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48. FASCISMO Y NEOFASCISMO.

CARACTERES Y
CIRCUNSTANCIAS EN QUE SE DESARROLLAN

El Fascismo es una forma de totalitarismo del siglo XX que pretende la


estricta reglamentación de la existencia nacional e individual de acuerdo con
ideales nacionalistas y a menudo militaristas. Los intereses contrapuestos se
resuelven mediante la total subordinación al servicio del Estado y una lealtad
incondicional a su líder. En contraste con los totalitarismos de izquierdas
identificados con el comunismo, el fascismo basa sus ideas y formas en el
conservadurismo extremo. Los regímenes fascistas se parecen a menudo a
dictaduras -y a veces se transforman en ellas-, a gobiernos militares o a
tiranías autoritarias, pero el fascismo en sí mismo se distingue de cualquiera
de estos regímenes por ser de forma concentrada un movimiento político y
una doctrina sustentados por partidos políticos al margen del poder.

El fascismo hace hincapié en el nacionalismo, pero su llamamiento es


internacional. Surge con fuerza por primera vez en distintos países entre 1919
y 1945, sobre todo en Italia, Alemania y España. En un sentido estricto, la
palabra fascismo se aplica para referirse solo al partido italiano que, en su
origen, lo acuña, pero se ha extendido para aplicarse a cualquier ideología
política comparable. Del mismo modo, Japón soporta durante la década de
1930 un régimen militarista que presentaba fuertes características fascistas.
Los regímenes fascistas también existen en periodos variables de tiempo en
muchos otros países. Incluso democracias liberales como las de Francia e
Inglaterra tienen movimientos fascistas importantes durante las décadas de
1920 y 1930. Después de la derrota de las potencias del Eje Roma-Berlín-
Tokyo en la II Guerra Mundial, el fascismo sufre un largo eclipse, pero en los
últimos tiempos ha reaparecido de forma más o menos abierta en las actuales
democracias occidentales, sobre todo en Francia y en Italia.

Antes de la I Guerra Mundial, algunos escritores, entre ellos el poeta italiano


D' Annunzio (1863-1938), y los pensadores franceses Sorel (1847-1922),
Barres (1862-1923), Maurras (1868-1952) y el conde Joseph de Gobineau
(1816-1882), expresan ideas fascistas. Todos ellos se oponen a los valores

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de la Ilustración de individualismo, democracia y racionalismo secular. Sus


ideas aparecen como una reacción a estos valores que son representados por
la Revolución Francesa. En general, veneran la fuerza: la heroica voluntad del
gran líder, la fuerza vital del Estado, la mística de los uniformes y formaciones
paramilitares, y la utilización no contenida de la violencia para afianzar y
fomentar el poder político. La filosofía de Friedrich Nietzsche (1844-1900),
manipulada de forma artera por la mayoría de los fascistas, facilita ideas y
consignas poderosas al fascismo, sobre todo el triunfo de la voluntad y el
símbolo del superhombre. Algunos fascistas recurren al cristianismo como
una fuerza conservadora, mientras otros rechazan la moralidad cristiana por
reprimir la voluntad. Muchos toman ideas del darwinismo social sobre la
lucha competitiva en y entre los estados y sobre la obligación evolutiva que
tiene el fuerte de aplastar al débil, ideas que a menudo implican racismo.
La mayoría de los teóricos fascistas abraza el nacionalismo extremo que, en
algunos casos (Gobineau, Barres, Maurras) incluye el antisemitismo. Como
parte de su antirracionalismo, algunos proponen un culto místico a la tradición
y al Estado.

El caso Dreyfus en Francia ( 1894-1906) crea el primer movimiento fascista


verdadero, al unir a los conservadores con los monárquicos y otros opositores
al Gobierno republicano contra los herederos de los valores franceses
revolucionarios de izquierdas que intentan anular la condena por alta traición
(venta de secretos a Alemania) dictada contra el oficial judío Alfred Dreyfus.
Charles Maurras crea el grupo político Acción Francesa (1905), con un ala
juvenil violenta llamada los Camelots du Roí y una ideología articulada por
él mismo y por Barres. El republicanismo domina en Francia después del
caso Dreyfus, pero Maurras y Barres habían creado un modelo para futuros
movimientos.

La desarticulación económica después de la I Guerra Mundial y la


amenaza del comunismo surgido de la Revolución Rusa de 1917, provocan
el resurgimiento del fascismo como una importante fuerza política. Fuertes
sentimientos de agravio por la derrota, o por una victoria no recompensada de
un modo conveniente, en la I Guerra Mundial, crean el soporte para futuras
aventuras militares. El fascismo consige apoyo en todos los sectores de la
sociedad, pero con especial intensidad entre los miembros de la clase media
que temen la amenaza de la revolución comunista, de los empresarios que
tienen temores similares, de los veteranos licenciados que no han conseguido
adaptarse a la vida civil, y de violentos jóvenes descontentos.

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Fascismo italiano

El término actual fascismo es utilizado por primera vez por Benito


Mussolini en 1919 y hace referencia al antiguo símbolo romano del poder,
los fasces, unos cuantos palos atados a un eje, que representaban la unidad
cívica y la autoridad de los oficiales romanos para castigar a los delincuentes.
Mussolini, el fundador del Partido Nacional Fascista italiano, inicia su carrera
política en las filas del Partido Socialista. En 1912, como director del principal
periódico socialista italiano, Avanti!, se opone tanto al capitalismo como al
militarismo.

En 1914, sin embargo, cambia de actitud pidiendo que Italia entre en la I


Guerra Mundial y se acerca a la derecha política. Influenciado por las teorías
de Sorel y Nietzsche, glorifica la "acción" y la "vitalidad". Tras la contienda,
cuando diversas huelgas en las ciudades y en el campo, respaldadas por los
socialistas, estallan en toda Italia, Mussolini pone su movimiento al servicio
de los empresarios conservadores y de los intereses de los propietarios de
las tierras que, junto con la Iglesia católica de Roma y el Ejército, quieren
detener la "oleada roja". El cambio de Mussolini le aporta el apoyo político y
financiero que necesita y su considerable poder oratorio hace el resto (al igual
que Hitler en Alemania es un demagogo dotado de una gran efectividad).

Sus Fascios Italianos de Combate, creados en 1919 y llamados 'Camisas


Negras' a ejemplo de los 'Camisas Rojas' del líder de la unificación italiana,
Giuseppe Garibaldi, dan fuerza efectiva al movimiento e implantan la moda
del estilo fascista paramilitar. En 1922, Mussolini se hace con el control del
gobierno italiano amenazando con un golpe de Estado si se rechazan sus
demandas. Es la respuesta a la huelga general de agosto y se materializa en la
marcha sobre Roma que acaba con la formación de gobierno por Mussolini
con el beneplácito del gobierno, el Ejército y Víctor Manuel 111.

Al principio gobierna de manera constitucional encabezando una


coalición de partidos (1922-26), pero pronto se deshace de los obstáculos
que ponen freno a su autoridad e implanta una dictadura (1926-43). Todos los
partidos políticos, excepto el Partido Fascista, son prohibidos y Mussolini se
convierte en el Duce (el líder del partido). En el interior se inicia una política
de propaganda y una reforma educativa tendentes a ensalzar los valores
autoritarios e imperialistas del fascismo (Roma imperial), se suprimen los
sindicatos, las huelgas son prohibidas y los opositores políticos silenciados. Se

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impone así el denominado sistema corporativo que es una expresión totalitaria


en que el Estado controla la vida política, la economía y la sociedad a través
de agrupaciones verticales de tipo sindical sin ninguna autonomía. En el
exterior se conquistan Etiopía-Abisinia (1935-36) y Albania (1939) y se llega
a una conciliación con la Santa Sede (Pacto de Letrán, 1929), zanjándose la
cuestión romana (1870) con el reconocimiento de la soberanía del Papa sobre
la ciudad del Vaticano y la indemnización por la pérdida de los Estados de la
Iglesia a cambio de la aceptación del régimen del papado.

Fascismo alemán

El régimen de Mussolini facilita el modelo de fascismo característico de


las décadas de 1920 y 1930. La Gran Depresión y el fracaso de los gobiernos
democráticos al abordar las consecuentes dificultades económicas y el
desempleo masivo, alimentan la aparición de movimientos fascistas en todo
el mundo.

Es el caso del nacionalsocialismo alemán, que si bien muchos puntos


en común con el fascismo italiano, no obstante, sus raíces son típicamente
alemanas. Dichos rasgos son el autoritarismo y la expansión militar propios
de la herencia prusiana; la oposición al racionalismo, al liberalismo y a la
democracia de la tradición romántica alemana; diversas doctrinas racistas
según las cuales los pueblos nórdicos -los llamados arios puros- no solo
son físicamente superiores a otras razas, sino que también lo son su cultura
y moral; así como determinadas doctrinas filosóficas, especialmente las del
alemán Nietzsche, que exaltan el culto a los individuos superiores, a los que
se exime de acatar las limitaciones convencionales.Todos estos elementos los
encontramos en el programa político del nacionalsocilismo,condensado en el
libro de Hitler, Mein Kampf

El origen inmediatodel nacionalsocialismodebe buscarse en las consecuen-


cias de la derrota alemana en la I Guerra Mundial (1914-1918).De acuerdo con
los términos del Tratado de Versalles(1919), Alemania es la única responsable
del conflicto, por lo que es despojada de su imperio colonial y de importan-
tes territorios en el continente, como Alsacia y Lorena, ocupada parcialmente
(cuenca minera Sarre) y obligada a pagar onerosas reparacionesde guerra.

La vida política y económica alemana se ve gravemente afectada a causa


de las condiciones de este acuerdo. La crisis de 1919-1924, con una elevada

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inflación, que alcanza un punto crítico en 1923, casi acaba con la clase media
alemana, y muchos de sus miembros, empobrecidos y sin esperanzas, se
comienzan a sentir atraídos por los grupos políticos radicales que surgen en
la posguerra y que intentan golpes de mano como el de Baviera (1923) en el
que participa el propio Hitler costándole un año de cárcel.

Pocos años después de que se hubiera alcanzado un cierto grado de


progreso y estabilidad económica (1924-28), la crisis económica mundial que
comienza en 1929 sume a Alemania en una depresión que parece irremediable.
La República de Weimar (1919-33), régimen instaurado en Alemania tras la
disolución del IIReich (IllmperioAlemán) al finalizarla guerra, seve sometida
a crecientes ataques tanto de la derecha como de la izquierda durante estos
años y no es capaz de solucionar eficazmente la desesperada situación del
país. La ineficacia de la Administración, controlada por los socialdemócratas,
socava la escasa fe de la población alemana en la democracia parlamentaria

Así, hacia 1933, muchos votantes alemanes apoyan a alguno de los dos
principales partidos totalitarios, el Partido Comunista Alemán (KPD) y el
Partido Obrero Nacional Socialista Alemán (NSDAP). Son funcionarios
públicos despedidos, comerciantes y pequeños empresarios arruinados,
agricultores empobrecidos, trabajadores decepcionados con los partidos de
izquierdas y multitud de jóvenes frustrados y resentidos que han crecido en
los años de la posguerra y que no tienen ninguna esperanza de llegar a alcanzar
cierta estabilidad económica. Pero entre estos votantes descontentos también
hay representantes de empresariado capitalista industriales, acuciado por la
depresión económica permanente y la radicalización social.

Hitler, condecorado en la I GM, inicia su vida política en el Partido Obrero


Alemán en 1919. Pronto se hace con su control, aprovechando el contexto de
descontento general y utilizando su oratoria, y lo reconvierte en el Partido
Obrero Nacional Socialista Alemán. Tras participar en un golpe fallido en
Baviera en 1923 (Munich), pasa un año en prisión y, a partir de su regreso a la
vida política, la ascensión de su partido es meteórica. La retórica nacionalista,
antisemita, antimarxista y las promesas de recuperación y engrandecimiento
de Alemania, junto con la propaganda y la violencia de milicias paramilitares
(SA), hacen calar el nacismo en todos los estratos sociales y le abren a Hitler
el camino hacia el poder.

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En las elecciones legislativas de noviembre de 1933, el partido nazi


no obtiene la mayoría necesaria, pero el presidente de la República y el
grupo de presión militar, temerosos del avance comunista y de un golpe de
estado en este sentido, favorecen el nombramiento de Hitler como canciller,
formando coalición con pequeños partidos nacionalistas y centristas. Con
una rapidez inusitada, Hitler, desde la legalidad, partiendo del incendio del
Reichtag (02/1933), atribuido falsamente a un complot comunista, y por
medio de diversas leyes y un progresivo incremento de la violencia sobre
sus propios seguidores (aparición Gestapo/depuración SA revolucionaria en
Noche Cuchillos Largos, 1934, y sustitución por SS) y sobre minorías como
la judía (Noche de los cristales rotos, 1938) implanta su dictadura totalitaria.
Acto seguido, lleva al mundo a la segunda gran conflagración mundial como
consumación del expansionismo militar que, justificado por la búsqueda de
un espacio vital para la nación alemana, inicia, con la anexión de Austria por
plebiscito (1938), la asimilación de los sudetes de CZ tras la Conferencia de
Munich (Reino Unido, F, I, DI 1938), la anexión de Checoslovaquia (1939) y
la invasión de Polonia (1939).

La derrota de Alemania e Italia en la II Guerra Mundial desacredita


al fascismo en Europa en el periodo de posguerra. Países como España y
Portugal, cuyos gobiernos fascistas se mantienen en el poder después de la
contienda, pasan del totalitarismo al autoritarismo, y difuminan sus rasgos
fascistas.

En el ámbito hispanoamericano, refugio de muchos nazis tras la disolu-


ción del III Reich, la administración norteamericana favorece, desde 1945
hasta los años 80, la instauración de regímenes dictatoriales y autoritarios,
que rayan con el fascismo, para defender sus intereses económicos en la re-
gión frente a posibles gobiernos socializantes o prosoviéticos. Lo mismo cabe
decir en otras áreas del mundo como la asiática o la africana con el régimen
de Apartheid sudafricano hasta años 90.

No obstante, a nivel europeo, la recuperación económica posterior a la


segunda guerra mundial suprime el descontento social que contribuyó a la
expansión del fascismo de preguerra y en la mayoría de los países democráticos
el fascismo parece destinado a un exilio permanente en una franja política
residual. No obstante, a raíz de la crisis económica mundial de 1973 y sus
secuelas de desempleo y degradación del nivel de vida, durante las décadas
de 1980 y 1990 el fascismo reaparece bajo la denominación neofascismo

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en algunos estados democráticos occidentales en Europa, pero también en


Norteamérica.

En el ámbito norteamericano, el neofascismo cuenta con una base de


tipo racista arraigada desde el siglo XIX a través de organizaciones sureñas
como el Ku-klus-Klan que perviven hasta avanzado el siglo XX en el marco
del segregacionismo (1963) y que se reconvierten desde los años 80 en una
ultraderecha cristiana que defiende la idea de la "superioridad racial", que
rechaza el Estado burócrata y policial (grupos antigobiemo federal) y que
vive rayando el paramilitarismo (atentado vs edificio gubernamental de la
ciudad de Oklahoma, 1995).

En el espacio europeo, las manifestaciones más evidentes del rebrote


fascista desde los años 70 se explican, en parte, por la desilusión respecto a
los partidos políticos que representan la legalidad democrática, dando lugar a
la aparición de formaciones xenófobas y nacionalistas como el FN de Le Pen
o la Alianza Nacional italiana de Finni. Además, el neofascismo europeo se
deja sentir en actitudes de tipo racista y xenófobo frente a la afluencia masiva
de inmigrantes del Tercer Mundo pero también frente a minorías religiosas
como los judíos y los musulmanes y frente grupos sociales tradicionalmente
discriminados como el colectivo de los homosexuales.

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