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Tema II.2.

El Cid: descripción del mito universal y su presencia en textos literarios, obras


pictóricas, musicales, cinematográficas…

Las hijas del Cid (1871). Autor: Dióscolo Teófilo Puebla. Museo del Prado (Madrid).

El ciego sol, la sed y la fatiga.

Por la terrible estepa castellana,

al destierro con doce de los suyos

-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.

Manuel Machado

1. Descripción del mito universal

Este mito se forja a partir de diversos textos literarios que se inspiran en un


personaje histórico de la Edad Media castellana: el Cid Campeador, destacando entre
todos esos textos el Cantar de Mio Cid. Esta obra1 se enmarca en la épica medieval
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Las narraciones medievales están versificadas y eran divulgadas por los juglares. Tratan de
temas de guerreros y el héroe es el caballero cuyos rasgos suelen ser de lealtad, valentía, sentido de la
justicia, religiosidad, defensa del débil, origen noble y amor a los suyos y a su tierra. La historia del
caballero es una sucesión de aventuras y contratiempos que ponen a prueba su valor.

LENGUA Y ESTILO:

El poema está escrito pensando en el público que asistía a la representación del juglar. Ello
determina rasgos como los siguientes:

- Frecuentes invocaciones a los oyentes, con el fin de mantener su atención.


- Expresiones exclamativas como si el juglar hablara familiarmente con el público.
- Supresión abundante del verbo que introduce lo que dicen los personajes.

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castellana, su autor es anónimo y está compuesto alrededor del año 1200 y fue copiado
en el siglo XIV por algún juglar para recordar el texto.

El mito del Cid posee, además de sus fuentes históricas, fuentes literarias
medievales árabes y cristianas. Las veremos a continuación:

 Fuentes literarias árabes: quizá resulte paradójico, pero los textos más
antiguos sobre la figura de Rodrigo el Campeador son los árabes. Las
referencias al Cid en la mayoría de estas obras son ante todo negativas.
Pese a reconocer algunas de sus grandes cualidades, el Campeador era
para ellos un «tirano», un «maldito» y si escriben sobre él es por el gran
impacto que causó en su momento la pérdida de Valencia a manos del
Cid.
 Fuentes literarias cristianas: diversos textos de la Edad Media en España
trataron la figura del Cid Campeador, tales como una biografía latina del
Campeador, Historia Roderici, y otros textos en lenguas vernáculas
como el Poema de Almería o el Cantar de Sancho II. Estos textos fueron
los que verdaderamente convirtieron en personaje literario al personaje

El lenguaje es el castellano de la época, con ciertos dialectalismos y arcaísmos propios del


idioma poético. Algunos versos reproducen fórmulas características del estilo épico: epítetos,
repeticiones, enumeraciones, etc.

ESTRUCTURA:

La versificación de los cantares es irregular, pero predominan los versos de catorce y dieciséis
sílabas, la rima es asonante. El léxico es sencillo. Este poema está formado por más de tres mil setecientos
versos copiados en un manuscrito. Cada uno de los versos está compuesto de dos hemistiquios que
dividen al verso en dos partes.
El poema está dividido en tres cantares:

 CANTAR I. EL DESTIERRO: el Cid es acusado de falta de honradez, por lo cual es desterrado


por el rey Alfonso VI de Castilla. El Cid se va con algunos guerreros que le son fieles a Burgos.
En los pueblos por donde pasa nadie le quiere dar posada por no provocar al rey.
Para pagar a sus soldados obtiene dinero engañando a los judíos Roque y Vidas,
dándoles dos cofres llenos de arena haciéndoles creer que eran joyas. En su peregrinar el Cid
lucha y reconquista Castellón y Alcocer, en poder de los moros.

 CANTAR II. LAS BODAS DE LAS HIJAS DEL CID: el Cid conquista Valencia y manda
presentes al rey, al que solicita que sus hijas y su mujer vayan a su lado.
Los infantes de Carrión ambicionan las riquezas de Cid y para lograr hacerlas suyas
solicitan a sus hijas en matrimonio. El rey pide al Campeador que acceda al matrimonio. Él
accede con recelo.

 CANTAR III. LA AFRENTA DE CORPES: los infantes piden permiso al Cid para llevarse a
sus esposas a Carrión y en el camino, justo en el robledal de Corpes, las desnudan, las flagelan y
las abandonan a su suerte. Un hombre del Cid, que las había acompañado hasta cerca del
robledal, sospecha de los infantes y regresa para buscarlas. Las encuentra en pésimo estado.
El Cid al enterarse pide justicia al rey, el cual convoca a las cortes de Toledo, exige que
se le devuelvan las dotes y las espadas Tizona y Colada.
Los infantes son retados a duelo llamándoles cobarde, son derrotados y las hijas del Cid
se casan con los infantes de Navarra y Aragón.

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histórico del Cid, proyectándolo hacia el futuro. Entre todos ellos, se
señala con gran fuerza el Cantar de Mio Cid.

En el Cantar de Mio Cid, se presenta a Rodrigo Díaz de Vivar, como un personaje


virtuoso, con piedad religiosa y amor por su familia y un valeroso guerrero. Se nos
muestra como un gran héroe que supera su destierro haciendo lo posible y lo imposible
por volver a gozar de la confianza del rey. En torno a este personaje, tenemos al del rey
Alfonso, quien le destierra y más adelante lo perdona; Doña Jimena, esposa del Cid;
Minaya (Álvar Fáñez), valeroso militar al servicio del Cid y fiel compañero; Doña
Elvira y Doña Sol, hijas del Cid y de Doña Jimena; y los infantes de Carrión, quien se
desposan con éstas y más adelante las ultrajan, siendo castigados por ello.
Como mito universal, el Cid ha encarnado durante siglos todas las virtudes y
también todos los defectos de su pueblo. Es el héroe modelo del ideal caballeresco
según se concibió en la Edad Media. En el Cantar de Mio Cid se perfila para el
personaje un tipo de heroísmo que, sin despojarle de su valor individual, toma una
personalidad luminosa, genial y atractiva que le convierte en símbolo representativo y
en la figura mítica de toda una literatura.
Muy por encima de lo que han escrito sus historiadores contemporáneos, la
figura célebre del Cid no podrá ser nunca la de un santo, ni tampoco la de un rufián o
forajido, ya que ni lo uno ni lo otro podrían ser el resultado de la epopeya genial de un
pueblo. Es, por tanto, un mito que en sus luces y sombras se torna complejo, como un
humano. De todos los mitos que la literatura castellana aportó a la universal, sin duda es
el del Cid uno de los más trascendentes, convirtiéndose el héroe no solo en un ser de
ficción, sino entroncándose como una figura representativa de todo un pueblo y una
cultura. Es algo excepcional que podamos conocer con tanto detalle la vida de Rodrigo
el Campeador, y no es menos extraordinario el éxito del Cid como personaje literario.
Desde sus propios días hasta ahora mismo, su figura no ha dejado de inspirar toda suerte
de manifestaciones artísticas, literarias principalmente, pero también plásticas,
musicales y cinematográficas.

2. Presencia del mito del Cid en textos literarios, obras pictóricas, musicales,
cinematográficas…

Influencia literaria.

Hasta el siglo XIV, la vida del Cid fue fabulada en forma de epopeya, pero cada
vez con más atención a su juventud, imaginada con mucha libertad creadora. A partir
del siglo XV, se va perpetuando la leyenda popular del héroe asentada sobre todo en el
ciclo del romancero dedicado al Cid. Su juventud y sus amores con Jimena fueron
desarrollados en numerosos romances. Del mismo modo, se añadieron en los romances
episodios que le retrataban como un piadoso caballero cristiano. El personaje se va
configurando, de ese modo, como perfecto amante y ejemplo de piedad cristiana.
Todos estos pasajes formarán la base de las comedias del Siglo de Oro que
tomaron al Cid como protagonista:

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a) Las almenas de Toro, de Lope de Vega.

b) La más destacada: Las mocedades del Cid, obra teatral escrita por Guillén de
Castro entre 1605 y 1615 de carácter histórico-legendario, inspirada en el ciclo
de romances sobre el Cid, cuyo tema principal es la gestación del héroe desde su
mocedad hasta el máximo encumbramiento como gran guerrero, buen vasallo,
perfecto cristiano y amante e hijo ejemplar.

Esta obra gozó de difusión universal gracias a la versión que de ella hizo el
dramaturgo clásico francés Pierre Corneille en Le Cid en 1636. El autor sigue de
cerca la trama de Las mocedades, plagiando versos enteros del autor español. La
tragedia de Corneille ha sido el punto de partida de posteriores recreaciones
literarias y fílmicas.

[Ya en el siglo XIX, los románticos recogieron con entusiasmo la figura del Cid
siguiendo el romancero y las comedias barrocas. Así, tenemos las obras teatrales La
jura de Santa Gadea, de Harzenbusch y La leyenda del Cid, de Zorrilla.

En el siglo XX, Eduardo Marquina estrena la obra teatral Las hijas del Cid,
dentro del movimiento modernista]. También aparecen versiones modernas del
Cantar de Mio Cid, como las que realizaron el poeta Pedro Salinas y el novelista
Camilo José Cela.

Influencia en las artes plásticas

En el ámbito de las artes plásticas, en el siglo XIX, diversos pintores españoles


eligen a la figura del Cid como tema para sus lienzos. Entre ellos destaca Dióscolo
Teófilo Puebla, quien pintó en 1871 un lienzo que presenta el episodio del ultraje que
sufrieron las hijas del Cid Campeador por parte de los condes de Carrión tras su
matrimonio. El tema era una excusa perfecta para que los pintores de historia probaran
su habilidad con el desnudo femenino, exhibiendo Puebla su facilidad para la anatomía
femenina dentro del más puro academicismo. El cuadro se exhibe en el museo del Prado
y se titula Hijas del Cid.

Cine y televisión

Ha habido diferentes versiones cinematográficas, la más destacada y popular es El


Cid, estrenada en 1961. Fue dirigida por Anthony Mann y protagonizada por Charlton
Heston y Sophia Loren. Se trata de una superproducción histórica rodada en España. La
película presenta al Cid de la leyenda antes que al de la Historia, y se inspira más en Las
mocedades del Cid, de Guillén de Castro, y en Le Cid, de Corneille, que en el cantar de
gesta.

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La versión cinematográfica más reciente es del año 2003. Se trata de la película de
animación titulada El Cid: la Leyenda.

En el ya mítico programa de Televisión Española Estudio 1 (versiones para


televisión de obras teatrales), se realizaron adaptaciones de obras teatrales inspiradas en
El Cid.

Por último, y trasladándonos a otra disciplina artística, la música, mencionaremos la


ópera Le Cid, de Jules Massenet (siglo XIX), basada en la obra teatral homónima de
Corneille; así como la trilogía de ópera inspirada en la figura del Cid, compuesta en el
siglo XX por Manuel Manrique de Lara, un wagneriano español.

Cartel de la versión cinematográfica dirigida por Anthony Mann en 1961.

Cartel de la versión cinematográfica española de animación, dirigida por José Pozo, de 2003.

Monumento al Cid situado en la ciudad de Burgos.

(De arriba abajo y de izquierda a derecha).

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