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Las principales teorías que han intentado explicar lo que sucedió en los años treinta.
Dejando a un lado interpretaciones radicales sobre la crisis global del capitalismo y su
hundimiento, dos modelos fueron los protagonistas del debate en aquellos años. El primero tenía
como fundamento la teoría austriaca del ciclo económico, de acuerdo con la cual una política
monetaria en exceso expansiva habría hecho caer, de forma artificial, los tipos de interés; y esto
habría producido un desplazamiento de la inversión hacia procesos relativamente intensivos en
capital que sólo serían sostenibles con tipos de interés bajos. Un aumento de tipos o una
reducción de los fondos prestables tendrían como resultado inevitable una crisis, seguida por un
ajuste de la economía real.
Cuando a principios de los años sesenta Milton Friedman estudió la Gran Depresión, era
el modelo de Keynes el que, claramente, dominaba tanto el mundo de la teoría económica como
el de la política. Pero en este enfoque, había al menos dos elementos que eran inaceptables para
el profesor de Chicago. El primero, la idea de que la causa de la recesión fue una insuficiencia de
demanda efectiva, que sólo el Estado podía solucionar; el segundo, el hecho de que, en la política
económica keynesiana, el dinero desempeñaba un papel secundario, lo que chocaba abiertamente
con el modelo monetarista que él defendía. En su opinión, la auténtica causa de la depresión fue
la desastrosa política de la Reserva Federal, que permitió una fuerte caída de la oferta monetaria,
que tuvo efectos muy graves en los precios, la producción y el consumo (CABRILLO, 2016)
Desde el principio existió una línea de oposición a Keynes que cuestionó, desde diversos
ángulos y con intensidad creciente, la validez de la interpretación keynesiana sobre el
funcionamiento económico y su corolario: la eficacia (y la necesidad) de una política económica
orientada al mantenimiento de niveles de empleo aceptables y con capacidad para evitar las
fluctuaciones violentas de la actividad económica.
Para los monetaristas, oponerse al planteamiento keynesiano era un dictado de su
presupuesto ideológico básico: el liberalismo, que no concibe la intervención estatal más que
para garantizar la seguridad interna y externa del Estado, administrar justicia y realizar algunas
obras públicas de infraestructura económica esenciales para el desenvolvimiento de la economía.
En consecuencia, el mayor peso de la crítica al keynesianismo se enfocó a negar la validez del
concepto de no-neutralidad de la política de administración de la demanda (Lopes, 2010).
Sólo reglas monetarias permanentes y estables impiden a los políticos las manipulaciones
electorales
Bibliografía
CABRILLO, F. (11 de 07 de 2016). https://www.expansion.com:
https://www.expansion.com/directivos/2016/07/11/5783ca76ca47419d5d8b4589.html#:~
:text=Su%20modelo%20se%20basaba%20en,hacer%20que%20esta%20demanda
%20aumentara.
Lopes, T. M. (25 de 08 de 2010). Una guía moderna para el pensamiento económico. Una
introducción a las escuelas comparativas de pensamiento en economía :
https://www.academia.edu/3655159/Gu%C3%ADa_de_Historia_del_Pensamiento_Econ
%C3%B3mico