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LICENCIATURA EN DERECHO

7º Tetra
MATERIA: DERECHO CIVIL IV.
ALUMNO: Martín Landeros Apodaca.
MAESTRO: VALERIO JESUS
ALBERTO.
Resumen
Compendio del derecho civil III

La categoría de pariente es esencial en el derecho familiar, por la diversidad de


consecuencias jurídicas, que se presentan tanto en el parentesco consanguíneo
que es el principal, cuanto en la adopción o parentesco civil y en la afinidad que se
crea por virtud del matrimonio entre el marido y los parientes de su mujer y entre
ésta y los parientes de aquél.

En el parentesco se originan las relaciones específicas que impone la patria


potestad entre padres e hijos o, en su caso, entre abuelos y nietos. Por
consiguiente, se destacan aquí sujetos especiales del derecho familiar que deben
diferenciarse de los parientes en general, pues los derechos y obligaciones que se
originan por la patria potestad, entre esa clase de sujetos, no son los mismos que
de una manera general determina el parentesco.

También debemos recalcar que la calidad de consortes o cónyuges es


importantísima en el derecho de familia, en virtud de que no sólo crea los sujetos
especiales del matrimonio, con el conjunto de derechos y obligaciones que
recíprocamente la ley les concede e impone, sino que además se proyecta sobre
los parientes legítimos y, especialmente, en las relaciones paterno-filiales.

La incapacidad de ciertos sujetos (menores no sujetos a patria potestad y mayores


de edad privados de inteligencia o afectados en sus facultades mentales) origina
que el derecho familiar regule relaciones específicas mediante la institución de la
tutela, creándose así, como nuevos sujetos, a los tutores e incapaces, con el
conjunto de derechos y obligaciones que después determinaremos al tratar de la
citada institución.

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En relación con la tutela misma se hace necesaria la intervención de otros sujetos
que cumplen funciones especiales, como lo son los curadores, los consejos
locales de tutela y los jueces pupilares a que ya nos hemos referido al tratar del
problema político en el derecho familiar, es decir, de la intervención del Estado en
la organización jurídica de la familia.

Los derechos subjetivos familiares, se manifiestan en el matrimonio, entre los


consortes; en las relaciones de parentesco, entre los parientes por
consanguinidad, afinidad y adopción; en las relaciones específicas de la patria
potestad entre padres e hijos, abuelos y nietos; así como en todas las
consecuencias generales de la filiación legítima y natural.

También encontramos derechos subjetivos familiares en el régimen de la tutela


como una institución que puede ser auxiliar de la patria potestad o independiente
de la misma. Las sanciones propias del derecho familiar, como otras formas de
conducta que constituyen objetos directos del mismo, generalmente consisten,
para los actos jurídicos, en la inexistencia y nulidad; pero también en la revocación
y en la rescisión.

El divorcio constituye un tipo de rescisión especial del derecho de familia, dado


que, en su forma última, que reconoce el Código Civil vigente, implica no la
separación de cuerpos, como en el antiguo sistema, sino la 'disolución del
matrimonio o vínculo conyugal.

Los derechos subjetivos familiares, se clasifican tomando en cuenta el interés


público y privado que existe en su constitución y ejercicio. Los derechos familiares
de interés público son los que principalmente organiza el derecho objetivo de
familia, tanto en las relaciones conyugales como en las que nacen del parentesco,
la patria potestad o la tutela.

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Por lo que hace a los Derechos familiares transmisibles e intransmisible, debemos
considerar que todos los derechos familiares que no tienen carácter patrimonial
son intransmisibles en virtud de que se conceden en consideración a la persona
del titular o a la especial relación jurídica que se constituye.

Por lo tanto, en los derechos conyugales no cabe transferencia alguna, ni aun en


los de carácter patrimonial, como después indicaremos; en los derechos
inherentes a la patria potestad, a la tutela o al parentesco, existen las dos
circunstancias antes indicadas, es decir, se conceden tanto en consideración a la
persona del titular, como atendiendo a la naturaleza misma de la relación jurídica
de potestad, de tutela o de parentesco, por consiguiente, son también derechos
intransmisibles.

Los derechos inherentes a la patria potestad y a la tutela se caracterizan como


temporales debido a que se confieren sólo durante la menor edad de las
incapaces o bien durante el tiempo que dure la interdicción de los mayores
sujetos- a tutela, la emancipación de los menores extingue tales derechos.

Sin embargo, en el matrimonio y en el parentesco, los derechos familiares tienen


el carácter de vitalicios, pues se conceden durante la vida del cónyuge o del
pariente respectivo. En los sistemas que admiten el divorcio o la ruptura absoluta
del vínculo conyugal, los derechos familiares pueden tener la característica de
temporales. En el Matrimonio las facultades de cada consorte tendrán el carácter
de vitalicias.

Hablemos ahora de los derechos familiares extramatrimoniales, que se


caracterizan como irrenunciables, pero puede haber excusa para desempeñar
respectivamente la patria potestad, la tutela o la curatela. En las relaciones
conyugales, no cabe la renuncia de ninguna de las facultades que origina el

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matrimonio, de tal manera que cualquiera estipulación en ese sentido carecerá de
efectos jurídicos.

Por lo que hace, a los derechos patrimoniales, la facultad de exigir alimentos se


caracteriza como irrenunciable, pero entendida como derecho a los alimentos en
el futuro, no a las pensiones ya causadas, pues respecto a éstas si cabe que el
acreedor alimentista renuncie a dichas pensiones.

El artículo 2949 previene que: "Es válida la transacción sobre los derechos
pecuniarios que de la declaración de estado civil pudieran deducirse a favor de
una persona; paz-o la transacción, en tal caso, no importa la adquisición del
estado". No obstante, el alcance general del precepto transcrito se reduce
sensiblemente en sus aplicaciones prácticas, toda vez que en materia de
alimentos se prohíbe expresamente la transacción en los artículos 321 y 2950,
fracción V, permitiéndose sólo en el artículo 2951 cuando versa sobre las
cantidades ya causadas, es decir, las que ya son debidas por alimentos.

Todos los derechos conyugales terminan con la muerte de uno de los cónyuges,
pero en cuanto a la facultad para heredar en la sucesión legítima, como cónyuge
supérstite, la ley reconoce expresamente esta posibilidad, permitiendo en el
artículo 1624 que concurra a la herencia con los descendientes del de cujus y
reciba la misma parte que correspondería a un hijo, siempre y cuando carezca de
bienes o los que tenga al morir el autor de la sucesión no igualen a la porción que
a cada hijo deba corresponder.

Los derechos derivados del parentesco se extinguen necesariamente con la


muerte del titular, aun en sus consecuencias patrimoniales relativas a alimentos.
Sólo en materia hereditaria encontramos una modalidad en la herencia por
estirpes. En los alimentos, no cabe la posibilidad de que se transmitan

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hereditariamente, pues este derecho se concede sólo a la persona del titular y en
razón de sus necesidades individuales.

En el derecho privado es fundamental la teoría del negocio jurídico, de tal suerte


que constituye la base de la mayor parte de las instituciones. Puede afirmarse que
gran parte del edificio jurídico de carácter patrimonial depende exclusivamente de
la autonomía de la voluntad para la libre consecución de propósitos individuales.
En consecuencia, este dato sería suficiente para dudar a priori de que la teoría del
negocio jurídico sea aplicable al derecho de familia.

En la representación en los actos jurídicos del derecho de familia, se admite como


principio la improcedencia de esta institución, que se acepta en el derecho privado
como una consecuencia de la autonomía de la voluntad; pero en el derecho de
familia, propiamente no es que exista una representación legal, sino una función
orgánica para los casos que ya antes se enumeran.

Podemos distinguir en términos generales las sanciones del derecho privado y las
sediciones del derecho público. Las sanciones del 'derecho privado comprenden
las distintas formas antes enunciadas. Por consiguiente, no obstante, las
características que tiene el derecho familiar y el indiscutible interés público que
existe en sus. normas e instituciones, las sanciones que regula pertenecen a las
grandes categorías del derecho privado. inexistencia es una sanción que tiene por
objeto declarar que un acto jurídico carece de sus elementos esenciales y, por lo
tanto, es "la nada" para los efectos del derecho.

Es decir, se desconoce toda existencia al acto jurídico y se le priva totalmente de


efectos en virtud de que le falta al mismo un elemento esencial o de definición, sin
el cual no puede concebirse siquiera. nulidad ha sido considerada como la sanción
perfecta del derecho, en virtud de que tiene por objeto privar de efectos y
consecuencias al acto jurídico. Desde el momento en que la ley destruye con

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carácter retroactivo todas las consecuencias que pudo haber producido un acto
nulo, se considera que existe una sanción perfecta, pues el derecho impide que
tenga eficacia el acto contrario a la ley.
La revocación puede tener dos aspectos como sanción cuando una de las partes
está facultada para dejar sin efectos un acto jurídico o bien como un simple
acuerdo entre los interesados para destruir, por mutuo disenso, todas las
consecuencias de un acto jurídico. La revocación como sanción jurídica está
reconocida en el derecho de familia tratándose de la adopción, pues el artículo
405 permite que, por ingratitud del adoptado, el adoptante exija judicialmente que
se declare por sentencia la revocación. En el artículo 406 se precisan los casos de
ingratitud que comprenden diversos hechos ilícitos. En cambio, la fracción 1 del
artículo 405 se refiere a un caso de revocación por mutuo disenso que no tiene las
características de una sanción jurídica.

Respecto al curador, el artículo 626 enumera sus obligaciones consistentes en


defender los derechos del incapacitado en juicio o fuera de él; vigilar la conducta
del tutor y poner en conocimiento de las autoridades todo aquello que considere
que puede ser dañoso al incapaz; dar aviso al propio juez para que se haga el
nombramiento del tutor cuando éste faltare o abandonare el cargo, el
incumplimiento de estas obligaciones se sanciona de acuerdo con el artículo 627
con el pago de los daños y perjuicios que se causen al incapaz.

La ejecución forzada se refiere en general al embargo de bienes de todo aquel


que resulte condenado en juicio; también puede imponerse como acto inicial del
mismo en los casos en que proceda la vía ejecutiva o como diligencia prejudicial,
cuando hubiere temor de que el deudor oculte o enajene sus bienes. En el
derecho familiar existe también la ejecución forzada, supuesto que se presentan
casos en los que es necesario proceder al embargo de bienes del deudor o del
sujeto responsable de los daños y perjuicios causados, según hemos explicado
anteriormente.

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Respecto a las causas de divorció de la sociedad conyugal, habrán de tomarse en
cuenta las distintas situaciones que se presenten según las causas de divorcio,
nulidad del matrimonio, muerte de uno de los cónyuges, ausencia o disolución por
mutuo consentimiento de los consortes para dar término a la sociedad conyugal.

En el Código Civil vigente por los artículos 207 a 218, habla del régimen de
separación de bienes en el matrimonio y no ofrece graves problemas jurídicos
dada la simplicidad inherente al mismo sistema de separación de los bienes, las
capitulaciones de separación de bienes no requieren escritura pública para su
validez (artículo 210), siempre y cuando se hayan pactado antes de la celebración
del matrimonio, bastando por consiguiente el documento privado en el cual se
consigne el convenio que se debe acompañar a la solicitud del matrimonio según
los términos del artículo 99, fracción V.

De acuerdo con lo antes expuesto, cabe la posibilidad de que los cónyuges pacten
el sistema de sociedad conyugal para ciertos bienes y el de separación para otros
o bien, que hasta cierta época de la vida matrimonial haya regido un sistema y
después principie otro. En esta última hipótesis, propiamente no coexisten la
separación y la sociedad conyugal, pues simplemente se liquida un régimen para
dar nacimiento a otro.

De acuerdo con el principio reconocido por el artículo 311.- "Los alimentos han de
ser proporcionados a la posibilidad del que debe darlos y a la necesidad del que
debe recibirlos". El juez debe en cada caso concreto determinar esa proporción.
Desgraciadamente en México los tribunales han procedido con entera ligereza y
violando los principios elementales de humanidad al restringir de manera indebida
las pensiones generales de menores o de la esposa inocente en los casos de
divorcio. La regla contenida en el artículo 311 se ha interpretado con un franco

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criterio de protección para el deudor alimentario, traicionando el fin noble que se
propone la ley en esta institución.

Las obligaciones se consideran divisibles cuando su objeto puede cumplirse en


diferentes prestaciones; en cambio son indivisibles cuando sólo pueden ser
cumplidas en una prestación. Dice el artículo 2003: "Las obligaciones son
divisibles cuando tienen por objeto prestaciones susceptibles de cumplirse
parcialmente. Son indivisibles si las prestaciones no pudiesen ser cumplidas sino
por entero". Tratándose de los alimentos, expresamente en la ley se determina su
carácter divisible cuando existen diferentes sujetos obligados según los términos
de los artículos 312 y 313.

En el caso de que una sola persona sea la obligada, también la naturaleza de los
alimentos permite su división. En la doctrina se considera que la prestación
alimentaria no debe satisfacerse en especie sino en dinero, lo que permite dividir
su pago en días, semanas o meses.

El artículo 301 dispone: "La obligación de dar alimentos es recíproca. El que los da
tiene a su vez el derecho de pedirlos". En las demás obligaciones no existe esa
reciprocidad, pues un sujeto se caracteriza como pretensor y otro como obligado,
respecto de la misma prestación.

El artículo 103 consagra las formalidades que deberán observarse en la


celebración del matrimonio y en la redacción del acta correspondiente. Sólo se
exceptúa la solemnidad que exige la fracción VI del propio precepto, relativa al
consentimiento de los contrayentes, y a la declaratoria del Oficial del Registro
Civil, así como a la existencia misma del acta que deberá otorgarse por el citado
Oficial del Registro Civil y en el libro correspondiente, según previene el artículo
37. No todas las formalidades que consagra el artículo 103 son necesarias para la
validez del matrimonio, pues podrán omitirse algunos datos que por su importancia

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secundaria, indiscutiblemente no afectarán la validez de ese acto jurídico. Tales
serían, por ejemplo, el no mencionar la ocupación de los contrayentes, de sus
padres o abuelos, así como el omitir el estado, ocupación y domicilio de los
testigos, y su declaración sobre si son o no parientes de los contrayentes y en qué
grado.

Parentesco de afinidad en línea recta sin limitación alguna constituye, asimismo,


un impedimento dirimente para la celebración del matrimonio. Este impedimento
supone que el matrimonio que dio origen al citado parentesco de afinidad, se ha
disuelto por divorcio, por nulidad o por muerte de uno de los cónyuges. De otra
manera, si tal enlace subsistiera, habría bigamia con motivo del segundo
matrimonio. Por consiguiente, la ley se coloca en el supuesto de que no obstante
la disolución del primero, continúa el parentesco de afinidad sólo para el efecto de
constituir un impedimento entre uno de los ex cónyuges y los ascendientes o
descendientes del otro.

El consentimiento sigue las reglas generales de todos los contratos y, por lo tanto,
sólo diremos que en el caso específico consistirá en el acuerdo de voluntades
entre los pretendientes o consortes para crear una sociedad en cuanto a
determinados bienes. Es por lo tanto característica importante del consentimiento
la de constituir una sociedad, o sea, en términos jurídicos, crear una persona
moral. Dado el régimen de sociedad conyugal que se contiene en los artículos 183
a 206, por virtud del consentimiento para aportar determinados bienes se crea una
verdadera persona jurídica distinta de las personalidades de cada uno de los
consortes y con un patrimonio propio.

El articulo 189 no deja lugar a duda sobre el particular, pues conforme al mismo
las capitulaciones matrimoniales comprenden un activo y pasivo que viene a
constituir el patrimonio de la sociedad, con independencia absoluta del activo y
pasivo de cada uno de los consortes. Cabe la posibilidad de que el activo se limite

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a determinados bienes muebles e inmuebles o bien, que comprenda todos los
bienes de cada uno de los consortes El artículo 194 es el Único precepto que
viene a constituir una nota discordante dentro de todo el sistema regulado por el
Código para la sociedad conyugal.

En efecto, dice dicho precepto: "El dominio de los bienes comunes reside en
ambos cónyuges mientras subsista la sociedad". Ahora bien, tal artículo no puede
ser entendido en el sentido de que los bienes comunes constituyen una
copropiedad entre los cónyuges, pues aun cuando dice que el dominio reside en
ambos mientras subsista la sociedad, no puede tal locución impropia derogar todo
el régimen que de manera expresa se desprende de los artículos 183, 188 y 189
del Código Civil, en cuyos preceptos claramente no sólo se habla de una
sociedad, sino que se le caracteriza como persona jurídica distinta de las personas
físicas de los cónyuges y con un patrimonio propio.
La sociedad conyugal tiene por objeto directo el de constituir la persona moral a
que nos hemos referido, mediante la aportación de los bienes que constituyen el
activo de la misma y las deudas que integran su pasivo. El objeto indirecto está
representado por el conjunto de bienes presentes o futuros y por las deudas u
obligaciones que integran respectivamente el activo y pasivo de la sociedad. En
cuanto al activo, la sociedad puede comprender tanto bienes muebles como
inmuebles, corporales o incorporales (derechos). Los bienes de una y otra
naturaleza pueden ser presentes o futuros, es decir, los que existan en el
momento de celebrarse la sociedad y los que se adquieran después.
ce inmoral y escandaloso sostener que el concubinato con determinadas
condiciones surta efectos jurídicos semejantes.
La pérdida de la patria potestad, es sólo una sanción en el divorcio necesario
contra el cónyuge culpable, y es en el único caso en que el cónyuge inocente sí la
ejerce exclusivamente. Pero en el divorcio voluntario, la ley parte de que no hay
causa imputable a ninguno de los consortes, sino simplemente que es voluntad de
ellos, disolver el vínculo. Entonces no hay razón jurídica que justifique la pérdida

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de la patria potestad, pues el artículo 448 del Código Civil dice: "La patria potestad
no es renunciable".

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