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Para abordar la problemática que convoca al presente trabajo de campo,

resulta necesario precisar ciertos conceptos fundamentales, así como también


señalar el contexto donde se enmarca la ESI. En concordancia con ello, la ley
26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) fue sancionada el 4 de octubre, a
fines del 2006. La sanción de dicha ley, estuvo inmersa en grandes debates y
controversias, en las cuales estuvieron involucrados diversos sectores del
poder. Los sectores que poseyeron gran importancia protagónica fueron los
sectores más conservadores, vinculados a la Iglesia Católica. En este sentido,
la incorporación de contenidos de educación sexual en las escuelas del país y
en sus respectivos diseños curriculares, estuvo atravesada por fuertes disputas
políticas y pedagógicas.

Ahora bien, en relación a los objetivos propuestos por la ESI, es importante


introducir que la misma se erige como un proyecto político, pedagógico, ético,
de justicia e igualdad social. De este modo, el Estado es quien adopta como
pacto civilizatorio la política de derechos humanos (Morgade, 2020 ). Respecto
a sus propósitos, la ESI promueve la ampliación de interlocutores, es decir,
busca alojar todas las voces. En este sentido, discute, problematiza y
desnaturaliza, las relaciones de poder, discursos y prácticas, así como también
las opresiones. La Educación Sexual Integral, debe ser abordada desde una
perspectiva que aborde la complejidad, donde se comprenda las sexualidades,
como un hecho cambiante, diverso y único en cada sujeto. Por ende, dicha ley
busca problematizar y cuestionar bastos aspectos “naturalizados” o “instituidos”
dentro de las instituciones escolares. Como explica…. (citar bien), existe una
mirada hegemónica acerca de los cuerpos sexuados, favoreciendo de esta
manera la desigualdad, la opresión, los estereotipos. Se sustenta así en la
existencia de una “normalidad” que se expresa en una organización binaria, es
decir, que presenta únicamente dos opciones. La ley 26.150, en un sentido de
interseccionalidad (propuesto por Kimberlé Crenshaw), busca dar visibilidad a
las fragilizaciones, sufrimientos y desigualdades, así como también a las
resistencias que se generan en torno a ello. Por lo tanto, favorece a la
problematización sobre naturalizaciones. Es por estas razones enunciadas
anteriormente que la ESI resulta necesaria y esencial para vivir en un territorio
inclusivo, respetuoso e igualitario.

La presente ley, tiene como propósito abordar la sexualidad, incluyendo


aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos respecto a las
relaciones de género y sexualidades. De aquello se comprende que la ESI,
aborda la sexualidad de una manera integral y desde un enfoque de género.
Asimismo, la ley 26.150, entiende a los sujetos como sujetos de derecho,
siendo entonces la ESI un derecho que le corresponde a todxs lxs estudiantxs.
Por ello, su enseñanza es obligatoria en todos los establecimientos públicos,
tanto de gestión estatal como privada, desde nivel inicial hasta el nivel superior
de formación docente y de educación técnica no universitaria. Los encargados
y responsables de llevar adelante su educación en las aulas escolares, y por lo
tanto, a todxs los alumnxs, son lxs docentxs. Se instala así, un enfoque
pedagógico y no sanitarista al momento de abordar la sexualidad.

Siguiendo la misma línea de lectura, los lineamientos curriculares nacionales


para la educación sexual integral fueron aprobados en el año 2008. De esta
manera, los contenidos curriculares a abordar en las escuelas del país
quedaron divididos según correspondiese a educación de nivel inicial, primario
o secundario. Para el abordaje de dichos contenidos, se estableció un abordaje
de la ESI en espacios o talleres específicos donde se puedan llevar a cabo
temas en relación a la sexualidad y se estableció asimismo, un abordaje
interdisciplinario y transversal desde las diversas asignaturas.

ME FALTA COMPLETAR Y PROFUNDIZAR DESDE TEXTOS DE LA


MATERIA

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