bíblicas
Unidas 1996.

6.
Santiago 4, 5 en Santa Biblia, Reina-Valera 1960. Sociedades Bíblicas en
América Latina, 1960.

7.
Entendemos como “medios de gracia” a las actividades que nos conectan
espiritualmente con Dios, como lo son la oración, el ayuno, la lectura de la
Biblia, la adoración comunitaria y reuniones cristianas.

8.
Ver la parábola titulada “El juicio de las naciones” en Mateo 25, 31-46. Allí
Jesús enseña que dejar de atender a las personas desvalidas es como no
atenderle a él mismo.

9.
Proverbios 17, 5a en La Biblia Dios habla hoy. Sociedades Bíblicas Unidas
1996.

10.
Filipenses 2, 6-8 en La Biblia Dios habla hoy. Sociedades Bíblicas Unidas
1996.

11.
2 Corintios 8, 9 en Biblia para todos. Traducción en lenguaje actual.
Sociedades Bíblicas Unidas, 2004.

12.
Oseas 2, 14 en La Biblia Dios habla hoy. Sociedades Bíblicas Unidas 1996.

6
13.
Chapman, Gary (2016). Dios habla tu lenguaje del amor. Medley, Florida:
Editorial Unilit. Página 164.

14.
Dobson, James (2011). Cuando lo que Dios hace no tiene sentido. Miami,
Florida: Editorial Unilit. Página 173.

15.
Lewis, C. S (1977). El problema del dolor. Miami, Florida: Editorial Caribe.
Citado en Chapman, Gary (2016). Dios habla tu lenguaje del amor. Medley,
Florida: Editorial Unilit. Página 175.

16.
Apocalipsis 19, 7-8 en Biblia para todos. Traducción en lenguaje actual.
Sociedades Bíblicas Unidas, 2004.

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