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Presentación

Ciencias de las humanidades.


Psicología Clínica.
Asignatura:
Historia Social Dominicana.
Tema:
La crisis insular.
Docente:
Manuel Del Rosario.
Sustentante:
Scarlet Alexandra Cordero Isaac 2022-0168
Plataforma virtual:
Moodle.
Fecha:
25 de enero del 2022.
La crisis insular, surgimiento de la Colonia francesa en la
parte Occidental de la Isla.

El contrabando

Además de los corsarios también había piratas que hacían un trabajo


similar, de ataque y saqueo, pero por su cuenta.
Los piratas ingleses y franceses atacaban los barcos que hacían comercio
entre España y América. Luego consideraron que era más rentable
establecer vínculos comerciales mucho más directos con la población de la
isla de Santo Domingo.
En el año 1563, un corsario inglés llamado
John Hawkins propuso vender esclavos en
Puerto Plata a cambio de cueros, reses y otros
productos. Poco a poco se sumaron a esos
intercambio los comerciantes de Inglaterra,
Francia, Holanda y Portugal, quienes evadían
los impuestos y tenían menores costos, pues
en sus países había más desarrollo de la mano
de obra. Esos comenzaron a desplazar a los de
Sevilla.
Los hacendados de la isla, además de quitarse la amenaza de los corsarios,
hacía un buen negocio al comercializar con estos, pues como la venta a
ellos estaba libre de impuestos obtenían más ingresos.
Los comerciante extranjeros se
comenzaron a interesar en la
adquisición de cueros de
ganado vacuno, pues les
serviría para la industria de
derivados de pieles, que se
desarrollaba en Holanda.
Además, ganado estaba distribuido en toda la Isla, lo que favorecía su
comercialización por cualquier punto, a diferencia del azúcar, que se
concentraba en la ciudad de Santo Domingo.
En los lugares de producción azúcar y jengibre había más vigilancia del
comercio y dificultaba el contrabando. Por eso, este se concentró
principalmente en Monte Cristi, Puerto Plata, La Yaguana y Bayajá. Buena
parte de la producción de las regiones del interior se llevaba hacia esos
puntos de contrabando.

La ruta que comercializaban los contrabandistas.

La gente de Puerto Plata y de la Yaguana esperaban algún barco español


para vender oficialmente sus cueros delante de las autoridades pagando
los debidos impuestos. Pero como en esas regiones, a medida que fue
avanzando el siglo XVI, la presencia de esos barcos se hizo accidental
debido al peligro que significaba navegar por las costas de la Española
infestadas de corsarios franceses, los pobladores de Puerto Plata,
Montecristi, la Yaguana y otros hatos cercanos a las costas del norte y del
oeste de la Isla no tardaron en entenderse con los franceses, los ingleses y,
sobre todo, con los portuguese que ofrecían negro baratos a cambio de
sus cueros.

Montecristi
Puerto Plata

Bayajá

La Yaguana

Mapa de como se realizaba el comercio entre las distintas poblaciones de la isla.

Con el tiempo el contrabando fue ganando terreno y hacía más


importante el ganado que la producción agrícola. A partir del año 1570,
una parte de los esclavistas comenzó a desplazarse hacia el occidente. La
economía, poco a poco, pasó a depender del contrabando.
Junto a los cueros también se vendían el sebo, las carnes saladas, maderas
preciosas, azúcar, cañafístola, miel de abeja y el poco oro que se seguía
recogiendo. Los piratas vendían tejidos, herramientas de trabajo, armas,
cerámica, harina de trigo, vino y esclavos.
El contrabando se hizo de forma
abierta. Al llegar un barco holandés
disparaba un cañonazo y la gente se
apresuraba a llevar sus mercancías. En
algunos puntos se establecían
verdaderos mercados donde se
intercambiaban los productos con los
piratas. Hasta los esclavos de los hatos
participaban en el contrabando por orden de sus amos.
Para España, el contrabando era muy dañino, pues significaba la pérdida
de una fuente de ingresos y ofrecía un ejemplo que podía extenderse al
resto de sus colonias en el Caribe. Además, la Corona no toleraba que sus
súbditos negociaran con Holanda, con la que estaba en guerra.
La invasión de Francis Drake.

La situación empeoró cuando Inglaterra


decidió apoyar el movimiento holandeses en
su lucha por su independencia del dominio
español, y cuando Felipe II ordenó a
mediados del 1585 el apresamiento de todos
los barcos extranjeros surtos en pueblos
españoles. Isabel I, después de estos hechos,
no vaciló en dar apoyo financiero y político a
Francis Drake para que zarpara para “castigar
al Rey de España en sus Indias”.
Drake salió de Plymouth en septiembre, y después de atacar el puerto de
Vigo en España en octubre, se dirigió a Santo Domingo donde él esperaba
encontrar la rica y floreciente ciudad de que se hablaba en Europa desde
Comienzo del siglo. El viernes 11 de enero de 1586 sus naves fueron vistas
bordeando la Punta de Caucedo desde muy temprano en la mañana y en
el curso del día pasaron frente a la ciudad de Santo Domingo donde la
gente, sabiendo que eran velas enemigas, se llenó de espanto. En la noche
desembarcó Drake y sus hombres en Haina y al otro día temprano
iniciaron su marcha hacia la ciudad. Entretanto, los hombres más
valerosos trataron de hacer frente a la situación. Un documento de esos
días dice que “salieron treinta hombres de a caballo de la ciudad a hacer
rostro al enemigo, mientras las mujeres salieron fuera de la ciudad, las
cuales salieron todas, aunque sólo con lo que tenían vestido”. Y otro:
“Pusiéronse asimismo precipitadamente en cobro el pusilánime capitán
general y presidente Cristóbal de Ovalle, llevándose el oro, las cosas de
plata y las joyas.
Con un muy poco esfuerzo pudieron Drake y su gente coupar la ciudad. Un
mes completo pasaron los ingleses en Santo Domingo alojados en la
Catedral, saqueando todo lo que pudieron y no fue sino después de largas
negociacioes que Drake aceptó desalojar la plaza, recibiendo como
compensación la suma de 25,000 ducados, que fue a lo que alcanzaban las
joyas, la plata y el oro sacado por el Presidente y el resto de los vecinos.
Además del rescate pagado, Drake consiguió llevarse las campanas de las
iglesias, la artillerñia de la Fortaleza y los cueros, azúcares y cañafñistolas
que encontró en los depósitos del puerto de Santo Domingo y en otros
almacenes.
Este asalto demostró a los ingleses y a los enemigos de España en Europa
que el imperio español seguía siendo vulnerable y que España no tenía
fuerzas suficientes con qué aplicar totalmente su doctrina del mare
clausum que oponía a las teorías de la ocupación efectiva de que hablaban
los inglezes para rechazar el monopolio español y portugués tanto en
América como en Asia. A los españoles este asalto les demostró que si no
se ejecutaba una política de reforzaminto militar de sus principales
puertos en el Caribe su imperior corría peligro de ser desarticuldo en el
futuro.
Por elllo, la Corona invirtió cuantos fondos pudo para establecer un
sistemas de avisos o paquebotes (buques de alarma) encargados de
mantener una efectiva comunicación al movimiento de corsarios y a la
salida y llegada de las flotas. Esa convicción llevó a la Corona a invertir
grandes sumas en las fortificaciones de La habana, Puerto Rico, Cartagena,
Portobelo, Veracruz y San Agustín de la Florida. Santo Domingo ya había
perdido importancia, pues el Continente era la gran fuente de la riqueza
del Imperio y todo el sistema de defensa se concentró en proteger los
puertos y las rutas de las flotas. Por esta rzón, el contrabando no pudo ser
impedido ni disminuido en la Española durante los años de 1590.
Las devastaciones de 1605 y 1606

Para enfrentar el contrabando el nuevo


Rey de España, Felipe III, quien ascendió
al trono en el año 1603, decidió trasladar
la población del occidente del país hacia
las zonas interiores cercanas a la ciudad
de Santo Domingo. Para ejecutar a
medida designó al gobernador de la Isla,
Antonio de Osorio.
Casi toda la población estaba en contra
de la medida, sobe todo la que habitaba
en el occidente, que vivía en gran medida del contrabando. Por eso, la
aplicación de la medida se hizo con mucha fuerza. Se trajeron tropas de
Puerto Rico y se construyó una fortaleza para albergar a la tropa de 200
hombres y a militares profesionales que aplastarían cualquier rebelión.
El Rey no temió que en los lugares que serían despoblados se
establecieran los enemigos de España, pues todavía no había colonias de
otros países en América, salvo en algunas regiones de la Florida. El Rey
midió mal, pues ya había interés de los franceses e ingleses por instalarse
en tierras americanas La población de las villas de occidente (Bayajá, La
Yaguana, Puerto Plata y Monte Cristi), fue trasladada a dos puntos
cercanos a Santo Domingo: Bayaguana y Monte Plata, cuyos nombres
integraban los de las villas destruidas.
También se trasladó a la población del Valle de San Juan y del oeste de
Santiago. Los hatos ganaderos fueron ubicados en Azua y La vega.
Las devastaciones se hicieron en ellos años 1605 y 1606. Más de la mitad
del territorio de la isla quedó sin habitantes, Quienes se trasladaran a las
zonas despobladas serían castigados hasta con la pena de muerte.
Las devastaciones empobrecieron
la Isla, pues se dejó abandonada
la mayor parte de la riqueza
ganadera. Al poco tiempo, la
mayoría de la gente ubicada en
Bayaguana y Monte Plata murió o
se fue para otras islas del Caribe.
También hubo rebeliones y fuga
de gente hacia la propia parte
despoblada.
Debido a la penuria económica generada por las devastaciones, los
ingresos que se recaudaban en la Isla no alcanzaban para cubrir los
sueldos de los funcionarios de España, los gastos de la Iglesia y las
inversiones en pequeñas obras. Desde entonces la Isla dejó de aportarle
recursos a España y se convirtió en una carga económica.
Como el Reino de España quería mantener el control de la Isla para
garantizar los territorios del continente, decidió enviarle fondos desde
México para que funcionaran los aparatos administrativo y militar. Ese
fondo, que se componía de monedas de plata, se llamaba Situado. Con él
también se construyó la muralla de Santo Domingo, para defenderse de
los ataques del exterior.
El Situado sirvió para mantener el funcionamiento económico de la Isla,
donde los comerciantes españoles vendían mercancías a cambio de
monedad de plata.
La economía de la Isla se mantenía a flote gracias al Situado, pero no se
desarrollaba. Al contrario, esa ayuda sirvió para que la cúpula gobernante
se enriqueciera más a través de la corrupción, mientras la mayoría de la
población se mantenía en la miseria.
Ocupación de la isla La Tortuga.

A medida que transcurría el tiempo, los piratas y corsarios fueron


cercando la Isla. Una escuadra española atacó a franceses e ingleses
ubicados en una isla al este de Puerto Rico y muchos de los sobrevivientes
se dirigieron hacia la isla La Tortuga, situada al occidente de Santo
Domingo, exactamente al norte de lo que hoy es Haití. Ahí montaron sus
bases de operaciones para
atacar embarcaciones y puertos
españoles. A esos residentes en
La Tortuga se les llamó
filibusteros.
Los filibusteros luego penetraron
en la parte occidental de la isla,
o sea, en lo que hoy es Haití;
donde se dedicaron a la cacería
del ganado vacuno que vivía de forma salvaje, con el fin de aprovechar
pieles y sebo. A quienes se dedicaron a esa actividad se les llamó
bucaneros.
Las tropas españolas intentaron desalojar a los filibusteros de La Tortuga,
pero no lo lograron, aunque muchos de ellos se fueron a la parte
occidental de la isla de Santo Domingo, donde estaban más seguros entre
los bosques y obtenían beneficios de la cacería. Al poco tiempo había más
pobladores en el occidente de Santo Domingo que en la isla La Tortuga.
Invasión de Penn y Venable.

El gobernador de España en la isla de


Santo Domingo, Bernardino de Meneses
Bracamonte, conocido como el Conde de
Peñalva, decidió fortalecer la parte
oriental de la isla, por temor a un ataque
de una flota enemiga. Este decisión
favoreció el despliegue de los bucaneros
y filibusteros en las costas del oeste.
En el año 1655, el protector de Inglaterra, Oliver Cromwell, dispuso el
envío de una gran expedición, de 20 buques y 8, 000 hombres, para
apoderarse de Santo Domingo. Los navíos de la expedición los comandaba
el almirante William Penn y las tropas el general Robert Venables.
La expedición penetró por el río Haina, pero no pudo derrotar a las
milicias de criollos, dirigidos por Damián del Castillo, Álvaro Garabito y
Juan de Morfa, entre otros. Esa milicia tenía una gran experiencia de
combate, pues desde hacía años se estaba enfrentando a los bucaneros,
compañías de contingentes de 50 personas, en compañías de 50 personas,
llamados cincuentenas.
Los defensores de Santo Domingo unos 2, 000, desplegaron ataques de
noche, asaltos de caballería y lanceros y otras acciones militares. Al final,
los ingleses ni siquiera pudieron cercar la ciudad y a los pocos días se
retiraron hacia Jamaica, que desde entonces se convirtió en colonia de
Inglaterra.
Aunque el ataque ingles fue derrotado, España, que venía declinando en
el mundo frente a Inglaterra y Francia, temía otras invasiones. En la
segunda mirad el siglo XVII se desarrolló la piratería y España tuvo que
aceptar el establecimiento de enemigos europeos en las Antillas Menores,
Jamaica y algunas zonas de América Central y Suramérica.
Fueron muchas batallas que se dieron en las costas del Caribe entre cuatro
potencias europeas: España, Inglaterra, Francia y Holanda.
Las islas perdieron importancia económica y se convirtieron en parte de
un sistema defensivo para evitar la entrada de enemigos en territorios del
continente.
Los bucaneros se consolidaron en la parte oeste de la isla y pasaron a
controlar la península de Samaná, desde donde atacaban en Cotuí, y con
frecuencia atacaban los alrededores de las ciudades de Santiago, en el
norte de Azua, al suroeste.
A partir de la década de 1660, las autoridades españolas decidieron atacar
constantemente a sus enemigos del oeste de la isla. Para ello se repobló la
mayor parte de los territorios que habían sido despoblados en los años
1605 y 1606, a donde fueron a vivir personas de condición humilde, en su
mayoría negras y mulatas. La ofensiva española replegó a los bucaneros a
las zonas próximas a las costas. Se llegó un entendido de respeto de
territorios.
La Paz de Nimega

Los habitantes enriquecidos de la parte occidental de la Isla presionaron


para que finalizara la actividad de los bucaneros, cuya confrontación con
la parte este impedía una mayor expansión de la producción agrícola. Para
los grupos gobernantes franceses también era necesario terminar el
conflicto con la parte este de la isla y suprimir la piratería, pues ello
permitiría que los habitantes ricos generan excedentes agrícolas.
Sin embargo, pese al estado de
aparente paz, los franceses y los
españoles anhelaban el control
completo de la isla de Santo
Domingo. Pero como cada uno tenía
conciencia de que era difícil aniquilar
a su rival, firmaron en el año 1678 la
Paz de Nimega, donde por primera
vez España aceptaba la presencia francesa en la Isla.
Luego del tratado se desarrolló un intercambio comercial de bienes
manufactureros franceses por cueros de la parte española. Ese
intercambio sacó a la parte oriental de la Isla de la parálisis en que vivía. A
través de la frontera se desarrolló el contrabando.
También se mantuvo el contrabando marítimo realizado por Inglaterra,
que tenía superioridad sobre Francia.
En el año 1690 se inició una guerra en Europa entre Francia y España. Ante
ese hecho, Tarin de Cussy, gobernador de Cabo Francés, en la parte oeste
de la Isla atacó la ciudad de Santiago y preparó una expedición sobre
Santo Domingo. España hizo una alianza con Inglaterra y los franceses
fueron derrotados. Los vencedores se dirigieron hacia Cabo Francés. Pero
tuvieron que retirarse por las lluvias y las enfermedades, donde
asesinaron a Cussy y parte de sus tropas. En el año 1694 hubo otros
operativos franceses.
En el año 1695 se dispuso un nuevo agrupamiento de tropas españolas,
inglesas y de milicias en Santo Domingo con el fin de eliminar los
establecimientos franceses del norte. Se atacó a Cabo Francés de nuevo y
se tomó a Port-au-Paix. Sin embargo, los territorios ocupados no pudieron
ser controlados por mucho tiempo debido a la precariedad en que vivía la
colonia española. Los franceses volvieron a ocupar el oeste de la Isla y a
los pocos años reconstruyeron las haciendas y aumentaron la cantidad de
esclavos.

El tratado de Ryswick

La guerra entre España y Francia finalizó en el año 1697. En el tratado de


paz realizado en Ryswick, la Corona española aceptó la presencia francesa
en la parte oeste de la isla de Santo Domingo.
Los franceses. Establecidos en la parte occidental de la isla, extendieron
los límites y provocaron con esto grandes conflictos entre las autoridades
de las dos colonias. De esta situación surgió la necesidad de establecer
límites territoriales en la isla.
La guerra europea concluyó con el Tratado de Ryswick en
1697. En ese entonces, los territorios que en la isla de
Santo Domingo se consideraban de posesión español
estaban situados, en el norte, al este del río Bayajá (cerca
de Fort Liberté), y en el sur, al este del río Neiba (actual
Yaque del Sur). Como parte del Tratado de Ryswick, se
respetaron esos límites fijados por la costumbre. De esta
manera, España reconocía la ocupación francesa de los
territorios al oeste de dichos límites.
Ese tratado le puso fin al estado de guerra entre Santo Domingo, que era
la parte este de la Isla, hoy República Dominicana, y Saint Domingue, la
parte oeste, que hoy se llama Haití.
Surgimiento de las dos colonias.

Ante la muerte del rey Carlos II, de España, en ese país se generó un
conflicto alrededor del sucesor del Rey, quien no dejó descendiente, ya
que murió en ese estado de debilidad mental. Un grupo dirigente de
España apoyó el nombramiento como rey Felipe V, quien era nieto del rey
de Francia, Luis XIV. Otro grupo planteó que el sucesor debía de ser un
archiduque llamado Carlos.
El conflicto en España involucró a Francia, que apoyaba al nieto del rey
francés Luis XIV, y a Inglaterra, que consideraba que ese rey pondría a
España del lado de Francia. Al final se impuso a Felipe V. Entonces, España
y Francia acordaron un pacto para enfrentar a Inglaterra.
El nombramiento normalizó las relaciones entre Santo Domingo y Saint
Domingue. La primera, una colonia española en parálisis y pobreza
extrema, y la segunda colonia francesa en auge económico.
En Saint Domingue se desarrollaba una economía de plantación, de
grandes extensiones de tierras dedicadas a la caña, café y añil, con mano
de obra esclava. En cambio, en Santo Domingo se empezó a desarrollar
una economía ganadera para vender carne en Saint Domingue, donde se
compraban productos manufacturados, como las ropas, tejidos, joyas,
armas de fuego e instrumentos de trabajo. También se compraban
esclavos. O sea, que en la propia isla se dio una división del trabajo.

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