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PODER - POLITICA Y TRABAJO SOCIAL

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Valparaíso, mayo de 2022


Poder y Política en el Trabajo Social

El Trabajo Social es una profesión que se desarrolla, crece y evoluciona dentro de


contextos políticos, económicos, sociales y de poder, los cuales producen condiciones de
vida, no siempre satisfactorias, apropiadas o dignas para las personas de una sociedad,
generando malestar, descontento y desigualdad. Esto da origen a una realidad social latente,
escenario propicio para que actúe la praxis del Trabajo Social.

“…se constituye en relación dialéctica con una sociedad, un período histórico y una
cultura que la van configurando permanentemente. De este modo, la identidad
profesional depende del pasado, de donde surgen las primeras identificaciones que
dan origen a la profesión y le permiten desempeñar un papel en la sociedad y, a partir
de esa base, se va enriqueciendo y modificando, en la medida que va recibiendo
nuevas demandas sociales; teniendo acceso a nuevos roles, aumentando su caudal de
conocimientos y profundizando la reflexión sobre su propia práctica.” (Quiroz, 1999).

La práctica de la profesión se pone a prueba dentro de una realidad social, involucrándose


con la vida “cotidiana” de las personas, llena de “significados” y “luchas” en la búsqueda de
identidad y sentido a su existencia. Este momento socio-histórico da origen a una realidad
social general, que es percibida de manera particular, distinta y especial por cada integrante
de la sociedad 1 , frente a esta realidad dinámica, cambiante y cada vez más compleja, entra a
jugar un papel fundamental el poder y la dimensión política en el ejercicio de la práctica de
la profesión. Herramientas necesarias para generar conexiones; desarrollar estrategias para
la solución de conflictos, satisfacción de necesidades y generación de miradas de cambio
para el empoderamiento de la profesión en la creación de políticas publicas acordes al
momento social e histórico, que se concreten en respuestas reales y no queden sólo en
discursos políticos ideológicos. ¿es el Trabajo Social una herramienta de poder político para
un verdadero cambio social? ¿desde donde ejerzo la profesión? ¿de qué manera entiendo e
interpreto la realidad social?

Para dar respuesta a estas interrogantes, se hace necesaria la reflexión y cuestionamiento


constante, con respecto a la práctica y quehacer profesional. Como también es importante

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Conjunto de personas que se relacionan entre sí, de acuerdo a unas determinadas reglas de organización jurídicas y
consuetudinarias, y que comparten una misma cultura o civilización en un espacio o un tiempo determinados.

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Poder y Política en el Trabajo Social

aclarar en primera instancia, lo ideológico-político de la profesión y, como ésta, se va


configurando con los distintos escenarios socio-históricos, los cuales van marcando el
desarrollo de las sociedades y las personas, que luchan por mantener su identidad
comunitaria, que se ve invadida por el individualismo de la modernidad, el egoísmo
capitalista y una globalización imparable que ha dominado todos los aspectos de la vida
pública y privada.

La dimensión político-ideológica del Trabajo Social del presente documento, será abordada
desde la práctica de la profesión, su relación cotidiana con la institucionalidad y las formas
de ejercer el poder según contexto social, momento político y necesidades reales de las
personas, familias y comunidades.

El Trabajo Social es, en esencia, ideológico, sus valores tienen en sí mismo un sentido ético
que se encuentra en lo simbólico, en la construcción social de sentidos e identidades, lo que
hace necesario transformar realidades. Esto permite adquirir una mirada aguda y rica frente
a los problemas sociales, de no ser así, los problemas se invisibilizan y se pierden las
particularidades, por lo cual no se puede apreciar la realidad tal como es; aquí lo político
cobra importancia, ya que la política es el instrumento para transformar esas realidades. Por
lo tanto, no hay política sin ideología y la ideología no se materializa de forma eficaz sin la
acción política.

La ideología2 es una forma de ver el mundo, lo que nos lleva a tomar una posición, ejerciendo
profesionalmente desde una postura que orienta la acción y el quehacer profesional. La
reconceptualización3 nos heredó el legado de la “búsqueda de la transformación de la
realidad”, la cual tiene una ideología clara que va orientada hacia los sectores más
desfavorecidos o vulnerables de la población.

Las Políticas Sociales, son el marco regulador político económico, con el cual los Estados
buscan hacer frente a proceso de transformaciones sociales. La política juega un rol decisivo
en la discusión de conflictos sociales, esto no deja de lado a la profesión, es más somos parte

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En ciencias sociales, una ideología es un conjunto normativo de emociones, ideas y creencias colectivas que son
compatibles entre sí y están especialmente referidas a la conducta social humana.
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caracterizada por la integración del análisis político-ideológico en la implementación de marcos conceptuales ,
proponiéndose no solo una descripción de estos, sino también una marcada intervención de los mismos, apuntándolos al
desarrollo, a la construcción de alternativas, líneas y propuestas con el fin de superar la intervención tradicional -
conservadora de tipo asistencialista paliativa, o del servicio social tecnocrático-desarrollista.

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Poder y Política en el Trabajo Social

de ellas. El Trabajo Social y su institucionalización, está ligado a las Políticas Sociales y al


reconocimiento de los Derechos Sociales, asumiendo diferentes roles y posturas según las
circunstancias que se estén viviendo en la realidad social, económica y política del país.

Como Trabajadores Sociales no podemos seguir siendo un instrumento de los sectores


dominantes y perpetuar las desigualdades sociales. Desde esta mirada debemos
desarrollarnos de manera plena y eficiente con distintos actores sociales. Esto nos permite
tomar un rol de relevancia, al ser el canal de comunicación entre la ciudadanía y las
instituciones del Estado, es decir, ejercer, nos guste o no, una cuota de poder en el manejo de
información y conocimientos, para decidir frente a ciertas cuestiones que son relevantes. No
basta con dar solución a problemas individuales, sino que hay que contribuir al
funcionamiento de la sociedad, reconstrucción del tejido social y activación de la
participación ciudadana4 , con la finalidad de integrar a la población marginada por el sistema.

En la actualidad, el Trabajo Social es un espacio importante para el pensamiento económico,


político y social, siendo las prácticas de intervención en lo social, reconocidas por
reconfigurarse a las necesidades y preocupaciones de la población. En este ámbito se genera
un espacio de poder e influencias.

“El ejercicio de poder implica cambiar unas acciones por otras a través de la relación
entre sujetos, para Foucault, consiste en guiar la posibilidad de conducta y poner en
orden sus efectos posibles. El poder sólo existe cuando es puesto en acción, una
acción sobre otra, ya sea en el presente o a futuro. El poder implica la manifestación
de un consenso, aunque esto no es excluyente para que se lleve a cabo. Se realiza en
los diferentes niveles de la sociedad a través de mecanismos de control, coerción y/o
vigilancia, los que sobrepasan las instituciones de la sociedad. Por estas razones, una
relación de poder existe en la medida en que haya un “otro” sobre el que se ejerza el
poder y un campo de respuestas, reacciones, resultados, etc. que respondan a dicha
relación. Podría hablarse, así, de una omnipresencia del poder, en cuanto se produce

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Es la intervención de los ciudadanos en la toma de decisiones respecto al manejo de los recursos y las acciones que tienen
un impacto en el desarrollo de sus comunidades. En este sentido, la Participación Social se concibe como un legítimo
derecho de los ciudadanos más que como una concesión de las instituciones. Para que la participación social se facilite, se
requiere de un marco legal y de mecanismos democráticos que propicien las condiciones para que las comunidades
organizadas hagan llegar su voz y sus propuestas a todos los niveles de gobierno.

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Poder y Política en el Trabajo Social

a cada instante, en todas partes, en todas las relaciones con un “otro”. (Míguez,
2000)).

En lo cotidiano de la práctica y en la intervención del Trabajo Social, nos encontramos frente


a la siguiente problemática: el rol profesional esperado por la institución y el rol personal e
ideológico que quiero desempeñar como profesional, situación que va más allá del tipo de
institución. Como Trabajador Social en las instituciones nos encontramos en una posición de
subordinación, siendo el objeto de los otros. Frente a este escenario, en donde las
instituciones, socialmente definidas y, el Trabajo Social, presentan una relación de fuerzas,
más aún, cuando el objetivo de la institución es controlarlo todo, determinando: espacio y
formas de relación, entra en juego el poder, el cual es ejercido a través de diferentes
dispositivos de control incorporados en espacios de la vida cotidiana de las personas.

“El poder puede ser dominante, entonces hay personas a ser dominadas, se produce una
relación de producción y reproducción de dominados y dominantes” (Míguez, 2000). Las
instituciones son fuentes de disciplinamiento y control, cuyo objeto es mantener a los sujetos
y sujetas sujetados al sistema.

Como Trabajador Social nos desenvolvemos en un contexto concreto (tiempo y espacio)


cuyo rol siempre deberá ser crítico y de acuerdo a la realidad social, económica y política del
momento histórico que se vive. En este contexto concreto, son las Políticas Sociales las que
articulan y entregan los lineamientos para la acción del Trabajo Social en el contexto social
inmediato.

Desde una mirada de poder, como Trabajadores Sociales nos enfrentamos a una eterna
disputa y encrucijada: “ser” v/s “deber ser”: “ser” un profesional que busca generar procesos
de objetivación de los sujetos con los cuales trabajo; “deber ser” rol profesional instituido,
donde no sólo se tiene el poder, sino que se ejercen relaciones asimétricas. Es una lucha,
cuestionamiento que se da sólo a través de una reflexión consciente en torno a lo que significa
el poder, el reconocimiento de este y el cómo decido usarlo. Esta lucha entre el “ser” y “deber
ser” se encuentra mediada por el poder: poder que se ejerce hacía “otro” que queda reducido
por el “deber ser” del marco institucional.

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Poder y Política en el Trabajo Social

Cuando se ejerce poder sobre un “otro”, debemos considerar dos elementos fundamentales:
la libertad y la autodeterminación de las personas con las cuales trabajamos o hacemos
intervención, no podemos olvidar que la libertad del “otro” es parte constitutiva de las
personas. El poder sólo puede ser ejercido sobre sujetos libres y la libertad desaparece cuando
se ejerce el poder. Como Trabajadores Sociales podemos realizar prácticas que impliquen
ejercicio de poder, a través de la ejecución de políticas sociales, las cuales nos ubican en un
ejercicio de poder desde la institucionalidad, el Estado.

La dimensión política es constitutiva del Trabajo Social, el cual no elige hacer política,
porque ya es parte de la política. El mundo humano, en el cual se desarrolla la profesión es
siempre político, trabajar con problemas sociales, es trabajar con problemas políticos,
entonces los aspectos importantes de esta dimensión son: la conciencia, el compromiso, la
crítica y la emancipación, los cuales permiten darse cuenta de la posición y postura de poder
que se ocupa. Bajar y darnos cuenta de la realidad, muchas veces triste y cruel, pero necesaria
de conocer tal cual es, nos permite involucrarnos y ser parte de ella, reflexionar sobre las
capacidades inherentes de las personas y hacer criticas frente a la injusticia, no aceptar la
realidad como ya dada e irreversible.

“Burdeau define lo político como inherente a todo acto, hecho o situación que ponga
de manifiesto la existencia de un grupo humano y relaciones de obediencia y
autoridad con el propósito de alcanzar un fin común y dice... Lo político abarca todo
lo que se refiere al poder. (citado por Velásquez, 1985)” (Lozano, 2010).

El Trabajo Social y su campo de desarrollo, siempre han estado sujeto a lo diferentes


contextos sociales, políticos y económicos que han marcado la realidad histórica y sus efectos
en los individuos y sociedades, produciendo los lineamientos requeridos para la
configuración de la profesión, la cual es parte de la articulación de las necesidades de la
población frente a la respuesta del Estado. Respuesta que se da a través de las Políticas
Públicas que fijan los parámetros de intervención de los profesionales. Esto representa la
dicotomía más profunda de la práctica de la disciplina, enfrentando la ideología con el
aspecto político de la misma, poniendo a prueba los valores y ética del ejercicio de la
disciplina.

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Poder y Política en el Trabajo Social

El estado presenta regulaciones que son parte de la necesidad de organización de la sociedad


y su funcionamiento. Estas regulaciones dependen del momento político e intereses del
gobierno, los cuales son influenciados por el poder económico, en contraposición a los
intereses de la sociedad, dando origen a Políticas Publicas no siempre apropiadas o atingentes
a la realidad social.

El Trabajo Social, transita entre la formación profesional, la ideología particular y la política,


que envuelve todos los aspectos del quehacer profesional, limitando la esencia de la profesión
en la intervención, que debiera fomentar la búsqueda de la emancipación de los individuos y
su determinación de la sociedad en que quieren vivir y desarrollarse.

La ideología y política son parte esencial en el desarrollo de la profesión, la que está


relacionada de manera directa con la sociedad que sufre los efectos de las determinaciones
políticas, lo que nos obliga a ser ético y valóricos al momento de ejercer, poniendo en práctica
los principios ideológicos de la profesión, en el contexto socio histórico en que se están
desarrollando los hechos sociales a intervenir.

“La dimensión política e ideológica requiere también que ocupemos los distintos
espacios institucionales como espacios estratégicos de lucha política. Requiere que
nos hagamos cargo de nuestros discursos y de nuestras prácticas, de nuestros aciertos
y errores, de nuestras verdades y falsedades, de nuestras competencias y
mediocridades. En fin, requiere que aceptemos el desafío de construir nosotros una
historia distinta y no sólo criticar o resignarnos ante la historia que otros construyen.
Esta es la maravillosa dimensión política del trabajo social. Tenemos la imperiosa
necesidad de recuperar la utopía, de aportar a la construcción de un mundo más justo
y humano” (Maritnez & Aguero, 2008).

“El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica
que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento
y la liberación de las personas. Los 12 principios de la justicia social, los derechos
humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales
para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias
sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra

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Poder y Política en el Trabajo Social

a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el
bienestar” (FITS, 2014), nueva definición.

Desde la práctica personal de la profesión, en donde desarrollo a diario el rol de Gestora de


Formación y Capacitación en Fundación PRODEMU, me he encontrado constantemente en
el análisis y cuestionamiento del como desempeñar mi trabajo frente a las exigencias de la
institución y sus lineamientos versus lo que me exige la ideología y ética profesional,
encontrar la esencia de mi trabajo, el por qué y para qué lo realizo. Este análisis siempre está
presente, más aún cuando hay cambio de gobierno, lo que trae como consecuencia
transformaciones radicales en las formas de trabajar. Reformas que no son consecuente con
el discurso que se entrega a la opinión pública y que no cumplen el fin para el cual fue creada
la institución, poniendo en jaque el actuar profesional, ya que debes cumplir instrucciones,
sin cuestionar y, cumplir con las metas propuestas de manera centralizada, que no
necesariamente tienen un estudio territorial acabado que las respalde.

Inevitablemente en el ejercicio de la profesión, tenemos una postura ideológica y política, la


cual debe ser clara, consistente e inquebrantable, esto nos hace actuar de una manera
determinada en búsqueda de esos ideales profesionales, que siempre, pero siempre tienen que
ver con el bien común, los derechos humanos y el cambio de realidades sociales complejas,
marcadoras y determinantes en la forma de ser y actuar de las personas con las cuales
trabajamos.

Separarse completamente del asistencialismo y la ayuda hacia el otro, no es siempre posible,


ya que cada situación presenta un contexto único y subjetivo, del cual somos actores,
aportando con nuestros conocimientos y experiencia; generando redes de apoyo y, por, sobre
todo, apoyando en el descubrimiento de habilidades y herramientas personales para lograr
cambios individuales, familiares y sociales, que sean producto del autorreconocimiento de
derechos y deberes.

Mirar al otro, empatizar con sus necesidades, entender sus particularidades y respetar sus
decisiones, son lo esencia de mi trabajo actual. Mi relación a diario con realidades tan
diversas y dolorosas, me han permitido conocer de primera fuente el sentir de las personas,

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Poder y Política en el Trabajo Social

sus disgustos, desilusión y desencantos, situaciones frente a las cuales debo ser responsable
con lo que digo, hago y más aún, con lo que me comprometo. Es inevitable sentir ese impulso
de querer ayudar a todos, sin caer en reflexiones técnicas y profesionales, solo dejarte llevar
por esas ganas de ayudar, impulsos que poco a poco aprendes a controlar y manejar, ya que
no es muy sano y profesional involucrarse demasiado, ya que se pierde objetividad, no esta
de más aclarar, que nunca se es cien por ciento objetiva, ya que siempre hay subjetividad en
los procesos, los cuales siempre llevan algo de la ideología personal.

En lo personal, creo que mientras más nos mantenemos en relación con las personas y sus
territorios, encontramos la raíz y sentido de la profesión, la cual es desde y para las personas.
Esto nos permite mantenernos “aterrizados” con respecto al verdadero rol del Trabajo Social.

En este contexto, la relación “sujeto - trabajador social”, se genera, de manera inevitable, una
relación de subordinación, una relación de fuerza y poder, bajo la cual siempre esta la
capacidad de emitir un juicio, de establecer el o los problemas o la necesidad que tiene la
persona. Además, se nos entrega la facultad de decisión para determinar a quien se le entrega
el beneficio u oportunidad, lo cual queda a nuestro criterio. Esta situación nos genera poder
frente a las personas, el cual debe ser utilizado de manera eficiente, de acuerdo a los
protocolos y lineamientos, dejando de lado intereses personales en la asignación de recursos.
En este sentido, se tiene el poder para determinar prioridades, asignar beneficios, generar
redes y dar solución a problemáticas que se puedan presentar. El gran conflicto que se
presenta, es como puedo hacer para cumplir con los lineamientos institucionales y, a la vez,
desempeñar un Trabajo Social comprometido ideológicamente con una política de acción
clara y éticamente responsable. La respuesta, la descubro día a día, en el análisis y
cuestionamiento de mi trabajo y el contexto en el cual me toca desempeñarme.

El contexto actual es complejo, bajo una ideología tecnocrática mezclada con la idea
democrática, han hecho ver los problemas sociales desde una óptica técnica y despolitizada,
supuestamente. Esto se ha convertido en una característica central del modelo chileno de
gobierno, lo cual ha generado desinstitucionalización y desilusión, alejando al Estado de las
personas. En este proceso el Trabajo Social, también salió desfavorecido, ya que una
profesión eminentemente social se encuentra en la actualidad encerrada en oficinas, alejada

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de la realidad latente y sentir de la sociedad, espacio valioso de trabajo y desarrollo que ha


sido cedido a otras profesiones.

Rescatar el trabajo territorial y cercano a las personas es un desafío, para poder comprender,
entender y respetar la diversidad de necesidades e intereses, las cuales se pierden en el
individualismo y egoísmo del mundo actual tecnológico y globalizado.

“Para decidir la forma de vida colectiva que queremos, incluyendo la disputa por los
símbolos, la producción de conocimientos, los recursos y los acuerdos institucionales,
debemos comprender que la vida social, es esencialmente “política”, cualquiera fuere
la participación que tengan los sujetos sociales que la integran. La Política abarca
todos los aspectos de la organización institucional, la acción pública, las prácticas y
hábitos sociales y los significados culturales en la Medida en que están
potencialmente sujetos a la evaluación y toma de decisión colectiva”. (Young, 2000)

“La única lucha que se pierde es la que se abandona” Ernesto “Che” Guevara.

Contreras, S. d. (02 de Enero de 2015). Tabula Raza. Obtenido de


http://www.scielo.org.co/pdf/tara/n22/n22a14.pdf
FITS. (2014). Obtenido de http://ifsw.org/news/poder-politica-y-trabajo-social-la-
necesidad-de-reinventar-el-trabajo-social-a-nivel-mundial/

Grassi, E. (1989). La Mujer y La Profesion de Asistente Social. Buenos Aires: Humanitas.


Lozano, L. P. (2010). Trabajo Social y el Ejercicio Político del Poder para la Construcción de
la Democracia .
Maritnez , S., & Aguero, J. (2008). La Dimensión Político-Ideológica del Trabajo Social.
Buenos Aires: Dunken.
Melano, M. (2000). La Ilusion del Desarrollo y la Profesion del Trabajo Social. Obtenido de
file:///C:/Users/Bastian/Downloads/6110-18964-1-PB.pdf
Míguez, M. (2000). Geneologóa, Poder y Disciplinamiento en el Trabajo Social, un analisis
desde Foucault.

Montaño, C. (2000). La Naturaleza del Servicio Social. Sao Paulo: Cortez.

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Poder y Política en el Trabajo Social

Quiroz, M. (1999). Repensar la identidad profesional: una posibilidad de volver al mito


fundacional del Trabajo Social. Revista de Trabajo Social, Volumen 3 .
Young, I. (2000). Justicia y Las Políticas de la Diferencia. Madrid.

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