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Práctica II : EL CANTAR DE MÍO CID

Este fragmento pertenece a la obra titulada el Cantar de Mío Cid, de autoría


desconocida. Según los estudios de Montaner, se compuso entre finales del siglo XII y
principios del XIII. El manuscrito, que nos ha llegado, se trata de una copia de mitad del siglo
XIV (1325-1330), que a su vez es una copia de un manuscrito que realizó el copista Per
Abbat a principios del XIII (1207).

Esta obra pertenece al género de la épica. Este era el predilecto de la Antigüedad, ya


que su objetivo era crear sentimiento de pueblo, colectivo recordando los orígenes. Es por
esta razón, por la que las primeras obras de las diferentes culturas recurrieron a la épica
(Mahabharata, Gilgamesh, Odisea, Eneida…). Los textos épicos narran hechos históricos,
aunque no fielmente a la realidad, y hazañas de héroes. En cuanto a la épica castellana, que
tuvo su momento de esplendor entre los siglos XII y XIV (época en la que se compuso el
Cantar de Mío Cid), podemos decir que se caracterizaba por su historicidad, su sencillez
lingüística, el anisosilabismo (mismo número de sílabas en cada verso, frecuentemente
dieciséis), la asonancia en los versos y la preferencia por la verosimilitud realista. Nos han
llegado muy pocos textos de épica castellana y, los que nos han llegado, están incompletos
como el Cantar de Mío Cid o reconstruidos a base de crónicas posteriores como el Cantar de
la Condesa traidora.

En este pasaje se narra el momento en el que el Cid deja a su mujer, Ximena, y a sus
hijas, Elvira y Sol, en el monasterio de San Pedro de Cardeña donde está el abbat don
Sancho. En este momento, como se comenta en un verso del fragmento: <<Por malos
mestureros de tierra sodes echado>>, el Cid ha sido desterrado de Castilla debido a unas
acusaciones falsas de haber robado dinero difundidas por sus enemigos Garcí Odoñel y Asur
Gonzalez. Antes de llegar al monasterio donde dejará a su familia, llega a Burgos donde no es
bien recibido debido a las amenazas del rey y solo recibe la ayuda de su fiel amigo Alvar
Fañez. Después, engaña a unos judios, llamados Raquel e Vidas, y de ahí consigue algo de
dinero para poder subsistir hasta que consiga más. Entonces, llega el episodio que acontece
en el fragmento, aunque no sin antes haber rezado a Santa María antes de salir de Burgos. En
este, el Cid dejá a su familia con el abad don Sancho. Además de que la Iglesia es
independiente del rey y, por tanto, no sufriría ninguna represalia por parte de este, el abad
Sancho era un buen amigo del Cid y confiaba en él. A continuación de este fragmento, los
caminos del Cid y su familia se bifurcan. El Cid va en busca de aventuras y conquistas con
las que poder enriquecerse y enriquecer a sus vasallos.

En este fragmento se hace mención a dos tramas que van a ser muy importantes para
el desarrollo de la historia. La primera es la mención del destierro, que ocupará toda la línea
argumental del “Cantar del Destierro'' hasta que consigue el perdón del rey Alfonso. La
segunda es la promesa del Cid de casar a sus hijas de su propia mano. Esta promesa será el
pretexto para que siga habiendo historia después del “Cantar de Bodas'', en el que el rey casa
a las hijas del Cid con los infantes de Carrión. Después, en el “Cantar de la Afrenta de
Corpes”, se hará muy importante, ya que de esta manera, el Cid podrá alegar que la ofensa
cometida por los infantes de Carrión no ha sido a él sino al propio rey. Al final terminará
casando de su mano a sus hijas con los infantes de Navarra y Aragón.
En una primera lectura la obra podría parecer solo una alabación de la figura de
Rodrigo Díaz de Vivar. Sin embargo, hay un significado más oculto que pretende animar a la
baja nobleza a participar en la Reconquista y subrayar el papel de la alta nobleza. En la obra
se aprecia como los condes, enemigos del Cid, y los infantes de Carrión no hacen más que
merodear alrededor del rey sin conquistar ni aportar nada a la Corona.

Los personajes principales de este fragmento son : Ximena, las hijas del Cid, Elvira y
Sol y el Cid. Ximena es la mujer del Cid y sigue el comportamiento propio de una mujer
medieval: sumisa, obediente, ama a su marido… Las hijas del Cid, Elvira y Sol, que aunque
no intervienen en la conversación sí son nombradas, imitan el comportamiento sumiso y
obediente de su madre, van a aceptar ambos matrimonios sin ninguna pega e, incluso, van a
preferir que les corten la cabeza antes de perjudicar el honor de su padre. Por último, el Cid
se presenta en la historia casi como un héroe: valiente ( tanto que asusta a los leones), muy
racional ( en vez de matar directamente a los infantes acude al rey) y un gran conquistador
( en un breve espacio de tiempo ya es dueño de Valencia). No obstante, es un héroe humano,
que se emociona (<< llora de los ojos, tan fuertemientre sospira >>), quiere a su mujer y a sus
hijas (<< llegolas al coraçón, ca mucho las quería >>), se preocupa por sus vasallos y
amigos…

En este fragmento se puede apreciar características propias de la épica castellana : el


lenguaje sencillo, no hay metáforas ni latinismos; los versos son de arte mayor y todos
comprenden entre catorce y dieciocho sílabas; la rima es asonante ( llegando, amos) y todo lo
que aparece es completamente verosímil. Además de las características formales, podemos
comentar los dos nombres utilizados para referirse al Cid, que son utilizados a lo largo de
toda la obra, estos son: : << en ora buena fuestes nado>> y << la barba velida >>. En la Edad
Media la barba era símbolo de valentía y sabiduría, y que te la tocasen era una completa
humillación, es de esta manera como el Cid se gana la enemistad de Garcí Ordoñez.

El Cantar de Mío Cid no tiene fuentes, pues las que los literatos habían pensado son
posteriores a la composición del Cid. Sin embargo, aunque estás no influyeran al Cid, sí
guardan mucha relación con dicha obra pues el protagonista es el mismo. Una de estas es La
Historia Roderici, contemporánea al Cid y escrita en latín, se trata de una crónica que narra,
de manera más fiel a la historia, lo que le aconteció a Rodrigo. La otra es Carmen
Campidoctoris que se trata de un himno panegírico latino que elogia al Cid. Otras obras que
tratan sobre la figura del Cid o en las que aparece son: las Mocedades de Rodrigo y el Cantar
de Sancho II, en ambas obras se muestra un Cid diferente al del cantar. Las Mocedades de
Rodrigo, compuesta después del Cantar de Mío Cid, narra la juventud del Cid pero
incluyendo elementos fantásticos y legendarios para mitificar la figura del Cid. Mientras, en
el Cantar de Sancho II, donde aparece solo en una de las dos versiones y en el episodio de la
Jura de Santa Gadea, hace jurar al rey Alfonso que no había sido culpable de la muerte de su
hermano y rey, Sancho. Por último, a pesar de no tener fuentes directas de otras obras, sí que
se aprecia la influencia de otras épicas europeas. Por ejemplo, la escena en la que el Cid hace
contemplar a su mujer, desde lo alto del alcázar, la batalla contra Yusuf es de influencia
alemana. Asimismo el poner nombres a las espadas que entrega a los infantes de Carrión
proviene de la épica francesa.

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