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Caratula

DERECHOS MERCIALES/
MERCANTILES
Estudio Histórico del Nacimiento y
Desarrollo del Derecho Mercantil

DOCENTE: GERARDO FLORES


GRUPO 03 - VICTORIA ORELLANA HUAMANÑAHUI
1 COAQUIRA
BELINDA SACA
DEDICATORIA

El presente trabajo esta dedicado primeramente


a Dios, a nuestra familia, luego a todas las
personas que nos han apoyado para la
realización de este trabajo y al docente quien
nos a motivado en cada una de sus clases.

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INDICE

DEDICATORIA ………………………………………..………………...….…. 02

INDICE……………………………………………………………………….…..03

INTRODUCCION……………………………………………………….……….04

CAPITULO I …………………………………………………………….…….…06

1. 1 ANTECEDENTES, ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL


DERECHO MERCANTIL…………………………………………………...06
1. 2 CONCEPTO DE DERECHO MERCANTIL…………………………..…
08

CAPITULO II ……………………………………………………………..…..…12

2. 1 ESTUDIO HISTORICO DEL NACIMIENTO Y DESARROLLO DEL


DERECHO MERCANTIL………………………………………..……..….....…
12

2. 1. 1 LAS PRIMERAS CONCRECIONES HISTORICAS………….…..….12

2. 1. 2 EL DERECHO MERCANTIL EN LA EDAD MODERNA….......…....15

CAPITULO III ………………………………………………………….…...……16

3. 1 CONSTITUCIONALIZACION DEL DERECHO


MERCANTIL………………………………………………………................16
3. 2 DIFERENCIAS ENTRE DERECHO MERCANTIL Y
EMPRESARIAL…………………..………………………………………....17
3. 3 DERECHO MERCANTIL……………………………………….……..…17
2. 4 DERECHO EMPRESARIAL……………………………………… .……
17

CAPITULO IV …………………………………………………...…….…………
17

4.1 AUTONOMIA DEL DERECHO


MERCANTIL………………………………………...……………………….17

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4.1.1 FUENTES FORMALESDEL DERECHO MERCANTIL……........……
19

4.1.2 UENTES MATERIALES DEL DERECHO MERCANTIL….…......


….20
4.1.3 FUENTES HISTORICAS DEL DERECHO MERCANTIL.……........20
4.2 CODIGO DEL COMERCIO Y LEYES MERCANTILES…….
……………..20
CAPITULO V…………………………………………………………….…..21
5.1 LIBRE COMPETENCIA………………………………………………22
5.2 LIBERTAD EMPRESARIAL………………………………………….22
5.3 BUENA FE Y POSICION DE DOMINIO………..
…………………………………………………..……….22

CONCLUSIONES…………………………………………..…….…………...24

RECOMENDACIONES…………….………………………………..........…24

BIBLIOGRAFIA…………………………………….………………….………26

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INTRODUCCION

Este texto analiza los Contratos Mercantiles. Es importante considerar que


cada contrato tiene una importancia en el ámbito del derecho mercantil o
comercial, ya que la existencia de estas instituciones jurídicas ayuda a que las
partes tengan derechos y obligaciones exigibles.
Primeramente, tenemos el contrato de compraventa, que es bastante amplio,
el contrato de comisión mercantil, el contrato de consignación o estimatorio, el
contrato de depósito, el contrato de edición, el contrato de fianza de empresa,
el contrato de préstamo y el contrato de seguro, el contrato de transporte, etc.
También es importante tomar en cuenta que la obligación es un estado de
subordinación jurídica que impone al deudor la necesidad de ejecutar a favor
del acreedor y hecho una abstención de carácter patrimonial o moral.
Tomemos en cuenta también que entendemos por contrato. Dentro de los
actos jurídicos destaca la figura del contrato, al que siendo una especie del
género convenio, podemos definir diciendo que es el acuerdo de voluntades
para crear o transferir derechos y obligaciones, en tanto que en el convenio en
la conjunción de las voluntades incluye tan bien la modificación y la extinción
de los derechos y obligaciones.
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Cada uno de nosotros requiere para desenvolvernos en nuestra profesión,
adquirir conocimientos los cuales nos ofrezcan herramientas para realizar
determinadas labores. Es, por tanto, que esta investigación de carácter
documental, por lo cual la utilizaremos como una ayuda imprescindible.

CAPITULO I

1.1 ANTECEDENTES, ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO


MERCANTIL

El Estudio histórico del nacimiento y desarrollo del Derecho mercantil, las


primeras concreciones históricas, el origen del Derecho mercantil, como rama
del Derecho privado desgajada del Derecho común, se sitúa en la Baja Edad
Media y en las ciudades del centro y del norte de la península italiana. Su
ámbito de aplicación está constituido por las relaciones jurídicas nacidas de
una concreta actividad económica el comercio, y su delimitación frente al
Derecho civil se hace en función de los sujetos protagonistas los
comerciantes, los mercaderes y de su ejercicio profesional. Surge así un
Derecho privado especial, que acota la materia regulada por razón de las
personas ius mercatorum y de la actividad ratione mercatura a las que se
aplica. La afirmación reiterada de que el Derecho mercantil es una categoría
histórica expresa su carácter contingente y, ante todo, el hecho de que no
siempre ha existido como rama especial dentro del sistema del Derecho
privado.
La circunstancia de que surja para regular una actividad económica, el
comercio, cuyos orígenes históricos y cuyo ejercicio son muy anteriores al
nacimiento del Derecho mercantil, ha hecho preguntarse por las razones de su
aparición. ¿Por qué, existiendo una actividad comercial en Roma, no conoció

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el Derecho romano un Derecho especial para esta materia? ¿Por qué su
nacimiento medieval en el escenario de las ciudades italianas? La observación
de las realidades históricas muestra que el Derecho mercantil, como Derecho
especial del comercio, no surge mientras el sistema privado común responde
satisfactoriamente a las necesidades del tráfico económico. En el Derecho
privado romano, la existencia junto al ius Civile del ius honorarium, creado por
el edicto pretorio, y el reconocimiento de un ius gentium, observado en todos
los pueblos, otorgaron al sistema la suficiente flexibilidad y capacidad de
adaptación a las realidades sociales, de tal manera que la regulación jurídica
del comercio no precisó de un Derecho especial. Fue, fundamentalmente, la
obra del pretor, supplendi vel corrigendi gratia, la que confirió al Derecho
romano la fuerza innovadora necesaria para ir adecuando el Derecho
tradicional a las exigencias cambiantes de la vida social. En las circunstancias
históricas en las que nace el Derecho mercantil se observa una inadecuación
entre el viejo Derecho y la nueva realidad social. En las ciudades medievales
italianas el Derecho privado vigente era, fundamentalmente, el tradicional ius
Civile romano, recibido a través de la compilación justinianea, carente ya de la
savia vivificadora del ius honorarium, anquilosado y arcaico. Frente al viejo
Derecho surgió una realidad nueva, producto de potentes cambios en todos
los niveles de la vida social. La ciudad se convierte en centro de poder político,
de vida social y de actividad económica.
El desgaste del Imperio y del poder terrenal del Papado hace florecer el poder
de las ciudades; las concentraciones urbanas se convierten en el marco de las
nuevas corrientes sociales; frente al régimen feudal, la ciudad representa un
ámbito de libertades; sus protagonistas son ciudadanos, no siervos,
organizados en función del trabajo libre, integrados en clases y, por razón de
su profesión, en gremios y corporaciones. De entre éstas destacan por su
importancia las que agrupan a los mercaderes, agentes de una actividad
económica que cobra especial significado: el comercio. La ciudad es el centro
de una nueva economía esencialmente mobiliaria, dineraria y crediticia. Frente
al viejo sistema patrimonial basado en el valor de la, en la explotación agraria
como actividad productora y en el trueque como forma de intercambio, surge

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un tráfico que realza la riqueza mobiliaria, la circulación de las mercaderías, a
través de la compraventa y del transporte, la función del dinero como medio de
pago y como medida de valor, la importancia del crédito como forma de
aplazamiento de las contraprestaciones económicas y como valor económico
transmisible.
Nace así una economía mercantil cuyo escenario urbano es el mercado.
Lugar de contratación, sus protagonistas son los mercaderes, su actividad el
comercio como actividad profesional de pura intermediación en la circulación
de los bienes muebles, y su objeto las mercaderías, el dinero y el crédito. Se
trata, en suma, de una nueva cultura urbana y, en este sentido, burguesa
inspirada en ideales y valores que potencian la libertad, la seguridad, el
bienestar y el beneficio económico. Esta prioridad del móvil de lucro y de la
racionalización de las actividades tendentes a su obtención manifestada,
principalmente, en la aparición de técnicas contables ha llevado a creer en la
aparición, ya en esta época, de un espíritu capitalista, cuya concreción en un
sistema económico es, sin embargo, más tardía (hacia fines del siglo xv, para
consolidarse en el xvii). La inadecuación del viejo Derecho a estos nuevos
hechos es evidente. En el ámbito patrimonial, el Derecho romano posclásico,
rígido y formalista, fundado en el concepto de propiedad quiritaria y contrario a
la transmisión de los derechos de crédito, constituía una rémora para la nueva
dinámica económica. Las prohibiciones canónicas del interés del dinero
oponían un obstáculo al desarrollo del crédito, uno de los pilares del sistema.
En esta situación, los mercaderes crean su propio Derecho y nuevas
instituciones para satisfacer las exigencias que planteaba su actividad
profesional y que no encontraban adecuadas soluciones en el sistema vigente.

1. 2 CONCEPTO DE DERECHO MERCANTIL

La concepción unitaria del Derecho objetivo el reconocimiento de su unidad


sustantiva no ha impedido una constante tendencia a su clasificación, a su
parcelación en divisiones o ramas, aun entendidas éstas como componentes
de un todo. Ese afán clasificatorio, que responde a criterios y a propósitos
diversos y cambiantes a lo largo de la historia, se refleja en una amplia
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adjetivación del sustantivo Derecho (público, privado; constitucional,
administrativo, penal, procesal; civil, mercantil...). Al calificar se pretende
clasificar, dividir el todo en partes e identificar cada una de éstas, lo que
implica definir, describir sus contenidos y trazar sus contornos, los límites
externos que separan a cada división o rama de otras integrantes del conjunto.
El Derecho mercantil constituye una de esas ramas en la clasificación del
Derecho objetivo.
Su carácter demuestra la relatividad de estas divisiones, que no responden a
realidades ontológicas absolutas, sino a contingencias cambiantes; relatividad
que en este caso es tanto histórica (no siempre ha existido un Derecho
mercantil como rama del Derecho positivo), como jurídico-positiva (no siempre
la existencia del Derecho mercantil responde a unos mismos contenidos y
límites). Los datos de la realidad, en el ordenamiento jurídico español,
demuestran la existencia actual de un Derecho mercantil, con expresión
positiva en un Código de comercio y en leyes y usos que se califican de
mercantiles. Se trata, pues, de dar un concepto de esta rama del Derecho
objetivo, definiendo sus contenidos y sus límites.
Tradicionalmente, la conceptuación del Derecho mercantil se ha venido
realizando a través de diversos criterios:
La referencia a las grandes divisiones del Derecho objetivo. Sabido es que,
entre todas éstas, ninguna goza de mayor aceptación que la que distingue
entre Derecho público y Derecho privado, clasificación ya conocida en Roma y
que se ha convertido en clásica. La aceptación de esta dualidad no significa,
sin embargo, coincidencia en los criterios de distinción. Los muy diversos que
se han formulado giran en torno a dos esferas de la vida social: lo colectivo y
lo individual. El centro de la primera esfera lo ocupa el Estado; el de la
segunda, la persona, cada miembro de la comunidad. Pero no basta la simple
presencia de esos sujetos el Estado, la persona para que una relación jurídica
pueda caracterizarse como regida, respectivamente, por el Derecho público o
el privado. En la esfera de lo colectivo, el Estado se presenta como estructura
de poder en una comunidad organizada, actuando en defensa de sus fines
propios y de intereses generales e investido de autoridad (imperium).

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El Derecho que regula esa organización y los entes que la integran, sus
funciones y sus relaciones de poder con los ciudadanos, es Derecho público.
De otra parte, el Derecho de la persona, como miembro de la comunidad, que
rige su estado o posición jurídica dentro de ésta, su actuación en la realización
de sus fines y en sus relaciones de igualdad con otros sujetos, es Derecho
privado. Dentro de esa bipartición, el Derecho mercantil se adscribe al
Derecho privado, al Derecho de la persona (de los particulares, de los
individuos, ius singulorum).
Pero hay que advertir que la dualidad clásica Derecho público Derecho
privado, no sólo carece de criterios netos y fijos de distinción, sino que no se
refleja en una tajante separación de sus respectivas esferas, ni en el plano de
las normas positivas ni en el de las realidades reguladas. La unidad esencial
del Derecho y la complejidad de la vida social superan todo intento de división
radical, sobre todo en los regímenes políticos de inspiración socializadora, en
los que la injerencia del Estado en la esfera privada es dominante.
A través del control de sus instituciones en defensa de intereses generales y
del ejercicio por el propio Estado de actividades económicas, utilizando formas
tradicionales del Derecho privado, se difuminan los límites entre éste y el
Derecho público. Admitida, con estas reservas, la dualidad Derecho público-
Derecho privado y la adscripción a este último del Derecho mercantil, se abre
un segundo criterio de conceptuación.
La diferencia entre Derecho mercantil y Derecho civil. Si este último constituye
la rama, por excelencia, del Derecho privado su base, el Derecho privado
común es lógico que cualquier otra rama que se injerte en el Derecho privado
haya de definirse en relación con el Derecho civil. En este sentido, el criterio
técnico-jurídico de distinción es el que caracteriza al Derecho mercantil como
Derecho privado especial, frente al Derecho privado común, que es el civil. Se
dice que un Derecho es especial cuando acota su propia materia, cuando
autolimita la aplicación de sus normas a determinadas instituciones y
relaciones jurídicas; mientras que el Derecho común, como ordenamiento
básico y de carácter totalizador, no necesita definir su propia esfera de
aplicación.

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Así, el Derecho mercantil como Derecho especial contiene una regulación
distinta de la del Derecho civil común y para un sector de la realidad social
concreto y determinado. Regulación distinta no significa «excepcional». La
norma excepcional es, en sentido propio, la que altera la general en
situaciones anómalas (el Derecho de guerra, el que se dicta en situaciones
catastróficas, o las disposiciones de «privilegio», que crean una situación
jurídica de beneficio restringido con ruptura del principio de igualdad). El
Derecho especial, por el contrario, no supone una excepción ni una
contraposición al común, sino una adecuación de los principios de éste a las
exigencias de una determinada materia. Precisamente por ese sentido
adecuado e innovador que el Derecho especial tiene en su origen, respecto
del común del que procede, se caracteriza la función pionera, de avance y
desarrollo, que cumple en el ordenamiento jurídico. Cada rama especial surge
del Derecho común cuando la regulación de éste no satisface las exigencias
de un sector de realidad social y no ofrece los resultados de justicia que éste
demanda. El Derecho especial responde a tales exigencias y demandas con
soluciones nuevas, que, ciertamente, se desvían de las del Derecho común,
aunque se circunscriban en su aplicación a una materia acotada. La
caracterización del Derecho mercantil como Derecho privado especial conduce
lógicamente al tercero de los criterios definitorios.
La delimitación de la materia regulada por el Derecho mercantil. Si todo
Derecho especial acota su propia materia, necesario es preguntarse cuál sea
la regulada por el Derecho mercantil. Es en este plano donde se proyecta con
mayor fuerza la relatividad del concepto del Derecho mercantil. La aparición y
la evolución histórica de éste como rama del Derecho privado, su variación en
los distintos ordenamientos jurídicos y sus diferentes formulaciones positivas
en aquellos que lo reconocen como Derecho especial son factores que obligan
a prescindir de todo intento de conceptuación dogmática y a combinar el
análisis histórico con un método inductivo basado en la observación de la
realidad.
El estudio del origen del Derecho mercantil, de su desarrollo a lo largo del
tiempo y de su situación actual, no sólo pretende recabar los datos necesarios

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para inducir un concepto del Derecho mercantil sino, sobre todo, para
averiguar el porqué de su existencia, las razones que justifican que, junto a un
Derecho privado común, nazca y subsista un Derecho especial calificado de
mercantil. No bastará, pues, con acotar la materia regulada y los cambios de
ésta a través de la historia; será necesario investigar por qué reclama una
regulación especial y por qué evoluciona en sus contenidos y límites. ( Sevilla, 29
de septiembre de 2013. Santos Arcángeles)

CAPITULO II
2. 1 ESTUDIO HISTORICO DEL NACIMIENTO Y
DESARROLLO DEL DERECHO MERCANTIL

2.1.1 LAS PRIMERAS CONCRECIONES HISTORICAS

El origen del Derecho mercantil, como rama del Derecho privado desgajada
del Derecho común, se sitúa en la Baja Edad Media (a partir del siglo xi) y en
las ciudades del centro y del norte de la península italiana. Su ámbito de
aplicación está constituido por las relaciones jurídicas nacidas de una concreta
actividad económica el comercio, y su delimitación frente al Derecho civil se
hace en función de los sujetos protagonistas los comerciantes, los mercaderes
y de su ejercicio profesional. Surge así un Derecho privado especial, que acota
la materia regulada por razón de las personas ius mercatorum y de la actividad
a las que se aplica. La afirmación reiterada de que el Derecho mercantil es
una categoría histórica expresa su carácter contingente y, ante todo, el hecho
de que no siempre ha existido como rama especial dentro del sistema del
Derecho privado.
La circunstancia de que surja para regular una actividad económica, el
comercio, cuyos orígenes históricos y cuyo ejercicio son muy anteriores al
nacimiento del Derecho mercantil, ha hecho preguntarse por las razones de su
aparición.
¿Por qué, existiendo una actividad comercial en Roma, no conoció el Derecho
romano un Derecho especial para esta materia? ¿Por qué su nacimiento

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medieval en el escenario de las ciudades italianas? La observación de las
realidades históricas muestra que el Derecho mercantil, como Derecho
especial del comercio, no surge mientras el sistema privado común responde
satisfactoriamente a las necesidades del tráfico económico. En el Derecho
privado romano, la existencia junto al ius civile del ius honorarium, creado por
el edicto pretorio, y el reconocimiento de un ius gentium, observado en todos
los pueblos, otorgaron al sistema la suficiente flexibilidad y capacidad de
adaptación a las realidades sociales, de tal manera que la regulación jurídica
del comercio no precisó de un Derecho especial. Fue, fundamentalmente, la
obra del pretor, supplendi vel corrigendi gratia, la que confirió al Derecho
romano la fuerza innovadora necesaria para ir adecuando el Derecho
tradicional a las exigencias cambiantes de la vida social.
En las circunstancias históricas en las que nace el Derecho mercantil se
observa una inadecuación entre el viejo Derecho y la nueva realidad social. En
las ciudades medievales italianas el Derecho privado vigente era,
fundamentalmente, el tradicional ius civile romano, recibido a través de la
compilación justinianea, carente ya de la savia vivificadora del ius honorarium,
anquilosado y arcaico. Frente al viejo Derecho surgió una realidad nueva,
producto de potentes cambios en todos los niveles de la vida social. La ciudad
se convierte en centro de poder político, de vida social y de actividad
económica. El desgaste del Imperio y del poder terrenal del Papado hace
florecer el poder de las ciudades; las concentraciones urbanas se convierten
en el marco de las nuevas corrientes sociales; frente al régimen feudal, la
ciudad representa un ámbito de libertades; sus protagonistas son ciudadanos,
no siervos, organizados en función del trabajo libre, integrados en clases y, por
razón de su profesión, en gremios y corporaciones. De entre éstas destacan
por su importancia las que agrupan a los mercaderes, agentes de una
actividad económica que cobra especial significado: el comercio. La ciudad es
el centro de una nueva economía esencialmente mobiliaria, dineraria y
crediticia. Frente al viejo sistema patrimonial basado en el valor de la tierra en
la explotación agraria como actividad productora y en el trueque como forma
de intercambio, surge un tráfico que realza la riqueza mobiliaria, la circulación

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de las mercaderías, a través de la compraventa y del transporte, la función del
dinero como medio de pago y como medida de valor, la importancia del crédito
como forma de aplazamiento de las contraprestaciones económicas y como
valor económico transmisible.
Nace así una economía mercantil cuyo escenario urbano es el mercado como
lugar de contratación, sus protagonistas son los mercaderes, su actividad el
comercio como actividad profesional de pura intermediación en la circulación
de los bienes muebles, y su objeto las mercaderías, el dinero y el crédito. Se
trata, en suma, de una nueva cultura urbana y, en este sentido, burguesa
inspirada en ideales y valores que potencian la libertad, la seguridad, el
bienestar y el beneficio económico. Esta prioridad del móvil de lucro y de la
racionalización de las actividades tendentes a su obtención manifestada,
principalmente, en la aparición de técnicas contables ha llevado a creer en la
aparición, ya en esta época, de un espíritu capitalista, cuya concreción en un
sistema económico es, sin embargo, más tardía (hacia fines del siglo xv, para
consolidarse en el xvii). La inadecuación del viejo Derecho a estos nuevos
hechos es evidente. En el ámbito patrimonial, el Derecho romano posclásico,
rígido y formalista, fundado en el concepto de propiedad quiritaria y contrario a
la transmisión de los derechos de crédito, constituía una rémora para la nueva
dinámica económica. Las prohibiciones canónicas del interés del dinero
oponían un obstáculo al desarrollo del crédito, uno de los pilares del sistema.
En esta situación, los mercaderes crean su propio Derecho y nuevas
instituciones para satisfacer las exigencias que planteaba su actividad
profesional y que no encontraban adecuadas soluciones en el sistema vigente.
El Derecho mercantil surge así como una creación de la práctica innovadora y
progresista, con estos caracteres:
Su fuente formal, la manera de manifestarse, es la costumbre (Derecho
consuetudinario).
Su fuente material la fuerza social que la respalda se encuentra en las
organizaciones profesionales de mercaderes (Derecho gremial, de una clase
social, surgido en el seno de las corporaciones y de los gremios). Pronto, las
costumbres se recogen por escrito en los «estatutos» de las corporaciones, y

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éstas, a través de sus órganos, las interpretan y aplican al administrar justicia.
Nace, pues, con el Derecho material, una jurisdicción especial.
El criterio de delimitación de este nuevo Derecho frente al común es
fundamentalmente subjetivo. Sólo es aplicable, en principio, a los mercaderes
y en razón de su actividad profesional. De la misma manera, la jurisdicción
mercantil se limita inicialmente a los litigios surgidos entre miembros de la
corporación en sus relaciones de negocios.
Este Derecho, si bien nace con un carácter local, en el ámbito territorial
propio de las corporaciones ciudadanas, muestra, desde su origen, una
tendencia a la uniformidad y a la internacionalidad. La expansión de las
relaciones comerciales más allá de las fronteras y la conveniencia de evitar
conflictos entre normas diversas son las causas de esta característica del ius
mercatorum. Nuestro Libro del Consulado de Mar (siglo xiii), recopilación de
las costumbres marítimas del Mediterráneo, es buena prueba de esta nota,
que se presenta con especial vigor en el Derecho de la navegación.

2.1.2 EL DERECHO MERCANTIL EN LA EDAD MODERNA


La aparición de los Estados nacionales y los grandes descubrimientos
geográficos (finales del siglo xv) suponen importantes cambios políticos y
económicos que van a repercutir en el nuevo Derecho mercantil. La afirmación
de la soberanía del Estado, principalmente en las monarquías absolutas, inicia
una tendencia al reforzamiento de la ley, frente a la costumbre, como fuente
del Derecho. La norma escrita y de creación estatal va desplazando
progresivamente a la norma consuetudinaria, en la misma proporción en que
el poder estatal va absorbiendo los poderes sociales intermedios. El ámbito de
la soberanía estatal va configurando la existencia de un mercado nacional y de
una economía mercantilista basada en el protagonismo del Estado en la
regulación y el control del desarrollo del comercio y en la obtención de riqueza.
El comercio de ultramar, que sigue a los descubrimientos geográficos, provoca
un desplazamiento de los centros de vida económica hacia el Occidente de
Europa (España, Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda). Sevilla, con la Casa
de Contratación, que monopoliza el comercio con Indias, se convierte, desde

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comienzos del siglo xvi, en el mayor centro de actividad mercantil de Europa.
El espíritu de iniciativa propio del Renacimiento y el florecimiento del comercio
producen una expansión a otras clases sociales de actividades antes
reservadas a los mercaderes. La base del Derecho mercantil se amplía así a
otros protagonistas, que pasan a someterse a sus normas y a su jurisdicción,
aun careciendo de la cualidad de comerciantes. Por otra parte, la extensión de
instituciones jurídicas nacidas en el tráfico mercantil a otros sectores de
actividad económica provoca el progresivo crecimiento de su ámbito de
aplicación, que no se circunscribe ya exclusivamente al comercio, como
actividad profesional. De esa manera, el Derecho mercantil, aun conservando
su impronta original de Derecho de clase, va ampliando su esfera como
Derecho especial, invadiendo sectores antes reservados al Derecho común.
Se dan, pues, en este período histórico unas notas de evolución del Derecho
mercantil que pueden resumirse así:
La primera fuente formal de producción del Derecho mercantil pasa a ser la
ley. La costumbre, sin perder su carácter de fuente que la ley le reconoce,
pasa a un segundo plano.
La potestad de dictar leyes radica en el Estado (en el poder del soberano,
dentro de la Monarquía absoluta). Este fenómeno de progresiva «legalización»
y «estatalización» de un Derecho mercantil inicialmente consuetudinario y
corporativo encuentra su más fiel expresión dentro de la Edad Moderna en las
Ordenanzas generales del comercio terrestre (1673) y del comercio marítimo
(1681) promulgadas por Luis XIV de Francia llamadas Ordenanzas de Colbert,
por el ministro al que se debe su redacción. Si bien el Derecho que se recoge
en estos cuerpos legales es, fundamentalmente, de origen consuetudinario, se
convierte así en Derecho escrito y estatal. En España, las Ordenanzas de los
Consulados se elaboran por privilegio real y precisan para su vigencia de la
aprobación del monarca (Burgos, 1494; Bilbao, 1737).
El criterio de delimitación de la materia mercantil continúa siendo,
esencialmente, subjetivo; pero, sobre ese núcleo profesional y clasista va
progresivamente ampliándose la aplicación del Derecho mercantil a otros
sujetos no comerciantes y a actividades económicas distintas del comercio.

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La nota de internacionalidad cede ante un progresivo nacionalismo, que afirma
el poder del Estado en su ámbito territorial de soberanía.

CAPITULO III
3. 1 CONSTITUCIONALIZACION DEL DERECHO MERCANTIL
La Constitución, al ser la Norma Suprema del sistema jurídico peruano, irradia
su fuerza normativa todos los ámbitos del Derecho. Por su parte, el derecho
Mercantil es una rama que se basa en la autonomía privada; sin embargo, en
nuestro ordenamiento no existe zona que esté exenta de control
constitucional. En este artículo, el autor realiza un notable análisis acerca de la
constitucionalización del Derecho Mercantil, haciendo un recorrido por la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional que, aplicando principios y derechos
fundamentales, ha influido en la aplicación de las normas mercantiles en
nuestro país.

4.3 DIFERENCIAS ENTRE DERECHO MERCANTIL Y


EMPRESARIAL.
3.2.1 DERECHO MERCANTIL
El derecho mercantil es la rama del derecho privado que se encarga de regular
las actividades entre los comerciantes, así como cada uno de los actos
comerciales que se desprenden de las dinámicas de intercambio de bienes y
servicios. Se define como el conjunto de normas jurídicas que regulan a las
personas, las relaciones, los actos y las cosas que tienen que ver con el
comercio

3.2.2 DERECHO EMPRESARIAL


El derecho empresarial es el área o campo de estudio que regula el quehacer
de las empresas desde un punto de vista de normas jurídicas, pero también de
valores organizacionales, principios de acción e incluso usos y costumbres de
las empresas y del actuar jurídico de la figura del empresario. Impulsan la
actividad económica, ayudando a crear y regular las micro, pequeñas,
medianas o grandes empresas.
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CAPITULO IV
5 1 AUTONOMIA DEL DERECHO MERCANTIL
El análisis de la autonomía del derecho mercantil frente a otras disciplinas
jurídicas ha cobrado fuerzas recientemente como consecuencias de las dos
situaciones siguientes:
El comercio ha evolucionado hasta alcanzar una multitud de actividades e
incluso tanto a comerciantes, como a no comerciantes.
Se ha cuestionado la necesidad de mantener una división entre el derecho civil
y el derecho mercantil.
Debido a esta necesidad de justificar la existencia y autonomía del derecho
mercantil como disciplina jurídica, los expertos en la materia han empleado los
criterios que la doctrina mexicana ha considerado para determinar la
autonomía de una disciplina jurídica, en las tres formas siguientes:

1. Autonomía didáctica;

2. Autonomía legislativa; y,

3. Autonomía jurisdiccional.

Autonomía científica o didáctica: El derecho mercantil tiene un objeto de


estudio propio que son las normas que regulan a los actos calificados por la
ley como mercantiles y a las personas que se dedican a realizarla.
El derecho mercantil cuenta con autonomía científica porque tiene una
metodología propia, a deferencia del derecho civil que regula los actos en
varias ocasiones aislados y que, por lo tanto, exige el cumplimiento de
determinados requisitos.
El derecho mercantil regula actos masivos, de intermediación, en el cambio y
con propósito de lucro y por lo tanto más flexible en cuanto a los requisitos de
forma. Por ejemplo, las reglas que exige el cumplimiento de requisitos de
forma en los contratos son más flexibles en el derecho mercantil a diferencia
del derecho civil, por lo tanto, el método de estudio del derecho mercantil
necesariamente es distinto a aquél del derecho civil.

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El derecho mercantil también cuenta con autonomía didáctica pues se imparte
como una disciplina autónoma del derecho civil. Además, constituye una
materia que es objeto de investigación en las principales universidades de
nuestro país; incluso, existe una amplia lista de obras especializadas en la
materia.
Autonomía Legislativa: En nuestro país, han sido expedidas desde el siglo XIX
un conjunto de leyes especializadas en derecho mercantil. Actualmente a
parte de contar con un código en la materia, también existen una serie de
leyes que han ido regulando a profundidad cada aspecto del derecho
mercantil. Por ejemplo: Las Sociedades Mercantiles, están reguladas por la
Ley General de Sociedades Mercantiles; Los Títulos de Crédito, están
regulados por la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito; Los
Bancos, están regulados por la Ley de Instituciones de Crédito.
Autonomía Jurisdiccional: Hasta el momento en el País, a excepción de
algunas ciudades, no se han creado de manera general tribunales
especializados en materia mercantil, [Ya es un gran proyecto]; sin embargo, el
Código de Comercio ya integró una serie de disposiciones procesales
aplicables a asuntos mercantiles.
La carencia de tribunales especializados en materia jurisdiccional en realidad
se debe a cuestiones prácticas más que a una cuestión jurídica. En un inicio,
los casos en materia mercantil eran escasos comparados con el número de
casos en materia civil, por esta razón se pensó que no era necesaria la
creación de toda una estructura judicial especializada en la materia mercantil.
[Por el gran cumulo de juicios en esta materia, pero ya ha evolucionado].
Actualmente, con el desarrollo del comercio, ha surgido el interés constante
por discutir la conveniencia de crear tribunales especializados en esta materia.

4.1 FUENTES FORMALES DEL DERECHO MERCANTIL


Se consideran como fuentes formales mercantiles:
La Ley del Derecho Mercantil que regula de manera general las actividades
comerciales, la cual debe aplicarse siempre y, particularmente, cuando no

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exista una norma que regule un área determinada de la actividad comercial o
para resolver una laguna legal.
Los reglamentos o acuerdos aprobados por el congreso o el órgano
correspondiente: Estos son documentos que ratifican los convenios
establecidos entre las partes, los cuales están sujetos al Derecho internacional
y además permiten identificar qué son las fuentes del derecho mercantil en el
ámbito del Comercio Exterior.
La jurisprudencia: Esta se corresponde con una interpretación de la ley
realizada por los órganos correspondientes para responder a una solicitud
realizada por las partes en conflicto y que, a partir de su uso como soporte
para dictar sentencia, se convierte fuente interpretativa del Derecho Positivo.

4.1.1 FUENTES MATERIALES DEL DERECHO MERCANTIL


Existen las fuentes materiales que son usos y costumbres considerados como
la segunda fuente del derecho comercial. Estas se aplican, siempre que sean
una práctica general realizada comúnmente por un sector comercial o un
grupo de empresarios y que no contradigan las fuentes generales existentes,
ni los derechos fundamentales de las personas naturales o jurídicas.
Otras fuentes materiales reconocidas en este campo jurídico son:
La doctrina jurídica o conjunto de derechos, teorías, investigaciones
desarrolladas por los expertos en la ciencia jurídica y las leyes
mercantiles extranjeras que pudieran ser utilizadas como fuentes para justificar
una sentencia en casos especiales.

4.1.2 FUENTES HISTORICAS DEL DERECHO MERCANTIL


Son aquellos documentos, inscripciones, papiros, libros, etc., que encierran el
texto de una ley o conjunto de leyes.

4.1.3 FUENTES MATERIALES DEL DERECHO MERCANTIL


Son los factores y elementos que determinan el contenido de las normas
jurídicas. En otras palabras, son aquellos factores políticos, sociales y

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económicos que contribuyen a la formación del derecho y que deben ser
tomados en cuenta por los legisladores para crear normas jurídicas.

4.2 CODIGO DEL COMERCIO Y LEYES MERCANTILES

Por ley 26595, se creó la Comisión Especial encargada de elaborar el


proyecto del Código de Comercio, integrada con representantes del Poder
Legislativo y diversas instituciones como son la Cámara de Comercio de Lima,
Facultades de Derecho, Apemipe, Conasev, Indecopi, Ministerio de Justicia,
entre otros.
Posteriormente, por Ley 26751, se amplió el plazo para la elaboración del
Código de comercio, en un término de trescientos sesenticinco días.
Asimismo, por Ley 26936 del 28 de marzo de 1998, nuevamente se prorroga
el plazo para la elaboración del Código de comercio, en razón de que si bien
la Comisión había avanzado su trabajo en un ochenta por ciento, las
subcomisiones se encontraban trabajando paralelamente proyectos de ley
complementarios a la reforma.
CAPITULO V
5.1LA REFORMA DEL CODIGO DEL COMERCIO

La Comisión Reformadora del Código de comercio considera que la


presente es una ocasión propicia para realizar una revisión y
concordancia de diversas normas del derecho privado,
particularmente al realizarse en simultáneo los trabajos de la comisión
encargada de estudiar las enmiendas del Código civil y nuestra
comisión. A su vez, se pretende que los trabajos ya concluidos de la
Comisión que reformó la Ley General de Sociedades, sean
perfectamente concordantes con los criterios de la presente reforma y
que lo mismo ocurra con los trabajos sobre la Ley de Títulos Valores.

En lo relativo al Código de comercio, la Comisión apunta a restituir la


característica original del derecho mercantil, en su distinción subjetiva
del derecho civil. En efecto, el derecho mercantil surgió
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históricamente como el derecho de los comerciantes, estableciendo
reglas propias a la actividad de éstos e inclusive una jurisdicción
especial y privativa.

La codificación napoleónica, al mantener un tratamiento dual en el


Código civil y en el Código de comercio, optó por una visión objetiva,
introduciendo la noción de acto de comercio y sometiendo a las reglas
del derecho mercantil a todo acto que se definiera como tal,
independientemente de quien lo realizara.

El primer Código de comercio peruano, promulgado en 1853 fue reflejo del


Código Español de 1829, que llevaba un criterio subjetivista. En cambio,
nuestro Código de comercio del año 1902, reflejo del Código Español del año
1885, y éste a su vez heredero del Código francés, estaba impregnado de un
sistema objetivo.

Durante el presente siglo, los códigos de comercio en el mundo han sufrido


procesos diversos:

a. Los suizos y los italianos han optado por la unificación. Los primeros
dictaron el Código Unico de las Obligaciones Civiles y Mercantiles. Los
segundos, llevaron el derecho mercantil al Código civil, en el que incluso
legislaron a la empresa en el denominado libro del Trabajo.

b. En la mayor parte de países europeos y latinoamericanos, el derecho


mercantil ha ido decodificándose y en sustitución de un único Código se han
dictado leyes diversas para normar las sociedades, los títulos valores, el
mercado de valores, la propiedad industrial, etc.

c. Colombia y Honduras, entre los países latinoamericanos, han mantenido el


criterio de la codificación, optando por Códigos de Comercio, que sin embargo,

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superan la noción del comerciante y pasan a normar la empresa.

En lo que concierne a nuestro país, en los 96 años que tiene de vigente el


Código de comercio, son muchos los cambios que ha sufrido, además de las
modificaciones introducidas por la Ley de sociedades mercantiles, la Ley de
Títulos valores, la Ley de Registro fiscal de ventas a plazos, la Ley Procesal de
quiebras, normas que a su vez han sido modificadas por otras leyes. De igual
forma el Código civil de 1984, el Código procesal civil y la Ley general de
instituciones bancarias, financieras y de seguros han derogado artículos del
Código de comercio.

Frente a estas modificaciones y a la actual situación que vive el país dentro de


una economía de libre mercado, es preciso encontrar un marco jurídico
adecuado, siendo este el objetivo principal de dicho reemplazo.

El proyecto de LEY MARCO DEL EMPRESARIADO que sustituirá al Código


de comercio elimina toda disposición relativa al acto de comercio y a las
disposiciones generales sobre contratos de comercio que contiene el Código
vigente. La Comisión se inclina por profundizar el proceso de unificación de las
obligaciones civiles y mercantiles que inició el Código civil de 1984 al derogar
las disposiciones relativas a los contratos de compraventa, permuta, depósito,
fianza y al incorporar un conjunto de disposiciones de carácter mercantil en los
libros de acto jurídico, obligaciones y contratos. Dicho proceso debe
completarse. La Comisión propone que el Código civil, en proceso de revisión
constituya la norma de remisión para todos los asuntos no contemplados en
los contratos. Se exceptúan de este tratamiento unitario, aunque no del
carácter supletorio de las normas civiles, los contratos bancarios, de transporte
marítimo, terrestre y aeronáutico, el contrato de seguros y algunos otros
típicos regidos por leyes especiales.

El intérprete, no tendrá en el futuro que preguntarse sobre la naturaleza civil o


mercantil del contrato, pues en defecto de pacto habrá de recurrir al Código
civil para resolver la materia que corresponda. Naturalmente, abogamos
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porque el Código civil continúe recogiendo instituciones de origen mercantil y
procurando liberalizar sus disposiciones garantizando la autonomía de
voluntad de las partes. Finalmente, es de destacar en esta materia, que la
Comisión considera que deben mantenerse como contratos atípicos o
innominados un conjunto de contratos modernos, cuya riqueza radica
precisamente en la flexibilidad, por no existir normas de orden público que los
rijan.

La LEY MARCO DEL EMPRESARIADO, que presentamos se sustenta en una


base distinta a la asumida en la elaboración del Código de comercio de 1902.
El nuevo eje de la vida económica es la empresa. Su tratamiento ha sido más
propio del mundo de la economía o de la administración. El derecho la
encuentra en la realidad y la trata en forma dispersa. Estimamos que ha
llegado el momento que la legislación peruana, aluda en forma armónica y
cohesionada a este centro de imputación fundamental en la economía
moderna.

La LEY MARCO DEL EMPRESARIADO, constituye una norma general, que


regula el funcionamiento de las personas naturales y jurídicas que realizan una
actividad empresarial. Para efectos de esta ley, es indiferente si los titulares de
una empresa sean personas jurídicas con o sin fines de lucro. Si una
asociación o una fundación realizan actividad empresarial para servir a su fin
benéfico o altruista, en lo que concierne a su actividad empresarial se rigen por
la LEY MARCO DEL EMPRESARIADO. En todo lo demás, están sometidas al
Código civil. Lo mismo ocurre, con todas las formas de organización posibles
de existir en un país que reconoce el pluralismo económico.

Por lo expuesto podemos decir que la empresa es definida como una


organización económica destinada a la producción o comercialización de
bienes o a la prestación de servicios.

  A lo largo de nuestro trabajo los integrantes de la Comisión hemos querido


pensar genuinamente en la realidad empresarial peruana, caracterizada por la
proliferación de unidades económicas pequeñas o medianas. Creemos que el
gran capital no sólo es bienvenido sino necesario en un país sin ahorro interno
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suficiente y urgido de inversión de riesgo y de lenta recuperación. Empero, la
vida económica de nuestro país y particularmente las posibilidades de empleo,
se sustentan en el dinamismo de la pequeña y mediana empresa, en la que
hemos fundamentalmente hemos pensado al concebir novedosas
instituciones. Hemos creído también que la noción de empresa y actividad
empresarial deben extenderse a todos los ámbitos de la vida económica,
incluyendo áreas en las que, hace algún tiempo la noción empresarial se
rechazaba por prejuicios ideológicos. Hay que fomentar la actividad
empresarial en el agro, en la artesanía, en la cultura, en el deporte. Sin perder
la orientación humanista, la empresa ingresa también a la educación y a la
salud. Toda reforma tiene una orientación valorativa y principista.
Propugnamos un país en el que la empresa y el ímpetu empresarial sean
asumidos como actitudes sociales.

Como se ha indicado anteriormente, lo que pretende esta Ley, es reunir los


criterios comunes a todas las modalidades empresariales, de tal manera que
sean aplicables a cualquier persona natural o jurídica que realice actividad
empresarial, sin importar la modalidad empresarial adoptada.

5.2 LIBRE COMPETENCIA

El artículo III explica los alcances de la libre competencia dejando en claro que


los precios resultan de la oferta y la demanda, con la excepción de las tarifas
por servicios públicos que, si bien pueden fijarse administrativamente, deben
ser autorizadas por ley del Congreso de la República.

5.3 LIBERTAD EMPRESARIAL

Si bien la libertad empresarial ha sido interpretada por el órgano jurisdiccional


en diversas ejecutorias, la Comisión considera necesario establecer ciertos
lineamientos sobre el particular. El artículo IV fija el derecho de las personas a
organizarse individual o colectivamente, elegir la modalidad empresarial que
mejor le parezca, estructurar su empresa y llevar a cabo cualquier actividad
empresarial permitida por ley.
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5.4 BUENA FE Y POSICION DE DOMINIO

Constituyendo una de las reglas básicas para intervenir en el mercado la


buena fe, se señala que el empresario actúa en éste de buena fe. Asimismo,
habiéndose establecido el principio de la oferta y la demanda y a fin de evitar
la desnaturalización de dicho principio, se establece que se reprimirá el abuso
de la posición de dominio en el mercado.

CONCLUSIONES

 Como conclusión podemos decir entonces que el derecho mercantil es la


rama del derecho privado encargada de regular a las personas, relaciones
y actos que tienen que ver con el intercambio de bienes y servicios, es
decir, todas aquellas dinámicas de intercambio comercial y que su ámbito
de aplicación está constituido por las relaciones jurídicas nacidas de una
concreta actividad económica el comercio.

 El Derecho mercantil hoy en día ya no es sólo el Derecho que regula la


actividad de los empresarios de modo que ahora también ordena la
actividad económica de la empresa dentro del mercado y terminará, en mi
opinión, siendo el Derecho ordenador de toda la actividad económica la
cual va perseguir la justicia y la equidad económica, y combatir la
corrupción y el delito económico, al poner reglas claras y normativas para
todo acto comercial.

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 Podemos decir también que las fuentes de Derecho Mercantil pueden
entenderse como los actos pasados que derivan en la creación o extinción
de leyes jurídicas, al menos es a esto a lo que denominamos fuentes
históricas; al mismo tiempo, también comprende los órganos o facultades
de las que emanan el ordenamiento jurídico.

 Por lo expuesto podemos decir que la empresa es definida como


una organización económica destinada a la producción o
comercialización de bienes o a la prestación de servicios.

RECOMENDACIONES

 Les recomendamos el poder cada uno supervisar, revisar y regular cada


una de las transacciones comerciales que realizamos para asi  garantiza
un entorno justo y limpio para el ejercicio económico, protegiendo así a un
pilar fundamental en la economía.

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BIBLIOGRAFIA

1. http://up-rid2.up.ac.pa:8080/xmlui/handle/123456789/1404

2. https://www.marcialpons.es/media/pdf/9788415948384.pdf

3. https://scholar.google.es/scholar?
hl=es&as_sdt=0,5&qsp=3&q=principios+de+derecho+mercantil&qst=ir

4. https://www.academia.edu/download/35106369/DERECHO_MERCANTIL_-
_CESAR_VIVANTE_PDF.pdf

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