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Definiciones de fascismo

Las distintas definiciones de fascismo y las características


específicas de los regímenes fascistas han sido —y son— objeto de
gran controversia, en la que se ha discutido —y se discute— la
naturaleza exacta del fascismo y sus rasgos básicos.

La mayoría de académicos coincide en que un régimen fascista es,


por encima de todo, una forma de gobierno autoritaria, aunque no
todos los regímenes autoritarios sean fascistas. El autoritarismo es,
en el fascismo, tan solo una de sus características, de forma que la
mayoría de académicos afirman que son necesarios más rasgos
identificativos para poder definir un régimen autoritario como
fascista.

De forma similar, el fascismo como ideología y como movimiento


político es también difícil de definir. Entendido en sentido
restringido el fascismo es una ideología y un movimiento político
que surgió en Italia en 1919, recién acabada la Gran Guerra, y que
alcanzó el poder en ese país en 1922 y lo mantuvo hasta 1944 bajo
Foto oficial del encuentro entre
el mando de Benito Mussolini. Se trató de un movimiento político
Benito Mussolini y Adolf Hitler que
totalitario enlazado con el corporativismo. Es evidente que si esa
tuvo lugar en Munich en junio de
definición se limita al fascismo italiano original, el término fascismo
1940 para formalizar la entrada de la
tendrá poco sentido fuera de la historia de la política italiana. La
Italia fascista en la Segunda Guerra
mayoría de académicos, por tanto, prefiere usar la palabra fascismo
Mundial del lado de la Alemania nazi.
en sentido amplio para referirse a una serie de ideologías y de
movimientos políticos con características parecidas que se dieron en
prácticamente toda Europa durante el período de entreguerras y cuyo ejemplo más radical no fue
paradójicamente el fascismo italiano sino el nacionalsocialismo alemán. Es lo que se ha denominado el
fascismo histórico, pero el debate se hace todavía más difícil cuando se intenta aplicar el término fascismo a
países no europeos o a momentos distintos que el periodo entreguerras. Para ese propósito, hay que
identificar un "mínimo fascista", es decir, las condiciones mínimas indispensables que debe cumplir un
movimiento político para poder ser considerado fascista. La mejor forma de hacerlo es considerar cuál ha
sido la propia definición de fascismo para diversos autores relevantes, para la mayoría de los cuales es un
movimiento político y un tipo de régimen político de carácter totalitario, autoritario, antiliberal, antimarxista
y antidemocrático.

Índice
El fascismo según los fascistas
Benito Mussolini
Ramiro Ledesma Ramos
José Antonio Primo de Rivera
El fascismo según los antifascistas
Franklin D. Roosevelt
León Trotski
Definición marxista de fascismo
José Carlos Mariategui
El fascismo según los historiadores (y los politólogos)
Stanley G. Payne
Roger Griffin
Emilio Gentile
Robert Paxton
Kevin Passmore
Norberto Bobbio
Steven Forti
Matthew Lyons
Fascismo según intelectuales
Umberto Eco
Jason Stanley
"Fascista" como insulto
Véase también
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos

El fascismo según los fascistas

Benito Mussolini

Benito Mussolini, Il Duce, de Italia antes de y durante la Segunda Guerra Mundial, firmó una entrada en la
Enciclopedia Italiana en 1932 titulada La doctrina del fascismo.1 2​ ​ Suele citarse a ese texto como la
definición "original" del fascismo italiano, el cual, a su vez, es considerado el fascismo "original". Sin
embargo, el valor de las afirmaciones de Mussolini sobre su propio movimiento político es objeto de
discusión.

Algunos extractos destacados de una de las traducciones de la Doctrina del fascismo:

Aunque el XIX fuera el siglo del socialismo, el liberalismo y la democracia, eso no significa
que el siglo XX deba ser también el del socialismo, el liberalismo y la democracia. Las
doctrinas políticas pasan; las naciones permanecen. Somos libres de creer que este es el siglo
de la autoridad, un siglo de «derecha», un siglo fascista. Si el XIX fue el siglo del individuo
(liberalismo implica individualismo), somos libres de creer que este es el siglo del 'colectivo',
y por tanto el siglo del estado

La concepción fascista del estado es totalmente incluyente; fuera del mismo no puede existir
ningún valor humano o espiritual, mucho menos tener valor. Comprendido esto, el fascismo es
totalitario, y el estado fascista - síntesis y unidad que incluye todos los valores - interpreta,
desarrolla y potencia toda la vida de un pueblo

El fascismo es una concepción religiosa en la que un hombre es visto bajo la perspectiva de su


relación inmanente con una ley superior y con una Voluntad objetiva que trasciende al
individuo particular y le eleva a la pertenencia consciente a una sociedad espiritual. Cualquiera
que no haya visto en las políticas religiosas del régimen fascista nada más que mero
oportunismo, no ha entendido que el fascismo, aparte de ser un sistema de gobierno, es
también, y sobre todo, un sistema de pensamiento

Ramiro Ledesma Ramos

El fundador de las JONS, uno de los principales teóricos del fascismo en España, analiza el fascismo en su
libro ¿Fascismo en España?

Fácilmente se comprenderá que cuantas veces utilizamos aquí la palabra "Fascismo" lo


hacemos como una concesión al vocabulario polémico mundial, pero sin gran fe en la
exactitud expresiva, ya que, por nuestra parte, nos inclinamos a negar al fascismo propiamente
dicho características universales...

Nos fijaremos en dos factores, que sin ser desde luego los únicos, ni quizá los de más
profundidad, han influido considerablemente en la universalización del fascismo.

Helos aquí:

1) Su tendencia al descubrimiento jurídico-político de un Estado nuevo, con la


pretensión histórica de que ese Estado signifique, para el espíritu y las necesidades
de la época, lo que el Estado liberal-parlamentario significó en todo el siglo XIX,
hasta la Gran guerra.

2) Su estrategia de lucha contra una fuerza social -el marxismo, el partido clasista de
los proletarios-, venciéndola revolucionariamente, y sustituyéndola en la ilusión y en
el entusiasmo de las masas...

No hay ni puede haber una Internacional fascista. El fascismo, como fenómeno


mundial, no es hijo de una fe ecuménica, irradiada proféticamente por nadie. Es más
bien un concepto que recoge una actitud mundial, que señala una coincidencia
amplísima en la manera de acercarse el hombre de nuestra época a las cuestiones
políticas, sociales y económicas más altas. Pero hay en esa actitud mundial zonas
irreductibles, que son las primeras en denunciar la no universalidad originaria del
fascismo. Pues su dimensión más profunda es lo "nacional". De ahí que el fascismo
no tenga otra universalidad que la que le preste el soporte "nacional" en que nace ...

¿Qué significa, en resumen, ser fascista? ¿Qué características ofrece esa actitud
moral, política y económica que en el mundo entero se califica hoy de actitud
fascista? ¿Qué aspiraciones y qué propósitos tienen esos movimientos que el mundo
conoce y señala como movimientos fascistas?

Parece que esas preguntas pueden hoy ser contestadas, y ello, de acuerdo con lo que
antes dijimos, sin necesidad de dirigir exclusivamente el catalejo hacia Italia y hacia
Mussolini, sino capturando una dimensión esencial de nuestra época, y de la que, en
realidad, es ya consecuencia y producto el fascismo italiano mismo.

Señalemos brevemente, en esquemas, las características y afirmaciones centrales,


definitorias, que en opinión nuestra determinan el fascismo como fenómeno mundial:

1) La Patria es la categoría histórica y social más firme. Y el culto a la Patria, el


impulso creador más vigoroso.
2) El Estado liberal-parlamentario no es ya el Estado nacional. Las instituciones
demoburguesas viven al margen del interés de la Patria y del interés del pueblo. No
representan ni interpretan ese interés.

3) La oposición a la democracia burguesa y parlamentaria es la oposición a los


poderes feudalistas de la sociedad actual.

4) El marxismo es la solución bestial, antinacional y antihumana que representa el


clasismo proletario para resolver los evidentes problemas e injusticias, propias del
régimen capitalista. La primera incompatibilidad de tipo irresoluble del fascismo se
manifiesta frente a los marxistas. Tan irresoluble, que sólo la violencia más
implacable es una solución.

5) Desde el momento en que el fascismo no es un producto de los sectores más


conformistas de la sociedad, es decir, de los grupos más satisfechos y partidarios de
la actual ordenación económica y política, su régimen y su victoria implican,
necesariamente, grandes transformaciones revolucionarias.

6) El fascismo busca un nuevo sentido de la autoridad, de la disciplina y de la


violencia. Respecto a la autoridad, vinculándola en jefes verdaderos. Respecto a la
disciplina, convirtiéndola en liberación, en eficacia y en grandeza del hombre.

Idea nacional profunda. Oposición a las instituciones demoburguesas, al Estado liberal-


parlamentario. Desenmascaramiento de los verdaderos poderes feudalistas de la actual
sociedad. Incompatibilidad con el marxismo. Economía nacional y economía del pueblo frente
al gran capitalismo financiero y monopolista. Sentido de la autoridad, de la disciplina y de la
violencia.3 ​

José Antonio Primo de Rivera

José Antonio Primo de Rivera habla del fascismo en el diario ABC el 22 de marzo de 1933, en una carta
dirigida a su director Juan Ignacio Luca de Tena: Algunas de sus afirmaciones son las siguientes:

El fascismo no es una táctica: la violencia. Es una idea: la unidad. Frente al marxismo, que
afirma como dogma la lucha de clases, y frente al liberalismo, que exige como mecánica la
lucha de partidos, el fascismo sostiene que hay algo sobre los partidos y sobre las clases, algo
de naturaleza permanente, trascendente, suprema: la unidad histórica llamada Patria. La
Patria, que no es meramente el territorio donde se despedazan aunque sólo sea con las armas
de la injuria varios partidos rivales ganosos todos del Poder. Ni el campo indiferente en que se
desarrolla la eterna pugna entre la burguesía, que trata de explotar a un proletariado, y un
proletariado, que trata de tiranizar a una burguesía. Sino la unidad entrañable de todos al
servicio de una misión histórica, de un supremo destino común, que asigna a cada cual su
tarea, sus derechos y sus sacrificios.

En un Estado fascista no triunfa la clase más fuerte ni el partido más numeroso que
no por ser más numeroso ha de tener siempre razón, aunque otra cosa diga un
sufragismo estúpido, que triunfa el principio ordenado común a todos, el
pensamiento nacional constante, del que el Estado es órgano.

Para encender una fe, no de derecha (que en el fondo aspira a conservarlo todo, hasta lo
injusto), ni de izquierda (que en el fondo aspira a destruirlo todo, hasta lo bueno), sino una fe
colectiva, integradora, nacional, ha nacido el fascismo. En su fe reside su fecundidad, contra
la que no podrán nada las persecuciones. Bien lo saben quienes medran con la discordia. Por
eso, no se atreven sino con calumnias. Tratan de presentarlo a los obreros como un
movimiento de señoritos, cuando no hay nada más lejano del señorito ocioso, convidado a una
vida en la que no cumple ninguna función, que el ciudadano del Estado fascista, a quien no se
reconoce ningún derecho sino en razón del servicio que presta desde su sitio. Si algo merece
llamarse de veras un Estado de trabajadores, es el Estado fascista. Por eso, en el Estado
fascista y ya lo llegarán a saber los obreros, pese a quien pese los sindicatos de trabajadores se
elevan a la directa dignidad de órganos del Estado.4 ​

El fascismo según los antifascistas

Franklin D. Roosevelt

Franklin Delano Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos entre 1933 y 1945, en su texto de 1938
Mensaje del Presidente de los Estados Unidos transmitiendo recomendaciones relativas al fortalecimiento
y la imposición de las leyes antitrust5 ​describió el fascismo de la forma siguiente:

La primera verdad es que la libertad de una democracia no está a salvo si la gente tolera el
crecimiento del poder en manos privadas hasta el punto de que se convierte en algo más fuerte
que el propio estado democrático. Eso, en esencia, es el fascismo - la propiedad del estado por
parte de un individuo, de un grupo, o de cualquier otro que controle el poder privado.

León Trotski

El revolucionario, político, militar y teórico soviético León Trotski definió al fascismo de la siguiente
manera (carta a un camarada británico, luego publicada en The Militant el 16 de enero de 1932):

¿Qué es el fascismo? El término se originó en Italia. ¿Fueron fascistas todas las formas de
dictadura contrarrevolucionaria (es decir, antes del advenimiento del fascismo en Italia)? La
Comintern llama dictadura fascista a la ex dictadura de Primo de Rivera en España. ¿Es
correcto? Creemos que no.

El movimiento fascista italiano fue un movimiento espontáneo de grandes masas,


con nuevos dirigentes surgidos de la base. Es de origen plebeyo y está dirigido y
financiado por las grandes potencias capitalistas. Se formó en la pequeña burguesía,
en el lumpenproletariado y hasta cierto punto también en las masas proletarias;
Mussolini, un ex-socialista, es un self-made man producto de este movimiento.

Primo de Rivera era un aristócrata. Ocupaba un alto cargo militar y burocrático y fue
gobernador en jefe de Cataluña. Llevó a cabo el golpe con la colaboración de
fuerzas estatales y militares. Las dictaduras de España e Italia son dos formas
totalmente distintas de dictadura. Hay que diferenciarlas bien. Mussolini tuvo
dificultades para reconciliar a muchas viejas instituciones militares con las milicias
fascistas. Este problema no existió para Primo de Rivera.

El movimiento alemán se parece fundamentalmente al italiano. Es un movimiento de


masas, cuyos dirigentes emplean una buena cantidad de demagogia socialista, la cual
es necesaria para la formación de un movimiento de masas.
La base genuina es la pequeña burguesía. En Italia cuenta en gran medida con esa base: la
pequeña burguesía de la ciudad y el campo y el campesinado. También en Alemania existe una
buena base para el fascismo[...]6 ​

Definición marxista de fascismo

Es la dictadura terrorista abierta que desatan los grandes monopolistas y financieros cuando
asumen definitivamente las riendas del Estado al llegar el capitalismo a su última fase.

El fascismo aparece con la llegada del capitalismo a su etapa monopolista para frenar
el ascenso del movimiento obrero y tratar de superar la crisis que tal etapa engendra
inevitablemente. El imperialismo es un sistema en descomposición, en crisis
permanente y, a fin de impedir su hundimiento definitivo, está obligado a adoptar las
más drásticas medidas de fuerza. La agudización de todas las contradicciones de esta
etapa, impiden a la burguesía resolverlas por los métodos propios de la democracia
burguesa: parlamentarismo, elecciones, partidos, tribunales, etc.

Pero el fascismo no es sólo una ideología; el fascismo no está representado sólo, ni


siquiera principalmente, por determinados grupos o partidos de extrema derecha,
chovinistas o racistas. No se puede separar al fascismo del poder del Estado y surge
cuando el capitalismo ha llegado a su última etapa como una forma de impedir la
revolución socialista. El fascismo es el monopolismo en la política, el control del
poder por un reducido núcleo de los sectores financieros más poderosos. Es la
superestructura política que adoptan los países imperialistas, de manera que si la
democracia burguesa corresponde al capitalismo premonopolista, el fascismo es la
forma de Estado del capitalismo monopolista. En consecuencia, no es un fenómeno
político limitado al momento transcurrido entre las dos guerras mundiales del siglo
XX, sino una tendencia permanente y general de todos los países capitalistas.

Tampoco se puede identificar al fascismo con sus formas exteriores, ni tampoco con
las manifestaciones nacionales en la que se materializó (nacional-socialismo en
Alemania, fascismo en Italia, falangismo en España).

El fascismo crea la premisas para incorporar a sectores muy extensos de las masas a la lucha a
causa de la privación absoluta de derechos, poniendo de manifiesto la identidad de intereses
entre la democracia y la revolución socialista.7 ​

El Diccionario filosófico, obra soviética a cargo de Mark Moisevich Rosental (1906-1975) y Pavel
Fedorovich Iudin (1899-1968), uno de los más difundidos manuales filosóficos, toma su definición de los
documentos del XXII Congreso del PCUS:

El fascismo es la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, chovinistas e


imperialistas del capital financiero.8 ​

José Carlos Mariategui

José Carlos Mariategui, por su parte, en sus estudios mostró cómo el fascismo no era una "excepción"
italiana o un "cataclismo", sino un fenómeno internacional "posible dentro de la lógica de la historia", del
desarrollo de los monopolios en el imperialismo y de su necesidad de derrotar la lucha del proletariado.
Mariátegui vio el fascismo como una respuesta del gran capital a una crisis social profunda, como la
expresión de que la clase dominante no se siente ya suficientemente defendida por sus instituciones
democráticas por lo que culpa ante las masas de todos los males de la patria, al régimen parlamentario y a la
lucha revolucionaria, y desata el culto a la violencia y al nuevo orden del estado fascista, concebido como
estructura autoritaria vertical de corporaciones. Mariátegui vislumbró cómo el triunfo del fascismo estaba
inevitablemente destinado a exasperar la crisis europea y mundial.

El fascismo según los historiadores (y los politólogos)


Como ha señalado el historiador italiano Steven Forti, «entre los historiadores, de hecho, ha habido —y
sigue habiendo— un intenso debate sobre la definición misma del concepto de fascismo. [...] Las
divergencias aumentan, además, cuando entramos en el análisis de casos concretos, más allá de la Italia de
Mussolini o de la Alemania de Hitler. ¿Fueron la Francia del mariscal Pétain, la Hungría de Horthy, el
Portugal de Salazar, la España de Franco o la Austria de Dollfuss unos regímenes fascistas? ¿O se trató de
unos regímenes más o menos fascistizados o sencillamente autoritarios?». Por este motivo hay historiadores
como Enzo Collotti que proponen hablar de facismos, en plural.9 ​

Stanley G. Payne

Para definir el fascismo Stanley G. Payne, en su obra de 1980 Fascismo: Comparación y definición,10 11 ​ ​
parte de lo que él llama la «triple negación del fascismo». Las dos primeras, el antiliberalismo y el
antisocialismo (singularmente el "antimarxismo"), las comparte con el resto de ideologías y movimientos
políticos de la derecha autoritaria (no democrática), por lo que la tercera es la que la distingue al fascismo
de esta última: se trata del rechazo de las formas tradicionales de conservadurismo (las basadas en la
religión o en la monarquía tradicionales, por ejemplo), ya que el fascismo propugnaba una "Revolución
Nacional" que crearía un "Orden Nuevo" y un "Hombre Nuevo".

A estos tres rasgos definitorios y clave del fascismo, Payne añade los siguientes: creación de un estado
autoritario; creación y control de un sector económico integrado en el Estado, interclasista y altamente
regulado, ya sea llamada corporativista nacional, nacionalsocialista o nacional sindicalista; evaluación
positiva y uso de, o disposición a usar, la violencia y la guerra; empeño extremo en el principio masculino y
en el dominio masculino, al tiempo que defiende una visión fuertemente orgánica de la sociedad.

Roger Griffin

Roger Griffin pone el énfasis en el aspecto de la retórica popular fascista que reclama un "renacimiento" de
la nación y la etnia entremezcladas.12 ​Según Griffin:

El fascismo se define mejor como una forma revolucionaria de nacionalismo, una que
pretende ser una revolución política, social y ética, fusionando al "pueblo" en una dinámica
comunidad nacional bajo el mando de las nuevas élites infusas en valores heroicos. El mito
central que inspira ese proyecto es el de que tan solo un único movimiento populista e
interclasista de purificación, un renacimiento nacional catártico (palingénesis), puede detener
la ola de decadencia.13 ​

También según Griffin, durante los años 1990 se desarrolló un amplio consenso académico en el ámbito de
las ciencias sociales dentro del mundo angloparlante, centrado en la siguiente definición de fascismo:

[El fascismo es] una forma genuinamente revolucionaria de anti liberalismo transcláseo, y en
su último análisis, nacionalismo anti conservador. Como tal, es una ideología profundamente
inmersa en conceptos de modernización y modernidad, ha asumido una considerable variedad
de formas externas para adaptarse al contexto histórico y nacional particular en el que aparece,
y ha desatado una gran cantidad de corrientes culturales e intelectuales, tanto entre la izquierda
como entre la derecha, anti modernas y pro modernas, con el fin de articularse como un
cuerpo de ideas, lemas y doctrinas. En el período de entre guerras se manifestó principalmente
en la forma de un "partido armado" dirigido por una élite, que intentó, normalmente de forma
infructuosa, generar un movimiento de masas populista a través de un estilo político lleno de
liturgia y un programa de políticas radicales que prometían vencer una amenaza representada
por el socialismo internacional, acabar con la degeneración que afectaba la nación bajo el
liberalismo, y traer una renovación radical de la vida social, política y cultural del país, como
parte de lo que era comúnmente considerado como una nueva era inaugurada en la civilización
occidental. El mito movilizador central del fascismo, que condiciona su ideología, su
propaganda, su estilo político y sus acciones, es la visión del inminente renacer de la nación
desde la decadencia.14 ​

Griffin afirma que la definición anterior puede condensarse en una sola frase:

{{cita|El fascismo es una ideología política cuyo esencia mítica, en sus varias permutaciones, es una forma
palingenésica de ultranacionalismo populista.15 ​

La palabra palingenésico se refiere a la noción de renacimiento (en este caso, renacimiento nacional), y
tiene un significado similar a los términos "apocalíptico" y "milenario", aunque sin connotaciones
religiosas.

Emilio Gentile

Emilio Gentile describe el fascismo como «la sacralización de la política» a través de métodos
totalitarios.16 ​ En su libro más reciente Quién es fascista (2019) ha propuesto el siguiente «mapa
conceptual» del fascismo configurado por diez elementos:17 ​
«Dimensión organizativa
1. Un movimiento de masas, en suma interclasista, pero en el que prevalecen, en los cuadros dirigentes y en
la masa de los militantes, jóvenes pertenecientes principalmente a las clases medias, organizados en forma
original e inédita de 'partido milicia'. Este... se considera investido de una misión de regeneración nacional,
se conceptúa en estado de guerra contra los adversarios políticos y trata de adquirir el monopolio del poder
político usando el terror, la táctica parlamentaria y el compromiso con los grupos dirigentes, para crear un
nuevo régimen, destruyendo la democracia parlamentaria.

Dimensión cultural
2. Una cultura basada en el pensamiento mítico, en un sentimiento trágico y activista de la vida concebida
como manifestación de la voluntad de poder, en el mito de la juventud como artífice de la historia, en la
militarización de la política como modelo de vida y de organización colectiva.

3. Una ideología de carácter antiideológica y pragmática, que se declara antimaterialista, antiindividualista,


antiliberal, antidemocrática, antimarxista, tendencialmente populista y anticapitalista, expresada
estéticamente, más que teóricamente, a través de un nuevo estilo político y a través de los mitos, los ritos y
los símbolos de una religión laica, instituida en función del proceso de aculturación, de socialización y de
integración fideísta de las masas cuya finalidad es la creación de un 'hombre nuevo'.

4. Una concepción totalitaria de la primacía de la política como experiencia integral y revolución continua,
para llevar a cabo —a través del Estado totalitario— la fusión del individuo y de las masas en una unidad
orgánica y mística de la nación como comunidad étnica y moral, adoptando medidas de discriminación y de
persecución contra quienes son considerados fuera de esta comunidad, por ser enemigos del régimen o
porque pertenecen a razas consideradas inferiores o, en cualquier caso, peligrosas para la integridad de la
nación.
5. Una ética civil basada en la subordinación absoluta del ciudadano al Estado, en la entrega total del
individuo a la comunidad nacional, en la disciplina, en la virilidad, en la camaradería y en el espíritu
guerrero.

Dimensión institucional

6. Un aparato policial, que previene, controla y reprime, incluso recurriendo al terror organizado, la
disensión y la oposición.

7. Un partido único, que tiene las siguientes funciones: garantizar, a través de una milicia propia, la defensa
armada del régimen...; llevar a cabo la selección de nuevos cuadros dirigentes y la formación de la
'aristocracia del mando'; organizar a las masas en el Estado totalitario involucrándose en un proceso
pedagógico de movilización permanente, emocional y fideísta; operar en el interior del régimen como
órgano de la 'revolución continua' en pro de la permanente actuación del Estado totalitario en las
instituciones, en la sociedad, en la mentalidad y en las costumbres.

8. Un sistema político basado en la simbiosis entre régimen y Estado, ordenado según una jerarquía de
funciones, nombrada desde lo alto y que culmina en la figura del 'jefe', investido de sacralidad carismática...

9. Una organización corporativa de la economía, que suprime la libertad sindical, amplía la esfera de
intervención del Estado y trata de llevar a cabo, según principios tecnocráticos y solidaristas, la
colaboración de las clases productivas bajo el control del régimen, para la consecución de sus finalidades de
potencia, pero preservando la propiedad privada y la división de clases.

10. Un política exterior inspirada por la búsqueda de la potencia y de la grandeza nacionales, con objetivos
de expansión imperialista y con vistas a la creación de una nueva civilización.»

Robert Paxton

Robert Paxton, profesor emérito de la Universidad de Columbia, define el fascismo en su libro Anatomía
del fascismo como:

una forma de conducta política caracterizada por una preocupación obsesiva por la decadencia
de la comunidad, su humillación o victimización y por cultos compensatorios de unidad,
energía y pureza, en los que un partido de masas o un conjunto de militantes nacionalistas
comprometidos, trabajando en difícil pero efectiva colaboración con las élites tradicionales,
abandona las libertades democráticas y persigue, con violencia redentora y sin restricciones
éticas o legales, metas de limpieza interna y expansión exterior.18 ​

En el mismo libro, Paxton también sostiene que los cimientos del fascismo se encuentran en un conjunto de
"pasiones movilizadoras" más que en una doctrina elaborada. Sostiene que estas pasiones pueden explicar
gran parte del comportamiento de los fascistas:

una sensación de crisis abrumadora más allá del alcance de cualquier solución tradicional.
la primacía del grupo, frente al cual se tienen deberes superiores a todo derecho, individual
o universal, y la subordinación del individuo a él.
la creencia de que el propio grupo es una víctima, un sentimiento que justifica cualquier
acción, sin límites legales o morales, contra sus enemigos, tanto internos como externos.
temor al declive del grupo bajo los efectos corrosivos del liberalismo individualista, el
conflicto de clases y las influencias ajenas.
la necesidad de una integración más estrecha de una comunidad más pura, por
consentimiento si es posible, o por violencia excluyente si es necesario.
la necesidad de autoridad por parte de jefes naturales (siempre varones), que culmina en
un cacique nacional que es el único capaz de encarnar el destino histórico del grupo.
la superioridad de los instintos del líder sobre la razón abstracta y universal.
la belleza de la violencia y la eficacia de la voluntad, cuando se dedican al éxito del grupo.
el derecho del pueblo elegido a dominar a otros sin restricción de ningún tipo de ley
humana o divina, siendo el derecho decidido por el único criterio de la destreza del grupo
dentro de una lucha darwiniana.

Kevin Passmore

La definición del fascismo de Kevin Passmore —profesor de historia en la Universidad de Cardiff— en su


libro de divulgación de 2002 "Fascism: A Very Short Introduction".19 ​ desciende directamente de la visión
presentada por Ernesto Laclau, y también está informada por un deseo de ajustarse a lo que él cree que son
deficiencias en los análisis marxistas, weberianos y otros del fascismo:

El fascismo es un conjunto de ideologías y prácticas que busca colocar a la nación, definida en


términos exclusivos biológicos, culturales y / o históricos, por encima de todas las demás
fuentes de lealtad, y crear una comunidad nacional movilizada. El nacionalismo fascista es
reaccionario en el sentido de que implica una hostilidad implacable al socialismo y al
feminismo, ya que se considera que priorizan la clase o el género en lugar de la nación. Por
eso el fascismo es un movimiento de extrema derecha.
El fascismo es también un movimiento de la derecha radical porque se considera que la
derrota del socialismo y el feminismo y la creación de la nación movilizada dependen del
advenimiento al poder de una nueva élite que actúa en nombre del pueblo, encabezada por un
líder carismático, y encarnado en un partido militarizado de masas.
Los fascistas son empujados hacia el conservadurismo por el odio común al socialismo y al
feminismo, pero están preparados para anular los intereses conservadores —familia,
propiedad, religión, universidades, servicio civil— donde se considera que los intereses de la
nación lo requieren.
El radicalismo fascista también se deriva del deseo de calmar el descontento aceptando
demandas específicas de los movimientos obreros y de mujeres, siempre que estas demandas
estén de acuerdo con la prioridad nacional. Los fascistas buscan asegurar la armonización de
los intereses de los trabajadores y las mujeres con los de la nación movilizándolos dentro de
secciones especiales del partido y/o dentro de un sistema corporativo. El acceso a estas
organizaciones y a los beneficios que confieren a los miembros depende de las características
nacionales, políticas y/o raciales del individuo. Todos los aspectos de la política fascista están
impregnados de ultranacionalismo.

Norberto Bobbio

El politólogo italiano Norberto Bobbio ha propuesto la siguiente definición del fascismo:20 ​

El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de


una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la
movilización de las masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con
las reivindicaciones nacionales.

Steven Forti

El historiador italiano Steven Forti, tras hacer un repaso de las diferentes definiciones que se han propuesto
del fascismo, considera como «las características principales del fascismo» las siguientes:21 ​
El ultranacionalismo, el anticomunismo, el antiliberalismo, el antiparlamentarismo, la
condena de los valores de la Ilustración, el autoritarismo, el culto al líder y a la fuerza,
elementos militaristas e imperialistas, la mística del heroísmo, de la acción y de la violencia,
el corporativismo o sindicalismo nacional, esto es, la negación de la división social en clases,
y el racismo y, aunque no siempre, el antisemitismo.

Matthew Lyons

El historiador Matthew Lyons, en su artículo What is fascism? (https://politicalresearch.org/2016/12/12/wha


t-is-fascism-2), describe al fascismo como:

El fascismo es una forma de ideología de extrema derecha que ensalza la nación o la raza
como una comunidad orgánica que trasciende todas las demás lealtades. Enfatiza un mito de
renacimiento nacional o racial tras un periodo de decadencia o destrucción. Para ello, el
fascismo reclama una "revolución espiritual" contra los signos de decadencia moral, como el
individualismo y el materialismo, y busca purgar las fuerzas y grupos "ajenos" que amenazan
a la comunidad orgánica. El fascismo tiende a celebrar la masculinidad, la juventud, la unidad
mística y el poder regenerador de la violencia. A menudo, pero no siempre, promueve
doctrinas de superioridad racial, persecución étnica, expansión imperialista y genocidio. Al
mismo tiempo, los fascistas pueden abrazar una forma de internacionalismo basada en la
solidaridad racial o ideológica más allá de las fronteras nacionales. Por lo general, el fascismo
propugna una supremacía masculina explícita, aunque a veces también puede promover la
solidaridad femenina y nuevas oportunidades para las mujeres de la nación o raza privilegiada.
El enfoque político del fascismo es a la vez populista – pues busca activar al "pueblo" en su
conjunto contra los opresores o enemigos percibidos – y elitista – en el sentido de que trata la
voluntad del pueblo como encarnada en un grupo selecto, o a menudo en un líder supremo,
desde el cual la autoridad prosigue hacia abajo. El fascismo trata de organizar un movimiento
de masas encabezado por milicias en un intento de hacerse con el poder del Estado. Busca
subordinar por la fuerza todas las esferas de la sociedad a su visión ideológica de comunidad
orgánica, normalmente a través de un estado totalitario. Tanto como movimiento como
régimen, el fascismo utiliza las organizaciones de masas como sistema de integración y
control, y emplea la violencia organizada para suprimir la oposición, aunque la escala de la
violencia varía considerablemente.
El fascismo es hostil al marxismo, al liberalismo y al conservadurismo, aunque toma prestados
conceptos y prácticas de los tres. El fascismo rechaza los principios de la lucha de clases y el
internacionalismo obrero como amenazas a la unidad nacional o racial, pero a menudo explota
los agravios reales contra los capitalistas y los terratenientes mediante chivos expiatorios
étnicos o teorías conspirativas de corte radical. El fascismo rechaza las doctrinas liberales de la
autonomía y los derechos individuales, el pluralismo político y el gobierno representativo,
pero defiende una amplia participación popular en la política y puede utilizar los canales
parlamentarios en su camino hacia el poder. Su visión de un "nuevo orden" choca con el
apego conservador a las instituciones y jerarquías basadas en la tradición, aunque el fascismo
suele romantizar el pasado como inspiración para el renacimiento nacional.
El fascismo mantiene una compleja relación con las élites establecidas y la derecha no fascista.
Nunca es una mera marioneta de la clase dirigente, sino un movimiento autónomo con su
propia base social. En la práctica, el fascismo defiende el capitalismo contra la inestabilidad y
la izquierda, pero también persigue una agenda que a veces choca con los intereses capitalistas
de forma significativa. Ha habido mucha cooperación, competencia e interacción entre el
fascismo y otros sectores de la derecha, produciendo varios movimientos y regímenes
híbridos.22 ​

Fascismo según intelectuales

Umberto Eco

En 1995 el semiólogo italiano Umberto Eco pronunció una conferencia en Estados Unidos titulada Eternal
Fascism, en la que planteaba el concepto de Ur-Fascismo o «fascismo eterno». Eco habló ante un público
de estudiantes norteamericanos un 25 de abril, el día de la liberación de Italia del nazifascismo, y pocos días
después de que Estados Unidos hubiera sufrido el atentado de Oklahoma City. Asimismo el año anterior
había llegado al poder en Italia Silvio Berlusconi que había abierto las puertas al neofascista Movimiento
Social Italiano a punto de transformarse en la posfascista Alianza Nacional. Este contexto es el que
explicaría que Eco considerara que el fascismo no era un fenómeno político circunscrito al período de
entreguerras, y derrotado en 1945, sino que era un hecho «ahistórico», «eterno».23 ​ Así, Eco enumeró
catorce características generales del fascismo eterno. Según él, la presencia de al menos una de ellas sería
suficiente para crear «una nebulosa fascista».24 ​

1. «El Culto a la Tradición», caracterizado por el sincretismo cultural, incluso a riesgo de


contradicciones internas. Cuando toda la verdad ya ha sido revelada por la Tradición, no
puede ocurrir ningún nuevo aprendizaje, solo mayor interpretación y refinamiento.
2. «El rechazo del modernismo», que ve el desarrollo racionalista de la cultura occidental
desde la Ilustración como un descenso a la depravación. Eco distingue esto de un rechazo
al avance tecnológico superficial, ya que muchos regímenes fascistas citan su potencia
industrial como prueba de la vitalidad de su sistema.
3. «El culto de la acción por el bien de la acción», que dicta que la acción es valiosa en sí
misma y debe tomarse sin reflexión intelectual. Esto, dice Eco, está relacionado con el
antiintelectualismo y el irracionalismo, y a menudo se manifiesta en ataques a la cultura y la
ciencia modernas.
4. «El desacuerdo es traición». El fascismo devalúa el discurso intelectual y el razonamiento
crítico como barreras para la acción, así como por temor a que tal análisis exponga las
contradicciones encarnadas en una fe sincrética.
5. «Miedo a la diferencia», que el fascismo busca explotar y exacerbar, a menudo en forma de
racismo o un llamamiento contra extranjeros e inmigrantes.
6. «Apelación a una clase media frustrada», por temor a la presión económica de las
demandas y aspiraciones de los grupos sociales más bajos.
7. «Obsesión con una conspiración» y la exageración de una amenaza enemiga. Esto a
menudo combina una apelación a la xenofobia con el miedo a la deslealtad y al sabotaje de
los grupos marginados que viven dentro de la sociedad (como el 'miedo' de la élite alemana
a los negocios y las buenas obras de la población judía de la década de 1930). Eco
también cita el libro de Pat Robertson The New World Order como un ejemplo destacado de
una obsesión por el complot.
8. Las sociedades fascistas consideran retóricamente a sus enemigos como «al mismo tiempo
demasiado fuertes y demasiado débiles». Por un lado, los fascistas aprovechan el poder de
ciertas élites desfavorecidas para alentar en sus seguidores un sentimiento de agravio y
humillación. Por otro lado, los líderes fascistas señalan la decadencia de esas élites como
prueba de su última debilidad ante una abrumadora voluntad popular.
9. «El pacifismo es traficar con el enemigo» porque «la vida es una guerra permanente»;
siempre debe haber un enemigo contra el que luchar. Tanto la Alemania nazi bajo Hitler
como la Italia fascista bajo Mussolini trabajaron primero para organizar y limpiar sus
respectivos países y luego construir las máquinas de guerra que más tarde pretendieron y
usaron, a pesar de que Alemania estaba bajo las restricciones del tratado de Versalles para
no construir una fuerza militar. Este principio conduce a una contradicción fundamental
dentro del fascismo: la incompatibilidad del triunfo final con la guerra perpetua.
10. «Desprecio por los débiles», incómodamente casado con un elitismo popular chovinista, en
el que cada miembro de la sociedad es superior a los forasteros en virtud de pertenecer al
intragrupo. Eco ve en estas actitudes la raíz de una profunda tensión en la estructura
fundamentalmente jerárquica de los sistemas políticos fascistas, que alientan a los líderes a
despreciar a sus subordinados, hasta llegar al Líder supremo que desprecia a todo el país
por haberle permitido tomarlo por la fuerza.
11. «Todo el mundo está educado para convertirse en héroe», lo que lleva a abrazar un culto a
la muerte. Como observa Eco, «[el] héroe ur-fascista está impaciente por morir. En su
impaciencia, envía con más frecuencia a otras personas a la muerte».
12. «Machismo», que sublima el difícil trabajo de la guerra permanente y el heroísmo en la
esfera sexual. Así, los fascistas tienen «tanto desdén por las mujeres como intolerancia y
condena de los hábitos sexuales no estándar, desde la castidad hasta la homosexualidad».
13. «Populismo selectivo». El pueblo, concebido de manera monolítica, tiene una "Voluntad
Común", distinta y superior al punto de vista de cualquier individuo. Como ninguna masa de
gente puede llegar a ser verdaderamente unánime, el Líder se presenta como el intérprete
de la voluntad popular (aunque realmente la dicta). Los fascistas utilizan este concepto para
deslegitimar las instituciones democráticas que acusan de «no representar más la Voz del
Pueblo».
14. «Neolengua»: el fascismo emplea y promueve un vocabulario empobrecido para limitar el
razonamiento crítico.

El libro de Eco Il fascismo eterno se volvió a publicar en 2017, un año después de su muerte, y en seguida
fue traducido a otros idiomas (en español en 2018 con el título Contra el fascismo). Su propuesta del
«fascismo eterno» tuvo una gran repercusión entre las izquierdas que, en contra de lo sostenido por la
inmensa mayoría de los historiadores, asumieron la tesis de que el fascismo habría seguido existiendo tras
su derrota en 1945. Fue el caso, por ejemplo, del filósofo norteamericano Jason Stanley.25 ​

Tal vez el historiador que se ha mostrado más crítico con la tesis del «fascismo eterno» ha sido el italiano
Emilio Gentile. Según Gentile, «no podemos prescindir del fascismo histórico para definir quién es fascista
o usar el término "fascista" para movimientos políticos que no presentan en absoluto sus características
peculiares, o incluso tienen características opuestas al fascismo histórico» («partido milicia, régimen
totalitario, religión política, regimentación de la población, militarismo integral, preparación belicosa a la
expansión imperial»).26 ​

Jason Stanley

Siguiendo la estela de Umberto Eco, el filósofo norteamericano Jason Stanley ha definido el fascismo como
«el ultranacionalismo de distinto tipo (étnico, religioso, cultural), en el que la figura de un líder autoritario
representa a la nación y habla por ella». En su libro Facha: cómo funciona el fascismo y cómo ha entrado
en tu vida (título de la edición en español publicada en 2019) analizaba los casos de Rusia, Hungría,
Polonia, India, Turquía y Estados Unidos en los se estaba aplicando la «política fascista», es decir, «las
tácticas fascistas, como mecanismo para obtener el poder»: «el pasado mítico, la propaganda, el
antiintelectualismo, la irrealidad, la jerarquía, el victimismo, el orden público, la ansiedad sexual, el
llamamiento al espíritu de la nación y el desmantelamiento del Estado de bienestar y la unidad».25 ​

"Fascista" como insulto


Desde la Segunda Guerra Mundial, debido a sus connotaciones negativas y a la indefición de la ideología,
los términos "fascista", "facha", "facho" y similares han sido utilizados coloquialmente como insultos hacia
personas o grupos percibidos como autoritarios, reaccionarios o intolerantes, tales como Ronald Reagan o
Donald Trump, o hacia rivales políticos en un intento de desprestigiarles, hasta tal punto que varios autores
han argumentado que el término ha perdido toda o casi toda su utilidad. Así, ya en 1944, George Orwell
afirmaba que:

Aunque cuando usamos el término 'fascismo' al describir Alemania o Japón o la Italia de


Mussolini, sabemos más o menos qué significa. Es en la política interna donde el término ha
perdido los últimos vestigios de su significado. Por ejemplo si miras la prensa encontrarás que
no hay quien —y por supuesto ningún partido político u organización— no haya sido
denunciado por ser fascista durante los últimos diez años. (...) Parecería que, tal como se usa,
la palabra «fascismo» ha quedado casi totalmente desprovista de sentido. En las
conversaciones, por supuesto, se usa casi más ampliamente que en prensa. La he oído aplicada
a granjeros, tenderos, al Crédito Social, al castigo corporal, a la caza del zorro, a las corridas
de toros, al Comité 1922, al Comité 1941, a Kipling, a Gandhi, a Chiang Kai-Shek, a la
homosexualidad, a las transmisiones de Priestley, a los albergues juveniles, a la astrología, a
las mujeres, a los perros y a no sé cuántas cosas más. (...) Lo más que podemos hacer por el
momento es usar la palabra con circunspección y no, como se suele hacer, degradarlo al nivel
de una palabrota.27 28
​ ​

Entre los autores que comparten esta visión se encuentran entre otros Steven Forti, Stanley Payne, Emilio
Gentile o Roger Griffin, quien afirmaba que «el término fascismo sufrió una inflación semántica y, cuanto
más lo usaba la gente, su valor como concepto se devaluaba más, como una divisa sin valor»29 ​. Es decir,
se ha producido una banalización del término. No obstante, la creencia en esta banalización como tópico
puede llevar a una incapacidad o reticencia de identificar a tiempo a los movimientos fascistas modernos
como tal, en la medida en la que exista alguna diferencia con el fascismo original.30 ​ Robert Paxton, por
ejemplo, se negó a denominar fascista a Donald Trump hasta el asalto al Capitolio de los Estados Unidos de
2021, que le hizo cambiar de opinión.31 ​

Véase también
Corporativismo

Referencias
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26/317/Fascismo) (enlace roto disponible en
19. Passmore, Kevin,Fascism: A Very Short
Internet Archive; véase el historial (https://web.ar
Introduction (Oxford University Press,
chive.org/web/*/http://es.scribd.com/doc/812302
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26/317/Fascismo), la primera versión (https://we
b.archive.org/web/1/http://es.scribd.com/doc/812 20. Forti, 2021, p. 61.
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1914–1945. University of Wisconsin Press, www.orwell.ru/library/articles/As_I_Please/
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12. Griffin, Roger, Fascism, Oxford University p://www.orwell.ru/), retrieved September
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Bibliografía
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Juliana. Madrid: Siglo XXI. ISBN 978-84-323-2030-9.
Gentile, Emilio (2019). Quién es fascista [Chi é fascista]. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-
84-9181-590-7.

Enlaces externos
¿Qué es el fascismo? (https://web.archive.org/web/20101114225745/http://www.bolpress.co
m/art.php?Cod=2008082006), por Javier García en Bolpress.
Qué es el fascismo y cómo combatirlo (https://web.archive.org/web/20141226114313/http://
marxismo.org/?q=node%2F118) (definiciones marxista y socialdemócrata del fascismo).
Umberto Eco. UR-FASCISM. The New York Review of Books. June 22, 1995. (http://www.pe
gc.us/archive/Articles/eco_ur-fascism.pdf) Archivado (https://web.archive.org/web/20160304
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Wayback Machine. Catorce síntomas del fascismo.

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