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¿Cómo calmar tus emociones negativas?


Usa la técnica Cero prisas®

Bienllegada a Rehacertuvida.com.
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Me llamo María, no nos conocemos todavía, aunque a mí me ha


pasado que soy más abierta con personas con las que tengo menos contacto
que con amigos o familiares.

¿Confías en mí?
Claro que no. Vaya pregunta.

Aunque eso no me limita para proponerte, que dediques 10 minutos


de tu atención a leer este mini-ebook.

¿Te apetece viajar? Espero que sí.

Sígueme.

Visualiza en tu mente un lugar agradable.


Un lugar donde puedas quitarte los zapatos, soltar el bolso y todas las cargas
mentales del día.
Siéntate, en un sofá, acogedor.

Cuando estés preparada, empezamos.

Si practicas lo que te voy a enseñar en este EBOOK, NUNCA SERÁS LA MISMA.


Al menos eso cuentan.

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Sin embargo, yo te digo que en este ebook, como en mi blog o a través de los
correos, no vas a encontrar cambios rápidos ni milagrosos.

Aquí practicamos el entrenamiento, Cero prisas®.

Desde hoy, si tú quieres, puedes empezar a ver la vida de otra manera, no


mañana ni dentro de tres días.
Hoy, ahora.

Por tanto...

Seguimos nuestro viaje, pero para atrás, como en regreso al futuro, y


volvemos al año 2006.

Es duro volver atrás y andar sobre las cenizas de lo quemado.


Pero como dijo Marty en regreso al futuro: ¡Nadie me llama gallina!

¿Recuerdas dónde estabas y qué hacías en aquella época?

Bueno, pues te cuento qué estaba haciendo yo.

Estaba cometiendo errores.

Y te digo muy digna que yo no cometo el mismo error dos veces.


Lo hago cinco o seis para asegurarme.

Así es que, con mis circunstancias y con lo que sabía por aquel entonces,
hacía lo que podía:

Me acababa de separar.

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La vida no te pregunta si estás preparada para llegar a una casa sola con
silencios y miedos continuos, sino que te dice, ahí lo llevas.

Mi hija, mi querida hija, tuve que dejarla con mis padres.


Sólo la veía los fines de semana.

Trabajaba como si no hubiera un mañana turnos de 14 horas.

Cada vez que hablaba con mi expareja, me ponía tan nerviosa que me
quedaba en blanco, ni respiraba.

Me había traumatizado tanto la situación que durante años viví con mucho
estrés, miedos y sin una salida clara.

Recuerdo que miraba las revistas del corazón que afirmaban:


Jennifer Aniston ha superado su separación con Brad Pitt.

Y pensaba…

¿Cómo no voy a superar yo la separación con el señor/padre de mi hija del


averno?

Más adelante veremos que Jennifer Aniston probablemente usó la misma


técnica que te propongo para superar su ruptura.

Deseaba tanto, pero tanto, tanto, no tener miedo, no sentirme sola, no estar
enfadada todo el día y sin culpas, en definitiva, no sentirme atrapada...

Aunque quizás lo peor de todo, es no saber por dónde empezar a salir del
bucle.

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Una tarde reveladora, la recepcionista de la clínica dental de mi hija, sin


saberlo, me acercó un poco más a mi deseo de vivir libre y sin ataduras
emocionales.

Te pongo en situación.

Esa tarde, entre la salida del cole y antes de ir a la extraescolar de inglés,


tenía una cita para mi hija con su dentista favorita Marina.

La cita era a las cinco, allí estábamos las dos, peinadas y perfumadas.

A las cinco en punto y muy contentas (Katia no tiene miedo al dentista).

Las cinco y media y esperando.

Las seis, ya algo nerviosas. Pregunté a la recepcionista y me dijo en breve la


atenderemos.

Las seis y media. Yo un poco desquiciada y mi hija inquieta.

A todo esto, niñas y niños para arriba y abajo, saltando, gritando.


Madres hablando con otras madres, madres regañando, padres en la
puerta…

¡Las siete de la tarde! Era la 584 vez que mi hija me preguntaba: ¿Cuándo nos
vamos a casa mamá que tengo hambre, que estoy cansada, que grito y me
enfado...?

Ahí, mi cerebro colapsó, me explotó la cabeza.

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Empecé a hablarle un poco más alto de la cuenta a la recepcionista y a


decirle que:
¡Cómo era posible tanto retraso, que llevábamos dos horas esperando, que
había perdido la clase de inglés!

La chica intentaba explicarme, pero yo no escuchaba, no oía, no atendía.

Sin decir una palabra más, cogí de la mano a mi hija para irnos y empezamos
a caminar hacia la puerta.

Antes de cerrarla, escuché a la recepcionista, al fondo, entre todo el ruído de


madres y niños, decir:

“Señora respire y se sentirá mejor”.


Era la voz de la recepcionista, desde el fondo de su recepción.

Es que no podía respirar, estaba tan alterada que no me llegaba el aire a los
pulmones ni el oxígeno al cerebro.

Mi hija me miraba preocupada y yo no sabía qué hacer.

Necesitaba unos primeros auxilios, el boca a boca. Yo qué sé.

De repente, me vino a la cabeza el curso de inteligencia emocional y


mindfulness que había hecho hacía varios años y que había guardado en el
cajón del armario de la tele (Allí los iba guardando todos).

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Me acordé de una práctica respiratoria que me ayudaba a calmarme y a no


pensar que me estaba dando un infarto.

También recuerdo que miré a mi hija y le pasé la mano por su mejilla.

Empezamos a andar despacio.


Poniendo toda mi atención en que el aire entrara por mi nariz y saliese por
mi boca.

Al llegar al coche para ir a casa, estaba bastante más tranquila, pude hablar
de forma relajada con Katia, mi hija, asegurándole que en breve estaría
duchada y cenando.

No hubo gritos, no hubo estrés. todo en orden.

Esta práctica o técnica es la que quiero enseñarte para tus momentos


complicados de la vida, que no necesariamente tienen que ver con la
separación, pero que en ese contexto se multiplican.

Te dejo la técnica de la respiración abdominal y luego seguimos.

Antes de nada, debes crear la consciencia de tu respiración.


Puedes estar tumbada, sentada o andando.
Nota cómo el aire entra por la nariz y sale por la boca.
Repítelo varias veces.

Pon tu mano derecha en el estómago y toma aire contando hasta cuatro,


haciendo que tu mano se levante.
Luego, suelta el aire contando hasta siete.

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Espera cinco segundos y vuelve a tomar aire desde tu estómago con las
mismas indicaciones que antes.

Haz un total de cuatro respiraciones.

Tengo que admitir que con esta técnica no descubro la pólvora y que
probablemente no averigues nada nuevo.
Aunque para mí, aquel día la respiración abdominal fue mi salvación.
Y puede que para ti también lo sea en algún momento.

Reconozco que no siempre ha sido así.

Con los años he ido perfeccionando e incorporando nuevos elementos a la


técnica de la respiración.

Fui diseñando otras técnicas y practicando más a menudo.


Así creé Cero prisas® .

Haciendo gala a su nombre y para no saturar vamos a añadir sólo dos pasos
más a la respiración abdominal:

Recuerda la técnica de la respiración.


En los cinco segundos que hay entre una respiración y otra haz lo siguiente:
- Abre y cierra la boca todo lo que puedas contando hasta cinco.

- Abre y cierra las manos al mismo ritmo que la boca.


Si tienes pelotas pequeñas de goma también las puedes usar, apretando y
soltando las manos.

Yo empecé a practicar la respiración abdominal al levantarme, antes de


desayunar, sólo en ese momento, aunque tengo que decir que con una
intensidad diaria.

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También usaba Cero prisas® en situaciones donde me ponía nerviosa o veía


que escapaban a mi control.
Sobre todo en situaciones con mi expareja y con mi hija.

Te he contado antes que el simple hecho de tener que hablar con mi


expareja me paralizaba.
Pues después de las prácticas, cada vez me sentía más tranquila y segura
cuando tenía que comunicarme con él.
De hecho, conseguí que pagara la manuntención, eso sí, hasta que firmamos
el convenio regulador, y después, Sayonara, baby.

Recuerdo cuando mi hija me retaba y yo me sentía tan, tan cansada que no


tenía ni una gota de paciencia, con el entrenamiento, conseguí parar mis
estallidos de frustración y le decía, espera un momento Katia.
Me sentaba en mi sofá y practicaba Cero prisas®.

Al cabo de un mes, me dí cuenta de que era capaz de atenderla con


amabilidad y darle presencia.

En aquella época el dinero también era escaso, para qué lo voy a negar.
Me ponía muy tensa no tener muy claro en qué lo gastaba.
Este tema me creaba muchos miedos.
¿Y si no tengo dinero para cuidar a mi hija?
¿Y si no tenemos para comer?
¿Y si no puedo pagar la hipoteca?
¿Y si perdía el trabajo? Te puedes imaginar, todos los isis del mundo.

Hacía las respiraciones y pensaba con más calma.


Liberaba mi boca y mis pies.
El dinero seguía siendo escaso pero no me provocaba malestar.

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Con lo que te he enseñado, pon tu mano en el estómago y contando hasta


cuatro toma aire, siente cómo se levanta tu mano.
Seguido, suelta el aire contando hasta siete y vuelve al presente.

A la actualidad.

Hoy en día sigo practicando tres veces al día el entrenamiento Cero prisas®.

Te sorprendería saber la cantidad de gente que lo pone en práctica y los


beneficios que tiene.

Recientemente he descubierto que Jennifer Aniston también practica la


respiración abdominal.
¿Será por eso que superó la ruptura con Brad Pitt?

Seguro que la ayudó.


Si no, pues es posible que te sirva a tí.

Y por aquí poco más.

Bueno, igual quieres saber si volví a la clínica dental.

Tengo que decirte, que sí, y me disculpé.


Ha sido muy curioso, nunca más me han hecho esperar y han pasado como
ocho años.

Bueno, ahora que estás en calma, me gustaría dejarte una reflexión:

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“Madurar es aprender a querer lo bueno para ti, recordar sin rencor y


dejar ir a su debido tiempo.”

Un abrazo y que pases un gran día.


María

ANEXO:

Quiero aportar en este anexo una base científica para las prácticas del
entrenamiento Cero prisas®.

Estas técnicas ayudan a controlar el propio nivel de activación a través de la


modificación inducida de condiciones fisiológicas como la tensión-distensión
de los músculos.

Las investigaciones han mostrado que bastan veinte minutos de respiración


diafragmática para activar y oxigenar la parte consciente y pensante del
cerebro (la corteza prefrontal).

¿Has visto alguna vez respirar a un bebé? Con cada respiración se mueve no
su pecho, sino su pequeño abdomen.

Este es nuestro método natural de respiración, y con esta ayuda sugerida


aprenderás a utilizar la respiración abdominal, o respiración diafragmática,
para relajar naturalmente el cuerpo.

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Si respiras con el pecho, haces respiraciones más cortas y más rápidas.


Llevando el aire a la parte más profunda de los pulmones, ­obtendrás diez
veces más aire fresco con cada respiración.

Será una respiración más lenta y más larga.

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