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- Sitúe el canto en el contexto de la cantiga y del poema: Dante se halla perdido en una
selva donde es acechado por feroces animales. A su encuentro a los pies del monte al que
deseaba subir para aclarar su visión acude Virgilo, a quien admira mucho; éste le informa que
para salir de ahí tendrá que seguirlo en una travesía hacia la redención que lo llevará por el
Infierno, el Purgatorio y, finalmente, el Paraíso. El poeta se siente muy dudoso respecto a su
destino pero se incentiva al enterarse de que Virgilio ha sido mandado por tres mujeres que
equivalen a la encarnación de la razón y la gracia de Dios. Dante se tranquiliza al comprender
que tiene la posibilidad de salvarse y comienza el descenso por los nueve niveles infernales
conociendo la severidad de cada pecado y el castigo correspondiente. Tras horrorizarse con la
visión del último, Virgilio le muestra a Dante el monte Purgatorio, lugar donde deambulan las
almas de quienes alcanzaron a confesar sus pecados y que esperan su turno de ir al Paraíso.
Una vez arribados al antepurgatorio, sus motivaciones son cuestionadas por un anciano y, tras
explicarlas, llegan a una playa abandonada donde se encuentran al Ángel de Dios que trae
con él a una centena de almas que buscan llegar al Purgatorio; las ánimas quedan atónitas
ante la presencia del poeta, quien está aún con vida. Los espectros de piden al poeta que sea
el guía hacia el monte, estas en el camino se admiran de la sombra que produce el cuerpo de
Dante y relatan cómo, a pesar de sus muertes trágicas, pudieron confesar sus pecados a
tiempo. El canto sexto del antepurgatorio se sitúa como una suerte de atajo ya que —en
el ascenso por el Purgatorio— Dante, Virgilio y las ánimas se encuentran con un alma
inerte y solitaria que únicamente se comunicaba con la mirada. Era Sordello, un
trovador italiano nacido en Mantua al igual que Virgilio —y de quien se presume que
fue asesinado, por ende, no tuvo tiempo de confesar sus pecados—, él es quien puede
enseñarles el camino más corto. Sordello permanece estoico hasta oír de la boca de
Virgilio que eran coterráneos, estallando en un abrazo fulminante.
El viaje continúa con la compañía de Sordello hasta la llegada al Purgatorio; Dante recibe una
serie de advertencias por parte del Ángel de Dios antes de entrar. Atraviesa las diversas
terrazas del Purgatorio. Tras esto alcanza el Paraíso, donde aguarda Beatriz —su guía en
reemplazo de Virgilio—, quien le da una reprimenda por admirarse demasiado. Recorren los
nueve cielos hasta llegar al Empíreo donde Dante trasciende más allá de lo terrenal. Se ve
sumido en un resplandor y la belleza de Beatriz es más exuberante que nunca. Dante ve una
rosa que representa el amor de Dios, todas las almas de quienes alcanzaron el Paraíso viven
en ella inclusive Beatriz. Dante es guiado por San Bernardo quien reza por él a la Virgen
María para que alcance la plenitud espiritual. Al final de la obra Dante ve a Dios en la forma
de tres círculos que equivalen al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
2.- Explique su sentido literal (atención a referencias mitológicas, poéticas, filosóficas,
personajes literarios, bíblicos, históricos, etc.): En un inicio Dante se compara con el
ganador de un juego de zara que es rodeado por los espectadores de la competencia al sentirse
rodeado por las ánimas que se admiraban al ver a un vivo en el antepurgatorio; momento en
que se fija en Aretino —quien sufrió una muerte iracunda a manos de Ghin di Tacco, un
ladrón toscano— para luego diseminarse la multitud. Además, reconoció a otras almas a las
que les arrebataron la vida de manera violenta, otras que fallecieron de forma accidental,
excomulgados y entes que se arrepintieron de sus pecados demasiado tarde orando y
clamando porque alguien más hiciera lo mismo para reducir el tiempo del martirio que han de
padecer al no poder confesar sus pecados antes de morir. Al ver esto Dante le cuestiona a
Virgilio si las plegarias modificarían en algo los designios divinos que recaen en la estancia
de los condenados a lo que éste responde que la esperanza de los muertos no es en vano; sin
embargo éstos no pueden esperar a que los rezos borren sus faltas instantáneamente. Virgilio,
tras disipar las dudas, le inspira al poeta a seguir caminando para encontrarse con su próxima
guía: la bella Beatriz. Es aquí cuando ocurre el encuentro con Sordello, el alma muda y
solitaria que era la única capaz de indicarles el camino más corto; Virgilio se presenta como
mantuano y Sordello le abraza efusivamente al encontrar un coterráneo en el antepurgatorio.
Dante se encoleriza al contemplar el orgullo con el que se reconocen, pues para él no tiene
nada de bueno ser italiano en ese momento tan convulso donde las leyes no se respetan y las
guerras, el abandono y la mala administración estaban devastando al país —y a Florencia, a
quien interpela solapadamente refiriéndose a la poca expertise de sus gobernantes y a la
inestabilidad política, económica y social—.
Referencias: