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INTRODUCCIÓN
El Renacimiento toma su nombre por el “renacer” del espíritu del arte clásico, en
contraposición a la oscura Edad Media. Se recuperaban las formas de la Antigüedad clásica,
reinterpretándolas y adaptándolas al nuevo arte en torno a la perspectiva y la proporción.
- La organización política en ciudades-Estado, con una vida urbana muy activa, que
competían entre sí.
A estos factores se añadió la invención de la imprenta a mediados del siglo XV, que facilitó la
difusión de las obras.
Los artistas dejan de ser simples artesanos para convertirse en intelectuales, respaldados los
mecenas, personas de gran poder que avalan la labor de artistas y humanistas, como los
Médici en Florencia o los Sforza en Milán.
El cambio de mentalidad vino marcado por un renovado interés por el hombre, que se
convirtió en la medida de todas las cosas frente al teocentrismo medieval; un afán de conciliar
el pensamiento clásico con el cristianismo; y la secularización de la cultura y el triunfo del
pensamiento humanista: la Iglesia perdió el monopolio de la cultura y su autoridad ideológica
en favor de los filósofos antiguos. El hombre humanista ideal se consagra al estudio crítico y
racional de todas las artes y ámbitos (ciencia, arquitectura, escultura…)
- Quattrocento (s. XV). Fue la etapa de experimentación y tuvo su foco principal en Florencia.
- Cinquecento (s. XVI), dividido en dos etapas: el clasicismo (hasta la década de 1520),
momento de máximo esplendor que tuvo su foco en Roma; y el manierismo, una especie de
transición al Barroco, en que el clasicismo se degenera y se abandonan paulatinamente las
normas clásicas.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ARQUITECTURA RENACENTISTA ITALIANA
De acuerdo con los periodos del Renacimiento italiano, distinguimos entre Quattrocento y
Cinquecento.
Los arquitectos de este periodo rechazaron el arte gótico y se basaron en el estudio de los
edificios romanos conservadas y el Tratado sobre arquitectura de Vitruvio (s. I a.C.). El
resultado fue una reinterpretación de la Antigüedad: adoptaron elementos, pero sin caer en la
mera imitación. Las características principales de la arquitectura del Quattrocento son:
- El uso de elementos constructivos clásicos: los órdenes dórico, jónico, corintio, toscano y
compuesto se emplean en arquitectura, tanto civil como religiosa; el arco de medio punto, los
techos artesonados, las cubiertas de cañón y de arista, la cúpula de media naranja…
- Los interiores se decoran con motivos clásicos, como los grutescos (motivo decorativo basado
en seres fantásticos, vegetales y animales enlazados y combinados, formando un todo)
dispuestos a candelieri (ornamentación renacentista aplicada a los fustes de columnas o
pilastras y que articula motivos decorativos en torno a un eje central longitudinal), amorcillos
(putti), veneras, cornucopias, laureas…
- Las plantas de los templos tienen gran perfección matemática, tanto las centralizadas, como
la basilical de cruz latina y la de cruz griega.
- Los tipos de edificios son muy variados. Junto a las iglesias, se realizan también edificios
civiles: palacios y villas campestres para nobles y burgueses, fortalezas, bibliotecas…
La abundancia de esculturas clásicas en Italia y, por tanto, el conocimiento de ellas por parte
de los grandes escultores, hizo que la transición del Gótico al Renacimiento no fuera tan brusca
en escultura como en arquitectura.
- Uso del mármol y del bronce por influjo de los modelos clásicos.
Florencia también fue la cuna del Renacimiento en escultura y sus dos escultores más
destacados fueron Ghiberti y Donatello. El primero es considerado como iniciador del nuevo
estilo e influyó a muchos artistas que trabajaron en su taller. Destacó en el trabajo del bronce,
tratando con gran maestría el relieve y, en él, el paisaje y la figura humana, representada con
gran detalle. Su obra maestra son las puertas de la fachada Este del baptisterio de Florencia,
las llamadas “Puertas del Paraíso” por Miguel Ángel por su perfección y belleza. En ellas
realizó, entre 1425 y 1452, en bronce diez paneles con temática del Antiguo Testamento,
caracterizados por su composición escenográfica, conseguida a través de la técnica del relieve
pictórico, con el que obtiene sensación de profundidad mediante la gradación del resalte; y
por la honda expresividad de las figuras, que conservan la estilización del Gótico internacional.
Por su parte, Donatello está considerado como el escultor más importante del Quattrocento.
Trabajó en el taller de Ghiberti, viajó a Roma junto a Brunelleschi y colaboró en las puertas del
baptisterio con su maestro. Sus esculturas se caracterizan por un fuerte realismo, el
naturalismo y una gran fuerza expresiva y emocional. Consiguió un perfecto dominio de la
anatomía humana, y pudo plasmar al ser humano en todas sus etapas y aspectos. Utiliza el
stiacciato, técnica en bajorrelieve en la que los planos de la composición se aplastan unos
contra otros, manteniendo escasos milímetros entre ellos. Esta técnica la apreciamos en su
Banquete de Herodes (baptisterio de Siena). Sus esculturas más importantes son el David, el
San Jorge, el retrato del condottiero Gattamelata, y el profeta Habacuc (Il Zuccone).
La figura clave del periodo fue Miguel Ángel, cuya obra partió de planteamientos clasicistas
para culminar en un estilo propio independiente, por lo que se le considera iniciador del
manierismo. Aunque practicó todas las artes, su verdadera vocación era la escultura en
mármol. Para él la idea se hallaba encerrada en el interior del bloque y la labor del escultor
consistía en liberar la forma de la envoltura que la aprisionaba. Su aprendizaje artístico se
desarrolló en Florencia, pero fue en Roma donde desarrolló su carrera como escultor. Entre su
producción destaca la Piedad del Vaticano, el David, el Moisés de la inconclusa tumba de Julio
II y las Tumbas Mediceas.
Su estilo se caracteriza por la grandiosidad de las figuras, las anatomías tensas y dinámicas y la
terribilitá, la expresión de las pasiones interiores hasta puntos dramáticos, lo que suponía una
ruptura con el clasicismo.
El genio escultórico de Miguel Ángel produjo un tremendo efecto contradictorio, pues abrió un
nuevo horizonte en el género, pero produjo una distancia insalvable respecto a sus
contemporáneos. Esto fue comprendido por ellos que buscaron otras vías de expresión,
acentuando la sofisticación y las complejas composiciones que supondrán la culminación del
manierismo, ejemplo de ello es el Rapto de la Sabina (1580) de Giambologna.