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DOMINGO DE RAMOS
MONICIÓN DE INICIO:
Hermanos, buenos días: Hoy Domingo de Ramos iniciamos la
Semana Santa, recibiendo a Jesucristo con palmas y ramos, llenos
de alegría y júbilo. Él nos ha enseñado a vivir, a amar y nos ha
mostrado su camino.
Jesús entra en Jerusalén. Allí por amor morirá en la cruz. Y por eso
nosotros, agradecidos por ese amor y convencidos que su muerte es
fuente de vida para siempre, lo aclamamos gozosos como hicieron
aquellas personas que salieron a recibirlo en Jerusalén con sus ramos
y palmas. Con muchas ganas de vivir como él, con mucha fe en él.
Cantamos: ………
(El sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada; luego hace una breve monición, en la que invita a los fieles a
participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes)
Sacerdote:
Queridos hermanos: Ya desde el principio de la Cuaresma nos venimos preparando con obras de
penitencia y caridad. Hoy nos disponemos a inaugurar, en comunión con toda la Iglesia, la celebración
anual del Misterio Pascual de la pasión y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo quien, para llevarlo
a cabo, hizo la entrada en la ciudad santa de Jerusalén.
Por este motivo, recordando con fe y devoción esta entrada salvadora, acompañemos al Señor para
que, participando de su cruz por la gracia, merezcamos un día tener parte en su resurrección.
(Después de esta monición, el sacerdote procede a bendecir los ramos)
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu + bendición estos ramos, y, a cuantos vamos a acompañar
a Cristo Rey aclamándolo con cantos, concédenos, por medio de él, entrar en la Jerusalén del cielo. Él,
que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
(El sacerdote en silencio asperja (rocía) los ramos con agua bendita. Luego proclama el evangelio de la entrada del Señor
a Jerusalén)
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(Después del evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía.)
INICIO DE LA PROCESIÓN:
M: La gente que descubre en Jesús a Dios que va con nosotros, salieron al camino, echaron mano de ramos y
palmas y los agitaron para saludar al amigo bueno, días más tarde este mismo pueblo, manejado por los
poderosos pidió su muerte en la cruz. Nosotros somos ese pueblo, con una mano agitamos nuestras palmas y
con la otra lo ejecutamos violentamente. Que Dios tenga piedad de nosotros y nos convierta el corazón.
(Se da inició a la procesión. El coro acompaña con cantos apropiados, en el camino se irá diciendo el lema de este domingo)
1.- “No temas, levántate, espera en el Señor”
2.- Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor.
3.- Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David. ¡Hosanna en el cielo!
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
(Dentro del Templo. La bendición de los ramos y la procesión remplazan los ritos iniciales. Por eso el sacerdote en el
templo pronuncia la oración colecta y la Misa continúa como de costumbre)
ORACIÓN COLECTA:
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste que nuestro Salvador se encarnarse y soportara la cruz para
que imitemos su ejemplo de humildad, concédenos propicio, aprender las enseñanzas de la pasión y
participar de la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA:
M: Cantos, aplausos en honor de Jesucristo. Todo está bien, pero no nos engañemos. Sabemos por el Evangelio
que después de las aclamaciones vino la negación y la muerte. Ahora dejémonos iluminar por la Sagrada
Escritura para descubrir a tiempo, en nosotros, las actitudes de rechazo a Jesús. Acogemos la Palabra de Dios,
cantando: …………………………………….
Aclamación antes del evangelio: (El monitor invita a ponerse de pie para acoger la proclamación del Santo
Evangelio cantando)
“Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre
todo y le concedió el “Nombre- sobre- todo- nombre”
Según las circunstancias, después de la historia de la Pasión, puede tenerse una breve homilía.
LITURGIA DE LA EUCARISTIA
COLECTA:
M: Acerquémonos a Jesús misericordioso, para poner en sus manos todas nuestras necesidades, temores,
angustias y además dejar nuestro aporte económico voluntario; pero antes recemos juntos la oración de colecta.
Recibe Señor mi ofrenda, no es una limosna porque no eres un mendigo, no es un aporte porque no lo necesitas, no es
el resto que me sobra que te ofrezco, este monto representa Señor, mi reconocimiento, mi amor, pues si lo tengo, es
porque tú me lo diste. Amén.
Acompañamos la colecta cantando: ……………………………………………………
OFRENDAS:
M: El Padre dispuso que fuéramos salvados por la Pasión y la Muerte de su Hijo Jesucristo. Ofrezcamos al
Señor el pan y el vino junto al compromiso sincero de servir a Jesucristo en los hermanos más necesitados.
(Si hubiese ofrendas)
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- Hostias y Vino: Representan el milagro de nuestra fe, que serán transformados en el Cuerpo y en la sangre
de Cristo.
- Cirios: Simbolizan la luz de Cristo, el nacimiento de una nueva vida.
- Pan y Uvas: Simbolizan el fruto del trabajo del hombre y la fortaleza del corazón para anunciar la Palabra.
- Flores: Expresión de gratitud, ternura, dulzura y amor hacia a María.
COMUNIÓN:
M: Cristo se entregó por nosotros, su obediencia y disponibilidad nos abrieron el camino a la vida. En la
comunión, nosotros participamos de su muerte y resurrección. Nos acercamos a recibir el cuerpo de Cristo para
reforzar nuestra fraternidad y compromiso. Acompañamos cantando: ……………………………………………
DESPEDIDA:
M: Regresaremos a nuestros hogares y comunidades zonales; ahora que hemos comenzado a celebrar el
Misterio Pascual, tenemos que seguir al Señor hasta el fin: el Jueves Santo, en la Misa de la Cena del Señor;
el Viernes Santo, en el oficio de la Pasión, el domingo por la madrugada, en la Vigilia Pascual; pero sobre todo
el Domingo de Pascua, en su victoriosa Resurrección. Nos despedimos cantando .………………………………
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C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ázimos. Los sumos sacerdotes y los
escribas andaban buscando el modo de arrestar a Jesús con engaño y darle muerte. Pero decían:
C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un
frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús.
Algunos comentaban indignados.
S. “¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios
para dárselo a los pobres”.
+. “Déjenla, ¿por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tienen
siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran, pero a mí no me tienen siempre. Ella ha
hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Les aseguro que,
en cualquier parte del mundo donde se proclame el evangelio, se recordará también lo que ha hecho
esta mujer”.
Prometieron dinero a Judas Iscariote
C. Judas Iscariote, uno de los doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al
oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?
C. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus
discípulos:
+. “Vayan a la ciudad, encontrarán un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y, en la casa en
que entre, díganle al dueño: “El maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la
Pascua con mis discípulos?” Él les mostrará en el piso de arriba una sala grande y bien alfombrada.
Prepárennos allí la cena”.
C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon
la cena de Pascua.
Uno de ustedes me va a entregar: uno que está comiendo conmigo
C. Al atardecer fue él con los Doce. Mientras estaban a la mesa comiendo, dijo Jesús:
+. “Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar: uno que está comiendo conmigo”.
S. “¿Seré yo?”
C. Respondió:
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+. “Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como
está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valdría no haber nacido!”
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la alianza.
C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
C. Y, tomando en sus manos una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y
les dijo:
+. “Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Les aseguro que no volveré a beber
del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios”
Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.
C. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo:
+. “Todos ustedes se van a escandalizar, como está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las
ovejas”. Pero, cuando resucite, iré antes que ustedes a Galilea”.
C. Pedro replicó:
C. Jesús le contestó:
+. “Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres”.
C. Pero él insistía.
C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella
hora, y dijo:
+. “¡Abba!” (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino
lo que tú quieres”.
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+. Simón, ¿duermes?; ¿no has podido velar ni una hora? Velen y oren, para no caer en la tentación; el
espíritu es decidido, pero la carne es débil”.
C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos,
pues sus ojos se cerraban de sueño. Y no sabían qué contestarle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+. ¿Todavía están dormidos y descansando? ¡Basta ya! Ha llegado la hora; miren que el Hijo del hombre
va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense, vamos! Ya está cerca el que me va a
entregar.
Arréstenlo y llévenlo bien custodiado.
C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas
y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado
una contraseña, diciéndoles:
S. “¡Maestro!”
C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo arrestaron. Pero uno de los presentes, desenvainando la
espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
+. “¿Han salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario estaba con ustedes
enseñando en el templo, y no me detuvieron. Pero, es necesario que se cumplan las Escrituras”.
C. Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, cubierto tan sólo con una sábana.
Lo detuvieron, pero él soltando la sábana se escapó desnudo.
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
C. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los
ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo
sacerdote; y se sentó con los criados junto al fuego para calentarse.
Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo
a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios
no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él diciendo:
S. “Nosotros le hemos oído decir: “Yo destruiré este templo, edificado por los hombres, y en tres días
construiré otro no edificado por hombres”.
C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó
a Jesús:
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S. “¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?
C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, preguntándole:
C. Jesús contestó:
+. “Sí, lo soy. Y verán que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene
entre las nubes del cielo”
S. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Han oído la blasfemia. Ustedes ¿Qué dicen?”
C. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro
calentándose, lo miro y dijo:
C. Él lo negó, diciendo:
C. Y en seguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho
Jesús: “Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres”, y se echó a llorar.
¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?
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C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno,
se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:
C. El respondió:
+. “Tú lo dices”
Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los
revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el
indulto de costumbre. Pilato les contestó:
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes
alborotaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y
les preguntó:
S. “¡Crucifícalo!”
S. “¡Crucifícalo!”
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo
entregó para que lo crucificaran.
Le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado.
C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio – al pretorio- y reunieron a toda la tropa. Lo vistieron
de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el
saludo:
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron el manto de color púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para
crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota y lo crucificaron
C. Y a un tal Simón, natural de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo, que al regresar del campo pasaba
por allí, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar
de la “calavera”), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron
sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo
crucificaron. En el letrero estaba escrita la causa de su condena: “El rey de los judíos”. Crucificaron
con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice:
“Lo consideraron como un malhechor”.
A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar
S. “¡Eh, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz!”
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. “A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar: Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de
la cruz, para que lo veamos y creamos”.
C. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde,
Jesús clamó con voz potente:
C. Que significa:
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber,
diciendo:
C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo
había expirado, dijo:
C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; ente ellas, María Magdalena, María, la madre
de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían para
atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
José rodó una piedra a la entrada del sepulcro
C. Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble
senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le
pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le
preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver
a José. Éste compró una sábana y bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro,
excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la
madre de José observaban dónde lo ponían.
Nos ponemos de pie, y uniendo nuestros corazones y nuestras voces iniciamos la celebración eucarística,
cantando: ……………………………………..
ACTO PENITENCIAL: (Si el sacerdote invita a rezar el Yo pecador; el coro entona después el canto de Ten Piedad;
Sino no es así, después de cada intención que lee el monitor, el coro canta, ten piedad)
• Jesús, que quisiste pasar tus últimos días con tus amigos íntimos: perdona las veces que hemos
traicionado tu amistad. Señor ten piedad.
• Jesús que quisiste que tus amigos se distinguieran por su actitud de servicio, perdónanos por no ser
verdaderos servidores. Cristo ten piedad.
• Jesús que quisiste dar la vida por tus amigos, perdona nuestras infidelidades, temores y cobardías. Señor
ten piedad.
LITURGIA DE LA PALABRA:
ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA
M: Acojamos la Palabra de Dios que nos invita a participar de la Cena del Señor como Pueblo de Dios, como
Iglesia, como familia. Cantamos al Espíritu Santo: ………………………………………
Aclamación antes del Evangelio: (El monitor invita a ponerse de pie para acoger la proclamación del Santo
Evangelio cantando)
“Salve, Rey nuestro, solamente tú te has compadecido de nuestros errores”.
• Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos, para poder nosotros consolar a los que
están tristes, a los que sufren, a los necesitados, mediante el consuelo y la solidaridad que tú nos enseñas.
Oremos.
• Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte en cruz, concede a tus fieles vivir
esta Semana Santa en actitud de penitencia y obediencia, esperanza y paciencia, solidaridad y fraternidad.
Oremos.
LITURGIA DE LA EUCARISTIA
COLECTA:
M: Acerquémonos a Jesús misericordioso, para poner en sus manos todas nuestras necesidades, temores,
angustias y además dejar nuestro aporte económico voluntario; pero antes recemos juntos la oración de colecta.
Recibe Señor mi ofrenda, no es una limosna porque no eres un mendigo, no es un aporte porque no lo necesitas,
no es el resto que me sobra que te ofrezco, este monto representa Señor, mi reconocimiento, mi amor, pues si lo
tengo, es porque tú me lo diste. Amén.
Acompañamos la colecta cantando: ……………………………………………………
OFRENDAS:
M: El Padre dispuso que fuéramos salvados por la Pasión y la Muerte de su Hijo Jesucristo. Ofrezcamos al
Señor el pan y el vino junto al compromiso sincero de servir a Jesucristo en los hermanos más necesitados. (Si
hay ofrendas, se las presenta en procesión)
COMUNIÓN:
M: Jesús quiere alimentarnos y fortalecernos con su Cuerpo y Sangre para que podamos acompañarlo en su
caminar con la cruz a cuesta hacia la montaña de la resurrección. Acerquémonos a recibir el Pan de Vida.
Acompañamos cantando: …………………………………….
DESPEDIDA:
M: Dios nos invita a caminar junto a su Hijo. No retrocedamos en el camino del testimonio. La vida de los que
creemos ha de pasar por la cruz para llegar a la resurrección. Nos despedimos cantando:
……………………………………………..
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ACTO PENITENCIAL: (Si el sacerdote invita a rezar el Yo pecador; el coro entona después el canto de Ten Piedad;
Sino no es así, después de cada intención que lee el monitor, el coro canta, ten piedad)
• Tú que nos has hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo. Señor ten piedad.
• Tú que eres el autor de la salvación eterna. Cristo ten piedad.
• Tú que enviaste tu Espíritu para crear en nosotros un corazón nuevo. Señor ten piedad.
LITURGIA DE LA PALABRA
ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA
M: Acojamos la Palabra de Dios que nos invita a participar de la Cena del Señor como Pueblo de Dios, como
Iglesia, como familia. Cantamos al Espíritu Santo: ……………………………………..
Aclamación antes del Evangelio: Nos ponemos de pie para escuchar la aclamación del santo evangelio
cantando:
“Salve, Rey nuestro, obediente al Padre; fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la
matanza”.
• Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte en cruz, concede a tus fieles vivir
esta Semana Santa en actitud de penitencia y obediencia, esperanza y paciencia, solidaridad y fraternidad.
Oremos.
LITURGIA DE LA EUCARISTIA
COLECTA:
M: Acerquémonos a Jesús misericordioso, para poner en sus manos todas nuestras necesidades, temores,
angustias y además dejar nuestro aporte económico voluntario; pero antes recemos juntos la oración de colecta.
Recibe Señor mi ofrenda, no es una limosna porque no eres un mendigo, no es un aporte porque no lo necesitas,
no es el resto que me sobra que te ofrezco, este monto representa Señor, mi reconocimiento, mi amor, pues si lo
tengo, es porque tú me lo diste. Amén.
Acompañamos la colecta cantando: ……………………………………………………
OFRENDAS:
M: El Padre dispuso que fuéramos salvados por la Pasión y la Muerte de su Hijo Jesucristo. Ofrezcamos al
Señor el pan y el vino junto al compromiso sincero de servir a Jesucristo en los hermanos más necesitados. (Si
hay ofrendas, se las presenta en procesión)
COMUNIÓN:
M: Sintámonos parte de la Cena de Jesús y compartamos su Cuerpo y su Sangre y no seamos como Judas
que lo traicionó vendiéndolo por treinta monedas de plata. Acerquémonos a recibir el Cuerpo de Jesús.
Acompañamos cantando: ………………………………..
DESPEDIDA:
M: El camino del seguimiento a Jesús es una senda difícil. Haz Señor que no nos desanimemos ante las
dificultades y la incomprensión de los demás. Regresemos a nuestras zonas pastorales y nuestros hogares a
poner en práctica las enseñanzas de Jesucristo. Nos despedimos cantando:
……………………………………………
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• A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina
a mí tu oído, y sálvame. / R.
• Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi fortaleza ere tú. Dios mío, líbrame
de la mano perversa. / R.
• Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor desde mi juventud. En el vientre materno ya
me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. / R.
• Mi boca cantará tu justicia, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy
relato tus maravillas. / R.
TRIDUO PASCUAL
ACTO PENITENCIAL: (Si el sacerdote invita a rezar el Yo pecador; el coro entona después el canto de Ten Piedad;
Sino no es así, después de cada intención que lee el monitor, el coro canta, ten piedad)
• Porque hemos profanado tus sacramentos, reduciéndolos a ritos vacíos, sin compromiso contigo, sin
voluntad sincera de conversión, sin deseo de vida comunitaria. Señor ten piedad.
• Porque lo que hicimos en “memoria tuya” fue solo repetir exteriormente tus palabras y gestos sin amarnos
como tú nos has amado, sin entregarnos como tú te has entregado. Cristo ten piedad.
• Porque desobedecemos tu mandato de amor y preferimos muchas veces el poder, la riqueza y la ambición,
al servicio y la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas. Señor ten piedad.
GLORIA:
M: En la pasión y muerte de Jesús, se manifestó más que nunca la gloria de Dios, es decir, su amor hacia todos
los hombres y mujeres sin excepción. Por eso estamos alegres y llenos de gratitud aclamemos al Señor
cantando el Himno del Gloria.
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LITURGIA DE LA PALABRA
ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA
M: Permaneciendo de pie, con una actitud humilde disponemos nuestra mente y nuestro corazón para escuchar
el mensaje que Dios nos quiere transmitir a través de su Palabra. Acogemos la Palabra de Dios invocando la
presencia del Espíritu Santo, cantando …………………………………
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26
M: En la segunda lectura, Pablo en su carta a los Corintios, nos hace parte de la tradición de la última Cena del
Señor Jesús, donde anuncia su pasión y muerte e instituye el sacramento del amor para quedarse por siempre
con nosotros. Escuchemos.
Aclamación antes del Evangelio: (El monitor invita a ponerse de pie para acoger la proclamación del Santo
Evangelio cantando) “Les doy un mandamiento nuevo - dice el Señor -: que se amen unos a otros, como
yo los he amado”
(Después de la homilía en la que se exponen los grandes misterios que se recuerdan en esta misa: La institución de la Eucaristía,
del Orden Sacerdotal y el mandato sobre la caridad fraterna, se realiza el lavatorio de pies. Mientras tanto se entona un canto
adecuado.)
• Por nuestra comunidad parroquial, por los enfermos, por los que entregan su vida por le Evangelio, por los
que no podrán celebrar estos misterios, y por los que viven alejados de Dios; para que el paso del Señor les
alcance la paz, la salud, el perdón y el gozo de su cercanía y amistad. Oremos.
• Por nosotros aquí reunidos en esta cena pascual; para que, siguiendo el ejemplo de Cristo Maestro, vivamos
la urgencia del mandamiento nuevo de amar a todos, incluso a los enemigos. Oremos.
LITURGIA DE LA EUCARISTIA
COLECTA:
M: Jesús, nos invita a poner en sus manos nuestro esfuerzo y nuestro trabajo, así como nuestra colaboración
económica voluntaria para el sostenimiento de nuestra parroquia; pero, antes recemos juntos la oración de
colecta.
Recibe Señor mi ofrenda, no es una limosna porque no eres un mendigo, no es un aporte porque no lo necesitas,
no es el resto que me sobra que te ofrezco, este monto representa Señor, mi reconocimiento, mi amor, pues si lo
tengo, es porque tú me lo diste. Amén.
Acompañamos la colecta cantando: ……………………………………………………
OFRENDAS:
M: Ahora vamos a preparar la mesa. Los dones que traemos a la mesa para presentarlos al Señor son nuestras
propias vidas para ser transformadas en el Cuerpo y la Sangre del Señor para la vida del mundo.
• Te presentamos el pan y el vino que convertidos en tu Cuerpo y en tu Sangre alimentan nuestro Corazón y
nuestro espíritu.
• Te presentamos los frutos de nuestro trabajo, estas ofrendas que significan nuestro deseo de vivir la
solidaridad y el compartir tal como Jesús nos mando hacer. Es nuestro aporte a favor de los más necesitados
de nuestra comunidad.
COMUNIÓN:
M: La cena no sería completa si no participamos de la comunión del Cuerpo de Cristo. Nos convertiríamos en
convidados de piedra, que se prepararon y no comieron el manjar exquisito: el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Acerquémonos a recibir el “Pan vivo bajado del cielo”. Acompañamos cantando:
……………………………………………..
MONICIÓN INTRODUCTORIA:
Esta noche no nos despedimos como acostumbramos hacer. Esta noche Jesús ora en el huerto de los Olivos
en espera del momento final de su entrega.
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Nosotros, en oración y recogimiento, le acompañaremos. Encomendémonos a él. Pidamos perdón a Dios por
nuestros pecados. Sintamos como, nuevamente, Jesús realiza el camino de su pasión sólo para que
comprendamos que no podemos seguir viviendo igual.
El sacerdote realiza ahora la reserva del Santísimo sacramento al monumento. Al sagrario queda vacío. Mañana
es tiempo de silenció. Hoy Jesús cae en manos de sus verdugos.
Acompañamos cantando: ………………………………………………………
que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro de dijo: “No me lavarás los pies jamás”.
Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrán parte conmigo”. Simón Pedro le dijo: “Señor, no sólo los pies, sino también
las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está
limpio. También ustedes están limpios, aunque no todos”. Porque sabía quién lo iba a entregar por eso dijo: “No todos
están limpios”. Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: “¿Comprenden lo que
he hecho con ustedes? Ustedes me llaman “el Maestro” y “el Señor”, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el
Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros; les he dado ejemplo,
para que lo que hice con ustedes, ustedes también lo hagan”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
1. Monición:
Buenas noches. Les damos la bienvenida.
Hemos celebrado la eucaristía en la Cena del Señor. Queremos estar con Jesús. Volveremos a recordar sus
palabras y sus gestos, de manera que no se nos olviden, que sean luz y vida para nosotros. Queremos entrar
en el misterio de su amor y de su dolor.
2. Introducción:
- «Como yo los he amado». Antes de que Jesús nos diera el mandamiento del amor estaba la realidad de
su amor. «Él nos amó primero», y de qué manera. Llegó hasta el extremo, hasta dar su vida por nosotros.
- La primera verdad, la primera buena noticia que Jesús nos da es que somos amados, que Dios nos ama.
Entonces, si Dios nos ama, ya no hay nada que temer. «Nada ni nadie nos puede separar del amor de
Dios manifestado en Cristo».
- Esta noche vamos a dejarnos amar, vamos a sentir la fuerza y la ternura de su amor y vamos a tratar de
corresponder confiando en él y amándole con todo el corazón.
Repetimos juntos:
Gracias, Señor, porque has querido lavarme los pies y el corazón. R/
Gracias, Señor, porque me has perdonado. R/
Gracias, Señor, porque me has sentado a tu mesa. R/
Gracias, Señor, porque te has hecho para mí alimento y bebida. R/
- Silencio-(10 minutos)
- Canto eucarístico
Jesús cogió el pan en sus generosas manos y después de dar gracias, lo partió. Partir el pan significa compartir.
Es un gesto de amor solidario. Pero el pan partido significa más. No sólo hay que compartir los bienes
materiales, sino todos los dones que hemos recibido. Nuestros talentos, nuestros carismas, no son nuestros ni
son para nosotros. Los hemos recibido para servir a los demás. Y más, el pan partido significa toda la persona.
Jesús lo dice expresamente: este pan que se parte es mi cuerpo, este pan partido soy yo. Nosotros, al comulgar
a Cristo, nos solidarizamos con todos sus sentimientos. Quien comulga a Cristo tiene que estar dispuesto a
hacerse pan y dejarse partir. Es decir, que no debe guardar su vida, sino gastarla en servicio de ayuda y
liberación.
Jesús tomó el pan, dio gracias, lo partió, se lo dio… Qué significa en nuestra vida: ¿dejarnos tomar, dar gracias,
partir, dar?
Una tradición que llega hasta nosotros y procede del mismo Señor: partir un pan, entregarlo, para todos, partirlo
con gesto decidido y delicado, como alguien que se parte en rebanadas de amistad.
Se reúnen gozosos los amigos, dispuestos a escuchar y compartir. La palabra enciende los deseos de estar
con el Señor. ¡Ven, Señor! Quédate con nosotros. Te necesitamos. Te queremos.
El Señor se hace presente en su palabra, recordamos su evangelio y su vida generosa, recordamos su muerte
por amor.
Se come después el pan partido y el mundo comienza a ser nuevo cuando nosotros comulgamos. ¡Ven, Señor!
Nos despedimos, sabiendo que el Señor nos acompaña y nosotros seremos sus testigos.
- Canto eucarístico
Quien comulga a Cristo ha de comulgar también con todos los que comulgan a Cristo. La comunión ha de
empezar por quienes participan de la misma mesa y avanzar en la línea de la fraternidad, hasta alcanzar a los
más pequeños y necesitados. No basta con no pelearse, hay que quererse, hay que estar unidos. Quien
comulga a Cristo mirará a todos como hermanos y hermanas. Cuando se come el pan de Cristo no caben
posturas y actitudes insolidarias, ningún tipo de cerrazón o individualismo, de indiferencia o rechazo, menos de
rivalidad o de cualquier tipo de explotación. Ningún tipo de exclusión. No se puede comulgar y excluir, comulgar
con Cristo y excluir a los otros cristos. Quien excluye a un pobre, excluye a Cristo.
En la Eucaristía, ¿caemos en la cuenta del amor gratuito de Dios, para vencer los egoísmos y abrirnos al don
de nosotros mismos?
Vengan a mí todos los excluidos, quienes están arruinados y agotados, quienes ya no cuentan ni valen nada,
los últimos, que no son queridos, que sólo reciben golpes y olvidos, vengan que quiero cobijarlos a la sombra
de mis alas.
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Vengan a mí, esclavos y humillados, vendidos a cualquier precio y deseo, niños sin refugio, inmigrantes a la
deriva, enfermos y ancianos apartados, vengan, que soy la libertad y los colmaré del consuelo y la fuerza de mi
Espíritu. Vengan a mí, hambrientos de pan y de justicia, hambrientos de dignidad y de respeto, hambrientos de
vida y felicidad, vengan, que yo seré su alimento.
Vengan a mí, todos los rechazados, perseguidos, olvidados, excluidos, marginados, gente sin voz, sin nombre,
sin prestigio, vengan para entrar en mi Costado.
- Canto eucarístico.
El discípulo, la discípula de Cristo tiene que distinguirse por su capacidad de amar. Dondequiera que haya un
cristiano, una cristiana, debe reconocerse por un perfume especial: el de la caridad. Cristiano, cristiana, es quien
más ama y quien ama mejor, es quien se siente amado por Jesús y quiere amar como él, a la manera de Dios.
Su amor es punto de referencia para el nuestro; su amor es el amor del Padre.
¿Cómo es ese amor hasta el extremo? ¿Tiene extremos el amor? ¿Tiene límites? ¿Se le acaban las fuerzas al
amor?
Vamos a medir, por ejemplo, el corazón de una madre. Tiene medidas inmensas. ¿Y el corazón enamorado?
Tiene medidas gigantescas. ¿El corazón de un amigo? Son medidas admirables. ¿Y el corazón de un mártir?
Las medidas del cielo. ¿Y el corazón de Cristo? Sumen todas las medidas. No tiene límites.
Cojan una cruz y prolónguenla indefinidamente en sus extremos; unan el cielo y la tierra, las medidas de un
Dios infinito. Pues así fue su amor, hasta el fin de lo infinito.
- Canto eucarístico.
D. CREO EN LA EUCARISTÍA
La Eucaristía es la cita del amor permanente de Cristo, nuestro hermano y Señor: La Eucaristía, Pan partido y
Sangre derramada, transfigura la materia, nuestro cuerpo y toda la creación, abriéndolo a la plenitud humano-
divina en Cristo. En ella, cada día se glorifica toda vida ofrecida. En ella, cada día se diviniza el más leve signo
de amor. En ella, cada día se hace semilla de eternidad toda muerte a uno mismo y al pecado. En ella, cada
día la humanidad se hace Iglesia-comunidad, fermento y modelo de fraternidad, por Cristo, con Él y en Él.
Creo en la Eucaristía, sacramento del Cristo resucitado, fuente de un mundo nuevo, más justo y solidario,
alimento pascual de un pueblo en camino.
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Creo en la Eucaristía, sacramento del amor libremente ofrecido, fuente de toda vida que es siempre un regalo
del Padre, alimento de un pueblo que aprende a amar, amando, fuerza de los testigos del amor que se dan,
como el Maestro, sin esperar recompensa.
Creo en la Eucaristía sacramento de la liberación del pecado, fuente de la nueva libertad del hombre y de la
mujer creyentes, alimento de un pueblo que construye un mundo más humano, fuerza de los testigos que
rechazan toda alienación que hiera el corazón de Dios y la dignidad de la persona.
Creo en la Eucaristía sacramento de la verdad, fuente de la que brota la justicia fundamento de la paz y alimento
de un pueblo que trata de vivir sin ripear fuerza de los testigos que rechazan toda complicidad con la mentira, a
ser fieles al ejemplo del Maestro.
Creo en la Eucaristía sacramento del futuro de la humanidad, fuente de la madurez plena para todas las
personas, alimento del pueblo redimido, artífice del mundo nuevo, fuerza de los testigos de la resurrección,
forjadores de una conviven- más solidaria y fraterna.
Creo en la Eucaristía sacramento de la unidad, fuente de la fraternidad universal, alimento de un pueblo unido
en la diversidad, fuerza de los testigos de una Iglesia fraterna, que proclama su mensaje viviéndolo.
Creo en la Eucaristía sacramento del pobre, fuente de las riquezas del Reino, alimento de un pueblo que lucha
contra la miseria, fuerza de los testigos encaman las bienaventuranzas día a día, porque hablan con el lenguaje
de obras.
- Canto eucarístico.
E. EUCARISTÍA Y CARIDAD
“Como exhortaba san Pablo a los fieles de Corinto, es una contradicción inaceptable comer indignamente el
Cuerpo de Cristo desde la división y la discriminación. El sacramento de la Eucaristía no se puede separar del
mandamiento de la caridad. No se puede recibir el Cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre
y sed, son explotados, están encarcelados o se encuentran enfermos”. (Breve silencio)
“Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: «La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres.
Para recibir en la verdad el Cuerpo y Sangre de Cristo entregados por nosotros, debemos reconocer a Cristo
en los más pobres, sus hermanos”
De la comunión eucarística ha de surgir en nosotros tal fuerza de fe y amor que vivamos abiertos a los demás,
con entrañas de misericordia hacia todas sus necesidades. (Breve silencio)
“La Eucaristía es la gran escuela del amor fraterno. Quienes comparten frecuentemente el pan eucarístico no
pueden ser insensibles ante las necesidades de los hermanos, sino deben comprometerse en construir todos
juntos, a de las obras, la civilización del amor. La Eucaristía nos conduce a vivir como hermanos. Sí, la Eucaristía
nos reconcilia y nos une. No cesa de enseñar a los hombres el secreto de las relaciones comunitarias y la
importancia de una moral fundada sobre el amor, la generosidad, el perdón, la confianza en el prójimo, la gratitud
(Breve silencio)
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“Las obras de caridad no son algo añadido y ocasional, sino exigencia misma del Sacramento, que ha de llevar
a compartir el pan eucarístico y el pan de cada día que Dios ha puesto en la mesa de los hombres. El amor,
signo de identidad del cristiano, coherentemente expresado en las obras, es señal y sacramento evangelizador,
porque quien ama a su hermano permanece en la luz, que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de
Dios y conoce a Dios. Y quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.
“¿Cómo podríamos celebrar el memorial de nuestra reconciliación y tratar a los demás como enemigos
irreconciliables, de quienes se sospecha y a quienes se combate? ¿Cómo podríamos damos la paz de Cristo y
adoptar comportamientos de rebelión contra Dios, de hostilidad hacia los demás?
“La Eucaristía se convierte en escuela de amor activo al prójimo, y nos educa para este amor de modo más
profundo. Si Cristo se ofrece a sí mismo de igual modo debe hacer cada uno de nosotros. Así debemos hacemos
particularmente sensibles a todo sufrimiento y miseria, a toda injusticia y ofensa, buscando el modo de
repararlos de manera eficaz”.
- Canto eucarístico.
«En el Cenáculo se cumplen las palabras que había pronunciado Jesús cerca de Cafarnaún: “Yo soy el pan
vivo que ha bajado del cielo”. “El que come de este pan vivirá para siempre”. “El pan que yo daré es mi carne
para la vida del mundo”.
«Esta adoración eucarística, por su propia dinámica espiritual, debe llevar al servicio de amor y de justicia para
con los hermanos. Ante la presencia real y misteriosa de Cristo en la Eucaristía entendemos con nueva luz la
palabra del apóstol Juan, que tanto sabía del amor de Cristo: “Quien no ama a su hermano quien ve, no puede
amar a Dios a quien no ve”. La evangelización debe suscitar en los cristianos una sincera coherencia entre fe y
vida, y llevara a un mar compromiso de justicia y caridad, a la promoción de unas relaciones más equitativas
entre los hombres y los pueblos».
Nuestro mundo, aunque sienta una innegable aspiración a la unidad y pregone más que nunca la necesidad de
justicia, aparece marcado por tantas injusticias, quebrado por las diferencias. Esta situación se opone al ideal
de comunión de vida y amor, de fe y de bienes, de pan eucarístico y de pan material, de la que nos habla el
Nuevo Testamento, en relación con la Eucaristía».
- Canto eucarístico.
ORACIÓN UNIVERSAL
Celebrando el amor de Jesucristo, miremos al mundo con misericordia y pidamos con confianza. Después de
cada intención respondemos: Padre enséñanos a amar.
- Por todos los pueblos, especialmente por los que sufren las consecuencias de la guerra y de la pobreza, en
comunión de sufrimiento. Oremos.
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- Por el mundo de los excluidos: los pobres, los inmigrantes, los refugiados, los encarcelados, los enfermos
y ancianos, en comunión de esperanza. Oremos.
- Por los responsables de la política y la economía, con poder para cambiar el mundo, en comunión de
solidaridad. Oremos.
- Por la Iglesia, que guarda la palabra y el ejemplo de Jesucristo, en comunión de fe. Oremos.
- Por nosotros, quienes creemos y comulgamos a Jesucristo, sembradores de su Reino, en comunión de
amor. Oremos.
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó: Padre
nuestro... Ave María…
ORACIÓN FINAL
Tú, Cristo, fuente de caridad, te hiciste pobre con los pobres, hermanos de todos y consuelo de los afligidos.
Tú, Cristo, fuente de toda caridad, diste de comer a la Humanidad hambrienta, amaste a los niños, te
compadeciste de la viuda y socorriste a quien te necesitaba.
Tú, Cristo, fuente de caridad, enséñanos tu amor, tu compartir, tu solidaridad, para que viéndote te sigamos
amando, compartiendo, siendo solidarios. Tú, Cristo, fuente de caridad, entra en nuestra vida con todo tu amor,
y haz de nosotros instrumentos humildes para ayudar a nuestro prójimo.
Tú, Cristo, fuente de caridad, despierta en nosotros un corazón tan grande que sintamos los problemas de los
demás como nuestros, y que nuestras manos sean tus manos que se tienden al pobre necesitado.
- Canto eucarístico
DESPEDIDA
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El altar ha de estar totalmente desnudo: sin cruz, sin candelabros (cirios) y sin
manteles. El sacerdote y los ministros sagrados se revisten con los ornamentos rojos
requeridos para la misa.
No se dice oremos.
Oh, Dios, que, por la Pasión de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has destruido la muerte, herencia del
antiguo pecado que alcanza a toda la humanidad, concédenos que, semejantes a él, llevemos la imagen
del hombre celestial por la acción santificadora de tu gracia, así como hemos llevado grabada la imagen
del hombre terreno por exigencia de la naturaleza. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
M: La respuesta a esta doliente descripción es el salmo 30, que expresa la desolación y a la vez la confianza
de Jesús. Acompañamos esta oración con las mismas palabras que Jesús pronunció en la cruz. R: “Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu”
Lectura de la carta a los hebreos 4,14-16. 5,7-9
M: La segunda lectura, suscita nuestra confianza en Jesús, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, que nos
mereció la salvación con su obediencia al Padre. Escuchemos.
Aclamación antes del Evangelio: (El monitor invita a ponerse de pie para acoger la proclamación de la Pasión de
nuestro Señor Jesucristo, cantando)
“Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre
todo y le concedió el “Nombre sobre todo nombre”
(Concluida la lectura de la Pasión, según las circunstancias, el sacerdote hace una breve homilía)
PLEGARIA UNIVERSAL:
M: Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, intercede por toda la humanidad ante el Padre. Unámonos a Él, para que
este Viernes Santo extienda sus frutos de reconciliación y paz a toda la Iglesia, a los pueblos que sufren, a los
hombres y mujeres cansados, a los que buscan la luz, a todos.
El sacerdote, el diácono u otro ministro idóneo, va a la puerta del templo juntamente con los acólitos.
Cerca de la puerta del templo el que lleva la cruz la levanta y canta el invitatorio: “Miren el árbol de la cruz
donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo”. Todos responder: “Vengan y adoremos” y se
arrodillan después de la respuesta, adorando un momento en silencio. Esto mismo se repite a la mitad del
templo y a la entrada del presbiterio Llegando frente al altar se dispone la adoración de la cruz para todos los
fieles.
M: Ha llegado el momento de expresar con un signo nuestros sentimientos de adoración y amor hacia nuestro
Señor Jesucristo. Besando la Cruz, expresamos que queremos vivir y morir como Jesús. Es decir, sufriendo
en el amor a los demás.
32
SALIDA:
Y todos, hecha genuflexión a la cruz, salen en silencio.
Después de la celebración se desnuda el altar, pero dejando sobre él la cruz con dos o cuatro candeleros (cirios)
VIACRUCIS
“Miren, mi siervo tendrá éxito, crecerá y llegará muy alto. Así como muchos se espantaron de él, porque
estaba tan desfigurado que no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos
pueblos, ante él los reyes se quedarán sin palabras, al ver algo que nunca les habían contado y
comprender algo que nunca habían oído. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién ha revelado el Señor
su poder? Creció en su presencia como un retoño, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo
vimos sin aspecto atrayente, despreciado y rechazado por los hombres, como un hombre de dolores,
acostumbrado al sufrimiento, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y no tenido en cuenta. Él
soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores, nosotros lo creíamos castigado, herido por
Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeldías, triturado por nuestras culpas. El castigo
que sufrió nos trajo la paz, y por sus heridas fuimos curados. Todos andábamos errantes como ovejas,
siguiendo cada uno su camino; y el Señor cargó sobre él todas nuestras culpas. Maltratado,
voluntariamente se humillaba y no abría la boca, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el
esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin haber sido juzgado, se lo llevaron, ¿quién
se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo
hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y lo enterraron con los malhechores, aunque no había
cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar
su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, y por medio de él la voluntad del
Señor se cumplirá. Por las fatigas de su alma verá la luz, y se saciará de conocimiento. Mi siervo traerá
a muchos la salvación, porque cargó sobre sí las culpas de ellos. Por eso, le daré un puesto de honor
entre los grandes, y con los poderosos participará del triunfo. Porque indefenso se entregó a la muerte
y fue contado entre los pecadores, él cargó con el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
33
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También
Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus
discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó:
+. “Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo,
donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí?
Interroga a los que me han oído, y que ellos digan de qué les he hablado. Ellos saben lo que he
dicho yo”.
C. Apenas Dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. “¿Así contestas al sumo sacerdote?”.
C. Jesús respondió:
+. “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me
pegas?”.
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.
¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy
C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. “¿No eres tú también de sus discípulos?”.
C. Él lo negó, diciendo:
S. “No lo soy”.
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. “¿No te he visto yo con él en el huerto?”.
C. Pedro volvió a negarlo, y enseguida cantó un gallo.
Mi reino no es de este mundo
C. Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Era el amanecer, y ellos
no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato
afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. “¿Qué acusación presentan contra este hombre?”.
C. Le contestaron:
S. “Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado”.
C. Pilato les dijo:
S. “Llévenselo ustedes y júzguenlo conforme a su propia ley”
C. Los judíos le dijeron:
S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie”.
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato
en el palacio, llamó a Jesús y le dijo:
S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
C. Jesús le contestó:
+. “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”.
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C. Pilato replicó:
S. “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¡qué has hecho?”.
C. Jesús le contestó:
+. “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para
que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.
C. Pilato le dijo:
S. “Entonces, ¿tú eres rey?”.
C. Jesús le contestó:
+. “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la
verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.
C. Pilato le dijo:
S. “Y, ¿qué es la verdad?”.
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. “Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre ustedes que por Pascua ponga a uno en
libertad. ¿Quieren que deje en libertad al rey de los judíos?”.
C. Volvieron a gritar:
S. “A ése no, a Barrabás”.
C. El tal Barrabás era un bandido.
¡Salve, rey de los judíos!
C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas,
se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. “¡Salve, rey de los judíos!”.
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. “Miren, lo traigo de nuevo, para que sepan que no encuentro en él culpa alguna”.
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. “Aquí está el hombre”.
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”.
C. Pilato les dijo:
S. “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”.
C. Los judíos le contestaron:
S. “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”.
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el palacio, dijo a Jesús:
S. “¿De dónde eres tú?”.
C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
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S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?”.
C. Jesús le contestó:
+. “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha
entregado a ti tiene un pecado mayor”.
¡Fuera, fuera; crucifícalo!
C. Desde Este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. “Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César”.
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que
llaman “el enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el
mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S. “Aquí tienen a su rey”.
C. Ellos gritaron:
S. “¡Fuera, fuera; crucifícalo!”.
C. Pilato les dijo:
S. “¿Acaso, voy a crucificar a su rey?”.
C. Contestaron Los sumos sacerdotes:
S. “No tenemos más rey que el César”.
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Lo crucificaron, y con él a otros dos
C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió hacia el lugar llamado “de la Calavera” (que en
hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y, en medio,
Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús, el
Nazareno, el rey de los judíos”. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde
crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de
los judíos dijeron a Pilato:
S. “No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos”.
C. Pilato les contestó:
S. “Lo escrito, escrito está”.
Se repartieron mis ropas
C. Los soldados, después que crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para
cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba
abajo. Y se dijeron:
S. “No la rasguemos, vamos a sortearla, a ver a quien le toca”.
C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis vestiduras y echaron a suerte mi túnica”. Esto fue lo
que hicieron los soldados.
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre.
C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofás, y
María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
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S. Queridos hermanos:
En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la
vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, dispersos por el mundo, a que se reúnan
para velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, escuchando su
palabra y celebrando sus misterios, podremos esperar tener parte en su triunfo
sobre la muerte y de vivir con él en Dios.
A continuación, el sacerdote bendice el fuego:
Oremos.
Oh Dios, que por medio de tu Hijo has dado a los fieles la claridad de tu luz, santifica
+ este fuego nuevo, y concédenos que la celebración de estas fiestas de Pascua
encienda en nosotros deseos tan santos que podamos llegar con corazón limpio a
las fiestas de la eterna luz. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.
Una vez bendecido el fuego nuevo, un acólito o uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Este, con un punzón,
graba una cruz en el cirio. Después, traza en la parte superior de esta cruz la letra griega Alfa, y debajo de la misma la letra griega
Omega; en los ángulos que forman los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso. Mientras hace estos signos,
dice:
1. Cristo ayer y hoy
(Traza la línea vertical) A
2. principio y fin
(Traza la línea horizontal)
3. alfa 2 0
(Traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical)
4. y omega 2 4
(Graba la letra Omega, debajo de la línea vertical)
5. suyo es el tiempo
(Traza el primer número del año en curso,
en el ángulo superior izquierdo de la cruz) Ω
6. y la eternidad
(Traza el segundo número del año, en el ángulo superior derecho)
7. A él la gloria y el poder,
(Traza el tercer número del año, en el ángulo inferior izquierdo)
8. por los siglos de los siglos. Amén.
(Traza el cuarto número del año, en el ángulo inferior derecho)
(Después de haber trazado la cruz y los demás signos, el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma
de cruz, diciendo al mismo tiempo)
El celebrante enciende el cirio pascual con la llama del fuego nuevo, mientras dice:
La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.
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3. PROCESIÓN:
M: El fuego ha consumido el egoísmo y el pecado de nuestro corazón. Del mismo modo que los hijos de
Israel durante la noche eran guiados por la columna de fuego, así nosotros los cristianos somos guiados
por Cristo, Luz del mundo en medio de la noche del pecado por el camino de la fraternidad.
A continuación, el sacerdote (o diácono), toma el cirio pascual y, manteniéndolo elevado, canta él solo:
V. Luz de Cristo
Y todos responden:
R. Demos gracias a Dios.
(Después todos entran en la Iglesia, precedidos por el diácono o sacerdote que lleva el cirio pascual. Si se emplea el incienso, el
turiferario con el incensario humeante va delante del diácono)
En la puerta de la Iglesia, el sacerdote (o diácono) se detiene y elevando el cirio, canta por segunda vez:
V. Luz de Cristo
Y todos responden:
R. Demos gracias a Dios.
En este momento todos encienden sus velas en la llama del cirio y avanzan de nuevo. Al llegar ante el altar, el sacerdote (o
diácono) vuelto hacia el pueblo, canta por tercera vez:
V. Luz de Cristo
Y todos responden:
R. Demos gracias a Dios.
(Cuando el sacerdote ha llegado al altar, va a su sede. El sacerdote pone el cirio pascual sobre un candelabro colocado en medio
del presbiterio o junto al ambón. Todos permanecen de pie, teniendo en sus manos las velas encendidas)
SEGUNDA PARTE
LITURGIA DE LA PALABRA
Apagadas las velas, todos se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote hace una breve monición al pueblo con estas
palabras u otras semejantes:
SACERDOTE:
Queridos hermanos: Con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la
Resurrección del Señor. Escuchemos, en silencio meditativo, la palabra de Dios. Recordemos las
maravillas que Dios ha realizado para salvar al primer Israel, y cómo en el avance continuo de la Historia
de la salvación, al llegar los últimos tiempos, envió al mundo a su Hijo, para que, con su muerte y
resurrección, salvara a todos los hombres. Mientras contemplamos la gran trayectoria de esta Historia
santa, oremos intensamente, para que el designio de salvación universal, que Dios inicio con Israel,
llegue a su plenitud y alcance a toda la humanidad por el misterio de la resurrección de Jesucristo.
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PRIMERA LECTURA
M: Comencemos las lecturas de esta noche con el libro del Génesis, que nos da una mirada amorosa hacia
todo lo que existe. Es la mirada amorosa de Dios que crea el mundo y lo pone en nuestras manos.
Escuchemos.
Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra, y sométanla. Tengan
autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre
la tierra”.
Dijo Dios: “Hoy les entrego para que se alimenten toda clase de plantas con semillas que hay sobre la
tierra, y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves del cielo y a todos los seres
vivientes que se mueven sobre la tierra, les doy pasto verde para que coman”. Y así fue.
Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día sexto.
Así estuvieron terminados el cielo y la tierra, y todo lo que hay en ellos. El séptimo día Dios tuvo
terminado su obra, y descansó en ese día de todo lo que había hecho. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: Sal 103
R. Señor, envía tu Espíritu y renueva toda la tierra.
• Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, que grande eres! Estás vestido de esplendor y
majestad y te envuelves con un manto de luz. / R.
• Afirmaste la tierra sobre sus cimientos: ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,
las aguas tapaban las montañas. / R.
• Haces brotar fuentes en los valles, y correr sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan
junto a ellas y hacen oír su canto entre las ramas. / R.
• Desde lo alto riegas las montañas, y la tierra se sacia con él fruto de tus obras. Haces brotar la hierba
para el ganado y las plantas que el hombre cultiva. / R.
• ¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas!
¡Bendice al Señor, alma mía! / R.
OREMOS:
Dios todopoderoso y eterno, admirable en todas tus obras, que tus redimidos comprendan cómo
la creación del mundo en el comienzo de los siglos, no fue obra de mayor grandeza que el
sacrificio de Cristo, nuestra Pascua inmolada, en la plenitud de los tiempos. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
SEGUNDA LECTURA
M: El Éxodo nos muestra a Israel, el pueblo esclavo que es arrancado por Dios del poder del faraón. Este es
verdaderamente nuestro Dios. Escuchemos.
nube era para unos tinieblas y para otros iluminaba la noche; y no se acercaron los unos a los otros
durante la noche.
Moisés extendió su mano sobre el mar y Yavé hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del
oriente que secó el mar.
Se dividieron las aguas. Los israelitas pasaron en seco, por medio del mar; las aguas les hacían de
murallas a izquierda y a derecha. Los egipcios se lanzaron a perseguirlos, y todo el ejército de Faraón
entró en medio del mar con sus carros y caballos.
Llegada la madrugada, Yavé miró a los egipcios desde el fuego y la nube, y provocó el desorden en el
ejército de Faraón. Atascó las ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino con gran dificultad.
Entonces los egipcios dijeron: “Huyamos de Israel, porque Yavé pelea con ellos contra nosotros.
Pero Yavé dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios, sus
carros y sus caballos”. Moisés extendió su mano sobre el mar.
Al amanecer, el mar volvió a su lugar. Mientras los egipcios trataban de huir, Yavé arrojó a los egipcios
en el mar.
Las aguas al volver cubrieron los carros, los caballos y su gente, o sea, todo el ejército de Faraón que
había entrado en el mar persiguiéndolos: no se escapo ni uno solo. Los israelitas, en cambio, habían
pasado en medio del mar; las aguas les hacían de murallas a derecha e izquierda.
Aquel día, Yavé liberó a Israel del poder de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos en la orilla
del mar. Israel vio los prodigios que Yavé había obrado contra Egipto, y el pueblo temió a Yavé. Creyó
en Yavé y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este himno Yavé: “Cantaré a Yavé, que se hizo famoso;
arrojó en el mar al caballo y su jinete”. Palabra de Dios.
TERCERA LECTURA:
M: El profeta Isaías nos anuncia el amor de Dios que nunca nos olvida, que es fiel y misericordioso.
Escuchemos.
OREMOS:
Dios todopoderoso y eterno, esperanza única del mundo, que anunciaste por la voz de tus
profetas los misterios de los tiempos presentes, atiende complacido los deseos de tu pueblo,
porque ninguno de tus fieles puede progresar en la virtud sin la inspiración de tu gracia. Por
Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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CUARTA LECTURA:
M: El profeta Baruc nos lanza una llamada a no olvidar al Señor a volver a Él, a reconocer que solo en él
podemos encontrar vida. Escuchemos.
OREMOS:
Oh Dios, que sin cesar haces crecer a tu Iglesia con la convocatoria de todas las gentes, defiende
con tu constante protección a cuantos purificas en el agua del bautismo. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R. Amén.
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QUINTA LECTURA:
M: A través de la profecía de Ezequiel, Dios nos anuncia que vendrá para borrar el mal que hay en nosotros,
para transformarnos para darnos vida nueva. Escuchemos.
OREMOS:
Oh Dios, poder inmutable y luz sin ocaso, mira con bondad el sacramento admirable de la Iglesia
entera y, en cumplimiento de tus eternos designios, lleva a feliz término la obra de la salvación
humana; y que todo el mundo experimente y vea cómo lo abatido se levanta, lo viejo se renueva
y todo vuelve a su integridad original, por el mismo Jesucristo, de quien todo procede. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
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Terminada la oración de la última lectura del Antiguo Testamento, con el responsorio y la oración correspondiente, se
viste festivamente el altar y se encienden las velas del altar. El sacerdote (o coro) entona solemnemente el Gloria,
que todos prosiguen. Se tocan las campanas.
2. GLORIA:
M: Hemos escuchado con atención como Dios nos prepara para la vida nueva de Jesucristo. Antes de escuchar
el anuncio de la Buena Nueva, alabemos a nuestro Dios entonando el himno del Gloria.
Después del Gloria, el sacerdote dice la Oración Colecta, como de ordinario.
ORACIÓN:
Oh Dio, que has iluminado esta noche santísima con la gloria de la resurrección del Señor, aviva
en tu Iglesia el espíritu de la adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos
entreguemos plenamente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
3. LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO:
PRIMERA LECTURA:
M: San Pablo en su carta a los Romanos nos recuerda que la resurrección de Jesucristo es también nuestra,
porque participamos de ella por el Bautismo. Escuchemos.
TERCERA PARTE
LITURGIA DEL BAUTISMAL
El sacerdote con los ministros se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los fieles. De lo contrario,
se pone un recipiente con agua en el presbiterio.
1. INTRODUCCIÓN
M: Este amanecer de la resurrección del Señor, es el amanecer en el que los cristianos renacemos también a
una nueva vida, es el amanecer en que celebramos y renovamos el Bautismo que nos hace hijos de Dios,
hermanos de Jesucristo, parte de la familia eclesial, y fuertes y valientes con la fuerza del Espíritu Santo.
(Entrada procesional del agua y del crisma)
ORACIÓN
Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que
va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo y pidámosle que nos
renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.
Después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos extendidas.
Señor Dios nuestro, muéstrate propicio a tu pueblo que vela en esta noche santa. Dígnate
bendecir + esta agua ahora que celebramos la acción admirable de nuestra creación y la
maravilla, aún más grande, de nuestra redención. Tú la creaste para hacer fecunda la tierra y
para dar alivio y frescor a nuestros cuerpos. La hiciste también instrumento de tu misericordia
al librar a tu pueblo, por medio de ella, de la esclavitud y al apagar su sed en el desierto; por los
profetas la revelaste como signo de la nueva alianza que quisiste sellar con los hombres. Y
finalmente, también por ella, santificada por Cristo en el Jordán, renovaste nuestra naturaleza
pecadora en el baño del nuevo nacimiento. Que esta agua, Señor, avive en nosotros el recuerdo
de nuestro bautismo y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos, bautizados en la
Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.
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Queridos hermanos: Por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el
bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma,
renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a
Satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la Iglesia Católica. Así pues:
RENUNCIAS AL MAL:
S. ¿Renuncian al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
R. Sí, renuncio.
S. ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que no domine en ustedes el pecado?
R. Sí, renuncio.
3. ASPERSIÓN
El sacerdote asperja (rocía) al pueblo con agua bendita, mientras todos cantan. Después de la aspersión, el
sacerdote regresa a la sede y, omitiendo el Credo, comienza la oración universal.
4. PLEGARIA UNIVERSAL
Sacerdote. Llenos de alegría en esta Pascua del Señor, elevemos nuestras plegarias al Padre que ha
resucitado a Jesús, diciendo: Señor resucitado, escúchanos.
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• Por la Iglesia; para que sepa anunciar al mundo con gozo y esperanza el misterio pascual del Señor y su
mensaje sea convincente y bien acogido por los hombres de todas las naciones. Oremos.
• Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los diáconos y los fieles laicos; para que den razón de su fe en
Cristo Resucitado y orienten a los que dudan ir por el camino que lleva al encuentro personal con Cristo vivo.
Oremos.
• Por nuestras familias; para que sepamos compartir el don del Señor con una festiva hospitalidad, que se
extienda a los pobres, a los olvidados y a los sufrientes. Oremos.
• Por quienes dudan y buscan apasionadamente la verdad; para que, iluminados por la gracia de Cristo,
lleguen a descubrir la Pascua como primavera de la historia y del mundo. Oremos.
• Por todos nosotros que en esta noche santa celebramos tu Pascua; para que nuestro Señor y Maestro
encienda nuestro corazón con su palabra y nos haga comprender el sentido que tiene su muerte y
resurrección en nuestra vida. Oremos.
Sacerdote: Padre misericordioso, el Espíritu del Señor Resucitado nos guía en el difícil camino
de nuestra historia: haz que sigamos dócilmente su inspiración alegre. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
El sacerdote va al altar y comienza la Liturgia Eucarística, como de costumbre. Es conveniente que el pan y el vino sean
presentados por los recién bautizados, si los hay.
Recibe Señor mi ofrenda, no es una limosna porque no eres un mendigo, no es un aporte porque no lo necesitas,
no es el resto que me sobra que te ofrezco, este monto representa Señor, mi reconocimiento, mi amor, pues si
lo tengo, es porque tú me lo diste. Amén.
Acompañamos la colecta cantando: ……………………………………………………
2. PROCESIÓN DE OFRENDAS
M: Llegamos al momento central de nuestra celebración pascual. Jesús resucitado se hará presente entre
nosotros, como se presentó a las mujeres, en aquellos signos que Él escogió: el pan y el vino. Te
presentamos Señor los frutos de nuestro trabajo, estas ofrendas significan nuestro deseo de vivir la
solidaridad y el compartir tal como Jesús nos mando hacer. Acompañamos cantando:
…………………………………
3. COMUNIÓN:
M: La cena está servida, la comunión es una invitación para todos, acerquémonos a recibir a Jesús
resucitado y hagamos que Él nos guíe por caminos de vida nueva. Acompañamos la comunión cantando:
……………………………………..
BENDICIÓN SOLEMENE
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S. Que los bendiga Dios todopoderoso. En la solemnidad pascual que hoy celebramos y,
compasivo, los defienda de toda asechanza del pecado.
R. Amén.
S. El que los ha renovado para la vida eterna. En la resurrección de su Unigénito, los colme
con el premio de la inmortalidad.
R. Amén.
S. Y quienes, terminados los días de la pasión del Señor, han participado en los gozos de la
fiesta de Pascua, puedan llegar, por su gracia, con espíritu exultante a aquellas fiestas
que se celebran con alegría eterna.
R. Amén.
S. La bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre
ustedes y los acompañe siempre.
R. Amén.
S. Pueden ir en paz. Aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
4. DESPEDIDA
M: Después de haber participado con mucha alegría en esta vigilia pascual, tenemos una misión que es ir
a anunciar a nuestras comunidades zonales y hogares: LA ALEGRÍA DEL SEÑOR RESUCITADO.
¡FELICES FIESTAS DE PASCUA!
Nos despedimos cantando: ……………………………
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
MONICIÓN DE ENTRADA:
Hermanos, buenos días: Ha llegado la primavera de la Pascua. Si, hoy brota la
vida nueva del viejo tronco de la humanidad. Por eso es Pascua, el paso
permanente e imbatible de la brisa del Espíritu por el mundo.
GLORIA:
M: Jesús ha resucitado, venció la muerte. Por eso llenos de alegría entonemos el himno del gloria.
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LITURGIA DE LA PALABRA:
ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA
M: Acojamos la Palabra de Dios que nos invita a participar de la Cena del Señor como Pueblo de Dios, como
Iglesia, como familia. Cantamos al Espíritu Santo: …………………………………
SECUENCIA
M: Hoy la liturgia introduce un himno pascual llamado “secuencia”. En ella se alaba a Cristo que
“reconcilió a los pecadores con el Padre”
Lectura del santo evangelio según San Juan 20,1-9
M: La experiencia de Magdalena y de los apóstoles Pedro y Juan son la experiencia de la primitiva comunidad.
Una invitación a dejarnos sorprender por Dios y reconocerlo en los signos de su presencia siempre nueva y que
siempre nos desinstala.
Aclamación antes del Evangelio: (El monitor invita a ponerse de pie para acoger la proclamación del Santo
Evangelio cantando aleluya)
Aleluya, aleluya. Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebramos la Pascua en
el Señor. R. Aleluya,
LITURGIA DE LA EUCARISTIA
COLECTA:
M: Acerquémonos a Jesús Resucitado, para poner en sus manos todas nuestras necesidades, temores,
angustias y además dejar nuestro aporte económico voluntario; pero antes recemos juntos la oración de colecta.
Recibe Señor mi ofrenda, no es una limosna porque no eres un mendigo, no es un aporte porque no lo necesitas,
no es el resto que me sobra que te ofrezco, este monto representa Señor, mi reconocimiento, mi amor, pues si
lo tengo, es porque tú me lo diste. Amén.
PROCESIÓN DE OFRENDAS:
M: Cristo muerto y resucitado para nuestra salvación es nuestra gran ofrenda al Padre. Rebosantes de gozo
pascual presentemos al Señor el propósito de dar testimonio de la nueva vida que nos conquistó Jesucristo.
(Si hubiese ofrendas)
- Hostias y Vino: Representan el milagro de nuestra fe, que serán transformados en el Cuerpo y en la sangre de
Cristo.
- Cirios: Simbolizan la luz de Cristo, el nacimiento de una nueva vida.
- Pan y Uvas: Simbolizan el fruto del trabajo del hombre y la fortaleza del corazón para anunciar la Palabra.
- Flores: Expresión de gratitud, ternura, dulzura y amor hacia a María.
Acompañamos la presentación y preparación de ofrendas cantando: …………………...............
COMUNIÓN:
M: Si la Pascua es el signo de la liberación total del hombre, la Eucaristía es la manifestación de que el proceso
liberador está en marcha y ya se está haciendo realidad. No podemos comulgar sin este compromiso, el mismo
que movió a Jesús a dar su vida en la cruz. Acerquémonos con gozo a recibirlo en la eucaristía. Acompañamos
la comunión cantando: …………………………………..
DESPEDIDA:
M: Que la presencia de Cristo resucitado, gozo del Espíritu Santo, sea el acontecimiento central de la historia
de la vida de cada uno de nosotros; Regresemos a nuestras comunidades zonales y hogares, a compartir la
alegría de Cristo Resucitado.
• Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es
su misericordia. / R.
• La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las
hazañas del Señor. / R.
• La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha
sido un milagro patente. / R.
SECUENCIA
Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Cordero sin
pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Lucharon vida y muerte
en singular batalla, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. “¿Qué has visto de camino, María,
¿en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Vengan a Galilea, allí el Señor aguarda; allí verán los suyos
la gloria de la Pascua”. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte
en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en la victoria santa.
han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo
y fueron rápidamente al sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro;
se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó
también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que
le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta
entonces no habían entendido la escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Palabra del
Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.