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Como ya vimos, la obra foucaultiana se puede dividir en tres grandes ejes: saber, poder y subjetivación.
El saber tiene que ver con la forma → formas de exterioridad → se ve (luz) → se dice (lenguaje)
El poder tiene que ver con las fuerzas del afuera → se choca/lucha
Como el poder no explica las posibilidades de resistencia entre la fuerza afectante y afectada es que
Foucault llega al tercer eje o dimensión: SUBJETIVACIÓN.
La subjetivación es el adentro del afuera (no se confunde con la interioridad psíquica porque no es el adentro
de nadie) → se muere → se vive
Foucault no es un pensador del encierro porque tanto la interioridad psíquica como el encierro físico se
encuentran estrechamente subordinados a funciones de exterioridad. El encierro está al servicio de las
formas de exterioridad, por ejemplo: el encierro de un leproso está al servicio de la función de exterioridad
que es exiliar.
¿Por qué el afuera va a calificar en primer lugar la relación de la fuerza con la fuerza? El afuera es el
elemento no formal. El afuera no tiene forma. De modo que toda fuerza está en relación con otras fuerzas
que son siempre provenientes del afuera. El afuera es la relación de la fuerza con la fuerza.
La subjetivación es lo que resulta de una delimitación del afuera, que resulta de los diagramas de la época.
El afuera es relativo al diagrama que determina las fuerzas en relación. El diagrama ha salido del afuera,
viene del afuera, es decir, la relación de fuerzas en tal momento proviene del afuera. La única posibilidad de
resistir a ese diagrama del poder es ese adentro del afuera: hay que estar dentro del diagrama para poder
destruirlo → la subjetivación es el mismo movimiento de los datos. Lo que produce el giro es la
subjetivación.
La subjetivación es el movimiento de la fuerza actuando sobre sí misma → es la relación de la fuerza con la
fuerza misma. Para que el vector se rompa y de esa manera pueda romper el diagrama y salir de él, la flecha
debe hacer un pliegue y recaer en la fuerza misma.
El movimiento implica subversión, es decir, dar vuelta ese movimiento (por ejemplo, si antes teníamos
extracción ahora tenemos donación).
¿Qué sería la tercera dimensión? es el encuentro con un afuera absoluto, una relación con el afuera que sería
absoluta. Ese afuera es más lejano que todo mundo exterior. Frente a esto Deleuze se pregunta si ese afuera
no es más lejano que todo medio de exterioridad, por lo tanto, sería lo más cercano: ese lejano está más lejos
que todo medio de exterioridad, es por eso mismo lo más cercano que todo medio de interioridad (más lejos
subjetivamente porque va más allá del diagrama mismo). Es preciso que la línea del afuera sea recorrida por
un movimiento que es el pliegue, siendo el pliegue constitutivo de un adentro más íntimo que todo medio de
interioridad, más cercano que todo medio de interioridad. Es preciso que la línea del afuera forme ese
adentro o esa proximidad absoluta por eso es preciso que se pliegue.
En Foucault algo nos preparó para sobrepasar el segundo eje ya que vimos que en el diagrama había puntos
de resistencia. Esos puntos de resistencia son una simple contracara de las relaciones de fuerzas. ¿Cómo
puede decir que eran simples contracaras, cuando la contracara de la fuerza afectante es la fuerza afectada,
no la resistencia? Si bien es verdad que las fuerzas en el diagrama sólo remiten al afuera por intermedio de
otro diagrama, es decir, del diagrama precedente, afuera mediatizado o indirecto.
El tercer eje es la confrontación con el afuera absoluto, es más lejano que toda forma o que todo medio de
exterioridad.
Deleuze llama a la línea del afuera “la muerte del se”, el se muere lo define como la muerte que no cesa y
que no termina, es decir, la muerte coextensiva a la vida y no la muerte-instante que es la muerte del yo. →
Los se se llaman impersonales porque lo importante nunca es “quién”. Los impersonales de la subjetivación
no son nunca un asunto de personología.
Pero, ¿qué relación tienen la relación con uno mismo, el pliegue de la fuerza, y todo eso, con la sexualidad?
La sexualidad tiene un carácter muy curioso tal como los griegos la aprehenden: actualiza los dos aspectos
de la relación de fuerza cualificándolos según dos personajes diferentes. Cada vez que hablan de sexualidad,
se trata del hombre en tanto fuerza que afecta y de la mujer en tanto fuerza afectada.
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Historia de la sexualidad
Introducción:
Historia de la sexualidad → El proyecto era por lo tanto el de una historia de la sexualidad como
experiencia; la correlación, dentro de una cultura, entre el campo del saber, tipo de normatividad y formas de
subjetividad.
La experiencia de la sexualidad puede distinguirse de la experiencia cristiana de la carne: ambas dominadas
por el principio del hombre de deseo. Parecería difícil analizar la formación y la evolución de la experiencia
de la sexualidad a partir del siglo 18 sin emprender una genealogía → genealogía: analizar las prácticas
por lo que los individuos se vieron llevados a prestarse atención a ellos mismos, a descubrirse, a
reconocerse y declararse como sujeto de deseo, haciendo jugar entre unos y otros una determinada
relación que les permitía descubrir en el deseo la verdad de su ser.
Foucault debía escoger entre mantener un plan establecido, acompañándolo de un rápido examen histórico
de dicho tema o bien, reorganizar el estudio alrededor de la formación, en la antigüedad, de una
hermenéutica (como interpretación) de sí.
No son trabajos de “historiador” → se trata de un ejercicio filosófico: en él se ventila saber en qué medida el
trabajo de pensar su propia historia puede liberar al pensamiento de lo que piensa en silencio y permitirle
pensar de otro modo.
¿Cómo, por qué en qué forma se constituyó la actividad sexual como dominio moral? → La tarea de una
historia del pensamiento es definir las condiciones en las que el ser humano “problematiza” lo que es, lo que
hace y el mundo en el que vive.
En la antigüedad la actividad y los placeres sexuales fueron problematizados a través de las prácticas de sí,
al hacer jugar los criterios de una “estética de la existencia”. Foucault centró su estudio en la genealogía del
hombre del deseo.
Análisis del hombre del deseo se encuentra en el punto en que se cruzan una arqueología de las
problematizaciones y una genealogía de las prácticas de sí.
Historia de la ética y la ascética: historia de las formas de la subjetivación moral y de las prácticas de sí que
están destinadas a asegurarla.
- Las reflexiones morales en la antigua Grecia se orientaron mucho más hacia las prácticas de sí la
cuestión de la askesis así a las codificaciones de conductas y la definición estricta de lo permitido y lo
prohibido → El acento se coloca sobre la relación consigo mismo que permite no dejarse llevar por los
apetitos y los placeres, conservar respecto de ellos mismo dominio y superioridad, mantener los sentidos en
un estado de tranquilidad, permanecer libre de todas plenitud interior respecto de las pasiones y alcanzar un
modo de ser que puede definirse por el pleno disfrute de un sí mismo o la perfecta soberanía de sí sobre sí
mismo.
Parece que hay todo un campo de historicidad compleja y rica en la manera cómo se combina al individuo
reconocerse como sujeto moral de la conducta sexual → Se trataría de ver como del pensamiento griego
clásico a la constitución de la doctrina y de la pastoral cristiana de la carne está subjetivación se definió y se
transformó.
1- Aphrodisia
La aphrodisia son actos, gestos, contactos, que buscan cierta forma de placer.
Lo que distingue a unos hombres de otros es la intensidad de la práctica sexual. La separación entre el
menos y el más: moderación o incontinencia.
En la práctica de los placeres sexuales, se distinguen claramente dos papeles y dos polos, se puede distinguir
también, la función generadora; dos valores de posición: la de sujeto y la de objeto; la de la gente y la del
paciente. Se considera a la aphrodisia como una actividad que implica dos actores, cada uno con su papel y
su función, el que ejerce la actividad y aquel sobre quién estás ejerce.
Dentro de esta ética la línea divisoria pasa sobre todo por lo que podríamos llamar los actores activos de la
escena de los placeres y los actores pasivos. Los primeros son los hombres adultos y libres; los segundos
comprenden a las mujeres.
El exceso y la pasividad son para un hombre, las dos formas mayores de la inmortalidad en la práctica de la
aphrodisia.
La naturaleza ha dado al ser humano esta fuerza necesaria y temible, siempre lista a desbordar el objeto que
se fijó. Puede suceder que se desencadene una fuerza, una energeia que por sí misma pasa al exceso → para
el pensamiento clásico griego, está fuerza es por naturaleza virtualmente excesiva y la cuestión moral será la
de saber cómo enfrentar esta fuerza, como dominarla y asegurar su conveniente economía.
¿Cómo se puede y cómo se debe servirse de esta dinámica de los placeres, de los deseos y los actos?
Cuestión de buen uso.
2- Chresis
La reflexión moral sobre las aphrodisia tiende mucho menos a establecer un código sistemático, los estilos
de los griegos llamaron a la chresis aphrodision, el uso de los placeres. No se trata de lo que está permitido
o prohibido entre los deseos que se experimentan o los actos que se realizan, sino de prudencia, de reflexión,
de cálculo en la forma en que se distribuyen y en que se controlan los actos.
3- Enkrateia.
La enkrateia con su opuesto la akrasia, sitúa en el eje y la lucha de la resistencia del combate: es
moderación, atención, continencia, la enkrateia domina los placeres y los deseos, pero necesito luchar para
vencerlos.
En este sentido, la enkrateia es la condición de la sophrosyne, la forma de trabajo y de control que el
individuo debe ejercer sobre sí mismo para volverse temperante. El término enkrateia parece referirse en
general a la dinámica de un dominio de uno mismo por sí mismo y al esfuerzo que requiere.
Las aphrodisias se han vuelto lo deseable mediante un juego de fuerzas cuyo origen y finalidad son
naturales, pero las virtualidades llevan a la revuelta y al exceso. Podemos hacer de esta fuerza el uso
moderado preciso solo si somos capaces de oponernos a ellas, de resistirse y de dominarlas → templanza y
la intemperancia → La relación con los deseos y con los placeres aparece con una relación batalladora.
La batalla a desarrollar, la victoria alcázar, la derrota que se arriesga a sufrir son procesos y acontecimientos
que tengan lugar entre uno y uno mismo. Los adversarios que el individuo debe combatir no solo están en él
o cuando mucho más cerca de él.
El temperante no es aquel que carece deseos, sino que el que sea con moderación para constituirse como
sujetos virtuosa y temperante el uso que se hace de los placeres como el individuo debe instalar una relación
consigo mismo que pertenece al tipo dominación y obediencia, mandato -sumisión, señorío-docilidad.
→ Askesis, como entrenamiento práctico indispensable para que el individuo se constituya como sujeto
moral. Para el pensamiento griego de la época clásica la ascética que permite constituirse como sujeto moral
forma parte íntegramente, hasta en su propia forma, del ejercicio de una vida virtuosa que es también la vida
del hombre libre en su sentido pleno, positivo y político del término.
Dice que: Arqueología y genealogía deberían ser considerados procedimientos en vez de etapas. Si la
diferencia pasa por procedimientos en vez de etapas, se podría decir que la genealogía viene a explicar
aquello que la arqueología se contentaba por escribir. La arqueología se dedica a describir lo que ocurría, sin
encontrar una explicación; en cambio la genealogía explica.
Estos procedimientos si no podemos inscribirlos, se deben pensarlo en manera de ESPIRAL donde Foucault
va absorbiendo cada procedimiento en el anterior. Nunca abandona un procedimiento, sino que los va
sumando al siguiente.
Propone tomar LAS METODOLOGÍAS DEL PRESENTE, para retribuir todas las obras de Foucault en
ellas.
● El eje del saber planteaba una ontología de nosotros mismos en relación a la verdad que nos
constituye como sujetos de conocimientos. En relación a esa VERDAD nos convertimos en
OBJETOS DE CONOCIMIENTOS, a través que se nos objetiva a nosotros mismos objetos de
conocimientos, sea de la medicina, de la justicia, de las ciencias humanas, etc. Y esto ocurre de
diferentes maneras según la época en la que nos encontremos.
● El eje del poder plantea una ontología histórica de nosotros mismos en relación a las relaciones de
poder que nos constituyen como sujetos actuando sobre los demás.
● El eje de la subjetividad plantea una ontología de nosotros mismos, en relación a la ética de cómo
nos construimos como objetos morales.
En los GRIEGOS, hay una idea de producción artesanal, en relación al cuidado de sí, porque no se puede
industrializar, porque no hay consejos generales que nos lleven a poder hacerlo. En el sentido de lo artesanal
habla del arte de la existencia, artes de gobernar.
Contexto de estudio:
Mi objetivo, desde hace más de veinticinco años, ha sido el de trazar una historia de las diferentes maneras
en que, en nuestra cultura, los hombres han desarrollado un saber acerca de sí mismos: economía, biología,
psiquiatría, medicina y penología. El punto principal no consiste en aceptar este saber como un valor dado,
sino en analizar estas llamadas ciencias como «juegos de verdad» específicos, relacionados con técnicas
específicas que los hombres utilizan para entenderse a sí mismos.
“Pienso, luego actúa”. Importa más el conocimiento teórico de lo moral, de cómo tiene que actuar
moralmente, en vez de actuar. ESTO ES EN RELACIÓN AL SABER, POR EL CAMBIO DE UNA
FILOSOFÍA MUCHO MÁS PRAGMÁTICA, HACIA UNA FILOSOFÍA MUCHO MÁS TEÓRICA.
Cuando el cuidado del sí estaba en primer plano en los griegos, antes de esta transformación, este cuidado de
sí suponía tanto una actividad política, como erótica. Había que tener una posición activa del sujeto tanto a
nivel erótico como a nivel político. De un OCIO ACTIVO, en el sentido que implicaba leer, estudiar, algún
tipo de actividad que el sujeto salga transformado. Entre las cosas activas que implicaba ese OCIO,
privilegia la escritura, ya que era muy importante para los griegos en relación al cuidado de sí. Una escritura
de sí, ya sea a través de notas personales (hypomnemata), registro de las memorias cotidianas de alguien,
pero más de hechos que de pensamientos. También cartas, donde eran escritas de sí hacia otros. Había una
suerte de actividad literaria en relación a sí mismo, que va a ir transformándose a una actividad de
vigilancia.
Sus análisis tratan sobre las relaciones de poder. Las relaciones de poder tienen una extensión
extremadamente grande en las relaciones humanas. Esto no quiere decir que el poder político está en
todas partes, sino que, en las relaciones humanas hay todo un haz de relaciones de poder, que pueden
ejercerse entre los individuos, en el seno de una familia, en una relación pedagógica, en el cuerpo
político.
- Sobre la pregunta de si la liberación misma no podría ser una forma de práctica de libertad, expresa:
Que sí en algunos casos. En lo que concierne a la sexualidad, por ejemplo. Para decir las cosas un
poco esquemáticamente, habría deseo, pulsión, prohibición, represión, interiorización, y es
liberándose, que se resolvería el problema. Y allí se omite totalmente el problema ético que es el de
la práctica de la libertad: ¿cómo es que se puede practicar la libertad? → La libertad es la
condición ontológica de la ética. Pero la ética es la forma reflexionada que toma la libertad
(ontológica porque tiene que ver con el SER).
-
Cuidado de sí:
En el mundo greco-romano, ocuparse de sí fue, a partir de cierto momento, denunciado de buen grado como
una forma de amor de sí, una forma de egoísmo o de interés individual en contradicción con el interés que
hay que tener hacia los otros o con el sacrificio de sí, que es necesario.
Todo esto se ha trasmitido a continuación del cristianismo. La libertad individual era para los griegos algo
más importante, no ser esclavo (de otra ciudad, de los que rodean, de los que gobiernan, de sus propias
pasiones) era un tema fundamental.
El cuidado de la libertad fue un problema esencial. Se tiene toda una ética que ha pivoteado alrededor del
cuidado de sí y que da a la ética antigua su forma tan particular.
No dice que la ética es el cuidado de sí, sino que, en la Antigüedad, la ética como práctica reflexiva de la
libertad ha girado en torno a este imperativo fundamental "cuida de ti mismo”
El cuidado de sí es el conocimiento de sí, pero es también el conocimiento de cierto número de reglas de
conducta o de principios que son a la vez verdades y prescripciones.
Cuidar de sí es equiparse de esas verdades y es ahí donde la ética está ligada al juego de la verdad.
- Ethos: Los griegos problematizarían su libertad y la libertad del individuo, como un problema ético.
Pero la ética en el sentido como los griegos podían entender el ethos, era la manera de ser y la
manera de conducirse. Era un modo de ser del sujeto y un cierto modo de hacer, visible para los
otros. Esto es, para ellos, la forma concreta de la libertad; es así que ellos problematizarían su
libertad, pero, para que esta práctica de la libertad tome forma en un ethos que sea bueno, bello,
honorable, estimable, memorable, y que pueda servir de ejemplo, hace falta todo un trabajo de sí
sobre sí.
- Relación con los otros: El cuidado de sí es ético en sí mismo; pero implica relaciones complejas con
los otros, en la medida que este ethos de la libertad es también una manera de cuidar de los otros.
Ahí está el arte de gobernar. El cuidado de sí implica también la relación con el otro en la medida
que, para cuidar bien de sí, hay que escuchar las lecciones de un maestro. Se tiene necesidad de un
guía, de un consejero, de un amigo, de alguno que le diga la verdad.
- Abuso de poder: se desborda lo que es el ejercicio legítimo de su poder y se impone a los otros su
fantasía, sus apetitos, sus deseos. Se encuentra la imagen del tirano o simplemente del hombre
poderoso y rico, que utiliza ese poder y su riqueza para abusar de los otros, para imponerles un poder
indebido.
- Buen soberano: es precisamente aquel que ejercita su poder como debe, es decir, ejerciendo al
mismo tiempo su poder sobre sí mismo.
Si se cuida de sí como se debe, si se sabe ontológicamente lo que se es, lo que se es capaz, lo que es
ser ciudadano, lo que es ser dueño de una casa, cuáles son las cosas de las que se debe dudar y cuáles
de las que no debe dudar, que es conveniente esperar y cuáles son las cosas que deben ser
indiferentes, si sabe que no debe tener miedo de la muerte, no puede en ese momento abusar de su
poder sobre los otros. No hay peligro.
- ¿Cuál era el problema de Foucault?: el primero fue ¿cómo se logra, por ejemplo, que la locura haya
sido problematizada a partir de un momento determinado y a continuación de cierto número de
procesos como una enfermedad que necesita de una medicina determinada? ¿Cómo ha sido ubicado
el sujeto demente en ese juego de verdad definido por un saber o un modelo médico?
Se fue dando cuenta que había prácticas, por ejemplo, el internamiento desde el comienzo del siglo
XVII y que había sido la condición para la inserción del sujeto demente en este tipo de juego de
verdad, que le devolvían al problema de las instituciones de poder.
Así fue conducido a plantear el problema saber-poder, que no es el problema fundamental, sino un
instrumento que permite analizar, de la manera más exacta, el problema de las relaciones entre sujeto
y juegos de verdad.
- El sujeto: No es una sustancia. Es una forma, y no es sobre todo ni siempre idéntica a sí misma. No
se tiene consigo mismo el mismo tipo de relaciones cuando se constituye como sujeto político que va
a votar o que toma la palabra en una asamblea, que cuando busca realizar su deseo en una relación
sexual. Hay sin duda relaciones e interferencias entre estas diferentes formas del sujeto, pero no se
está en presencia del mismo tipo de sujeto. Plante que la constitución del sujeto demente puede ser
considerada como la consecuencia de un sistema de coerción -sujeto pasivo-, pero el sujeto loco no
es un sujeto no libre y se constituye como sujeto loco por relación y de frente a aquel que lo declara
loco. Con el interés en cómo se constituye el sujeto de modo activo, por las prácticas de sí, esas
prácticas no son algo que el individuo invente él mismo. Son esquemas que él encuentra en su
cultura y que le son propuestos, sugeridos, impuestos por su cultura, su sociedad y su grupo social.
- Poder: en las relaciones humanas, cualesquiera que sean el poder está siempre presente.
Relación en la cual uno quiere intentar dirigir la conducta del otro. Estas son relaciones que se
pueden encontrar en diferentes niveles, bajo diferentes formas; estas relaciones de poder son
relaciones móviles, es decir que pueden modificarse, que no están dadas de una vez para siempre.
Estas relaciones de poder son entonces móviles, reversibles e inestables.
No puede haber relaciones de poder sino en la medida que los sujetos son libres. Si uno de los dos
estuviese completamente a disposición del otro y se volviese un objeto sobre el cual él pudiese
ejercer una violencia ilimitada, no habría relaciones de poder.
En las relaciones de poder, hay forzosamente posibilidad de resistencia, porque si no hubiese
posibilidad de resistencia -de resistencia violenta, de fuga, de engaño, de estrategias que inviertan la
situación-, no habría del todo relaciones de poder.
Decir que el poder es omnipresente, es decir que está en todas partes, que es una estrategia, que está
en todas las relaciones y demás contraprincipios del poder, es lo mismo que decir que la libertad
está en todas partes à porque solo al interior de una relación de poder, hay libertad. Poder y libertad
van de la mano. Cuando estamos condenados a no poder elegir, ya ahí no nos encontramos en una
relación de poder.
- Espiritualidad: lo que se refiere al acceso del sujeto a cierto modo de ser y a las transformaciones que
el sujeto debe hacer de sí mismo para acceder a ese modo de ser.
- Verdad: ¿Por qué la verdad? ¿Y por qué se interesa uno por la verdad, y hasta más que por sí? ¿Y por
qué uno cuida de sí sólo a través del cuidado de la verdad? Hay una cuestión fundamental: la
cuestión de occidente à ¿qué ha hecho que toda la cultura occidental haya sido puesta a girar en torno
a esta obligación de verdad? Es en ese campo de la obligación de verdad que uno a veces se puede
desplazar, contra los efectos de dominación que pueden estar ligados a las estructuras de verdad o a
instituciones encargadas de la verdad.
- Sobre relaciones de poder y juegos de verdad: se puede mostrar, por ejemplo, que la medicalización
de la locura, es decir la organización de un saber médico en tomo a individuos designados como
locos, ha estado ligada a toda una serie de procesos sociales, de orden económico, en un momento
dado, pero también a instituciones y a prácticas de poder.
Cuando dice "juego" se refiere a un conjunto de reglas de producción de la verdad. Es un conjunto de
procedimientos que conducen a cierto resultado, que puede ser considerado, en
Siempre está la posibilidad, en un juego de verdad dado, de descubrir algo diferente y de cambiar tal
o cual regla, y algunas veces hasta el conjunto entero del juego de verdad.
Hay juegos de verdad en los cuales la verdad es una construcción y otros en los cuales no.
Ejemplo de la transformación de los juegos de verdad: algunos sacan como consecuencia que se ha
dicho que nada existía; que la locura no existía, mientras que el problema es a la inversa. Se trataría
de saber cómo la locura, bajo las diferentes definiciones que se le ha podido dar, en un momento
dado, ha podido ser integrada en un campo institucional que la constituyó como enfermedad mental
teniendo un determinado lugar al lado de las otras enfermedades.
- Comunicación: la idea que pueda haber un estado de comunicación que sea tal que los juegos de
verdad puedan circular sin obstáculos, sin constreñimientos y sin efectos coercitivos es del orden de
la utopía.
- Relaciones de poder: las relaciones de poder no son algo malo en sí, de lo cual habría que liberarse;
no puede haber sociedad sin relaciones de poder, si se las entiende como estrategias por las cuales
los individuos intentan conducir, determinar la conducta de otros. El poder no es el mal. El
poder son los juegos estratégicos.
- Gobernabilidad: no cree que el único punto de resistencia posible al poder político -entendido como
estado de dominación- esté en la relación de sí consigo mismo.
La gobernabilidad implica la relación de sí consigo mismo, lo que significa que, en esta noción de
gobernabilidad, se apunta al conjunto de prácticas por las cuales se puede constituir, definir,
organizar, instrumentalizar las estrategias que los individuos, en su libertad, pueden tener los unos
frente a los otros.
Son individuos libres quienes intentan controlar, determinar, delimitar la libertad de otros y, para
hacerlo, disponen de ciertos instrumentos para gobernar a los otros. Por el contrario, la noción de
gobernabilidad permite hacer valer la libertad del sujeto y la relación con otros.
Cuanto más los hombres son libres unos en relación a otros, más grande es el deseo de unos y otros
de determinar la conducta de otros. Cuanto más abierto es el juego, tanto más atrayente y fascinante.
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PRACTICO
Anonni - Fracaso escolar: funcionalidad de un concepto esquivo en las intersecciones clínica y escuela
Discurso pedagógico y fracaso escolar
Este trabajo interpreta el estatuto conceptual de la categoría fracaso escolar es el “discurso pedagógico”.
Fracaso escolar -asociado en su emergencia a la instauración de la enseñanza laica y obligatoria (como
ideal)- evidencian una estrecha vinculación con mandatos y prescripciones de la trama política, económica y
social que atraviesa a la educación en cada momento histórico.
Un campo social atravesado por dimensiones institucionales de diversa índole como la educación produce
un discurso que si bien la específica, la trasciende en tanto transporta otros discursos sociales: “el discurso es
una construcción histórico-social en cuya trama el hombre se sitúa. la producción, apropiación y circulación
de un discurso nominado pedagógico confiere cierta especificidad al campo de la educación; Pero
subjetivación exige romper las barreras que imponen cada una de las múltiples y variadas disciplinas que allí
convocan”.
El discurso pedagógico se difiere como un entramado social de materialidades simbólicas, donde se
producen juegos estratégicos y polémicos de acción, de lucha y cuestionamiento, que configuran en la trama
discursiva formas de subjetividad.
Desde su propio fondo histórico, la vinculación entre el fracaso escolar y la trama político social que
atraviesa a la educación, contribuye a la producción y circulación de un discurso que, materializado en
palabras prácticas Procedimientos, anuda el saber y el poder con un modelo de verdad socialmente
legitimado.
Podría afirmarse que la noción de fracaso escolar queda habilitada por el propio discurso pedagógico.
En nuestro propio contexto el llamado fracaso escolar se mantuvo durante décadas encapsulado en
referencias estrictamente individuales. La figura del inadaptado escolar obtiene equivalente reputación en en
la del fracaso escolar por retardo mental pedagógico, atribuido a enfermedad mental de origen neurológico,
o en el retardo mental socio ambiental: niños que fracasan en la escuela por su procedencia de sectores
populares, con familias consideradas desestructuradas o disfuncionales.
La denominada promoción automática ha sido una práctica que si bien no favoreció temporalmente a niños
que podrán avanzar en el itinerario escolar, contribuyó también a ocultar el fracaso.
El fracaso es visto como una de las consecuencias de las políticas económicas y sociales de décadas
anteriores, caracterizadas por la represión, el autoritarismo y el debilitamiento del interés del Estado hacia
las cuestiones sociales. Sin embargo, la categoría de carácter descriptivo da cuenta siempre de resultados
adversos para el sujeto portador del fracaso; ya sea por carencias familiares, fallas pedagógicas o didácticas,
o por obstáculos propios de la organización escolar.
Cuando la etiqueta recae sobre el propio portador, la atribución causal se centra en explicaciones de tipo
biologicistas, a la que se suma la escasez de estímulos que el medio familiar y comunitario brindan. Otras
veces el problema se atribuye a la cultura de origen del alumnado.
Una categoría con tan alto grado de saturación de sentidos, provenientes de múltiples y disímiles
interpretaciones, está destinada a transformarse en una mera expresión social estereotipada. En los últimos
años se asiste a una progresiva declinación de la categoría, a un desplazamiento y disolución de ella por
novedosas expresiones desde su paradojal contracara.
Es posible aventurar que la declinación de la categoría se localizó temporalmente en un momento en que la
ley empieza a ser puesta en ejecución y en donde la necesidad de legitimar su propio régimen de verdad
requiere la construcción de nuevas formas discursivas, es las que el llamado fracaso escolar -con su
connotación de falta o carencia- no coincide, no es funcional, ya que no acompaña con optimismo los logros
que la nueva ley propicia.
→ Pareciera que la figura del fracasado ha dejado de depositarse exclusivamente en el niño, pero al precio
de responsabilizar al otro protagonista más expuesto de la relación docente-alumno, que es el maestro.
El personaje docente.
El surgimiento de la escuela como organización instaura el oficio del docente, cuyo deslizamiento hacia el
status de profesión deviene como consecuencia de la creciente complejidad de la división social del trabajo.
Pensar el presente exige valerse de la historia, de interrogar el pasado de las verdades actuales, su
antigüedad misma, su resistencia, mutaciones, sus diversos rostros.
Nada es verdadero por naturaleza, lo es, en todo caso, por el lenguaje, la cultura, las prácticas sociales, por
los discursos.
Lo importante es que en la maraña histórica, todo acontecimiento se considere dentro de la serie de la que
forma parte, ya que la subjetividad se constituye en ese espacio de fuerzas sociales y en el seno de múltiples
lugares de prácticas.
Sin embargo, los sucesos políticos, democráticos o dictatoriales, no aluden a un contexto aislable, sino que
son texto mismo del suelo que procrea determinadas prácticas, enunciados, relaciones de poder/saber que se
ponen en juego. ((ponen de ejemplo los años 70 a 80 en arg))
Castel establece diferencias entre la exclusión, la marginalidad y la desafiliación. Afirma que la civilización
continúa dominada por el paradigma en el trabajo, ya que la inscripción social es a través de relaciones
laborales. La noción de desafiliación alude justamente al desprendimiento o desenganche del mundo del
trabajo. Todo desarraigo transforma los lazos sociales y por ende las identificaciones, tanto a nivel
individual como grupal, organizacional y poblacional.
Ensayo → Lucila Pagliai, explica que el ensayo rescata un momento de sofística cuya rigurosidad discursiva
de persuasión y de convicción, logra trocar el método cartesiano en una retórica de lo verosímil. En ensayo
se inserta en una especie de corriente de opinión cuyo despliegue argumentativo lo mantiene justamente
entre lo verosímil y lo probable.
Lejos de pretender alguna verdad objetiva, se trata de tomar la categoría sofística de una retórica de lo
verosímil, desmontando cualquier tipo de neutralidad o servidumbre al régimen de la Verdad.
Umberto Eco, destaca las virtudes de valerse de algún pensador reconocido. Se trata de una estrategia
discursiva que atañe a la historicidad de las ideas y a la escritura misma, sostenida en conjeturas y aportes de
otros que nos hablan.
La noción de discurso trae una polisemia bastante agitada. Algunos hablan de doble discurso; otros de
discurso del poder, como si el poder estuviese acorralado, o fuese una cosa, persona o lugar. Otros hablan de
discurso ideológico, como si la ideología no fuese omnipresente en la constitución misma que nutre el suelo
de todo discurso.
Vulgaridades que perduran, aún sabiendo que las palabras no son las cosas.
Autores como Lacan o Foucault, son los que instauraron la noción de Discurso en el espesor de un campo
extralingüístico, franqueando los límites alambrados de los territorios disciplinares.
Tal como plantea Foucault el sujeto es fundado y vuelto a fundar en el seno de múltiples sujeciones de la
historia. A su vez, las huellas constitutivas de lo que hoy somos y aquello que vamos siendo, son sustento y
fuente indispensable para repensar una filosofía política, para esbozar otras formas de subjetividad humana y
lazo social en el escenario de las vicisitudes económico-políticas de nuestro tiempo.
Todo discurso es práctica social. Hablar es hacer algo distinto a expresar lo que se piensa o traducir lo que se
sabe, no se reduce a una simple puesta en juego de las estructuras de una lengua. La realidad es objetivable
en tanto el humano la conoce mediante objetivaciones construidas por él mismo y cuya producción pasa
ineludiblemente por el dispositivo discursivo que los define y los constituye. Por esto, los conceptos no son
más que ficciones de la realidad, construcciones político sociales.
Los discursos nos hablan sin cesar, penetran nuestros cuerpos. Sin embargo, no hablamos todos del mismo
modo.
Lacan: en el ordenamiento de lo que se produce por la existencia del lenguaje, el discurso es aquello que
hace función de lazo social.
Es por la existencia del lenguaje que se logra la obediencia, ya que sin lenguaje no habría amo que nos
comande. El Discurso como exterioridad excede a la palabra. En el lenguaje, se inscribe algo más amplio
que el enunciado mismo, de ahí que Lacan acuña la expresión “discurso sin palabras”.
Los discursos son instrumentos y efecto mismo de marañas epocales del poder y el saber. Sus juegos
estratégicos, polémicos, inestables, heterogéneos se anudan a verdades que operan como modelo y modelos
que ofician como verdad. Analizar la formación, repetición o silencio de ciertos enunciados, visibilizar sus
vinculaciones epocales con los intersticios del poder supone transitar senderos inciertos en la búsqueda, ya
no de relaciones de sentido, sino de relaciones de fuerza, de poder.
Foucault apela a la genealogía cuando advierte esas rarezas de su poder de afirmación, de invención de
objetos a propósito de los cuales se afirman o niegan proposiciones que son dadas como verdaderas o falsas.
Foucault: lo que cuenta en los pensamientos de los hombres no es tanto lo que han pensado, si no lo no-
pensado, que desde el comienzo del juego los sistematiza, haciéndolos para el resto del tiempo
indefinidamente accesibles al lenguaje y abiertos a pensarlos de nuevo.
Entrar en el orden de un discurso y tomar posición en su compleja trama, supone satisfacer ciertas
exigencias que califican y autorizan para ello. La materialidad discursiva está controlada, seleccionada y
redistribuida socialmente a través de diversos procedimientos que, destinados al enrarecimiento de la
discursividad, se vinculan entre sí constituyendo especies de grandes edificios que aseguran la distribución
de los sujetos que hablan en los diferentes tipos de discurso y la adecuación de los discursos a determinadas
categorías de sujetos.
Principios metodológicos propuestos por Foucault a fin de interpelar la materialidad discursiva de modo no
tradicional:
1- Principio de trastocamiento: alude al reconocimiento de los juegos negativos de enraizamiento y
dispersión del discurso en esas mismas figuras positivas (autor, disciplina, verdad) que aparecen cual fuentes
discursivas. El acontecimiento se opone a la creación.
2- Principio de discontinuidad: Implica tratar a los discursos como prácticas discontinuas que así como se
cruzan también se yuxtaponen, se ignoran o se excluyen. Aquí, la serie se opone a la unidad de la obra o del
tema.
3- Principio de especificidad: supone que, lejos de descifrar o de jugar con significaciones dadas
previamente, se ha de buscar la regularidad en los acontecimientos discursivos, a sabiendas de que todo
conocimiento se supone contradicciones, relaciones simbólicas, movimientos dialécticos sujetados a las
vicisitudes histórico políticas de una época. Por tanto, la regularidad se opone a la marca de originalidad
individual.
4- Principio de exterioridad: objetivar un discurso supone alejarse de lo que sería su interior mismo o su
núcleo, para dirigir la mirada hacia un conjunto de condiciones de sus posibilidades de emergencia,
reconocimiento, circulación. Desde esta perspectiva, la condición de posibilidad se opone al tesoro
indefinido de la significación.
Mapas → Las documentaciones, leyes, obras, textos, comentarios, imágenes, ironías, relatos, notas
periodísticas, decretos, circulaciones, saberes diversos, estadísticas, etc., adquieren otro estatuto. Son
espacios donde la materialidad discursiva circula prolífica o restringida. La mirada archivista y cartográfica
apela a los diagramas. Los archivos esbozan una historia que nunca es pasado ni mera cronología, sino un
devenir presente. En ellas subyacen relaciones de fuerza a las que Foucault designa diagramas. Un diagrama
es una especie de mapa de navegación por mares fluctuantes y arenas movedizas del enrejado social. Es una
especie de maquinaria abstracta cuasi muda y ciega que hace hablar y hace ver. Un diagrama exhibe
relaciones de fuerza que empalman las sutiles mallas del poder con áreas del saber y con los sustentos
políticos que delimitan qué es lo verdadero.
Historias y memorias.
Sabemos por Julio Cortázar que muchas palabras son atropelladas, desgastadas, mediante deformaciones
cínicas del lenguaje. Distorsiones estratégicas que potencian la eficacia simbólica de ese orden del discurso
abocado a controlar, seleccionar y redistribuir la materialidad discursiva mediante esos procedimientos de
exclusión, control y sumisión que Foucault analizó.
Memoria → la memoria funda el mañana. Se trata de unir esos fragmentos dispersos, armar el
rompecabezas del ayer, abrirle una rendija al muro, dibujar una ventana, construir una puerta. A fin de
cuentas, al buscar la memoria estamos buscando parte de nuestro rostro.
Sin embargo, lo importante es remarcar dos aspectos centrales respecto de la estrategia de inclusión, por un
lado que, tanto por datos estadísticos oficiales como por investigadores independientes, puede observarse
que los efectos promovidos por estas proclamas inclusivas, en general se encuentran muy alejados de los
esperados y en general están en evidente oposición. Por otro lado, todas las políticas públicas de inclusión se
caracterizan justamente por estar formadas para personas «con discapacidad» → hay gente discapacitada y
gente que no.
“quedar sujeto a una regulación es ser también subjetivado por ella, ser creado como sujeto al ser regulado”
- el estado los reconoce en el sentido ya específico, no del reconocimiento social, sino del
reconocimiento disciplinar; los reconoce, los detecta, los identifica, merced a la parafernalia de
registros a los que se ingresa, con mayor facilidad que antes.
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Freire - La importancia del acto de leer.
- Hay que tener una mirada crítica de la lectura → La comprensión del texto a ser alcanzada por su
lectura crítica implica la percepción de relaciones entre el texto y el contexto.
- La lectura del mundo precede siempre a la lectura de la palabra y la lectura de ésta implica la
continuidad de la lectura de aquél.
- Acto de leer: implica siempre percepción crítica, interpretación y “reescritura” de lo leído.