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El peligro oculto que representa el consumo de la tortilla para

millones de mexicanos
Contienen pesticidas potencialmente cancerígenos y son bajos en nutrientes
El alimento más consumido por los mexicanos contiene rastros de glifosfato, un herbicida
que está catalogado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como un elemento
potencialmente cancerígeno, según reportó un estudio realizado por el laboratorio estadounidense
Health Research Institute.

El análisis estuvo a cargo de la Asociación de Consumidores Orgánicos (ACO) y reveló la existencia


de este pesticida de Monsanto en algunos productos de la marca Maseca, que produce 70%
de las harinas y tortillas de maíz en México. Según el reporte, en tres de cada ocho muestras de
esta harina hay 17.6 microgramos por kilo y los niveles aumentan a medida que se eleva el
contenido de maíz modificado, resistente al pesticida. "Es probable que el maíz genéticamente
modificado encontrado en estos productos sea alimento para ganado importado de EEUU que
se utilizó para elaborar la harina", expresó en entrevista para EL PAÍS el científico John Fagan, del
Health Research Institute.

Fagan, quien es doctor en bioquímica, afirmó que los niveles encontrados son preocupantes
dada la cantidad de consumo de los mexicanos, quienes comen casi medio kilo de maíz al día.
El panorama es incierto porque si bien, algunas de las harinas de Maseca contienen 95% de
transgénicos y niveles de gilfosfato entre 5.1 y 17.6 microgramos, en otros molidos no hay
rastro de estos. La coordinadora de la campaña de ACO, Mariana Ortega Ramírez señaló que
hay indignación y enojo tras conocer que el concentrado contiene dichos químicos, además
de que exigió a la empresa que se diferencie sobre los lotes y que se le coloque la leyenda en
etiquetas: "Este es maíz importado y genéticamente modificado".

"Yo quiero mi tortilla 100% nixtamalizada. Diferenciar es el primer paso. Luego el consumidor
podrá decidir", expresó Ramírez para el diario español. A su vez Gruma, propietaria de Maseca,
respondió a las señalizaciones del laboratorio, y afirmó que tanto las autoridades sanitarias
de EEUU y México monitorean constantemente la presencia de este químico y "no se ha
detectado presencia de esta sustancia en el maíz que procesamos para producir nuestras harinas".

"En todas las operaciones de Gruma en el mundo contamos con los más altos estándares y
normas de calidad para la elaboración de nuestros productos en beneficio de nuestros
consumidores", resaltó la compañía. En México, no hay una regulación que establezca el límite
de consumo diario de gilfosfato, como en otros países del mundo. En la Unión Europea se
permite hasta 21 microgramos al día para un adulto de 70 kilos, mientras que en EEUU el límite es
de 122.5.

Y aunque los niveles de gilfosfato hallados en los productos de Maseca no superan dichos límites,
una investigación reciente de la revista Scientific Reports alerta que aún con consumos bajos, se
podría ocasionar síntomas prematuros de hígado graso no alcohólico.
Alimentos transgénicos: no existe ninguna evidencia científica
de que sean inocuos para la salud humana
Los organismos genéticamente modificados produjeron la gran revolución en la industria alimentaria.
Pero nadie ha podido demostrar todavía los supuestos beneficios que hace años promete la industria
biotecnológica
Las últimas décadas han sido para la industria alimentaria el período que más transformaciones ha
sufrido. De todos los grandes cambios que hubo, sin dudas los organismos genéticamente
modificados fueron la gran estrella. Estos ejemplares han sido concebidos artificialmente
mediante ingeniería genética con mezcla de ADN de otros organismos en sus genes.
Históricamente, el hombre tendió a "cruzar" organismos de las mismas especies para obtener
mejores variedades, pero esto se hizo creando "híbridos", en los que los genes quedan en el mismo
orden y las mismas ubicaciones en los cromosomas. En cambio, los transgénicos alteran
completamente la secuencia del ADN incorporando al organismo una característica genética
procedente de una especie lejana.

El ejemplo más habitual es el de la soja, a cuya semilla se le incorpora un gen capaz de generar
en la planta resistencia de determinado herbicida. En ese caso, una de las consecuencias sobre la
salud es la aplicación de ingentes cantidades de agrotóxicos para eliminar las plagas y
malezas. De otros alimentos transgénicos, incluso en el caso de animales como el salmón, la
ciencia y la medicina tienen opiniones divergentes, pues se desconoce con certeza los efectos que
pueden provocar sobre la salud de quienes los consumen. Es por eso que muchos
países desaconsejan todavía la aprobación de alimentos cuya genética ha sido alterada
artificialmente en un laboratorio.

Desde que aparecieron los cultivos y alimentos transgénicos, nadie ha podido demostrar todavía
los supuestos beneficios que hace años promete la industria biotecnológica. Lo que sí se ha
demostrado es el impacto que tiene sobre el medio ambiente: aumento en el uso de agrotóxicos,
creciente resistencia por parte de insectos y malezas, contaminación genética de especies silvestres
y pérdida de biodiversidad.

Según los últimos datos de la agricultura mundial solo seis países cultivan más del 90% de los
transgénicos en el mundo y la Argentina está entre ellos.

Esta industria y sus defensores siguen difundiendo la idea de que el debate sobre su seguridad ya
está caduco y superado. Sin embargo, no es verdad que haya consenso sobre ese punto: no existe
ninguna evidencia científica de que los alimentos transgénicos sean inocuos para la salud
humana o el medio ambiente.

Solo por esa situación, son muchos los Estados y organismos internacionales que, merced a un
desarrollo mayor de la responsabilidad y la conciencia sobre esta amenaza, que han tomado
medidas que restringen y regulan su producción y su consumo.
Porque en la lista de prioridades de la humanidad, la vida, la salud y el hábitat no pueden estar por
debajo de ningún negocio.

Estados Unidos autorizó la venta de tomates violetas


genéticamente modificados
Estarán disponibles en los supermercados a partir de 2023
Parte de los secretos de la cocina gourmet pasan por la variedad de colores en el plato. Y los
cocineros (profesionales y amateurs) de los Estados Unidos ahora podrán agregar una nueva
variante a los diversos colores de tomates que ya existen: los violeta.

Se ven en los supermercados variantes tradicionales rojas, algunas amarillas, inclusive naranjas y
hasta verdes de tomates, pero por primera vez en este país se podrán conseguir tomates y
semillas de una variedad genéticamente modificada de color violeta.

El departamento de agricultura del gobierno nacional (USDA por sus siglas en inglés) firmó la
aprobación para que esta variante ingrese al país. Según documentan en un reporte de la planta de
ciencias de Norfolk, esta variedad genéticamente modificada es rica en antocianina, un
pigmento con propiedades antioxidante presente en las moras y los arándanos.

Desde la planta de ciencias de Norfolk, donde desarrollaron esta variedad, aseguran que es un hito
en la comida genéticamente modificada por el agregado de la antocianina, un componente que
resulta atractivo para aquellos buscando comer de manera más inteligente. Además, afirman que la
modificación no cambia en nada los cuidados que los agricultores tiene que darles a las
plantas para obtener el fruto. El fruto se desarrolló hace casi 15 años, en 2008, basado en un
pigmento que se encuentra en flores. Desde entonces el USDA ha estado estudiando esta
variante. La aprobación de alimentos genéticamente modificados no se toma a la ligera.

“Estas noticias son fantásticas. No creía que este día llegaría. Estamos hoy un paso más cerca de mi
sueño de compartir los tomates violetas que son tan saludables con mucha más gente”,
expresaba Cathie Martin, una profesora del instituto John Innes, responsable del desarrollo de este
fruto.

El estudio del departamento de agricultura se basó en el impacto que la nueva variante puede tener
en el terreno y sobre otras plantas ya existentes en los Estados Unidos. Los oficiales de salud son
los que evaluaron el efecto que el alimento tiene sobre los humanos que lo consumen. Suele ser
mucho más rápido el estudio de las autoridades de salud que aquel realizado por las autoridades de
agricultura.

Según los desarrolladores, no solo se trata de la antocianina, sino que  los alimentos con distintos
pigmentos suelen producir diversos balances entre niveles de azúcar y acidez, sobre todo en el
caso de los tomates. Por ejemplo, los tomates naranjas o amarillos, suelen tener un sabor menos
ácido que los tomates rojos.
Si bien se ha logrado la aprobación a nivel federal, por un tema de tiempos de importación se calcula
que recién a comienzos de 2023 estén disponibles este tipo de tomates en los supermercados de los
Estados Unidos. En principio se venderán tomates de este tipo producidos en el exterior,
especialmente en el Reino Unido donde está el mayor mercado hasta ahora, pero con el
ingreso de las semillas comenzará a haber producción local.

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