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Este es un estudio sobre el escrache feminista en América Latina que busca visibilizar los
motivos por los cuales esta herramienta es empleada por las personas escrachantes para
denunciar situaciones de abuso y violencia sexual. En ese sentido, este tema es relevante para
el curso en tanto nos permite ampliar nuestra mirada frente a este mecanismo de denuncia
alternativo mediante el análisis de las distintas perspectivas, experiencias y tejidos sociales
que construyen la identidad de la historia de la víctima.
Pregunta de investigación
¿Por qué el escrache es usado como herramienta alternativa de denuncia ante casos de abuso
sexual en América Latina?
Diseño metodológico
Finalmente, escogimos el video del caso mexicano de Ana Lucía Salazar, quien denunció
que a sus ocho años no solo fue accedida carnalmente y fue víctima de múltiples actos
sexualmente abusivos por el sacerdote Fernando Martínez Suárez, miembro de los
Legionarios de Cristo, sino que también fue testigo de muchas otras violaciones hacia otros
niños quienes estaban bajo el cuidado del sacerdote. Seleccionamos este testimonio, porque
nos permite analizar el fenómeno del escrache desde otro país latinoamericano, ampliando
nuestro bagaje de información y análisis, así como también analizar el efecto que hay cuando
el presunto acusado es una figura de poder.
Video 1
Denuncia de Hilary
Castro, “la femiloka”
https://
www.youtube.com/
watch?
v=fHH7RO_3ut4
Video 2
Denuncia de Thelma
Fardín (actriz
argentina)
https://
www.youtube.com/
watch?
Mariana Posada - 202011142 - Derecho y Ciencia Política
Valery Padilla - 202115580 - Lenguas y cultura
Silvana Montaña Botia- 202012716- Derecho y opción en estudios de género y sexualidad
v=y3lglVZALg4
Video 3
Denuncia de Ana
Lucía Salazar
(conductora de
televisión)
https://larepublica.pe/
mundo/2020/01/20/le
gionarios-de-cristo-
ana-lucia-salazar-
detalla-los-abusos-
que-sufrio-vaticano-
mexico-fernando-
martinez-suarez-
marcial-maciel-nchs
Para comprender los primeros registros de lo que hoy se conoce como escrache, debemos
remontarnos a 1997, año en el cual la agrupación H.I.J.O.S 1 recurrió a la implementación de
esta herramienta alternativa de denuncia pública, con el objetivo de condenar socialmente a
los responsables de los cientos de muertos y desaparecidos por el terrorismo del Estado
argentino. Este acontecimiento fue de suma relevancia, ya que posteriormente el escrache se
incorporó en las movilizaciones del “#Metoo” en Estados Unidos, que tomaron demasiada
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1. “Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio”, nace en 1994, en un acto homenaje a los muertos y desaparecidos por el Terrorismo de Estado
argentino (lema: “si no hay justicia, hay escrache”), organizado por un grupo de exalumnos, como primer momento de visibilidad pública como hijos de desaparecidos (Pérez,
2015, p.147).
Por otro lado, es preciso señalar que el escrache interpela por visibilizar violencias, construir
espacios seguros, y tejer lazos de solidaridad entre víctimas. Específicamente en el texto de
Katherine López y Juliana Ayala (2019) “Poética del escrache: el escrache feminista para
denunciar la violencia contra las mujeres en Latinoamérica. Un análisis comunicativo” se
menciona que “este tipo de denuncia, genera la advertencia a otras mujeres que comparten
espacios sociales con el agresor y es una acción entendida como autodefensa” (p.9). Lo cual
demuestra que, si bien el objetivo principal del escrache feminista es la exposición de actos
misóginos y violentos que los agresores ejercen contra sus víctimas, este mecanismo de
denuncia también tiene como finalidad alertar a otras mujeres para que tengan consciencia de
que en sus entornos puede haber presencia de un abusador y/o acosador sexual que ya ha
ejercido violencia hacia una persona -en estos casos, a la escracheante-.
Por otra parte, es preciso señalar que el escrache virtual ha jugado un papel fundamental en la
difusión, potenciación y extensión de denuncias de acoso, abuso y violencia sexual a través
de las redes sociales, según lo mencionan Bonavitta, Presman y Becerra (2019) en su texto
de “Ciberfeminismo: Viejas luchas, nuevas estrategias: el escrache virtual como herramienta
de acción y resistencia”: [...]“las redes sociales se convirtieron en el principal receptor de
denuncias de mujeres que sufrieron distintos tipos de violencia machista” (p. 165). En el
contexto puntual del texto, las autoras analizan el grupo de Facebook argentino llamado
Feministas Dialogando (FD). Este grupo, creado inicialmente como una iniciativa feminista
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con relación a la crisis en la bolsa de trabajo para mujeres argentinas en 2017, se convirtió en
un espacio donde las mujeres víctimas de violencia basada en género podían compartir sus
experiencias como segunda alternativa, luego de haber denunciado ante las instituciones
correspondientes y que de estas no hayan recibido respuesta.
En este caso en particular, es posible evidenciar a todas luces la sororidad, expresada a través
del compromiso y apoyo mutuo, tal y como lo expone Mariana Barragán en su texto
“Escraches feministas: conciencia jurídica en red”, en donde sustenta que una de las razones
por la que las mujeres deciden acudir al escrache como mecanismo de denuncia es el
fenómeno de la solidaridad al buscar advertir a las demás mujeres sobre su agresor,
garantizando la no repetición. Asimismo, la autora busca resignificar el escrache, explicando
que va más allá de una simple venganza, y que por el contrario se debe entender como un
proceso de restitución personal, que busca retomar el control de los espacios sociales.
Es por esto, que es relevante entender el escrache como una respuesta a las falencias y
carencias a las que las mujeres se ven sometidas en un sistema penal patriarcal y que
necesitan cambio y reestructuración. Siendo así, las mujeres se encuentran ubicadas en un
campo de batalla problemático donde se encuentran obligadas a recurrir a distintas
herramientas, para repensar un sistema penal que incorpore sus verdaderas necesidades. No
obstante, es preciso señalar que si bien el sistema penal se encuentra articulado por el
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Ahora bien, también es menester mencionar que esta herramienta de denuncia es entendida
como la última instancia de búsqueda de justicia por tres principales razones: 1) la pluralidad
en las formas de organización feministas agrupadas bajo lógicas gremiales; 2) la
multiplicidad de estrategias para denunciar y afrontar las violencias sexuales, y 3) las
dificultades para unirse en el logro de un objetivo común desde una mirada fraternal, tal y
como lo menciona María Luisa Rodríguez Peñaranda en su texto “Fraternidad y luchas
feministas contra el acoso sexual en la Universidad Nacional de Colombia”.
Este último punto mencionado, es decir, el relacionado con las dificultades para unirse en el
logro de un objetivo común desde una mirada fraternal, fue el que consideramos más
enriquecedor para nuestra investigación, pues este profundizó en explicar que entre las
normas y la realidad se ha construido un abismo y esto se debe a: 1) la lenta apropiación de
las normas por los servidores públicos; 2) la pretensión de neutralidad de la institucionalidad
en detrimento de los derechos de las víctimas; 3) una inadecuada lectura sobre el
mantenimiento del buen nombre y 4) la desfinanciación de los servicios de acompañamiento
psicológico y jurídico prometidos, lo cual produce aún mayor frustración y revictimización.
Es por esto, que Forero (2021) ha advertido sobre las posibles consecuencias a las que se
exponen las víctimas de violencia sexual al hacer uso de este mecanismo de denuncia
alternativa, en donde uno de los principales resultados a los que se enfrentan las personas
escrachantes son las sanciones jurídicas. En algunos casos, la persona escrachada busca
defenderse ante un escrache por medio de dos sanciones legales (i) la interposición de una
tutela y (ii) la denuncia por injuria y calumnia.
En cuanto a la primera sanción jurídica, los escrachados suelen interponer una tutela alegando
la vulneración de derechos constitucionales tales como el buen nombre y la intimidad
personal y familiar. Frecuentemente los presuntos agresores se cobijan bajo el fundamento
de que el escrache se encarga de divulgar públicamente “hechos falsos, tergiversados o
tendenciosos” con los que las víctimas buscan “socavar su prestigio o desdibujar su imagen”.
Lastimosamente en muchas ocasiones los jueces fallan a favor del agresor y obligan a la
víctima a eliminar la publicación, e incluso a disculparse y retractarse públicamente.
Ahora bien, en cuanto concierne a la segunda sanción jurídica, los escrachados suelen
denunciar a las víctimas por los delitos de injuria y de calumnia. En muchos casos a las
personas escrachantes se les manifiesta de manera amenazante que incurrieron en una
conducta que configura un delito y en consecuencia se ven obligadas a remover el escrache
del canal de denuncia.
Dicho esto, si bien el análisis de las sanciones jurídicas es de suma relevancia, también es
preciso traer a colación el impacto social en el que puede verse involucrada la persona
escrachante. María Camila Castellanos manifiesta en su texto que tras la realización de la
denuncia surgen un conjunto de sanciones sociales, entendidas como “todas aquellas
consecuencias negativas, distintas a las legales, a las que la víctima se tiene que enfrentar al
realizar el escrache”. Tras unir los testimonios de cinco casos que realizó en un estudio, la
autora pudo determinar que las sanciones sociales comprenden un espectro mucho más
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amplio que las jurídicas en tanto el escrache puede ser sumamente revictimizante. Algunas
de las experiencias en común que se evidenciaron fueron: “burlas hacia los escraches,
ataques que ponían en jaque la credibilidad de las víctimas basados en prejuicios machistas, o
cuestionamientos culpabilizando a la escrachante por la violencia de la que había sido
víctima”. En cuanto a los prejuicios machistas, los escraches feministas suelen ser
cuestionados por las circunstancias que rodean la violencia, como por ejemplo trivializar el
relato al recurrir al pasado íntimo y sexual de la víctima.
Pese a las múltiples consecuencias negativas que se derivan de enfrentar a los agresores
mediante el escrache en una sociedad patriarcal, esto no debe constituir una barrera para
utilizar este mecanismo que es esencial en el campo de batalla del derecho en tanto permite
detectar las falencias y límites del sistema penal patriarcal. En ese orden de ideas, es posible
determinar que las mujeres deben protegerse de manera efectiva al hacer uso de este
mecanismo de denuncia alternativo y tener en consideración la posible respuesta que puede
tener la contraparte.
Consideraciones éticas
El presente proyecto de investigación busca realizar un estudio sobre los motivos por los
cuales las mujeres hacen uso del escrache como una herramienta de denuncia pública ante
casos de violencia basada en género. Por lo tanto, consideramos que para la realización del
mismo se deben tener en cuenta dos (2) consideraciones éticas: (i) mantener el debido respeto
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y discreción con las personas involucradas en los videos, (ii) no fomentar la revictimización
de las víctimas que exponen sus experiencias.
Esta investigación busca contribuir a los estudios de mujeres víctimas de violencia basada en
género en Latinoamérica al hacer un análisis evaluativo del escrache virtual como método
alternativo de denuncia.
Referencias bibliográficas
Gahona, Yuri. (2006). “Si no hay justicia hay FUNA”. Centro de Estudios Miguel Enriquez.
17 de diciembre,
https://www.archivochile.com/Derechos_humanos/FUNA/hhddfuna0000a.pdf
La Rota, M. E., Lalinde Ordóñez, S., Santa Mora, S., & Uprimny Yepes, R. (2014). Ante
la Justicia: Necesidades jurídicas y acceso a la justicia en Colombia. Centro de Estudios de
Derecho, Justicia y Sociedad, Dejusticia.
https://www.dejusticia.org/wp-content/uploads/2017/04/fi_name_recurso_665.pdf
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Ricou, Javier. (2015). “La humillación pública, sin límites en las redes sociales”. La
vanguardia. 21 de junio. https://www.lavanguardia.com/tecnologia/redes-
sociales/20150621/54432945388/humillacion-publica-redes-sociales.html.