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MONICION DEL DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

MONICION DE ENTRADA

Buenos tardes (días) (noches); sean todos bienvenido, a la fiesta del amor y
del perdón. La liturgia, hoy, es un canto al perdón. Y el perdón de Dios es el
corazón de nuestra fe. El perdón sana nuestro pecado y nos coloca en el
camino del perdón y de la salvación. De pie entonemos el canto de entrada.

MONICION PRIMERA (Éxodo 32, 7-11. 13-14)

Este diálogo del Señor con Moisés se sitúa después del episodio de idolatría
que ha comportado la construcción y adoración del becerro de metal, mientras
Moisés estaba en la montaña hablando con el Señor. Escuchemos atentos…

MONICION SEGUNDA (Timoteo 1, 12-17)

San Pablo, enviado por Jesús para una misión, se presenta a sí mismo ante
todo como un pecador perdonado. El perdón está en el centro de la misión de
Jesús. El pasaje termina con una bellísima aclamación a la Gloria del único y
eterno Dios. Atentos escuchemos…

MONICION EVANGELIO (San Lucas 15, 1-32)

Entramos en este domingo en el gran capítulo 15 del evangelio de Lucas


núcleo de la Buena Nueva de Jesús y de la revelación de los sorprendentes
sentimientos de Dios en el cual escuchamos al Maestro pronunciar las tres
parábolas de la misericordia. De pie entonemos el canto del aleluya.

MONICION OFERTORIO

El Pan y Vino que ofrecemos hoy, serán transformados en el Cuerpo Sangre


de Jesús, que nos ayuda a vivir como verdaderos cristianos.
MONICION DE COMUNION

Jesús realmente presente en la Eucaristía, nos invita a recibirle. Acerquémonos


con alegría a participar de este banquete celestial.

MONICION DE DESPEDIDA

Vayamos a nuestros hogares con la seguridad de que Dios nuestro padre


misericordioso, siempre está dispuesto a recibirnos y perdonarnos.

ORACIÓN PARA COMULGAR ESPIRITUALMENTE

Jesús mío, creo que Tú estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre


todas las cosas y deseo recibirte ahora dentro de mi alma; ya que no te
puedo recibir sacramentalmente, ven a lo menos espiritualmente a mi
corazón.

Señor, no soy digno ni merezco que entres en mi pobre morada, pero di


una sola palabra y mi alma será sana, salva y perdonada. El Cuerpo, la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, guarden mi
alma para la vida eterna. Amén.

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