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Ruprecht-Karls-Universität Heidelberg

Neuphilologische Fakultät
Romanisches Seminar
Erstgutachter: PD Dr. Fernando Nina
Zweitgutachter: PD Dr. Eva-Maria Güida

¿Cómo hablamos el español?


Un estudio sobre las actitudes lingüísticas en México según los
residentes de la ciudad de Oaxaca

Wissenschaftliche Arbeit zur Erlangung des akademischen Grades Master of Arts

Iberoamerikanische Studien. Kontakt – Theorien und Methoden

Vorgelegt am 19. April 2023

von

Patricia Itzel Zurita Díaz


Índice

Introducción .......................................................................................................................4

Capítulo I. Fundamentos teóricos del estudio de las actitudes lingüísticas


1.1 El concepto de actitud..................................................................................................8
1.1.1 Componentes actitudinales ....................................................................................9
1.1.2 Modelos actitudinales............................................................................................9
1.2 Actitud lingüística .....................................................................................................11
1.2.1 Actitud e identidad ..............................................................................................12
1.2.2 Prestigio .............................................................................................................13
1.2.3 Ideología de la lengua estándar ............................................................................14
1.2.4 Dimensiones evaluativas de las actitudes .............................................................17
1.2.5 Variables sociolingüísticas ..................................................................................18
1.3 Métodos e instrumentos de medición de las actitudes..................................................19
1.3.1 El cuestionario ....................................................................................................19
1.4 Dialectología perceptual ............................................................................................21

Capítulo II. Ejes temáticos


2.1 Colonialidad y lenguaje .............................................................................................23
2.2 La expansión del español en México ..........................................................................25
2.2.1 Conflicto lingüístico y cultural: las lenguas originarias y el español .....................28
2.3 La variedad mexicana del español ..............................................................................31
2.3.1 Caracterización general .......................................................................................31
2.3.2 La división dialectal del español de México .........................................................32
2.4 Oaxaca .....................................................................................................................34
2.4.1 Panorama sociodemográfico ................................................................................34
2.4.2 Panorama lingüístico ..........................................................................................37
2.4.2.1 El español de Oaxaca ...................................................................................39

Capítulo III. Metodología


3.1 Perfil de los informantes.........................................................................................40
3.2 Diseño y aplicación del cuestionario .......................................................................42
3.3 Limitaciones generales del estudio..........................................................................43

Capítulo IV. Presentación, interpretación y discusión de los resultados


4.1 Actitudes y creencias hacia la lengua española en México...........................................46
4.1.1 La corrección lingüística .....................................................................................46
4.1.2 Las autoridades de la lengua en México ...............................................................50
4.1.3 ¿Dónde se habla el “mejor” y el “peor” español en México?.................................51
4.1.4 Preferencias sobre un único acento ......................................................................56
4.1.5 Apreciaciones dialectales ....................................................................................58
4.1.6 Valoraciones hacia las hablas del país: escala de diferenciación semántica ............62
4.2 Actitudes y creencias hacia el español de Oaxaca .......................................................65
4.2.1 Ubicación dialectal de Oaxaca .............................................................................65
4.2.2 ¿Cómo se habla en Oaxaca? ................................................................................67
4.2.3 El prestigio del español de Oaxaca.......................................................................69
4.2.4 La influencia de las lenguas originarias en el español de Oaxaca...........................70
4.2.5 Estereotipos hacia el oaxaqueño ..........................................................................71
4.3 Actitudes y creencias hacia las lenguas originarias......................................................75
4.3.1 ¿Lenguas o dialectos?..........................................................................................75
4.3.2 El prestigio de las lenguas originarias ..................................................................77
4.3.3 Promoción y desarrollo de las lenguas y culturas originarias .................................80
4.3.4 Presencia de elementos indígenas en la identidad de los informantes.....................83

Conclusión ........................................................................................................................85

Referencias bibliográficas.................................................................................................89

Anexos ..............................................................................................................................96
Anexo I. Lista de informantes..........................................................................................96
Anexo II. El cuestionario.................................................................................................97
Cuestionario contestado. Ejemplo 1............................................................................101
Cuestionario contestado. Ejemplo 2............................................................................105

Deutsche Zusammenfassung...........................................................................................109
Introducción
Las creencias, opiniones y actitudes hacia la lengua no solo son relevantes en el
sentido de que nos ayudan a entender fenómenos de variación y cambio lingüísticos, de
desplazamiento lingüístico, entre otros, sino que a través de estas es posible detectar
posturas explícitas o encubiertas de rechazo hacia una lengua o variedad de lengua y, por
consiguiente, hacia sus hablantes, las cuales pueden incluso propiciar situaciones de
exclusión o discriminación hacia los individuos de dicha comunidad. Así se demuestra en
la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS 2017), cuyos resultados
arrojan que uno de los principales motivos de discriminación en el país es la “manera de
hablar”. Llama la atención que de los estados que reportaron más prevalencia de
discriminación se encuentre Oaxaca, el estado con mayor diversidad étnica y lingüística
del país.
La riqueza lingüística y cultural de Oaxaca, sin embargo, pareciera influir de
manera negativa en la percepción del español que se habla en la zona , como lo han
manifestado algunos estudios sobre las actitudes lingüísticas hacia el español de México.
Uno de ellos, es el estudio del proyecto LIAS 1 “Identidad y actitudes lingüísticas en
Hispanoamérica”, el primer proyecto panhispánico en su tipo, realizado en 20 países y
cuyo estudio en México, publicado en 2014, es considerado como un aporte pionero en
los estudios actitudinales hacia el español del país.
Los resultados del proyecto LIAS revelan que un alto porcentaje de los
entrevistados considera las hablas del sur, específicamente, las de Oaxaca y Chiapas, como
incorrectas. Las percepciones negativas hacia estas hablas se deben a que la incorrección
de la lengua en México está relacionada con “la pobreza, la marginación y el adstrato de
las lenguas amerindias” (2014: 856), estas últimas, referidas incluso como dialectos de
una manera despectiva. Los resultados del proyecto LIAS no son muy distintos a los del
estudio de Sarah Stockler llevado a cabo un año después, en el 2015. En su estudio también
se analizaron las actitudes hacia los dialectos mexicanos con la diferencia de que sus
entrevistados eran migrantes mexicanos residentes en los Estados Unidos. Stockler
encontró que, si el español de una específica región dialectal se encontraba en contacto

1
Por sus siglas en inglés “Linguistic Identity and Attitudes in Spanish-Speaking Latin America”.

4
con alguna lengua indígena, era probable que se considerara de bajo prestigio (2015: 57).
Esto, según Stockler, podría haber sido la causa por la cual el español de Oaxaca fue
considerado el “peor” del país, recibiendo una gran cantidad de críticas y comentarios
peyorativos, los cuales también fueron dirigidos a sus habitantes en relación con su
apariencia física, a los que describieron como “indios, prietos y feos” (2015: 67).
Ante este panorama, se hace necesario un estudio de las actitudes lingüísticas, esta
vez, desde la mirada del oaxaqueño, siendo consciente de que tal labor representa un reto
debido a que no existen hasta ahora estudios actitudinales del español de Oaxaca y la
bibliografía al respecto es, en el mejor de los casos, escasa. Por lo tanto, los objetivos que
plantea el presente estudio son investigar:
1) las actitudes lingüísticas hacia el español en México;
2) las actitudes lingüísticas hacia el español de Oaxaca;
3) las actitudes lingüísticas hacia las lenguas originarias.
Este último punto con el fin secundario de determinar si existe una relación entre las
actitudes hacia la propia habla y la diversidad lingüística del estado.
Desde la sociolingüística 2, para alcanzar los objetivos anteriormente planteados,
se recurrió a la obtención de datos cualitativos y cuantitativos mediante la aplicación de
un cuestionario a hablantes nativos y monolingües de español, todos residentes de la
ciudad capital de Oaxaca. En dicho cuestionario se abordan las temáticas más importantes
en torno a las actitudes lingüísticas desde una concepción mentalista y tomando en cuenta
tres variables sociolingüísticas: edad, sexo y nivel de estudios. No obstante, y debido al
carácter interdisciplinario de la lengua, así como de los propósitos de este estudio, la
presente investigación no solo se apoya de las bases teóricas de las actitudes lingüísticas,
sino también de diversos ejes temáticos que buscan enriquecer la interpretación de los
resultados e insertar dichas interpretaciones en la dinámica socioeconómica actual. Estos
ejes contemplan nociones culturales, histórico-sociolingüísticas y dialectales necesarios
para el desarrollo del estudio.
En el primer capítulo se abordan los fundamentos teóricos de las actitudes
lingüísticas. En él se señala en qué consiste la concepción mentalista y los principales

2
Entendida aquí como una disciplina de la lingüística que estudia las lenguas diacrónica y sincrónicamente
en su contexto social (Labov 1972: 184, Cit. por López Morales 1993: 34).

5
modelos componenciales. Asimismo, se discuten las nociones principales para entender
este estudio, tales como el prestigio, la ideología de la lengua estándar, fundamental en el
mundo hispánico, y las dimensiones evaluativas de las actitudes lingüísticas.
Durante la primera fase de revisión de la literatura, se encontraron discrepancias
entre dialectólogos reconocidos respecto a la delimitación de Oaxaca como zona dialectal
o perteneciente a otra, por lo tanto, se incluyó también en el estudio una pequeña sección
perteneciente a la dialectología perceptual con el fin de ubicar dialectalmente a Oaxaca.
Aunque este enfoque no pertenece propiamente a los estudios actitudinales, estos pueden
considerarse como veremos más adelante, como complementarios.
El segundo capítulo comprende cuatro ejes temáticos que constituyen la base
contextual de este trabajo escrito; en otras palabras, le proporcionan un espacio y un
tiempo. Dichos ejes tocan cuestiones culturales e histórico-sociolingüísticas en torno a las
lenguas de México. Primero, es necesario posicionar la investigación bajo una postura que
toma en cuenta las consecuencias y efectos de la colonización en América . Aunque este
tema no forma parte directa del estudio de las actitudes lingüísticas, sí considero
importante su incorporación, sobre todo, en aquellos países que se encontraron bajo el
dominio colonial. En nuestro particular caso, este aspecto cobra aún más relevancia debido
a que, como veremos más adelante, Oaxaca es la región más cultural y lingüísticamente
diversa en México, país donde el racismo y la discriminación hacia determinados sectores
de la población operan con firmeza diariamente en la sociedad mexicana. Aclarada esta
postura, se realiza una breve narración de la expansión del español por el territorio
mexicano y sus consecuencias para las lenguas originarias, cuestiones que conforman el
segundo eje temático. Luego, en el tercero, se abordan aspectos generales de la variedad
mexicana de la lengua española y sus principales propuestas zonificadoras. El cuarto y
último eje se centra en Oaxaca. En dicho tema se describen brevemente los panoramas
sociodemográfico y lingüístico de la entidad.
El tercer capítulo describe la metodología utilizada para el estudio de las actitudes
lingüísticas, esto es, el cuestionario y su aplicación. En él también se señalan las
principales limitaciones de la técnica empleada. El cuarto capítulo presenta los resultados,
su interpretación y su discusión.

6
Este capítulo se encuentra dividido en tres partes, cada una correspondiente a un
objetivo planteado en este trabajo escrito. En la primera parte se presentan los resultados
de aquellas preguntas que refirieron a las actitudes y creencias hacia el español de México,
esto es, la corrección lingüística, las autoridades de la lengua y las valoraciones hacia las
diferentes variedades del español de México. La segunda parte investiga las actitudes
hacia el español de Oaxaca comenzando por una aproximación a su ubicación dialectal,
el prestigio del español de Oaxaca y la influencia de las lenguas originarias en dicho
español. Asimismo, discute de manera breve los estereotipos hacia el oaxaqueño. Por
último, la tercera parte refiere a las actitudes hacia las lenguas originarias. Examina la
designación peyorativa hacia ellas como dialectos, también su prestigio, entre otras
cuestiones.
El hecho de que se investiguen tanto las actitudes hacia el español de Oaxaca como
hacia las lenguas indígenas se debe a que los fenómenos sociolingüísticos y culturales en
Oaxaca no pueden ser comprendidos al margen de sus lenguas y culturas nativas. Así lo
advierte Garza Cuarón (1987), quien señala que “para hacer un estudio de una región del
tipo de la ciudad de Oaxaca, enclavada en zonas indígenas […], debería necesariamente
tomarse en cuenta la interacción de las diversas lenguas amerindias que están en contacto
con el español" (Garza Cuarón 1987: 16). Esto, incluso, si se contemplan únicamente
hispanohablantes nativos y monolingües.

7
Capítulo I. Fundamentos teóricos del estudio de las actitudes lingüísticas

1.1 El concepto de actitud


A pesar de ser un concepto fundamental en la sociolingüística y en otras
disciplinas como la psicología social, el concepto de actitud no dispone de consenso, pues
este varía en grado de elaboración conforme a la importancia dada a sus distintas
características, así como del enfoque aplicado (Garrett 2010: 19). En general, son dos los
enfoques que han regido los estudios actitudinales y que le proporcionan diferentes
definiciones a actitud: el conductista y el mentalista.
De acuerdo con el enfoque conductista, la actitud se define simplemente como una
respuesta a un determinado estímulo. Al localizarse en el comportamiento o en la conducta
del individuo, una actitud puede medirse o analizarse fácilmente a través de su
observación directa en las diferentes situaciones sociales. No obstante, gran parte de la
crítica hacia este enfoque radica en que no es posible predecir otro tipo de conductas fuera
de la situación de estímulo específica, por lo que las actitudes no pueden conformarse en
patrones sistemáticos (López Morales 1993: 232). La actitud desde la concepción
conductista es, pues, dependiente de su estímulo y es esta falta de independencia su
principal desventaja.
Por otro lado, partiendo de la definición de Sarnoff (1970), citado en Garrett et al.
(2003), el enfoque mentalista considera la actitud como un estado mental, una
predisposición a reaccionar de manera favorable o desfavorable hacia una determinada
situación u objeto social. Una actitud representaría, entonces, una postura evaluativa
(2003: 3). Con ello, como lo menciona Moreno Fernández (2005), una actitud puede
pensarse como una categoría intermedia o una variable entre un estímulo y una respuesta
(2005: 181). Este enfoque plantea dificultades metodológicas, sobre todo en cuanto a su
medición, ya que, como estado mental, la actitud no es un fenómeno observable sino
subjetivo, por lo que para acceder a ellas es necesario inferirlas desde la introspección del
individuo (Agheysi y Fishman 1970: 138).
El estudio de las actitudes por medio de este enfoque depende totalmente de las
respuestas de los hablantes o de su deducción indirecta, por lo que se han creado
instrumentos de medición cada vez más ingeniosos que proporcionan una mayor
confiabilidad y credibilidad de los resultados (Fasold 1996: 230). Su grado de

8
predictibilidad y relativa estabilidad han hecho de este enfoque el mayor adoptado en los
estudios actitudinales, sobre todo, desde la sociolingüística. Este trabajo escrito también
atiende la actitud desde esta perspectiva.

1.1.1 Componentes actitudinales


Además de la definición, otro aspecto igualmente debatido es la composición
estructural de la actitud. Mientras que los conductistas consideran que la actitud constituye
una unidad única compuesta por un elemento conativo o conductual, los mentalistas
plantean que esta posee una estructura multicomponencial (Fasold 1996: 230). La mayoría
de ellos coinciden en que se trata de una tripartición formada por los elementos cognitivo,
afectivo y conativo. El primer elemento incluye el conocimiento, las creencias y las
percepciones del individuo; el segundo, la valoración afectiva, de la cual forman parte las
emociones y los sentimientos; y el tercero se refiere al comportamiento, al actuar de cierta
manera respecto al objeto (López Morales 1993: 233). Para ilustrar estos componentes
como lo hace Garrett et al. (2003) se puede pensar en el idioma inglés. Garrett et al. señala
que las actitudes son cognitivas en el sentido de que contienen creencias sobre e l objeto,
cuando se piensa que aprender inglés nos ayudará a conseguir un mejor trabajo; son
afectivas porque implican sentimientos, cuando sentimos entusiasmo por la poesía
inglesa; y, por último, las actitudes se encuentran vinculadas al comportamiento, ya que
nos predisponen a actuar de una determinada manera, cuando decidimos aprender dicha
lengua (2003: 3).
A pesar de que esta composición estructural tripartita suele ser la más común, la
interconectividad entre sus elementos es aún discutida, por lo que se han planteado
diferentes modelos que atienden su estructura. En dichos modelos, cabe mencionar, las
creencias juegan un papel fundamental. Entre los modelos estructurales más prominentes
se encuentran las propuestas psicosociológicas de Rokeach (1968) y Fishbein (1965), y la
de López Morales (1993) concebida desde la sociolingüística. El presente estudio se
adscribe a dicho modelo.

1.1.2 Modelos actitudinales


Para Rokeach, la actitud está conformada por un sistema de creencias, en donde
cada creencia se compone a su vez de la estructura tripartita (elementos cognitivo, afectivo

9
y conativo). Aquí, la actitud es provocada por lo que se cree acerca de un objeto, y esa
creencia a su vez está formada por los tres elementos antes mencionados. “Así pues, unos
conocimientos, unas valoraciones y unas conductas pueden dar lugar a un sistema de
creencias del que se ha de desprender una actitud” (Moreno Fernández 2005: 181).
Fishbein, por su parte, separa la actitud de la creencia, ambas provocadas de manera
separada por las diversas situaciones u objetos; para este autor, la actitud está compuesta
únicamente por el componente afectivo y la creencia lo está por los componentes
cognoscitivo y conativo (2005: 181). Por otro lado, desde el campo de la sociolingüística,
destaca el modelo de López Morales.
Al igual que Fishbein, López Morales separa la actitud de la creencia, pero para
este autor, las creencias son las que generan actitudes, por lo que los coloca en niveles
diferentes; cabe señalar, sin embargo, que no todas las creencias producen actitudes. En
cuanto a la relación entre sus subcomponentes, la actitud se encuentra dominada por el
componente conativo o conductual, mientras que la creencia lo está por los componentes
cognitivo y afectivo. El modelo de López Morales, entonces, se ilustra de la siguiente
manera:
Figura 1
El modelo componencial de las actitudes según López Morales (1993)

Fuente: López Morales, 1993, p. 235

Las actitudes para López Morales solo pueden ser positivas (de aceptación) o
negativas (de rechazo), por lo que no pueden existir las actitudes neutras, sino, como se
ha mencionado, se trataría de la ausencia de ellas (López Morales 1993: 234 -235). Por
último, cabe mencionar que el componente cognitivo de las creencias puede estar basado
en la realidad o no tener base empírica, de ahí el entrecomillado. Al respecto, Blas Arroyo
refiere como una “supuesta cognición” (1999: 50); comenta que “las actitudes pueden

10
estar basadas en hechos reales, pero en la mayoría de los casos se originan a partir de
creencias totalmente inmotivadas” (2004: 322), por lo que destaca su carácter subjetivo.
A pesar de las diferencias en cuanto a la definición y a los componentes, existen
algunos aspectos de la actitud en los cuales la mayoría de los estudiosos concuerdan, por
ejemplo, en el hecho de que las actitudes son aprendidas de las experiencias individuales
y el entorno social, y de que estas son relativamente estables y duraderas (Agheysi y
Fishman 1970: 139). Sobre su influencia, en general, se admite que, a nivel individual, las
actitudes influyen en la conducta, la percepción y el pensamiento del individuo; a nivel
intergrupal, las actitudes hacia el propio grupo y hacia otros grupos son el núcleo de la
cooperación y el conflicto intergrupal (Bohner 2001: 240, Cit. por Kircher y Zipp 2022:
4).

1.2 Actitud lingüística


Teniendo en cuenta, entonces, su definición general, una actitud lingüística hace
referimiento a las actitudes como “posturas críticas y valorativas” (Blas Arroyo 2004: 322)
hacia la lengua como un todo, hacia una variedad de lengua, como lo sería una variedad
diatópica o diastrática, o hacia fenómenos específicos de esta. Los hablantes pueden
presentar actitudes en cualquiera de sus niveles: en la escritura, la gramática, el
vocabulario, el acento o la pronunciación; incluso la velocidad con la que hablamos puede
provocar reacciones (Garrett 2010: 2), por lo que su valor en la sociolingüística para
entender fenómenos de variación y cambio lingüísticos es crucial, aunque su importancia
no se limita a este campo, pues las actitudes hacia la lengua3 pueden llegar a comprender
todos los aspectos de la vida cotidiana. Estas constituyen un factor determinante, por
ejemplo, al momento de elegir qué lengua transmitir a los hijos en un contexto bilingüe,
influyen en el éxito o el fracaso en una entrevista de trabajo, incluso, en el trato a los
estudiantes por parte de los docentes. Esto se debe a que las actitudes lingüísticas
incrustadas generalmente en determinadas ideologías lingüísticas, “detonan posiciones de
aceptación o rechazo hacia la diferencia” (Morett 2014: 796), por lo que, la forma en que
hagamos uso de la lengua puede otorgarnos privilegios, o bien, hacernos víctimas de

3
Siguiendo a Moreno Fernández, el concepto de lengua en este respecto incluye “cualquier tipo de variedad
lingüística: […] estilos diferentes, sociolectos diferentes, dialectos diferentes o lenguas naturales diferentes”
(Moreno Fernández 2009: 177-178).

11
discriminación (Lastra 1992: 377). El análisis de las actitudes lingüísticas nos ofrece,
entonces, la posibilidad de esclarecer nuestra comprensión de las complejas formas en que
la lengua y la sociedad se entrelazan (Carvalho y Escobar 2020: IX).

1.2.1 Actitud e identidad


La manera en la que hablemos se asociará con ciertas identidades de forma
intrínseca (Kroskrity 2006, Cit. por Mesía 2017: 154). Ya que lengua, según Moreno
Fernández, constituye un vehículo de significados y connotaciones sociales y culturales
(2005: 178), al hablar no solo comunicamos un mensaje, se comunica información sobre
nosotros, nuestra procedencia y el entorno que nos rodea, es decir, se proporciona también
información sociolingüística; por ello, la lengua se relaciona en menor o mayor medida
con la identidad [social] del hablante. Las formas de hablar, por consiguiente, pueden dar
lugar a valoraciones que involucren nuestra honestidad, nuestra inteligencia, nuestra
competencia, entre otros (Garrett 2010: 6), y aunque estos juicios sean conscientes o no,
o carezcan de precisión y objetividad, sus efectos en nuestras vidas pueden llegar a ser
casi inmediatos.
Lastra señala que “la lengua, después de la raza, es lo que más identifica a las
personas” (1992: 377), debido a la estrecha relación entre lengua e identidad, una actitud
lingüística no solo hace referimiento a la lengua o a fenómenos específicos de ella, sino
que también va necesariamente dirigida a sus hablantes, y como tal “es natural que [las
lenguas] sean apreciadas y evaluadas de acuerdo con los estatus o las características
sociales de sus usuarios” (Moreno Fernández 2005: 179). Tal es la razón por la cual unas
lenguas son consideradas más “agradables” que otras, más “correctas” que otras o que,
por ejemplo, haya existido la creencia de que una lengua es más “apta” que otra para un
cierto campo, como la ciencia o la educación. Del estatus de los hablantes de dichas
lenguas se originan las diferencias entre unas actitudes y otras. De igual manera, Blas
Arroyo señala que dichas diferencias no se hallan en las características lingüísticas o
estéticas, sino en los “estereotipos y prejuicios relacionados con las personas que hablan
determinadas lenguas o variedades” (2004: 325). El hecho de que se piense que una lengua
es mejor o peor respecto a otra depende, entonces, de cómo se haya marcado a sus
hablantes (Lastra 1992: 386) y no del habla en sí, pues desde un punto de vista lingüístico
las lenguas no pueden ser “buenas” o “malas”, “correctas” o incorrectas”. Este hecho se

12
ha corroborado en diversos estudios a través de la hipótesis del valor impuesto 4. Dicha
hipótesis sostiene que una lengua o modalidad de lengua es valorada o estigmatizada
dependiendo del prestigio de sus hablantes; cuanto más prestigio posea un grupo de
hablantes, más valiosa será considerada su habla.

1.2.2 Prestigio
Como se puede notar, el prestigio guarda una estrecha relación con las actitudes.
Vale la pena, entonces, aclarar lo que aquí se entiende por prestigio. De acuerdo con
Hernández-Campoy (2004), el prestigio en sociolingüística hace referencia “a la estima
que adquieren algunas variedades dialectales, acentos o incluso rasgos lingüísticos
determinados, como consecuencia de una reputación adquirida o atribuida, que es
totalmente subjetiva y, a menudo, ocasional” (2004: 41). A través de esta definición,
queda claro que el prestigio no representa una característica intrínseca de la lengua sino
una cualidad que los hablantes le conceden, destacando de esta manera su carácter social.
El hecho de que el prestigio del español sea mayor, respecto de las lenguas amerindias,
por ejemplo, no se debe a razones lingüísticas “sino históricas, sociales, económicas,
culturales […]. Son asuntos de imperios, no de filología y lingüística” (Moreno de Alba
2003: 70-71). Se trata, pues, de un prestigio que recae en lo extralingüístico. Por otro lado,
el prestigio puede ser encubierto o abierto 5. El prestigio encubierto es aquel asociado a
usos que no son considerados cultos o normativos; usualmente, son los hombres quienes
manifiestan con más fuerza este tipo de prestigio como un signo de “masculinidad”. En
oposición a este, el prestigio abierto está relacionado con los usos socialmente aceptables,
aquellos estimados como correctos, cultos y normativos (Moreno Fernández 2005: 43-
44).
Ciertamente, las diferencias subjetivas que le otorgan los hablantes a las lenguas
en relación con su prestigio responden a los desequilibrios de poder entre los diferentes
grupos (Blas Arroyo 2004: 324), y muchas veces reflejan la organización social y
económica existente. Al respecto, Lastra sostiene que “las actitudes hacia la lengua operan
para definir sistemas de categorización social que también se relacionan con las
oportunidades políticas y económicas existentes” (1992: 391). Por ello, los hablantes de

4
También conocida como hipótesis de la norma impuesta.
5
También manifiesto.

13
variedades o lenguas asociadas a un bajo prestigio, así como aquellos identificados como
miembros de grupos externos, se encuentran más propensos a enfrentar estigmatización,
barreras y obstáculos en casi todos los aspectos de su vida (Kircher y Zipp 2022: 7).
Tomando en cuenta su espectro social, las actitudes lingüísticas pueden
considerarse, por consiguiente, “expresiones de convenciones y preferencias sociales que,
a su vez, reflejan la conciencia del estatus y el prestigio otorgados a los usuarios de las
diferentes variedades” (Edwards 1982, Cit. en Kircher y Zipp 2022: 6) 6. De hecho,
algunos estudiosos consideran las actitudes lingüísticas actitudes sociales o psicosociales,
planteando una enorme dificultad para delimitar la actitud hacia fenómenos de la lengua
y la actitud hacia sus hablantes (Moreno Fernández 2005: 178). Así pues, no es de extrañar
que los estudios actitudinales también comprendan evaluaciones hacia los hablantes y no
solo hacia las lenguas que son investigadas.

1.2.3 Ideología de la lengua estándar


Sustentadas en creencias, estereotipos y prejuicios hacia determinados sectores de
la población, las actitudes generalmente se insertan o son influenciadas por determinadas
ideologías lingüísticas, concepto que tiende a intercambiarse con el de actitud lingüística
pero que presenta diferencias considerables. Las ideologías lingüísticas se pueden definir
como “conjuntos de creencias sobre la lengua articulados por los usuarios como
racionalización o justificación de la estructura y el uso lingüísticos percib idos”7
(Silverstein 1979, Cit. en Armstrong y Mackenzie 2013: 6). En este sentido, las ideologías
lingüísticas, legitiman y “normalizan” nociones acerca de la lengua y sus prácticas; se
perciben, pues, como hechos naturales para ciertos grupos. Es por ello por lo que las
ideologías lingüísticas “contribuyen a naturalizar un determinado orden social” (Del Valle
y Meirinho-Guede 2015: 628). Con estas implicaciones, entonces, ni las ideologías ni las
actitudes lingüísticas tratan únicamente de la lengua, ambas se relacionan con factores
tanto lingüísticos como extralingüísticos, pero mientras que las ideologías lingüísticas

6
La cita original en inglés: “expressions of social convention and preference which, in turn, reflect and
awareness of the status and prestige accorded to the [users] of theses varieties”. La traducción al español
es mía.
7
La cita original en inglés: “sets of beliefs about language articulated by users as a rationalization or
justification of perceived language structure and use”. La traducción al español es mía.

14
permean en toda una comunidad, es decir, son globales, las actitudes pueden existir,
además, a nivel individual (Kircher y Zipp 2022: 20).
Generalmente, la tendencia a poseer actitudes positivas hacia las variedades cuyos
hablantes poseen una mejor posición social está estrechamente relacionada con la
estandarización de las lenguas. Dichas valoraciones pueden insertarse en la llamada
ideología de la lengua estándar, una de las más influyentes en el estudio de las actitudes
lingüísticas.
Como sabemos, la estandarización de lenguas refiere al proceso mediante el cual
a una variedad se le fija un sistema de escritura, reglas ortográficas, gramaticales y de
pronunciación, comúnmente plasmadas en diccionarios y libros afines al uso prescriptivo
de dicha variedad. Más allá de este proceso, existe una serie de creencias y pautas
ideológicas acerca del uso y el valor de esta variedad a la que se le denomina ideología de
la lengua estándar. Esta ideología “representa a la variedad estándar como una forma más
sofisticada y superior de habla que por lo tanto debe ser promocionada para ciertos usos
y contextos, sobre todo los formales y académicos” (de los Heros 2008: 100, las cursivas
son mías). Al pensarse como una variedad superior o ejemplar, las demás variedades no
asociadas quedan relegadas a un estatus inferior; se les considera, entonces, como
variedades incorrectas o “aproximaciones imperfectas a la variedad estándar” (Armstrong
y Mackenzie 2013: 5). Esto, a pesar de que se ha demostrado, especialmente, desde la
sociolingüística, que todas las variedades de la lengua son igualmente legítimas. La lengua
estándar, pues, está relacionada con la uniformidad, la invariabilidad y la corrección, pues
generalmente es la lengua estándar la que sirve como referente para establecer lo que es
correcto o no. En este punto, es importante mencionar el rol fundamental de las
instituciones y autoridades de la lengua en la expansión de la ideología la lengua estándar
(Garrett 2010: 7). Tales autoridades están frecuentemente asociadas a los diccionarios, las
academias de lengua, los sistemas educativos, los medios de comunicación o incluso a
personas de estatus elevado que hacen uso de esa variedad.
En el caso particular de la lengua española, hablada en múltiples países, la variedad
estándar y ejemplar estuvo asociada en sus inicios a la variedad peninsular en
contraposición a las variedades que se venían desarrollando en la América hispana. Prueba
de ello son los diccionarios y gramáticas desarrollados en el siglo XIX, los cuales tratan

15
las peculiaridades americanas como “desviaciones”, “barbarismos” y “vicios” del español
peninsular. Esta ideología purista y propia de su tiempo fue impulsada y respaldada por la
Real Academia de la Lengua Española, máxima autoridad de la lengua en el mundo
hispánico. Con el paso del tiempo y el cambio de paradigma en el estudio de la lengua, la
misma Academia adoptó una posición menos prescriptiva8 e incluso promovió una política
panhispánica a través de la fundación de las varias academias que forman parte de la
ASALE9. A pesar de ello, en México todavía permea la idea de la variedad peninsular,
específicamente, la variedad castellana o madrileña como la más correcta en el mundo
hispánico. Esta creencia no es exclusiva de México, recorre toda Hispanoamérica y aún
predomina en mayor o menor medida dependiendo de cada país10. Mediante la pregunta
¿En cuál ciudad del mundo cree usted que se hable mejor la lengua española? Moreno
de Alba encontró que la mayoría de sus informantes mexicanos, un 39%, consideraba que
en Madrid se hablaba mejor la lengua española (2003: 82, las cursivas del texto original).
Este resultado se repite más de una década después, en el estudio del proyecto LIAS en
México. Ahí el 33,3% de los informantes opinaron que el español más correcto se hablaba
en España; en segundo lugar, con 10 puntos porcentuales abajo, se encontraba México
(Morett 2014: 882).
Moreno de Alba considera que el prestigio del español de España, particularmente,
de Madrid, puede deberse a tres factores. El primero de ellos se refiere a la tradición o
costumbre de la Real Academia de la Lengua Española de comparar cualquier fenómeno
lingüístico de algún dialecto americano con el madrileño; el segundo factor se refiere al
hecho de que el español madrileño es el mejor descrito y documentado; por último, se
hace referencia al diccionario académico que, a pesar de incluir cada vez una mayor
cantidad de voces americanas en sus ediciones, “sigue siendo en esencia una compilación
del léxico madrileño y del español literario” (2003: 73). No obstante, también es cierto
que, a pesar de las constantes críticas a su centralismo, son cada vez mayores los esfuerzos

8
De acuerdo con los lexicógrafos Haensch y Omeñaca (2004), el diccionario académico posee un carácter
mixto, puesto que también contiene características estructurales asociadas a la descriptividad (2004: 62).
9
Asociación de Academias de la Lengua Española.
10
De acuerdo con Quesada Pacheco (2019), los hispanohablantes consideran la variedad estándar peninsular
como la más correcta, según ellos, porque “allí viene el origen de su lengua materna […] y porque allí está
el seno de la Real Academia de la Lengua” (2019: 187). Asimismo, en su componente afectivo, dicho estudio
revela que a dicha variedad se le estima más.

16
por parte las academias, incluida la española, y estudiosos de la lengua por concientizar y
promover la norma panhispánica dejando atrás la idea de la variedad peninsular como
punto de referencia para las demás variedades del español.
Por otro lado, dentro de cada país la variedad estándar suele asociarse, además, a
los territorios que comprenden grandes núcleos urbanos, como las capitales, pues es ahí
donde usualmente se concentran los principales centros económicos, culturales y de
medios de comunicación.

1.2.4 Dimensiones evaluativas de las actitudes


Las actitudes lingüísticas pueden ser tanto positivas como negativas para el mismo
objeto lingüístico incluso dentro de la misma comunidad de hablantes. Ello puede deberse
a diversas causas, por ejemplo, dependiendo de las características o dimensiones de la
lengua que se atiendan. Para ilustrar lo anterior, algunos estudios han demostrado que los
hablantes de variedades estándares suelen tener actitudes más positivas si se atienden las
dimensiones relacionadas con el estatus, la competencia o el prestigio social, pero se
obtienen actitudes menos favorables en cuanto a sus valores afectivos o aquellos rasgos
que involucran la integridad personal y las cualidades humanas. En otras palabras, a un
hablante de una variedad estándar es probable que se le considere una persona más
inteligente, culta o con mayor poder económico respecto a un hablante de una variedad
vernácula; por el contrario, este último suele provocar actitudes más favorables en rasgos
como la honestidad, la sencillez o la simpatía (Blas Arroyo 2004: 335). Con ello, según
Hernández-Campoy, se ha comprobado que existe un modelo de resultados sobre la
valoración de los hablantes de variedades estándares y no estándares en donde a los
primeros se les relaciona con el poder, el estatus y la pertenencia a clases socioeconómicas
altas, y a los segundos con los valores intragrupales (2004: 32).
Respecto a las dimensiones evaluativas, Kircher y Zipp señalan que, generalmente
son dos grandes dimensiones evaluativas las que han regido los estudios actitudinales, a
saber: el estatus y la solidaridad (2022: 11). Mientras que la dimensión de estatus se asocia
con el poder, la movilidad social y las oportunidades económicas, la solidaridad hace
referencia a los sentimientos de apego y de pertenencia; en otras palabras, las actitudes de
la primera dimensión se relacionan con el valor utilitario de la lengua, mientras que de la
segunda dimensión se relacionan con la lealtad hacia el grupo de pertenencia (2022: 11).

17
Si a la variedad propia se le considera una barrera para el ascenso socioeconómico y por
ello provoca actitudes negativas, eso no significa que no se le valore o aprecie en algún
otro aspecto (Moreno Fernández 2005: 179), sobre todo, en aspectos relacionados a la
segunda dimensión. De hecho, suele ser así cuando esta no forma parte de una variedad
prestigiosa. En tal caso, ciertamente, intervienen diferentes factores como la lealtad
lingüística, entendida aquí como “el estado mental que lleva al individuo a considerar su
lengua en una posición elevada dentro de su escala de valores, y la necesidad de
defenderla” (Blas Arroyo 2004: 352) y la identidad, pues cuando la variedad propia se
reconoce como un símbolo identitario tiende a generar actitudes más favorables que si se
niega como parte de la identidad; en tal caso, puede generar rechazo y actitudes menos
favorables (Salazar Caro 2014: 45). Por todo ello, se puede decir que las actitudes no solo
favorecen a aquellas lenguas cuyos hablantes tienen mayor prestigio y estatus, sino que
también existe una fuerte probabilidad de que se dirijan hacia la propia variedad.

1.2.5 Variables sociolingüísticas


Otras causas implicadas en la diferencia de actitudes involucran las variables
sociolingüísticas. Ciertamente, las actitudes lingüísticas no solo existen a nivel grupal,
sino también a nivel individual (Walsh 2022: 20), por lo que las características propias de
cada hablante también determinarán las actitudes hacia la lengua. Una de las variables
sociales más importantes en este tipo de estudios corresponde a la edad. Blas Arroyo
señala que, por lo general, “son los hablantes más jóvenes quienes […] evalúan más
positivamente tanto las variantes vernáculas como, en general, las más novedosas” (2004:
343). Así, pues, las generaciones más jóvenes tienden a poseer actitudes más positivas
hacia su variante dialectal en relación con las personas mayores. No obstante, a pesar de
estas notables tendencias, no han faltado estudios que arrojen resultados opuestos. Por
otro lado, siguiendo al mismo autor, los hablantes de generaciones intermedias llegan a
inclinarse más hacia las normas prestigiosas debido a su inmersión en el mundo
profesional y económico (2015: 343). Una segunda variable corresponde al sexo. En
numerosos estudios se ha demostrado, por ejemplo, que las mujeres tienden a preferir
variedades estándares y a supervalorar su habla al contrario de los hombres, quienes se
inclinan por las variedades vernáculas (Blas Arroyo 2004: 344). Algunas otras variables
corresponden al lugar de origen, nivel educativo, la profesión, entre otros.

18
1.3 Métodos e instrumentos de medición de las actitudes
La principal desventaja del estudio de las actitudes desde la concepción mentalista
radica en su subjetividad, por lo tanto, las cuestiones metodológicas son sumamente
importantes para la obtención de datos confiables para su interpretación. Los diferentes
métodos de medición generalmente se agrupan en métodos directos y métodos indirectos.
Los métodos indirectos se realizan de modo que los encuestados no tengan conciencia de
que se les investiga para conocer sus actitudes hacia un objeto lingüístico; “son aquellas
cuyo propósito es desconocido por los individuos que sirven de informadores (Moreno
Fernández 2005: 185). En los métodos directos, por el contrario, se les cuestiona a los
informantes de manera explícita sus opiniones y valoraciones hacia el objeto. Las
principales técnicas directas comprenden la observación directa, los cuestionarios y las
entrevistas.

1.3.1 El cuestionario
El cuestionario ha sido una de las técnicas más utilizadas para el estudio de las
actitudes lingüísticas por su relativa flexibilidad, y por ello, ha desarrollado un alto nivel
de sofisticación (Agheyisi y Fishman 1970: 147). No obstante, una de las principales
desventajas de su uso radica en que a menudo los informantes proyectan una imagen más
positiva de sí mismos en sus respuestas que no necesariamente refleja lo que en realidad
opinan (Díaz-Campos 2014: 269). Por tal razón, es posible insertar herramientas de
medición, como las escalas, que faciliten la obtención de datos cuantificables y así aportar
datos más precisos.
Los cuestionarios pueden contener preguntas cerradas o abiertas. Las preguntas
abiertas suelen ser del tipo ¿Qué opina usted…? o ¿Cómo reaccionaría si…?, esto con el
objetivo de animar a los hablantes a expresar libremente sus puntos de vista sobre el objeto
lingüístico (Agheyisi y Fishman 1970: 147). Lamentablemente, este tipo de preguntas
acarrea una gran dificultad metodológica relacionada con su medición o puntuación. Aun
así, estas preguntas son muy valiosas, ya que pueden llegar a revelar otras actitudes con
las que el estudio no contaba en un principio (1970: 148). Las preguntas cerradas, por su
parte, poseen la ventaja de poder medirse más fácilmente, ya que suelen contener
preguntas de opción múltiple, preguntas que solo requieran “sí/no” como respuesta, o que
contengan escalas de medición.

19
Una de las escalas más utilizadas en el estudio de las actitudes lingüísticas en
combinación con otras técnicas de medición es la escala de diferenciación semántica 11
introducida por Osgood et al. en 1957. En ellas se colocan los extremos opuestos de un
determinado rasgo, por ejemplo, culto-inculto o rico-pobre dejando espacios entre estos
opuestos, los cuales indican gradaciones de ese rasgo. Usualmente, estas escalas contienen
siete grados, pero también son comunes las escalas de cinco grados.

Ejemplo de escala de diferenciación semántica


Un hablante con acento madrileño se puede describir como:
Culto __ __ __ __ __ __ __ Inculto
Fuente: Adaptado de Díaz-Campos, 2014, p. 269

Además de este tipo de escala existen otras como la escala de Likert o la escala de
acuerdo las cuales mide la intensidad de las actitudes que evocan una serie de afirmaciones
o preguntas yendo de una actitud totalmente favorable a una totalmente desfavorable.
Suele poseer cinco niveles:
Ejemplo de escala de acuerdo
“En España se habla el mejor español”.
Completamente de Ni de acuerdo ni en En completo
De acuerdo En desacuerdo
acuerdo desacuerdo desacuerdo
Fuente: Adaptado de Hernández-Campoy, 2004, p. 51

La principal desventaja de las preguntas cerradas es que, si estas son relativamente


sencillas, los informantes pueden llegar a aburrirse y contestar de manera automática sin
la seriedad que se requiere para este tipo de estudios; por el contrario, si las preguntas son
complejas, se pueden llegar a considerar tediosas y demandantes (Agheyisi y Fishman
1970: 149). A pesar de ello, las preguntas cerradas siguen siendo una de las herramientas
más usadas para la medición de las actitudes. Tanto estas como las abiertas pueden
complementarse en el sentido de que mientras las primeras proporcionan datos
cualitativos, las segundas, lo hacen cuantitativamente. De cualquier manera, es importante
tener en cuenta que, aunque los cuestionarios posean la flexibilidad para adecuarse a los
objetivos particulares de cada investigación, los resultados que estos arrojen deben tratarse
con cautela y no como absolutos o representativos de toda la comunidad de la que forman
parte los informantes. Asimismo, se debe proporcionar validez al estudio. Para ello,

11
También escalas diferenciales semánticas.

20
además, es prudente tomar en cuenta algunos aspectos históricos, sociales y/o económicos
relevantes para la investigación (Kircher 2022: 136).
Por otro lado, en los últimos años se ha incorporado una nueva tendencia en el
estudio de las creencias populares acerca de las variedades regionales que se consideran
diferentes, la cual parte de la teoría popular de la lengua.

1.4 Dialectología perceptual


La teoría popular de la lengua estudia “lo que los individuos piensan acerca de las
variedades lingüísticas propias y ajenas” (Díaz-Campos 2014: 286) y ha contribuido al
trazo de modelos dialectológicos basados en el enfoque perceptual (Preston 1999),
relativamente nuevo en el mundo hispánico; en México, los estudios en dialectología
perceptual fueron prácticamente inaugurados en el 2002 con los estudios de Serrano
Morales (2002) y Morúa Leyva y Serrano Morales (2004).
La dialectología perceptual es definida como el estudio de las opiniones y
percepciones de las personas acerca de los dialectos y la variación dialectal (Montgomery
2022: 160). Se sabe que, al hablar entre sí, los hablantes tienen la capacidad de distinguir
a las personas que forman y no forman parte de su comunidad, por lo que pueden llegar a
trazar límites geográficos que van desde lo local a lo nacional e incluso a lo supranacional
(Moreno Fernández 1999: 15). Por ello, el estudio de las percepciones dialectales de los
hablantes puede representar un aporte valioso para los trazos dialectológicos y los análisis
actitudinales. Este enfoque nace de la necesidad de complementar los estudios sobre la
producción de habla con aquellos de percepción, ya el hablante es quien valora y evalúa
la lengua a través de sus experiencias individuales y como miembro de una comunidad
lingüística. Como se ha mencionado anteriormente, dichas valoraciones más o menos
generalizadas pueden llegar a influir en la variación de la lengua.
Por lo general, estos estudios se realizan mediante el uso de mapas, en los cuales
los hablantes trazan fronteras donde ellos creen que existan zonas dialectales; sin embargo,
también pueden realizarse mediante otro tipo de técnicas como el de grado de diferencia 12
(Montgomery 2022: 161) en el que los informantes determinan las distancias lingüísticas
de su manera de hablar respecto a otras en una escala del 1 al 4, donde el 1 indica que el

12
En inglés degree of difference (Montgomery 2022: 161).

21
habla de una zona es igual al del informante, el 2 indica que es un poco diferente; el 3,
que es muy diferente, y el 4 ya denota la existencia de una dificultad para entender el habla
de cierta región o zona. En la presente investigación se recurrirá, precisamente, a esta
técnica con el fin de determinar, según los informantes, las principales percepciones
dialectales del país, esto, ciertamente, sin llegar a constituir una propuesta zonificadora
como tal.

22
Capítulo II. Ejes temáticos

2.1 Colonialidad y lenguaje


Hasta ahora, se ha podido observar que las actitudes lingüísticas responden más
bien a factores extralingüísticos, sean sociales, culturales o incluso económicos, por lo que
muchas veces reflejan la estructura jerárquica y con ello las desigualdades entre los
diferentes grupos. En la América hispanohablante, estas desigualdades están
estrechamente relacionadas con estructuras de dominación que tienen su origen en la
colonización de América y, aunque la colonización estrictamente hablando haya
finalizado, las estructuras sociales posteriores a esta siguen manteniendo el patrón de
poder instaurado durante la colonia, cuya base constitutiva la conforman, entre otras cosas,
la distribución social a partir de la idea de raza. A esto Aníbal Quijano lo denomina la
colonialidad del poder. Si bien, este concepto en sí no refiere a fenómenos lingüísticos, la
colonialidad se presenta también en la lengua, por lo que su entendimiento puede
configurar una forma más de entender las relaciones entre lengua y la dinámica
socioeconómica, especialmente, en países latinoamericanos. Estando consciente de que
dicho concepto no forma parte de los estudios actitudinales, la colonialidad puede
entenderse aquí, entonces, como una red de dominaciones que opera también en las
cuestiones de la lengua alcanzando las creencias, las actitudes y las ideologías lingüísticas.
Para ejemplificar lo antes dicho: en junio del 2022, a un adolescente otomí13 de 14
años se le prendió fuego en una telesecundaria del estado de Querétaro, en México. El
motivo que llevaría a sus compañeros a rociar su asiento con gasolina para después
quemarlo sería el no “hablar bien” español. Aunque este es un caso extremo, situaciones
similares no son aisladadas en la sociedad mexicana; el racismo hacia ciertos sectores de
la población y el menosprecio hacia sus lenguas y modos de hablar articulan toda una serie
de problemáticas que aquejan las sociedades modernas de América hispánica y que se
relacionan con prácticas de origen colonial.
La colonización de América constituyó, según Aníbal Quijano, la génesis de un
nuevo “patrón global de control de trabajo, de sus recursos y productos” (2020: 865): el
capitalismo moderno y eurocentrado. Uno de los ejes fundamentales para la instauración

13
Grupo indígena mesoamericano; Lengua de la familia otopame (Diccionario del Español de México).

23
de ese nuevo patrón correspondió la idea de raza, el cual impulsó las nuevas relaciones de
dominación. Para los invasores, sus diferencias respecto de los colonizados se pensaron
como parte de una estructura biológica; los rasgos fenotípicos se relacionaron con una
categoría racial y esta con una nueva identidad que se les había sido asignada. Las
impresionantes culturas nativas de América y África, ahora “indios” y “negros”, fueron
asumidos como naturalmente inferiores y primitivos.
En México tal era el desarrollo socioeconómico y cultural que se había alcanzado
en Tenochtitlán, la capital de los mexicas 14, que para la llegada de los colonizadores en
1521 la ciudad tenía 500,000 habitantes, más que París, la más poblada de Europa en ese
entonces, que contaba con 300,000 habitantes. Asimismo, en la capital mexica
prosperaban todas las artes: la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura, entre otras
(Garza Cuarón 1991: 31). En adelante, y de acuerdo con una supuesta inferioridad, las
nuevas identidades india y negra marcarían sus “jerarquías, lugares y roles sociales
correspondientes” (Quijano 2020: 863). Posteriormente, estas relaciones de dominación
se extenderían prácticamente a toda la población mundial.
Por otro lado, los europeos, ahora “blancos”, se concibieron a sí mismos como una
raza −la raza− superior y el fin mismo del proceso civilizatorio; esta superioridad también
fue naturalizada estableciendo así “una concepción de humanidad según la cual la
población del mundo se diferenciaba en inferiores y superiores, irracionales y racionales,
primitivos y civilizados, tradicionales y modernos” (Quijano 2014: 287). Estas diferencias
raciales fueron utilizadas para legitimar las relaciones de dominación que se establecieron
para servir a los intereses de los europeos, y así, permaneció incluso después de los
movimientos de independencia en América; aunque las naciones atravesaron por un
proceso de descolonización, la colonialidad permaneció instaurada en todos los aspectos
materiales y subjetivos de la existencia social a través del capitalismo moderno y el
eurocentrismo (2014: 285).
Si a las poblaciones originarias de América se les consideró inferiores, en
consecuencia, lo fueron los rasgos fenotípicos asociados a sus identidades, sus creencias,
sus conocimientos, sus productos y sus prácticas culturales. La lengua no escapó de dicha

14
Más comúnmente conocidos como aztecas. Para una mayor precisión, al referirme a los fundadores y
habitantes de la ciudad de México-Tenochtitlan, lo haré como mexicas y no aztecas, aunque cabe señalar
que no eran el único pueblo asentado en la ciudad.

24
condición. En 1975 Calvet describe en su libro Lingüística y colonialismo cómo en Europa
se llega a teorizar la idea de la superioridad de las lenguas y cómo esta termina por
articularse para mantener la empresa colonial. Los europeos, pues, transformaron
“relaciones de diferencia en relaciones de superioridad” (Calvet 2005: 51). En esa época,
narra Calvet, las lenguas son concebidas como un proceso evolutivo cuyo más alto grado
de perfección se refleja en la escritura, la antigüedad, la gramática y una supuesta
estructura compleja, dicho de otra manera, la evolución de las lenguas será asocia al
pensamiento (2005: 39). Es precisamente esta premisa la que llevará a clasificar las
lenguas del mundo de acuerdo con las oposiciones salvaje-civilizado, primitivo-moderno.
Habrá, por lo tanto, lenguas civilizadas, lenguas imperiales, y lenguas salvajes, estas
últimas atribuidas a las amerindias. Por lo tanto, para Calvet, las relaciones entre lenguas
también pueden ser concebidas de hecho como relaciones sociales que proyectan una
jerarquía lingüística −o mejor dicho de pueblos− organizada en una estructura piramidal
(2005: 30). La actitud lingüística es, pues, “al mismo tiempo condición y máscara de la
actitud política y económica” (Calvet 2005: 51).

2.2 La expansión del español en México


El español que desembarcó en la costa veracruzana un Jueves Santo de 1519 no
fue trasplantado directamente de la Península Ibérica, ya había sostenido su primer
encuentro con las islas caribeñas y había estado en contacto con ellas por un cuarto de
siglo. El tiempo en las Antillas había propiciado que la lengua de Castilla, al llegar a
territorio mexicano, contara con ciertos rasgos, tanto por el origen dialectal de los
colonizadores −en su mayoría de origen andaluz y extremeño− como por el tiempo que
había permanecido en la zona insular, situación que ya le había conferido al español sus
primeros rasgos americanos, como la incorporación de voces arahuaco-taínas, por
ejemplo, maguey, las cuales solían hacer referencia a las nuevas realidades del continente
(Bogard 2010: 266, 272). De igual manera sucedió en México, pues en sus comienzos por
el territorio el español también incorporó nuevas voces, muchas de ellas provenientes del
náhuatl, la lengua de los mexicas.
Tras la derrota del imperio mexica, los colonizadores fundaron el Virreinato de la
Nueva España en 1535. Durante esa época, el español novohispano sirvió, principalmente,
como instrumento de comunicación cotidiana entre españoles, criollos y mestizos. De

25
dicho español se formaron sus respectivas variedades alta y baja. Dependiendo del
contexto, una sola variante podía fungir como alta o baja, por lo que la situación
diglósica 15 de la Nueva España se caracterizó por ser dinámica y múltiple. Ya antes de la
llegada al territorio mexicano, el español se encontraba en una situación diglósica con el
latín. En la Nueva España, sin embargo, ambas lenguas fungían como lenguas altas en
relación con las lenguas nativas. Dentro de estas, por otro lado, existía a su vez otro tipo
de diglosia donde el náhuatl fungía como lengua alta frente a las demás lenguas
autóctonas. El náhuatl, ciertamente, gozó de una importancia distintiva durante la Colonia
debido a su estatus de lengua franca que ya existía a la llegada de los españoles (Parodi
2010: 311).
Mientras el español novohispano se desarrollaba con sus respectivas variedades,
la situación demográfica de dicho periodo pasaba a constituir una pieza clave en la
expansión del español por el territorio mexicano. Este aspecto de la historia del
poblamiento “constituye otro aspecto fundamental para entender la relación entre las
etapas de conquista y colonización y la distribución actual de las zonas dialectales en
México (Martín Butragueño 2014: 1385).
Como se sabe, la población originaria disminuyó de manera devastadora en las
primeras décadas después de la caída del imperio mexica. Las enfermedades que llegaron
con los colonizadores, las guerras y las condiciones inhumanas a las que fueron sometidos
redujeron su población de 25 000 000 a 3 366 800 para el año 1570 (Zimmermann 2004:
22). Por el contrario, a medida que esta población se reducía, la población mestiza y
mulata, para quienes el español era su lengua materna y de subsistencia, aumentaba (Lara,
2008: 321). De igual manera, las llamadas repúblicas de indios reorganizaron el panorama
demográfico de la zona central. Estas repúblicas refieren a la división poblacional llevada
a cabo por Hernán Cortés en la hoy ciudad de México donde, luego de ser expulsados del
centro, los pobladores originarios fueron instalados en las zonas periféricas; mientras
tanto, el centro fue repartido entre los españoles. Se implementó, entonces, un modelo de
dos repúblicas: “una medular de españoles y otra marginal de indígenas” (Parodi 2010:
312). Aunque los indígenas conservaban cierta autonomía al interno de sus repúblicas,

15
El concepto de diglosia en las siguientes páginas se empleará en el sentido que lo hace Fishman (1972),
para quien la diglosia no solo involucra las variedades desarrolladas dentro de una misma lengua, sino que
su uso puede extenderse incluso a lenguas diferentes.

26
seguían sirviendo a europeos y a descendientes de estos que, cabe mencionar, jamás
llegaron a representar ni el 0,5% de la población total. Estas trazas fueron relevantes para
el panorama lingüístico ya que propició una situación diglósica y de bilingüismo en
algunos sectores de la población, así como la pérdida de lenguas originarias debido a los
constantes ajustes en las poblaciones indígenas a causa de la muerte de estos. Estas
repúblicas concentraban varias lenguas en una misma zona impidiendo la comunicación
y favoreciendo el uso de alguna de las lenguas generales (2010: 332).
El desplome demográfico que sufriría el territorio mexicano se sentiría
especialmente en las vertientes costeras del territorio mexicano. De acuerdo con Martín
Butragueño, en estas zonas “la población pudo disminuir de 8 millones a 200 000
indígenas, y en el sur-sureste la población pudo haberse reducido en un 75% entre 1511 y
1550” (Martín Butragueño 2014: 1385). La reducción de la población originaria trajo
consigo el repoblamiento con personas de origen africano. Así sucedió en la zona costera
del Golfo de México, en Veracruz. Ahí, los esclavos negros constituían la principal fuerza
de trabajo, por lo que la composición demográfica estaba conformada básicamente por
africanos y mulatos que, alejados del centro la Nueva España, aprendieron el español de
los colonizadores, en su mayoría de origen andaluz (Lara 2008: 356). Al ser esclavizados
para la producción de caña de azúcar, algunas poblaciones de africanos migraron junto
con su español en busca de refugio hacia el pacífico a través del Istmo de Tehuantepec.
De ahí que las regiones costeras del Golfo y Pacífico, Veracruz, por un lado, Oaxaca y
Guerrero, por el otro, sean en la actualidad las entidades que concentran los principales
asentamientos de población afromexicana 16 del país y que sus variedades hayan
conservado prominentes rasgos fonéticos andaluces. Cabe señalar que, a pesar de ser
discriminada, la población africana no era mantenida en aislamiento como en otras zonas
del continente, por lo que esta situación pudo favorecer el aprendizaje del español sin que
surgieran pidgins o lenguas criollas en México (Martín Butragueño 2014: 386). A pesar
de estos datos, cabe mencionar que la información disponible hasta ahora respecto a la
historia de la expansión del español en México y sus consecuencias para la conformación

16
O afrodescendiente. La existencia de los pueblos afromexicanos como parte de la composición
multicultural del país se reconoció constitucionalmente tan solo en 2019. Según datos del INEGI (2017), el
1,2% de la población del país, equivalente a un poco más de un millón trescientas mil personas, se identifica
como afromexicana. https://www.inegi.org.mx/app/biblioteca/ficha.html?upc=702825090272

27
de las actuales variedades dialectales sigue siendo insuficiente (Martín Butragueño 2014:
1383).
Mientras el español se expandía por el territorio, las lenguas originarias
disminuían. Con todo, algunas de ellas lograron ser preservadas gracias a las órdenes
religiosas que habían llegado a México para su misión evangelizadora. En efecto, las
órdenes religiosas tuvieron un papel muy importante en la “protección” de las lenguas
nativas. Cabe aclarar, sin embargo, que la actitud de los misioneros respecto a estas
lenguas conservaba una finalidad práctica, ya que era a través de las lenguas originarias
que los misioneros podían ganarse la confianza de los indígenas y convencerlos del valor
de la fe cristiana.

2.2.1 Conflicto lingüístico y cultural: las lenguas originarias y el español


La situación de las lenguas nativas originada a partir del contacto entre
colonizadores y pueblos originarios se ha caracterizado por ser conflictiva. Aunque este
contacto entre lenguas puede entenderse en términos de sus consecuencias lingüísticas,
también puede abordarse en función de sus implicaciones culturales. Para Zimmermann
(1999), el contacto supone un conflicto que exhibe la dominación y la agresión por parte
de la sociedad dominante. Se trata, pues, de un conflicto “que deriva de la acción de un
grupo en contra de las manifestaciones culturales del otro” (1991: 112) a través de actos
de carácter agresivo. La preferencia de este autor por el término “agresión” respecto a
otros términos como “amenaza” radica en que en al usar agresión se hace explícita la
participación de un agente, y dicha mención es crucial para comprender que la situación
actual de las lenguas originarias se ha producido a raíz de medidas deliberadas y objetivos
puntuales, las cuales, también han sido dirigidas directa o indirectamente hacia sus
hablantes. Al partir de una concepción del lenguaje en la que se toma en cuenta su aspecto
semántico y cultural, si una lengua es agredida, también lo serán las prácticas culturales y
los modos de vida de sus hablantes, pues en la lengua se reflejan las visiones del mundo
de un pueblo y no solo representan sonidos (1991: 112). Una de las agresiones más severas
en contra de las culturas originarias en México fue la implementación de la política
lingüística de castellanización a través de la asimilación de los indígenas. Su propósito:
el exterminio lingüístico y cultural de la población nativa.

28
La política lingüística inicia con las disposiciones de la Cédula Real de mayo de
1770 y la propuesta del arzobispo de México de 1769, las cuales establecían
explícitamente extinguir las lenguas nativas: “para que de una vez se llegue a conseguir
el que se extingan los diferentes idiomas de que se usa en los mismos Dominios, y sólo se
hable el Castellano, como está mandado por repetidas Leyes, Reales Cédulas y Órdenes
expedidas en el asunto” (Zimmermann 2004: 23, las cursivas de Zimmermann). Aunque
esta política lingüística no tuvo efectos inmediatos en el panorama lingüístico del país, sí
lo tuvo a largo plazo y, sobre todo, a raíz de eventos históricos claves como el movimiento
de independencia en 1810 y, posteriormente, el movimiento revolucionario en 1910. Esta
política lingüística se mantuvo hasta la fundación del Instituto Nacional Indigenista en
1948, cuyo propósito consistió en velar por el patrimonio cultural de las comunidades
originarias (Parodi 2010: 337).
El movimiento de independencia constituye, sin duda, el suceso que marcó el
establecimiento del español en México. El proyecto de nación contemplaba la unión y la
homogeneización de la población, por lo que la lengua española pasó a ser adoptada como
la lengua de la nueva república, con el fin de unir lingüística −y culturalmente− a la nación
mexicana, pues para los pensadores de la época, la importancia de poseer una lengua
nacional radicaba en que la lengua fungía “como uno de los principales elementos de
cohesión” (Villavicencio 2010: 719). Al mismo tiempo, las lenguas nativas representaron
junto con sus hablantes un problema para la conformación del país como Estado-nación,
tanto en el México independiente como postrevolucionario, pues estos fueron vistos como
un impedimento para el desarrollo y la modernización del país, la resistencia a la unidad
nacional. Esta situación exigió medidas políticas que agudizarían el desplazamiento y
extinción de lenguas a favor del español iniciando con ello una nueva etapa de
multilingüismo asimétrico (Schrader-Kniffki 2021: 227). Los nativos padecieron en
adelante exclusión, aislamiento e incluso extermino 17.
El español, por su parte, fue implantándose en los espacios urbanos y en el dominio
público, que incluía los ámbitos educativos, políticos y administrativos. Aquí la educación
constituyó uno de los pilares fundamentales para su expansión debido a su enseñanza

17
Por ejemplo, la persecución y el exterminio del pueblo Yaqui del norte de México durante el Porfiriato,
periodo de gobierno del presidente oaxaqueño Porfirio Díaz. Miles de indígenas fueron asesinados u
obligados a separarse de sus familias para ser deportados en condiciones de esclavitud al sur del país.

29
obligatoria en la educación básica. Asimismo, se fue consolidando como lengua materna
mayoritaria debido al incremento de la población mestiza, para quienes el español en su
variedad mexicana pasaría a formar parte de su identidad lingüística. Para finales del siglo
XIX, más del 70% de la población ya se consideraba hispanohablante y el 17%, hablante
lenguas indígenas (Villavicencio 2010: 733).
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, en México
existen 7,364,645 hablantes de lengua indígena de tres años en adelante, representando el
6.1% de la población total de ese rango de edad 18 y de las cuales el 87.2% son hablantes
también del español. Respecto al bilingüismo en este sector de la población, Bartolomé
(2014) pertinentemente remarca que la mayoría de ellos ha tendido que aprender el
español para lograr una comunicación más eficiente con su entorno regional; sin embargo,
este “ha sido coercitivamente impuesto y responde a la asimetría estructural representada
por el histórico poder hegemónico del castellano” (Bartolomé 2014: 104). En algunos
casos la socialización lingüística de los hablantes de lenguas nativas, estimulada por la
preocupación de los padres respecto al futuro económico de los hijos, se realiza en vías
del abandono de la lengua materna, bien de manera bilingüe, en lengua originaria y
español, o monolingüe, utilizando solo el español, trayendo como consecuencia la
disminución de lenguas originarias y una tendencia al monolingüismo en generaciones
futuras (Schrader-Kniffki 2021: 227-228).
Por lo que respecta al número de lenguas nacionales, dependiendo de los factores
que se tomen en cuenta para su clasificación, esta cifra puede variar notablemente entre
las fuentes disponibles. “Hoy en día no se puede determinar con precisión si son 63, 125
o 364 las lenguas nativas que conviven con el español” (Barriga Villanueva y Martín
Butrageño 2010: 17); sin embargo, el INALI contabiliza 68 agrupaciones lingüísticas 19 y
364 variantes lingüísticas (INALI 2009). Los estados que concentran la mayor cantidad

18
Esta cifra, sin embargo, aumenta considerablemente a un 19.4% cuando se hace referencia a las personas
que se autoadscriben como indígenas, independientemente de si son hablantes de alguna lengua indígena o
no. Https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2022/EAP_PueblosInd22.pdf
19
Para los fines del Catálogo de Lenguas Indígenas del INALI (2009), en vez de “lengua” se recurre al
concepto “agrupación lingüística”, que es definido como “el conjunto de variantes lingüísticas
comprendidas bajo el nombre dado históricamente a un pueblo indígena”. Dichas variantes lingüísticas
poseen sus propias identidades sociolingüísticas y pueden incluso llegar a ser inteligibles entre sus
respectivos hablantes. Https://www.inali.gob.mx/clin-inali/#agrupaciones

30
de hablantes de lenguas originarias son Oaxaca con un 31.2 %, Chiapas con 28.2 %,
Yucatán con 23.7 % y Guerrero con 15.5 %.

2.3 La variedad mexicana del español


En el mundo hispanohablante el español de México posee una importancia
distintiva en términos numéricos. Debido a sus más de 120 millones de habitantes y el
hecho de que más del 90% de la población posee la lengua española como lengua materna,
México cuenta con la mayor cantidad de hispanohablantes en todo el mund o. A lo largo
de sus casi dos millones de kilómetros cuadrados, el español de México posee una
variación diatópica considerable. Lipski (2014) incluso señala que “el territorio del
México actual no tiene la misma extensión que el español mexicano” (2014: 294). Antes
de revelar las principales propuestas dialectales de esta variedad, es prudente proporcionar
un esbozo general de las particularidades del español mexicano teniendo en cuenta que, si
bien pueden considerarse como generales, estos no se extienden por todo el país20.

2.3.1 Caracterización general


En su libro Variedades de la lengua española, Moreno Fernández (2019) describe
los rasgos más importantes de la variedad mexicana a partir de los planos fónico,
gramatical y lexical. Dentro de la caracterización fónica, predomina la tendencia de las
vocales e y o a formar diptongos con la vocal fuerte siguiente: “teatro” [tja.tro], “poeta”
[pweta] o “peor” [pjor]. También es común encontrar el rasgo de las llamadas vocales
caedizas, es decir, el debilitamiento y pérdida de vocales átonas, especialmente ante la /s/:
“diente” [djents], “antes” [ants] o “chiste” [chste”]. Asimismo, existe la articulación tensa
de consonantes tanto entre vocales como a final de sílaba: “taxi” [tak.si] (2019: 73).
En el plano gramatical se halla: una generalización del tuteo, con excepción del
sur, donde predomina el voseo; el uso de pronombre le enclítico con valor intensificador:
“sígale”; el uso de hasta con valor de inicio: “abren hasta las cuatro”; y la concordancia
del verbo impersonal haber, como en “habían muchas personas” (Moreno Fernández
2019: 74).
Por último, en el plano lexical se pueden destacar, como es natural, algunos
mexicanismos e indigenismos léxicos, la mayoría de ellos provenientes del náhuatl. Cabe

20
Los únicos rasgos que prácticamente se extienden por todo el territorio son el seseo y el yeísmo.

31
destacar que, precisamente, la influencia de las lenguas originarias se ha sentido sobre
todo en el plano lexical, puesto que constituye el nivel más superficial del sistema
lingüístico, pero también pueden presentarse algunos rasgos en la fonética, como la
secuencia tl, fonema único de origen náhuatl y que es pronunciado en la misma sílaba:
“a.tle.ta”, “a.tlas”, “cen.zon.tle”, e incluso en la gramática, como el sufijo -eco, derivado
de -ecatl, también náhuatl y que designa gentilicios: “yucateco”, “guatemalteco”. Si bien
esta influencia le ha otorgado cierta personalidad al español de México, “no ha afectado
la estructura fonológica ni morfosintáctica de la lengua española” (Lope Blanch 1996:
86).

2.3.2 La división dialectal del español de México


En cuanto a la división dialectal, las propuestas no han faltado. Los artículos de
Enríquez Ureña en 1921 sobre el español de América constituyen una primera
aproximación hacia la división dialectal del español de México que, posteriormente, se
nutrió de diversas propuestas zonificadoras sin que hasta ahora exista una universalmente
aceptada, ya que cada una puede variar en función de los criterios lingüísticos y
extralingüísticos para el establecimiento de las zonas, así como del enfoque o la
perspectiva que se tome (Martín Butrageño 2014: 1354). Aquí solo se hará referencia a
las propuestas zonificadoras de Lope Blanch (1996) y Moreno Fernández (2019).
La segunda zonificación de Lope Blanch reconoce diez zonas dialectales, unas
mejor delimitadas que otras (Lope Blanch 1996: 88). Las zonas son: 1) la península de
Yucatán, en la que se destaca una clara interferencia de la lengua maya, esta zona, además,
posee rasgos propios que la diferencian de los dialectos caribeños; 2) Chiapas, en donde
se emplea el voseo a diferencia del tuteo en el resto del país y cuyas hablas son
consideradas más rurales y conservadoras; 3) Tabasco, considerado como zona de
transición entre el dialecto veracruzano y el yucateco; 4) Veracruz, específicamente, las
tierras bajas, las cuales poseen rasgos caribeños; 5) el altiplano oaxaqueño, que es
considerada una zona dialectal próxima a la del centro; 6) el altiplano central, incluyendo
la ciudad de México; 7) la costa de Oaxaca y Guerrero, prolongada hacia el norte del
Pacífico; 8) el noroeste del país, cuyo rasgo más singular es la fricatización de /č/
(muchacha → mushasha); 9) el altiplano septentrional; y 10) el noreste. Lope Blanch,
además señala que a estas zonas se le podrían agregar otras subdivisiones, como las hablas

32
de Michoacán y Jalisco (1996: 88). En el siguiente mapa se pueden observar las zonas
dialectales:
Mapa 1
Zonas dialectales según Lope Blanch (1994)

Fuente: Lope Blanch, 1994, p. 89

Por otro lado, se encuentra la reciente clasificación dialectal de Moreno Fernández


de su libro Variedades de la lengua española (2019). Para distinguir las zonas, además de
criterios lingüísticos, Moreno Fernández se basa en el criterio histórico-etnográfico que
distingue los pueblos nuevos y los pueblos testimonio. Mientras los pueblos nuevos
constituyen aquellos que surgieron en los últimos siglos por la mezcla de culturas, los
segundos refieren a aquellos pueblos herederos de antiguas civilizaciones asentadas previo
a la colonización. Estos últimos predominan sobre todo en el sur de México y en América
Central en donde el español ha tenido una particular influencia de las lenguas mayenses,
pero también existen en el centro-sur de México, como en Puebla y Oaxaca. El resto del
país pertenece a los pueblos nuevos (2019: 76). Una vez aclarado lo anterior, Moreno
Fernández establece la división conformada por dos grandes ramas, a saber: el español
mexicano propiamente dicho, y el español mayense. La primera rama estaría agrupada en
tres modalidades pertenecientes a pueblos nuevos: la norteña, la central y la costeña; la
segunda incluiría solo la modalidad yucateca, conformada por la península de Yucatán y
los estados de Chiapas y Quintana Roo, adscritos a pueblos testimonio (2019: 77). Basado

33
en la división dialectal de diez zonas de Lope Blanch (1996) Moreno Fernández atribuye
a las hablas norteñas las zonas dialectales 8, 9 y 10; a las hablas centrales las zonas 5 y 6;
a las costeñas, la 3, 4 y 7; y a las yucatecas las zonas 1 y 2.

2.4 Oaxaca
Por su diversidad lingüística, Herreras Zendejas (2014) se refiere al estado de
Oaxaca como la Babel del Sur: “En este sentido, referirse a una Babel en el título del
capítulo está lejos de tener un sentido metafórico” (2014: 1692). En efecto, la riqueza del
estado no solo se mide en términos lingüísticos sino también en términos culturales, pues
en la región convergen diferentes pueblos cada uno con tradiciones, formas de
pensamiento y organización social propias. Esta situación, sin embargo, se entrecruza con
la deuda histórica de México hacia sus pueblos originarios. En Oaxaca no solo abundan
las lenguas, las culturas y las tradiciones, el descuido gubernamental ha provocado, más
allá de la capital, las más altas tasas de pobreza económica del país que desembocan en
múltiples carencias sociales agudizadas en las comunidades indígenas.

2.4.1 Panorama sociodemográfico


Por su extensión territorial, Oaxaca 21 es el quinto estado más grande en México.
Se localiza al suroeste del país colindando por el norte con los estados de Puebla y
Veracruz, con Chiapas al oeste, con el Pacífico por sur, y por el este con Guerrero. Garza
Cuarón (1991) señala la singularidad de este estado mencionando que en Oaxaca “existe
la mayor fragmentación social, lingüística y política del país” (1991: 19). De acuerdo con
el CENSO 2020, Oaxaca tiene una población de 4,132,148 personas; las mujeres
representan el 52.2% de la población mientras que los hombres el 47.8%. De la población
total, casi 7 de cada 10 personas se identifican como indígenas, independientemente de
que hablen o no una lengua nacional (DGPO 2018: 5), lo que lo convierte el estado con la
mayor cantidad de personas que se reconocen como indígenas en todo el país.
Al respecto, Bartolomé señala que “Oaxaca fue y es un ámbito indígena” (2014:
85), ya que durante la colonia la presencia hispana en el estado no fue numerosa ni los
posteriores movimientos migratorios hacia la entidad significativos como para haber
impactado en la composición étnica regional, por lo que gran parte de las personas que no

21
Pronunciado [wajáka] o [oajáka].

34
se consideran indígenas −ya sean mestizos 22 o campesinos genéricos− son indios
desindianizados que han negado su origen debido a la estigmatización de “lo indígena”.
Muchas de las personas que se consideran no indígenas en Oaxaca “son testimonios
vivientes del etnocidio colonial y republicano, […] un proceso de destrucción cultural que
aún continúa en curso” (2014: 85).
Oaxaca, además, no solo posee el más alto porcentaje de población indígena, sino
también la mayor concentración de identidades étnicas, pues son 16 los pueblos
originarios23 que habitan la entidad. Además de dichos pueblos, se encuentran los
tzotziles, grupo maya proveniente de Chiapas y asentado en el estado, así como los
afromexicanos (DGPO 2018: 27) cuya población en Oaxaca representa la segunda más
grande a nivel nacional con 194,474 personas, tan solo por debajo del estado de Guerrero
(INEGI 2020). Entre otros indicadores, Oaxaca es predominantemente rural; más de la
mitad de su población está asentada en zonas rurales. Fuera de las zonas rurales, su capital,
la ciudad de Oaxaca de Juárez, representa el centro urbano más denso de la entidad con
poco más de 270,000 habitantes (INEGI 2020), además, constituye el principal centro
cultural y económico del estado.
En cuanto a la organización política, el estado se divide en 570 municipios24, lo
que lo convierte en el estado con más municipios del país, los cuales se distribuyen en sus
ocho regiones: la Cañada, el Papaloapam, la Sierra Norte, la Mixteca, los Valles Centrales,
la Sierra Sur, la Costa y el Istmo. De esos 570 municipios, 418 se rigen por un sistema
autónomo propio llamado usos y costumbres 25, que es una forma de organización
sociopolítica que otorga cierta autonomía a cada municipio y permite que se rijan por un
sistema cultural propio manteniendo así las prácticas tradicionales de los pueblos

22
En este sentido y de ahora en adelante se hará referencia al mestizo en un sentido cultural y no biológico
en la manera en que lo concibe Zimmermann (2004), para quien el mestizaje también “incluye a la población
genéticamente amerindia que adoptó la lengua castellana y hábitos de vida provenientes de la cultura
española y occidental” (2004: 23).
23
Se trata de los mixtecos, zapotecos, triquis, mixes, chatinos, chinantecos, huaves, mazatecos, amuzgos,
nahuas, zoques, chontales, cuicatecos, ixcatecos, chocholtecos y tacuates.
24
De acuerdo con el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, un municipio es una
entidad político-jurídica en la que se dividen los diferentes estados del país y “está integrada por una
población asentada en un espacio geográfico, con normas jurídicas propias y un órgano de gobierno que es
el ayuntamiento” (INAFED 2020).
25 Este tipo de organización se reconoció en Oaxaca en 1995 en el marco del movimiento zapatista en

Chiapas como parte de las demandas de los pueblos zapotecas y mixes, principalmente (Canedo Vásquez
2008: 407).

35
originarios (Canedo Vásquez 2008: 403). Como puede apreciarse, el principal rasgo de
Oaxaca y sus pueblos indígenas es su heterogeneidad.
Mapa 2
El estado de Oaxaca y sus ocho regiones

Fuente: Adaptado de http://www.laregionsemanario.com/2013/06/regiones-del-estado-de-oaxaca.html

A la complejidad poblacional y política del estado se le añade, por otro lado, una
constante pobreza económica que se acentúa en las comunidades indígenas. Cabe
mencionar que la pobreza económica en México es determinada a partir del cumplimiento
de derechos fundamentales en materia de desarrollo social, como el acceso a la educación,
a la seguridad social, a los servicios de salud, a los servicios básicos vivienda y la calidad
de estos, entre otros (CONEVAL 2020: 32). Según el Informe de Pobreza y Evaluación
del CONEVAL, en 2018 el 66.4% de la población oaxaqueña, más de dos millones y
medio de personas, vivía en situación de pobreza; de ese porcentaje, el 43.1% se
encontraba en situación de pobreza moderada, mientras que el 23.3% en situación de
pobreza extrema (2020: 14). Si al porcentaje de pobreza se le sumara el porcentaje de
población en condición de vulnerabilidad por carencias sociales, que representa el 22.5%,
se puede decir, entonces, que en 2018 el 91.5% de la población oaxaqueña se encontraba
en situación de pobreza o vulnerabilidad.
En el ámbito educativo, el promedio de escolaridad en Oaxaca se encuentra entre
los más bajos del país por encima de Chiapas, superando apenas los 8 años de escolaridad
−en la población indígena este promedio baja a 5 años−. En promedio, de cada 100
personas 10 no poseen ningún grado de escolaridad, 57 concluyen la educación básica y

36
tan solo 14 concluyen la educación superior 26 (INEGI 2020). Asimismo, la entidad posee
el tercer porcentaje más alto de población analfabeta del país por debajo de Chiapas y
Guerrero, pues alrededor del 11.8% de la población de 15 años en adelante no sabe leer ni
escribir. Si se atienden otros indicadores, como la alimentación o los servicios de salud,
los números tampoco son alentadores.

2.4.2 Panorama lingüístico


Existe la explicación histórica de que en la antigüedad todas las migraciones del
norte del continente americano con dirección al sur tuvieron que pasar por Oaxaca, al
toparse con la vasta complejidad montañosa de la región, los diferentes grupos étnicos y
lingüísticos se fueron paulatinamente asentando, por la geografía de la zona algunos
grupos se aislaron de otros provocando la sorprendente fragmentación actual de las
diferentes lenguas (Garza Cuarón 1991: 22). Para Oaxaca tampoco ha sido posible
determinar con exactitud el número de lenguas habladas. Como ya ha sido mencionado,
esta cifra varía de acuerdo con la fuente y los criterios que se utilizan para diferenciar una
lengua de otra. Se estima, sin embargo, que se hablan al menos 15 lenguas27 “con
numerosas variedades regionales y locales en gran parte inteligibles entre sí” (Schrader-
Kniffki 2004: 193), por ello, algunas de las variedades son de hecho consideradas por
algunos investigadores como lenguas. Por lo tanto, como lo señala Díaz-Couder (2004),
vale la pena considerar dichas lenguas como “complejos lingüísticos, que incluyen varios
idiomas” (2004: 149). El chinanteco como nombre genérico, por ejemplo, no constituye
una sola lengua sino comprende toda una agrupación de varias lenguas bien diferenciadas
entre sí, pero con un pasado común; por el contrario, el huave consta de una sola lengua
y hasta la fecha no se ha podido demostrar que tenga relación con alguna otra lengua, por
lo que es considerada una lengua aislada (2004: 149, 151).
La gran riqueza lingüística de Oaxaca no solo hace referencia al número de
hablantes y de lenguas sino también al número de familias lingüísticas. Smith-Stark
(1990) manifiesta que la complejidad lingüística del estado, cuya extensión es levemente
superior a la de Portugal, puede ser comparable con la de toda Europa (1990: 604), pues

26
En México, la educación básica tiene una duración de 6 años y abarca de los 6 a los 12 años de edad. La
educación superior refiere al nivel universitario o equivalente.
27
amuzgo, cuicateco, chatino, chinanteco, chocholteco, chontal, huave, ixcateco, mazateco, mixe, mixteco,
náhuatl, triqui, zapoteco y zoque (Díaz-Couder 2004: 149).

37
tanto las lenguas de Europa como las de Oaxaca, menciona, provienen de 5 familias
lingüísticas −en Oaxaca serían 6 si se toma en cuenta el español−, de las cuales la familia
otomangue 28, la más representativa del estado, posee una profundidad temporal de más de
6500 años, similar a la familia indoeuropea. Las lenguas más habladas en el estado son el
zapoteco, que posee 59 variantes en la entidad y el mixteco, cuyas variantes se estiman en
56 29. En el estado existen incluso hablas silbadas de las lenguas chinanteca y mazateca,
producto de las necesidades comunicativas de las zonas montañosas. En cuanto al número
de hablantes, según datos oficiales del INEGI, en 2020 había 1,221,555 personas mayores
de 3 años que hablaban alguna lengua originaria, es decir, más del 30% de su población.
De dichos hablantes, poco más de 130,000 eran monolingües. La región con más hablantes
de lenguas originarias es la Sierra Norte con el 76.3% de su población; por el contrario, y
como era de esperarse por contar con la capital, la región de Valles Centrales concentra la
menor cantidad, solo el 16.4% (DIGEPO 2018: 9).
Ante este panorama, es normal preguntarse si las lenguas nacionales oaxaqueñas
han ejercido alguna influencia en el español de la población hispanohablante y
monolingüe. Al parecer, no, aunque es necesario llevar a cabo más estudios al respecto.
Entre la escasa bibliografía sobre el español de Oaxaca, quizás el aporte más valioso
constituya el estudio de Garza Cuarón El español hablado en la ciudad de Oaxaca en
1987.
Centrado en la ciudad de Oaxaca, Garza Cuarón señala que, a pesar de yacer en
plena región zapoteca, la capital posee una población prácticamente hispanohablante,
salvo en algunas situaciones de comercio como las que se dan en los mercados capitalinos
(1987: 19). Sobre la influencia de las lenguas originarias en el español de la ciudad de
Oaxaca menciona que, a pesar de encontrarse rodeada de comunidades cuya lengua más
importante es el zapoteco “su influencia en el español de Oaxaca no es muy evidente”
(1987: 21), quizás, debido a que los dominios para estas lenguas y el español se encuentran
bien establecidos en la ciudad. En términos generales, se puede decir que la situación de
las lenguas en Oaxaca supone un bilingüismo diglósico sustitutivo (Díaz-Couder 2004:

28
También llamada oaxaqueña.
29
De acuerdo con el INALI, las variantes se definen como una forma de habla que presenta en mayor o
menor medida diferencias tanto estructurales y lexicales como en su identidad sociolingüística respecto a
otras variedades de una misma agrupación lingüística -o una lengua- (INALI 2009).

38
164), en otras palabras, los indígenas suelen ser bilingües con diferentes grados de
dominio tanto del español como de la respectiva lengua materna y se mantiene la situación
diglósica en donde el español funge como la lengua alta: escrita, de cultura y movilidad
social. Las lenguas originarias, en cambio, ocupan la posición de lengua baja: tradición
oral, local y familiar, y sin presencia en los dominios oficiales o institucionales.

2.4.2.1 El español de Oaxaca


La zona del altiplano oaxaqueño supone una marcada proximidad al dialecto del
centro del país. Por ahora, los pocos estudios que existen sobre el español de Oaxaca se
centran únicamente en su ciudad capital, para el resto del estado, dichos estudios son
prácticamente inexistentes. El estudio de Garza Cuarón ofrece un panorama general de los
rasgos fonéticos más característicos del español de la ciudad de Oaxaca. Cabe destacar,
que dicho estudio fue llevado a cabo a finales de la década de los 80. Un estudio más
reciente fue aquel realizado por Martín Butragueño en 2020. En su estudio sobre la
entonación del español de la ciudad de Oaxaca, el autor vuelve a señalar la posible
filiación de las hablas oaxaqueñas y las hablas centrales del país (2020: 585); sin embargo,
destaca que “si bien parece posible defender que la documentación de la ciudad de Oaxaca
pertenece al complejo dialectal de las hablas del centro de México, su encuadramiento
debe tomarse con precaución, a la vista de las diferencias con la Ciudad de México” (2020:
591).

39
Capítulo III. Metodología de la investigación

3.1 Perfil de los informantes


Por ser el principal centro urbano y con el español prácticamente como lengua
única, este estudio se basó en informantes de la ciudad de Oaxaca. Los informantes debían
cumplir con ciertas características para considerarse aptos para el estudio, por ejemplo, el
que fueran oaxaqueños y radicaran en la ciudad de Oaxaca o dentro de la zona
metropolitana 30. Hubo tres casos que no cumplían estrictamente con estos parámetros,
pero que, aun así, fueron contemplados para el estudio. Los primeros dos casos se trataban
de informantes que no habían nacido en el estado de Oaxaca, pero que habían vivido
prácticamente toda su vida en la ciudad de Oaxaca, habían crecido y estudiado en la
ciudad, así que se les tomó en cuenta. El tercer caso refiere a un informante que había
nacido y crecido en la ciudad de Oaxaca, pero que no radicaba ahí. A esta persona también
se le tomó en cuenta porque, además de ser oriundo de la ciudad, se desplazaba
diariamente hacia allá por razones de trabajo. Entonces, por su conexión con la ciudad, lo
que constituía un factor determinante para el estudio, no fue descartado.
La ventaja e importancia de realizar estudios en los centros urbanos, según Martín
Butragueño (2010), radica en que “allí toman cuerpo, como en ningún otro medio
ambiente, las comunidades de habla, articuladas en buena medida a través de actitudes y
creencias que a veces forman ideologías lingüísticas” (2010: 998). Por lo que es en la
ciudad donde se pueden notar particularmente las diferencias lingüísticas entre los
diversos grupos sociales, comprendidos por mujeres, hombres, hablantes de diferentes
estratos socioeconómicos, de diferentes edades, naturales e inmigrantes, etcétera (2010:
998).
El cuestionario se aplicó a 24 personas de los cuales 12 informantes eran mujeres
y 12, hombres. Por ende, el sexo constituye la principal variable sociolingüística. Además
del sexo, se tomó en cuenta la edad. Con las implicaciones que conllevaba esta decisión,
los informantes fueron divididos únicamente en dos grupos abarcando un rango amplio de
diferencia de edad: al primer grupo lo conformaban los informantes de entre 18 y 39 años,

30
A esta zona la integran 23 municipios que se pueden consultar en el siguiente enlace:
https://www.oaxaca.gob.mx/zona-metropolitana/

40
y al segundo, de entre 40 y 62 años. Asimismo, se buscó que hubiera una representación
de acuerdo con el nivel de estudios. Ya que el estudio contemplaba informantes a partir de
los 18 años, se decidió, entonces, que estos fueran clasificados en informantes con estudios
universitarios (CEU) y sin estudios universitarios (SEU). La distribución numérica por
variables sociolingüísticas se puede representar de la siguiente manera:
Tabla 1
Distribución de los informantes por variables sociolingüísticas
24
Informantes
12 12
sexo
Mujeres Hombres
6 6 7 5
edad
18-39 años 40-62 años 18-39 años 40-62 años
nivel de 3 3 3 3 3 4 3 2
estudios CEU SEU CEU SEU CEU SEU CEU SEU

Además de considerarse oaxaqueños y residentes de la ciudad, se aseguró que


todos los informantes fueran hispanohablantes nativos y monolingües. Cabe mencionar
que cuando se les preguntó por cómo se identificaban, tres de ellos se consideraron
indígenas. La distribución por identificación quedó, pues, de la siguiente manera:
Figura 2
Distribución de los informantes por identificación

Mestizo
Indígena

En el Anexo I se encuentra una lista detallada de los informantes. Algunos de los


informantes los conozco personalmente, la mayoría, sin embargo, no. A través de uno de
los informantes, se tuvo la oportunidad de reunir a diversos colegas suyos y trabajadores
de una institución educativa. De ahí que varias profesiones estén relacionadas con el
derecho o el secretariado.

41
3.2 Diseño y aplicación del cuestionario
Con el fin de obtener datos cualitativos y cuantitativos, y conforme a los objetivos
de este trabajo escrito, se elaboró un cuestionario de 37 preguntas tanto abiertas como
cerradas y una parte dedicada a una escala de diferenciación semántica. El cuestionario se
puede consultar en el apartado de anexos. Al inicio de la muestra se explica que el
cuestionario forma parte de un trabajo final y que no desea evaluar las respuestas como
correctas o incorrectas sino conocer sus opiniones, por lo que se les pide contestar de la
manera más honesta posible. Una vez dadas las instrucciones, al informante se le piden
algunos datos personales, como edad, sexo, ocupación, lugar de nacimiento y residencia,
grado de escolaridad, entre otros.
El cuestionario se divide en cinco secciones que no poseen título, puesto que se
pretendía que los informantes no supieran las razones exactas por las cuales se les daba a
contestar la muestra, lo único que se les mencionaba es que se trataba de un “cuestionario
sobre Oaxaca”. La disposición de las secciones fue determinada conforme a los aspectos
de los que trata este trabajo. La primera sección indaga las percepciones dialectales de los
informantes conforme a la técnica de grado de diferencia correspondiente a la
dialectología perceptual. Posteriormente, se realizan otras preguntas sobre las preferencias
sobre los diferentes acentos en México y sus opiniones respecto a la “mejor” habla. La
segunda sección indaga sobre el español de Oaxaca, su prestigio y la posible influencia de
las lenguas originarias en dicho español. Por primera vez se introducen las p reguntas con
escala de Likert que toma en cuenta las siguientes categorías: Nada, Muy poco, Algo,
Mucho y Demasiado. La tercera sección engloba las opiniones respecto a la corrección de
la lengua. La cuarta sección tiene como objetivo descubrir las actitud es respecto a las
lenguas y culturas indígenas.
La última y quinta sección se conforma de una escala de diferenciación semántica
que evalúa afectivamente las diferentes hablas de México con base en las siguientes
características: elegante, correcto, claro, ejemplar, amistoso y agradable. Basándonos en
las propuestas dialectales de Lope Blanch (1996) y Moreno Fernández (2019) se conformaron
las ocho las zonas dialectales que se evalúan en esta sección. No se pretendía ser
exhaustivo en el número de zonas dialectales, pero era deseable que este sí fuera lo
suficientemente representativo a pesar de que se tenía consciencia de que el cuestionario

42
ya era bastante amplio. De acuerdo con la zonificación de Lope Blanch, las hablas de la
península de Yucatán se mantuvieron, al igual que las hablas chiapanecas, y del altiplano
oaxaqueño. Las modificaciones, por el contrario, fueron las siguientes: las hablas del
noroeste, del altiplano septentrional y del noreste se agruparon en una grande zona, las
hablas del norte, tal y como lo hace Moreno Fernández en su propuesta, ya que, debido a
la lejanía de Oaxaca con los estados del norte, no se consideró relevante subdividir el norte
de México como lo hace Lope Blanch. Las zonas costeras se separaron en las hablas del
Golfo y las del Pacífico Sur, esto porque Oaxaca colinda por el norte con Veracruz, por lo
que los oaxaqueños probablemente estén familiarizados con dichas hablas y las
diferencien de las hablas de la costa opuesta. El centro se subdividió en dos zonas, en las
hablas del centro propiamente dichas y las hablas de occidente. Para que los informantes
tuvieran una mejor referencia de estas zonas, se indicaron los estados que formaban parte
de cada habla.
Respecto al procedimiento que se siguió para su aplicación, no se realizó ninguna
prueba piloto, pero el cuestionario sí fue revisado por tres estudiantes sin estudios afines,
esto con el objetivo de determinar si las preguntas eran claras y fáciles de entender. Antes
de su entrega, se informó que la muestra duraría aproximadamente 45 minutos pudiendo
alcanzar hasta una hora; aunque, ciertamente, este tiempo podía variar dependiendo de la
velocidad y el esmero de cada uno.
Por la distancia entre Alemania y México, los cuestionarios fueron enviados a
través de correo electrónico; los demás, fueron impresos por conocidos y, posteriormente,
repartidos a las personas que accedieron a contestarlo, por lo que en ningún momento
hubo supervisión del encuestador. Se les pidió entregar el cuestionario lo antes posible,
pero varios de ellos lo hicieron hasta dos semanas después, por lo que pudieron decidir
cuándo y cómo contestarlo. Todo el proceso para conseguir a los informantes, enviar y
recibir los cuestionarios tomó un poco más de dos meses. Posteriormente, los datos fueron
vaciados en Excel para su posterior análisis y puntuación.

3.3 Limitaciones generales del estudio


La extensión del cuestionario constituyó la principal limitación del estudio. Debido
a que fueron planteados diversos objetivos y los cuestionarios fueron aplicados a una
población insertada en un contexto multicultural, el cuestionario contuvo más preguntas

43
de las recomendadas. Esta situación planteó dificultades sobre todo en relación con el
tiempo destinado para el vaciado de datos, su puntuación y su interpretación, pues implicó
una vasta cantidad de datos no solo cuantitativos sino cualitativos, cuyo análisis representa
un verdadero reto, especialmente, cuando los informantes desarrollan de manera oportuna
y exhaustiva sus respuestas. Un ejemplo de este tipo de cuestionario contestado se
encuentra en el Anexo II, Cuestionario contestado. Ejemplo 1. Además, no fue posible
contemplar todas las preguntas para su interpretación por cuestiones de tiempo o
relevancia, pues, aunque se relacionaban con los temas de este trabajo, al final, no todos
funcionaron para los objetivos específicos planteados. Con todo, se trabajó con los datos
disponibles y durante el curso de análisis de datos se tomó la decisión de no abordar las
preguntas de manera individual, sino más bien de forma agrupada. Esto con el fin de darle
al estudio una mejor estructura, quedando en la actual división de subtemas.
Por otro lado, el tiempo destinado a contestarlo sobrepasó el tiempo de 30 minutos
recomendado en este tipo de técnicas. Esto pudo llevar a que los informantes
automatizaran sus respuestas, se aburrieran o no le dieran la importancia que se requería.
Aunque la mayoría de las preguntas en el cuestionario eran de opción múltiple, en algunas
ocasiones se les pidió justificar sus respuestas; no obstante, estas fueron a menudo breves.
En otros casos, algunas preguntas no fueron contestadas. Esta cuestión fue especialmente
evidente en la última sección del cuestionario que contenía la escala de diferenciación
semántica y para la cual fueron anulados varios cuestionarios debido a que no se habían
respondido de manera correcta o no se habían respondido en absoluto.
Con respecto a las variables sociodemográficas, al contemplar hablantes sin
estudios universitarios, algunas preguntas, al parecer, no quedaron claras para este
subgrupo, ya sea por su contenido o por la longitud de las preguntas que, cabe mencionar,
fue extensa en algunas ocasiones, cuando lo recomendable es que sean breves. También
hubo preguntas que trataban temas desconocidos para algunos informantes, como las
variedades diatópicas del español de México, no todos tenían conocimiento de cómo se
hablaba en ciertos lugares. Al respecto, Moreno de Alba (2003) menciona que, en su
estudio, al pedir la opinión a sus informantes sobre la calidad de una determinada variedad
diatópica, la gran mayoría de sus informantes no solo no supo en qué consistía dicha
calidad sino también tuvo “muy superficiales conocimientos sobre el español que se habla

44
y escribe en México, amén de una casi total ignorancia en relación con otros dialectos
geográficos con los que éste pudiera compararse” (2003: 119). Esto, a causa,
probablemente, de factores como el lugar de procedencia, el nivel de instrucción o el nivel
socioeconómico. Esto planteó la importancia de realizar pruebas piloto para estudios
futuros sobre todo si se trabaja con personas sin estudios universitarios, pues, al parecer,
el hecho de que el cuestionario haya sido previamente revisado por otras personas no
garantiza el éxito de su comprensión y finalización. Un ejemplo de este tipo de
cuestionario contestado se encuentra en el Anexo II, Cuestionario contestado. Ejemplo 2.
Aunque las variables sociodemográficas fueron contempladas durante todo el
proceso de recolección de datos, estas fueron tabuladas únicamente cuando las diferencias
entre estos subgrupos resultaban significativas o relevantes para el estudio, ya que no era
posible desarrollar todo el análisis de los datos con base en estas variables por cuestiones
de tiempo y extensión.
Una vez planteadas las limitaciones generales, corresponde presentar los
resultados, interpretación y la discusión sobre estos. En algunas ocasiones, también se
incluirán dificultades específicas de ciertas preguntas relacionadas con la metodología.

45
Capítulo IV. Presentación, interpretación y discusión de los resultados

4.1 Actitudes y creencias hacia la lengua española en México


4.1.1 La corrección lingüística
Antes de interpretar las actitudes hacia las variedades del español en México,
consideré como punto de partida investigar las opiniones sobre la corrección lingüística,
específicamente, sobre qué aspectos los hablantes consideran que una variedad o un habla
es correcta o no. De acuerdo con Andersson & Trudgill (1990), citado en Hernández-
Campoy (2004) “lo que tradicionalmente se ha concebido como un problema de ‘correcto’
o ‘incorrecto’ simplemente es una cuestión de diferencias dialectales y actitudes sociales
frente al prestigio de éstas” (2004: 33). El concepto de corrección lingüística es, por lo
tanto, arbitrario, y no siempre responde a factores lingüísticos, cuando lo hace, por lo
general, guarda una estrecha relación con la lengua estándar como punto de referencia.
Para investigar las opiniones respecto a la corrección, se les preguntó a los
informantes Para usted, ¿qué es hablar “correctamente”? (pregunta 19). Una vez
computarizadas, las respuestas fueron agrupadas en dos grandes criterios que fueron
tomados de Morett (2014: 869). El primer criterio comprende las respuestas que se
refieren a favorecer la comunicación; el segundo, aquellas que se relacionan con el respeto
a la norma lingüística. La clasificación de las respuestas representó una tarea bastante
compleja debido a su ambigüedad, ya que la mayoría los informantes no habían
proporcionado respuestas detalladas.
Con todo, se obtuvo que la mayoría de las respuestas, el 57% aproximadamente,
relacionaron el hablar correctamente con pautas que favorecen la comunicación, es decir,
aquellas implicadas en el proceso comunicativo. Entre estas respuestas, se encuentran, en
su mayoría, aquellas que hacen alusión a aspectos relacionados con la claridad y la
precisión en dicho proceso 31: “ser precisos con lo que se quiere decir”; “expresarme sin
titubeos, con claridad”; “aplicar nuestro idioma de forma clara y sin rebuscamiento”.
Asimismo, hubo varias que consideraron que la corrección lingüística constituía el mero
acto de intercambio de mensajes de manera exitosa, por ejemplo, “darme a entender al

La transcripción de todas las respuestas presentadas en este trabajo escrito es de tipo natural, en todo
31

momento se trató de respetar el texto original.

46
momento de tener una conversación”; “poder y hacer que las personas entiendan lo que
se habla”; “poder expresar y entender las cosas”; “comprender, establecer
comunicación”. También hubo referencias al uso del léxico y otros elementos de acuerdo
con la función comunicativa o con el contexto, por ejemplo: “utilizar vocabulario,
modismos, etc., de acuerdo con el contexto”; “utilizar vocabulario y tono adecuados”.
Así, pues, la mayoría de los informantes consideran que la corrección lingüística
comprende el éxito del proceso comunicativo según la situación comunicativa.
Por otro lado, el 37% de las respuestas hizo alusión al criterio de respeto a la norma
lingüística. Una de las respuestas de este criterio se refirió de manera explícita a ello:
“respetar las normas del lenguaje, considerando las normas de la RAE”. Llama la
atención aquí el pronunciamiento de la RAE, aunque se considera una respuesta natural,
pues como se discutió en el primer capítulo, esta Academia ha constituido la más
importante institución y autoridad de la lengua española. Más adelante, se retomará este
tema.
La mayoría de las respuestas en este criterio hizo alusión a la gramática: “respetar
la gramática”; “utilizar las reglas gramaticales”; “buen uso de la sintaxis”, aunque
también hubo respuestas que refirieron a la pronunciación, como: “decir y pronunciar las
palabras como se debe” o “pronunciar correctamente”. Por último, algunas mencionaron
el uso del léxico en relación con su significado: “utilizar las palabras de acuerdo con su
significado”, probablemente, el significado otorgado por algún diccionario, aunque este
punto no se especifica. Un aspecto que destacó en el criterio de respeto a la norma
lingüística fue su relación con la variable nivel de estudios. Poco más del 76% de estas
respuestas fue emitida por informantes con estudios universitarios frente al 24% que no
posee estudios de este nivel. Se puede notar, entonces, que la concepción de corrección se
relaciona con la norma lingüística cuando se posee estudios de nivel superior. Recordemos
que el ámbito educativo constituye un medio fundamental por el cual suele ser facilitada
la norma académica y culta relacionadas con la variante estándar.
Por otro lado, hubo dos respuestas que pueden considerarse como parte de criterios
más bien extralingüísticos. Uno de ellos, claramente social: “hablar sin usar modismos o

47
modas pasajeras”. Como se sabe, los modismos32 forman parte del lenguaje coloquial y
suelen estar marcados socialmente −popular o grosero, por ejemplo−. La segunda
respuesta consideró una dimensión cultural en la corrección: “integrar armónicamente
elementos propios de la cultura y la región a la que se pertenece”. Aun así, resalta de esta
pregunta el hecho de que ningún informante haya hecho referencia explícita a una
supuesta pureza, al léxico marcado como vulgar, a la cortesía, u otros aspectos comunes
correspondientes al prestigio social. Con todo, se puede notar a partir de estas respuestas
el carácter arbitrario de la corrección lingüística de acuerdo con los conocimientos o la
“supuesta cognición” a la que refiere Blas Arroyo (1999) que se hayan adquirido con el
entorno, la experiencia social y de acuerdo con las variables sociolingüísticas.
Independientemente de los criterios que se adjudiquen a la corrección lingüística,
hablar correctamente parece ser de gran importancia para los informantes, pues cuando se
preguntó al respecto ¿Qué tan importante es para usted hablar correctamente? (pregunta
21), el 58% de ellos consideró hablar correctamente con un grado 4 Mucho de importancia,
seguido del 33% de ellos con un grado 5 Demasiado, y solo para el 8% se consideró un
grado 3 Algo de importancia. Al promediar estos datos, se obtiene que para el grupo de
informantes hablar correctamente tiene una importancia de 4,2 de 5 puntos,
considerablemente alta. Asimismo, fue oportuno averiguar quiénes según sus
percepciones hablan el español más correcto, no en el sentido de alguna variedad regional
o un modo de hablar, sino en el sentido de una “clase” de personas, como políticos,
personas con estudios, etcétera.
La pregunta Según su opinión, ¿qué clase de personas en México hablan el español
más correcto? (pregunta 22) arrojó una gran variedad de respuestas, pero,
sorpresivamente, la mayoría de ellas fueron nombradas en una sola ocasión. Ejemplos de
respuestas de una sola mención son “personas de mayor edad”, “personas de la ciudad”,
“los que han leído el diccionario de la RAE” o “las personas que leen mucho”. El resto
de las respuestas se desglosa a continuación:

32
“Expresión verbal característica de una lengua, del modo de hablarla en un país, en una región, o en cierto
estilo de expresión, compuesta por dos o más palabras, cuyo significado es diferente de la simple unión de
los significados de cada una de ellas” (Diccionario del español de México).

48
Figura 3
Personas que hablan el español más correcto
40%

40% 30%
35%
30%
25% 15% 15%
20%
15%
10%
5%
0%

mayor formación estudiosos de la ninguno / nadie otros


académica lengua española

A pesar de que todos los hablantes de lengua materna hablan su lengua


perfectamente (Hernández-Campoy 2004: 33), se ha extendido la idea de que las personas
con más estudios o de niveles socioeconómicos más altos hablan la lengua más
correctamente que aquellos pertenecientes a estratos socioeconómicos más bajos,
estableciendo una relación directa entre la corrección lingüística y el estatus y prestigio
social. En este estudio, el 30% de los informantes mencionó que las personas con mayor
formación académica hablan el español más correcto; siguiendo la misma línea en el
ámbito educativo, se encuentran las personas que se estudian la lengua española, las cuales
fueron mencionadas en un 15%. Al respecto, Blas Arroyo (2004) señala que, aunque la
corrección es social y no lingüística, no faltan los guardianes y defensores de la lengua
(2004: 325) entre los que se encuentran profesores, académicos, y bien podría incluirse a
algunos lingüistas, los cuales difunden la superioridad de una variedad por encima de las
demás. Por lo tanto, es común que se llegue a relacionar a los hablantes del ámbito
profesional, educativo y lingüístico con un supuesto uso del español más correcto.
Por otro lado, con el mismo porcentaje se mencionó que nadie lo habla más
correcto. Sin embargo, esta respuesta resulta ambigua y puede interpretarse negativa o
positivamente. Negativamente en el sentido de que nadie lo habla más correcto porque
todos hablan en menor o mayor medida de manera “incorrecta”; positivamente, si se quiso
referir a que nadie lo habla más correcto que otro porque todos ya lo hablamos
correctamente.

49
4.1.2 Las autoridades de la lengua en México
Respecto a las autoridades de la lengua, se buscaba saber, específicamente, si
existía y en qué medida la idea de la RAE como una autoridad sobre la lengua española
en México. Sin hacer un referimiento directo a la Academia se preguntó primero ¿Quién
o quiénes cree que deciden sobre la corrección y norma de la lengua española en México?
(pregunta 20). Las respuestas se reflejan en la siguiente figura:
Figura 4
Encargados de decidir sobre la corrección y norma en México
50%

50%
45% 34%
40%
35%
30%
25%
20%
8% 8%
15%
10%
5%
0%
la RAE la población las instituciones otros

Como se esperaba, la Real Academia de la Lengua Española obtuvo el 50% de las


menciones, lo que indica que una gran cantidad de personas tiene conocimiento de esta
institución y considera que ella decide sobre la corrección y la norma lingüística. La RAE
es, pues, una referencia constante para la normatividad de la lengua española. La
materialización de la Academia se refleja, sobre todo, a través de obras como el
Diccionario de la Lengua Española, pero también en la publicación de gramáticas y
ortografías. Respecto al diccionario académico, Lara (2015) señala que tal es la autoridad
de este diccionario que “no es raro escuchar a alguien que saque la conclusión de que, si
una palabra no está en el diccionario es porque ‘no se acepta’ o aun peor ‘no existe’”
(2015: 22). Después de la RAE, se encuentran las menciones la población y las
instituciones, sin referimiento a qué tipo de instituciones, probablemente hayan referido a
las educativas, gubernamentales o de la lengua. Con un alto porcentaje, nuevamente, se
encuentran las respuestas de una sola mención, aunque estas no sean cualitativamente
relevantes, muchas de las respuestas tuvieron relación con instituciones y personas
relacionadas con la lengua. Ejemplo de menciones únicas tenemos a “los filólogos”, “los
diccionarios”, los “medios de comunicación”, “los profesores” e incluso “los españoles”.

50
Resalta también que “la Academia Mexicana de la lengua”, que forma parte de la ASALE
haya tenido una sola mención, por lo que se estima que la influencia de esta academia en
México no sea tan distinguida como la española.
Luego de considerar a las autoridades, se preguntó explícitamente por la
importancia de la RAE en México utilizando la escala del 1 al 5: ¿Qué tan importante
considera usted el papel de la Real Academia en México? (pregunta 23). La mitad de los
informantes consideró su importancia en un grado 4 Mucho. El 21% de ellos lo consideró
un grado 5 Demasiado, el 17% grado 3 Algo, y el 12% grado 2 Muy poco. Si promediamos
dichos datos se obtiene que el grupo de informantes asignó la importancia del papel de la
RAE en México en un 3,8 de 5.
En cuanto a la importancia de la Academia española por variables
sociolingüísticas, las diferencias entre los promedios de cada grupo no fueron
significativas, salvo en la variable edad en la que, al parecer, la RAE tiene una mayor
importancia para el grupo de edades de entre 40 y 62 años, señalados comúnmente como
más tradicionales. Ciertamente, para sacar conclusiones respecto a los hablantes
oaxaqueños, se necesitarían estudios más enfocados y con una mayor cantidad de
informantes.
Tabla 2
Importancia en promedios del papel de la RAE en México según variables sociolingüísticas
Variable Promedio
Mujeres 4
Sexo
Hombres 3.8
18-39 3.6
Edad
40-62 4
Con estudios universitarios 3.7
Nivel de estudios
Sin estudios universitarios 3.8

4.1.3 ¿Dónde se habla el “mejor” y el “peor” español en México?


Una vez que se ha discutido lo que para los informantes constituye la corrección
de la lengua, se presentan los resultados sobre el “mejor” y el “peor” español en México
según los informantes. Es importante señalar que las menciones con una sola incidencia,
es decir, aquellas preguntas que fueron mencionadas solo una vez no se reflejan
individualmente en la siguiente figura por considerarse irrelevantes, sino que fueron

51
agrupadas en la categoría otros. De acuerdo con la pregunta ¿En dónde cree que se hable
“mejor” la lengua española en México? (pregunta 8) se obtuvieron las siguientes
respuestas:
Figura 5
¿Dónde se habla “mejor” la lengua española en México?
25%
25% 21%
17% 17%
20%
12%
15%
8%
10%

5%

0%
ningún centro Oaxaca sur todos los otros
lugar lugares

Contrario a lo que se esperaba, pues esta pregunta suele reflejar el etnocentrismo


predominante en este tipo de estudios, ningún lugar fue la mención con más incidencias
y no la propia variedad, la cual quedó posicionada hasta el tercer lugar, indicando que los
hablantes oaxaqueños no consideran su español como el mejor, quizás un indicador del
poco prestigio (que no es lo mismo que estima) de esta habla o su aceptación a las
diferentes variedades del país.
Entre las razones por las cuales los informantes se inclinaron por ningún lugar se
encuentran aquellas que hacen referencia a que en cada región se tiene una particular
forma de hablar, la cual no puede considerarse por alguna razón como la mejor: “todas
tienen sus particularidades”; “en cada lugar se habla según la costumbre”. Una segunda
razón la encontramos en comentarios que aluden a la influencia de otras lenguas en el
español de México, por lo que no existe ninguna variedad mejor: “tenemos una gran
influencia de nuestras lenguas originarias y de diferentes idiomas”. Una respuesta que
llamó la atención fue la siguiente ya que hizo referencia a la norma castellana como punto
de referencia para el “mejor” español; no obstante, el informante señaló que en ningún
lugar se hablaba mejor: “no considero que existan lugares donde se hable mejor, ya que
cada lugar hace adecuaciones culturales a la lengua, pero considero que más apegado al
español castellano puede ser la zona centro del país y en sectores de zona conurbana o
central”.

52
En efecto, la zona central del país resultó la segunda opción más mencionada. Los
informantes que eligieron esta zona lo hicieron por las siguientes razones. Primero, por la
cercanía del dialecto central al español castellano: “es más apegado al castellano original
sin adecuaciones o con menos integración de regional”. Bajo esta misma línea, hubo
también un comentario que refirió al legado español como una razón por la cual se habla
mejor ahí: “hay herencia española”. Otras razones manifiestan la zona central como un
centro cultural y educativo: “medios de comunicación frecuentes”; “hay mejor formación
académica”. Por último, se encuentran opiniones de tipo lingüístico, aunque más bien
refieren a un supuesto ideal de lengua “neutral” y a la ausencia de un acento marcado
“menos modificaciones fonéticas y gramaticales”; “acentúan menos la manera de
hablar”.
Oaxaca, por su parte, quedó posicionada en el tercer lugar. Las razones por las
cuales los informantes la eligieron tienen que ver en general con la familiaridad e
identificación no por la corrección o ejemplaridad: “todo lo que hablan se entiende
rápidamente”; “hablan adecuadamente”. No obstante, una informante aclaró que, a pesar
de haber elegido esta opción, no lo consideraba el más correcto: “no lo considero el más
correcto, pero es lo que más me identifica”. Una última razón refirió a los modismos: “hay
menos modismos”. Luego de Oaxaca, el sur fue escogido por razones de familiaridad:
“tengo más interacción con ellos” o en contraposición con alguna otra región del país
“porque en los estados del norte están influenciados por EUA”, lo cual implica la
interferencia del inglés como un rasgo negativo en el español. Por último, con un
porcentaje bajo pero significativo se mencionó en todos los lugares porque se trata de la
misma lengua: “es español a final de cuentas”; “es el mismo idioma”.
El resultado que arroja esta pregunta es que los informantes tienen, probablemente,
más tolerancia a las diferentes variedades del país. Probablemente, esto se deba a que la
diversidad lingüística, un distintivo de Oaxaca, está más presente en el contexto de los
informantes que en otras regiones del país, por lo que se encuentran familiarizados con
ella. Asimismo, resalta la conciencia lingüística que tienen los informantes respecto a su
habla para no elegirla como la mejor. Sin embargo, esto no significa, como lo plantea
Moreno Fernández (2005), que no se le valore en algún otro aspecto, ya que “las lenguas

53
pueden ser estimadas por razones diferentes, razones que normalmente son sociales,
subjetivas o afectivas” (2005:179).
En tanto, para valorar las variedades como “mejor” o “peor” se puede observar ya
la influencia de aspectos relacionados con la interferencia de lenguas, la identificación o
la lengua castellana como punto de referencia. En cuanto al “peor” español se preguntó
¿Dónde cree que se hable “peor” en México? (pregunta 9). Los resultados se muestran
en la siguiente figura:
Figura 6
¿Dónde se habla “peor” la lengua española en México?

33%
35%

30%
22%
25%

20%
11% 11% 11% 11%
15%

10%

5%

0%
Ciudad de ningún frontera norte costa otros
México lugar

La mención Ciudad de México como el lugar donde se habla peor la lengua


española era de esperarse por su baja valoración en otros estudios actitudinales y
perceptuales como el de Morett (2014) y Serrano Morales (2002). El habla de la capital
mexicana generó muchas actitudes negativas a pesar de conformar el principal centro
cultural y económico del país. Entre las razones por la cual fue elegida se encuentran,
primeramente, el uso de modismos: “se ha ido deformando el idioma con modismos”;
“tiene muchos modismos por ser cosmopolita”. Estos al parecer se encuentran altamente
estigmatizados, ya que se mencionan siempre como un rasgo negativo de la leng ua.
Asimismo, la diversidad que alberga la capital genera actitudes negativas: “alberga una
multiculturalidad enorme y se refleja en la variedad del lenguaje , crean muchas
palabras”; “Por la diversidad”. Un comentario mencionó que “no se le entiende cuando
hablan”, por eso hablan peor ahí. Seguido de Ciudad de México, nuevamente, ningún
lugar fue elegido en varias ocasiones, lo que confirma, como ya se mencionó una
tolerancia considerable hacia la variación lingüística por parte de los oaxaqueños. Estos

54
consideran que el español es simplemente diverso en cada región: “no considero que exista
un lugar donde se hable mal el español, solo es diverso ”; “no creo que haya un ‘mal’
español, solo diferencias en entonación”; “todos los estados tienen particularidades que
los definen”; e incluso se apela para que se respeten las variedades: “cada región tiene sus
propias adecuaciones del español por la transculturación y debe ser respetada ”. Llama
la atención que todas las menciones ningún lugar fueron realizadas por informantes con
estudios universitarios, lo que podría significar una mayor conciencia sobre los hechos del
lenguaje a través de la formación académica; sin embargo, se ha observado que son ellos
también los que están más relacionados con el respeto a norma lingüística. Por esta razón,
considero que quizás nos encontramos ante actitudes ambivalentes en este respecto. La
formación académica proporciona una mayor conciencia lingüística sobre lo que se
prefiere en la sociedad y, al mismo tiempo, se reconoce que todas las variedades son
legítimas.
La mención la frontera también aparece, aunque sus incidencias son pocas. La
principal razón por la cual se elige tanto a la frontera como el norte es debido a su cercanía
y supuesta mezcla con el inglés que, como se ha visto, la interferencia de unos idiomas en
otros genera actitudes negativas: “por la influencia de los países vecinos”; “debido a la
aculturación de las fronteras”; “porque se mezcla un idioma con otro” en una respuesta
se alude incluso al spanglish. Si bien, estas menciones fueron separadas, existe la
posibilidad de que puedan referir a la misma zona dialectal en el imaginario de los
informantes; como no se tenía certeza de ello, se decidió, entonces, no agrupar las
menciones. Por tal razón no hay que desestimar sus porcentajes y considerar la zona
norteña con cierto grado de rechazo. Por último, se indicó la costa como una zona donde
se habla peor el español debido a dos razones, la primera de prestigio social, pues refiere
al léxico marcado como grosero “hablan muchas groserías”, la segunda, a su
pronunciación “las palabras son más cortadas”.
Es importante señalar que seis informantes, todos pertenecientes a la variable de
nivel de estudios sin estudios universitarios presentaron dificultades para responder estas
preguntas, por lo que no es pertinente sacar conclusiones de estas preguntas cuando se
basan en tan pocos informantes. Con todo, el número de incidencias aquí nos indica
claramente una actitud desfavorable hacia la capital mexicana por su gran número de

55
habitantes, pues ello implica una mayor diversidad social, lingüística y cultural. Estas
actitudes negativas hacia la diversidad llaman la atención, ya que los oaxaqueños son
conscientes de que en Oaxaca se alberga, de igual manera, una gran cantidad de pueblos,
culturas y lenguas; no obstante, como lo señala Blas Arroyo (2004), “los componentes
afectivo y conativo no siempre actúan en la misma sintonía” (2015: 323) como se verá
más adelante. El grado de identificación de un hablante respecto a su variedad y el
elemento afectivo en él pueden generar actitudes más favorables.

4.1.4 Preferencias sobre un único acento


En este apartado se preguntó a los informantes ¿Le gustaría que todos los
mexicanos tuviéramos el mismo acento? (pregunta 10). La mayoría de ellos rechazó la
idea, como se muestra a continuación:
Figura 7
Inclinación respecto a tener un mismo acento en México

26%


no

74%

Como se puede observar, la gran mayoría se posicionó en contra de la idea. Los motivos
más recurrentes para su rechazo tuvieron que ver con la diversidad, la riqueza o la variación como
rasgos positivos que se deberían mantener en las lenguas: “la variedad es parte de la riqueza de
la lengua”; algunas de estas valoraciones eran claramente afectivas: “la diversidad es bella”; y
otras relacionaban la diversidad con su componente cultural “se perdería la riqueza de cada
lengua y la cultura de cada pueblo”; “porque es una característica que nos distingue como
pluricultural”; “se perdería la riqueza cultural y la diversidad”. Pareciera, pues, que los
informantes tienen una clara conciencia de que la diversidad guarda una estrecha relación con la
cultura. Otras razones se dirigieron a la identidad lingüística “el acento es parte de la identidad
de cada región”; “el acento identifica a cada estado, nos hace únicos”; “así se puede identificar
de qué región somos”. Por último, hubo quienes se expresaron en contra argumentando que sería

56
aburrido que todos tuvieran el mismo acento: “se volvería monótona la comunicación”; “sería
aburrido, es bueno que haya diversidad”.
Por otro lado, quienes estuvieron a favor de tener un mismo acento lo hicieron por una
mayor facilidad en la comunicación “así nos entenderíamos mejor”; “para que no nos costara
hablar con ellos”; “sería más fácil expresarse y entender las cosas”. La lengua, entonces, se
concibe aquí en términos de su valor instrumental. Cuando las elecciones sí-no se observan de
acuerdo con las variables sociolingüísticas llama la atención que todos los informantes que
estuvieron a favor de tener un único acento no poseen estudios universitarios, como se puede
observar en la siguiente tabla:

Tabla 3
Inclinación en porcentajes respecto a tener un mismo acento según variable sociolingüística
Sexo Edad Nivel de estudios
Con estudios Sin estudios
Mujeres Hombres 18-39 40-62
universitarios universitarios
sí 33% 67% 67% 33% 0% 100%

no 59% 41% 53% 47% 71% 29%

Por su parte, en la variable sexo se nota una tendencia por parte de los hombres a
preferir un único acento, pues del total de quienes dijeron que sí, el 67% lo conforman los
hombres. En cuanto a la variable edad la mayoría de quienes votaron a favor de un único
acento lo conforma el grupo de informantes de 18 a 39 años con un 67% también.
Con todo, a los informantes también se les preguntó qué acento preferirían hablar
en caso de que tuvieran que hacerlo: Si todos tuviéramos que hablar el español con el
mismo acento, ¿el de qué estado, región o ciudad del país preferiría que habláramos?
(pregunta 11). Los resultados en esta ocasión mostraron un gran afecto por el propio
acento, que no se pudo reflejar en la pregunta sobre el “mejor” español. De todas las
menciones, el acento de Oaxaca fue escogido por la mayoría de los informantes seguido
del Valle de Oaxaca, cuya mención refiere exclusivamente a la zona central del estado.
De cualquier forma, ambas zonas forman parte del estado de Oaxaca, lo que supone una
valoración positiva, sobre todo, por razones de identidad y elementos afectivos, como se
muestra en los siguientes ejemplos en los que se citan las razones por las cuales se escoge
este acento: “es con el que me identifico por ser de ahí”; “es bello, cantadito y amigable
a los oídos”. Otros motivos refirieron a la cultura: “por sus tradiciones y su cultura”; y a
motivos prosódicos “es el más entendible, por tener un ritmo normal al hablar y sin

57
palabras tan rebuscadas”; “no tiene tono raro”. En la siguiente figura se pueden observar
los resultados:
Figura 8
Preferencias respecto a acentos del país

48%
50%
45%
40%
35%
24%
30%
25%
14% 14%
20%
15%
10%
5%
0%
Oaxaca Valle de Oaxaca Región centro otros

Por último, hubo quienes argumentaron que preferían el acento oaxaqueño por su
familiaridad con él: “por familiaridad y costumbre”. Esta razón también fue
proporcionada por quienes prefirieron el acento del Valle de Oaxaca: “por familiaridad y
comodidad”. Respecto al Centro, los informantes aludieron a la supuesta neutralidad en
el acento: “porque hay un acento neutro no tan marcado”; “es el más claro y menos
marcado al hablarse”. Asimismo, hubo una vez más la referencia al español castellano:
“se conservarían mayores elementos del español original, el castellano”. Las menciones
que tuvieron una sola incidencia no se muestran en la gráfica por no considerarse
relevantes cualitativamente.

4.1.5 Apreciaciones dialectales


El tema de las variedades dialectales del español en México sigue siendo un tema
de debate y de creciente interés, por lo que difícilmente puede apartarse de los estudios
del español de México. La técnica de grado de diferencia empleada aquí como parte de la
dialectología perceptual tiene como único objetivo conocer las apreciaciones dialectales
de los informantes con respecto a Oaxaca, por lo que el siguiente mapa no representa ni
mucho menos una propuesta zonificadora del español de México. Para tal cometido, se
tendría que disponer de determinados recursos informáticos y una recogida de datos más

58
precisa de los cuales este estudio no contó. Los mapas que se generaron para esta sección
fueron elaborados en línea en la página Web paintmaps.com.
De acuerdo con las respuestas de la sección 1 del cuestionario, fueron tabuladas
aquellas menciones 33 que habían sido nombradas en al menos tres ocasiones,
correspondiente a poco más del 15% del total de informantes. Las cifras menores a este
número de incidencias fueron descartadas para su tabulación, así como aquellas del tipo
Ninguno, puesto lo que se buscaba era trazar un mapa. Asimismo, existió una serie de
respuestas por parte de algunos informantes, todos ellos del nivel “sin estudios
universitarios”, que fueron anuladas debido a que la pregunta no había sido clara para
ellos. Ejemplo de ello son los siguientes casos tomados de los cuestionarios:
Ejemplos de respuestas anuladas

Una vez que se tabularon todas las respuestas, se colorearon en el mapa,


primeramente, las menciones que referían a regiones dialectales enteras, como Región
norte, Región centro y Región sur. A cada una de estas tres regiones se le asignó un color.
Posteriormente, utilizando un grado más intenso de la tonalidad correspondiente, se
colorearon los estados y ciudades mencionadas. La decisión de utilizar intensidades
diferentes del mismo tono se tomó para marcar una diferencia entre los estados de las
regiones dialectales que habían sido mencionados explícitamente por los informantes de
aquellos que no, pero que habían sido coloreados por localizarse dentro de la mención
Región correspondiente. Por ello, me refiero a los estados con tonalidad más intensa como
“zonas destacadas” de su respectiva región. La delimitación de las regiones dialectales
constituyó la parte más compleja de la elaboración del mapa debido a que estas no poseen
límites geográficos definidos. Ante esta situación decidí basarme en la zonificación de
Moreno Fernández (2019), ya que esta propuesta comprende zonas bastante amplias. Aun
así, realicé algunas modificaciones que me parecieron pertinentes.

33
Las menciones aquí constituyen todos los nombres que refieren a estados, ciudades o regiones del país.

59
Primero, al estado de Veracruz lo consideré como una “zona-estado” única debido
a su alto número de incidencias y al hecho de que ningún informante hizo referencia al
estado como parte de alguna zona costera. La única alusión a las zonas costeras la
constituyó la mención Costa de Oaxaca, quizás, por su cercanía con los informantes.
Asimismo, decidí considerar al estado de Tabasco con la misma etiqueta de “zona-estado”,
pues no se hizo alusión al estado como costa y tampoco forma parte del dialecto del sur
según los mapas dialectales de Moreno Fernández y Lope Blanch. Por otro lado, a pesar
de que existió la mención Península de Yucatán, no la marqué de un color diferente
porque, de haberlo hecho, no hubiera habido una representación de la Región sur
mencionada por los informantes salvo un estado, el estado de Chiapas. Considero que, si
en el imaginario de los informantes un único estado conformara una sola región dialectal,
se haría mención, de hecho, al nombre del estado y no al nombre de la región. Por su parte,
Guerrero, estado colindante con Oaxaca, fue uno de los que más incidencias tuvieron, pero
no refirieron a él como estado costero. Guiada por las menciones, decidí incluirlo en la
región central de México.
Curiosamente, y contrario a lo que se esperaba por su aparición en otros estudios
dialectológicos y actitudinales, ni el estado de Jalisco, ni aquellos que podrían comprender
la zona dialectal del “Occidente” o “Bajío”, reportaron incidencias lo suficientemente
representativas como para aparecer en el mapa. Por estas razones, la zona se dejó en
blanco. Por el contrario, su capital Guadalajara sí fue identificada por al menos tres
informantes, por lo que constituyó una “zona-ciudad”. El hecho de que tres de las capitales
más grandes del país y fuertes económicamente (Ciudad de México, Guadalajara y
Monterrey) tuvieran un número de incidencias relevantes no es casualidad. Probablemente
esto se deba a los rasgos antes mencionados, y a la difusión de sus hablas a través de
medios de comunicación.
Por último, decidí dividir al estado de Oaxaca en tres, ya que los informantes son
oaxaqueños y me enfoco en él. Además, sus menciones tuvieron suficientes incidencias
como para tabularse. El mapa, pues, quedó de la siguiente manera:

60
Mapa 3
Principales zonas dialectales percibidas

Por todas las limitaciones metodológicas no considero, pues, que este mapa
represente una zonificación, pero sí una aproximación de las percepciones dialectales de
los informantes con enfoque en Oaxaca. Como se realiza con el enfoque perceptual, un
siguiente paso hubiera sido preguntar bajo qué criterios se diferencian unas hablas de
otras. Este no fue el caso aquí, lo que constituye un vacío fundamental en esta parte del
estudio. Cabe recordar que el mapa se hizo con la suma de las menciones que resultaron
de la técnica de grado de diferencia, por lo que dichas menciones implicaron
necesariamente una referencia respecto las hablas de los informantes y no necesariamente
designan las zonas dialectales en México. Por último, vale la pena mencionar que el
reconocimiento de zonas por parte de los hablantes no siempre fue la esperada, y en el
caso particular de México, siendo un país tan grande, este aspecto puede que sea aún más
complicado. Una informante, por ejemplo, mencionó explícitamente “solo conozco el
estado”.

61
Tabla 4
Principales menciones y número de incidencias
Región Estados Región Estados
Región Norte 11 Región Sur 3
Sonora 4 Yucatán 14
Sinaloa 4 Chiapas 4
Baja California 4 Península Yucatán 3
Monterrey 3
Otros
Región centro 4 Veracruz 9
Guerrero 11 Valle de Oaxaca 5
Puebla 7 Costa de Oaxaca 4
Ciudad de México 6 Interior de Oaxaca 4
(Edo. de) México 3 Tabasco 4
Guadalajara 3

4.1.6 Valoraciones hacia las hablas del país: escala de diferenciación semántica
La escala de diferenciación semántica fue, quizás, la parte más complicada del
cuestionario para los informantes. Muchos de ellos tuvieron que ser anulados debido a que
no estaban contestados. Como ya se planteó, esto probablemente debido a que el
cuestionario era muy extenso, aunque también existe la posibilidad de que los informantes
no conocían las hablas enlistadas y, por lo tanto, decidieron no contestarlo. Otros
cuestionarios reflejaron la confusión de los informantes respecto a lo que tenían que hacer
y algunos otros, al parecer, habían sido contestado de manera muy rápida y descuidada.
Reconozco, pues, que la escala pidió mucho esfuerzo por parte de los informantes. Con
todo, se tabularon en Excel todas aquellas respuestas tomadas como válidas y se siguió el
procedimiento descrito por Fasold (1996: 234-235) para puntuarlas.
Los rasgos contemplados para las diferentes hablas del país 34 fueron los siguientes:
elegantes, correctas, claras, amistosas y agradables. Los primeros tres rasgos
pertenecientes a la dimensión de estatus o atractivo social; los dos últimos, a la dimensión
de solidaridad. La siguiente figura muestra los promedios obtenidos para cada rasgo, estos
pueden oscilar entre un 1 (valoración menos favorable) y un 5 (valoración más favorable):

34
En total fueron ocho las hablas que se contemplaron tomando en cuenta la división dialectal de Lope
Blanch y Moreno Fernández: 1. las hablas de la Península de Yucatán; 2. las hablas chiapanecas; 3. las
hablas de la costa del Golfo; 4. las hablas de la costa del Pacífico Sur; 5. las hablas del altiplano oaxaqueño;
6. las hablas de occidente; 7. las hablas del centro; y 8. las hablas del norte.

62
Figura 9
Promedios de la escala de diferenciación semántica

Península Yucatán Chiapas Costa Golfo Altiplano oaxaqueño


Costa Pacífico Centro Occidente Norte
5

4,29

4,23
4,16

4,11
4,05
4,5

3,94

3,94

3,88
3,88

3,83

3,83
3,77
3,72
3,66

3,64
3,61

3,61
3,58

3,55
3,47

3,47
4

3,44

3,44

3,44
3,41
3,38

3,38

3,35
3,33

3,33

3,27

3,27
3,23
3,22
3,22

3,22

3,16
3,05
3,5

2,94

3
3

2,5

1,5

0,5

0
Elegantes Correctas Claras Amistosas Agradables

En líneas generales, se puede observar que los tres primeros rasgos, pertenecientes
a la dimensión de estatus o atractivo social tuvieron promedios más bajos que los rasgos
de la dimensión de solidaridad, lo que indica que los informantes tienden a valorar,
independientemente de la variedad, esta dimensión más positivamente. Asimismo, las
hablas del Altiplano Oaxaqueño tuvieron los promedios más altos respecto a las otras
hablas en casi todos los rasgos salvo en el rasgo amistosas. Con todo, incluso en los rasgos
de la primera dimensión estas hablas obtuvieron los promedios más altos.
En el primer rasgo, elegantes, las hablas del Altiplano obtuvieron el valor más alto,
seguido de las hablas de la Península de Yucatán y las chiapanecas. Estas tres hablas
conforman geográficamente el sur del país. No se descarta, entonces, que dicha cercanía
haya podido influir en sus valoraciones. Las hablas norteñas son consideradas aquí como
las menos elegantes. En el segundo rasgo correctas se observa la misma tendencia en
cuanto a los puntajes más altos. Luego de que las hablas del sur del país obtuvieran los
promedios más altos, se ubican las hablas del occidente. Después se posicionan las
norteñas. Las hablas de la costa de Golfo se califican como las menos correctas de todas.
El tercer rasgo claras fue, de todos los rasgos, aquel con promedios más bajos.
Nuevamente las hablas del Altiplano Oaxaqueño se valoran mejor que todas, seguidas de
las hablas de Chiapas y Occidente. Aquí llama la atención que la Península de Yucatán

63
que había tenido promedios altos, en esta ocasión obtiene el valor más bajo. En oposición
al rasgo anterior, al valorar las hablas conforme al rasgo amistosas, las hablas de la
Península de Yucatán obtienen el promedio más alto seguido de las de la costa del Pacífico
y en tercer lugar las hablas del Altiplano Oaxaqueño. Por otro lado, los promedios más
bajos recaen en las hablas norteñas, del Occidente y centrales. Por último, en el rasgo
agradables, las hablas del Altiplano Oaxaqueño seguido de las de la Península de Yucatán
obtienen los promedios más altos. Los promedios más bajos recaen, nuevamente en las
hablas del norte y las del centro.
Con estos puntajes, se muestra, primeramente, que los informantes no otorgan
valoraciones muy bajas a ninguna de las hablas, lo que nuevamente supone una mayor
apertura y menor rigidez hacia las variedades del español en México. Asimismo, se nota
cómo las variedades son valoradas de manera diferente dependiendo de la dimensión a la
que se atienda. Esto subraya como lo hace Hernández-Campoy (2004) que las actitudes
lingüísticas “conllevan conocimiento y sentimiento, además de comportamiento, y son
sensibles a factores situacionales, como la formalidad de la situación o la prominencia de
la variedad empleada en la misma” (2004: 32). Ejemplo de ello son las hablas de la
Península de Yucatán que obtienen el promedio más bajo en el rasgo claras y el más alto
en el rasgo amistosas. Este ejemplo, además, concuerda con la tendencia a valorar una
variedad considerada no estándar de mejor manera en los rasgos de la dimensión de
solidaridad que en los rasgos pertenecientes al estatus o al prestigio social. No hay que
olvidar, sin embargo, que la aplicación de esta escala estuvo marcada por diversas
dificultades metodológicas, por lo que sería necesario repetir el estudio antes de sacar
conclusiones.
Con todo, no puede negarse la inclinación hacia la propia variedad de los
informantes. Esto, probablemente se deba a la lealtad hacia ella y a los elementos afectivos
involucrados en las valoraciones. La siguiente parte del estudio explora, precisamente, las
actitudes y creencias hacia esta variedad.

64
4.2 Actitudes y creencias hacia el español de Oaxaca

4.2.1 Ubicación dialectal de Oaxaca

Oaxaca como zona dialectal o como parte de una zona dialectal no goza de
consenso por parte de los especialistas ni por parte de los hablantes de los estudios
perceptuales. Algunos de estos estudios distinguen a Oaxaca como parte del sur, centro-
sur, sureste, e incluso como costas. En raras ocasiones, también se identifica como una
única región dialectal. Por ello, uno de los objetivos de esta sección era investigar las
percepciones de nuestros informantes sobre la ubicación dialectal de Oaxaca.
La percepción dialectal de Oaxaca se realizó a partir de la pregunta ¿Cuáles
estados o regiones del país considera que hablan exactamente como usted? Con la
posibilidad de nombrar cualquier región del país o nombrarse a sí mismos, se buscaba
observar si los informantes se consideraban una zona dialectal única o parte de otra. Las
respuestas fueron las siguientes:
Mapa 4
“Hablas exactas” respecto a la de los informantes

65
Como se puede notar, existen dos tendencias principales respecto a la identidad
dialectal de Oaxaca. Por un lado, se encuentra Ninguno cuya mención puede indicar que
a Oaxaca se le considera una única región dialectal. Según Morett (2014) este tipo de
respuestas destaca “el valor que se le asigna al habla como un rasgo de identidad personal”
(2014: 843). También puede darse el caso de que hayan pensado que cada persona habla
de manera diferente sin necesariamente estar implicando que a Oaxaca le atribuyen una
particular forma de hablar que no existe en el resto del país.
Por otro lado, y más concretamente, el español de Oaxaca parece asociarse con la
forma de hablar del estado de Puebla, estado vecino que forma parte del dialecto central
de país, aunque no se descarta la posibilidad de que la proximidad de este estado haya sido
un factor de referencia para los informantes. El hecho de que Puebla haya sido la mención
con más incidencias y no menciones como “región centro”, “central” o similares, puede
suponer que los informantes consideran sus hablas próximas a las centrales, sin
necesariamente considerarse parte de estas. Esto, claro, necesitaría de un estudio
perceptual verdaderamente representativo para confirmarse o no. En cuanto a la
clasificación de estas dos menciones por la variable sexo, llama la atención que Ninguno
fue mencionado en su mayoría por hombres, 5 para ser exactos, mientras que a Puebla la
eligieron 6 mujeres.
En segundo lugar, se encuentra la mención Valle de Oaxaca, la cual hace referencia
solo a la zona central del estado. Ya se percibe, pues, una distancia dialectal respecto al
resto de la entidad; probablemente, a esta zona en particular se refiere Lope Blanch cuando
alude a las hablas del “altiplano oaxaqueño”, recordemos la compleja geografía de la
región. No obstante, este dato no se encuentra especificado, al menos, en la bibliografía
consultada para este trabajo escrito. No debe olvidarse tampoco que, hasta ahora, los
estudios de entonación o caracterización del español de Oaxaca que relacionan
indicativamente estas hablas con las del centro de México se han enfocado solo en la
ciudad de Oaxaca.
Con el mismo número de incidencias también se encuentra la Ciudad de México
que, como vimos, fue considerado el peor español por los mismos informantes. Esta
mención puede atribuirse al prestigio de la ciudad por conformar la capital en el país.
Aunque se valora negativamente a las hablas de la ciudad capital es indudable el prestigio

66
de ella como el mayor centro económico, político y cultural del país. Guerrero, por su
parte, se ubica en el tercer lugar. Todas estas respuestas no sorprenden debido a que
implican una cercanía geográfica con Oaxaca y forman parte −salvo la costa de Guerrero−
del dialecto central.
Otro aspecto importante de esta tabulación que me gustaría destacar es que ningún
informante relaciona sus hablas con las hablas de Chiapas como se tiende a hacer según
los estudios perceptuales y actitudinales del español de México. En el estudio de Morett
(2014), por ejemplo, sus informantes ubican a Chiapas y Oaxaca como el dialecto del sur.
Sin embargo, la ausencia de Chiapas en mi estudio solo subraya la asociación en el
imaginario mexicano de la fuerte presencia de grupos indígenas en ambos estados con una
forma de hablar específica. Chiapas dialectalmente es asociado por especialistas con la
variedad Centroamericana. Asimismo, no está de más señalar que de las 12 a 14
agrupaciones etnolingüísticas que se le atribuyen a Chiapas solo una de ellas no pertenece
a lenguas mayenses. En cambio, en Oaxaca, el único pueblo de la familia lingüística maya
presente en la entidad proviene, precisamente, de Chiapas, por lo que en cada estado
predominan familias lingüísticas diferentes.
Con esto, la existencia siquiera de un “español indígena” predominante en la zona
sur del país Oaxaca-Chiapas resulta improbable y solo demuestra que las percepciones
dialectales también pueden basarse en estereotipos y factores que nada tienen que ver con
lo lingüístico.

4.2.2 ¿Cómo se habla en Oaxaca?

Otro de los objetivos centrales de este estudio era averiguar las actitudes
lingüísticas hacia la propia variedad. Primero, se preguntó a los informantes ¿Cómo
considera usted el español que se habla en Oaxaca? (pregunta 12). Las respuestas se
agruparon en varios criterios que a su vez se clasificaron en tres grandes grupos: las
respuestas que proporcionaban rasgos positivos, rasgos negativos, y aquellas respuestas
que solo se limitaron a realizar descripciones lingüísticas sin observarse una valoración
positiva o negativa en ellas. Se observó, pues, que poco más del 75% de las respuestas
valoraban positivamente a la lengua, el 17% lo hacía negativamente, y el 8% se limitó a
las descripciones lingüísticas. En la siguiente tabla se pueden observar los criterios que
fueron utilizados:

67
Tabla 5
Criterios para la clasificación de respuestas
positivos negativos descriptivos
general general lingüístico-descriptivos
claridad corrección
afecto pureza
corrección pronunciación
riqueza
importancia

Los comentarios que más abundaron fueron agrupados en el criterio de tipo


general, y fueron nombrados así debido a que se refirieron al español de Oaxaca solo
como “bueno”, “bien”, “excelente” o similares, sin proporcionar mucha más información
salvo en dos ocasiones. En la primera, se aclaró que el español era “apropiado y eficiente
en las zonas mestizas”, y en otra respuesta se le atribuyó una semejanza con el español de
España: “bien, porque hablamos iguales a los españoles”. El hecho de que este tipo de
respuestas generales haya sido la más predominante puede representar una dificultad para
describir o valorar cognitivamente el español de Oaxaca; sin embargo, puede darse el caso
de que no tenían tiempo o ganas de responder con más detalles.
Respecto a la claridad, mencionaron que “se le puede entender a las personas”;
“es entendible”; “es muy claro en su lenguaje”. También hubo comentarios de tipo
afectivo: “es bonito”; “es amistoso”. En el criterio de corrección simplemente refirieron
al español como “es correcto”; “es propio”, sin tampoco desarrollar más sus respuestas.
Hubo referencias a la riqueza cultural de la variedad oaxaqueña: “rico en diversidad”;
“muy extenso”; “rico en cultura, se han integrado palabras indígenas”, lo que presume
que los informantes consideran que el contacto con las diferentes culturas en el estado ha
enriquecido la variedad, al parecer, a nivel lexical. Por último, un único comentario hizo
referencia al español como “muy importante”.
Por otro lado, en los comentarios negativos también se encontraron aquellos de
tipo general, que solo refirieron al español de Oaxaca como “no bueno”, aunque uno de
los comentarios aludió específicamente al español de los indígenas “limitado porque es
su segunda lengua”. Otro refirió a la pureza: “no es español puro” y un último comentario
mencionó la pronunciación “con unas palabras mal pronunciadas”. Las respuestas que
fueron consideradas como descriptivas se limitaron a hacer descripciones lingüísticas:

68
“tenemos muletillas como ‘pues’, ‘ajá’ y una acentuación de las frases”; “en sus zonas
costeras se pronuncia diferente y la zona centro más apegada”.

4.2.3 El prestigio del español de Oaxaca

Debido a los diversos estudios que arrojaban que el español de Oaxaca se


encontraba entre las variedades peor evaluadas y, se infiere, una de las menos prestigiosas,
fue necesario preguntar a los informantes sobre el prestigio del español de Oaxaca. Para
medir dicho prestigio se preguntó utilizando la escala del 1-5 ¿Qué tan prestigioso cree
que es el español de Oaxaca en el país? (pregunta 13). En la siguiente figura se muestran
los resultados obtenidos:

Figura 10
Prestigio del español de Oaxaca en México

17% 22%

2 Muy poco

17% 3 Algo

44% 4 Mucho
5 Demasiado

La mayoría de los informantes, el 44%, consideró el español de Oaxaca con un


grado 4 Mucho de prestigio, seguido de un 22% que lo consideraron Muy poco prestigioso.
En iguales porcentajes, 17%, se consideró con un grado 3 Algo y 5 Demasiado de
prestigio. Si promediamos dichos porcentajes, resulta que de una escala del 1 al 5, el grupo
de informantes le conceden un prestigio de 3,5. Si bien, este prestigio no es tan alto,
tampoco es bajo. Además, como ya se observó a partir de los resultados de los apartados
anteriores, parece ser que los oaxaqueños tienen un gran afecto por su variedad, pero que
a la vez están conscientes de que no puede considerarse el “mejor” del país. Por otro lado,
si promediamos el prestigio del español por variables sociolingüísticas, se observa que las
personas de edades entre 40-62 años son el subgrupo que más prestigio le otorga al español
de Oaxaca. Probablemente exista una mayor lealtad lingüística en este grupo de personas.
Por el contrario, las personas con estudios universitarios constituyen el subgrupo con

69
menor promedio otorgado a la variedad. Esto puede deberse a que los grupos más
relacionados con la competencia profesional, social y/o económica se inclinan hacia las
normas de prestigio como lo indica Blas Arroyo (2004: 343).
Tabla 6
Promedios del prestigio del español de Oaxaca en México según variables sociolingüísticas

Variable Promedio
Mujeres 3,5
Sexo
Hombres 3,3
18-39 3,1
Edad
40-62 3,7
Con estudios universitarios 3,0
Nivel de estudios
Sin estudios universitarios 3,1

Otro aspecto importante para este estudio era conocer las opiniones sobre la
influencia de las lenguas originarias en el español de Oaxaca. Hace unas décadas, Garza
Cuarón (1989) señalaba que esta influencia en el español de la ciudad de Oaxaca era
prácticamente inexistente, ya que la mayoría de sus habitantes eran monolingües y no
tenían contacto con las lenguas nativas. Es curioso, entonces, que en los estudios
actitudinales del español de México una de las razones principales por la cual el español
de Oaxaca es considerado incorrecto es, precisamente, por la presencia de las lenguas
nativas. Por ello, también fue necesario averiguar la opinión de los informantes en este
respecto.

4.2.4 La influencia de las lenguas originarias en el español de Oaxaca

Para investigar la influencia de las lenguas nacionales en el español de Oaxaca se


les preguntó a los informantes ¿Cuánto cree que hayan influenciado las lenguas indígenas
la manera como se habla español en Oaxaca? (pregunta 15). El 54% de los informantes
consideró en un grado 4 Mucho la influencia de las lenguas originarias, seguido de
porcentajes iguales 17% del grado 5 Demasiado y 3 Algo. El 8% valoró que la influencia
era Muy poca y hubo un 4% que consideró Nada. Cuando se promedian estos resultados
se obtiene que el grupo de informantes valora en un 3,8 de 5 la influencia de las lenguas
originarias en el español de Oaxaca. Ya que más de la mitad de ellos le atribuyó un grado
considerable, se estima, entonces, que los oaxaqueños también consideran una no poca

70
influencia de las lenguas nativas en el español de la entidad. Los porcentajes se visualizan
en la siguiente figura:
Figura 11
Influencia de las lenguas originarias en el español de Oaxaca
4%
8%
17%
17%

1 Nada
2 Muy poco
3 Algo
4 Mucho
54%
5 Demasiado

Con todo, estos resultados no pueden indicar que los informantes consideren sus
hablas influenciadas por estas lenguas, pues la pregunta se refiere al estado en general y,
como hemos visto, el estado se separa según los informantes en zona central, costera y el
resto de la entidad. No obstante, ya se puede notar cierta conciencia sobre la influencia de
las lenguas nativas en el español hablado en el estado.
Por medio de la pregunta ¿De qué manera cree que las lenguas indígenas puedan
influir en el español? (pregunta 16) se averiguó que el plano de la lengua con más
susceptibilidad a la influencia de las lenguas nativas, según los hablantes, es el lexical,
con un 37% de las respuestas, lo que concuerda con los referimientos hacia la riqueza
lexical del español de Oaxaca por la influencia de las lenguas nativas. A pesar de estos
porcentajes, hubiera sido de mayor relevancia para el estudio abordar esta cuestión con
respecto al español de Oaxaca. Después del plano lexical, el 29% de los informantes cree
que el nivel fonético es el segundo que más puede ser influenciado, seguido del prosódico
con el 27% y el gramatical en un 7%.

4.2.5 Estereotipos hacia el oaxaqueño


Las valoraciones hacia al español de Oaxaca en diversos estudios actitudinales no
han quedado exentas de estereotipos hacia sus hablantes, como se ha mencionado. Cabe
señalar que las actitudes lingüísticas se originan a partir de estereotipos y prejuicios hacia
los hablantes. Estas, según Blas Arroyo (2004), “manipulan y alientan opiniones y
actitudes que se extienden por toda la comunidad de habla” (2004: 326).

71
Hacia Oaxaca, estos estereotipos están estrechamente relacionados con el racismo
latente en la sociedad mexicana que se agrava en entidades como Oaxaca debido a las
características demográficas del estado y la situación económica precaria. Entre las
razones por las cuales al español de Oaxaca se le ha considerado incorrecto se encuentran
el origen étnico de sus hablantes, la influencia de las lenguas originarias en el español, a
las cuales, por cierto, se les refiere de forma peyorativa como dialectos, y la condición
económica estatal, así lo muestran algunos comentarios emitidos por los informantes del
estudio de Morett (2014) respecto a la zona sur (Oaxaca y Chiapas en su estudio): “tienen
un hablar muy peculiar, tal vez por[que] el dialecto que han hablado por siglos no les
permite hablar bien el español” (2014: 847); “no es que sea despectivo, pero, sin un buen
acceso a la educación, en esas zonas se habla mal” (2014: 856).
Asimismo, en Stockler (2015) pueden encontrarse referencias similares: “En
Oaxaca se habla feo. Hablan más […] no como indios pero sí […]” (2015: 67). Incluso
se estereotipa el aspecto físico de sus habitantes conforme a la racialización del fenotipo
asociado a los indígenas: “Solo que los oaxaqueños son gente bajita. Chaparros, prietos,
y feos. Pero, así son ellos” (2015: 67). Según Stockler, los oaxaqueños han sido
discriminados por tanto tiempo que han aprendido a ignorarla. No obstante, habría que
focalizar el problema y no generalizar, pues quienes son más propensos en Oaxaca −y e
México, en general− a sufrir discriminación son aquellos que poseen tonos de piel más
oscuros y que no se identifican como mestizos según la ENADIS (2017). Esto,
ciertamente, no desestima las consecuencias negativas de los estereotipos hacia el
oaxaqueño en general.
Para averiguar cuáles eran los estereotipos más comunes hacia los oaxaqueños, se
preguntó a los informantes ¿Conoce estereotipos o prejuicios hacia el oaxaqueño y/o
Oaxaca? (pregunta 14). Mientras el 65% de ellos dijo que conocía estereotipos, el 35%
dijo no conocer ninguno. De los estereotipos que fueron mencionados se estableció una
clasificación de acuerdo con lo que referían. En la siguiente figura se pueden observar los
porcentajes de esta clasificación:

72
Figura 12
Principales estereotipos hacia el oaxaqueño

apariencia física
conductual
51% 23% 10% 8% 5%
étnico-racial
económico
lingüístico
otros

De acuerdo con la figura, los principales estereotipos hacia el oaxaqueño e stán


relacionados con su apariencia física. Entre las menciones más comunes de este tipo se
encuentran chaparros35, feos, negros y morenos. En México, la apariencia física es el
principal motivo de discriminación en México, por lo que las personas con supuestos
fenotipos asociados a los indígenas y con tonos de piel oscuros se encuentran en situación
de vulnerabilidad (CNDH, 2017). De las menciones de tipo conductual se encuentran
flojos36, conflictivos e ignorantes. La única mención del tipo étnico-racial que fue repetida
en varias ocasiones fue “indio” que en México se utiliza únicamente de forma peyorativa
y constituye un insulto debido a las atribuciones negativas que la colonialidad le confirió
a indio. En cuanto a los estereotipos de tipo económico se encuentran “ pobre” y “no
desarrollado”. Por último, entre los estereotipos lingüísticos se menciona la manera
despectiva de referirse a la población oaxaqueña como hablantes de lenguas indígenas. En
general, no son poco comunes las referencias hacia los estados del sur de México con gran
cantidad de indígenas y su condición económica precaria. Estos parámetros algunas veces
son utilizados para describir el habla de estas poblaciones como “incorrecta”. Según
Lastra (1992), “el hecho de que algunos grupos étnicos se concentran en una clase social
[…] sus variedades lingüísticas se identifican con dicha clase” (Lastra 1992: 421), por lo
que esta autora señala la relación entre clase social y etnicidad. Lamentablemente, “lo
indígena” en México está estrechamente relacionado con la pobreza, casi como una
condición natural de estas poblaciones, en vez de atribuirlo al descuido gubernamental y

35
En México, personas de baja estatura, puede usarse de manera despectiva o no.
36
En México, “que no trabaja o no le gusta trabajar” (Diccionario del Español de México, s.f., definición
1).

73
a la violencia sistemática y epistémica a las que han sido sometidos desde la época
colonial.
El hecho de que se recurra a la palabra indio para insultar refleja la postura ambigua
del mexicano hacia “el indígena”. Al respecto Frida Villavicencio (2010) señala que el
indio en México ha implicado una dualidad entre el “indio histórico” y el “indio real”
(2010: 750). En el primero se encuentran los indígenas idealizados del pasado en los que
se hallan la raíz de la nación, por lo que el elemento indígena en México constituye un
símbolo identitario que nos distingue de otras naciones. Por otro lado, los pueblos
originarios han sido asumidos en el México independiente como un problema para el
desarrollo y progreso, una supuesta resistencia a formar parte de la modernización del
país, incluso, se han exaltado los supuestos atributos negativos de las poblaciones
indígenas con el fin explicar sus condiciones de miseria: “ignorantes, flojos, supersticiosos
y viciosos” (2010: 752). Esta actitud en México, sin embargo, encuentra sus raíces en la
racialización de las comunidades nativas. El indígena, sus rasgos fenotípicos, su lengua,
su religión, sus producciones culturales y su lugar en la escala social y económica fueron
asignados, como se mencionó, de acuerdo con un principio natural de inferioridad que
predomina hasta nuestros días, lo cual constituye uno de los ejes de la colonialidad.
Stockler (2015) por su parte, señala que los oaxaqueños son conscientes de que el contacto
con las lenguas originarias está mal visto por miembros ajenos a su comunidad, a pesar de
estas se consideran parte de su cultura (2015: 67). Por ello, decidí preguntarles a mis
informantes ¿Cree que la presencia de las comunidades indígenas en Oaxaca influya en
la percepción que el resto del país tiene sobre el español hablado en el estado? (pregunta
17). Con sus respuestas, se percibe, entonces, que la mayoría de los informantes sí creen
que la presencia de los pueblos originarios influye en la percepción que se tiene en el país
sobre el español del estado; no obstante, esta mayoría apenas rebasa la mitad de los
informantes, pues poco más del 42% considera que no, por lo que no es posible determinar
una tendencia. Los resultados se pueden visualizar en la siguiente figura:

74
Figura 13
¿La coexistencia con los pueblos originarios influye en la percepción que el resto del país tiene
sobre el español de Oaxaca?

42%


no

58%

Con todo, a los informantes que opinaron que sí, se les preguntó si consideraban
dicha percepción positiva o negativa (pregunta 18). El 58% opinó que era positiva debido
a que en México se valora la diversidad y porque dicha coexistencia con las lenguas
indígenas enriquece la lengua; por otro lado, el 42% consideró que, debido al contacto con
las lenguas originarias, la percepción que el país tiene sobre la lengua española en Oaxaca
es negativa, ya que tanto las comunidades originarias como sus lenguas son consideradas
inferiores, además de que para ciertos sectores conservadores del país la diversidad
cultural tiene que ser eliminada. Nuevamente las diferencias porcentuales son similares a
las de la anterior pregunta. Existen, pues, opiniones divididas y no es posible fijar una
tendencia puesto que estas se dividen casi igualitariamente. Se nota, sin embargo, una
reflexión acerca del contacto cultural y lingüístico con las poblaciones nativas. Son
necesarios, entonces, más estudios que examinen estas actitudes.
En la siguiente parte se examinan, aunque de manera breve, las actitudes hacia las
lenguas originarias. Mi objetivo con ello es precisar si los informantes oaxaqueños
presentan actitudes contrarias a las acusadas anteriormente que parecen enaltecer la
diversidad lingüística y cultural del estado.

4.3. Actitudes y creencias hacia las lenguas originarias

4.3.1 ¿Lenguas o dialectos?

Uno de los debates centrales respecto a las lenguas originarias es la confusión o el


referimiento intencional y ofensivo a estas como dialectos. La diferencia entre lengua y

75
dialecto no será abordada en este trabajo debido a que constituye un tema complejísimo y
vasto; no obstante, se puede mencionar que la designación de uno u otro concepto se puede
atender desde un punto de vista meramente social. De hecho, son sociales. De acuerdo
con Moreno Fernández (2019) “las lenguas y los dialectos son entidades construidas
socialmente, las primeras cuentan con el prestigio del uso público y de la escritura, junto
al privilegio de la enseñanza formal o del uso literario. Los dialectos, no” (2019: 3). Esto,
sin embargo, no aclara totalmente el hecho de que a las lenguas amerindias se les haya y
siga considerando popularmente como dialectos. Esta designación, según Calvet se deriva
de una ideología colonialista, en la cual el término dialecto termina por referir a la lengua
de los otros o aquellas lenguas que “no solo no tienen poder, sino incluso un habla local
[…] recibe un tratamiento peyorativo: es inferior por naturaleza” (Calvet 2006: 62).
El pensar las lenguas nativas como inferiores respecto del español todavía es
frecuente en la sociedad mexicana e incluso entre sus mismos hablantes. Como vimos,
estas lenguas han atravesado “siglos de guerra, opresión, etnocidio, discriminación y
asimilación” (Zimmermann 2004: 24), por lo que distan de poseer el mismo estatus de
lengua que el español; en su lugar, continúan degradadas a la condición de dialecto en su
sentido peyorativo. En su estudio, Morett (2014) también advierte que la mayoría de sus
informantes refieren a las lenguas originarias como dialectos en un sentido peyorativo
(2015: 863). Según esta autora, la creencia en México de que estas son lenguas
“inferiores” o “incompletas” ha prevalecido durante muchos años. La confusión es, pues,
un tema que urge ser abordado en la sociedad mexicana. Al preguntarles a los informantes
cómo se referían a las lenguas nativas, la mayoría mencionó lenguas como se puede
observar en la siguiente figura:
Figura 14
Designaciones hacia las lenguas originarias

33%

lenguas

dialectos

67%

76
No obstante, como se observar, hubo un porcentaje considerable que dijo referirse
a estas como dialectos. Con esto, se deduce que empieza a haber una conciencia acerca de
que no es pertinente referirse a ellas como dialectos sino como lenguas. No obstante, para
confirmarlo, hubiera sido interesante saber por qué designan una u otra opción, pues,
aunque en muchos casos se realiza de forma peyorativa, no siempre se conocen las
implicaciones sociales e ideológicas de dicho término. Haría falta, pues, informar al
respecto. Asimismo, cabe mencionar que, cuando estos resultados se analizan de acuerdo
con las variables sociolingüísticas, tanto la variable sexo como nivel de estudios poseen
diferencias significativas con respecto al grupo contrario, como se muestra en la siguiente
tabla:
Tabla 7
Designaciones hacia las lenguas originarias según variables sociolingüísticas
Sexo Edad Nivel de estudios
Con estudios Sin estudios
Mujeres Hombres 18-39 40-62
universitarios universitarios
dialectos 25% 75% 50% 50% 25% 75%

lenguas 63% 37% 56% 44% 63% 37%

Cuando se atiende la variable sexo, del total de respuestas que designaron


dialectos, el 75% de ellas fue emitida por hombres y el 25% mujeres. Estos porcentajes
son exactamente iguales para la variable nivel de estudios, en donde las personas sin
estudios fueron en su mayoría los que se refirieron a las lenguas originarias como
dialectos, quizás por la falta de información en lo relativo a las lenguas, la cual puede ser
facilitada en la educación universitaria. En cuanto a la variable edad no se encontraron
diferencias significativas entre los dos grupos etarios.

4.3.2 El prestigio de las lenguas originarias


Es precisamente en las relaciones diglósicas y en el bilingüismo asimétrico y
conflictivo en México que la colonialidad se puede observar más nítidamente, las lenguas
nativas aún se encuentran bajo el patrón conocido “de dominación de la lengua de los
conquistadores y de sumisión de las lenguas de los pueblos conquistados” (Zimmermann,
2014: 213). Tomando en cuenta lo anterior, quise averiguar si las lenguas nativas gozaban
o no de prestigio según los informantes. A través de una escala de medición 1-5 se

77
preguntó a los informantes ¿Cuánto prestigio cree que gocen las lenguas indígenas en
México? (pregunta 35). Los resultados se muestran en la siguiente figura:
Figura 15
Prestigio en México de las lenguas originarias
13%
33%

33%
2 Muy poco
3 Algo
4 Mucho
21% 5 Demasiado

En este caso, ninguna de las gradaciones del 1 al 5 fue considerada


mayoritariamente representativa de todo el grupo de informantes, pues el porcentaje más
alto no representó ni al 40% de ellos. Con todo, la mayoría, el 33%, opinó que las lenguas
originarias poseen prestigio en un nivel 2 Muy poco; no obstante, el mismo porcentaje se
destinó al nivel 4 Mucho. Seguido de estos, se encuentra el 21%, que consideró su
prestigio en un grado 3 Algo, y el 13% 5 Demasiado.
Con estos resultados, se percibe que algunos informantes consideran que en el país
las lenguas originarias no gozan de tanto prestigio, aunque, si promediamos dichos
porcentajes, como grupo se le atribuye un prestigio de 3,2, una tendencia por arriba de la
media. Los promedios por variables sociolingüísticas nos muestran que el promedio más
alto fue atribuido por los hombres, quizás este prestigio se encuentre asociado al prestigio
encubierto, que se ha demostrado que funciona con mayor fuerza en los hombres (Moreno
Fernández 2005: 43). No obstante, puede ser apresurado sacar conclusiones al respecto,
sobre todo, cuando se trata de lenguas y no variedades de una misma lengua, por lo que
sería necesario comprobarlo con más estudios. Por otro lado, el promedio más bajo fue
otorgado por las mujeres como se muestra a continuación:

78
Tabla 8
Promedios del prestigio de las lenguas originarias según variables sociolingüísticas
Variable Promedio
Mujeres 3
Sexo
Hombres 3,4
18-39 3,1
Edad
40-62 3,3
Con estudios universitarios 3,1
Nivel de estudios
Sin estudios universitarios 3,3

Posteriormente, se les pidió que marcaran las palabras que ellos asociaban con el
hablar una lengua indígena (pregunta 32). Las palabras fueron las siguientes: orgullo,
prestigio, vergüenza, atraso, cultura, educación, tradición y discriminación.
Figura 16
Asociación de palabras con el hecho de hablar una lengua originaria

discriminación 3%

prestigio 8%

educación 13%

tradición 17%

cultura 28%

orgullo 31%

0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35%

Entre las palabras que no tuvieron asociación alguna se encuentran vergüenza y


atraso, lo que indica una valoración sobre todo positiva hacia estas lenguas.
Discriminación por su parte fue la palabra con menos porcentaje, casi irrelevante para el
estudio. Probablemente, se trate de la conciencia de que hablar estas lenguas puede
conducir a actos discriminatorios hacia sus hablantes. Después, prestigio fue asociado con
las lenguas originarias solo en un 8%, lo que refuerza los resultados anteriores. Parece,
pues, que los informantes no consideran que estas lenguas gocen de un prestigio alto.
Seguido de prestigio, se encuentra educación con un 13%. Por lo tanto, las palabras con
mayor porcentaje de asociaciones son, de mayor a menor, orgullo, cultura y tradición.

79
Aunque estos resultados implican una fuerte valoración afectiva hacia las lenguas
nativas, vale la pena mencionar la opinión de Díaz-Couder (2004) al respecto. Este autor
señala que existe una gran valoración hacia el español como una lengua útil, al contrario
de las lenguas indígenas, pues, aunque exista cierta valoración afectiva hacia estas,
generalmente, se les considera las lenguas “de la tradición, de la familia y lo propio”, de
poca o nula utilidad práctica, aunque, ciertamente, existan excepciones (2004: 165). Esta
asociación es, por lo tanto, más bien negativa para Díaz-Couder, pues circunscribe el valor
de las lenguas a la tradición, el pasado, la vida campesina y los abuelos, “las lenguas
indígenas son apreciadas como una especie de reliquias culturales, pero no como un
vehículo comunicativo en la sociedad del México actual” (2004: 165).

4.3.3 Promoción y desarrollo de las lenguas y culturas originarias

Todos los informantes sin excepción respondieron afirmativamente a la pregunta


¿Considera necesario promover y desarrollar las lenguas y culturas originarias?
(pregunta 29). Las razones fueron muy reveladoras. La mayoría de los informantes, más
del 40%, consideró necesaria dicha promoción para preservarlas, ya sea porque están
muriendo o para preservar la riqueza cultural del país: “porque si no van a morir y con
ellas se pierde la cultura e historia de cada pueblo”; “para la preservación de la riqueza
cultural y sensibilizarnos de la importancia de las comunidades”. Algunos comentarios
refirieron a que de esta manera “no se perderían las raíces culturales”. Por otro lado, poco
más del 30% de los informantes mencionaron que las lenguas originarias forman parte de
la identidad o cultura mexicanas: “son parte de nuestra identidad como mexicanos”; “para
mantener nuestra cultura original”. Con su promoción, menciona un informante
“estaríamos rescatando nuestra identidad”. La tercera razón más mencionada fue el
conocer los pueblos originarios: “Para conocer más de nuestros pueblos”. Estas
respuestas refuerzan lo anterior dicho por Díaz-Couder (2004) respecto a la consideración
de las lenguas nativas como lenguas de la tradición, así como del “indio histórico” de
Villavicencio (2010). No obstante, también se resalta su importancia cultural.
Ya que, según parece, los informantes otorgan a las lenguas nativas un alto valor
histórico y cultural, se les pidió reaccionar ante el siguiente planteamiento: “El

80
aprendizaje de una lengua indígena debería ser obligatorio en el sistema educativo
mexicano” (pregunta 30). Los resultados se muestran en la siguiente figura:

Figura 17
Obligatoriedad del aprendizaje de una lengua originaria en el sistema educativo mexicano

Con esta pregunta se hace notar una actitud sobre todo favorable ante la
incorporación de las lenguas al sistema educativo, pues el 46% de los informantes dijo
estar completamente de acuerdo con ello. No obstante, nuevamente, no representa ni al
50% de ellos. Por lo que, a pesar de haber sido la opción que más informantes
seleccionaron, habría que señalar que, de alguna manera, la mayoría grupal no está
totalmente convencida de esta medida. Por otro lado, el 38% de ellos dijo estar de acuerdo.
Cuando solo se analiza el grado completamente de acuerdo hacia la incorporación
de estas lenguas en el sistema educativo por variables sociolingüísticas, resalta el hecho
de que en la variable edad este grado fue elegido en un 64% por informantes de 18 a 39
años frente al 36% correspondiente a informantes de 40 a 62 años, lo podría indicar una
tendencia en generaciones más jóvenes a actitudes más favorables en este respecto.
Una política de implantación de las lenguas nativas como segundas lenguas o
lenguas extranjeras, según Schrader-Kniffki (2004) ayudaría a elevar el prestigio de las
lenguas originarias y sus hablantes de manera considerable; sin embargo, el gobierno
mexicano no ha considerado a la fecha una medida similar (2004: 195). De hecho, ni
siquiera se ocupa de brindar educación apropiada sobre los pueblos originarios. Al
respecto, Bartolomé (2014) acusa al sistema educativo de no brindar educación apropiada
sobre las culturas originarias a la población mestiza, este autor señala que “en el mejor de
los casos, se brinda una imagen pretérita y fosilizada de las sociedades vivas y
contemporáneas” (2014: 93). Así, por ejemplo, en los libros de texto de educación básica
en Oaxaca la diversidad cultural es comparada con un jardín de diferentes flores; después

81
de abordar algunos aspectos de las culturas nativas y realizar una sutil apología al
mestizaje cultural, se termina por elogiar la vestimenta y las artesanías que atraen al
turismo, “nunca se dice que esos distintos grupos tienen historias propias, sus propias
formas de religiosidad, sus rituales específicos o diferentes formas de organización
política y de concebir la vida y el mundo” (2014: 94). Con todo, no se puede negar el
hecho de que en los últimos años ha habido un creciente interés por difundir, proteger y
revitalizar las lenguas nativas. Para ello, México se ha definido constitucionalmente como
una nación pluricultural, otorgándoles de esta manera un estatus oficial. Actualmente, son
consideradas, pues, lenguas nacionales, por lo que se han tenido que establecer diversas
leyes e instituciones para su protección. Aunque no es una tarea sencilla, es vital, que el
pueblo de México reconozca el valor de cada una de las lenguas de México que hacen del
país uno de los más lingüísticamente diversos en el mundo.
Asimismo, se preguntó a los informantes ¿Le gustaría aprender una lengua
indígena? (pregunta 26). Sorpresivamente, el 100% de ellos indicó que sí, en su mayoría,
refiriéndose a las lenguas zapoteca y mixteca, las lenguas nativas más habladas en el
estado. Algunos informantes dieron por razones principales para aprender dichos idiomas
el poder comunicarse con sus hablantes, aunque también fue común que expresaran que
algún miembro de la familia era hablante de alguna lengua indígena. Por último, algunos
manifestaron su preferencia por algún rasgo de la lengua, como la entonación. Una de las
informantes, por otro lado, mencionó que le gustaría aprender lenguas que están en riesgo
de desaparecer.
Cualquiera que haya sido la razón, no dejó de sorprender que todos los informantes
hayan expresado interés por alguna lengua nativa, lo que denota un gran aprecio afectivo
hacia estas lenguas. Ya sea por la cercanía de los oaxaqueños con las comunidades
originarias, por algún vínculo familiar o por algún otro interés en particular, existe una
actitud mayoritariamente positiva pareciera de tipo integradora, es decir, relacionadas con
el sentido de pertenencia a un determinado grupo, contemplando la lealtad y los factores
diferenciadores o identificadores (Hernández-Campoy 2004: 32). Esto se explica si
pensamos que algunos elementos indígenas pueden de hecho formar parte de la identidad
de los oaxaqueños mestizos como se muestra a continuación.

82
4.3.4 Presencia de elementos indígenas en la identidad de los informantes

Para observar si los informantes asociaban aspectos de su vida con elementos de


grupos originarios como parte de su identidad, se les pidió que marcaran de una lista donde
creían que “lo indígena” se presentaba en su vida diaria (pregunta 36). La lista estaba
conformada por lengua, creencias, gastronomía, tradiciones, medicina tradicional,
comunidad, vestimenta, grupo familiar y nada; además, se les brindó la posibilidad de que
ellos mismos escribieran otra opción que no estuviera en la lista. La opción nada fue la
única que no tuvo menciones. En otras palabras, hay al menos un aspecto en la vida de los
informantes que tiene relación con los pueblos nativos. Los porcentajes para cada aspecto
de la vida se muestran a continuación:
Figura 18
Presencia de elementos indígenas en la vida diaria de los informantes

grupo familiar 2%
comunidad 5%
lengua 10%
creencias 11%
medicina tradicional 13%
vestimenta 17%
gastronomía 20%
tradiciones 22%
0% 5% 10% 15% 20% 25%

Con esto, se estima que los oaxaqueños consideran parte de su identidad se


constituye por al menos uno de los elementos que en la lista se marcaron. El aspecto con
menos presencia indígena fue el grupo familiar, seguido del aspecto comunidad, tales
aspectos hubieran podido indicar algún vínculo cercano con las comunidades originarias,
pero no fue así. Esto no sorprende si se contempla que la región central del estado, de
donde provienen la mayoría de los informantes, posee el índice más bajo de personas que
hablantes de lengua indígena y, probablemente, de aquellas que se consideran indígenas.
Después, con un 10% se encuentra la lengua, aspecto que sorprende por su bajo porcentaje
si se considera que los informantes indicaron una influencia significativa de las lenguas
originarias en el español de Oaxaca. Aunque hay que contemplar la posibilidad de que
consideren que esta influencia no se encuentre tan presentes en sus propias hablas. Le

83
siguen las creencias con un 11% y la medicina tradicional con un 13%. Por otro lado, los
grados más altos de identificación se concentraron en los elementos tradiciones con 22%,
gastronomía con 20% y vestimenta con 17%.
Estos resultados también explican en parte las actitudes favorables hacia las
lenguas originarias. No obstante, el hecho de identificarse en alguna medida con “lo
indígena” no excluye ciertas posturas de ambivalencia, duda o rechazo, en las que se
valora a las lenguas originarias por su valor histórico, cultural y lingüístico, pero se tiene
conciencia de que no poseen un alto prestigio debido a la racialización de sus hablantes y
sus lenguas. Además, casi todas las posturas totalmente favorables hacia estas lenguas no
representaban ni a la mitad de los informantes.
Con todo, pareciera que la actitud de los oaxaqueños coincide con aquella
aseveración de Martín Butragueño (2010) con respecto al momento especial en el que nos
encontramos en este momento: “es probable que nunca antes como ahora los lingüistas y
los ciudadanos hayamos tenido una concepción tan matizada de la riqueza de las lenguas
y de la dignidad de los hablantes, y del valor de la diversidad cultural lingüística” (2010:
45). Aunque este autor carga con optimismo los tiempos futuros, aún falta mucho por
concientizar a la población mestiza para un porvenir más justo, con menos
estigmatización, y más respetuoso de los muchos modos de concebir la vida y que son
expresadas, aunque no de manera exclusiva, a través de la lengua.

84
Conclusión

A partir de las valoraciones negativas y poco favorables hacia el español de Oaxaca


en algunos estudios actitudinales y perceptuales, es que este trabajo escrito encuentra su
justificación. Tales valoraciones, en su mayoría, provenientes del estudio panhispánico
del proyecto LIAS, se relacionaban con la diversidad étnica y lingüística del estado, así
como de sus condiciones socioeconómicas. En este sentido, emprender un estudio de
actitudes lingüísticas, ahora desde la óptica de los oaxaqueños, constituía una gran
oportunidad de abarcar los fenómenos de la lengua en relación con los aspectos históricos,
sociolingüísticos y culturales propios de México y Oaxaca. Tal estudio, ciertamente, se
concebía como un gran reto por su extensión e interdisciplinariedad. No obstante,
constituye un esfuerzo por develar las opiniones, creencias y actitudes de la población de
Oaxaca.
El presente estudio tuvo como objetivos principales investigar las actitudes
lingüísticas de los oaxaqueños a) hacia el español en México, b) hacia su propia variedad,
y c) hacia las lenguas nativas del estado. Esto último con el objetivo secundario de
determinar si las actitudes hacia la propia variedad se relacionaban con el entramado
lingüístico y cultural del estado.
Para ello, conforme a los lineamientos de los métodos de medición de actitudes,
se elaboró un amplio cuestionario que contenía preguntas abiertas y cerradas, estas últimas
contenían en su mayoría escalas de medición para que se pudieran tabular los datos más
fácilmente y otorgar una mayor confiabilidad al estudio. El cuestionario fue aplicado a un
grupo de 24 oaxaqueños, todos residentes de la ciudad capital de Oaxaca e
hispanohablantes nativos. Se buscó, asimismo, que hubiera una representación más o
menos igualitaria de acuerdo con las variables sociolingüísticas de sexo (mujeres-
hombres), edad (divididos solo en dos grupos: el primero de 18-39 años y el segundo de
40-62 años), y nivel de estudios (con y sin estudios universitarios).
El cuestionario contemplaba cinco secciones que servirían para tratar los temas
antes mencionados y cumplir con los objetivos del estudio. Dicho cuestionario abarcaba,
a grandes rasgos, cuestiones sobre la corrección lingüística, las valoraciones hacia las
diferentes hablas de México, las percepciones dialectales, las opiniones sobre el español
de Oaxaca y la influencia de las lenguas nativas en él; en menor medida, se tocaron

85
aspectos referidos a las lenguas originarias. La magnitud del cuestionario replanteó la
necesidad de llevar a cabo pruebas piloto antes de su aplicación, ya que existieron diversas
dificultades para su contestación, especialmente, por parte del grupo sin estudios
universitarios, así como la importancia de realizar cuestionarios más breves por la gran
cantidad de trabajo que conlleva el vaciado y análisis de los datos.
Para poder interpretar los resultados, en el primer capítulo, se realizó una
aproximación a los fundamentos teóricos de las actitudes lingüísticas. La comprensión de
los resultados, sin embargo, no podría ser posible solo con las bases teóricas de las
actitudes y sin un panorama sociohistórico, por lo que fue necesario abordar dicho
panorama desde cuatro ejes temáticos, lo que constituyó el segundo capítulo. Estos ejes
fueron 1) la colonialidad y el lenguaje, 2) la expansión del español en México, 3) la
variedad mexicana del español y 4) Oaxaca. Básicamente, estos temas se concibieron
como el segundo pilar para la interpretación de los resultados.
El capítulo que abordó la presentación, interpretación y los análisis de los
resultados fue dividido en tres partes, que contemplaban a grandes rasgos los objetivos
principales del estudio. Primero, en las actitudes y creencias hacia la lengua española se
investigaron los parámetros que los hablantes otorgan para definir la corrección
lingüística. Se observó que para la mayoría de ellos la corrección lingüística está
relacionada con el éxito del acto comunicativo, aunque también se relaciona con el respeto
a la norma lingüística. Asimismo, se reveló la creencia de que los hablantes con más
preparación académica suelen considerarse como las personas que hablan el español más
correcto. Con esta base, se determinó dónde se hablaba el mejor y el peor español en
México. En cuanto al mejor lugar, sorpresivamente, los hablantes no escogieron su propia
variante; sin embargo, tampoco escogieron alguna otra, sino que expresaron que no se
hablaba mejor en ningún lugar. Estos resultados empezaron a revelar la conciencia de que
los hablantes no concebían su variedad propia como la mejor, como normalmente resulta
en este tipo de estudios. De igual manera, se revela con ello que son más tolerables hacia
la variación diatópica. En cuanto al lugar donde se habla peor la lengua española, los
informantes refirieron a la ciudad de México. Entre las razones por las cuales se designó
a este lugar como tal, se encontraban la diversidad que alberga la ciudad capital, lo que
sorprendió, pues el principal rasgo distintivo de Oaxaca es también su diversidad.

86
Asimismo, hubo posturas de rechazo hacia el español de la zona fronteriza de México por
la clara influencia del inglés. No obstante, cuando se preguntó por la posibilidad de tener
un mismo acento, la mayoría de los hablantes la rechazó categóricamente exaltando los
aspectos positivos de la diversidad lingüística y cultural. Además, se expresó una
preferencia abrumadora por el acento de Oaxaca. Esto revela que la actitud hacia el
español de Oaxaca se exhibe como positiva cuando esta se relaciona con aspectos
identitarios de los hablantes y en, general, afectivos. En cambio, cuando se relaciona con
su elemento cognitivo y su conciencia lingüística, esta actitud es menos favorable. Esta
situación también se observó en las valoraciones hacia las hablas de México, en las cuales
los informantes evaluaron, sin distinción de la variedad dialectal, más favorablemente las
dimensiones que trataron rasgos relacionados con la solidaridad, en comparación con los
rasgos que tocaron el estatus.
En el segundo apartado se trataron las actitudes y creencias sobre el español de
Oaxaca. Primero, se determinó la identidad dialectal de los oaxaqueños, los que sin verse
necesariamente como parte del dialecto central se percibieron como una aproximación a
esta. No obstante, también existió la tendencia a considerarse únicos dialectalmente,
restringiendo su identidad dialectal a la zona central del estado de Oaxaca. En cuanto a las
actitudes hacia su habla, los informantes valoraron el prestigio del español de Oaxaca un
punto arriba del valor medio. Hay, pues, una tendencia a valorarlo favorablemente pero
no lo hacen con un alto valor, lo que refuerza que, cuando se atiende la dimensión de la
lengua relacionada con el prestigio, los oaxaqueños no valoran tan favorablemente como
cuando se tratan aspectos afectivos. Además, resaltó que los hablantes percibieron una
influencia relevante de las lenguas nativas en su español, las cuales han sido
históricamente estigmatizadas y marginalizadas. Probablemente, nos encontremos ante
actitudes ambiguas.
En el tercer y último apartado logró observarse el gran afecto que tienen los
oaxaqueños hacia las lenguas y, en general, hacia las culturas originarias. Aquí, la
diversidad de lenguas contribuye, según los informantes, a la riqueza lexical y cultural del
español de Oaxaca. Resaltó especialmente el hecho de que el 100% de los informantes
haya declarado el deseo por aprender una lengua nativa y haya estado de acuerdo con la
promoción y desarrollo de las lenguas y culturas originarias. Las poblaciones originarias

87
fueron consideradas en el estudio como una parte identitaria de sus vidas y un elemento
que los distingue como mexicanos. Sin embargo, cuando se preguntó sobre el prestigio de
las lenguas nativas en el país y sobre la posibilidad de incorporar obligatoriamente el
aprendizaje de lenguas nativas en el sistema educativo mexicano, estas valoraciones no
suelen indicar una clara tendencia, ya que, si hay opiniones muy favorables, estas apenas
logran representar al 50% de los informantes. Con todo, se pueden observar actitudes más
positivas que negativas respecto a las lenguas nativas, destacando su alto valor histórico
y cultural.
Todos estos descubrimientos constituyen los primeros acercamientos a las
actitudes lingüísticas con una población oaxaqueña. Por la magnitud del estudio y las
limitaciones propias de cada estudio, como futuras líneas de investigación se podrían
corroborar los resultados aquí presentados con una población mucho mayor, pues el
presente trabajo escrito no logra satisfacer este aspecto, además de que sería más efectivo
poder recoger los datos por medio de otras técnicas como la entrevista. De cualquier
manera, ante la persistencia de actos discriminatorios en contra de las personas por su
manera de hablar, es necesario seguir fomentando estudios que ayuden a revelar cuáles
son los factores que determinan posturas de rechazo y hacia qué poblaciones. Es necesario,
pues, recordar que “todos los dialectos en cualquier estado o nación son sistemas
lingüísticos igualmente complejos, estructurados y válidos, y si son evaluados como
‘adecuados’ o ‘inadecuados’ es por sus connotaciones sociales más que por una
superioridad o inferioridad inherente” (Hernández-Campoy 2004: 38).

88
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Estocolmo.

95
Anexos
Anexo I. Lista de informantes
Lugar de Nivel
Sexo Nombre Profesión Edad Residencia
nacimiento estudios
Oax. de
1 M Ana L. Docente 30 Oax. de Juárez Licenciatura
Juárez
Gerente Tapachula, Oax. de
2 M Grecia Z. 30 Licenciatura
hotelero Chiapas Juárez
Oax. de
3 M Cynthia C. Docente 35 Oax. de Juárez Licenciatura
Juárez
Oax. de
4 M Xanthé C. Estudiante 21 Oax. de Juárez Bachillerato
Juárez
5 M Maribel R. Secretaria 35 Oax. de Juárez Oaxaca Secundaria
Oax. de
6 M Lucía S. Secretaria 36 Oax. de Juárez Bachillerato
Juárez
Silacayoapan, Oax. de
7 M Araceli P. Jubilada 56 Bachillerato
Oax. Juárez
Berenice
8 M Abogada 51 Oax. de Juárez Oaxaca Licenciatura
M.
Oax. de
9 M Julissa R. Abogada 43 Juquila, Oax. Licenciatura
Juárez
San Pablo Oax. de
10 M Silvia D. Secretaria 57 Bachillerato
Huixtepec, Oax. Juárez
Oax. de
11 M Nora R. Secretaria 59 Oax. de Juárez Licenciatura
Juárez
Reynalda Ama de Oax. de
12 M 48 Jamiltepec, Oax. Secundaria
R. casa Juárez
Oax. de
13 H Ricardo Z. Docente 35 Oax. de Juárez Licenciatura
Juárez
Oax. de
14 H Julio E. Freelancer 31 Oax. de Juárez Licenciatura
Juárez
Oax. de
15 H Josué B. Abogado 35 Oax. de Juárez Licenciatura
Juárez
16 H Luis M. Empleado 23 Oaxaca Oaxaca Bachillerato
Instructor Oax. de
17 H Ángel G. 32 Ciudad de México Bachillerato
meditación Juárez
Seguridad San Lorenzo,
18 H Jorge T. 18 Tlacolula Bachillerato
privada Oax.
Eduardo
19 H Prefecto 25 Oaxaca Oaxaca Secundaria
M.
San Pablo
San Pablo
20 H Álvaro D. Docente 52 Huixtepec, Licenciatura
Huixtepec Oax.
Oax.
San Juan Bautista, Oax. de
21 H Mayolo C. Abogado 40 Licenciatura
Tuxtepec Juárez
22 H Arturo O. Empleado 40 Oaxaca Oaxaca Licenciatura
Cuilapam de
23 H Víctor T. Prefecto 62 Nochixtlán, Oax. Guerrero, Bachillerato
Oax.
Raymundo Oax. de
24 H Empleado 40 Tlaxiaco, Oax. Secundaria
C. Juárez

96
Anexo II. El cuestionario

97
98
99
100
Cuestionario contestado. Ejemplo 1

101
102
103
104
Cuestionario contestado. Ejemplo 2

105
106
107
108
Deutsche Zusammenfassung

Der sprachliche und kulturelle Reichtum von Oaxaca, einem Bundesstaat im


Süden Mexikos, scheint einen negativen Einfluss auf die Wahrnehmung des in der Region
gesprochenen Spanisch zu haben, wie einige Studien über die sprachliche Einstellung zum
mexikanischen Spanisch gezeigt haben. Eine dieser Studien ist das LIAS-Projekts, die als
bahnbrechender Beitrag zur Erforschung der Einstellungen zum mexikanischen Spanisch
gilt. Die Ergebnisse des LIAS-Projekts zeigen, dass ein hoher Prozentsatz der Befragten
die Sprechweisen des Südens, insbesondere die von Oaxaca, für falsch hält. Diese
negative Wahrnehmung ist darauf zurückzuführen, dass die Unkorrektheit der Sprache in
Mexiko mit „Armut, Marginalisierung und der Zuschreibung der indianischen Sprachen“
(2014: 856) zusammenhängt. Ebenso berichtet die Studie von Stockler (2015) von einer
großen Anzahl von Kritiken und abwertenden Kommentaren gegenüber dem Spanisch
von Oaxaca, die sich auch auf die Einwohner in Bezug auf ihr Aussehen beziehen, indem
sie sie als „Indianer, dunkel und hässlich“ (2015: 67) bezeichnen.
Vor diesem Hintergrund war es das Hauptziel der vorliegenden Arbeit, die
sprachlichen Einstellungen aus der Perspektive der Bewohner Oaxacas hinsichtlich drei
verschiedenen Aspekte zu untersuchen: a) gegenüber dem Spanischen in Mexiko; b)
gegenüber ihrer eigenen Varietät; c) gegenüber den einheimischen Sprachen des Staates.
Der letzte Punkt hatte außerdem das Ziel festzustellen, ob die Einstellungen gegenüber
der eigenen Varietät mit der sprachlichen und kulturellen Vielfalt des Staates
zusammenhängen.
Zu diesem Zweck wurde in Übereinstimmung mit den Richtlinien der
Einstellungsmessmethoden ein umfassender Fragebogen entwickelt, der sowohl offene als
auch geschlossene Fragen enthielt, wobei letztere vor allem Messskalen enthielten, damit
die Daten leichter tabelliert werden konnten und die Zuverlässigkeit der Studie
gewährleistet war. Der Fragebogen wurde einer Gruppe von 24 Einwohnern Oaxacas
vorgelegt, die alle in der Hauptstadt von Oaxaca leben und deren Muttersprache Spanisch
ist. Es wurde eine annährend gleichmäßige Verteilung nach den soziolinguistischen
Variablen Geschlecht (Frauen/Männer), Alter (unterteilt in zwei Gruppen: 18-39 Jahre und
40-62 Jahre) und Bildungsniveau (mit und ohne Hochschulabschluss) angestrebt.

109
Der Fragebogen bestand aus fünf Abschnitten, die dazu dienen sollten, die oben
genannten Fragen zu beantworten und die Ziele der Studie zu erreichen. Der Fragebogen
umfasste Fragen zu folgenden Bereichen: sprachliche Korrektheit, Bewertung der
verschiedenen mexikanischen Varietäten, dialektale Wahrnehmungen, Meinungen über
das Spanisch Oaxacas und Einfluss der indigenen Sprachen darauf. In geringerem Maße
wurden auch Aspekte angesprochen, die sich auf die Originalsprachen der Indianer
bezogen.
Um die Ergebnisse interpretieren zu können, wurden im ersten Kapitel die
theoretischen Grundlagen der Spracheinstellungen diskutiert. Dies allein konnte jedoch
das Verständnis der Ergebnisse nicht ermöglichen, da auch ein sozialgeschichtlicher
Überblick notwendig war. Daher umfasst das zweite Kapitel vier thematische Einheiten,
welche die kontextuelle Grundlage dieser schriftlichen Arbeit bilden, d. h. ihr einen Raum
und eine Zeit geben. Diese Abschnitte sind: 1) Kolonialität und Sprache, 2) die
Ausbreitung des Spanischen in Mexiko, 3) die mexikanische Variante des Spanischen und
4) Oaxaca. Das dritte Kapitel beschreibt die für die Untersuchung der Spracheinstellungen
verwendete Methode, d. h. den Fragebogen und seine Anwendung, aber verweist auch auf
die wichtigsten Grenzen dieses Ansatzes. Im vierten Kapitel werden die Ergebnisse, ihre
Interpretation und Diskussion dargestellt. Dieses Kapitel ist in drei Teile gegliedert,
welche die Hauptziele der Studie abdecken.
Im ersten Abschnitt werden die Parameter erörtert, die nach Meinung der
Befragten die sprachliche Korrektheit definieren. Auf dieser Grundlage wurden die Orte
in Mexiko ermittelt, an denen die spanische Sprache ihrer Ansicht nach am besten und am
schlechtesten gesprochen wird. Dieser erste Ansatz hebt hervor, dass sich die Befragten
bewusst sind, dass ihre Varietät nicht als die beste wahrgenommen wird , und dass sie
Offenheit und Toleranz gegenüber anderen Varietäten des Spanischen zeigen. Bei der
Betrachtung der affektiven Aspekte hingegen wird das Spanisch Oaxacas aufgrund der
starken sprachlichen Identifikation mit dieser Varietät als Favorit genannt. Dies zeigt, dass
die Einstellung zum Spanisch Oaxacas positiv ist, wenn es um die Identität der Sprecher
und allgemein um affektive Aspekte geht. Hingegen ist diese Einstellung weniger positiv,
wenn sie mit dem kognitiven Element und dem sprachlichen Bewusstsein
zusammenhängt. Diese Situation wurde auch bei der Bewertung der mexikanischen

110
Sprache beobachtet: Unabhängig von der Dialektvarietät bewerteten die Befragten die
Aspekte, die sich mit Merkmalen der Solidarität befassen, positiver als diejenigen, die auf
den Status bezogene Merkmale aufweisen.
Der zweite Abschnitt befasst sich mit den Einstellungen und Überzeugungen zum
Spanisch Oaxacas. Zunächst wurde die dialektale Identität der Einwohner Oaxacas
bestimmt, die sich zwar nicht unbedingt als Teil des zentralen Dialekts sehen, sich aber
als diesem angenähert wahrnehmen. Allerdings gab es auch eine Tendenz, sich dialektal
als einzigartig zu betrachten und seine dialektale Identität auf das zentrale Gebiet des
Bundesstaates Oaxaca zu beschränken. Was die Einstellung zu ihrer Sprache betrifft, gibt
es eine Tendenz, das Prestige des Spanisch Oaxacas positiv zu bewerten. Jedoch wurde es
nicht hoch bewertet, was unterstreicht, dass die Einwohner Oaxacas die
Prestigedimension der Sprache nicht so positiv bewerten, wie wenn es um affektive
Aspekte geht.
Im dritten und letzten Abschnitt wurde die große Zuneigung der Einwohner
Oaxacas zu den Sprachen und allgemein zu den einheimischen Kulturen festgestellt. Nach
Aussage der Befragten trägt die Vielfalt der Sprachen zum lexikalischen und kulturellen
Reichtum des Spanisch Oaxacas bei. Besonders bemerkenswert ist, dass 100 % der
Befragten den Wunsch äußerten, eine einheimische Sprache zu erlernen, und der
Förderung und Entwicklung der einheimischen Sprachen und Kulturen zustimmten.
Indigene Völker wurden in der Studie als identitätsstiftender Teil des Lebens der Befragten
und als ein Element betrachtet, das sie als Mexikaner auszeichnet. Bei der Frage nach dem
Ansehen der einheimischen Sprachen im Land und der Möglichkeit, das Erlernen der
einheimischen Sprachen im mexikanischen Bildungssystem zur Pflicht zu machen, lassen
diese Einschätzungen jedoch keine eindeutige Tendenz erkennen, denn wenn es auch sehr
positive Meinungen gibt, so repräsentieren sie kaum 50 % der Befragten. Dennoch lassen
sich mehr positive als negative Einstellungen gegenüber d ie indigenen Sprachen
feststellen, was ihren hohen historischen und kulturellen Wert unterstreicht.
Abschließend wurden alle Ergebnisse erörtert und Vorschläge für künftige
Forschungsarbeiten gemacht, bei denen eine andere Methode und eine größere Anzahl
von Befragten zum Einsatz kommen.

111

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