Está en la página 1de 3

Control biológico

El control biológico es el proceso a través del cual los agricultores buscan la


reducción y el control de plagas, insectos, malezas y enfermedades que atacan
cultivos como el de la caña de azúcar, aguacate, caña panelera, maíz, arroz y
flores, entre otros.

La protección de la agricultura contra las plagas y las enfermedades es de


suma importancia económica y social. Las infecciones asociadas a
fitopatógenos son responsables del 20 al 40% del total de pérdidas en
producción ocasionadas por enfermedades en plantas. A nivel mundial estas
pérdidas se calculan en alrededor de 40 billones de dólares (Roberts et al, 2006;
Savary, Ficke, Aubertot & Hollier, 2012).

Ventajas
Por lo general el control biológico no tiene efectos colaterales sobre otros
enemigos naturales de las plagas, evita la aparición de parásitos o insectos
dañinos secundarios o su resurgimiento y no produce desequilibrios en los
ecosistemas.

Una de sus mayores ventajas consiste en reducir de manera muy significativa el


uso de insecticidas químicos, disminuyendo la traza de contaminantes de
origen artificial en los frutos y en los alimentos vegetales. Esta es una exigencia
de los mercados internacionales, en especial de la Unión Europea y los Estados
Unidos, destino preferido para este tipo de exportaciones.

Según el entomólogo argentino Juan Carlos Gamundi, “mediante el control


biológico, en algunas producciones, se alcanzan los mismos rendimientos que
con los insecticidas químicos, pero con tres veces menos de principios activos
y de impacto ambiental, además de un costo reducido”.

Sin embargo, para su aplicación expertos subrayan que se requiere un


conocimiento profundo de todas las variables que influyen en el ecosistema.
Una vez evaluado el nivel de infestación se cuenta con una batería de
herramientas aplicadas en solitario o combinadas, como la liberación de
depredadores y parasitoides, la selección de cepas de microorganismos
eficientes para combatir ciertas enfermedades vegetales, la solarización, las
enmiendas y las rotaciones de cultivos, entre otras.

Control biológico: estrategias


Existen 3 estrategias principales en el método de control biológico que se
incorporan comúnmente en una táctica de Manejo Integrado de Plagas (MIP):

1. Control biológico clásico


(o de importación) que consiste en la introducción de un enemigo natural
(especie exótica) a un ambiente determinado con el fin de que se establezca de
manera permanente y pase a formar parte de la zona donde fue liberado.
Normalmente esta estrategia se utiliza en ambientes estables como bosques,
áreas naturales, cultivos frutales o forestales.

2. Control biológico aumentativo


es el incremento exponencial de la cantidad de enemigos naturales de la plaga.
Es decir, el insecto controlador es criado en laboratorios y liberado en grandes
cantidades varias veces al año en el cultivo afectado.

3. Control biológico por conservación


tiene como fin, proteger y aumentar la población de enemigos naturales ya
presentes en el entorno, incluyendo diferentes medidas tales como la reducción
de la intensidad de los cultivos y el aumento en la complejidad del ecosistema y
la diversificación de plantas y hábitats.

El nombre de las estrategias de control biológico puede variar de una entidad a


otra, entre investigadores o entre países. Algunos llaman a las dos últimas
estrategias inductiva e inoculación respectivamente. (Unruth, 1993)

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿Cómo podemos definir cuál de las tres


estrategias es la más adecuada? Esto depende del origen de la plaga o
enfermedad, otras soluciones ejecutadas que en su momento formaron parte
del plan de tratamiento, las condiciones ambientales locales, los sistemas
agrícolas y prácticas utilizadas, entre otras.

Melo, citado en el libro “Servicios Ecosistémicos: un enfoque introductorio con


experiencias del occidente colombiano”, señala:”La estrategia que se adopte va
a permitir que se controlen las especies que están
causando daño a los cultivos; para ello se deben tener en cuenta diferentes
aspectos como lo son: la identificación del agente causal de daño, las
condiciones ambientales, las especies que habitan en la región y las áreas
productivas que están alrededor de la zona a intervenir, entre otras.

Cada detalle que se tenga en cuenta proporcionará herramientas que


contribuyan a disminuir el umbral de daño y potencializar la intervención natural
que se logra con los insectos controladores (Melo, 1985).”

También podría gustarte