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1.
Inmunidad innata o congénita. Inmunidad natural proporcionada por mecanismos de defensa inespecíficos
(no es específica para cada patógeno), sin memoria inmunológica y presente antes de la exposición
a antígenos. La inmunidad innata se adquiere desde el nacimiento y es propia de raza, especie, etc. No
puede reconocer los agentes patógenos ni aumenta con su exposición. La inmunidad innata es una respuesta
inmediata, mucho más rápida que la inmunidad adquirida. La inmunidad innata no genera memoria
inmunológica. Un ejemplo de inmunidad innata sería la imposibilidad de que una persona quede afectado
por la peste porcina o por la gripe aviar.
Inmunidad adquirida o adaptativa. Se adquiere a lo largo de la vida a partir del contacto con el agente
patógeno. Es una respuesta lenta y genera memoria inmunológica.
o Inmunidad natural.
Activa (infección).
Pasiva (maternal).
o Inmunidad artificial.
Activa: sueroterapia.
Pasiva: vacunas.
2.
Un antígeno es cualquier sustancia capaz de provocar la puesta en marcha de la respuesta inmunitaria e inducir la
formación de anticuerpos.
Un antígeno puede ser cualquier proteína o polisacárido que sea ajeno al organismo.
El epítopo o determinante antigénico es una pequeña porción del antígeno que es reconocida por el anticuerpo, al
que se une.
Los anticuerpos pueden actuar como anticuerpos de superficie, si permanecen adheridos a la membrana del linfocito
B, o bien circular por la sangre u otros fluidos del cuerpo, como la leche materna, lágrimas, etc.
Los anticuerpos son proteínas cuya función consiste en detectar elementos extraños que puedan entrar en el
organismo. Normalmente detectan partes concretas de esos elementos, por ejemplo, proteínas de la superficie
bacteriana o vírica, que se denominan “antígenos”. Cuando los anticuerpos se unen a estos antígenos, se producen
una serie de reacciones: aglutinación, precipitación, opsonización y neutralización, que van a bloquear y destruir al
patógeno.
Las inmunoglobulinas son proteínas específicas para cada antígeno, producidas por los linfocitos B una vez
estimulados por los linfocitos T helper. Inmovilizan, bloquean e inactivan el antígeno y facilitan su eliminación
definitiva. Son proteínas con estructura cuaternaria, con dos cadenas pesadas (H) y dos ligeras (L) unidas mediante
puentes disulfuro (-S-S-), con zonas constantes y otros muy variables a cada anticuerpo específico. IgG: las más
abundantes en el plasma i la linfa. Poden travesar la placenta, de la mare al fetos.
3.
Antígenos
Anticuerpos
Los linfocitos
Órganos linfoides
Órganos linfoides primarios. En ellos se produce la maduración definitiva de los linfocitos y son:
o La médula ósea. Los linfocitos B maduran en la médula ósea roja.
o El timo. Los linfocitos T salen de la médula ósea y maduran en el timo, glándula situada
entre el esternón y la tráquea, y que aumenta de tamaño hasta la pubertad, para después ir
disminuyendo.
Órganos linfoides secundarios. En estos órganos se acumulan los linfocitos y allí sufren una última
diferenciación. Llegan los linfocitos maduros y se ponen en contacto con los antígenos para iniciar
la reacción inmunitaria.
Los principales órganos linfoides secundarios son: el bazo, los ganglios linfáticos (situados a lo largo del
sistema linfático, siendo más abundantes en las ingles, axilas, ...), el apéndice, las placas de Peyer
intestinales, las amígdalas y las adenoides.
4.
Pasiva: se reciben anticuerpos específicos contra un antígeno. El anticuerpo no está presente como consecuencia de
la activación de la respuesta inmunitaria específica. Algunos casos son:
- Paso d’Ig G de la sangre materna al feto a través de la placenta. Estos IgG son les únicas defenses de la
criatura, que aún no tienen maduro el sistema inmunitario propi.
- Amamantamiento: la leche materna contiene IgA, que protegerán la mucosa intestinal del bebé.
- Suministro de fármacos conteniendo inmunoglobulinas a personas con una respuesta inmunitaria deficiente.
Activa: consiste en la activación de la respuesta inmunitaria específica. Con la vacunación se intenta reproducir esta
respuesta inoculando los antígenos, de forma que se provoca la transformación de las células vírgenes en células en
memoria, proceso típico de la respuesta primaria. Cuando el antígeno del agente infectivo penetra realmente en el
organismo, se da una las respondida inmunitaria secundaria, pues ya hay células con memoria que rápidamente se
transformarán en células efectoras, de forma que se eliminará la infección prácticamente sin síntomas de
enfermedad.
Un ejemplo el cuá l hemos vivido desde hace 3 añ os, sería el COVID-19. La primera vez que nos vacunaron, gran
parte de la població n experimento efectos secundarios como fiebre, hinchazó n de los ganglios linfá ticos
(comú nmente en la zona de las amígdalas), dolor muscular y hasta malestar general. Esto ocurría durante 1-2
días ya que nuestro cuerpo estaba “luchando” contra este anticuerpo a partir de los componentes de nuestro
sistema inmunitario, en particular nuestros linfocitos, MHC, etc. En este periodo de tiempo, se fueron creando
células de memoria a partir de linfocitos B y T que nos permitían detectar al mismo antígeno una vez volviera a
aparecer en nuestro organismo y de esta manera ser capaces de destruir este antígeno con má s facilidad y
rapidez.
Este proceso no ocurre solamente con este virus, sino que ocurre con cualquier antígeno que entre en contacto
con nuestro cuerpo.