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TRATA DE ESCLAVOS

Entre los siglos XVI y XIX, doce millones de africanos fueron enviados a

América como mano de obra forzosa. Hacinados en los barcos negreros,

muchos perecieron en la travesía.

Los cautivos africanos eran instalados en el entrepuente de los navíos y sufrían

pésimas condiciones higiénicas y de alimentación hasta su llegada al Nuevo

Mundo.

Los traficantes, negros o árabes, entran en África en busca de esclavos. Estos

pueden ser prisioneros de guerra, criminales, secuestrados o pobres

entregados a sus amos para que los alimenten. Los llevaban a la orilla en

hileras, encadenados a una especie de patíbulo, con las manos sobre los

hombros de los que iban delante.

Por otro lado, desde el interior del Nuevo Reino de Granada también se estaba

produciendo una demanda cada vez mayor de esclavos para el desarrollo del

territorio. La economía del oro fue más duradera aquí que en otros territorios

americanos, como, por ejemplo, en la Audiencia de quito, las de Chile o el

propio Caribe.

Hasta mediados del siglo XVI participaban activamente en el tráfico humano

mercaderes españoles, italianos y alemanes, que conseguían la mercancía de

mano de los propios lusos. A partir de la década de los sesenta y setenta del

siglo XVI, paralelo al aumento de la demanda, las casas y sindicatos

portugueses desempeñaron un papel cada vez más destacado. Estos más que

otros estaban familiarizados con las fuentes de suministro y los sistemas de

trueque en África, además de controlar el tráfico de esclavos hacia el Brasil .


Los europeos buscaron esclavos para trabajar en esos cultivos, primero en las

islas atlánticas orientales, como Madeira y Santo Tomé, y luego en el Nuevo

Mundo.

El cultivo del azúcar requería una numerosa mano de obra dedicada a una

actividad incesante y ardua, sobre todo durante la cosecha. Era un trabajo muy

duro que los trabajadores libres europeos se negaban a realizar. De este modo,

la creciente producción de azúcar favoreció el trabajo forzado

Para que una institución como la esclavitud fuese posible y funcionase, se

requirió de un aparato jurídico y también de una ideología que la legitimó, la

justificó y la transmitió a todo el conjunto social. Sus principios básicos eran: el

derecho de propiedad sobre las personas, el derecho de propiedad de los

amos sobre los niños mediante el control de la sexualidad femenina y el uso de

la coerción y la violencia.

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