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PURGATORIO

El Purgatorio de Dante se divide en Antepurgatorio, Purgatorio, y Paraíso terrenal (o


Jardín del Edén). La estructura moral del Purgatorio sigue la clasificación tomística1 de los
vicios del amor mal dirigido, y no hace referencia a culpas específicas. Se divide en siete
giros o terrazas, en las cuales se expían los siete pecados capitales: soberbia, envidia, ira,
pereza, avaricia, gula, lujuria.

Al pie de la montaña se encuentra el Antepurgatorio y en la cima el Paraíso terrenal. Su


estructura es peculiar a la del Infierno, pues sí aquel es un abismo este es una montaña, y
el orden de las penas sufre un giro muy inesperado: el camino de Dante va del pecado
más grave al más leve (que es la lujuria, o amor que se excede en la medida).

Cada giro tiene un custodio angélico, y precisamente los ángeles de la humildad,


misericordia, mansedumbre, solicitud, justicia, abstinencia y castidad; en cada terraza,
además, los que expían las culpas tienen ante sí ejemplos del vicio castigado y de la virtud
opuesta.

En la entrada del Paraíso terrenal, Virgilio debe separarse del poeta. Como guía a partir de
allí tendrá al poeta latino Estacio, quien lo conducirá al Jardín del Edén, donde lo acogerá
Matelda, quien es una anticipación de la aparición de Beatriz.

Las almas del Purgatorio ya están salvadas, pero antes de llegar al Paraíso, para expiar sus
pecados, deben subir la montaña como hacían en los tiempos de Dante los peregrinos que
se dirigían hacia Roma o Santiago de Compostela para hacer penitencia. Cada alma debe
por consiguiente recorrer todo el camino y purificarse en cada giro del pecado
correspondiente.

Para facilitar su encuentro con determinados personajes, el autor los coloca en el giro de
su pecado más relevante. El Purgatorio tiene la función específica de expiación, reflexión
y arrepentimiento, y es solo a través del camino, es decir de la peregrinación hacia Dios,
que el alma puede aspirar a la redención.
Esto también vale para dante quien al principio tiene grabadas en la frente siete P, que
simbolizan los siete pecados capitales. Al final de cada giro, el ala del ángel guardián borra
una de ellas, indicando que el pecado específico ha sido expiado.

ANTEPURGATORIO.

En las orillas del Purgatorio, Dante y Virgilio encuentran a Catón, un pagano que ha sido
nombrado por Dios guardián del pie del monte. En la zona baja de la pendiente (llamada
"Antepurgatorio" por los comentadores), ellos llegan a conocer dos clases principales de
almas cuya penitente vida cristiana fue retardada o deficiente: Los excomulgados y los
1
De Santo Tomás de Aquino.
arrepentidos de forma tardía. Los primeros son detenidos aquí por un periodo treinta
veces de largo como su periodo de contumacia o terquedad. Los segundos incluyen a los
demasiados perezosos o preocupados por su arrepentimiento, y aquellos que se
arrepintieron en el último minuto sin haber recibido formalmente la unción de los
enfermos, como resultado de muertes violentas. Estas almas serían aceptadas en el
Purgatorio
gracias a su genuino arrepentimiento, pero tendrían que esperar ahí por un tiempo igual
al tiempo que permanecieron en la tierra.

Entre los excomulgados se encuentra Manfredo de Sicilia2 (Canto III). Entre los perezosos
se encuentra Belacqua3, con lo que Dante se encuentra aliviado de encontrarlo aquí y no
en el infierno (Canto IV):

"... Belacqua,
ya más de ti no me conduelo; ..."

Entre los que no recibieron la última unción se encuentra Pia d'Tolomei de Siena4, quien
fue asesinada por su esposo, Nello della Pietra de la Maremma (Canto V):

"Quizá recuerdes que soy La Pia;


Siena me hizo, y Maremma me deshizo:
saberlo tiene quien, cuando casados fuimos, plegaria suya me dio
y luego, como alianza nupcial una de sus gemas."

En esta categoría también está Sordello, quien, como Virgilio, era de Mantua. Cuando
Sordello descubre la identidad del eminente poeta, llega a inclinarse en honor a él. Esto
ayuda a mantener a Virgilio en primer plano dentro del poema, ya que (como residente
del Limbo) Virgilio era el menos calificado como guía aquí que como lo era en el infierno.
Como residente del Purgatorio, Sordello está capacitado para explicar la Regla de la
Montaña: que luego de la puesta del sol las almas son literalmente incapaces de seguir
escalando más peñas. Alegóricamente, el Sol representa a Dios, significando que el
progreso en la penitente vida cristiana solo puede llegar a hacerse mediante la Gracia
divina (del Canto VI al VII).

Desde que el Sol se pone, Dante y sus compañeros se detienen para pasar la noche en un
hermoso valle donde llegan a conocer a personas a quienes sus preocupaciones acerca de
sus deberes públicos y personales obstaculizaron su progreso espiritual, especialmente
fallecidos monarcas como Rodolfo I, Otakar, Felipe el Calvo, y Enrique III (Cantos VII y
VIII).

2
Hijo natural de Federico II y rey de Sicilia. Allí había nacido en 1231 y murió en 1266 en la batalla de
Benevento.
3
Florentino de la época de Dante, famoso por su haraganería. Fabricaba instrumentos musicales.
4
No se sabe bien el porqué de éste asesinato.
A medida que se acerca la noche, las almas cantan las Completas Salve Regina y Te lucis
ante terminum (cantos cristianos de aquella época).

Caminando desde un sueño, Dante se da cuenta que había sido llevado a la puerta
correcta del purgatorio. Esta puerta tiene tres caminos: Blanco pulido (reflejando la
pecaminosidad del verdadero yo del penitente), Negro (el color del luto, con grietas en
forma de Cruz), y Roja (simbolizando la sangre de Cristo y la restauración de la vida plena
o verdadera) (Canto IX).

La puerta estaba custodiada por un ángel que usa la hoja de su espada para escribir la
letra "p" (significando peccatum, pecado) siete veces en la frente de Dante, ordenándole
"Haz que lave, cuando esté dentro, estas llagas." El ángel usa dos llaves, de plata
(remordimiento) y de oro (reconciliación) para abrir la puerta, siendo ambas necesarias.

LAS SIETE GRADAS (O TERRAZAS) DEL PURGATORIO.

PRIMERA TERRAZA: LA SOBERBIA.

Las siete terrazas son elaboradas a partir de la teología cristiana. El núcleo de clasificación
se basa en el amor, con las primeras tres terrazas del purgatorio en relación con el amor
pervertido dirigido a los daños reales de los demás. La cuarta terraza se refiere al amor
deficiente (es decir, la pereza o acedia) mientras que las últimas tres se relacionan con el
amor excesivo o desordenado de las cosas buenas.

Las tres primeras terrazas del Purgatorio están relacionadas con pecados causados por un
mal amor que de alguna forma llega a herir a la persona amada. El primero de éstos es el
Orgullo. En la terraza hay almas orgullosas purgando sus culpas, Dante y Virigilio ven
hermosas esculturas expresando humildad, la virtud opuesta.
El primer ejemplo es la Anunciación de la Virgen María, donde ella responde al ángel
Gabriel con las palabras Ecce ancilla Dei (“Eh aquí la esclava del Señor”).
Un ejemplo de humildad de la historia clásica es cuando el emperador Trajano, de acuerdo
con una leyenda medieval, en una ocasión paró su jornada para hacer justicia a una pobre
viuda (Canto X).
También asociado con la humildad está el Padre nuestro.

Luego de haber sido introducidos en la humildad, Dante y Virgilio conocen las almas de los
orgullosos, quienes han sido doblados por el peso de enormes piedras en sus espaldas.
Mientras ellos caminan por la terraza, pueden llegar a ver y analizar los ejemplos de
humildad de las esculturas. La primera de éstas almas es Omberto Aldobrandeschi, cuyo
orgullo está junto a él en su descenso (“Yo era un italiano, hijo de un gran Toscano: / mi
padre fue Guiglielmo Aldobrandesco), aunque está aprendiendo a ser más humilde (Yo /
no sé si habéis oído su nombre).
Oderisi de Gubbio5, es un ejemplo de orgullo a causa de logros. Provenzano Salvani, el
líder de los gibelinos sieneses, es un ejemplo del orgullo a causa del poder sobre otros.

En el Canto XIII, Dante señala, con “franca autoconciencia” que el orgullo es un defecto de
él:
“yo sufro mucho más la pena debajo;
mi alma ansiosa está, en suspenso; preparada
siento el gran peso de la primera terraza”.

Luego de la conversación con uno de los orgullosos, Dante ve algunas esculturas mucho
más alejadas, éstas ilustraban el orgullo mismo. Éstas mostraban a Satanás, la Torre de
Babel, el rey Saúl, a Aracne, al rey Roboam y otros.

Luego los poetas ascienden a la siguiente terraza. Un ángel cepilla con sus alas la frente de
Dante, borrando la letra “p” (peccatum) correspondiente al pecado del orgullo, y Dante
oye la beatitud: Beati pauperes spiritu (“Benditos son los pobres en espíritu”) (Canto XII).

SEGUNDA TERRAZA: LA ENVIDIA.

La envidia era el pecado que “mira con deseo y repudio la fortuna y riquezas de otros,
tomando cualquier oportunidad para quitarles o privarles de su felicidad”. Tal como una
de las almas envidiosas dice:

“Mi sangre estaba hirviendo con tanta envidia, que,


cuando llegaba a ver a un hombre feliz,
hubiera podido ver la lividez que me invadía.”

Al entrar a la terraza de los envidiosos, Dante y Virgilio en un primer momento oyen voces
contando historias acerca de la generosidad, la virtud opuesta.
Aquí tal como otras terrazas, hay un episodio de la vida de la Virgen María. Además, hay
una historia clásica, la amistad de Orestes y Pílades6, y Jesús predicando “Ama tus
enemigos”.

Las almas de los envidiosos vestían túnicas grises de penitencia, y tenían sus ojos cocidos
con alambre. Así se les hacía más necesario poder oír que poder ver.
Un ejemplo de envidioso es el caso de Caín hacia Abel.

Las almas de los envidiosos incluyen a Guido del Duca, quien les habla amargamente
sobre los principios éticos de las personas que vivían a lo largo del río Arno.

Las voces en el aire también incluyen ejemplos de envidia. Uno clásico es el de Aglauros,
5
Era un reconocido artista por sus manuscritos iluminados.
6
Orestes y Pilades, ofrecen en la antigüedad un magnífico ejemplo de amistad. Ambos se disponen a
arrostrar hasta la muerte para salvar al amigo.
quien (según Ovidio) fue convertido en piedra porque estaba celosa del amor de Hermes
por su hermana mayor Herse.

A medida que va saliendo de la terraza, la deslumbrante luz emitida por el ángel de la


terraza hace que Dante revele un poco de su conocimiento científico, pues observa que el
ángulo de incidencia de la luz es igual al ángulo de reflexión “tal como la teoría y los
experimentos habían demostrado”. (Canto XV).

TERCERA GRADA: LA IRA.

En la terraza de los iracundos, ejemplos de mansedumbre, la virtud opuesta, son


mostradas a Dante como visiones en su mente. Como ejemplo clásico tenemos a la esposa
de Pisistrato pidiendo por la ejecución de un hombre que había abrazado a su hija, a esto
Pisístrato habría respondido: “¿Que debiéramos hacer a alguien que nos hiere / si alguien
que nos ama aprende (con el significado de temer) de nuestra condena? San Esteban
brinda un ejemplo bíblico, señalado en Hechos de los Apóstoles (Canto XV):

“Después vie gente inflamadas en ira,


con piedras matar a un jovencito, unidos en
un solo y fuerte grito: ¡Mátalo, mátalo, mátalo!

Y lo veía inclinarse, por la muerte


que ya le pesaba, hacia la tierra,
mas con los ojos siempre al cielo alzados,

Orando al alto Sire, entre tanta guerra,


que perdonase a sus perseguidores,
con aquel semblante que a piedad lleva.”

Las almas de los iracundos están envueltas en una nube de humo que los mantiene en
una oscuridad mayor que la del infierno. Esto simboliza el cegador efecto del enojo:

“Oscuridad de infierno y de noche priva


de todo planeta, bajo pobre cielo,
cuanto ser puede de nubes atenebrada,

No cubrió mi rostro de tan espeso velo,


como aquel humo que allí nos cubría,
ni nunca hubo más áspero pelo,

Que el ojo abierto sufrir podría;”


Marco Lombardo discute con Dante acerca del Libre albedrío – un tema relevante, ya que
no hay razones para discutir con alguien que no tiene control sobre sus acciones. (Canto
XVI).
Dante también tiene visiones con ejemplos de ira, tales como Procne7, Amán8 y la madre
de Lavinia9. La oración de ésta terraza es el Agnus Dei: “Agnus Dei, qui tollis peccata
mundi, miserere nobis… dona nobis pacem.” (“Cordero de Dios, tu que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros… danos la paz.”) (Canto XVII).

En éste punto Virgilio explica a Dante la organización del Purgatorio y su relación con el
amor pervertido, deficiente o mal dirigido. Las terrazas que habían recorrido hasta el
momento habían borrado la soberbia (“Aquel que, a través de la humillación de otros, /
espera la supremacía.”), la envidia (“Ese quien, cuando es superado / deseando con locura
el infortunio de sus vecinos.”), y la ira (“Aquel, sobre lastimado / recibido, resentido, por
venganza codicioso / y, con enojo, busca dañar a los otros.”). Todos ellos, amores mal
direccionados. (Cantos XVII y XVIII).

CUARTA TERRAZA: LA PEREZA.

En la cuarta terraza se podrían encontrar las almas de aquellos que pecaron por descuido,
lo que sería la Pereza. Desde el momento en vida que se falla al buscar el amor, aquí son
condenados a incesantes trabajos.
Los ejemplos de entusiasmo o energía, las virtudes opuestas, son clamados por las almas
que recorren la terraza. Éstos ejemplos incluyen episodios de la vida de la Virgen María,
Julio César y Eneas.
Ésta actividad, además, reemplaza las oraciones verbales de ésta terraza.
Éstos perezosos están demasiados ocupados siquiera para conversar durante sus trabajos,
por ello ésta es una de las secciones más cortas del poema.

Alegóricamente, la pereza espiritual y la falta de cuidado llevan a la tristeza, la


bienaventuranza de ésta terraza es Beati qui lugent (“Benditos sean los que sufren, pues
serán reconfortados,”) (Canto XVIII y XIX).

Al caer la segunda noche, con los poetas aun en la terraza, Dante sueña con una Sirena,
símbolo del amor desordenado o excesivo representado por la avaricia, la gula y la lujuria.
(Canto XIX).

QUINTA TERRAZA: LA AVARICIA.


7
Procne, cegada por la ira, mató a su hijo Ilis y se lo dio de comer a su esposo. Fue transformada en
ruiseñor.
8
Anán, personaje bíblico, mandado ajusticiar por el rey Asuero en la misma cruz que aquel había hecho
preparar para el virtuoso Mardoqueo.
9
La madre de Lavinia se quitó la vida porque recibió la falsa noticia de la muerte de Turno, rey de los riótulos
y prometido de su hija, a manos de Eneas, que también aspiraba a casarse con la doncella.
En las tres últimas terrazas se encuentran los que pecaron por amar buenas cosas, pero
amándolas excesivamente o desordenadamente.
En la quinta terraza, la excesiva preocupación por los bienes terrenales, ya sea
codiciosamente o extravagantemente, es castigada y purificada, y los avaros y los
adinerados yacen boca abajo al suelo, sin posibilidad de moverse.
Sus oraciones son Adhaesit pavimento anima mea (“Mi alma está adherida al polvo,
vivifícame con Tu Palabra,”). Una oración que expresa el deseo de seguir las Leyes de Dios.
(Canto XIX).

En ésta terraza Hugo el Grande se lamenta, en contraste, cómo la avaricia había motivado
las acciones de sus sucesores, y “profetiza” eventos que sucederían luego de la época en
la que se ubica al poema, pero antes de la época en que es escrito el poema:

“Al otro, que hasta salió preso en una nave,


veo vender a su hija pactando precio,
como los corsarios hacen de otras esclavas.

¡Oh avaricia! ¿qué más puedes hacer,


que así te has apropiado de mi sangre
que ni te cuidas de tu propia carne?

Para que menos se vea el mal futuro y pasado,


veo en Anagni entrar la flor de lis,
y en su vicario quedar Cristo encarcelado.

Véolo ser de nuevo burlado;


veo renovar el vinagre y la hiel,
y entre vivos ladrones ser occiso.

Veo al nuevo Pilato, una vez tan cruel,


que ni eso lo sacia, pues sin decreto
hasta el Temple lleva las codiciosas velas.”

Entre éstos eventos se incluyen como Carlos II de Nápoles dio a su hija en matrimonio a
un anciano de mala fama, y como Felipe IV de Francia (Felipe “el hermoso”) arrestó al
Papa Bonifacio VIII en 1303 (uno de los Papas destinados al Infierno). Y así mismo, Dante
también comenta acerca de la destrucción de la Orden de los Templarios por deseos de
Felipe en 1307, lo que liberó a Felipe de las deudas que tenía con la orden. (Canto XX).

En una escena, que Dante relaciona con el episodio en el que Jesús se aparece a dos
discípulos en el camino hacia Emaús, Dante y Virgilio son alcanzados por el poeta
Estacio10, a quien Dante presenta, aunque no en bases obvias o entendibles, como un
convertido al cristianismo. Acababa de finalizar su purificación en aquel circulo y, como
cristiano, su guía sería apta para complementar la de Virgilio. (Canto XXI).

SEXTA TERRAZA: LA GULA.

La sexta terraza purifica a los glotones, y en general, a todos aquellos que a pesar de estar
satisfechos insistían al comer, beber, saciar su cuerpo.
En una evocadora escena del castigo de Tántalo, los glotones mueren de hambre entre
árboles llenos de frutos que no pueden tocar.
En este círculo los ejemplos son dados por voces que se escuchan entre los árboles. Juan
el Bautista, quien solamente vivía de langostas y miel, es un ejemplo de las virtudes
opuestas: templanza o moderación: mientras que un ejemplo clásico de gula es cuando los
Centauros ebrios se enfrentan a los Lápitas.

El rezo para ésta terraza es “Los labios me dominan” (“Oh Lord, abra mis labios, y mi boca
declarará su alabanza.”) Éstas son las palabras de apertura de la Liturgia diaria de las
horas (los rezos para las quintas y séptimas terrazas también son tomados de la Liturgia
de las Horas) (Canto XXII a XXIV).
Aquí Dante también encuentra a su amigo Forese Donati y su precursor poético
Bonagiunta Orbicciani. Bonagiunta tiene palabras amables para el poema más temprano
de Dante, La vita nuova, describiéndolo como el “dulce estilo nuevo” (dolce still nuovo), y
cotizando la línea: “Las Damas que tiene la inteligencia de amor,” escrito en alabanza de
Beatriz:

“Las damas que tienen la inteligencia de Amor,


yo de mi señora desean con usted hablar;
No, que yo pueda creer para terminar su alabanza,
Pero al discurso que puedo aliviar mi mente.

Digo que cuando pienso sobre su valor,


tan dulce que se hace sentir en mí,
Que si yo entonces debería perder no la audacia,
la Oratoria, yo debería enamorar toda la humanidad.”

10
Celebre poeta latino. En la época de Dante se lo creía nacido en Tolosa, pero, después, cuando se
conocieron, sus Silvas, se aclaró que era de Nápoles. Es autor, además, de la Tebalda y una Aquileida que
dejó incompleta a su muerte.
Dante inventa la leyenda de la conversión de Estacio al cristianismo para justificar su aparición en el
Purgatorio. Atribuye la conversión a la lectura de la cuarta égloga de Virgilio que durante la Edad Media fue
leída como presagio del nacimiento de Cristo. La Eneida lo había iluminado, en cambio, en su creación
poética.
Subiendo a la séptima terraza, Dante se pregunta cómo es posible para almas incorpóreas
tener el aspecto descarnado de las almas, siendo privadas de comida aquí. En explicación,
Estacio habla de la naturaleza del alma y su relación con el cuerpo. (Canto XXV).

SÉPTIMA GRADA: LA LUJURIA.

La terraza de la lujuria tiene una inmensa pared de llamas a través del cual todos deben
pasar. Almas arrepintiéndose del deseo sexual mal dirigido se ejecutan a través de las
llamas gritando ejemplos de lujuria (Sodoma y Gomorra11 y Pasifae12) y de la castidad y de
la fidelidad marital. Como una oración, cantan el himno Sumas Deus Clementiae (Dios de
la Suprema Clemencia) de la Liturgia de las Horas. (Cantos XXV y XXVI).

En éste círculo hay dos grupos de lujuriosos: los sodomitas y los insatisfechos. Los dos
grupos penitentes se saludan de forma que Dante los compara con las hormigas:

“Allí veo de todas partes apresurarse


cada sombra y besarse una con otra
sin quedarse, contentas con breve fiesta:

Así por entre su hilera oscura


se hociquean una con otra las hormigas,
quizá para saber del camino o la fortuna.”

Entre las flamas, a las que no se atreve a entrar, están los poetas románticos Guido
Guinizelli13 y Arnaut Daniel, con quienes Dante conversa. Le recuerdan a Dante que a
Beatriz puede encontrarla al otro lado del Paraíso Terrenal, finalmente Virgilio persuade a
Dante para que pase entre las llamas. (Cantos XXVI y XXVII).

En los escalones del Paraíso Terrenal, la noche cae por tercera vez, y Dante sueña con Lea
y Raquel, quienes simbolizan la vida cristiana activa y no monástica, y también la vida
cristiana de contemplación (monástica), ambas importantes. (Canto XXVII):

“Joven y bella en sueños parecíame


ver una dama andando por una landa
cogiendo flores, y cantando decía

Sepa quienquiera que mi nombre demanda


que soy Lía, y voy moviendo en torno
las bellas manos para hacerme una guirnalda.

11
Las dos ciudades destruidas por la ira de Dios por la perversión de sus ciudadanos.
12
Mujer del rey Minos, que tuvo ayuntamiento con un toro y engendró al minotauro.
13
Precursor e iniciador del dolce still nuovo. Nació hacia 1240 y murió desterrado en Verona en 1276.
Por placerme ante el espejo, me adorno;
pero mi hermana Raquel nunca se aparta
de su espejo, todo el día sentada.

Ella de ver sus bellos ojos está enamorada


como yo de adornarme con las manos;
a ella el mirar, y a mí el obrar nos aplaca.”

EL PARAÍSO TERRENAL.

En la cima del Monte Purgatorio se encuentra el Paraíso Terrenal o el Jardín del Edén.
Alegóricamente representa la inocencia que existía antes de que Adán y Eva perdieran la
Gracia de Dios – el estado que el ascenso de Dante al purgatorio ha estado recuperando.

Aquí Dante conoce a Matilda, una mujer cuya identidad literal y alegórica “es
seguramente el problema más tentador de la Comedia”. De todas maneras, Matilda,
prepara a Dante para su encuentro con Beatriz, la mujer a la que (históricamente) Dante
dedicó sus anteriores poesías, la mujer a cuyo pedido (en la historia) Virgilio fue ordenado
a traer a Dante en su viaje, y la mujer que (alegóricamente) simboliza el camino a Dios.
(Canto XXVIII).

Con Matilda, Dante es testigo de una procesión (o desfile) que forma una alegoría dentro
de la alegoría, algo así como la obra de Shakespeare en una obra de teatro. Tiene un estilo
muy diferente del Purgatorio, donde los personajes están caminando símbolos en lugar de
personas reales. La procesión consiste (Canto XXIX):

 “Veinticuatro ancianos” (referencia a Apocalipsis), que representan los 24 libros de


la Biblia Hebrea, tal y como los clasifico San Jerónimo.
 “Cuatro animales” con “seis alas de plumas” (referencia a Apocalipsis), como una
representación tradicional de los cuatro Evangelistas (Marcos, Mateo, Juan y
Lucas).
 “Un carro triunfal en dos ruedas,” portando a Beatriz, que es arrastrado por…
 Un Grifo, representando la divinidad y humanidad de Cristo.
 “Tres mujeres en círculos” vestidas de rojo, verde y blanco, representando las tres
virtudes teologales: Caridad, Esperanza y Fe, respectivamente.
 “Otras cuatro mujeres” vestidas de purpura, representando las cuatro virtudes
cardinales: Prudencia, Coraje, Justicia y Templanza.
 “Dos ancianas, con vestidos diferentes,” representando los Hechos de los
Apóstoles y las Epístolas paulinas.
 “Cuatro personas de aspecto humilde,” representando las Epístolas generales.
 “Cuando todos los demás pasan, un solitario anciano,” representando el
Apocalipsis.
La aparición de Beatriz, y una dramática escena de reconciliación entre Beatriz y Dante, en
el que ella reprocha su pecado (Cantos XXX y XXXI), ayuda a cubrir la desaparición de
Virgilio, que, como símbolo de la filosofía y humanidad no cristiana, no puede ayudarle
más en su acercamiento a Dios. Es así como en el resto de “La Divina Comedia”, Beatriz se
convierte en la guía de Dante:

“Pero Virgilio nos había privado de si mismo,


Virgilio, el más gentil padre,
Virgilio, quien me dio auto de fe para mi salvación

E incluso toda nuestra antigua madre perdida no era suficiente


para mantener a mis mejillas, a pesar de lava de rocío, el
oscurecimiento de nuevo con lágrimas.”

Dante pues pasa por el río Lethe, que le borra la memoria de sus anteriores pecados
(Canto XXXI), y ve una alegoría de la historia Bíblica y de la Iglesia, en la que el carruaje
representa a la Iglesia. Ésta alegoría incluye una denuncia de los papados corruptos, y sus
vínculos con la monarquía francesa (Canto XXXII):

“Tan segura como una fortaleza sobre una alta montaña,


vi sentada en el carro a una prostituta desenvuelta,
paseando sus miradas en torno suyo.

Y como para impedir que se la quitaran,


vi un gigante colocado en pie junto a ella,
y ambos se besaban de vez en cuando;”

Finalmente, Dante bebe del río Eunoe, recuperando la memoria, y preparándose para su
ascenso al Paraíso. Al igual que en las otras dos partes de la Divina Comedia, el Purgatorio
acaba con la palabra “estrellas”. (Canto XXXIII):

“Volví a aquellas sacrosantas ondas


tan reanimado como las plantas nuevas
renovadas con nuevas hojas,
purificado y dispuesto a subir a las estrellas.”

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