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Mamas

Las mamas son los elementos


superficiales más destacados de la
pared anterior del tórax,
especialmente en la mujer. Se
componen de tejido glandular y de
tejido fibroso de soporte integrados
en una matriz de tejido graso, junto
con vasos sanguíneos y linfáticos, y
nervios. Tanto hombres como
mujeres tienen mamas;
generalmente sólo están bien
desarrolladas en las mujeres. Las
glándulas mamarias están situadas
en el tejido subcutáneo que recubre
los músculos pectorales mayor y
menor. El pezón se encuentra en la
prominencia más elevada de la
mama, rodeado por un área circular de piel pigmentada, la areola.

En las mujeres, las glándulas mamarias de las mamas son estructuras accesorias para la
reproducción. En el hombre son rudimentarias y carecen de función; consisten sólo en unos
pocos conductos pequeños o cordones epiteliales. Normalmente, la grasa de las mamas
masculinas no es diferente de la del tejido subcutáneo de cualquier otra localización, y
normalmente el sistema glandular no se desarrolla.

MAMAS FEMENINAS
El tamaño de las mamas de una mujer que no amamanta depende de la cantidad de grasa que
rodea el tejido glandular. El cuerpo más o menos circular de las mamas femeninas descansa en
el lecho de la mama, que se extiende transversalmente desde el borde lateral del esternón
hacia la línea axilar media, y verticalmente desde la 2. a hasta la 6. a costillas. Dos terceras
partes del lecho de la mama están formadas por la fascia pectoral que cubre el pectoral mayor,
y el tercio restante por la fascia que cubre el serrato anterior. Entre la mama y la fascia
pectoral se sitúa un plano de tejido subcutáneo laxo o espacio potencial—el espacio (bolsa)
retromamario. Este plano contiene una pequeña cantidad de grasa, y permite a la mama
cierto grado de movimiento sobre la fascia pectoral. Una pequeña porción de la glándula
mamaria puede extenderse a lo largo del borde inferolateral del pectoral mayor hacia la fosa
axilar (axila) y formar el proceso axilar o cola (cola o proceso de Spence). Algunas mujeres lo
descubren (especialmente cuando puede agrandarse durante un ciclo menstrual) y pueden
creer que se trata de un bulbo (tumor) o un nodulo linfático aumentado de tamaño.

Las glándulas mamarias están unidas con firmeza a la dermis de la piel que las recubre, en
especial por ligamentos cutáneos consistentes, los ligamentos suspensorios (de Cooper). Estas
condensaciones de tejido conectivo fibroso, particularmente bien desarrolladas en la porción
superior de la glándula, ayudan a sostener los lóbulos y lobulillos de la glándula mamaria.
Durante la pubertad (8-15 años de edad), normalmente las mamas crecen, debido en parte al
desarrollo glandular pero sobre
todo por el aumento del depósito
de grasa. Las areolas y los pezones
también crecen. El tamaño de la
mama y su forma vienen
determinados parcialmente por
factores genéticos, raciales y
dietéticos. Los conductos
galactóforos dan lugar a yemas
que se desarrollan en 15-20
lóbulos de la glándula mamaria,
que constituyen el parénquima
(tejido funcional) de la glándula
mamaria. Por tanto, cada lóbulo
está drenado por un conducto
galactóforo, y todos ellos
convergen para abrirse
independientemente. Cada conducto tiene una porción dilatada profunda a la areola, el seno
galactóforo, donde se acumulan gotitas de leche en la madre lactante. Cuando el recién nacido
empieza a mamar, la compresión de la areola (y de los senos galactóforos que hay debajo)
exprime las gotitas acumuladas y le estimula a continuar mamando mientras se establece el
reflejo de bajada de la leche mediado hormonalmente. La leche de la madre es secretada en la
boca del lactante, y no aspirada de la glándula.
Las areolas contienen abundantes glándulas sebáceas, que se dilatan durante el embarazo y
secretan una sustancia oleosa que proporciona un lubricante protector para la areola y el
pezón. Estas estructuras están especialmente expuestas al roce y la irritación en el inicio de la
lactancia materna. Los pezones (papilas mamarias) son prominencias de forma cónica o
cilíndrica situadas en el centro de la areola. Los pezones no tienen grasa, pelo ni glándulas
sudoríparas. Las puntas de los pezones está fisuradas por los conductos galactóforos que
desembocan en ellos. Los pezones están compuestos sobre todo por fibras musculares lisas
dispuestas de forma circular que comprimen los conductos galactóforos durante la lactancia y
producen la erección de los pezones como respuesta a estímulos, como cuando el lactante
empieza a succionar. Las glándulas mamarias son glándulas sudoríparas modificadas; por
consiguiente, no tienen ni cápsula ni vaina. El contorno redondeado y la mayor parte del
volumen de las mamas se deben a la grasa subcutánea, excepto durante el embarazo, cuando
crecen las glándulas mamarias y se forma nuevo tejido glandular. Los secretores de leche están
dispuestos en racimo. En muchas mujeres, las mamas aumentan ligeramente de tamaño
durante el período menstrual debido al aumento de la liberación en el tejido glandular de
gonadotropinas—las hormonas estimulante del folículo (FSH) y luteinizante (LH).

Vascularización de la mama
• Ramas mamarias mediales de las ramas perforantes y ramas intercostales anteriores de la
arteria torácica interna, que se origina en la arteria subclavia.

• Arterias torácica lateral y toracoacromial, ramas de la arteria axilar.

• Arterias intercostales posteriores, ramas de la aorta torácica en los espacios intercostales 2.


o , 3. o y 4. o .
El drenaje venoso de la mama se dirige principalmente a la vena axilar, aunque también drena
una parte en la vena torácica interna.

El drenaje linfático de la mama es importante debido a su papel en las metástasis de células


cancerosas. La linfa pasa desde el pezón, la areola y los lóbulos de la glándula hacia el plexo
linfático subareolar.

• La mayor parte de la linfa (> 75 %), en especial la de los cuadrantes laterales de las mamas,
drena hacia los nódulos linfáticos axilares, inicialmente en su mayoría a los nódulos pectorales
o anteriores. No obstante, una porción de linfa puede drenar directamente a otros nódulos
axilares, o incluso a los nódulos interpectorales, deltopectorales, supraclaviculares o cervicales
profundos inferiores.

• La mayor parte de la linfa restante, en particular la de los cuadrantes mamarios mediales,


drena hacia los nódulos linfáticos paraesternales o hacia la mama opuesta, mientras que la
linfa de los cuadrantes inferiores puede pasar profundamente hacia nódulos linfáticos
abdominales (nódulos linfáticos frénicos inferiores subdiafragmáticos).

La linfa de la piel de la mama, excepto la de la areola y el pezón, drena en los nódulos linfáticos
axilares, cervicales profundos inferiores e infraclaviculares homolaterales, y en los nódulos
linfáticos paraesternales de ambos lados. La linfa de los nódulos axilares drena en los nódulos
linfáticos claviculares (supraclaviculares e infraclaviculares) y desde éstos en el tronco linfático
subclavio, que también drena la linfa del miembro superior. La linfa de los nódulos
paraesternales entra en los troncos linfáticos broncomediastínicos, que drenan también la linfa
de las vísceras torácicas. La terminación de estos troncos linfáticos es variable;
tradicionalmente se ha descrito la fusión de estos troncos entre sí y con el tronco linfático
yugular, drenando la cabeza y el cuello para formar un corto conducto linfático derecho en el
lado derecho o entrando su terminación en el conducto torácico en el lado izquierdo. Sin
embargo, en muchos casos (si no en la mayoría) los troncos desembocan independientemente
en la unión de las venas yugular interna y subclavia, los ángulos venosos derecho o izquierdo,
que forman las venas braquiocefálicas derecha e izquierda. En algunas ocasiones, desembocan
en ambas venas contribuyentes justo antes del ángulo.

NERVIOS DE LA MAMA
Los nervios de la mama derivan de ramos cutáneos anteriores y laterales de los nervios
intercostales 4. o -6. Estos ramos de los nervios intercostales atraviesan la fascia pectoral que
recubre el pectoral mayor para alcanzar el tejido subcutáneo y la piel de la mama. Los ramos
de los nervios intercostales conducen fibras sensitivas de la piel de la mama y fibras simpáticas
hasta los vasos sanguíneos de las mamas y el músculo liso en la piel que las recubre y los
pezones.

Las mamas femeninas tienen un tamaño, una forma y una simetría variables—incluso en una
misma mujer. Sus superficies anteriores aplanadas no muestran una demarcación clara con la
superficie anterior de la pared torácica, pero sus bordes están bien definidos lateralmente e
inferiormente . A menudo es visible un patrón venoso sobre las mamas, sobre todo durante el
embarazo. El pezón está rodeado por un área pigmentada, ligeramente sobreelevada y
circular, la areola, cuyo color varía con la complexión de la mujer. La areola generalmente se
oscurece durante el embarazo y a partir de entonces mantiene ese color. La areola suele estar
punteada por aberturas papulares (levemente elevadas) de las glándulas areolares (glándulas
sebáceas de la piel de la areola). En ocasiones, uno o los dos pezones están invertidos
(retraídos); esta leve anomalía congénita puede dificultar la lactancia.

En los hombres y en las mujeres


nulíparas jóvenes—las que nunca han
dado a luz un feto viable—con mamas de
un tamaño moderado, el pezón se sitúa
anterior al 4. o espacio intercostal, a
unos 10 cm de la línea media anterior.
En general, los pezones muestran una
considerable variabilidad con el tamaño
de la mama, sobre todo en las mujeres
multíparas. Por consiguiente, y debido a
las variaciones en el tamaño y en la
forma, los pezones no son una referencia
fiable del 4. o espacio intercostal en las
mujeres adultas.
Cambios en las mamas
El tejido mamario sufre cambios, como la ramificación de los conductos galactóforos, durante
los períodos menstruales y en el embarazo. Aunque las glándulas mamarias están preparadas
para la secreción hacia la mitad de la gestación, no producen leche hasta poco después de que
haya nacido el bebé. Durante el último trimestre del embarazo y en las fases iniciales de la
lactancia, los pezones secretan calostro, un líquido prelácteo cremoso, de color blanco a
amarillento. El calostro es especialmente rico en proteínas y agentes inmunitarios, y un factor
de crecimiento que afecta a los intestinos del lactante. En las mujeres multíparas (aquellas que
han dado a luz dos o más veces), las mamas suelen volverse grandes y péndulas. Las mamas de
las mujeres de edad avanzada suelen ser pequeñas debido
a la disminución de grasa y a la atrofia del tejido glandular.

Cuadrantes de las mamas


Para la localización anatómica y la descripción de quistes y
tumores, la superficie de la mama se divide en cuatro
cuadrantes. Por ejemplo, un médico podría afirmar en un
informe: «Se palpa una masa dura e irregular en el
cuadrante superior medial de la mama, a las 2 en punto y
aproximadamente a 2,5 cm del borde de la areola».

La glándula mamaria aumenta de tamaño, sobre todo por


la proliferación del tejido adiposo interlobulillar. Los
conductos se extienden y se ramifcan hacia la estroma de tejido conjuntivo en expansión. La
proliferación de las células epiteliales es controlada por las interacciones entre el epitelio y el
tejido conjuntivo laxo de la estroma especializada intralobulillar, que es sensible a las
hormonas. En la adultez, ya se ha establecido la arquitectura canalicular completa de la
glándula. Las glándulas mamarias permanecen en estado inactivo hasta el embarazo, durante
el cual adquieren su maduración morfológica y funcional completa. Esto ocurre en respuesta a
los estrógenos y la progesterona secretados inicialmente por el cuerpo lúteo y más tarde por la
placenta, a la prolactina de la hipófsis y a los gonadocorticoides sintetizados por la corteza
suprarrenal. Al final del embarazo, en las células epiteliales se encuentran vesículas de
secreción, pero la producción de leche es inhibida por las concentraciones elevadas de
progesterona. El inicio real de la secreción láctea se produce inmediatamente después del
nacimiento y es inducido por la prolactina (PRL) secretada por la adenohipófsis. La eyección de
leche de la mama es estimulada por la oxitocina liberada desde la neurohipófsis. Con el
cambio en el entorno hormonal que ocurre en la menopausia, el componente glandular de la
mama involuciona y es reemplazado por tejido conjuntivo y adiposo. En los hombres, cierto
desarrollo adicional de las glándulas mamarias normalmente ocurre después de la pubertad,
pero las glándulas permanecen rudimentarias.

Las glándulas mamarias tubuloalveolares, que derivan de las glándulas sudoríparas


modifcadas de origen epidérmico, se encuentran en el tejido subcutáneo. La mama adulta
inactiva está compuesta por 15 a 20 lóbulos irregulares que se hallan separados por bandas de
tejido conjuntivo fbroso, adoptan una disposición radial desde las papilas mamarias o pezón y
además se subdividen en numerosos lobulillos conocidos como unidades lobulillares de
conducto terminal (TDLU). Algunas de las bandas fbrosas, denominadas ligamentos
suspensorios o ligamentos de Cooper, se unen a la dermis. En el tejido conjuntivo denso de
los espacios interlobulillares se
encuentra tejido adiposo abundante.
Cada glándula termina en un conducto
galactóforo que desemboca en el
pezón a través de un orifcio estrecho.
Debajo de la aréola, la región
pigmentada que rodea el pezón, cada
conducto presenta una porción
dilatada que recibe el nombre de seno
galactóforo.

La epidermis del pezón y de la aréola


del adulto está muy pigmentada y un tanto arrugada y su superfcie profunda es empujada por
papilas dérmicas largas. La pigmentación del pezón aumenta en la pubertad y éste se torna
más prominente. Durante el embarazo, la areola se agranda y
el grado de pigmentación aumenta aún más. En la
profundidad de la aréola y del pezón hay haces de fibras
musculares lisas.
La aréola contiene glándulas sebáceas, glándulas sudoríparas
y glándulas mamarias modifcadas (glándulas de
Montgomery). Estas glándulas poseen una estructura
intermedia entre las glándulas sudoríparas y las verdaderas
glándulas mamarias, y producen pequeñas elevaciones en la
superfcie de la aréola. Se cree que las glándulas de
Montgomery producen una secreción lubricante y protectora
que modifca el pH de la piel e inhibe la proliferación
microbiana. En el pezón hay muchas terminaciones nerviosas
sensitivas; en la aréola, la cantidad es menor.

Cada TDLU corresponde a una aglomeración similar en


racimo de alvéolos pequeños que forma un lobulillo y
consiste en las siguientes estructuras:

 Conductillos terminales, que se encuentran en la glándula inactiva. Durante el


embarazo y después del parto, el epitelio de los conductillos terminales, que está
compuesto por células secretoras, se diferencia en alvéolos secretores totalmente
funcionales que producen leche.
 Conducto colector intralobulillar, que transporta las secreciones alveolares al
conducto galactóforo.
 Estroma intralobulillar, que consiste en tejido conjuntivo laxo especializado, sensible a
hormonas, que rodea los conductillos terminales y los alvéolos. El tejido conjuntivo
intralobulillar contiene muy pocos adipocitos.

Los estrógenos estimulan el crecimiento del sistema de los conductos galactóforos de las
mamas
Durante todo el embarazo, las enormes cantidades de estrógenos secretados por la placenta
hacen que el sistema ductal de la mama crezca y se ramifique. Al mismo tiempo, el estroma
glandular aumenta de volumen y grandes cantidades de grasa se depositan en él. También son
importantes para el crecimiento de los conductos otras cuatro hormonas, cuando menos: la
hormona del crecimiento, la prolactina, los glucocorticoides suprarrenales y la insulina. Se sabe
que todas estas hormonas desempeñan al menos cierto papel en el metabolismo de las
proteínas, lo que posiblemente explique su participación en el desarrollo de las mamas.

En la glándula inactiva, el componente glandular es escaso y consiste sobre todo en elementos


del conducto. Durante el ciclo menstrual, la mama inactiva sufre modifcaciones cíclicas leves.
Al comienzo de la fase folicular, la estroma intralobulillar es menos densa y los conductillos
terminales aparecen como cordones formados por células epiteliales con forma cúbica sin luz
o con muy poca. Durante la fase lútea, la altura de las células epiteliales aumenta y en los
conductos aparece una luz cada vez mayor conforme se acumulan pequeñas cantidades de
secreciones. Además, en el tejido conjuntivo se acumula líquido. A esto le sigue la involución y
la apoptosis súbitas durante los últimos días del ciclo menstrual antes del inicio de la
menstruación.

Las glándulas mamarias sufren varios cambios en preparación para la lactación. Estas
modifcaciones pueden estudiarse según el trimestre del embarazo.

 El primer trimestre se caracteriza por el alargamiento y la ramifcación de los


conductillos terminales
 El segundo trimestre se caracteriza por la diferenciación de los alvéolos a partir de los
extremos de crecimiento de los conductillos terminales. La proliferación del tejido
glandular no es uniforme y hay variaciones en el grado de desarrollo aún dentro de un
mismo lobulillo.
 En el tercer trimestre comienza la maduración de los alvéolos. Las células epiteliales
glandulares se tornan cúbicas y los núcleos se ubican en la superficie celular basal.

Los cambios en el tejido glandular durante el embarazo se acompañan de una reducción en la


cantidad de los tejidos conjuntivo y adiposo.

Las células secretoras contienen un retículo endoplásmico rugoso abundante, una cantidad
moderada de mitocondrias grandes, un aparato de Golgi supranuclear y varios lisosomas
densos. Según el estado secretor, en el citoplasma apical puede haber inclusiones lipídicas
grandes y vesículas de secreción. Las células secretoras sintetizan dos productos distintos que
se liberan por mecanismos diferentes.

 Secreción merocrina. El componente proteico de la leche se sintetiza en el RER, se


envasa para su transporte en vesículas de secreción limitadas por membrana en el
aparato de Golgi y se libera de la célula por fusión de la membrana limitante de las
vesículas con la membrana plasmática.
 Secreción apocrina. El componente graso o lipídico de la leche se origina como
inclusiones lipídicas libres en el citoplasma. Los lípidos confuyen para formar gotas
grandes que se mueven hacia la región apical de la célula y se proyectan hacia la luz
del ácino. Al liberarse, estas inclusiones son cubiertas por una envoltura de membrana
plasmática.

La secreción liberada en los primeros días después del parto se conoce como calostro. Esta
preleche es una secreción amarillenta alcalina que tiene más proteínas, vitamina A, sodio y
cloruro y menos lípidos, hidratos de carbono y potasio que la leche defnitiva. Contiene una
cantidad considerable de anticuerpos (sobre todo IgA secretora) que proveen cierto grado
de inmunidad pasiva al neonato. Se cree que los anticuerpos en el calostro son producidos
por los linfocitos y los plasmocitos que infltran el tejido conjuntivo laxo de la mama
durante su proliferación y desarrollo y se secretan a través de las células glandulares como
ocurre en las glándulas salivales y en el intestino. A medida que la cantidad de estas células
migrantes se reduce después del parto, la producción de calostro cesa y se produce la
leche con abundancia de lípidos.

Regulación hormonal de la glándula mamaria


Por la influencia hormonal, las TDLU se desarrollan y se diferencian en unidades
funcionales dinámicas. Después de este desarrollo inicial, en cada ciclo ovárico ocurren
cambios leves en la morfología del tejido glandular. Durante la fase folicular del ciclo
menstrual, los estrógenos circulantes estimulan la proliferación de los componentes de
los conductos galactóforos. Después de la ovulación, en la fase lútea, la progesterona
estimula el crecimiento de los alvéolos; la estroma intralobulillar se torna edematosa.

En la actualidad se cree que el desarrollo mamario también depende de la presencia de


prolactina, que es producida por el lóbulo anterior de la hipófsis (adenohipófsis); la hCS,
que es producida por la placenta y los glucocorticoides suprarrenales.
Si bien los estrógenos y la progesterona son indispensables para el desarrollo físico de la
mama durante el embarazo, ambas hormonas también suprimen los efectos de la
prolactina y la hCS, cuyas concentraciones aumentan a medida que progresa la gestación.
No obstante, la pérdida súbita de la secreción de estrógenos y progesterona por la
placenta y el cuerpo lúteo justo después del parto, permite que la prolactina asuma su
función lactógena. La producción de leche también requiere una secreción adecuada de
hormona del crecimiento, glucocorticoides suprarrenales y hormonas paratiroideas. El
acto de succionar durante el amamantamiento inicia impulsos sensitivos desde los
receptores en el pezón hacia el hipotálamo. Los impulsos inhiben la liberación del factor
inhibidor de prolactina y entonces se libera prolactina desde la adenohipófsis. Los impulsos
sensitivos también causan la liberación de oxitocina en la neurohipófsis. La oxitocina
estimula a las células mioepiteliales que rodean la base de las células secretoras alveolares
y la base de las células de los conductos de mayor calibre para que se contraigan y eyecten
la leche desde los alvéolos y los conductos.

En ausencia de succión, la secreción de leche cesa y las glándulas mamarias comienzan a


involucionar y atrofarse. El tejido glandular retorna entonces a su estado inactivo de
reposo.

La progesterona es necesaria para un desarrollo completo del sistema lobulillar-alveolar


Para que se produzca el desarrollo completo de las mamas y estas se conviertan en órganos
secretores de leche, se necesita asimismo el concurso de la progesterona. Cuando el sistema
ductal se ha desarrollado, la progesterona, actuando de forma sinérgica con los estrógenos y
también con las demás hormonas antes mencionadas, produce un crecimiento adicional de los
lobulillos, el rebrote de los alvéolos y la aparición de características secretoras en las células de
esos alvéolos. Estos cambios son análogos a los efectos secretores que la progesterona ejerce
sobre el endometrio durante la segunda mitad del ciclo menstrual femenino.
La prolactina promueve la lactancia
Aunque los estrógenos y la progesterona
son esenciales para el desarrollo físico de
las mamas durante el embarazo, también
ejercen el efecto específico de inhibir la
secreción de leche. Por otro lado, la
hormona prolactina ejerce el efecto
exactamente opuesto y estimula la
secreción de leche. La prolactina es
secretada por la adenohipófisis de la madre
y su concentración en sangre experimenta
una elevación constante desde la 5. a
semana del embarazo hasta el nacimiento,
momento en el que alcanza una
concentración 10 a 20 veces mayor que en
la mujer no embarazada.

La placenta secreta grandes cantidades de


somatomamotropina coriónica humana, que también puede tener una pequeña actividad
lactógena que contribuya a la acción de la prolactina procedente de la hipófisis materna
durante el embarazo. Incluso así, y debido a los efectos inhibidores de los estrógenos y la
progesterona sobre la mama, esta glándula nunca secreta más de unos pocos mililitros diarios
de líquido antes de nacer el niño. El líquido que la mama secreta en los primeros días
anteriores y posteriores al parto se llama calostro y contiene básicamente las mismas
concentraciones de proteínas y de lactosa que la leche, pero carece de grasa y su ritmo
máximo de secreción es alrededor de 1/100 de la secreción láctea que ulteriormente se
produce. Inmediatamente después del nacimiento, la desaparición brusca de la secreción de
estrógenos y progesterona en la placenta deja el campo libre al estímulo lactógeno de la
prolactina secretada por la hipófisis materna, que asume entonces su papel natural
estimulador de la producción láctea y, durante los siguientes 1 a 7 días, las mamas comienzan
a secretar de forma paulatina grandes cantidades de leche en lugar de calostro. Esta secreción
láctea exige una secreción de apoyo suficiente por parte de las demás hormonas de la madre,
pero sobre todo de la hormona del crecimiento, el cortisol, la hormona paratiroidea y la
insulina. Todas ellas son necesarias porque proporcionan sustratos que, como los aminoácidos,
los ácidos grasos, la glucosa y el calcio, son imprescindibles para la formación de la leche.

Después del parto, la concentración basal de la secreción de prolactina vuelve en unas


semanas al valor previo al embarazoSin embargo, cada vez que la madre amamanta al recién
nacido, las señales nerviosas que viajan desde los pezones al hipotálamo producen una
«oleada» de prolactina, cuya secreción aumenta 10-20 veces sobre su valor normal y que dura
alrededor de 1 h. Esta prolactina, a su vez, actúa sobre las mamas y estas mantienen la
secreción láctea en sus alvéolos con destino a los períodos de lactancia siguientes. Si esta
oleada de prolactina falta o es bloqueada por una lesión hipotalámica o hipofisaria, o si la
lactancia no continúa, las mamas perderán su capacidad de producir leche en un plazo de
alrededor de 1 semana. Sin embargo, la producción de leche podrá continuar durante varios
años si el niño sigue succionando, aunque en condiciones normales la cuantía de la formación
de leche desciende de forma considerable pasados de 7 a 9 meses.

El hipotálamo secreta la hormona inhibidora prolactina


El hipotálamo desempeña un papel esencial en la regulación de la secreción de prolactina, al
igual que regula la secreción de casi todas las demás hormonas del lóbulo anterior de la
hipófisis. Sin embargo, esta regulación difiere en un aspecto: el hipotálamo estimula en
especial la producción de todas las hormonas restantes, pero sobre todo inhibe la producción
de prolactina. Por consiguiente, la lesión del hipotálamo o el bloqueo del sistema porta
hipotalámico-hipofisario favorecen la secreción de prolactina, al tiempo que deprimen la
secreción de las otras hormonas hipofisarias. Así pues, se cree que la secreción de prolactina
por el lóbulo anterior de la hipófisis está regulada, total o casi totalmente, por un factor
inhibidor que se forma en el hipotálamo y pasa a través del sistema porta hipotalámico-
hipofisario hasta el lóbulo anterior de la hipófisis. Este factor se conoce a veces como hormona
inhibidora de la prolactina, si bien es casi seguro que se trata de la catecolamina dopamina,
que se sabe es secretada por los núcleos arqueados del hipotálamo y que es capaz de
disminuir la secreción de prolactina hasta 10 veces con respecto a su valor inicial.

Inhibición de los ciclos ováricos en las madres lactantes durante muchos meses
después del parto
En la mayoría de las madres que amamantan a sus hijos, el ciclo ovárico (y la ovulación) no se
reanuda hasta unas semanas después de que dejen de amamantar. Al parecer, esto se debe a
que las mismas señales nerviosas que, procedentes de las mamas, llegan al hipotálamo e
inducen la secreción de prolactina durante la succión (bien mediante esas señales nerviosas o
debido al efecto del ascenso de la concentración de prolactina), inhiben la secreción por el
hipotálamo de la hormona liberadora de gonadotropinas, con la consiguiente anulación de la
síntesis de las gonadotropinas hipofisarias, es decir, de la hormona luteinizante y de la
hormona foliculoestimulante. Sin embargo, tras varios meses de lactancia, en algunas madres
(sobre todo en las que amamantan a sus hijos solo durante un tiempo), la hipófisis comienza
de nuevo a secretar gonadotropinas suficientes para reiniciar el ciclo sexual mensual, aunque
la lactancia se mantenga.

Relaciones Prolactina-Dopamina
Proceso de eyección en la secreción de leche: función de la
oxitocina
La leche se secreta de forma continua y se vierte en los alvéolos mamarios, pero no pasa con
facilidad desde estos al sistema ductal y, por tanto, el flujo por el pezón mamario no es
continuo. Para que el niño la reciba, la leche ha de ser expulsada desde los alvéolos a los
conductos galactóforos. Esta eyección se debe a un reflejo combinado, neurógeno y hormonal,
en el que interviene una hormona de la hipófisis posterior llamada oxitocina. Cuando el niño
succiona por primera vez, al principio apenas obtiene leche. En primer lugar, los impulsos
sensitivos de la succión deben ser transmitidos por los nervios somáticos desde los pezones
hasta la médula espinal materna y luego al hipotálamo, donde producen señales nerviosas que
inducen la secreción de oxitocina, al mismo tiempo que estimulan y provocan la secreción de
prolactina. La oxitocina es transportada por la sangre hasta las mamas y allí hace que se
contraigan las células mioepiteliales situadas alrededor de la pared externa de los alvéolos,
exprimiendo así la leche y produciendo su paso forzado a los conductos, donde alcanza una
presión de 10 a 20 mmHg. A partir de ese momento, el lactante extrae leche cuando succiona.
Así pues, entre 30 s y 1 min después de que el niño empiece a succionar, la leche comienza a
fluir. Este proceso se denomina eyección o subida de leche. La succión de una mama produce
el flujo de leche no solo en esa mama, sino también en la otra. Es especialmente interesante el
hecho de que las caricias de la madre al niño, o el llanto de este, también constituyen a
menudo señales emocionales que, al llegar al hipotálamo, son capaces de producir la eyección
de leche.

Composición de la leche y consumo metabolico en la madre provocado por la


lactancia.
La concentración de lactosa en la primera es aproximadamente un 50% mayor que en la
segunda, mientras que la concentración de proteínas en esta última suele ser dos o más veces
la de aquella. Por último, la nata, que contiene calcio y otros minerales, solo supone en la
leche humana una tercera parte de la existencia en la leche de vaca.

En la mejor época de la lactancia materna pueden formarse 1,5 l de leche cada día (e incluso
más, si la madre ha dado a luz gemelos). Con este grado de lactancia, la madre consume
grandes cantidades de energía; la leche materna contiene aproximadamente 650 a 750 kcal/l,
aunque la composición y el contenido calórico de la leche dependen de la dieta de la madre y
de otros factores como la plenitud de las mamas. La madre pierde también grandes cantidades
de sustratos metabólicos. Por ejemplo, cada día pasan a la leche unos 50 g de grasa y unos 100
g de lactosa, que deben extraerse de conversión de la glucosa materna. Además, pueden
perderse de 2 a 3 g diarios de fosfato
cálcico y, salvo que la madre tome leche
abundante e ingiera suficiente vitamina
D, las pérdidas de calcio y fosfato por las
mamas durante la lactancia superarán
con frecuencia a la ingesta de esas
sustancias. Para aportar el calcio y el
fosfato necesarios, las glándulas paratiroides aumentan mucho de tamaño y los huesos se
decalcifican progresivamente. El problema de la descalcificación ósea no suele ser importante
durante el embarazo, pero sí puede ser un problema durante la lactancia.
Anticuerpos y otros agentes antiinfecciosos en la leche
La leche no solo proporciona al recién nacido los nutrientes necesarios, sino que también le
aporta mecanismos de protección importantes frente a la infección. Por ejemplo, junto con los
nutrientes, en la leche existen múltiples tipos de anticuerpos y otros agentes antiinfecciosos.
Además, también se secretan diversos tipos de leucocitos, incluyendo neutrófilos y
macrófagos, algunos de los cuales son sobre todo nocivos para las bacterias que podrían
causar infecciones graves en el recién nacido. Son particularmente importantes los anticuerpos
y macrófagos dirigidos contra la bacteria Escherichia coli, que a menudo causa diarreas
mortales en los recién nacidos. Cuando se usa leche de vaca para alimentar al recién nacido en
lugar de leche humana, los agentes protectores suelen tener escaso valor, pues son destruidos
normalmente al cabo de minutos en el interior del organismo humano.

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