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EL CAPITALISMO DE ESTADO EN CHINA

escrito por Yasheng Huang1

Traducido por la Asociación Soong Ching-ling de Amistad Con China.

Traductores: Beltrán Arellanes


Inti Asenjo
Francisco José Maturana Bis
Una de las maneras de caracterizar la economía china en la actualidad es afirmar que
se trata de un sistema económico enraizado en el “capitalismo de estado”. Sin
embargo, dicha caracterización no está exenta de controversia, tanto por la validez
fáctica de la caracterización como/o por si implica un valor normativo en el ámbito
político. En un espectro más positivo, Ian Bremmer, en un artículo ampliamente
difundido publicado por Foreign Affairs bajo el título de “State Capitalism Comes of
Age: The End of the Free Market?” (el capitalismo de estado alcanza la mayoría de
edad: ¿el fin del libre mercado
¿Quién ganará la guerra entre estados y corporaciones?), Bremmer va más allá
argumentando que el capitalismo de estado no es solo un instrumento anti-cíclico sino
una de las fuentes de la expansión económica a largo plazo de China.
En los últimos años, Nicholas Lardy ha ofrecido uno de los argumentos más
contundentes en contra de la opinión de que el crecimiento de China era consecuencia
del modelo de capitalismo de estado. En su libro “Markets Over Mao” (El mercado
por encima de Mao), Lardy sostiene y demuestra que el crecimiento chino ha seguido
un patrón similar al de otras economías que han tenido éxito: una abrumadora
dependencia del sector privado y una expansión de la economía de mercado. Este
autor ha rechazado asimismo la visión de que el capitalismo de estado es
empíricamente una caracterización precisa de la estrategia económica china. Defiende
que las reformas que han tenido lugar en China han sido lineales y en una sola
dirección: hacia una mayor privatización y hacia la economía de mercado.
En el presente artículo, sostengo que capitalismo de estado es, de hecho, una
forma acertada de caracterizar la economía china en la actualidad pero que, en contra
de la posición que mantiene Bremmer, el capitalismo de estado es el origen de muchos
problemas estructurales de la economía china, tales como su insosteniblemente
elevado grado de inversión, la inmensa acumulación de deuda, posiblemente cada vez
menos productiva y el mediocre crecimiento de la rentas del trabajo en relación al
crecimiento del PIB. Esta visión de la economía china se opone tanto a la visión
normativa aportada por Bremmer como a la de orden positivista propia de Lardy2.

1
Yahsheng Huang recibió el reconocimiento académico Miller Upton Scholar en 2015
y es profesor en el Programa internacional sobre economía y negocios de China y
profesor de economía y gestión global en la Escuela de Negocios Sloan del MIT. Es,
asimismo, degano asociado en la Escuela de Negocios Dean del MIT.
2
He ampliado esta forma de analizar la economía china en otros trabajos. En mi libro
“Capitalism with Chinese Characteristics” (El capitalismo con características chinas)
he puesto de manifiesto cómo las políticas de capitalismo de estado tienden a
presentar una fuerte
Al menos en términos de retórica política, los responsables políticos chinos han
manifestado cierta voluntad para replantear la viabilidad del actual modelo de
capitalismo de estado. Sin embargo, la retórica política no ha venido acompañada por
actuaciones políticas concretas. Una buena muestra de esta ambigüedad fue el tan
pregonado anuncio del Tercer Pleno del 18 Congreso del Partido, emitido en
noviembre de 2013. El comunicado, que es la plataforma programática del Partido
Comunista de China (PCC), apuntaba a dos objetivos políticos en cierta medida
incompatibles: 1) el PCC considera que la configuración actual del sistema económico
chino, es decir, el capitalismo de estado, está necesitado de una modernización y
reestructuración sustancial y 2) el PCC ha descartado reformar o atenuar los dos pilares
institucionales del capitalismo de estado, a saber: las condiciones de propiedad de las
empresas públicas y el monopolio político del PCC. El debate intelectual en torno a la
utilidad del capitalismo de estado entre los líderes del PPC parece haber quedado
atrás, dejando tan solo la cuestión de la táctica y de la voluntad política: cómo
reformar el capitalismo de estado preservando al mismo tiempo los pilares
institucionales fundamentales del capitalismo de estado.
Este artículo sostiene que el capitalismo de estado ha resultado perjudicial para
los avances socioeconómicos equilibrados y de amplia base y para las perspectivas de
crecimiento de China, y lo hace en tres pasos. En primer lugar, pone de manifiesto que
la China actual es todavía básicamente una economía de capitalismo de estado. En
segundo lugar, describe la trayectoria del capitalismo de estado en las últimas tres
décadas. Concretamente, demuestra cómo el despegue inicial de China al hilo de las
reformas rurales de finales de los años 70, supuso una transformación hacia el
capitalismo empresarial. En algún momento a mediados de los años 90, el país
experimentó un nuevo cambio de dirección, en esta ocasión hacia la versión del
capitalismo de estado que caracteriza la economía china hoy en día.
Dos son las principales conclusiones de esta parte de la exposición. La primera
es que la predominancia del capitalismo de estado es, con mucho, previa a la crisis
financiera de 2008. Una opinión popular compartida por economistas chinos y
analistas foráneos es que la crisis financiera de 2008 hizo pivotar la economía china
hacia el capitalismo de estado. Esta visión es errónea. El año 2008 marcó una
aceleración del capitalismo de estado, no su origen. La manera correcta de entender la
versión de 2008 del capitalismo de estado -“capitalismo de estado 2.0”, si se desea- es
que se basa en un aparato institucional preexistente que se había gestado durante un
período de entre 10 y
13 años. En otras palabras, tanto la escala de las herramientas microeconómicas del
capitalismo de estado 2.0- al que en lengua china a menudo se alude como “avance
del estado y retracción del sector privado”-

correlación con un reducido crecimiento de las rentas familiares, en especial de los


hogares rurales, en relación al crecimiento del PIB. Journal of Economic Perspectives
publicó un breve resumen los principales argumentos del libro. Véanse Huang (2008)
y (2012).
implementado a partir de 2008 requiere de una plataforma burocrática y financiera
muy fuerte (como es la Comisión para la administración y supervisión de activos de
propiedad estatal o SASAC y el Banco de desarrollo estatal). Esta plataforma no se
erigió con posterioridad al 2008, sino mucho antes. La SASAC se fundó formalmente
en 2003 como resultado del amalgama de un buen número de organismos
gubernamentales creados a mediados de los años 90 (véase Wang, Guthrie and Xiao,
2012). El Banco estatal de desarrollo se había fundado en 1994.
La segunda gran conclusión de este debate es que existe un notable grado de
heterogeneidad con respecto a las características direccionales que ha tomado la
economía china. Subrayo aquí el término “direccional” para insistir en la cuestión, a
menudo obviada, de que es el cambio, no el nivel estático, lo que explica variables
como el crecimiento o los avances socioeconómicos másamplios.
El tercer epígrafe de este trabajo argumenta que el capitalismo de estado es
económica, política y medioambientalmente insostenible. Destaco dos cuestiones
como ejemplo. Una es el relativamente mediocre crecimiento de la renta personal en
relación al crecimiento del PIB; la otra es la cada vez más problemática estructura
macroeconómica china con elevada inversión y reducido consumo. Estas dos
características de la economía china están íntimamente relacionadas entre sí.
Existe actualmente, por lo menos, un reconocimiento abstracto entre las élites
dirigentes chinas de los enormes inconvenientes del capitalismo de estado. La
evidencia sugiere que el liderzgo de Ji Xinping está dispuesto a anunciar objetivos de
reforma ambiciosos pero imprecisos y extremadamente a largo plazo, pero que al
mismo tiempo está igualmente dispuesto a preservar los pilares fundamentales del
capitalismo de estado. Las reformas que el gobierno de Xi ya ha implementado han
sido extraordinariamente graduales y granulares. No suponen sino una gran cantidad
de minúsculos pasos que han tenido el efecto de “revocar los cambios”, esto es,
revocar algunas de las reformas realizadas por el equipo de Hu Jintao. Si bien es cierto
que volver a situar a China en el status quo anterior (es decir, 2002) no equivale a
realizar auténticas reformas de mercado, los efectos del liderazago de Xi hasta la fecha
han sido en su mayor parte neutros o marginalmente detrimentales en cuanto a las
reformas se refiere. El apartado de conclusiones discute esta y otras cuestiones
relacionadas.

El “estado” del capitalismo de estado en la actualidad


Los analistas que sostienen que el sistema económico vigente en la China actual
no es de capitalismo de estado apuntan como argumentos a la dimensión y a la
creciente participación del sector privado en la producción y el empleo totales. En
su libro Markets over Mao, Nicholas Lardy (2013 pp.72) expone que el sector privado
representaba en 2011 el 74% del valor de la producción industrial y que la
generación neta de empleo corresponde enteramente al sector privado. Las
estadísticas citadas por Lardy deberían corroborar su visión optimista según la cual
China cuenta en la actualidad con un sector privado vibrante y que gracias
precisamente al sector privado sus perspectivas decrecimiento son robustas.
Si Lardy está o no en lo cierto depende fundamentalmente de las referencias
comparativas que se apliquen a China. Lardy, como muchos otros analistas, toma el
año 1978 -fecha de inicio de sus reformas económicas- como punto de referencia. En
comparación con estos valores comparativos -China no contaba en absoluto con sector
privado- el 74% del valor de la producción industrial es, efectivamente, un aumento
sustancial. Pero es importante observar que la cuestión que se debate no es si China
es aún una economía comunista de planificación central. Claramente no es una
economía de planificación central de estilo soviético. La cuestión es si China es una
economía muy controlada por el estado con muchos puntos en común con las
economías de los “commanding-heights” o sectores estratégicos clave de los años 70 y
80 (Yergin y Stanislaw 2002).
Si el punto de referencia son las economías basadas en los sectores estratégicos
clave o “commanding heights”, el tamaño del sector privado en China es apenas
notable. En un estudio de 1995, el Banco Mundial (1995) realizó una revisión del
papel del estado en la producción y el control en buena parte de los países en
desarrollo (fuera de la esfera comunista). Los datos del estudio ponen de manifiesto
que incluso en algunos de los países más estatalistas del mundo en aquel momento,
como Tanzania, Brasil, India y Congo, la participación de la producción del sector
privado en el PIB superaba el 80%, mientras que su participación en el empleo total
estaba por encima del 90%. Estos valores son holgadamente superiores a las
estimaciones más optimistas de la dimensión del sector privado en China en la
actualidad.
Ninguna de estas economías estatalistas de los años 70 y 80 acabaron siendo un
modelo de éxito a largo plazo. Esta es una lección importante a aprender de la historia.
Un sector privado grande es probablemente una condición necesaria pero no suficiente
para alcanzar el éxito económico. Todas las economías con éxito en la historia se han
basado fundamentalmente en el mercado y en el sector privado. Ni una sola economía
de planificación central ha conseguido jamás alcanzar un estatus de renta y nivel de
vida elevados comparables con los de Occidente. El mero tamaño del sector
privado no es, sin embargo, una condición suficiente para garantizar el crecimiento
económico y el desarrollo a largo plazo. Hay otros factores en juego, como la
estructura de la competencia entre empresas, la orientación básica del sistema
financiero, el rol de la innovación en el crecimiento y el grado de restricciones de jure
y de facto sobre el poder del gobierno. En mi libro actualmente en preparación,
uso la expresión “cantidad de capitalismo” para describir la dimensión del sector
privado y la “calidad del capitalismo” para describir la textura de las relaciones entre
mercado y empresas y entre los controles económicos y políticos en una economía3.
China presenta en la actualidad cierta cantidad de capitalismo, como también lo
hacían Brasil e India en los años 80. La historia resulta más clara en lo concerniente a
la cantidad de capitalismo: no es suficiente para que el país alcance niveles de renta
elevados.
La segunda cuestión tiene que ver con las complicaciones estadísticas derivadas
de la clasificación del sector privado en China. Lardy acepta literalmente la definición
china de sector privado, pero como cualquier estudioso de la materia sabe, definir el
sector privado en China en la actualidad es endiabladamente complejo. La razón es que
la definición del carácter privado o estatal de una entidad no depende o no debería
depender completamente del derecho a percibir ingresos -dividendos procedentes de
las operaciones de la propia entidad-sino en los derechos de control sobre la entidad -el
derecho a contratar y despedir a la alta dirección y a deshacerse de parte del capital.
De ahí surgen dos complicaciones. Una es que disponemos de más información sobre
los derechos a percibir ingresos de empresas chinas que sobre los derechos de control.
Tenemos información sobre la propiedad del capital por parte de estados de personas
jurídicas y de inversores privados en una base de datos ampliamente utilizada por los
economistas, el censo de empresas industriales de la Oficina nacional de estadística.
Pero el gobierno chino no revela información sobre quién controla efectivamente
estasempresas.
La segunda complicación es que intentar inferir la composición de los derechos de
control a partir de los derechos de ingresos es un ejercicio muy aventurado. Por una
parte, desconocemos el umbral de control para una empresa china. ¿Es el 51% del
capital necesario para controlar la empresa o basta el 10%? ¿acaso un 0% de
propiedad estatal anula totalmente el control estatal sobre la empresa? Muchas
empresas completamente privadas tienen secciones bien consolidadas del Partido
Comunista Chino (PCC) tal como prescribe la ley y carecemos de información
suficiente para dilucidar si la existencia de estas secciones ejerce un efecto sobre las
decisiones operativas de empresas que son nominalmente privadas. Por otra parte,
contamos con muy poca información sobre quién controla efectivamente muchos de
los holdings propietarios de participaciones de capital en estas empresas de las cuales
conocemos la estructura de propiedad del capital. Deberíamos saber si las matrices de
estos holdings están controladas también por el estado antes de poder aventurarnos a
hacer afirmaciones significativas sobre la naturaleza de la propiedad de sus filiales.
Para que los analistas puedan determinar con confianza que un 65% o un 75% de
la economía china está actualmente en manos del sector privado deberían manejar
una información que simplemente no existe.
Para armonizar las discrepancias existentes entre las diferentes y
contradictorias definiciones de empresa privada se presentan a continuación
estimaciones basadas en un conjunto de medidas indicativas, con todas sus
limitaciones, de los derechos de control de la empresa. Los derechos de control hacen
referencia a los derechos para nombrar administradores de la empresa, desprenderse
de activos y definir la dirección estratégica de la empresa y, en el contexto de las
empresas de titularidad estatal en China, estos dos conjuntos de derechos normalmente
no se solapan. El gobierno tiene la potestad para ejercer sustancialmente los derechos
de control en empresas sobre las que sus derechos de ingresos son mínimos. Los
derechos de control devienen, pues, una medida más significativa de la propiedad de
la empresa que los derechos de ingresos. La dificultad operativa a la hora de aplicar
esta definición, sin embargo, es que no resulta sencillo dilucidar si los derechos de
control de una empresa están en manos públicas o privadas. Un intento inicial para
profundizar en esta cuestión puede encontrarse en un artículo de Dougherty y Herd
(2005), dos economistas que trabajan en la OCDE. El presente estudio sigue su
enfoque con una modificación esencial respecto a una hipótesis importante que
Dougherty y Herd (2005) hacen en su planteamiento. Dicha hipótesis está relacionada
con la ambigüedad en la clasificación de un tipo de empresas que en China se conoce
como “empresas participadas por personas jurídicas” (a partir de ahora LPS por sus
siglas en inglés “legal-person shareholding firms”). Resulta que las estimaciones de
Dougherty y Herd (2005) son extremadamente sensibles a la hipótesis que se formule
en relación a las LPS.

El trabajo de Dougherty y Herd se fundamenta en una base de datos única


compilada por la Oficina nacional de estadística que cubre más de 160.000
empresas industriales en China entre 1998 y 2005. La base de datos contiene un
desglose bastante detallado de la estructura de propiedad empresarial. Una advertencia
a tener en cuenta, no obstante, es que la base de datos de la Oficina nacional de
estadística presenta un cierto sesgo a favor de la empresas grandes -definidas como
aquellas con ventas de al menos cinco millones de yuanes

3
Este libro en proyecto amplía y actualiza mi obra de 2008 “Capitalismo con
características chinas”, examina el auge y especula sobre el futuro del capitalismo de
estado en China
(aproximadamente 750.000 USD, el umbral que define la empresas de mediana
dimensión en el contexto chino). Debe tenerse en cuenta que las estimaciones basadas
en esta base de datos reflejan la parte privada del valor añadido industrial generado en
China por empresas medianas y grandes, no la participación del sector privado en toda
la industria.
La metodología de clasificación adoptada por Dougherty y Herd (2005) sigue
dos pasos. En primer lugar, divide las empresas entre estatales y no estatales. A su
vez, las empresas estatales comprenden dos tipos de organizaciones: empresas
propiedad del estado y empresas colectivas en las que la parte colectiva del capital
supera el 50%. El segundo paso consiste en clasificar todas las empresas de la
categoría no estatal como aquellas con más del 50% del capital en manos de personas
jurídicas, inversores individuales y empresas extranjeras. Esta definición es, en
términos generales, consistente con la definición utilizada en las estimaciones de
Lardy. Dougherty y Herd llegaron a la conclusión de que el sector privado
representaba el 28.9% del valor añadido industrial en 1998, el 52.3% en 2003 y el
71.2% en 20054, valores muy cercanos a las últimas estimaciones de Lardy (2003 pp.
72 y 75).
Los economistas de la OCDE asignan toda la producción generada por
empresas participadas por personas jurídicas al sector privado. ¿Es razonable este
enfoque? Contestar correctamente esta pregunta es de trascendental importancia. En
1998, este tipo de empresas representaba el 40% (11.3% / 28.9%) del supuesto sector
privado. Excluyendo estas empresas, la participación del sector privado en el valor
añadido industrial total se reduciría del 28.9% de 1998 a tan solo el 17.6% (28.9%
menos 11.3%). Es esencial tener en cuenta este detalle. La diferencia es del orden del
40%.
La estructura de las LPS hace referencia a las participaciones cruzadas de capital
entre empresas. Probablemente debido a las connotaciones de este término, los
economistas de la OCDE han asumido que las participaciones de capital de personas
jurídicas suponen que China presenta un sistema de estilo keiretsu similar al japonés
en el que las empresas poseen acciones unas de otras. La diferencia con Japón, sin
embargo, es que en China, buena parte del capital de las personas jurídicas se origina
en el sector estatal , esto es, en la empresas de propiedad estatal que han fundado o
que ostentan participaciones de capital significativas en otras empresas. Estas
empresas devienen filiales o subsidiarias de las empresas de titularidad estatal. Las
filiales de las empresas de titularidad estatal, en virtud de quién ostenta sus derechos
de control, son también empresas de titularidad estatal.
Una buena forma de aprender más sobre estas empresas participadas por
personas jurídicas que el estudio de la OCDE clasifica como privadas es averiguar sus
nombres. Este ejercicio reveló enseguida que muchas de las LPS se hallan
efectivamente entre las empresas del estado chino más conocidas y más
representativas. Se incluyen entre ellas filiales de Daqing y de los campos petrolíferos
Dagang, que son propiedad y están gestionadas por dos de las mayores empresas
estatales. Daqing pertenece a PetroChina y Dagang a la Corporación Petrolífera
Nacional China (CNPC). La lista incluye también filiales de NORINCO, una gran
empresa de productos de defensa. PetroChina, CNPC y NORINCO no son solo
empresas de propiedad pública, son empresas públicas centrales directamente
supervisadas por el Consejo de Estado. De hecho, algunas de estas empresas incluyen
la expresión “de propiedad estatal” en sus nombres.
Otra empresa de propiedad estatal bien conocida que aparece en el listado del
estudio de la OCDE como privado es SAIC Motor Corporation Limited. En la base de
datos de la Oficina nacional de estadística, la participación estatal en el capital de
SAIC Motor aparece como el 0 por ciento. En un 70% es propiedad de personas
jurídicas y el 30% restante pertenece a inversores individuales por lo que la empresa
puede considerarse privada de acuerdo con la definición de la OCDE. Pero lo cierto es
que SAIC Motor no es ni remotamente una empresa privada. SAIC Motor fue fundada
en 1997 a partir de una empresa previa, Shanghai Gear Factory. En 1997, se sacó el
30% del capital en la Bolsa de Shanghai y el resto del capital quedó en manos de
Shanghai Automotive Industry Corporation (SAIC), que pertenece en un 100% al
gobierno de Shanghai. Debido a que el gobierno de Shanghai posee SAIC Motor a
través de SAIC -la persona jurídica tenedora del capital- la participación del capital
directamente en manos del estado se reduce a cero, pero desde la perspectiva del
control, poca duda cabe de quién controla esta empresa.

La elevada concentración de la estructura de propiedad de las empresas


participadas por personas jurídicas es otro signo de que estas firmas no son en
absoluto privadas. En la base de datos de la Oficina nacional estadística, SAIC Motor
presenta la estructura de propiedad con mayor dispersión de entre las empresas
participadas por personas jurídicas, con el 30% de sus acciones en manos de
inversores privados (debido a que sus acciones cotizan en la Bolsa de valores de
Shanghai). En contraste, de las 16.871 empresas participadas por personas jurídicas
presentes en la citada base de datos en 1998, el 75% no tenía inversores privados en la
composición de su capital. Para el conjunto de la muestra, los individuos solo
presentan el 3.7% del accionariado. Estos son los datos que cabía esperar habida
cuenta de que las reformas de la empresa pública china han sido eminentemente
de carácter contable. A modo de evidencia, 7.612 de las así llamadas empresas
participadas por personas jurídicas son en realidad fábricas, esto es, son sencillamente
las filiales de producción de otras empresas de titularidad estatal. Ello explica la
extraordinaria concentración en la propiedad y el control de estas empresas.
El ejercicio anterior de descomposición de las empresas privadas chinas en categorías
de propiedad más granulares se centra en la división de la producción entre el sector
público y el sector privado. Otro enfoque complementario consiste en analizar los
factores productivos que se destinan al sector privado y a las empresas estatales. La
producción efectiva es indicativa del tamaño del sector privado en la economía china
pero también ha sido utilizado por muchos economistas como un indicador
aproximado del tratamiento político recibido por el sector privado. Esta segunda
aplicación de esta medida está plagada de problemas metodológicos, el mayor de ellos
es que esta medida incorpora dos efectos. Uno es el efecto político de las políticas de
liberalización; el otro es el efecto a nivel empresarial sobre las diferencias de
eficiencia relativa entre empresas privadas y otros tipos de empresas. Supóngase que
se observa el auge de la participación del sector privado en la producción a lo largo
del tiempo (como ha sucedido en China). Sobre esta base, ¿podría extraerse la
conclusión de que la política del gobierno hacia el sector privado es cada vez más
liberal?

4
Dougherty y Herd (2005) solo ofrecen estimaciones hasta 2003 y personalmente he
seguido su metodología para extender los datos hasta 2005.
El origen de la ambigüedad a la hora de hacer interpretaciones a este respecto es
que se desconoce la importancia relativa de estos dos efectos. Uno es la política de
liberalización y el otro la eficiencia a nivel de empresa. Resulta perfectamente
plausible que la participación del sector privado en la producción haya aumentado
incluso en ausencia de políticas liberalizadoras. Las empresas privadas son más
eficientes que las empresas de propiedad estatal y generan, por tanto, más valor
añadido por unidad de factor productivo utilizado (trabajo y/o capital). Un incremento
en la participación de las empresas privadas en la producción superior al de las
empresas de propiedad estatal puede darse sin que se produzca mejora alguna en el
entorno político siempre que las empresas privadas sean más eficientes que las
públicas.
Pueden citarse dos ejemplos para ilustrar esta dinámica. En 1989, a raíz de la
crisis de Tiananmen, las facciones políticas conservadoras, nuevamente en auge en
ese momento, endurecieron la planificación central y detuvieron a muchos
emprendedores privados (durante las manifestaciones, empresarios privados donaron
comida y dinero a los estudiantes que protestaban). Con todo, en 1990, ello no impidió
que el ratio de producción del sector privado en relación a las empresas de propiedad
estatal aumentara. Claramente, el aumento de este ratio no tiene nada que ver con las
políticas de liberalización. Otro ejemplo procede de la antigua Unión Soviética.
Leonid Brezhnev es poco sospechoso de tener simpatías por el mercado, pero
bajo su gobierno, los huertos privados suponían la mitad de la renta agrícola de las
familias en la Unión Soviética: la agricultura privada era muchísimo más eficiente que
las granjas públicas por lo que su contribución a la producción era desproporcionada
en relación a los factores productivos asignados. Las parcelas privadas solo
representaban el 1,4% de la tierra cultivable de la Unión Soviética5.
El ejemplo soviético pone de manifiesto que los factores productivos, no la
producción, son una medida más fiable de las políticas hacia el sector privado. El
indicador factorial más relevante es la asignación de capital y, más concretamente, la
asignación de capital para financiar operaciones de inversión de las empresas. Las
operaciones de inversión son una buena medida de las políticas aplicadas por una
razón muy sencilla: están controladas estrechamente por el estado y a lo largo de la
etapa de reformas, este control no ha cedido. Si bien es cierto que la cuestión de si
este control reside en el gobierno central o en los gobiernos locales está abierta, no
cabe duda de que la inversión en activos fijos está controlada por el sector público.
Existe sobrada evidencia de que el control gubernamental sobre el proceso de
inversión ha seguido siendo muy notable durante el período de reforma. Una muestra
muy ilustrativa de ello, propuesta por Tom Rawski, es que los ciclos estacionales de
inversión de China están casi perfectamente sincronizados con los ciclos
predominantes durante la era de planificación central. Dado que la inversión en capital
fijo es uno de los principales componentes del PIB de China, las fluctuaciones en los
niveles de inversión producen efectos muy significativos sobre el PIB. A este
respecto, Rawski (2001a) demuestra que los patrones de crecimiento trimestral del
PIB chino difieren sustancialmente de los de Corea del Sur, Taiwan y Hong Kong, un
fenómeno indicativo de que ciertos factores, como la climatología o las fechas de las
festividades chinas tradicionales no son el principal determinante del ritmo estacional
del PIB en China. Rawski (2002, pp.368) cita a un economista chino en su revisión
general del proceso de de inversión en China:

5
Ofrezco más detalles de este ejemplo en Huang (2008).
Muchos componentes básicos de la economía de mercado en estado puro se hallan todavía
en un estadio incipiente en China , a pesar de las reformas de mercado que se iniciaron en
el país hace dos décadas. Los mecanismos de inversión orientada por el gobierno, un
sistema bancario controlado por el estado y empresas dominantes de propiedad estatal…son
todavía los motores de un marco moldeado fundamentalmente sobre la economía planificada
anterior

En cualquier caso, hasta más o menos 2012, el estado chino siguió centralizando la autoridad
para aprobar inversiones. De ahí que la asignación de inversiones en capital fijo continúa siendo
un indicador fiable de la división de control entre el estado y el sector privado. Cabe preguntarse
cuál es el auténtico tamaño de la participación del sector estatal en la inversión en capital fijo. La
figura 1 muestra la participación en la inversión en activos fijos de tres tipos de empresas, estatal
pura, propiedad mixta y privada pura, durante el período comprendido entre 2006 y 2014 (los datos
fueron descargado de la Oficina nacional de estadística, http://www.stats.gov.cn/). Las empresas
estatales puras son las empresas de propiedad estatal tradicionales registradas oficialmente como
empresas públicas o empresas colectivas. Las empresas privadas puras son las empresas privadas de
jure registradas legalmente como empresas privadas o con propietarios individuales. Las empresas
de propiedad mixta hace referencia a tres tipos de empresas: la empresas de propiedad conjunta,
diversos tipos de empresas cuyo capital está representado por acciones y empresas no clasificadas
(hay una cuarta categoría, empresas con inversión extranjera o FIE, pero a los efectos que nos
ocupan las FIE seexcluyen de este trabajo para poner el énfasis en las empresas domésticas).
No hay duda de que el sector privado puro ha aumentado su participaciónen las inversiones en
activos fijos, del 25% en 2006 al 33% en 2014, mientras que el sector estatal puro sufrió una
disminución. Sobre la base de estos datos, podemos sacar la conclusión de que China ha estado
alejándose del capitalismode estado, no hacia él. Sin embargo, existen complicaciones con esta
interpretación. Una es que, si bien el sector privado puro ha aumentado sin ambigüedades su
participación desde 2006, es importante señalar que el sector privado puro en la década de 1980 ya
representaba alrededor del 20% de las actividades de inversión en activos fijos, casi todas en áreas rurales
( Huang 2008). Si bien la cifra del 20% no se puede comparar directamente con las cifraspresentadas en
la Figura 1 (porque los datos de la Figura 1 excluyen los datos rurales), es importante señalar que la
participación del sector privado en inversiones en activos fijos en la década de 1990 y principios de la de
2000 no pudo aumentar o aumentó sólo ligeramente.
La segunda complicación es cómo tener en cuenta el efecto de las aprobaciones de inversión.
Nos referimos a las inversiones en activos fijos comoprivadas en el sentido de que el financiamiento y la
organización son realizados por empresas del sector privado, pero la expansión del poder de aprobación
deinversiones debe haber atenuado algunos de los derechos de control de las empresas del sector privado.
Esta atenuación no aparece en los datos de inversión en activos fijos.
El otro patrón en la Figura 1 es la clara importancia de las empresas de propiedad mixta. El hecho
de que el sector privado sea juzgado como pequeño ogrande depende sustancialmente de cómo
asignemos los derechos de propiedad de las empresas de propiedad mixta. La categoría más grande de
empresas de propiedad mixta son las empresas accionarias. Representan alrededor del 70% de las
actividades de inversión en activos fijos de esta categoría. Es muy posible que algunas e incluso la
mayoría de las empresas de propiedad mixta estén controladas de cerca por el estado y sus derechos de
control sean fundamentalmente estatistas. Principalmente, hay dos tipos de sociedades con acciones
según la ley de sociedades china. Una consiste básicamente en empresas de propiedad estatal que han
sido “corporatizadas”, es decir, se les ha dado una forma de organización accionaria. Esto se conoce
como empresas estatales de propiedad absoluta. En términos de propiedad, haypoca diferencia entre estas
empresas y las empresas estatales tradicionales. La segunda categoría principal consiste en aquellas
empresas que han emitido acciones en las dos principales bolsas de valores de China en Shanghai y
Shenzhen.1 (También hay bolsas de empresas de pequeña capitalización, pero estas se establecieron solo
en los últimos años. Las empresas que cotizan en esas bolsas son principalmente privadas). Según un
artículo en Xinhuanet, un sitio web oficial, acumulativamente entre 1990 y 2003, sólo el 6,97 por ciento
de las empresas que emitieron OPI en estas dos bolsas de valores eran empresas del sector privado. El
resto son empresas estatales que han emitido acciones minoritarias.2 Si bien ha habido más cotizaciones
del sector privado en las dos bolsas principales desde 2003, la gran mayoría de las empresas cotizadas son
sin duda de propiedad estatal y/o de control estatal.
La asignación de la totalidad de las empresas de propiedad mixta al sectorestatal o al sector
privado conduciría a sesgos de estimación en direcciones opuestas. Un enfoque simple es asignar el 50%
de las inversiones en activos fijos de las empresas de propiedad mixta al sector estatal y privado cada uno.
Esta metodología arrojaría una estimación de la participación del sector privado

1
También existe una tercera categoría de empresas accionistas conocidas como cooperativas accionistas,
pero según las convenciones estadísticas chinas se agrupan con empresas colectivas.
2
Ver http://www.baidu.com/s?cl=3&wd=http://news.xinhuanet.com/stock/2004-
09/07/content_1952118.htm.
de las inversiones en activos fijos en torno al 45% para 2006 y el 51% a partir de2014. Para proporcionar
un punto de referencia, en 1983, en el apogeo de la "Licencia Raj", el sector privado en India representó
el 58% de las inversiones enactivos fijos (Banco Mundial, 1989). China hoy es más capitalista de estado
que la India de la era Indira Gandhi.
He argumentado en otro lugar (Huang 2008) que la era más empresarial de la economía china es
en la década de 1980, cuando el estado chino implementó reformas financieras a gran escala en la China
rural, protegió los derechos de propiedad de los empresarios rurales y comenzó algunos pasos iniciales
para frenar el poder de el PCCh. En términos políticos, feché el final deesta era en 1989 (con la caída de
Zhao Ziyang) y en términos económicos a mediados de la década de 1990 (en la forma de volver a
imponer controles financieros estrictos). El surgimiento del capitalismo de estado también se remonta a
estos episodios de política económica y política.
Si tenemos que elegir una fecha para el surgimiento del capitalismo de estado, entonces tendría
que ser 1997 en el XV Congreso del Partido. En la superficie, esta datación es paradójica ya que el 15º
Congreso del Partido está asociado con el audaz programa de privatización de Zhu Rongji. Se estima que
se despidieron de 30 a 40 millones de trabajadores de empresas estatales. (Porel contrario, India, que en
realidad estableció un Ministerio de Desinversión, sóloprivatizó 48 empresas estatales).
El programa de Zhu Rongji impresionó profundamente a muchos economistas fuera del
partido. Yingyi Qian (1999 págs. 26) proclamó: “Es bastante notable que China haya superado toda
oposición ideológica y políticapara abrazar el sistema de mercado y la propiedad privada sin una
revolución política ''. Otro destacado economista chino proclamó que el proceso de transición ya
estaba completado. El desafío que quedaba era el del desarrollo económico (Naughton, 2007).
China privatizó. Esto no está en discusión. Sin embargo, la mejor manerade caracterizar la
privatización china es que fue una privatización táctica: el estado nunca abrazó completamente la
privatización como un objetivo político en sí mismo. La privatización fue concebida como un
instrumento al servicio deun objetivo más amplio. Uno de los objetivos del PCCh es mantener el control
político. Mantener el control político, a su vez, requiere mantener el control económico de sectores
vitales de la economía. Visto de esta manera, el programa de privatización de fines de la década de 1990
fue en realidad un medio para financiar las empresas estatales que el estado pretendía controlar y reducir
las complejidades operativas y administrativas para que el estado pudiera concentrarse en operar y
administrar menos empresas pero más grandes. La privatización táctica no redujo el poder del estado;
financió e hizomás inteligente el poder del estado chino. Es en este sentido que el XV Congreso del
Partido de 1997 fue la génesis del capitalismo de Estado.
La formulación oficial del programa de privatización en el XV Congreso delPartido fue "Captar
lo grande y soltar lo pequeño". En aspectos importantes, el estado chino es mucho más consistente tanto
en sus pronunciamientos como ensus prácticas políticas de lo que los economistas externos (al partido)
suelen creer. Muchos economistas asumieron que el Partido Comunista en 1997 aprobóun programa de
privatización completo, cuando de hecho el estado chino ha hecho exactamente lo que dijo que haría en
1997. 'Soltar lo pequeño' significabaque el gobierno apoyaba la privatización de las individualmente
pequeñas pero numéricamente numerosas empresas estatales. Se trata de empresas de uso intensivo de
mano de obra, y su privatización, sin una protección social establecida, generó un desempleo masivo,
inestabilidad social y costos humanos desgarradores. (De manera coincidente y simultánea, el estado
chino endureció sus controles políticos y de seguridad para reprimir la disidencia).
La idea del capitalismo de estado se ilustra en la primera parte de la fórmula de privatización
china: "Captar lo grande". Esto significó reestructurar, consolidar y fortalecer las empresas estatales más
grandes de China. "Soltar lo pequeño" es la táctica empleada para "captar lo grande" reduciendo o
acabandocon los subsidios gubernamentales y las responsabilidades sociales que, a su vez, redujeron las
complejidades operativas y de gestión. En lugar de administrar decenas de miles de pequeñas empresas
esparcidas por todo el país, el estado chino ahora podría concentrarse en sólo unos pocos miles de
empresas. En conjunto, "Captar lo grande y soltar lo pequeño" significa realmente una reasignación
masiva de recursos financieros, humanos y de gestión de las pequeñas empresas estatales a un puñado de
las más grandes.
Para los reformadores chinos, el dilema ha sido cómo aprovechar los recursos financieros
limitados y menguantes del estado para lograr un mayor control corporativo. El programa de reforma
accionaria se justificó como un medio para fortalecer las funciones de asignación y el papel de control
corporativo del estado, no para debilitar el control estatal en la economía. Es difícil, sino imposible,
conciliar la justificación oficial con el razonamiento estándar de la privatización que busca reducir la
interferencia estatal en la economía e introducir una gestión y supervisión eficiente por parte de
inversores privados. Otra inconsistencia en la lógica de privatización predominante tiene que ver con el
uso de los ingresos de la privatización. Algunas de las gananciasde la privatización se utilizaron para
financiar programas de inversión y adquisición de tecnología de las grandes empresas estatales,
manteniéndose como pilares de la economía china.3 Este uso de fondos no reduce el papel de propiedad
total del Estado en la economía; solo ha cambiado la composición delpapel del estado. No está nada claro
cómo esta forma de privatización ha proporcionado una opción de salida al Estado.
Un problema con el estudio del capitalismo de estado es que el modelo decrecimiento no es
fácilmente observable. En esta sección, intentaré presentar datos que demuestren alguna evidencia sobre
la “discontinuidad” en varios indicadores económicos. La discontinuidad aquí implica que hay una
ruptura en la serie de datos que sugiere el efecto de cambios concretos de política. El supuesto
subyacente aquí es que las fuerzas y dinámicas económicas normalesproducen series de datos fluidos,
mientras que los cambios de política conducena rupturas en la serie de datos.

3
Varios investigadores han documentado casos en los que los gobiernos locales invirtieron en empresas
estatales, mientras que al mismo tiempo se desinvirtió de las empresas estatales más pequeñas Cao, Qian
y Weingast (1999).
La Figura 2 presenta dos razones. Uno es la formación bruta de capital como porcentaje del PIB;
el otro es el saldo externo como porcentaje del PIB. Enel gráfico se destacan dos patrones. Una es que,
hasta 1992, China invirtió a un ritmo elevado, pero siempre estuvo por debajo del 40% del PIB. Esto está
a la par con otras economías de Asia oriental durante su era de despegue, es decir, entre el 35% y el 40%
del PIB. El año 1993 marca un punto de inflexión. En ese año, China invirtió el 45% del PIB, seguido de
tres años por encima del 40% y seis años por debajo del 40%. A partir de 2003, la proporción aumentó
drásticamente, a casi el 50% en la década de 2010. Ningún otro país, durante tiempos de paz, invirtió el
50% de su PIB.
Una explicación del crecimiento de China es que es hábil en utilizar la subvaluación de su
moneda como una forma indirecta de subsidiar la industrialización (Rodrik 2013). La figura 2 no
respalda esta explicación. Hasta 1990, la balanza exterior de comercio y servicios de China, medida
como porcentaje del PIB, tenía un déficit o un pequeño superávit (el mayor fue del 2,4% en 1982).
Como es bien sabido, China en la década de 1980 tenía un tipo de cambio sobrevaluado y, sin
embargo, pudo industrializarse a un ritmo rápido. Compare este patrón con el de 1990. China registró
superávits comerciales todos los años, excepto en 1993, y en 2007 sus balances externos fueron casi el
8,8% del PIB, una cifra enorme para un país del tamaño de China. (Cabe señalar que desde 2007 los
superávits han disminuido sustancialmente). La estrategia mercantilista que propuso Rodrik realmente
solo se aplicó a China desde 1990 y en su forma extrema, solo desde 2004. Uno tiene que explicar por
qué durante la década de 1980 China pudo industrializarse con un tipo de cambio sobrevaluado, pero
desde 1990 tuvo que depender de un tipo de cambioinfravalorado para industrializarse. El giro hacia el
capitalismo de estado, que esintensivo en inversiones y suprime el consumo, proporciona una
explicación plausible de este cambio de estas dos proporciones a lo largo del tiempo. La participación
de la inversión en el PIB se correlaciona positivamente con la participación de los saldos externos del
PIB.
La aceleración de la intensidad de la inversión también implica un cambiode los motores de
crecimiento del PIB. Durante la fase de crecimiento menos estatista, el crecimiento fue impulsado por un
espíritu empresarial rural de base más amplia y por industrias ligeras, como la textil y la confección.
Durante la fase más estatista, los impulsores del crecimiento se desplazaron hacia las industrias pesadas
y los sectores económicos más importantes. Es importante distinguir una maduración económica gradual
de los impulsores de crecimiento extensivo de habilidades a los impulsores de crecimiento intensivo de
habilidades a lo largo del tiempo de uno que es un cambio hacia afuera de los impulsores de crecimiento.
La evidencia reveladora es si hay una discontinuidaddiscreta en la serie de datos o si hay un movimiento
suave de la serie de datos.
Las figuras 3 y 4, basadas en los datos del Banco Mundial, proporcionan algunas pruebas
sugerentes. La Figura 3 presenta la participación de la maquinaria y el equipo de transporte en el valor
agregado total de fabricación alo largo del tiempo. Utilizo esta relación para mostrar la importancia de
la industria pesada en la fabricación china. El patrón más interesante y extremadamente notable es la
forma de palo de hockey de la curva. Entre 1990y 2000, la relación aumentó primero, pero en su
mayoría se mantuvo estable durante la década de 1990. A partir de 2000, la proporción comenzó a subir
y luego, en 2002, la proporción aumentó bruscamente, de aproximadamente 0,15a 0,27 en 2003. Esta
casi duplicación de la proporción tuvo que ser impulsada por decisiones de política, no por factores
como la acumulación gradual de habilidades y tecnología. La Figura 4 proporciona otra medida de la
misma dinámica y este es el consumo de energía per cápita medido en kilogramos equivalentes de
petróleo. Antes de 2001, la curva subía de forma gradual y suave, pero en 2001 se produjo una repentina
duplicación del consumo de energía en siete años (2001-2008). Por el contrario, antes de 2001 China
tardó aproximadamente 30 años en duplicar el consumo de energía per cápita, de 1971 a 2001. Este tipo
de discontinuidad es más plausiblemente el resultado deun cambio de modelos de crecimiento.
La Figura 5a y la Figura 5b muestran que este fuerte aumento del uso de energía per cápita es
exclusivo de los factores específicos de China, no debido achoques comunes que afectaron
uniformemente a otros países. La Figura 5a presenta las proporciones del consumo de energía de China
en relación con las de India y Brasil. El patrón es muy claro. Antes de 2001, el consumo de energía chino
creció aproximadamente a tasas similares a las de estos otros países, como lo indica la planitud de las
líneas. Después de 2001, el consumo de energía chino aumentó sustancialmente en relación con Brasil e
India y las líneas subieron abruptamente a partir de 2001. La Figura 5b contrasta a China con dos países
desarrollados, Corea y Estados Unidos. En relación con Corea, el uso de energía per cápita de China
disminuyó antes de 2001, a pesar de su rápido crecimiento del PIB. La ruptura de los datos se produjo en
2001 y 2002, cuando aumentó la relación entre China y Corea. Antes de 2001 o 2002, la relación entre
China y Estados Unidos aumentó de manera constante, pero se aceleró después de 2001.

El consumo de energía puede aumentar tanto porque el crecimiento de losingresos aumenta la


intensidad energética del uso como porque la producción sevuelve más intensiva en energía. Es
importante distinguir entre estos dos impulsores de la intensidad energética. Un giro hacia el capitalismo
de Estado implica un aumento de la intensidad energética en el lado de la producción, no un aumento de
la intensidad energética en el lado del consumo. Esto es lo que muestra la Figura 6. La Figura 6
proporciona información sobre las tendencias de la participación personal del uso de energía y
electricidad de China en el uso total de energía y electricidad. Es importante señalar que 1.300 millones
de chinos no son los grandes consumidores de energía. En términos de uso total deenergía, el uso
personal representó un poco más del 10%; para el consumo de electricidad es del 12%. Las tendencias
para ambos, especialmente para la energía, son relativamente planas y tienen una fuerte variación con el
aumento de la intensidad energética que se muestra en otras figuras de este ensayo.
El rendimiento del capitalismo de estado
Los defensores del capitalismo de estado a menudo mencionan el alto BIP de China como evidencia
de la eficacia del capitalismo de estado. Un problema con esta postura es que no ha habido tan solo
un modelo de crecimiento en China. Existen al menos dos: el primero – prevalente en la década de
1980 y hasta mediados de la década de 1990– menos estatista en términos de orientación de las
políticas económicas y el segundo, a partir de mediados de la década de 1990, que se encuentra cada
vez más enraizado en el capitalismo de estado. El crecimiento del PIB ha sido robusto bajo ambos
modelos de políticas. Decir que el capitalismo de estado es el responsable del rápido crecimiento
del PIB chino es cometer un error de atribución.
Los diferenciadores entre ambos modelos de políticas van más allá de la taza de crecimiento del
PIB y se centran en el crecimiento del ingreso personal. Durante la fase de mayor emprendimiento
en el crecimiento chino, el ingreso personal aumentó a la par con el crecimiento del PIB y hubo una
mejora inicial en la distribución de los ingresos. Mientras China continuaba creciendo rápidamente
durante su fase de capitalismo de estado, el crecimiento del ingreso personal se desaceleró
substancialmente y la distribución de sus ingresos se deterioró.
En Huang (2008), documenté en gran detalle que el crecimiento del ingreso familiar en los ochenta
había excedido el crecimiento del PIB, pero empezó a quedarse atrás del crecimiento del PIB en los
noventa. De hecho, en la segunda mitad de los noventa no hubo crecimiento del ingreso familiar
nominal en los sectores rurales. Todo el crecimiento provino de una severa deflación experimentada
por China a fines de los noventa. En la década del 2000, el crecimiento en el ingreso familiar
mejoró sustantivamente respecto del nivel prevaleciente en los noventa, pero así mismo también fue
con el crecimiento del PIB. Así la brecha entre crecimiento económico y crecimiento del ingreso
personal ha persistido.
Dada la discrepancia sustancial de las medidas de rendimiento entre el PIB per cápita y el ingreso
personal, la pregunta es ¿A cuál medida debiésemos asignarle mayor peso? Hay una respuesta
técnica y una respuesta sustantiva a esta pregunta. En términos técnicos la información sobre el PIB
chino a menudo es criticada por sus inconsistencias, falta de claridad en las definiciones y sus
inadecuadas explicaciones de y clarificaciones sobre el reporteo de normas y procedimientos
(Rawski 2001b). En efecto, recientemente gobiernos locales han reportado una figura del PIB entre
10% y 15% más grande que aquella reportada por el gobierno nacional y el PIB chino
supuestamente creció a un ritmo acelerado a pesar de una marcada desaceleración en el aumento
del uso de la electricidad. Para contrastar, la información sobre el ingreso personal fue
obtenido a través de un esmerado trabajo de encuestas domésticas. Dichas encuestas domésticas
son ampliamente asumidas por analistas extranjeros como bien diseñadas e informativas.
La razón de peso es que el ingreso personal representa una mejor medida del bienestar de la
población china comparado con la información que entrega la contabilidad nacional, tal como es el
PIB. La economía, como dijera notoriamente John Stuart Mill, es el estudio de “las fuentes y
condiciones de la riqueza y la prosperidad material para el agregado de
cuerpos de seres humanos.” Mill (1865) nos recuerda que el crecimiento económico importa
principalmente pues el crecimiento mejora la salud y bienestar de la mayoría de la población, no
simplemente a una pequeña elite de la sociedad. Las justificaciones normativas del modelo chino
también se ofrecen en términos del bienestar. Una formulación famosa en la literatura económica
es que las reformas chinas han sido “Pareto- optimas” en tanto que ha creado ganadores sin generar
perdedores (Lau, Qian y Roland 2000).
Si bien no tenemos una medida exacta para el “bienestar”, sí tenemos algo que se acerca más que el
concepto de PIB –ingreso personal e información sobre el consumo. Vamos a darle particular
atención a la población de la China rural. A pesar de que la población rural ahora corresponde al
45% de China, es importante notar que esto es definido en términos de residencia, i.e., que sean
residentes de la China rural a largo plazo –largo plazo definido como más de seis meses. Sumado a
ello se encuentran alrededor de 200 millones de trabajadores migrantes rurales que residen en
ciudades, pero no poseen lo beneficios legales de la ciudadanía urbana (tales como educación básica
y salud gratuitas). Esta bifurcación entre residencia y estatus legal es una característica de lo que es
conocido como el sistema “hukou” en China. La población rural China sería el equivalente chino a
ese “agregado de cuerpos de seres humanos” que Mill enfatizaba en su justificación del crecimiento
económico. La figura 7 divide los desarrollos en tres periodos: el periodo de la primera política, que
va de 1979 a 1988 (referido en este ensayo como “los ochenta”), es la era de Hu Yaobang y Zhao
Ziyang en términos de políticas económicas. Hu y Zhao son ampliamente reconocidos como los
lideres chinos más liberales durante la era de la reforma. Los años siguientes, de 1989 a 2002
(referido en este paper como “los noventa”), Jiang Zemin y Zhu Rongji gobernaron el país y
manejaron la economía. Estos dos lideres provenían de Shanghai, una cuidad que sentó las bases
intelectuales y operacionales del capitalismo de estado (Huang y Qian 2010).
El tercer periodo de políticas económicas ocurrió entre el 2003 y el 2013 en la era de Hu Jintao y
Wen Jiabao. Este periodo es mixto en términos de las orientaciones del capitalismo de estado. En las
políticas rurales, este grupo de lideres revocaron algunas de las políticas anti rurales de los noventa,
pero en otras áreas, tales como los monopolios estatales y las inversiones en compañías de
propiedad estatal, ha habido una exacerbación sustancial de las tendencias a favor del estatismo
provenientes de los noventa. Si bien el desarrollo durante el tercer periodo de políticas económicas
contiene importantes, aunque conflictivas, pistas sobre el futuro económico de China, las décadas de
los ochenta y noventa proveen la manera más transparente de probar algunas de sus aseveraciones
sobre el modelo de capitalismo de estado. Gran parte de nuestro análisis, por consiguiente, se
enfocará en estos dos periodos de políticas económicas. Tocaré el tema del periodo más reciente,
bajo el presidente Xi Jinping, en las conclusiones de este paper.
La figura 7 presenta el rendimiento económico chino descompuesto en dos dimensiones, la primera
es la ya conocida dimensión del PIB, y en este caso es promedio del periodo de la verdadera tasa de
crecimiento del PIB per cápita. La segunda representa la menos conocida dimensión del
rendimiento económico chino –el crecimiento del ingreso familiar o personal. Ambos tipos de
estadísticas de crecimiento están expresados en términos per cápita calculados sobre la base de sus
valores expresados en precios de 1978.
Figura 7: Crecimiento del ingreso doméstico per cápita y del PIB durante tres períodos de políticas
económicas (precios de 1978, %)

Ingreso Urbano / Ingreso Rural / Ingreso doméstico con ponderación del hukou / PIB
Notas: Los deflactores de ingresos rurales y urbanos son usados para deflactar los valores a su
punto en 1978. Para el PIB fueron usados los deflactores implícitos del PIB. Las ponderaciones
usadas para el cálculo del ingreso ponderado rural-urbano son grupos poblacionales basados en
su estatus de hukou (el estatus legal de residencia rural y urbana). Fuentes: La información del PIB
se encuentra disponible en el sitio web del Departamento de Estadísticas Nacionales. La
información del ingreso familiar proviene de las encuestas domésticas realizadas a través de varios
años y publicadas por el Departamento de Estadísticas Nacionales.
Primero examinemos la serie del PIB. Durante el primer periodo, de 1979 a 1988, el PIB per
cápita creció a una tasa anual de 8.5% en China versus un 8.1% durante el segundo periodo, de
1989 al 2002. En base a la información del PIB solo, uno podría concluir que el rendimiento de la
economía china ha sido robusto de manera consistente. Sin embargo, uno llega a una concusión
muy diferente cuando ve el ingreso familiar. El ingreso familiar mide ingreso personal o sueldo
líquido. Se refiere al dinero que va al sector doméstico en forma de salarios, beneficios, pagos de
transferencia ingresos por propiedad (rentas, pago de intereses en los depósitos bancarios o
dividendos de acciones), y ganancias por la operación de pequeños negocios. En otras palabras, a
diferencia del PIB, que es un constructo de contabilidad abstracto, el ingreso familiar o personal
denota las ganancias monetarias y materiales acumuladas actuales de la población china, y está
mucho más cerca del conceptode bienestar que el PIB.
En agudo contraste a la consistencia del alto crecimiento del PIB, el rendimiento del ingreso
doméstico exhibe un patrón altamente variado. Mostramos los desarrollos del ingreso familiar en
tres maneras –crecimiento del ingreso urbano, rural y el ponderado entre ambas. La fuente de la
información sobre el ingreso familiar es la encuesta anual conducida por el Departamento Nacional
de Estadísticas. (Para detalles, ver Huang, 2008). Ya que el Departamento Nacional de Estadísticas
condujo las entrevistas de hogares rurales y urbanos por separado, debemos juntar el ingreso familiar
de los sectores rurales y urbanos para calcular el crecimiento del ingreso familiar en todo el país. En
mis cálculos pondero los ingresos rurales y urbanos según su aporte poblacional, rural y urbano,
basado en su estatuslegal bajo el sistema hukou.
En los ochenta el ponderado del crecimiento del ingreso familiar per capita rural-urbano excedió el
crecimiento del PIB per capita por 2.6% (11.1% menos 8.5%). En los noventa este patrón se
revirtió. El crecimiento del PIB per capita promedió 8.1% anualmente entre 1989 y el 2002, pero el
ponderado del crecimiento del ingreso familiar per capita rural- urbano se desaceleró
notoriamente, del 11.1% en la década pasada a tan solo 5.4%. La diferencia entre el
crecimiento del ingreso familiar y el crecimiento del PIB ahora es negativo llegando al -3%.
El cambio más grande tiene que ver con el crecimiento del ingreso familiar rural. El ingreso familiar
rural en los ochenta creció a una tasa extraordinariamente robusta, promediando 12% para el
período entre 1978 y 1988 (luego de descontar la inflación). En los noventa, el crecimiento bajó al
3.9%. el ingreso per capita urbano promedió 7.1% anualmente en los noventa, comparado con el
6.3% en los ochenta. Sin embargo el aumento en la tasa de crecimiento del ingreso urbano no fue
suficiente para compensar la baja en la tasa de crecimiento del ingreso rural tanto porque la
aceleración del crecimiento del ingreso urbano fue relativamente modesto como por el gran número
de residentes rurales.
Hay, sin embargo algunos problemas con los datos que necesitan ser resueltos. Naughton (2007)
apunta que el IPC rural a principios de los ochenta subestima la inflación rural (y, por consiguiente,
sobreestima el crecimiento). Un ejercicio para sortear esta objeción es asumir que el rendimiento en
la segunda mitad de los ochenta -del cual tenemos mejores datos sobre la inflación- prevaleció a
través de todo lo que fue esa época. Entre 1984 y 1989, la tasa de crecimiento anual del ingreso
familiar rural per capita promedió el 7.2%. Este es seguramente un estimado extremadamente
conservador para lo que fueron los ochenta. La economía rural dio su rendimiento relativo más
fuerte en la primera mitad de los ochenta. Pero aún así este estimado es todavía un rendimiento por
lejos más fuerte queel crecimiento en los noventa (3.9%).
Es de destacar que la diferencia anual entre el 7.2% asumido para los años ochenta y la tasa de
crecimiento de 3.9% de los noventa no es una materia abstracta. De esto se siguen implicaciones
reales y sustanciales al ingreso y bienestar de cientos de millones de residentes rurales chinos. Esto
no es solamente debido a la diferencia entre ambas tasas de crecimiento, sino también a la
extraordinaria duración del segundo período de políticas económicas, trece años. Asumiendo que
los hogares rurales chinos crecieron en los noventa a 7.2% en vez de el 3.9% actual, para el año
2002 el residente rural chino promedio habría sido 52% más rico de lo que actualmente es. Este es
el escenario contrafactual para China. De haber continuado con su modelo de políticas ochentero y,
entonces, de haber sido la China rural un 50% más rica, muchos de los problemas centrales que
prevalecen hoy, tales como el consumo doméstico, el avalúo de la tasa de cambio y los desbalances
globales, habrían sido mucho menos severos y de mucha menor importancia.
La evolución del ingreso personal provee la mejor pista a uno de los desafíos macroeconómicos
más importantes que enfrenta China actualmente; la baja cuota que representa el consumo doméstico
en el PIB. Debido a que el sistema financiero chino está organizado para financiar la oferta, no la
demanda, el consumo doméstico solo puede ser financiado por el ingreso personal y no por
préstamos personales. Una desaceleración en el crecimiento del ingreso personal inevitablemente
llevará a una desaceleración en el crecimiento del consumo personal. Esta dinámica se ilustra en la
figura 8 que muestra el consumo doméstico final en tanto que cuota para el PIB chino desde 1980 a
2012. Nótese el quiebre en la información alrededor del año 1990. Antes de 1989 el porcentaje
del PIB
como consumo doméstico se mantuvo alrededor del 50% durante la década del ochenta. El punto
más bajo ocurrió el 2009, cuando su porcentaje solo correspondía al 35% pero a partir de entonces
empezó a crecer lentamente, aumentando las esperanzas en que China iría a rebalancearse en
función de mayor consumo. Esta esperanza se estropeo en 2012 cuando su cuota volvió a bajar.
Muy significativamente el 2012 tanto la cuota de consumo del PIB como la tasa del crecimiento del
PIB empezaron a declinar simultáneamente. Esta es una señal preocupante. Muestra que las
inversiones han llegado a un claro punto de retornos disminuidos y que la economía china podría
haber entrado a un período completamente nuevo en el cual la economía se aleje de este
intercambio de crecimiento vis-à-vis balance, i.e., crecimiento rápido a costa del balance correcto de
la economía, o viceversa. Ahora es posible tener simultáneamente ambas, una desaceleración del
crecimiento y una estructura de la economía empeorando.
Figura 8: Gasto por consumo doméstico final en China (expresado como % del PIB)

Fuente: Indicadores del desarrollo global por el Banco Mundial.

Conclusión

En 2012 un nuevo liderazgo tomó las riendas del país. El presidente Xi Jinping asumió su posición
en una época en la que la tasa de crecimiento del PIB empezó a desacelerarse y la proporción del
PIB correspondiente al consumo doméstico estaba declinando. Esta es la situación que Xi Jinping y
sus colegas han heredado de sus predecesores.
Ya a cuatro años de su liderazgo somos capaces de formular algunos juicios iniciales respecto a lo
que el gobierno de Xi pretende hacer respecto al modelo de crecimiento chino de capitalismo de
Estado. El comunicado del Tercer Pleno del 18 Congreso del Partido ha sido ampliamente debatido
y comentado. Una lectura minuciosa de aquel documento levanta tres posibles interpretaciones. Una
es que el liderazgo de Xi Jinping ha apoyado las bases de una reforma que es por lejos mucho más
comprehensiva y completa que los documentos de la reforma previa. El documento cubre nada
menos que 26 áreas de políticas, pasando por economía, educación y milicia. La segunda
interpretación es que el gobierno de Xi ha rechazado explícitamente reformar o atenuar los pilares
institucionales del modelo de capitalismo de Estado -i.e., las empresas de propiedad estatal y el
poder absoluto del Partido Comunista Chino. Así, podemos saber que el gobierno de Xi Jinping
tiene una visión intelectual para reformar, pero también sabemos que no ha apoyado los dos caminos
hacia la realización de esta visión -i.e., reformar las empresas de propiedad estatal, así como las
políticas chinas.
Una tercera interpretación es que el comunicado presenta una serie de visiones a largo plazo, no
planes de acción a corto plazo. Muchas de las reformas están puestas contra un plazo de realización
impuesto para el año 2020. Una manera de interpretar esta fecha tope es que el gobierno de Xi
Jinping no cree que los desafíos que enfrenta China presenten riesgos inminentes, una postura
que se ve enfrentada con el hecho de que la economía China hoy en día se encuentra
profundamente endeudada y es peligrosamente adicta a la burbuja del mercado inmobiliario como
manera de reducir su sobrecapacidad.
Mientras muchos analistas han equiparado el comunicado del Tercer Plano del 18 Congreso del
Partido con el Tercer Pleno del 11 Congreso del Partido de 1978, el documento realmente
revolucionario que lanzó las reformas rurales transformadoras en China durante los años ochenta,
de hecho, hay más diferencias que similitudes. Dos diferencias resaltan. Primero, el comunicado de
1973 es un programa de acción a corto plazo que gatilló lo que los economistas han llamado
“reformas endógenas”, i.e., reforma en un área - específicamente la agricultura- que llevaría a
reformas a reformas en muchas otras áreas. El comunicado del 2013 contiene una larguísima lista de
cajón de elementos básicos para la construcción de una economía de mercado, pero es notoriamente
muda respecto a alguna estrategia para mover la economía china desde su actual modelo de
capitalismo de Estado a uno que se asemeje a una economía de mercado. El documento no es un
llamado a la acción.
La segunda diferencia son las razones dadas para las reformas en ambos comunicados. El
comunicado de 1978 era directo y explícito. El documento entra en gran detalle respecto a la
discusión de los problemas que enfrenta la economía china tales como el estancamiento y la
ineficiencia de la agricultura. Esto no ocurre en el comunicado del 2013. Lo que es destacable de
este es que las visiones aparentemente radicales para la economía china presentados en el
documento están completamente desconectadas de las realidades de la economía real del día a día.
El documento no provee ningún motivo por el cual China necesita las reformas radicales trazadas en
el documento y no provee ninguna discusión detallada de los enormes desafíos económicos y
sociales. Es un poco como si un médico, el cual después de prescribir un trasplante de órganos, una
cirugía y una quimioterapia declarase “aparte de eso, estás excelente de salud”.
Aparte de la incertidumbre sobre el futuro de la dirección de las políticas económicas chinas, lo que
es más preocupante es el estado de las políticas chinas. El pilar fundamental del capitalismo de
estado es el monopolio político del Partido Comunista Chino. A cuatro años de iniciado su primer
período (el cual terminó en 2017), es abundantemente claro que Xi ha asignado el mayor peso a la
protección, perpetuación e incluso el fortalecimiento de los controles monopolísticos del Partido
Comunista Chino. La desconexión entre el aparentemente retórico rechazo del modelo de
capitalismo de Estado en el comunicado del Tercer Pleno y las numerosas acciones y medidas que
se han tomado desde el 2012 para consolidar el poder del Partido Comunista Chino son
verdaderamente discordantes.
En el momento en que me encuentro escribiendo este ensayo las noticias provenientes de China
tratan sobre la bifurcación en el reavalúo de activos inmobiliarios -en las ciudades de primera clase
tales como Shanghái y Shenzhen los precios de las propiedades están subiendo rápidamente
(alimentados por políticas monetarias y crediticias relajadas) y en las ciudades de segunda o tercera
categoría los precios de las propiedades son o suaves o en declive. El gobierno chino es adicto a
políticas que hacen relativamente poco a la economía real excepto por inflar los precios de las
propiedades (incluyendo los precios del mercado de valores en 2014 y la primera mitad del 2015).
Esto es clara evidencia de que este gobierno prefiere apoyarse en artilugios políticos llamativos más
que reformas genuinas enfocadas en lidiar con los desafíos que van emergiendo.
La bifurcación en los precios inmobiliarios, sin embargo, es una señal de que esta política solo es
capaz de lograr los propósitos propuestos en un pequeño número de lugares (tales como un puñado
de ciudades de primera categoría). La falta de respuesta de parte del resto del país señala los riesgos
de un desenvolvimiento indisciplinado del modelo de capitalismo de Estado. El capitalismo de
Estado depende de dos fuerzas económicas para su éxito: 1) una fuerte demanda externa y, 2) una
fuerte demanda inmobiliaria. La crisis financiera del 2008 acabó con la primera y los fundamentos
económicos chinos fuera de control serán el fin de la segunda. A pesar de las altas expectativas,
hasta ahora el gobierno de Xi Jinping solo ha mostrado un compromiso altamente retórico de
reformas. Es casi seguro que el capitalismo de Estado acabará bajó la supervisión de Xi Jinping,
posiblemente bajo su segundo mandato (de 2017 a 2022), ya sea por una crisis o por una transición
gradual producida bajo reformas. Al momento de escribir este trabajo el escenario de la crisis se
encuentra más cerca en probabilidad que el escenario de las reformas.
48 The Annual Proceedings of the Wealth and Well-Being of Nations

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