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PRESENTACIÓN

Cuadernos de Trabajo Social


ISSN: 0214-0314 EDICIONES
COMPLUTENSE
http://dx.doi.org/10.5209/CUTS.56352

Hacia un nuevo Trabajo Social crítico: el gobierno de lo social en la era


neoliberal. Presentación del monogáfico

[en] Toward a new critical Social Work: social governance in the neoliberal era.
Presentation of Monograph
Sergio García García; César Rendueles Menéndez de Llano

La crisis social que se abrió en España con el el Foro ServSocial. Se trata de un ciclo de mo-
pinchazo de la burbuja inmobiliaria, en 2008, vilización modesto, pero prácticamente in-
y su gestión pública en forma de austeridad édito en el seno de la intervención social es-
han vuelto a colocar en la agenda mediática, pañola de las últimas décadas. Como mínimo,
académica y política los conflictos relacio- ha servido para que una gran cantidad de tra-
nados con la exclusión y la desigualdad. En bajadores sociales consideren ineludibles los
el inicio de la crisis se generalizó una visibi- debates en torno al carácter estructural de los
lización humanitarista y pacificadora de la problemas sociales y se planteen la necesi-
pobreza. Los medios de comunicación «es- dad de elaborar alternativas a las recetas pro-
pectacularizaron» el malestar, centrando su fesionales heredadas.
atención en las acciones filantrópicas de los Sin embargo, la reflexividad y la movili-
famosos o exhibiendo en los platós de televi- zación de los trabajadores sociales, tanto en
sión a los pobres implorando ayuda. El clima la calle como en las redes sociales, no pare-
de politización que generó el 15-M agrietó ce haber dado lugar a una reflexión parsimo-
esa comprensión consensual de las dinámi- niosa sobre cuestiones cruciales relacionadas
cas de estratificación que, en cambio, empe- con el papel que desempeña la intervención
zaron a entenderse en términos de polariza- en la reproducción social. Se ha populariza-
ción, conectando los datos y las imágenes del do una retórica crítica con la crisis y la aus-
sufrimiento social con los beneficios de las teridad que considera los servicios sociales y
élites empresariales y políticas. el Trabajo Social como aliados leales de las
En este ambiente de antagonismo, muchos víctimas de la exclusión y la desigualdad. El
trabajadores sociales cuestionaron el papel corolario de esta perspectiva conciliadora
que se les había atribuido como muro de con- es que el objetivo debería ser recuperar los
tención del malestar social y experimentaron servicios sociales y las estrategias de inter-
un proceso de implicación que les llevó a vención previas a la crisis, a lo sumo mejo-
prestar atención a los discursos de las plazas, rándolos con importantes inyecciones presu-
así como a incluir las prácticas de apoyo mu- puestarias y algunas reformas en materia de
tuo de los movimientos sociales de los barrios derechos sociales y participación de los afec-
en sus «guías de recursos». En algunos casos tados. En cambio, apenas se han llegado a
la dinámica crítica llegó a cristalizar en ini- desarrollar enfoques que cuestionen las pro-
ciativas colectivas, como la Marea Naranja o pias relaciones de poder ligadas al rol exper-
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to, las metodologías individualistas y las fun- miento de la diversidad cultural, pero tam-
ciones de control del Trabajo Social en el sos- bién un posterior reflujo xenófobo), de la
tenimiento de la explotación laboral y la se- composición social de los contextos concre-
gregación socioespacial. En todo caso, esas tos (dependiendo de la correlación de fuer-
perspectivas críticas han procedido de algu- zas entre actores institucionales, profesiona-
nos movimientos sociales o de otras discipli- les y vecinales, la misma intervención
nas, como la sociología y la antropología. Por ampliará la democracia local o no), de los ejes
ese motivo a menudo se han vivido como una de poder sobre los que se ponga el foco (la
amenaza al frágil estatus profesional e insti- acción compensadora sobre una desigualdad
tucional logrado por los trabajadores sociales de género puede estar ahondando en una des-
en las últimas décadas y han sido respondidas igualdad étnica, como puede ser el empode-
con un fuerte cierre de filas corporativista e ramiento de mujeres de minorías sobre pos-
identitario, pero carente de profundidad teó- tulados eurocéntricos) o de la escala a la que
rica. prestemos atención (lo que en un nivel comu-
En este contexto, resulta urgente abrir una nitario puede suponer el desarrollo a través
veta de reflexiones en torno a la contribución de la capacitación, en un nivel estructural
del Trabajo Social a la reproducción del or- puede abrir la puerta a la colonización de la
den social, una crítica libre de autocompla- vida local por parte de las relaciones de mer-
cencias y centrada en la utilidad social más cado).
que en la identidad profesional. Volver a con- En segundo lugar, este monográfico se ba-
siderar el Trabajo Social como un medio y no sa en una concepción amplia del Trabajo So-
como un fin es el primer paso para recuperar cial que toma en consideración tanto las po-
el compromiso de esta disciplina con la jus- líticas sociales y los servicios sociales como
ticia social. Para ello, se hace preciso, en pri- las prácticas profesionales de intervención
mer lugar, desencantar la profesión, asumir social (con independencia de que las pongan
que no posee una esencia que la haga per se en marcha o no titulados en Trabajo Social).
transformadora, y centrarse en el análisis de La sinécdoque puede parecer injusta, pero es-
los contextos, los usos, los significados y los ta estrategia facilita el reconocimiento de la
efectos de las intervenciones concretas. maternidad del Trabajo Social sobre el cam-
En segundo lugar, es necesario reflexionar po de la intervención social para conectar así
sobre los «paraqués» y los posicionamientos las críticas contemporáneas con las que ha re-
—adaptativos, educativos o transformadores cibido desde su surgimiento en el siglo XIX.
(Hernández, 2012)— que se asumen ante las En tercer lugar, es importante precisar que
situaciones de intervención. cuando hablamos de «gobierno» nos referi-
Este monográfico está dedicado al Traba- mos al modo de conducir las conductas de los
jo Social como modo de gobierno de lo so- sujetos (Foucault, 2007) y no a las institucio-
cial en contextos de desigualdad. En primer nes de gobierno. Entender el gobierno como
lugar, hay que señalar que esta propuesta ana- actividad y no sólo como organización insti-
lítica no conlleva una comprensión del Tra- tucional (Laval y Dardot, 2013), permite su-
bajo Social «exclusivamente» en términos de perar la perspectiva estadocéntrica para repa-
control social; es decir, un enfoque reactivo rar en las prácticas que una multiplicidad de
frente a la descripción del Trabajo Social co- agentes implicados en lo social llevan a cabo
mo modo de ayuda. La dicotomía ayuda ver- en la conformación de un orden social deter-
sus control oscurece la complejidad de la minado (desde los responsables políticos a
práctica, las tensiones que la atraviesan y la los propios usuarios de los dispositivos de
ambivalencia de sus productos. Las interven- atención social, pasando por los expertos, los
ciones sociales producirán efectos diversos y medios de comunicación y la sociedad civil).
a veces contradictorios en función de la tem- En cuarto lugar, entendemos lo social co-
poralidad (el efecto inmediato de una inter- mo un campo de preocupaciones y actuacio-
vención en un barrio puede ser el reconoci- nes reformistas sobre los sectores menos
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favorecidos por el modo de producción capi- automáticamente, de manera que se genera


talista, una «invención» necesaria para vol- un nivel de coordinación social mayor que el
ver gobernable una sociedad que había opta- que ninguna institución organizadora podría
do contradictoriamente por un régimen alcanzar: la intervención centralizada no ha-
político democrático y por un sistema econó- ce más que distorsionar el flujo de informa-
mico desigualitario (Donzelot, 2007). ción impidiendo la coordinación óptima. Des-
Y en quinto y último lugar, apuntamos a de el primer momento, esta teoría económica
los contextos de desigualdad, tratando de si- tuvo un correlato político, relacionado no tan-
tuarnos en el capitalismo en su fase neolibe- to con la necesidad de mantener incontami-
ral, aludiendo fundamentalmente a sus mani- nados los mecanismos mercantiles como con
festaciones de clase, pero sin olvidar su los subproductos políticos positivos de su ex-
estrecha conexión con las discriminaciones tensión social (Hirschman, 1977). Se trata de
de género, las segregaciones racialistas y una doctrina que se remonta al menos a Mon-
otros ejes contemporáneos de estructuración tesquieu y Bentham y llega hasta Hayek y
jerárquica del cuerpo social. Friedmann, y plantea que la coordinación, a
Antes de presentar los contenidos del mo- través de mecanismos de mercado del mayor
nográfico, estimamos necesario responder a número posible de áreas sociales, es la única
algunas preguntas que nos situarán en las garantía de preservación de la libertad indivi-
puertas del problema que queremos abordar dual en sociedades de masas y culturalmente
(los usos del Trabajo Social en el neolibera- plurales en las que las posibilidades alcanzar
lismo como un dispositivo de control o repro- la unanimidad, a través de la deliberación, son
ductivo del orden): ¿Qué supuso la extensión muy reducidas y, por lo tanto, siempre está pre-
histórica de las relaciones de mercado y qué sente la amenaza del conflicto abierto o la im-
condiciones hicieron posible la emergencia posición de las mayorías sobre las minorías.
de lo social? ¿Cuál ha sido históricamente el Debemos a Karl Polanyi (2015) el haber
papel específico del Trabajo Social en el sacado a la luz con mucha claridad que am-
gobierno de lo social según las críticas for- bas tesis acerca de los efectos de la mercan-
muladas desde dentro y desde fuera de la pro- tilización adolecen de importantes sesgos ide-
fesión? ¿Qué implicaciones materiales e ide- ológicos. En primer lugar, el mercado libre
ológicas tiene el neoliberalismo? ¿Qué modos nunca ha existido. Los procesos históricos de
de instrumentalización y cooptación de dis- mercantilización siempre han estado acom-
cursos, otrora críticos, del Trabajo Social sir- pañados de intensas —y generalmente vio-
ven hoy para gobernar la desigualdad? lentas e impositivas— intervenciones del Es-
tado dirigidas a proteger los intereses de las
clases dominantes de sus fallos sistémicos y
1. La formación del capitalismo y la inven- sus externalidades negativas. Se trata de una
ción de lo social ortopedia política ideológicamente oculta, no
sometida a escrutinio público ni a delibera-
Al menos desde el siglo XVIII, el ideal del ción democrática, en la medida en que se pre-
mercado libre autorregulado ocupa un lugar senta como una corrección puntual que reme-
central entre los mecanismos de construcción dia algún problema concreto del sistema de
de hegemonía de la sociedad moderna. A tra- coordinación autorregulada, y no como su es-
vés de una amplia constelación intelectual se tructura propiamente dicha. En segundo lu-
refinó la idea de que, en una economía com- gar, como ya —desde finales del siglo XIX—
pleja, el sistema de precios es el medio idó- señalaron los teóricos del imperialismo, la in-
neo para alcanzar una asignación óptima de tervención estatal ha sido crucial para impul-
los recursos (Perelman, 2000). Desde esta sar los procesos de mercantilización y que-
perspectiva, los precios transmiten a un cos- brar la resistencia popular a aceptar la
te mínimo información fragmentaria sobre proletarización. La tesis de que el comercio
las preferencias individuales que se agrega suaviza los conflictos colectivos opaca la re-
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presión y los procesos de resistencia que ha otro, afirmando una ruptura respecto a la re-
generado la subordinación global de la socie- presión de la pobreza que encarnaban. El pos-
dad al ideal del mercado libre generalizado. tulado del surgimiento de una profesión de
De ahí la paradoja de que la extensión de ayuda —antes que de control— y preventiva
la mercantilización no produjera una reduc- —antes que represiva— se levanta sobre el
ción del control y la coordinación estatal si- reconocimiento de figuras como la de Juan
no que, muy al contrario, fue contemporánea Luis Vives y su meritorio acoplamiento entre
del desarrollo de mecanismos burocráticos las exigencias capitalistas y la asistencia re-
de control social a una escala nunca conoci- ligiosa medieval (Castel, 1997), la diferen-
da. Desde el siglo XVIII hasta hoy, la era del ciación respecto de la policía del siglo XVIII
mercado es también la época del panóptico. (que se encargaba en las ciudades francesas
A su vez, como han señalaron historiadores de la salud de la población, la educación de
como Edward Palmer Thompson (1977) o los niños, el comercio y la reducción de va-
Eric Hobsbawm (1979), las clases populares gabundos mediante la obligación de trabajar)
no se limitaron a proponer estrategias reac- (Castel, 1997; Foucault, 2008), o el rechazo
cionarias arcaizantes, sino que trataron de in- a la Ley de Pobres inglesa de 1834 que, ante
troducir fricción social en los procesos de los elevados costes de la beneficencia repri-
proletarización, desarrollando instituciones mió la pobreza y alentó el empleo de técnicas
de apoyo mutuo novedosas que, en ocasiones, refinadas de valoración (que distinguieran en-
tenían un fuerte componente ilustrado y tre «pobres merecedores» y «no merecedo-
emancipador. Esta dialéctica entre las estra- res») y de intervención (sobre la educación
tegias de intervención estatal crecientemen- de los hijos, condicionalidad de las ayudas y
te sofisticadas —y con muy distintas modu- registro de los perceptores) (Donzelot, 1998).
laciones éticas y políticas— y las resistencias Las organizaciones caritativas que surgieron
populares basadas en la solidaridad entre de esta deriva perseguían de forma obsesiva
iguales marcó decisivamente la aparición de generar incomodidad en la pobreza como vía
instrumentos públicos de embridamiento del para la introducción de la ética del trabajo, la
libre mercado o de contención de sus efectos idea de autosuficiencia y la mejora moral.
más perniciosos que, al mismo tiempo, podí- Esta filantropía caritativa con aspiracio-
an tener dimensiones disciplinarias cruciales, nes científicas —e inspirada en el modelo
una tensión muy presente en el desarrollo del médico-liberal (Álvarez-Uría, 1995)— cons-
Estado de bienestar tras la Segunda Guerra tituye el precedente más inmediato del Tra-
Mundial. Ese es precisamente el objeto de bajo Social, pero también es señalado habi-
una importante familia de estudios de inspi- tualmente como el contraste negativo sobre
ración foucaultiana —de Robert Castel a Loïc el cual se construyó un modo alternativo de
Wacquant pasando por Jacques Donzelot— relacionarse con la pobreza que no pasaba por
centrados en el análisis de las instituciones su culpabilización. Pese a la supervivencia
estatales de contención de la conflictividad histórica, que llega hasta nuestros días, de
más allá de la temática weberiana de la racio- múltiples prácticas benéfico-caritativas que
nalización. llevan a cabo instituciones eclesiásticas y or-
ganizaciones filantrópicas, una nueva pers-
pectiva reformista —en el seno del progre-
2. El Trabajo Social como modo específi- sismo liberal— alertada por el riesgo de
co de gobierno de lo social fractura social ante las crecientes desigual-
dades, cuestionó a partir de finales del siglo
El background del Trabajo Social está atra- XIX el darwinismo social («dejar caer a los
vesado por un relato histórico que se relacio- débiles») que iba ganando hegemonía cultu-
na de una manera ambigua con los preceden- ral. El resultado fue, como sabemos, la emer-
tes benéfico-caritativos de la profesión: por gencia de la asistencia social como profesión
un lado, reconociendo su herencia y, por el con vocación de superar los modos de inter-
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vención propios de las organizaciones cari- cativos con los que nació el Trabajo Social
tativas (centrados en la responsabilidad indi- podían seguir trabajando en un nuevo contex-
vidual y los vicios morales). Un buen ejem- to institucional, pero ahora con funciones de
plo lo constituyen los centros sociales que control específicas. Como destacó Jacques
promovió Jane Addams, que eran definidos Donzelot para el caso francés, la especial vin-
como «un esfuerzo experimental para ayudar culación de la asistencia social a los proble-
a la solución de los problemas sociales e in- mas de la infancia a principios del siglo XX
dustriales que son generados por las condi- puso de relieve los abordajes preventivos por
ciones de la vida moderna en una gran ciu- contraposición a los represivos. Detrás de un
dad» (2013, p. 86). A través de programas niño delincuente había una historia familiar
educativos experimentales, de la cesión de es- que había que indagar para predecir su com-
pacios para la auto-organización sindical, de portamiento e introducir medidas educativas,
la práctica del mestizaje social entre sujetos especialmente vehiculadas por la madre.
de distinta condición (inmigrantes pobres y Asistimos a un «paradójico resultado de la li-
universitarios acomodados), de una visión po- beralización de la familia, del nacimiento de
sitiva de las personas que usaban los settle- un derecho del niño, del reajuste de la rela-
ments (en lugar de desconfianza a su parasi- ción hombre-mujer: cuanto más son procla-
tismo) y del impulso de reformas sociales que mados estos derechos, más se estrecha al re-
atenuasen la desigualdad, se estaba produ- dedor de la familia pobre el cerco de un poder
ciendo una ruptura respecto a la visión cari- tutelar» (Donzelot, 1998, p. 106). La búsque-
tativa, des-culpabilizando la pobreza y rela- da de la alianza con la madre como sujeto so-
cionando las prácticas de los pobres con un cializador en el interior de la familia por par-
contexto de falta de oportunidades (Alvárez- te de los técnicos al servicio de la institución
Uría y Parra, 2014). tutelar sustituía el patriarcado familiar por el
No obstante, el alcance de esta ruptura era patriarcado institucional. Desde lo blando-fe-
limitado en relación a las prácticas institu- menino de las instituciones se desarrolla una
yentes que se venían practicando de forma intervención capilar en la vida cotidiana de
autónoma en el movimiento obrero, y espe- las clases populares (Grassi, 1989), y lo que
cialmente a partir de la Comuna de París y las nace como una reacción a la represión de los
ideas de Pierre-Joseph Proudhon (Laval y Dar- pobres y los delincuentes en la era liberal, el
dot, 2015). El cuestionamiento de las estruc- concepto de prevención y su ligazón con una
turas de propiedad privada sacralizadas por el visión educativa, acaba funcionando como la
liberalismo y la construcción de relaciones co- habilitación de una serie de prácticas socio-
munales de apoyo mutuo (sindicatos, coope- céntricas de control.
rativas y mutuas), constituían formas de auto- La extensión de sistemas de protección so-
organización obrera que neutralizaban la cial, a partir de las propuestas keynesianas
individualización y la competencia entre las (seguros de desempleo, pensiones, sanidad,
clases populares sin producir instituciones, etc.), reubicó al Trabajo Social: por un lado,
profesionales y saberes ajenos a las mismas. en la gestión de prestaciones asistenciales por
Por otro lado, al tiempo que se legitimaban fuera de la cobertura de los sistemas univer-
los discursos y prácticas progresistas semina- sales y, por el otro, en la intervención relacio-
les en el Trabajo Social, fueron perdiendo ca- nal sobre los problemas sociales encarnados
pacidad transformadora: las condiciones de por las poblaciones populares. En Estados
posibilidad de su desarrollo tuvieron que ver Unidos, tras la decadencia de los settlements,
con la inserción de la asistencia social en los se fortaleció un enfoque individual bajo la in-
dispositivos judiciales (y la posterior confor- fluencia del psicoanálisis, al tiempo que iban
mación de los servicios sociales bajo una ló- ganando peso conceptos centrados en la ges-
gica judicial) y con la traslación de la lógica tión racional de recursos de arriba abajo, co-
filantrópico-asistencial a las instituciones es- mo el de cambio planificado (organización
tatales. Los principios comprensivos y edu- de la ayuda a partir del conocimiento de la
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comunidad destinataria para evitar duplici- Social de defensa y potenciación de las co-
dades y perseguir la eficacia). En Europa, el munidades negras oprimidas abriría la puer-
incremento de los salarios directos e indirec- ta a la extensión del concepto de empodera-
tos, por medio de la implantación de políti- miento (Solomon, 1976; Pastor, 2015). Dicho
cas sociales redistributivas y universalistas, concepto, entendido como desarrollo del sen-
convirtió en objeto preferente de la interven- tido de pertenencia e identidad en los colec-
ción familiar tanto a los sujetos pobres y mar- tivos «inferiorizados» (no solo negros, sino
ginales que quedaban fuera de las proteccio- también mujeres, indígenas, etc.) a partir del
nes al salariado, como a las comunidades análisis causal y estructural del propio sufri-
rurales y urbanas «subdesarrolladas» con res- miento social, fue también adoptado por los
pecto al modelo industrial (a las que se apli- grupos de autoconciencia feminista (Domi-
caban las técnicas del desarrollo comunita- nelli y MacLeod, 1999).
rio, el mismo que Naciones Unidas venía El segundo grupo de críticas al Trabajo
introduciendo en los países descolonizados). Social adaptativo propio de la era welfarista-
Sin embargo, los límites integradores del asistencial destacó su funcionalidad como
«welfarismo» acabarían constituyendo la ba- modo de alienación. Entre las décadas de
se para la estigmatización de las poblaciones 1960 y 1970, en un contexto de empuje de los
objeto del Trabajo Social, las cuales no esta- movimientos populares-nacionales en Lati-
rían «aprovechando las oportunidades» que noamérica, proliferaron los discursos de ins-
se les brindaban (Sales, 2014). Se abría así la piración marxista de la reconceptualización
puerta a una nueva ronda de discursos cen- en el Trabajo Social, acompañados por la
trados en la responsabilidad individual de la emergencia de las teorías de la dependencia,
pobreza. la teología de la liberación, las pedagogías
«concientizadoras», la psicología comunita-
ria y el teatro social. En dicho contexto, al
3. Críticas al Trabajo Social en tiempos Trabajo Social se le atribuiría una posición
«welfaristas» de alianza con las clases populares y una mi-
sión «concienciatizadora» de base comunita-
El rol asistencial y funcionalista del Trabajo ria frente al trabajo funcionalista de corte
Social fue objeto al menos de tres grupos de individual (Alayón, 2005). Al margen de al-
críticas radicales, a partir de las décadas de gunos desarrollos teóricos que tuvieron un
1960 y 1970. La primera de ellas planteaba inmenso calado en la conformación de la
en Estados Unidos la defensa de las comuni- identidad profesional, tanto en Latinoaméri-
dades excluidas de los derechos asociados al ca como en España, algunas traducciones
fordismo-welfarismo frente a los modelos prácticas de estas críticas se asocian al des-
adaptativos-consensuales de Trabajo Social. arrollo de diversas metodologías participati-
Desde la perspectiva de una práctica conflic- vas entre sectores rurales y urbanos periféri-
tiva de la organización comunitaria, se cues- cos como modo de producir sujetos activos
tionaban de forma pragmática los poderes lo- de cambio en la remoción de las estructuras
cales establecidos (empresas, instituciones sociales. Hay que destacar, además, la impor-
públicas, etc.), tratando de arrancar mejoras tación del enfoque reconceptualizador por
sociales y laborales en los barrios deprimidos parte del movimiento de cristianos de base en
de las ciudades norteamericanas, y de eludir la España de la Transición, el cual animó jun-
la represión a través de tácticas imaginativas to con el movimiento vecinal un trabajo co-
desde el interior del marco de experiencia de munitario de alianza con las periferias urba-
dichas comunidades (Alinsky, 2013). A su nas en la reivindicación de mejoras sociales
vez, la organización de los Panteras Negras y del llamado derecho a la ciudad.
desarrolló sistemas comunitarios de apoyo El tercer y último conjunto de críticas hay
mutuo y autogestión en los guetos de las gran- que situarlo geográficamente sobre todo en
des ciudades norteamericanas, y el Trabajo Europa y se centró en denunciar el carácter
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violentamente disciplinario de las institucio- paréntesis keynesiano de la postguerrra, un


nes. Los vientos contraculturales que sopla- entorno social en el que la libre empresa ca-
ron en Mayo de 1968 encontraron en las in- rece de limitaciones y está respaldada por ins-
vestigaciones sobre las instituciones totales tituciones dirigidas a proteger la propiedad
de Erving Goffman (1972), en la genealogía privada y la libertad comercial. Y, al igual que
sobre el nacimiento de la disciplina por par- en el pasado, el proyecto de mercantilización
te de Michel Foucault (2002), en el movi- neoliberal muestra una clara ambivalencia en-
miento de la antipsiquiatría de Franco Basa- tre, por un lado, el rechazo ideológico de la
glia (2005) y en el análisis institucional de intervención del Estado y, por otro, el recur-
René Lourau (2000), el aire fresco que ven- so sistemático a herramientas represivas y bu-
dría a hacer visibles las relaciones de poder rocráticas de control, gestión y contención
en la intervención experta a través de la pro- social (Birch y Mykhnenko, 2010; Manfred
ducción de la subjetividad (del enfermo, del y Roy, 2011; Dumenil, 2014).
preso o del asistido). La principal contribu- Lo cierto es que el núcleo vertebrador de
ción de este grupo de análisis críticos fue el las políticas neoliberales ha sido el desarro-
impulso de la democratización en el interior llo de un modelo de acumulación capaz de
de la relación profesional e incluso la desins- superar la crisis global que atravesaba el sis-
titucionalización y desprofesionalización de tema capitalista sin cuestionar la posición de
ciertas prácticas de apoyo mutuo a través de privilegio de las élites económicas. Aunque
un reordenamiento menos jerarquizado de los la exaltación de la libertad y la creatividad in-
roles (Vercauteren, Crabbe, y Müller, 2010; dividual han sido elementos discursivos esen-
Rendueles, 2010; Barrilete Cósmico, 2011). ciales en la construcción de una ideología efi-
Como puede apreciarse, estos tres grupos caz, su materialización política ha estado
de críticas al —y en el— Trabajo Social no supeditada en todo momento a la preserva-
pueden entenderse sin los movimientos polí- ción de los beneficios capitalistas y en nin-
ticos y sociales que en cada contexto socio- gún momento ha sido incompatible, más bien
histórico contribuyeron a deconstruir los re- al contrario, con las dictaduras militares, el
latos hegemónicos. Como afirman Michael incremento del gasto público armamentísti-
Lavalette e Iain Ferguson (Lavalette, 2014), co o penitenciario o la socialización de las
los cambios experimentados por la discipli- pérdidas privadas a través de rescates banca-
na no pueden entenderse de forma autónoma rios. De hecho, la «financiarización» contem-
sino acudiendo precisamente a dichos movi- poránea de la economía es mucho más com-
mientos. La estrategia de lectura que propo- pleja que la tradicional precisamente porque
nemos consiste en prestar atención precisa- las crisis generadas por la propia economía
mente a la incorporación exitosa de esas especulativa han sido utilizadas como venta-
críticas en la intervención social con el fin de nas de oportunidad para aplicar estrategias de
captar las claves de gobierno de lo social que shock privatizadoras (Harvey, 2007).
en el neoliberalismo se derivarán de ellas. En cualquier caso, el éxito de esta estra-
tegia en términos de dominio de clase es in-
cuestionable. Desde principios de los años
4. La contrarreforma neoliberal y la «fra- noventa, las políticas neoliberales redefinie-
gilización» social ron un sentido común global, estableciendo
nuevos límites de lo que se consideraba so-
El ascenso del neoliberalismo fue el resulta- cialmente posible, imposible e inaceptable.
do de un proceso relativamente rápido de Fueron el fundamento de una nueva hegemo-
ofensiva de las clases altas tras la oleada in- nía: las clases capitalistas lograron asumir una
surreccional de 1968 y el inicio de la crisis función dirigente e interpelar a amplios sec-
económica de 1973. En cierto sentido, pue- tores de las clases populares, que sintieron
de entenderse como un proceso de restaura- que sus intereses materiales se solapaban, al
ción del capitalismo manchesteriano tras el menos en parte, con los de las élites. Muy es-
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pecialmente, se produjo una derrota global transformando para adaptarse a las nuevas ne-
del sindicalismo cuyo efecto más visible fue cesidades de contención del riesgo social.
un brusco descenso de la participación de las
clases trabajadoras en la riqueza nacional y
un aumento de la desigualdad. Sin embargo, 5. La intervención social en el neolibera-
tan importante como la polarización econó- lismo
mica, ha sido la «fragilización» social indu-
cida por la mercantilización (Sennet, 2012; Apenas existen análisis empíricos y reflexio-
Therborn, 2015). nes teóricas en España sobre la influencia del
El fundamento de la desactivación de la neoliberalismo en el Trabajo Social. El voca-
lucha de clases desde abajo, característica del blo neoliberalismo suele asociarse a las polí-
capitalismo contemporáneo, es la individua- ticas de austeridad impuestas durante la últi-
lización generalizada que ha privado a los ma crisis económica, pero esta lectura ignora
asalariados de una comunidad laboral solida- que las intervenciones neoliberales se vienen
ria y ha obligado a buscar estrategias perso- produciendo desde hace tres décadas y sus
nales de mejora del poder de negociación (en efectos sociales trascienden el «austericidio».
particular a través de la formación y del en- El neoliberalismo es también un modo de pro-
deudamiento hipotecario como vía de movi- ducir una sociedad asimilada cada vez más
lidad social ascendente intergeneracional). en su funcionamiento al mercado y un modo
Este proceso de desmembración ha generado de gobierno basado en el estímulo de la com-
un amplio conjunto de malestares y conflic- petencia por medio de la desigualdad (Laval
tos sociales que los gobiernos han tenido que y Dardot, 2013). La extensión de la compe-
atajar a través de nuevos instrumentos de con- tencia entre sujetos, instituciones y colecti-
tención: workfare, políticas penales puniti- vos traslada la lógica de la empresa a toda la
vas, estrategias de flexibilización laboral... sociedad (tanto a lo público como a los indi-
(Standing, 2013) viduos, impelidos a convertirse en empresa-
En este escenario, las respuestas contra- rios de sí) (Foucault, 2007), una forma de
hegemónicas contemporáneas no han sido ca- consolidar el homo œconomicus y el interés
paces de ofrecer una alternativa mayoritaria. privado como única subjetividad posible y de-
A menudo han oscilado entre el anhelo nos- seable (régimen de verdad). Una sociedad for-
tálgico de una restauración keynesiana y el mada por empresarios de sí mismos, eficien-
pensamiento desiderativo, entendiendo la ex- tes calculadores de costes y beneficios que
tensión de la mercantilización como la semi- asumen riesgos en lugar de esperar que les
lla de un inminente florecimiento histórico proteja la comunidad o el Estado, extiende
de posibilidades emancipatorias. En particu- las tecnologías de control al interior de los
lar, el utopismo tecnológico ha concentrado propios sujetos: es la prevención respecto de
gran parte de este optimismo inane, que ha los propios riesgos y respecto de los que en-
querido ver en el entorno digital la matriz de carnan los otros, lo que logra generar meca-
nuevas formas cooperativas capaces de des- nismos de confianza en uno mismo —capi-
afiar el orden neoliberal y en el nuevo panóp- tal humano, empoderamiento individual,
tico digital la principal amenaza a esa diná- emprendimiento— y desconfianza respecto
mica antagonista. De este modo, se ha tendido de los demás —comparación, inseguridad, ri-
a opacar en algunas de las reflexiones críti- validad—. Desde esta perspectiva, a las po-
cas de mayor impacto el papel crucial que líticas sociales no les compete reducir la des-
siguen desempeñando los mecanismos de in- igualdad sino promover la responsabilidad
tervención social estatal tradicionales —re- individual y, cuando esto fracasa, orquestar
gulación del mercado de trabajo, políticas los dispositivos necesarios para la detección,
educativas, nuevo régimen fiscal, crisis de los prevención y contención de riesgos sociales
cuidados, gestión de las ayudas sociales, legis- (la pobreza, la violencia y la protesta) (Ávi-
lación penal...— y el modo en que se han ido la y García, 2013). En lo que sigue, mapea-
Presentación del monográfico. Cuad. trab. soc. 30(2) 2017: 243-260 251

remos algunas de las manifestaciones de la 5.1.2. Igualdad de oportunidades, focaliza-


gubernamentalidad neoliberal de lo social di- ción y activación
vididas en dos apartados: uno referido a las
condiciones materiales y organizacionales Una segunda manifestación del neoliberalis-
que impone y otro dedicado a las subjetivi- mo en la organización de lo social lo consti-
dades que construye. Ambos recorridos los tuye la definición del objeto mismo de la po-
haremos acompañados de algunas de las crí- lítica social. Los objetivos redistributivos de
ticas que ha recibido la intervención social arriba abajo de las políticas sociales welfa-
neoliberal. ristas resultan ahora perniciosos desde una
perspectiva que no ve en la desigualdad un
5.1. Implicaciones materiales y organiza- problema, sino un estímulo para la activación
cionales de la intervención social neoliberal de quienes menos tienen, y por lo tanto para
el progreso general de la sociedad. En el con-
Englobamos aquí las características más so- texto español, las políticas sociales de los pri-
bresalientes de los objetivos que organizan meros gobiernos socialistas en la década de
las políticas sociales y el Trabajo Social en el 1980 ya llevaban preñado el concepto de
contexto contemporáneo. «igualdad de oportunidades», introduciendo
el matiz de la necesaria competitividad en una
5.1.1. Austeridad sociedad de mercado sobre la vieja noción so-
cialista de igualdad. El marco de verdad que
La primera de las manifestaciones de la se impuso en la Transición anticipó que la
política social neoliberal es la austeridad. desigualdad sería «inevitable», pero a cam-
Aunque no es la única característica del ne- bio el país se modernizaría con su entrada en
oliberalismo, sería clamoroso obviar su im- la Comunidad Económica Europea trayendo
portancia. El cálculo de costes y beneficios desarrollo para todos (efecto ascensor) (Co-
desde parámetros mercantiles convierte cier- lectivo IOE, 1990).
tas políticas sociales en lastres para el creci- En otras latitudes, también hemos asisti-
miento económico («déficit»). Así es como do al declive del objetivo político de la igual-
los recortes de presupuestos y plantilla en ma- dad. La focalización en la pobreza y la exclu-
teria de servicios sociales contribuyen a equi- sión, y la especial atención a la formación
librar la balanza fiscal (en lugar del cese de para el empleo, la productividad de los po-
la reducción de la carga fiscal sobre las cla- bres, su activación para el mercado, la inno-
ses altas). Desde el Trabajo Social radical bri- vación para el emprendimiento y el estímulo
tánico se vienen denunciando estas políticas económico mediante microcréditos, han sido
de austeridad y el ataque al potencial trans- centrales en las políticas sociales de segunda
formador que encarna el propio Trabajo So- generación en Latinoamérica durante las
cial, así como los efectos sobre los colectivos últimas décadas (Aquín, 1999; Coraggio,
más vulnerables (mujeres, minorías, etc.) 2008). Raúl Zibechi ve en estas políticas el
(Lavalette, 2014). En el sur de Europa, espe- sello del Banco Mundial y los aprendizajes
cialmente castigado por la disciplina de la de su director, Robert McNamara, cuando fue
austeridad, múltiples voces han venido de- Secretario de Defensa estadounidense: tras el
nunciando el frenazo al incompleto desarro- fracaso de Estados Unidos en la Guerra de
llo de los servicios sociales (Alguacil, 2012), Vietnam, se hizo evidente que el conflicto bé-
la desinversión pública en materia de pobre- lico era insuficiente si no iba acompañado de
za, dependencia, etc. (Martínez, Cruz y Ioa- la lucha contrainsurgente por medio de polí-
kimidis, 2014; Asociación Estatal de Direc- ticas sociales (Zibechi, 2012; Neocleous,
tores y Gerentes de Servicios Sociales, 2016), 2016). Esta filosofía fue trasladada a Latino-
así como el neofilantropismo en forma de américa en las décadas de 1980 y 1990 por
shows de humanitarismo y de bancos de ali- medio del trabajo con ONGs locales, pero Zi-
mentos (Nogués y Cabrera, 2017). bechi va aún más lejos en su crítica a estas
252 Presentación del monográfico. Cuad. trab. soc. 30(2) 2017: 243-260

políticas sociales, detectando precisamente mercado. La Unión Europea a través de la Es-


su proyección, y no su cortocircuito, en el trategia Europa 2020, la Administración del
contexto de los gobiernos progresistas de la Estado mediante el Plan Nacional de Acción
región en la década de 2000 (la Argentina de para la Inclusión Social del Reino de España
los Kirchner, el Brasil de Lula y Roussef, 2013-2016, o la Comunidad de Madrid a tra-
etc.). Esta segunda generación de políticas vés de la Estrategia de Inclusión Social de la
sociales ya no trabaja sobre la privatización Comunidad de Madrid 2016-2021, han ido
y la ruptura del vínculo social, sino que trata asumiendo los principios de la «inclusión ac-
de instrumentalizar el propio vínculo forma- tiva», basada en un «apoyo a la renta» de los
do en los ciclos de protestas (cooperativas de más excluidos, el «acceso al empleo» como
trabajadores pobres o redes de trueque comu- fundamental indicador de inserción y unos
nitarias surgidas en la crisis argentina de «servicios públicos de calidad» que promue-
2001) con el fin desactivarlo en su potencia van la «inclusión social y económica» (Co-
política. Convertir a los movimientos en or- munidad de Madrid, 2016). Los recursos des-
ganizaciones, la autogestión en actividad pro- tinados a la formación y el fomento del
fesional y a los militantes en técnicos, resul- emprendimiento de los excluidos a través de
tó eficaz a la hora de reducir la conflictividad microcréditos (Rodríguez, 2016), son algu-
social, al tiempo que las políticas económi- nas de las nuevas vetas que se exploran en es-
cas no tocaban las estructuras de propiedad y tas estrategias de inclusión, asumiendo como
las actividades acumulativas y extractivistas único criterio de la misma la inserción en el
(Zibechi, 2012). mercado. Como no se cansan de repetir quie-
Estas políticas sociales focalizadas en la nes abrazan los dogmas neoliberales, la me-
pobreza —y no en la desigualdad— y en la jor política social es la creación de empleo,
activación para el mercado —y no en el au- pero cabría añadir como objetivo fundamen-
togobierno—, han caracterizado también las tal la producción de sujetos empleables (Font
acciones públicas y del tercer sector en Eu- y Langarita, 2015).
ropa, y específicamente en España. Desde
que en la década de 1970 se introduce el con- 5.1.3. Gerencialismo
cepto de exclusión y se acompaña de nuevas
políticas sociales, fundamentalmente a través Un tercer indicador de la impronta neolibe-
de los programas de rentas mínimas de inser- ral en lo social nos lo proporcionan los cam-
ción, se han ido sedimentando una serie de bios producidos en las instituciones que lo
discursos y conceptos que van abandonando gestionan. Los servicios sociales han sido un
abordajes estructurales no centrados solo en campo especialmente afectado por las exter-
la pobreza sino también en la riqueza. Como nalizaciones, privatizándose la gestión de ser-
ya señaló Michel Foucault, a finales de la dé- vicios ya existentes o diseñando los nuevos
cada de 1970, en el cuerpo doctrinal neolibe- bajo gestión privada. La creación de nuevos
ral no se elimina la política social, sino que nichos de negocio para grandes empresas (en
se piensa fundamentalmente como un modo los cuidados, en la intervención socioeduca-
de aliviar a quienes han caído fuera del jue- tiva, en la mediación, etc.), y el apremio pa-
go de la competencia para devolverlos a la ra hacer funcionar bajo lógicas mercantiles a
misma: la invención de las rentas mínimas de organizaciones del tercer sector y a pequeñas
inserción en Francia tenía este sentido, pro- asociaciones de carácter local, introduce la
porcionar un mínimo que no acomodase al lógica de la competencia en un campo en el
perceptor a cambio de acciones para su acti- que a priori podrían predominar formas co-
vación y reinserción competitiva (Foucault, operativas y de solidaridad. Pero además,
2008). El foco sobre la pobreza y la exclusión constituye un eficaz modo de gobernar el po-
a través de su monitoreo mediante la produc- tencial crítico de muchas organizaciones del
ción de datos, índices e indicadores, da cuen- tercer sector que dependen de los contratos y
ta de una gestión biopolítica inseparable del subvenciones. Por último, no hay que olvidar
Presentación del monográfico. Cuad. trab. soc. 30(2) 2017: 243-260 253

que como modo de gestión genuinamente ne- atención en los datos más que en los conte-
oliberal, mediante las externalizaciones el Es- nidos (lo cual supone una re-burocratización
tado no pierde capacidad de dirección políti- en forma de informes, memorias, etc.) e in-
ca, sino que gobierna de manera indirecta y troduce las estrategias del management em-
con un margen de flexibilidad mayor que las presarial en los servicios sociales en detri-
viejas estructuras estatales los riesgos socia- mento de las identidades profesionales y del
les variables (Ávila y Malo, 2009). saber hacer que pudieron enarbolar los tra-
No obstante, una suerte de corriente neo- bajadores sociales en la transmisión del pro-
filantrópica va haciendo emerger como suje- grama institucional en un contexto welfaris-
tos de la acción social a fundaciones con una ta-disciplinario (Dubet, 2006). Se trata de
amplia capacidad presupuestaria y también una auténtica colonización por parte de la
con un amplio margen de gobierno sobre los eficiencia economicista de la gestión de la
criterios de la intervención. La Responsabili- pobreza (Grassi, 2003).
dad Social Corporativa (RSC) constituye ca- Si las instituciones se convierten cada vez
da vez más una estrategia central en las em- más en empresas y los usuarios en clientes a
presas. Entre los beneficios para las mismas, los que se les da la posibilidad de elegir (Ro-
se encuentra la proyección de una imagen de se, 1997), no cabe extrañarse de la irrupción
compromiso social que tape la lógica de be- del marketing en forma de campañas publi-
neficio privado, la generación de nuevos mer- citarias, cartas de servicios, sellos de calidad
cados, o la «obligación» de restituir a la so- y llamadas al buen trato relacional del ciuda-
ciedad lo que se ha extraído de ella, pero dano (como modo de compensar el maltrato
otorgando a esas mismas empresas, y no ya al material y la ausencia de democracia en di-
Estado o a las comunidades, el poder de dise- chas instituciones). La «sonrisa de la institu-
ñar las acciones sociales. Como parte de la li- ción» (Velasco, Díaz de Rada, Cruces, Fer-
teratura sobre Responsabilidad Social Corpo- nández, Jiménez y Sánchez, 2010) contrasta,
rativa reconoce, si el entorno de la empresa se sin embargo, con una enorme burocratización
deteriora, la empresa se devaluará (Secchi, que ya se manifestó en forma de malestar pro-
2007). Los casos más llamativos son los de las fesional en los primeros años de los servicios
fundaciones bancarias, las cuales desarrollan sociales (Álvarez-Uría, 1995), pero que hay
acciones asistenciales (cheques para familias que entender además en su funcionalidad ac-
pobres), comunitarias (proyectos de interven- tual en el marco de austeridad: la burodisua-
ción comunitaria intercultural en barrios de- sión, la buroexclusión y la burorrepresión
gradados) o de gestión de vivienda social (pre- constituyen mecanismos despersonalizados
cisamente, el parque de vivienda que ha y dispersos de regulación en el acceso a los
quedado vacío como consecuencia de los des- derechos (Ávila, Domínguez, García, Maro-
ahucios ejecutados por los mismos bancos). to, Martín, Oliver, 2015).
Pero la lógica mercantil no consiste solo
en la ampliación del campo de acción priva- 5.2. La subjetivación neoliberal a través
da, sino también en la introducción de esa di- de la intervención social
námica en el funcionamiento del Estado. La
retórica gerencial ha ido penetrando en los Indisociable de las condiciones materiales y
servicios sociales del mismo modo que lo ha organizacionales que hemos descrito en el an-
hecho en la policía, la educación o la sani- terior apartado, hemos creído oportuno tra-
dad. El énfasis en las habilidades de gestión, bajar por separado los contenidos conceptua-
en las mediciones de rendimiento cuantifi- les que se ponen en boga en la intervención
cables y en la evaluación, se ha generaliza- social contemporánea, a saber, la (neo)disci-
do en las instituciones de Trabajo Social (Fer- plina, el actuarialismo y la innovación social.
guson, 2012). Se ha impuesto una lógica Estos contenidos se realizan bien poniendo
económica (de análisis de costes y benefi- el acento en lo negativo —sujetando— o bien
cios) y de auditoría continua que centra su en lo positivo —produciendo.
254 Presentación del monográfico. Cuad. trab. soc. 30(2) 2017: 243-260

Entre las acciones en negativo destacamos do tanto su capacidad para comprender el


la pervivencia de múltiples prácticas y ges- nuevo contexto como su potencial transfor-
tos que consideran el Trabajo Social como un mador. Y es que, en buena medida, no fue tan-
modo de disciplinamiento y castigo: el usua- to su derrota mediante la reacción de los po-
rio es reducido a un conjunto de faltas y erro- deres (aunque en Latinoamérica fueron
res que deben ser reconducidas mediante in- muchos los trabajadores sociales represalia-
tervenciones conductistas (combinando dos por las dictaduras) como el éxito cultu-
educación y sanción). El workfare asistencial ral de sus planteamientos, lo que constituyó
acompañado de las políticas punitivas que la base para su desactivación política. Igual
describe Loïc Wacquant (2010) en EE UU tie- que el capitalismo aprende de las críticas
ne versiones más edulcoradas en nuestro con- recibidas (Boltanski y Chiapello, 2002) y ha
texto, si bien encuentra en el espíritu de sido capaz de ir incorporándolas a su funcio-
algunos profesionales un campo para su des- namiento —recontextualizadas y resignifica-
arrollo. Así es como, incluso contraviniendo das— el Trabajo Social posible en el contex-
las normas más garantistas, algunos profesio- to neoliberal también ha ido bebiendo de los
nales usan la gestión de la renta mínima co- postulados que lo erosionaban, pero refun-
mo un modo socio-céntrico de extender su cionalizándolos de un modo tal que no hicie-
propia cosmovisión moral (Ayala, 2009). sen tambalearse las estructuras de poder ca-
También en negativo, aunque no con una pitalistas, coloniales y patriarcales. Se puede
utopía moral de fondo sino buscando la efi- afirmar que los tres grupos de críticas dieron
ciencia y la eficacia en el sostenimiento del lugar a la centralidad de tres conceptos: del
orden urbano, buena parte de las energías de Trabajo Social radical surgió la idea de em-
los servicios sociales y de proyectos del ter- poderamiento, la reconceptualización actua-
cer sector están dedicadas a la gestión de ries- lizó la participación y desde la crítica anti-
gos y emergencias. Una policialización del institucional se llegó a la innovación social.
Trabajo Social y una «trabajosocialización» La razón de gobierno neoliberal ha ido redi-
de la policía se combinan para abordar de un rigiendo el uso de dichos conceptos (que en
modo actuarial la realidad de los barrios y las función de los contextos pueden seguir alber-
familias, llevando a cabo un continuo moni- gando prácticas transformadoras) hacia la
toreo, ejerciendo acciones preventivas bana- adaptación al mercado y la gobernanza del
les y estableciendo protocolos de atención a orden social desigual.
las emergencias cuando no se han podido pre- El empoderamiento, como proceso de to-
venir los riesgos. Este trabajo de parcheo tie- ma de conciencia y capacitación para organi-
ne en los programas de poblaciones «en/de zarse y movilizarse, atrae usos muy ambiguos
riesgo» (proyectos de prevención de bandas y contradictorios entre sí (Bacque y Biewe-
latinas, etc.) y en la atención a las emergen- ner, 2016). El concepto de empoderamiento
cias sociales (Samur Social, etc.) sus desarro- ha sido en buena medida descolectivizado y
llos más singulares (Ávila y García, 2013). psicologizado (de la dominación estructural
Sin embargo, lo más genuino de la inter- a la «baja autoestima»), usado para adornar
vención neoliberal sobre lo social lo consti- retóricamente intervenciones directivas y
tuye la captura de conceptos que tuvieron un asistenciales («empoderar al otro») o para ser
potencial crítico transformador y su amolda- resignificado en la activación para el merca-
miento al banal discurso del pensamiento po- do sin cuestionar las estructuras dominantes
sitivo. Más arriba vimos cómo una serie de («empoderamiento de las mujeres a través del
críticas en las décadas de 1960 y 1970 —Tra- emprendimiento»).
bajo Social radical, reconceptualización, crí- La participación, como evocación de la
tica anti-institucional— contribuyeron a ero- democracia directa ante los déficits de la de-
sionar por la izquierda el «welfarismo». Sin mocracia representativa, ha sido tenida en
embargo, tras dejar su huella en la interven- cuenta en las políticas públicas locales y en
ción social, estas tres críticas fueron perdien- las acciones de las ONG, si bien sus usos ne-
Presentación del monográfico. Cuad. trab. soc. 30(2) 2017: 243-260 255

oliberales y socioliberales no siempre han quitectónicos para mejorar un espacio comu-


ampliado la democracia, sino que la han en- nitario, las acciones de innovación social es-
cajonado en los marcos de la llamada «gober- tán siendo cada vez más impulsadas por las
nanza». La participación ha sido instrumen- instituciones públicas y el tercer sector. Sin
talizada para ocuparse no de los beneficios embargo, en muchas ocasiones se confía a la
que genera una sociedad sino de los costes innovación social la solución de problemas
(cuidados de personas dependientes a cargo sociales sin pasar por la redistribución de ren-
de las familias y los vecindarios). Es el caso ta y poder (Rendueles y Subirats, 2016; Cas-
de la llamada «sociedad participativa» impul- tro y Martínez, 2016), aplicando recetas pro-
sada por el gobierno holandés para reducir la pias de las clases medias y las élites culturales
carga del Estado del bienestar (Subirats, a unos pobres que nuevamente mostrarán que
2013). También se usa la participación para no están a la altura de los tiempos (Martínez,
delegar en las propias comunidades el con- 2014).
trol sobre los perceptores de las prestaciones
(Rose, 1997; Agudo Sanchiz, 2009). Se dan
otros usos retóricos de la participación o del 6. Presentación de los artículos
trabajo comunitario donde solo hay charlas
informativas y coordinación entre profesio- El hecho de que el neoliberalismo haya sido
nales. La participación es más abierta en otros capaz de metabolizar los cuestionamientos a
procesos barriales, pero quienes participan la intervención social, ¿implica necesaria-
actúan como radares sociales que proporcio- mente que la crítica esté condenada eterna-
nan información a las autoridades o como ve- mente al fracaso? Los coordinadores de este
cinos denunciantes, y no como sujetos refle- número pensamos que el neoliberalismo plan-
xivos de deliberación y decisión. Se pueden tea un nuevo campo de juego, más que el fin
observar procesos participativos en los que de la historia. Los efectos de los conceptos y
la población afectada decide, pero en el mar- las políticas sociales dependerán de su uso
co liberal de la elección racional, sin poder concreto en cada contexto. Las propuestas
replantear las preguntas y sin poder impug- críticas que surgieron en las décadas de 1960
nar las estructuras económicas y políticas. Por y 1970 poseen aún un amplio potencial críti-
último, se cuestiona que la participación, aún co y, del mismo modo, aún perviven discur-
en procesos muy abiertos, reflexivos y deli- sos y prácticas que en el siglo XIX sirvieron
berativos, constituye un modo de arrancar para denunciar la desigualdad capitalista y
a las comunidades de sus tejidos orgánicos promover el apoyo mutuo. Además, la apari-
—donde se proporcionan apoyo para la su- ción contemporánea de nuevos conceptos y
pervivencia y también «buena vida»— para prácticas colectivas —comunes, cuidados, sa-
colocarlas en contextos formales «más pen- beres subalternos...— puede ser el punto de
sados para ciudadanos abstractos que para tra- partida de recorridos hoy insospechados pa-
mas colectivas reales» (Izquierdo, 2017). ra una comprensión emancipadora del Traba-
Por último, los cuestionamientos de las jo Social. De momento, quienes coordinamos
instituciones jerárquicas y la burocratización este número solo pretendemos reabrir el cam-
de la intervención social están dando lugar a po de ideas y debates en torno a un Trabajo
la extensión de multitud de prácticas de in- Social crítico.
novación social basadas en las nuevas tecno- Los artículos recogidos en este monográ-
logías y en las prácticas críticas de movimien- fico dan cuenta de la riqueza de las perspec-
tos sociales para generar respuestas que ni la tivas críticas que hoy tratan de hacer frente a
rigidez estatal ni la obsesión por la rentabili- los desafíos del Trabajo Social. Así, uno de
dad del mercado son capaces de abordar. Des- los signos de los tiempos en este campo de
de huertos urbanos a formas de economía estudio es la recuperación y la actualización
colaborativa, pasando por aplicaciones infor- de los análisis biopolíticos de las estrategias
máticas de apoyo social y por prototipos ar- de intervención social como mecanismos de
256 Presentación del monográfico. Cuad. trab. soc. 30(2) 2017: 243-260

contención y gestión del conflicto. La entre- do se trata de una transformación de las for-
vista a Jacques Donzelot, uno de los pione- mas de intervención estatal que siguen sien-
ros en la aplicación de las metodologías ge- do tan intensas como en el pasado. A través
nealógicas y arqueológicas al campo de la de un análisis etnográfico de un conjunto de
intervención social, presenta una evaluación intervenciones sociales en México saca a la
retrospectiva de su propio trabajo en un mo- luz la aparición de espacios ambiguos, don-
mento de crisis de los instrumentos de soli- de la frontera entre lo público y lo privado se
daridad social característicos del Estado de difumina, mientras la responsabilidad sobre
bienestar. Lorenzo García Martín analiza las los servicios sociales se descarga sobre los
aproximaciones de Michel Foucault y el pro- ciudadanos y las asociaciones civiles. Por su
pio Jacques Donzelot a la intervención social parte, Daniel Parajuá Navarrete hace una ex-
como fuerza normalizadora que lleva los dis- ploración de los dispositivos contemporáne-
cursos higienistas, familiaristas y psicológi- os de codificación y monitorización de los
cos hacia las clases populares. Por su parte, usuarios de los servicios sociales por medio
Manuel Desviat propone una evaluación crí- de las construcciones narrativas específicas
tica de la evolución de la reforma psiquiátrica de la intervención social. De este modo mues-
y el Trabajo Social sanitario en un contexto de tra la construcción institucional de los suje-
mercantilización generalizada. Las interven- tos que son objeto de esa intervención, así co-
ciones psicosociales se han integrado en el sis- mo de algunas condiciones socio-históricas
tema político-económico hegemónico y se ha de producción de un tipo específico de asis-
desfigurado el espíritu original de la reforma tencia social en el que existen tareas no ex-
—los principios salubristas, la desinstitucio- plícitas relacionadas con el control de las po-
nalización real, el trabajo comunitario, la par- blaciones relegadas.
ticipación ciudadana...— en un proceso de pa- Otros dos textos de este bloque se centran
tologización del sufrimiento social. Por en el análisis de las rentas mínimas como res-
último, María Inés Martínez Herrero mapea puesta estatal a la crisis del pacto keynesia-
las mutaciones que ha sufrido en las últimas no-fordista y el fin del pleno empleo. En pri-
décadas el Trabajo Social en Inglaterra a la mer lugar, Joan Cortinas Muñoz estudia la
luz de su instrumentalización gubernamental historia institucional del proceso de imple-
para la introducción de la ideología neolibe- mentación de la Renta Mínima de Inserción
ral en el cuerpo social, así como las resisten- catalana, que fue diseñada como un disposi-
cias que surgen en el seno de un incipiente tivo orientado a la capacitación profesional
movimiento de renovación radical en la pro- en proyectos de inserción locales a pesar de
fesión. Se trata de un ejercicio de enorme tras- que el problema al que trata de dar respuesta
cendencia si tenemos en cuenta la influencia tiene que ver con grandes mutaciones econó-
mundial que ha tenido y tiene dicho país en el micas y políticas globales. En segundo lugar,
nacimiento y desarrollo de la disciplina. Rubén Lasheras Ruiz, Edurne Jabat Torres,
Un segundo conjunto de artículos se cen- Madalena D’oliveira-Martins e Ignacio Sán-
tra en los efectos de distintas herramientas chez de la Yncera analizan el modo en que los
concretas de intervención social en un con- perceptores de la Renta de Inclusión Social
texto de aumento del sufrimiento social y la en Navarra tienden a asimilar una serie de di-
conflictividad. En primer lugar, dos artículos námicas simbólicas que entran en conflicto
microsociológicos muestran la participación con los propósitos inclusivos con los que fue
del Trabajo Social en las nuevas estrategias diseñado el recurso: tendencia a la responsa-
hegemónicas de contención del malestar. En bilización individual por las situaciones de
concreto, Alejandro Agudo Sanchiz analiza exclusión, exigencia de mayor supervisión
el modo en que la dispersión de algunas fun- por parte de los servicios sociales, sentimien-
ciones de gobernanza hacia el tercer sector tos de vergüenza y culpa, etc.
no supone necesariamente un mayor protago- El monográfico también presenta algunas
nismo de la sociedad civil sino que a menu- experiencias de resistencia a la privatización
Presentación del monográfico. Cuad. trab. soc. 30(2) 2017: 243-260 257

y el tratamiento individualizador del malestar padoras de Trabajo Social. Por su parte, Ivon-
social. Enrique García Escamilla, David Mu- ne Herrera Pineda y Carlos Pereda Olarte ex-
ñoz Rodríguez y Manuel Sáez Bayona descri- ponen la labor de Invisibles de Tetuán, un co-
ben algunas de las claves teóricas y las estra- lectivo que interviene en el distrito madrileño
tegias de Baladre, un grupo español de de Tetuán tratando de afrontar el desempleo,
coordinación de luchas contra el paro, el em- la precariedad laboral y la debilidad de los sis-
pobrecimiento y la exclusión social con más temas de protección social desde la auto-orga-
de treinta años de vida, que trata de actualizar nización vecinal, el apoyo mutuo, el respeto a
concepciones críticas, liberadoras y emanci- la diversidad y la metodología horizontal

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