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LAS CONTRADICCIONES DEL MERCANTILISMO

Para el imperio español, la producción de oro y de plata en América


fue un asunto de vida o muerte para España. El oro y la plata
americanos comenzaron a utilizarse en el financiamiento de las
guerras del emperador Carlos V en contra de Francia, de los
protestantes alemanes y de los turcos de religión musulmana.
Irónicamente, aun cuando se dice que España sacó de las colonias
unas 181 toneladas de oro y más de 16,000 toneladas de plata,
Felipe II declaró la quiebra de la Corona en varias ocasiones. Esto
se debió, en parte, a que los gastos de las guerras superaban los
ingresos y a la inflación de los precios.
Los monarcas que siguieron a Carlos V y a Felipe II tuvieron que
enfrentar militarmente continuos retos que comprometieron, aún
más, los recursos metálicos que se extraían de América.
EL MONOPOLIO COMERCIAL
Las colonias hispanoamericanas sufrieron un estricto monopolio
comercial que las obligaba a vender y comprar productos
exclusivamente a la metrópoli. España transformaba las materias
primas de las colonias en diversos productos. Importaba maderas,
azúcar, tabaco, lana y el cuero de las reses, con el cual se
elaboraban zapatos, carteras, muebles y otros productos que se
reenviaban a las colonias, donde los pobladores los compraban al
precio que los españoles determinaran.
El monopolio comercial fue muy injusto para las colonias, ya que
limitó las ganancias y la capacidad de comerciar para obtener
mercancia a mejor precio. A la larga, tal control las indujo a la
práctica del contrabando durante el siglo XVII y XVIII.
Para salvaguardar su comercio con América, España creó el
sistema de flotas y galeones. Con él pretendió evitar que las
naciones rivales, Inglaterra, Francia y holanda, se apropiaran de los
barcos con mercancías y metales preciosos que salían desde
América hacia Sevilla. Los corsarios atacaban las naves de España,
a nombre de otra nación, y compartían con la Corona de su país de
origen las riquezas obtenidas.
El sistema de flotas y galeones dispuso que los barcos españoles
navegaran juntos o en convoyes. Así dos convoyes salían de Sevilla
en momentos distintos del año. Las flotas salían entre abril y mayo
en momentos distintos del año. Este sistema fue exitoso en
disminuir los ataques, pero no benefició a Santo Domingo, Puerto
Rico, Santiago de Cuba ni Venezuela, que quedaron marginados
del comercio con la metrópoli. A los puertos menores de estas
colonias se enviaban solo, ocasionalmente, embarcaciones que se
separaban de la flota principal

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