Resumen del capítulo III del libro: Evolución histórica de la identidad nacional del autor: Marvin Barahona
EL PROCESO FORMATIVO DE LA IDENTIDAD
NACIONAL DURANTE EL RÉGIMEN
COLONIAL
L a organización social colonial: reducciones
indígenas y estabilidad social
La principal política de la Corona española fue
eliminar la dispersión poblacional y “reducir” o concentrar
a los indígenas en poblados. El proyecto fue adoptado por
la Corona en 1542 con la aplicación de la Leyes Nuevas.
Esto implicaba convertir a los indígenas en vasallos de la
monarquía española y también en tributarios del tesoro
real en beneficio del régimen colonial. La iglesia
desempeñó un papel determinante, y así la nueva
organización, iniciaba la nueva fase de un proceso
“transculturador”.
La concentración de los indios en poblados
condujo a una rápida evangelización. Los indios en las
reducciones recibían tierras en los alrededores del pueblo,
tierras comunales que eran concedidas por la Corona a
título perpetuo, gratuito e inalienable y con carácter
comunitario. Así mismo los pueblos de indios recibían
tierras ejidales y los caciques podían recibir tierras
privadas, y se prohibía el establecimiento de blancos,
negros y mestizos en los vecindarios indígenas.
Así los pueblos de indios se convirtieron en un punto
de apoyo del sistema económico que fue estructurado por
los españoles. Muchos se resistieron a este proceso de
concentración de pueblos de indios, pues aparte de sufrir
la explotación, los indios tenían que entregar tributos
(especie de impuestos) y hacer prestaciones personales
obligatorias, también los indígenas fueron obligados a
trabajar en tierras ajenas en estaciones de cosecha.
Varios informes mencionan las diferentes actividades
realizadas por los indígenas y lo expresan en los
siguientes términos:
Unos indios tratan de engordar caballos y otros en
hacer grandes milpas de maíz, ocupándolos también
en las granjerías, al tiempo que debían sembrar sus
milpas; por done vienen a padecer mucha hambre;
otros hacen grandes hilazas de algodón, en grande
perjuicios de los indios e indias; otros trabajan en el
cacao y, finalmente, los funcionarios españoles son
más tratantes y mercaderes que corregidores y
alcaldes mayores. (…) Y después de esto, los
españoles les toman a los indios el maíz, gallinas y
otras cosas para sus haciendas a menos precio y los
revenden a los mismos a quienes las compraron a
precios excesivos.
Los indios trataron de huir a las montañas, sin
embargo, la resistencia representaba un duro golpe a la
Corona, pues dejaba de percibir el tributo y de explotar a
la mano de obra indígena. Las autoridades se quejaban
constantemente de que los indios pasaban “metidos en el
monte”, por lo que las autoridades instruyeron:
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Que quemen todos los ranchos que dichos indios

tienen fuera de su población menos los que fueren
estancia que a lo menos tengan cincuenta vacas y los
que no allegase a este número hacer traer todo el
ganado a la comunidad …para que dichos indios se
conserven y estén doctrinados.
En algunos momentos, las fugas de las reducciones
de indios también eran motivada en las regiones mineras.
En 1698, indios de varios pueblos de la Alcaldía Mayor de
Tegucigalpa escaparon a los repartimientos de minas,
abandonando sus reducciones para dedicarse a la
agricultura y otro tipo de labores en las haciendas y valles
aledaños, en una modalidad diferente a la practicada por
los indios en otras regiones que simplemente se
internaban en las montañas. La resistencia indígena dio
lugar a que los españoles fueran generando un discurso
de discriminación hacia ellos. Por ejemplo el Intendente
Ramón Anguiano expresaba:
Los indios viven por sí metidos en los montes,
entregados al ocio, a que son naturalmente inclinados,
sin tener un comisario que haga cumplir las respectivas
ordenes de este gobierno para que siembren lo
necesario.
Difícil es que los indios vengan a pagar tributos, por la
desobediencia en que se hallan muchos… (por lo cual)
se infiere la maña y la política que necesita el gobierno
para ir sobrellevando a unas gentes que todo les
incomoda y les altera…
Lo cierto es que con la deserción, los indios no
pagaban tributo, no eran evangelizados y no prestaban
servicios lo cual era favorable a los indígenas pero
perjudicial a la Corona Española. Pero también el hecho
de que la población fuera en poca cantidad y además
dispersa, dividida en grupos étnicos diferentes con lengua
distinta, imposibilitó que se convirtieran en una fuerza
social y política capaz de poner en peligro el orden social
colonial.
No obstante, en ese proceso se fue configurando
una cultura indocolonial de larga permanencia y de
características propias. Reflejado en un complejo proceso
de sincretismo1 religioso con elementos del conquistador
y del indígena sometido.
La iglesia Católica como elemento de
integración
La iglesia católica fue una de las instituciones
preponderantes en la integración de los indígenas al
mundo colonial. A la conquista militar sucedió la conquista
espiritual, pero la cristianización de los indios fue lenta y
dificultosa. La iglesia funcionó como otra rama del
gobierno real, fue otro medio de control político de la

1 nuestra sociedad, ya que se mezclaron tradiciones, alimentos,

El sincretismo es la mezcla de elementos culturales que provienen
de dos o más culturas originales, que da como resultado una nueva cultura, fiestas e idiomas entre españoles e Indígenas.
cultura. De esta forma explicamos elementos culturales propios de

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colonización. La Iglesia tuvo grandes carencias: falta de
personal, dificultad para establecerse en lugares remotos,
falta de edificios, centros educativos, en definitiva la
Iglesia de Honduras tuvo situación marginal. La iglesia
tuvo bajas rentas por el cobro de diezmos, de hecho
fueron los más bajos que cualquier obispado en las demás
provincias del reino de Guatemala (Centroamérica).
La instalación de los nativos en las aldeas de
reducción facilitó la labor evangelizadora, haciéndose
cada vez más efectiva. Al desarraigo social y cultural
provocado por la conquista y la reorganización social de
los indígenas se sumó el trabajo de los misioneros que
estaba dirigido a crear en los nativos una “ruptura con su
pasado” con la pretensión de una “renovación total” de la
conciencia de los indígenas para integrarlos a la sociedad
colonial.
Aunque esta “integración” no siempre fue
voluntaria, algunos autores encuentran en ella elementos
que beneficiaron positivamente a los indios, no solo
porque les permitía conservar de alguna manera su
cultura, sino también porque les permitió encontrar “un
lugar en el mundo” después del hundimiento de sus raíces,
de sus dioses y de su cultura.
Hubo zonas a las que los sacerdotes intentaron
evangelizar pero no lo lograron sobre todo en oriente, en
los informes se menciona que los indígenas de esa zona
eran: nómadas, hablaban diferentes lenguas, utilizaban
lanzas de madera y se resistían a ser cristianizados. Sin
embargo a finales del siglo XVIII, los esfuerzos
evangelizadores y organizativos de la iglesia, a pesar de
los obstáculos pasados, demuestran haber alcanzado
algunos avances.
En 1791, el obispo Fernando de Cadiñanos elaboró
un informe detallado acerca de la situación del obispado
de Honduras y en el mismo consignó la existencia de 35
curatos que agrupaban a 135 poblaciones y 231 valles en
toda la provincia. No obstante, la misión evangelizadora
de la iglesia y la política oficial de colonización tuvo poco
éxito en las regiones no conquistadas y excéntricas de
Honduras como La Taguzgalpa y las montañas de Yoro y
Olancho, muy probablemente la identificación entre el
catolicismo y la dominación española obligó a los indios a
evitar a los evangelizadores, para así preservar sus vidas,
su libertad, su cultura e identidad.
Es importante mencionar algunos aspectos
estrechamente vinculados al papel de la iglesia en la
sociedad colonial hondureña, especialmente aquellos que
trascendieron en el tiempo y que persisten en la época
contemporánea, estas son:
1) El sincretismo religioso y
2) la religiosidad popular
En estos dos elementos trataremos de encontrar
algunos rasgos y características que en gran manera
definen la identidad hondureña. El sincretismo religioso
fue un fenómeno histórico originado en el prolongado
período de la dominación hispana en Honduras. El
sincretismo se entiende como la conciliación de los
elementos religiosos aportados por la cultura hispana e
indígena. Así surgió un complejo cultural esencialmente
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nuevo. En el caso de Honduras el sincretismo religioso se
manifiesta como un híbrido originado en la fusión de los
elementos supervivientes de las religiones indígenas, así
como de la interpretación y modo de percepción por parte
de los nativos de los valores religioso de la cultura
hispana.
La cristianización provocó, por supuesto,
resistencia por parte de los indígenas, tal como lo muestra
la persistencia en su cultura de muchos elementos propios
de su mundo imaginario. La resistencia espiritual se
manifestó como una huida al pasado, a la que el indígena
alternaba como una fuga real y material hacia las
montañas en busca de la libertad que le era negada en las
aldeas de reducción. La superstición2, la hechicería, el
fatalismo3, la religiosidad festiva y una cierta idolatría
sobrevivían a la conquista militar y espiritual como
tradición o como resistencia. La supervivencia de estos
elementos trascendió en muchos casos el siglo de la
conquista, obligando a la administración colonial a
emplearse en su combate y destrucción.
Por ejemplo, la hechicería fue muy perseguida
durante el régimen colonial. En otros casos, la resistencia
espiritual adoptó formas más acabadas y racionales.
Mostraban religiosidad como medio de engaño y así en
apariencia sustituyeron los ídolos por los santos; la
veneración de la diosa Luna se transformó en veneración
2
La superstición es aquella creencia que no tiene fundamento racional
en el cual se atribuye carácter mágico o sobrenatural a determinados
sucesos.
a la virgen María etc. Los bacanales indígenas se
confundieron con las fiestas religiosas cristianas entre
otras formas adoptadas por el sincretismo religioso de los
indígenas. Aunque la Corona combatió una serie de
prácticas como la “extirpación de las idolatrías”, la
destrucción sistemática de ídolos, lugares y objetos de
culto, arresto de hechiceros, castigos de prácticas y usos
paganos, lo cierto es que los españoles no lograron
desarraigar por completo los valores de las religiones
nativas de la conciencia indígena. “La iglesia tuvo que
conformarse con la apariencia”.
La geografía montañosa con poblados dispersos
impidió una mayor evangelización en las zonas rurales de
Honduras, perviviendo así hasta nuestros días una serie
de ritos y supersticiones. Así el indígena pudo vivir lo
religioso a su manera, una vivencia religiosa con raíces y
características propias. Así surgió una religiosidad popular
que tiene vigencia en nuestro tiempo conformando
elementos propios de la identidad hondureña.
La evangelización de los indios, el sincretismo y la
religiosidad popular, surgieron como factores de identidad
y de unidad. A esto se sumaría un elemento más que daría
a la sociedad colonial un carácter homogéneo desde el
punto de vista racial. Este elemento fue el mestizaje.
3
El fatalismo es una creencia que sostiene que la totalidad de los
acontecimientos se producen por acción del destino o por una
predeterminación que no puede evitarse.
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El mestizaje y la economía colonial
El proceso de conquista aportó los elementos
fundamentales para la constitución de la futura sociedad
mestiza, la etapa formativa de ese proceso fue durante el
siglo XVI. Los primeros mestizos en territorio de Honduras
resultaron de las relaciones de sometimiento establecidas
por los conquistadores. En los primeros años de la
conquista; la violencia, el rapto de indias, la adquisición de
esclavos, la inclusión de doncellas entre los obsequios
dados a los españoles conquistadores fueron elementos
de la historia del mestizaje.
Otro factor que estimuló el mestizaje fue la escasa
presencia de mujeres hispanas durante las expediciones,
de hecho, al final de la conquista se registraron diez
hombres por una mujer. Los naufragios de población de
herencia africana en zonas de indígenas también
contribuyeron a la conformación del pueblo de zambos-
mosquitos. Según el informe de un obispo, en 1641
naufrago un navío cargado de esclavos negros frente a la
costa atlántica de Honduras y Nicaragua. Los náufragos
se dispersaron en un área aproximadamente de 60 leguas
entre la boca del río San juan y la ciudad hondureña de
Trujillo.
Una tercera parte de estos, aproximadamente
fueron recuperados por sus dueños, mientras que los
restantes supervivientes se internaron en las montañas
circunvecinas habitadas por indios caribes. Estos últimos
habrían declarado la guerra a los esclavos fugados,
quienes resultaron vencedores años más tarde. De
acuerdo por lo relatado por el obispo: “con las mujeres de
los vencidos se fueron multiplicando los vencedores”, la
mezcla producida entre ambos pueblos habría dado
origen a los zambos, denominados así “por ser hijos de
negros y de indias”.
El proceso histórico del mestizaje se inició con la
conquista misma, pero el mayor grado de mestizaje se
produjo entre los siglos XVII y XVIII y fue resultado de la
aparición de una economía capitalista incipiente,
estrechamente vinculada al mercado externo.
En el caso de Honduras fue en torno a la minería
que surgió una composición social diferente a la de la
agricultura de subsistencia. La necesidad de trabajadores
para la minería condujo al surgimiento de una sociedad no
india que lentamente se fue estableciendo alrededor de
las minas en las primeras décadas del siglo XVII, se
componía de ladinos, mulatos y negros, esta población se
multiplicó aceleradamente durante el siglo XVIII. De
manera que se fueron definiendo los rasgos
característicos de la población según las regiones las
cuales se identifican como se anota a continuación:
La región centro-sur tendría características
mineras y ganaderas y una vinculación permanente con el
comercio exterior. La estructura de su población favorecía
el incremento de mestizos, mulatos y negros en
detrimento de la población indígena.
Por su parte, la región occidental mantendría su
vocación agrícola sustentada por una población indígena
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que representaba por lo menos el 50 por ciento de la
población total de la región en determinados momentos.
Una tercera región a tomar en cuenta sería la del
norte, sobre la costa atlántica, que durante la época
colonial se halló casi siempre despoblada, dedicada al
contrabando con los ingleses y habitada por mestizos
negroides e indios no conquistados.
Todos estos factores contribuyeron de manera
decisiva a la constitución de una identidad hondureña
forjada en la encrucijada de dos sociedades de signo y
orientación diferente, pero que lograron coexistir la una al
lado de la otra, influenciándose mutuamente en el curso
de la historia. Así se fue creando una síntesis racial hasta
elaborar tipos raciales más homogéneos a través del
mestizaje.
En la formación de la sociedad mestiza influyeron,
o mejor dicho la constituyeron tres tipos raciales
fundamentales: el hispano, el indio y el negro africano. La
multiciplidad de los contactos entre estos tres troncos
raciales dio origen a un nuevo grupo, una especie de
“híbrido” de estos tres componentes fundamentales
denominado Mestizo. El mestizaje avanzó en el siglo XVII
cuando los diferentes tipos raciales coincidieron en un
espacio geográfico logrando consolidarse en el siglo XVIII.
También las haciendas fueron un punto de
encuentro entre los indígenas que entraban en contacto
con otros grupos, fueron surgiendo los ladinos (en período
colonial se denominó ladinos a aquellos indígenas que
fueron adoptando la cultura hispana y abandonando la
cultura indígena de la cual procedía). Los ladinos eran
trabajadores libres segregados racialmente, vivían
dispersos, eventualmente podían disponer de tierras o
pequeñas parcelas en montañas y parajes aislados.
Los lugares fueron mostrando el dominio de
poblaciones mezcladas, así en Comayagua la Villa de San
Antonio estaba conformada por mulatos y mestizos y,
propiamente, en la ciudad de Comayagua en 1723 se
menciona que estaba llenos de ladinos.
En tanto Tegucigalpa de finales del siglo XVII
mulatos y mestizos se multiplicaban. Esa población vivía
dispersa en parajes aislados, hubo presión para
concentrarlos, por los daños de “su estilo de vida”. Pero
también en Tegucigalpa tres de las cuatro villas eran de
negros y mulatos y había veintitrés pueblos de indios.
Por su parte, en Choluteca se cultivó añil con
trabajadores libres: mulatos, mestizos, negros y pardos
libres, había prohibición de utilización de los indígenas
porque la humedad del añil provocaba enfermedad a los
indígenas y también la población fue muy mezclada.
Así se fue constituyendo el tipo racial predomínate
en Honduras de muchas mezclas “ladino” o “mestizo”. El
ladino fue descrito de color moreno, de cabellera negra
lisa, aunque también los había de “pelo lanudo enroscado”
de origen africano, de cabeza redonda a veces oblonga,
de frente alta y casi siempre de ojos negros, de labios
gruesos y barba o bigote negro, de estatura más baja que
alta y de pies y manos generalmente pequeñas.
El crecimiento demográfico de los ladinos además
de su reproducción con características propias, succionó
a los miembros de otros grupos raciales cumplió una
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función niveladora contribuyó a la disolución de las castas
y concluyó “tragándose al blanco”.
La sociedad colonial de mesclas fue discriminada y
segregada racialmente había una división entre
españoles, indios y sus subproductos mestizos pero eso
empezó a disolverse por el crecimiento acelerado del
mestizaje y así se dio la ladinización de la ciudadanía.
El mestizaje racial, así como la difusión de la lengua
castellana durante el siglo XVIII contribuyeron a darle a la
provincia de Honduras sus perfiles socio-culturales más
significativos. Si a estos dos elementos agregamos la
difusión alcanzada por el cristianismo en sus formas
sincréticas, tendremos un cuadro mucho más real y vivo
de la síntesis histórico-cultural y más tarde la identidad
nacional de Honduras.
No obstante, los ingredientes mestizos de raza y
religión, la base sobre la cual ambos se fundaron, fueron
hispánicos u occidentales, en un modo de armonizar dos
civilizaciones.
La orientación de la economía, más vinculada a la
búsqueda de uno o más productos que la representan en
la economía occidental, que a la satisfacción de las
necesidades de la población local, terminó por definir con
perfiles claros el tipo de sociedad que la independencia
heredaría del régimen colonial. Debemos añadir además
que, si la economía condicionó y modeló el proceso de
mestizaje, también contribuyó a la elaboración de una
cultura propia de la población ladina.
Esta cultura se forjó, sobre todo, en la región centro-
sur de la provincia, particularmente, en los reales de minas
y los obrajes añileros. Los patrones esenciales de la
misma fueron determinados por la condición y
características sociales de los ladinos en tanto que
subproductos marginales del proceso colonial. La cultura
surgida como consecuencia de este bien podría ser
estudiada en los términos conceptuales de lo que Oscar
Lewis denominó la “Cultura de la Pobreza”.
La cultura de la pobreza
Los reales de minas, particularmente, ubicados en
la alcaldía mayor de Tegucigalpa, fueron el medio social
en el que se desarrolló en mestizaje por excelencia y una
cultura moldeada por la industria minera y las actividades
económicas vinculadas al comercio de exportación..
Las características de la vida cotidiana en los reales
de minas de Honduras parecen haber sido similares a las
de los centros mineros de otras regiones de América
Latina. En ellos la vida transcurría sin guardar
formalidades, los juegos de azar y toda clase de vicios, la
vagabundería, la irreligiosidad, el comercio ilícito y la
delincuencia eran actividades corrientes en los centros
mineros de Honduras.
Era una vida organizada al margen de los patrones
religiosos, eran más bien arbitrarios, de libre albedrío;
ignoraban el matrimonio practicaban incesto y el
amancebamiento lo que facilitaba una procreación rápida
al margen de la prédica de la iglesia. Era una sociedad que
vivía al margen de la legalidad y del control social.
El mestizaje se extendió rápidamente en el contexto
de violencia, ilegalidad y marginamiento. Por ejemplo
después del descubrimiento de Oro en el Corpus en 1862,
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la fama de sus riquezas creció y con ello se incrementó el
número de colonos asentados en la región. En esa época
el corpus pasó a tener 4000 habitantes “provenientes de
todas las provincias de nueva España”, del Perú y de
España misma. En ese tiempo, según informes:
Hubo muchos robos por ser gente vagabunda,
quemaban las casas y por tener ocasión de hurtar
cometían tantos atropellos como fuese posible. Fue
necesario tomar todas las providencias necesarias
para el desagüe de unas minas y quietud del mineral,
prohibiendo los juegos excesivos y echando a los
vagabundos y gentes del mal vivir.
La extracción de oro y plata estimuló el comercio
ilícito con los establecimientos ingleses de la costa norte
de la provincia. El contrabando creó condiciones para
que germinara en Honduras la corrupción (los textiles
eran cambiados por plata en bruto); y se disminuyeran
los valores morales y espirituales que predicaba la
Iglesia.
Los contrabandistas avanzaban a la zona minera y
con instrucciones de zambos y misquitos, hubo
persecuciones a los ingleses pero la inestabilidad se
convirtió en un problema endémico. La corrupción y
distanciamiento de los valores y principios morales se
debió en parte al comercio ilícito con el desmedido afán de
lucro.
Vicios, juegos de azar, consumo de bebidas
embriagantes y el vagabundaje en los reales de minas era
parte de la vida cotidiana, se decía que los “pardos eran
haraganes, ladrones y pendencieros. La descalificación
social de los “pardos” era muy común en toda la América
colonial lo que es reflejo de la época, pues para ser
respetado había que ser cristiano viejo e hijo legítimo. En
adelante la mezcla racial, los hizo aparecer como un grupo
extraño y peligroso para los fundamentos del régimen
colonial.
En 1876, el Alcalde myor de Tegucigalpa se
quejaba por el deterioro d elas costumbres y las
tradiciones en su jurisdicción. En ese año el funcionario
denunciaba que en los reales de minas las tiendas de
mercancías no respetaban los domingos y las fechas
religiosas consagradas por la Iglesia, la información fue
complementada con un señalamiento sobre la corrupción
imperante en los centros mineros en lo referente a la venta
adulterada de plata y a la especulación de granos.
En 771, la proliferación de los vicios, juegos de
azar, consumo de bebidas embriagantes y el vagabundaje
en los reales de minas de Tegucigalpa, llevó a las
autoridades a adoptar medidas que incluían penas de 15
a 30 días en “servidumbre de minas” contra quienes
persistieran en esa conducta. En 1775 la Iglesia demostró
su preocupación por la práctica del incesto y la
multiplicación de los amancebamientos (relaciones fuera
del matrimonio), condenando a los responsables como
infractores de las leyes divinas.
El deterioro de la vida espiritual en los reales de
mina actuaba en beneficio de unos patrones culturales
que al romper los valores coloniales obligaba al abandono
de la vita socialmente organizada. En la misma medida en
que la colonia llegaba a su fin, se extinguían las formas de
control social que habían modelado a la sociedad colonial
bajo la dirección de la iglesia. La sociedad, especialmente
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mestiza, tendía a replegarse sobre formas más primitivas
de conducta social.
La cultura que surgió entre los habitantes de estas
comarcas, en su mayoría ladinos, estuvo condicionada de
manera substancial por todos estos factores. En
determinado momento los propietarios de minas llegaron
a considerar a los miembros de este segmento de la
población como “no confiables, turbulentos e
insubordinados”.
Desde el punto de vista de los españoles, mantener
a los ladinos en una condición marginal significaba no solo
asegurar un contingente de trabajadores para las minas,
haciendas y obrajes; también el marginamiento de que
eran objetos los ladinos les limitaba las esferas de acceso
al poder político y económico que estaba en manos de la
élite de peninsulares y criollos que tradicionalmente los
habían controlado.
La marginalidad, el aislamiento y la falta de apoyo
moral en que se encontraron los primeros mestizos y los
que vinieron después, acabó siendo una “tragedia social”,
eso explica los complejos de inferioridad y resentimiento
de estos grupos mezclados, lo que de alguna forma los
hacía parecer como inadaptados que vivían en la miseria.
La pobreza fue el factor determinante en la
constitución de un perfil social y cultural definido de las
castas mezcladas. El que hubiera una abundancia en
cuanto a recursos naturales derivó el discurso
descalificativo de tales como “ociosos”, “perezosos”,
vagabundos, con los que estigmatizaban a los mezclados
de todas las especies y en determinados momentos
también a los indios.
A mediados del siglo XVIII por ejemplo, la situación
económica de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa era de
aguda pobreza. Al respecto, el alcalde Ortíz de Letona
consideraba que la jurisdicción de Tegucigalpa era pobre
en consideración con la fertilidad de sus campos y las
posibilidades de explotación que estos ofrecían. En la
parte medular de su informe este funcionario escribió:
Honduras aunque pudiera reputarse como una de las
provincias más ricas del reyno por la maquinaria de
minerales que en ella hay descubiertos y por la
abundancia de resinas de árboles estimables como
liquidámbar, aceite de María, Bálsamo y otras, y hierbas
medicinales de toda estación, a lo que también se
agrega el corambre y cebo que pudiera aprovecharse de
los ganados, pero con todo es la más pobre de él,
porque todas estas cosas se pierden en los campos .
En 1791 el obispo Fernando de Cadiñanos llegó a
la conclusión de que la pobreza, la dispersión de la
población, la carencia de tierras por parte de los ladinos y
la falta de buenos caminos, eran las causas principales de
la decadencia en que se encontraba la provincia de
Honduras en ese momento.
La situación de pobreza que abatía a la capital de
la provincia, no era una excepción, la mayor parte de la
provincia era afectada por el mismo problema con
diferentes grados de intensidad. Tegucigalpa había
entrado en una etapa de crisis después del agotamiento
de sus principales centros mineros, como resultado de la
incapacidad de sus empresarios para acumular el capital
necesario para mantener niveles mínimos de inversión y
de expansión hacia otras áreas de producción. La
extracción de oro, plata, cobre, hierro, plomo y estaño de
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los reales de minas de Tegucigalpa se encontraba
paralizada por falta de capitales y la carencia de obra
barata.
En las difíciles condiciones descritas el “ladino”/el
mestizo surgió como subproducto de la sociedad colonial
hondureña, a principios del siglo XIX ya representaba
alrededor del 60 por ciento de la población total, se
constituyó de manera peculiar y original. Su condición
humana y su cultura evolucionaron condicionadas por la
pobreza y la marginalidad social a las que el régimen
colonial les condenaba. En 1799 en un documento se
referían a ellos con el calificativo de “extranjería”,
específicamente los describían de la siguiente manera:
Un hombre que no puede tener propiedad, ni bien raíz
alguno, en el país o pueblo que habita, es siempre
extranjero en él. Como extranjero tirará a pasar, y
pasando arrebatará lo que pueda, seguro de que nunca
va a perder (…) ¿Qué virtudes, qué conducta se puede
esperar de ellos, no teniendo raíz alguna que los ligue y
estreche con el país que habitan, donde son tratados
como extranjeros y nunca mirados como hijos?
Las características socio-culturales adoptadas por
los ladinos de Centroamérica en condiciones de pobreza
y marginalidad son descritas en los términos siguientes:
La lucha por la subsistencia en un medio adverso los
obligó a ser muy astutos, dados a la intriga, irritables y
agresivos, poco disciplinados y de criterios morales muy
elásticos.
La principal característica de este segmento social
es la pobreza y marginación, esto es definido como “la
cultura de la pobreza” esto es definido como “un modo de
vida que comparten las personas pobres en contextos
estadohistóricos y sociales dados”. Entre algunos de los
rasgos más importantes atribuidos a la cultura de la
pobreza se mencionan los siguientes:
1) La falta de participación real y de integración de los
pobres a las instituciones principales de la sociedad.
2) bajo nivel de organización
3) La práctica temprana de la actividad sexual, la unión
libre y es muy frecuente el abandono de la compañera de
hogar e hijos.
4) las características principales a nivel individual son:
intensas sensaciones de marginalidad, impotencia,
dependencia e inferioridad. Aparte de manifestar un fuerte
orientación a vivir el presente; una actitud de resignación
y fatalismo, poco sentido de la historia, puesto que solo
conocen sus problemas y condiciones locales.
Como vemos, el concepto de “cultura de la
pobreza” incluye aspectos como la marginalidad, la
segregación, el miedo, la inferioridad y, además, esa
orientación a vivir el presente que incapacita para
planificar el futuro otorgándole, por consecuencia, poco
sentido a la historia.
Los elementos señalados con anterioridad nos
permiten ampliar nuestra concepción acerca de la
formación de la conciencia histórica y de la cultura de la
población ladina que es la que heredará el Estado de
Honduras luego de la independencia.
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