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Introducción
El presente ensayo tiene como tema las desapariciones forzadas y su relación con las
mujeres en tanto buscadoras, como una forma de responsabilidad social dado el papel que
se les ha sido asignado de madres, cumpliendo roles de crianza, protección y cuidado.
El problema.
Según Huhle, (2019) el artículo 24.3 establece que cada Estado adoptará todas las medidas
para la búsqueda, localización y liberación de las personas desaparecidas y, en caso de
fallecimiento, para la búsqueda, el respeto y la restitución de sus restos y el daño, así
también los artículos 18.2 7 24.7 destacan que los familiares u otras personas que buscan a
los desaparecidos deben tener garantías que protejan estas actividades. Aun cuando en
México ya existen leyes que tipifican estos delitos y leyes que prometen cuidar los derechos
de víctimas que buscan la verdad, la justicia y la reparación del daño, la impunidad impide
que dichas leyes se cumplan cayendo en una violación de sus derechos. A pesar de estas
dificultades, familiares de personas desaparecidas realizan acciones políticas individuales y
colectivas para reivindicar a las víctimas.
“Las estadísticas oficiales nos hablan de más que 40 mil casos, pero probablemente
hay muchísimos más, no denunciados, no registrados, no investigados. Pero la
autoría de estos hechos sigue siendo, en la gran mayoría de los casos, desconocida.
En el México de hoy, no sólo se quedan sin rostros los propios desaparecidos, cuyos
rostros nos intentan recordar las familias con sus fotografías, sino también los
perpetradores. ¿Crimen organizado? ¿Corporaciones municipales, estatales,
federales? ¿Unos coludidos con otros? Hay de todo. P.15
Desde hace algunos años atrás he estado siguiendo de cerca al Observatorio de Violencia
Social y de Género (OVSG) del estado de Aguascalientes, participando en algunas de sus
actividades y documentando otras, al mismo tiempo acompañado algunos procesos de
búsqueda con el Colectivo Buscando Personas Verdad y Justicia que es un colectivo mixto
pero integrado en su mayor parte por mujeres, en específico, madres de víctimas de
desaparición forzada.
Si bien este escrito no es histórico, sí pretende dar cuenta del momento que estamos
viviendo en donde las mujeres jugamos un papel importante ante uno de los problemas
sociales más importantes que ha vivido nuestro país, Scott (2008) dice que en la historia de
las mujeres existen temas diversos, estudios de caso y múltiples interpretaciones, y es éste
un tema y una interpretación que considero puede ser interesante en tanto que da cuenta de
una situación que ocurre en Aguascalientes, en México y en otros países principalmente
latinoamericanos.
México fue uno de los países donde hubo relatos terribles sobre todos los aspectos
de la búsqueda: graves deficiencias en los métodos y técnicas aplicadas para buscar,
protocolos y rutinas inadecuadas, falta de coordinación entre las entidades
concernidas, y ausencia de una estrategia coherente. Pero tal vez más grave aún:
la falta de respeto a las angustias y necesidades de las víctimas que muchas veces
son tratadas como petulantes y molestosas, reciben tratos desdeñosos cuando no
hostiles, y cuyos derechos a la información y participación son desconocidos y
negados. Los conocimientos y experiencias de las víctimas y sus organizaciones,
que no pocas veces superan aquellos de las autoridades, fueron descartados o
descalificados (Huhle, 2019, p.11)
Otro tema central fue las mujeres como buscadoras, y la recurrencia en que somos nosotras
las que asumimos ese papel si algún familiar desaparece. Desde entonces me he preguntado
¿por qué son las madres, hermanas, hijas, las que buscan?
Witting (2006) nos dice que no existe un sexo a priori, que existe un sexo que es
oprimido y otro que oprime, es de esa opresión de donde nace el sexo, no del sexo de donde
nace la opresión.
Porque no hay ningún sexo. Sólo hay un sexo que es oprimido y otro que oprime. Es
la opresión la que crea el sexo, y no al revés. Lo contrario vendría a decir que es el
sexo lo que crea la opresión, o decir que la causa (el origen) de la opresión debe
encontrarse en el sexo mismo, en una división natural de los sexos que preexistiría a
(o que existiría fuera de) la sociedad. (Witting, 2006, p. 21)
En este caso diremos que las oprimidas somos las mujeres, y que esa opresión nos asigna
un lugar en el mundo que al mismo tiempo nos designa actividades, compromisos y
objetivos específicos como la crianza, protección y el cuidado, que por acuerdo social nos
corresponden a nosotras y no a los hombres. Sin embargo, dichos acuerdos y dicho orden
son considerados como dados en la naturaleza.
La maternidad y la búsqueda.
Naturalmente se piensa cuando una persona desaparece, si tiene una madre que se
encuentre viva, que es ella la debe encabezar su búsqueda, la dominación dice Wittin
(2006), nos envuelve en una red de aprioris que cubre todos nuestros actos, pensamientos y
gestos. Sin embargo, nos dice la autora que la dominación, al igual que el sexo, no es una
categoría natural sino social, esto significa que, en el caso de las desapariciones forzadas
correspondería a cualquier familiar la búsqueda, aun así, culturalmente las búsquedas de
personas víctimas de desaparición forzada están ligadas a las mujeres.
Esto tiene que ver quizá con pensar a las mujeres en su papel de madres, en esta
construcción que obliga a las mujeres a la reproducción. Incluso si la madre muere en la
búsqueda, es común que las hijas deban continuarla, mientras que a los hombres se les libra
de esa tarea. Igualmente diría Witting (2006) que la reproducción como obligación a pesar
de parecer natural, es también social.
[…]Este argumento no es más que la justificación teórica e ideológica de la
opresión, un argumento para hacer creer a las mujeres que antes de que hubiera
sociedad y en todas las sociedades están sometidas a esta obligación de la
reproducción. (Witting, 2006, p. 26)
Las mujeres cargan con el peso de la maternidad y se sienten con esta responsabilidad
durante la búsqueda, responsabilidad que les es dada por una construcción social. Para
hablar del siguiente casi en particular quisiera citar ampliamente a las Madres de la Plaza
de Mayo (MPM):
Un ejemplo de Argentina muy claro de madres que buscan desde 1977 tras la dictadura
establecida en países de América del Sur, son las Madres de la Plaza de Mayo (MPM),
colectivo fundado por mujeres: Esther de Balestrino, Azucena Villaflor y Mary Ponce de
Bianco, que se reúnen todos los jueves en la Plaza para expresar públicamente sus
demandas y visibilizar su posicionamiento en el orden sociopolítico aportando a la memoria
histórica en materia de defensa de los derechos humanos. Dicha agrupación tiene ante todo
el prejuicio de la maternidad, Ortiz apunta que:
Este tipo de acciones ayudan para legitimizar su lucha, pero no aportan a la reivindicación
de las mujeres pues reiteran la relación directa de la mujer con la maternidad y el cuidado,
y legitiman, además, como lo apunta Ortíz (2012) la esencialización de ser mujer, al
definirse como mujeres públicas solo por la maternidad.
Belluci, M. (1999). Childless motherhood: interview with Nora Cortiñas, a mother of the
Plaza de Mayo. Argentina. Reproductive Health Matters. 13 (7) (pp. 83-88).
www.jstor.org/stable/3775707
Huhle, R. (2019). La desaparición forzada en México: Una mirada desde los organismos
de las Naciones Unidas. CNDH
Ortiz, K. (2012) Las Madres de la Plaza de Mayo y su legado por la defensa de los derechos
humanos. Trabajo social. (14) (pp. 165-177) Universidad Nacional de Colombia