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La Divina comedia de Dante Alighieri

La Divina comedia, escrita por el florentino Dante Alighieri entre 1304 y 1321
aproximadamente, es un poema épico, género literario que consiste en la
narración en verso de las hazañas de los héroes. Tales hazañas constituyen
un modelo de virtud, sean verdaderas o ficticias. Este texto representa un
compendio de la cultura y el conocimiento medieval, tanto en lo religioso
como en lo filosófico, científico y moral.

Originalmente, el poema se llamó Comedia, nombre que designaba las obras


con finales felices, por oposición al concepto clásico de la tragedia. Cuando
Giovanni Boccaccio recibió el encargo de escribir sobre la obra, la
llamó Divina comedia para evidenciar la centralidad de los valores cristianos.

Resumen:
El infierno
Sandro Botticelli: El abismo del infierno. 1480.
¡Oh, vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!

La primera parte de la Divina comedia es el infierno. Dante y Virgilio pasan


primero donde se encuentran los cobardes, a los que el escritor tilda de
inútiles. Al llegar al río Aqueronte, los poetas se encuentran al barquero
infernal, Caronte, que lleva las almas hasta la puerta del infierno. Sobre la
puerta se lee la siguiente inscripción: ¡Oh, vosotros los que entráis,
abandonad toda esperanza! El infierno está estructurado por nueve círculos,
donde los condenados se encuentran distribuidos según sus culpas.

Primer círculo (no bautizados)


El primer círculo es el limbo o anteinfierno. En él se encuentran las almas
que, aunque virtuosas, no conocieron a Cristo o no fueron bautizadas,
incluido el propio Virgilio. Su pena es no poder gozar de los dones de la vida
eterna. De él, sólo han sido liberados los patriarcas de Israel.

Segundo círculo del infierno (lujuria)


Reservado a los culpables de lujuria, uno de los pecados capitales. Desde la
entrada, Minos examina a las almas y determina el castigo. Allí se encuentra
Francesca Rímini, una mujer noble de Italia que se hizo símbolo del adulterio
y la lujuria tras su trágico final.

Tercer círculo (gula)


Reservado al pecado de la gula. Las almas sufren en un pantano infectado
con lluvia helada. En este círculo se encuentra el can Cerbero y Ciacco.
Cuarto círculo del infierno (avaricia y prodigalidad)
Reservado al pecado de la avaricia. Los despilfarradores también tienen un
lugar en él. El lugar está presidido por Pluto, a quien el poeta representa
como un demonio de la riqueza.

Quinto círculo (ira y pereza)


Reservado a los pecados de la pereza y la ira. Flegias, hijo del dios Ares y
rey de los lápitas, es el barquero que lleva las almas por la laguna Estigia
hasta la ciudad infernal de Dite. Los poetas se encuentran a Felipe Argenti,
enemigo de Dante. Al verlos, los demonios se encolerizan.

Sexto círculo (herejía)


Se manifiestan las Furias de la torre de Dite y Medusa. Un ángel los socorre
abriendo las puertas de la ciudad para avanzar al círculo de los incrédulos y
heresiarcas, condenados a los sepulcros ardientes. Se encuentran a los
nobles epicúreos Farinata degli Uberti, gibelino y adversario de Dante, y
Cavalcante Cavalcanti, de la casa güelfa. Virgilio le explica al poeta los
pecados según la escolástica.

Séptimo círculo del infierno (violencia)


Reservado a los violentos, entre quienes se cuenta a los tiranos. El guardián
es el Minotauro de Creta. Los poetas son llevados por el centauro Neso a
través de un río de sangre. El círculo se divide en tres aros o girones, según
la gravedad del pecado: violentos contra el prójimo; violentos contra sí
mismos (suicidas incluidos); y violentos contra Dios, la ley natural y el arte.

Octavo círculo (fraude)


Reservado a los fraudulentos y seductores. Se divide en diez fosos circulares
y concéntricos. Aquí se castiga a los rufianes, aduladores, cortesanas,
practicantes de la simonía, adivinos e impostores, barateros (corruptos),
hipócritas, ladrones, consejeros del fraude, cismáticos y promotores de
discordia y, finalmente, falsificadores y alquimistas.

Noveno círculo (traición)


Reservado a los traidores. Los poetas se encuentran con los titanes y el
gigante Anteo los lleva en brazos al último abismo. Está dividido en cuatro
fosas distribuidas de la siguiente manera: traidores a los parientes, a la patria,
a sus comensales y a sus benefactores. En el centro se encuentra el mismo
Lucifer. Desde allí, salen al otro hemisferio.

El purgatorio
El purgatorio es el lugar del trasmundo donde las almas purifican sus
pecados para poder aspirar al cielo. Esta idea, muy anclada en el imaginario
medieval, es la que toma Dante.

Por invocación de las Musas, el poeta llega a las orillas de la isla del
purgatorio, ubicada en el hemisferio austral. Allí se encuentran a Catón de
Útica, a quien Dante representa como el guardián de las aguas. Catón los
prepara para el tránsito por el purgatorio.

Antepurgatorio
Los poetas llegan al antepurgatorio en la barca impulsada por un ángel. Se
encuentran el músico Casella y otras almas. Casella canta una canción del
poeta. Al llegar, Catón les reprende y el grupo se dispersa. Los poetas notan
la presencia de los conversos tardíos y de los excolmulgados por su
contumacia (negligentes procrastinadores de la conversión, los muertos
repentinamente y los muertos violentamente).

Más adelante, el trovador italiano, Sordello da Goito, los guía a la presencia


de los monarcas que deben purgar su ambición de poder. Entre ellos se
cuentan las casas reales de Bohemia, Francia, Aragón, Provenza, Sicilia y de
la Pulla.

En la noche, mientras Dante duerme, Lucía lo transporta hasta la puerta del


purgatorio. Al despertar, el custodio graba en su frente siete "P" en alusión a
los pecados capitales, marcas que desaparecerán en la medida en que
ascienda al cielo. El ángel abre las puertas con las llaves místicas del
arrepentimiento y la conversión.

Primera grada (soberbia)


El aro primero o primer círculo del purgatorio está reservado al pecado de la
soberbia. Allí contemplan ejemplos escultóricos de humildad, como el pasaje
de la Anunciación. Más adelante también contemplan imágenes del orgullo
en sí, como los pasajes de la Torre de Babel. Dante pierde la primera letra
"P".

Segunda grada (envidia)


Está reservado a los que purgan la envidia. Nuevamente, contemplas
escenas ejemplares de virtud encarnadas en la Virgen María, el propio Jesús
predicando el amor al prójimo o pasajes de la antigüedad.

Tercera grada (ira)


El círculo tercero está destinado al pecado de la ira. Virgilio explica a Dante el
sistema moral del purgatorio y se reflexiona sobre el amor mal conducido. El
punto central es afirmar el amor como principio de todo bien.
Cuarta grada (pereza)
Está reservado al pecado de la pereza. Tiene lugar una importante discusión
sobre el libre albedrío y su relación con las acciones humanas que surgen del
amor, tanto para el bien como para el mal. También se recuerdan los efectos
de la pereza.

Quinta grada (avaricia)


En el quinto círculo se purga la avaricia. En un rellano del purgatorio, los
poetas contemplan ejemplos de la virtud de la generosidad. El purgatorio
tiembla a causa de la liberación del alma de Estacio, un maestro y poeta
latino que le rinde honores a Virgilio.

Sexta grada (gula)


En este aro se purga el pecado de la gula. Estacio cuenta que, gracias a las
profecías de la IV Égloga de Virgilio, se libró de la avaricia y acogió el
cristianismo en secreto. Sin embargo, fue este silencio lo que le valió la
condena. Se encuentran los penitentes sometidos a hambre y sed. Dante se
sorprende de ver a Foresto Donati, salvado por las oraciones de su esposa.

Séptima grada (lujuria)


Reservado a los lujuriosos. Virgilio explica la generación del cuerpo y la
infusión del alma. Desde un círculo en llamas, los lujuriosos cantan loas a la
castidad. Se encuentran con los poetas Guido Guinizelli y Arnaut Daniel. Este
último le pide oración. Un ángel anuncia que Dante debe atravesar las llamas
para llegar al paraíso terrenal. Virgilio lo encomienda a su libre albedrío.

El paraíso terrenal
En el paraíso terrenal, Matilde, una virgen del medioevo, se ofrece a guiarlo y
mostrarle las maravillas del paraíso. Inician una travesía por el río Leteo y
aparece una procesión precedida por los siete dones del Espíritu Santo. La
procesión representa el triunfo de la Iglesia. Beatriz aparece y lo insta al
arrepentimiento. El poeta es sumergido en las aguas del Eunoes y se
regenera.

El paraíso
Cristóbal Rojas: Dante y Beatriz a orillas del Leteo. 1889.

El paraíso de la Divina comedia está estructurado en nueve esferas, y las


almas están distribuidas según la gracia alcanzada. Virgilio y Dante se
separan. El poeta inicia con Beatriz el viaje hacia el empíreo, donde Dios
habita.

Primera esfera, la Luna (espíritus que quebrantaron el voto de


castidad)
La primera esfera es la Luna, cuyas manchas representan a aquellos que
faltaron a los votos de castidad. Beatriz explica el valor de los votos ante Dios
y qué puede hacer el alma para compensar su falta. Inicia el camino al
segundo cielo donde, al llegar, lo alcanzan varios espíritus activos y
benéficos.

Segunda esfera, Mercurio (espíritus activos y benéficos)


El espíritu del emperador Justiniano le informa a Dante que en Mercurio
están aquellos que dejaron grandes obras de acción o pensamiento para la
posteridad. El poeta pregunta por qué Cristo decidió el destino de la cruz
como salvación. Beatriz le expone la doctrina de la inmortalidad del alma y la
resurrección.

Tercera esfera, Venus (espíritus amantes)


La esfera tercera es Venus, destino de los amantes que lograron dominar su
pasión. El poeta se encuentra a Carlos Martel, heredero del trono húngaro,
quien expone dos casos contrarios en su propia familia. Luego, Fulco de
Marsella que señala los pecados de Florencia, especialmente la avaricia del
clero.

Cuarta esfera, el Sol (doctores en filosofía y teología)


La cuarta esfera es el Sol, donde se encuentran los doctores en teología y
filosofía. Ante las dudas que Dante manifiesta, los sabios responden y
enseñan. Santo Tomás de Aquino aclara la superioridad de Adán y de
Jesucristo respecto a la sabiduría de Salomón. Le habla también de san
Francisco de Asís. San Buenaventura elogia a Santo Domingo.

Quinta esfera, Marte (mártires)


La quinta esfera es Marte. Está dedicada a los mártires de la cristiandad,
tomados como guerreros de la fe. Las almas de los mártires son luces que se
aglomeran formando una cruz. Beatriz elogia a los caídos en las cruzadas, y
Dante se encuentra con su antepasado Cacciaguida, quien fue cruzado. Este
predice el exilio de Dante.

Sexta esfera, Júpiter (gobernantes justos)


Es la esfera dedicada a los buenos gobernantes, donde Júpiter funciona
como alegoría (como dios de los dioses griegos). Allí, Dante se encuentra
con los grandes jerarcas de la historia considerados justos, como Trajano, de
quien una leyenda dice haberse convertido al cristianismo.

Séptima esfera, Saturno (espíritus contemplativos)


Saturno, la séptima esfera, es donde reposan los que hicieron vida
contemplativa en la tierra. Allí conversan Dante y San Damián sobre la
doctrina de la predestinación, el monacato y los malos religiosos. San
Benedicto le expresa también su decepción frente al destino de su orden.
Dante y Beatriz inician el paso a la octava esfera.

Octava esfera, estrellas (espíritus triunfantes)


La octava esfera corresponde a las estrellas de la constelación de géminis,
que simbolizan a la Iglesia militante. Allí, aparecen Jesucristo y la Virgen
María, a cuya coronación asiste. Beatriz pide para Dante el don del
entendimiento. San Pedro lo interroga sobre la fe; Santiago, sobre la
esperanza, y San Juan evangelista sobre el amor. Dante sale victorioso.

Novena esfera, cristalino (jerarquías angélicas)


El poeta atisba la luz de Dios, rodeado por nueve anillos de cortes celestiales.
Beatriz le explica a Dante la correspondencia entre la creación y el mundo
celeste, y son descritos los ángeles siguiendo las enseñanzas de San
Dionisio.

El Empíreo (Dios, ángeles y beatos)


Dante asciende, finalmente, al empíreo, un lugar más allá del mundo físico
conocido, la verdadera morada de Dios. El poeta es envuelto en la luz y
Beatriz se revestida de inusual belleza. Dante distingue una gran rosa
mística, símbolo del amor divino, en la que las almas santas hallan su trono.
Beatriz obtiene su lugar junto a Raquel. Dante será conducido en su tramo
final por San Bernardo. La Santísima Trinidad se manifiesta a Dante en forma
de tres círculos idénticos. Tras ser iluminado, Dante abre su entendimiento y
comprende el misterio del amor divino.

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