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Las hijas del Cid (1871). Autor: Dióscolo Teófilo Puebla. Museo del Prado (Madrid).
Manuel Machado
LENGUA Y ESTILO:
El poema está escrito pensando en el público que asistía a la representación del juglar. Ello
determina rasgos como los siguientes:
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castellana, su autor es anónimo y está compuesto alrededor del año 1200 y fue copiado
en el siglo XIV por algún juglar para recordar el texto.
El mito del Cid posee, además de sus fuentes históricas, fuentes literarias
medievales árabes y cristianas. Las veremos a continuación:
Fuentes literarias árabes: quizá resulte paradójico, pero los textos más
antiguos sobre la figura de Rodrigo el Campeador son los árabes. Las
referencias al Cid en la mayoría de estas obras son ante todo negativas.
Pese a reconocer algunas de sus grandes cualidades, el Campeador era
para ellos un «tirano», un «maldito» y si escriben sobre él es por el gran
impacto que causó en su momento la pérdida de Valencia a manos del
Cid.
Fuentes literarias cristianas: diversos textos de la Edad Media en España
trataron la figura del Cid Campeador, tales como una biografía latina del
Campeador, Historia Roderici, y otros textos en lenguas vernáculas
como el Poema de Almería o el Cantar de Sancho II. Estos textos fueron
los que verdaderamente convirtieron en personaje literario al personaje
ESTRUCTURA:
La versificación de los cantares es irregular, pero predominan los versos de catorce y dieciséis
sílabas, la rima es asonante. El léxico es sencillo. Este poema está formado por más de tres mil setecientos
versos copiados en un manuscrito. Cada uno de los versos está compuesto de dos hemistiquios que
dividen al verso en dos partes.
El poema está dividido en tres cantares:
CANTAR II. LAS BODAS DE LAS HIJAS DEL CID: el Cid conquista Valencia y manda
presentes al rey, al que solicita que sus hijas y su mujer vayan a su lado.
Los infantes de Carrión ambicionan las riquezas de Cid y para lograr hacerlas suyas
solicitan a sus hijas en matrimonio. El rey pide al Campeador que acceda al matrimonio. Él
accede con recelo.
CANTAR III. LA AFRENTA DE CORPES: los infantes piden permiso al Cid para llevarse a
sus esposas a Carrión y en el camino, justo en el robledal de Corpes, las desnudan, las flagelan y
las abandonan a su suerte. Un hombre del Cid, que las había acompañado hasta cerca del
robledal, sospecha de los infantes y regresa para buscarlas. Las encuentra en pésimo estado.
El Cid al enterarse pide justicia al rey, el cual convoca a las cortes de Toledo, exige que
se le devuelvan las dotes y las espadas Tizona y Colada.
Los infantes son retados a duelo llamándoles cobarde, son derrotados y las hijas del Cid
se casan con los infantes de Navarra y Aragón.
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histórico del Cid, proyectándolo hacia el futuro. Entre todos ellos, se
señala con gran fuerza el Cantar de Mio Cid.
2. Presencia del mito del Cid en textos literarios, obras pictóricas, musicales,
cinematográficas…
Influencia literaria.
Hasta el siglo XIV, la vida del Cid fue fabulada en forma de epopeya, pero cada
vez con más atención a su juventud, imaginada con mucha libertad creadora. A partir
del siglo XV, se va perpetuando la leyenda popular del héroe asentada sobre todo en el
ciclo del romancero dedicado al Cid. Su juventud y sus amores con Jimena fueron
desarrollados en numerosos romances. Del mismo modo, se añadieron en los romances
episodios que le retrataban como un piadoso caballero cristiano. El personaje se va
configurando, de ese modo, como perfecto amante y ejemplo de piedad cristiana.
Todos estos pasajes formarán la base de las comedias del Siglo de Oro que
tomaron al Cid como protagonista:
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a) Las almenas de Toro, de Lope de Vega.
b) La más destacada: Las mocedades del Cid, obra teatral escrita por Guillén de
Castro entre 1605 y 1615 de carácter histórico-legendario, inspirada en el ciclo
de romances sobre el Cid, cuyo tema principal es la gestación del héroe desde su
mocedad hasta el máximo encumbramiento como gran guerrero, buen vasallo,
perfecto cristiano y amante e hijo ejemplar.
Esta obra gozó de difusión universal gracias a la versión que de ella hizo el
dramaturgo clásico francés Pierre Corneille en Le Cid en 1636. El autor sigue de
cerca la trama de Las mocedades, plagiando versos enteros del autor español. La
tragedia de Corneille ha sido el punto de partida de posteriores recreaciones
literarias y fílmicas.
[Ya en el siglo XIX, los románticos recogieron con entusiasmo la figura del Cid
siguiendo el romancero y las comedias barrocas. Así, tenemos las obras teatrales La
jura de Santa Gadea, de Harzenbusch y La leyenda del Cid, de Zorrilla.
En el siglo XX, Eduardo Marquina estrena la obra teatral Las hijas del Cid,
dentro del movimiento modernista]. También aparecen versiones modernas del
Cantar de Mio Cid, como las que realizaron el poeta Pedro Salinas y el novelista
Camilo José Cela.
Cine y televisión
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La versión cinematográfica más reciente es del año 2003. Se trata de la película de
animación titulada El Cid: la Leyenda.
Cartel de la versión cinematográfica española de animación, dirigida por José Pozo, de 2003.