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USO DE PLAGUICIDAS EN MÉXICO

En México, aproximadamente 32 millones de hectáreas están destinadas a la


agricultura. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) estimó que durante el periodo 2013-2017, México tuvo un
consumo promedio de 2 kg de plaguicidas por hectárea de cultivo. Entre los prin-
cipales estados agrícolas que registran un mayor uso de plaguicidas se
encuentran Sinaloa, Chiapas, Colima, Jalisco, Nayarit, Sonora, Tamaulipas y
Veracruz. Si bien, el uso de los plaguicidas es útil para la agricultura, su utilización
con frecuencia contamina los cultivos alimentarios, los cuales son una ruta de
exposición con posibles efectos agudos o crónicos a la salud.

Los plaguicidas son sustancias o mezclas de sustancias que se destinan a


controlar plagas, incluidos los vectores de enfermedades humanas y de animales,
así como las especies no deseadas que causan perjuicio o que interfieren con la
producción agropecuaria y forestal (USEPA 2010).Estas sustancias representan
un riesgo para la salud humana y el ambiente debido a que pueden contaminar
suelos, agua,
sedimentos y aire (Cheng 1990). Los plaguicidas llegan a cuerpos de agua por
escurrimiento, infiltración y erosión de los suelos, en lugares donde se han
aplicado. También pueden movilizarse por transporte tanto atmosférico como por
escurrimiento durante lluvias o riego agrícola y, de esta manera, transportarse
hacia cuerpos de agua, tanto superficiales como subterráneos hasta contaminar
agua y sedimentos (Ongley 1996).

El consumo de esa agua contaminada es un medio por el cual los plaguicidas


pueden entrar directamente al organismo. Por otro lado, a través de la
dispersión por el aire los plaguicidas pueden entrar en contacto directo con los
insectos, animales de granja, frutas, verduras, semillas e incorporarse en la
cadena alimenticia. Adicionalmente, debido a sus propiedades lipofílicas los
plaguicidas tienen la capacidad de bioacumularse, es decir, acumularse en los
tejidos de los organismos, de esta forma su vida media puede aumentarse y
pasar a diferentes

eslabones de la cadena alimenticia, en un fenómeno conocido como


biomagnificación.

Los cinco plaguicidas más utilizados en México están prohibidos en por lo menos
34 países debido a su alto grado de toxicidad aguda o crónica que puede
ocasionar daños graves y permanentes a la salud. Entre 2010 y 2019 se
importaron 233 mil 724 toneladas de esas sustancias, 92 por ciento de las cuales
se quedaron en el país. Las mayores adquisiciones se realizan a China y Estados
Unidos, señaló el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc).
Para México, los grupos químicos e ingredientes activos utilizados en diversos
cultivos que destacan por su alta toxicidad son los organofosforados (paratión
metílico, malatión, metamidofos, clorpirifos, dimetoato, monocrotofos), carbamatos
(carbofurán, metomilo), ditiocarbamatos (mancozeb), organoclorados (endosulfán),
piretroides (cipermetrina, lambda cyhalotrina), bipiridilos (paraquat), fosfometil‐
glicina (glifosato) y clorofenoxi (2,4 D), entre otros (García et al., 2018).

En México, el registro de plaguicidas requiere tres opiniones para poder autorizar


un plaguicida de uso agrícola, asegurando que:

* Cumplan con las características de patrón de uso (cultivo, plaga, dosis, número e
intervalos de aplicación  para los que fueron creados.

* Cumplan con los estándares de minoración de riesgos a la salud humana.

* Cumplan con los estándares de minoración de riesgos al ambiente.

Entre 1990 y 2018, el crecimiento de la demanda mexicana por los plaguicidas se


duplicó, y de manera particular, el subgrupo de los insecticidas creció en 122 por
ciento, el de los fungicidas en 104 por ciento, y el de los herbicidas en 72 por
ciento.
  Bayer, empresa propietaria de Monsanto, el mayor fabricante de
Roundup, el herbicida más utilizado en la tierra que contiene glifosato,
enfrenta miles de demandas, principalmente en Estados Unidos y Europa,
porque se le identifica como un plaguicida altamente peligroso y presunto
responsable de causar cáncer en aquellas personas que estuvieron
expuestos al producto.
 El plaguicida Paraquat, desarollado por Syngenta, puede matar a una
persona con la ingesta de un sorbo. Cada año, este producto está
relacionado con miles de intoxicaciones de agricultores en los países en
desarrollo. Asismismo, en 2018, el Thiamethoxam, que es un
neonicotinoide, fue prohibido para su uso al aire libre en medio de
crecientes evidencias de efectos devastadores en las abejas. Los
principales mercados de Syngenta para este plaguicida altamente peligroso
son Brasil, China e India.
 Según la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), el
Glufosinate es un producto químico "reprotóxico" de clase 1b que puede
dañar la fertilidad y a los niños aun no nacidos. Brasil, Estados Unidos y
China son los mercados más grandes de BASF.
 El Cyproconazol es un fungicida clasificado, por la Agencia Europea de
Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), como tóxico para la reproducción;
se encontró que causa toxicidad fetal e induce malformaciones graves en
animales de laboratorio.
 El Chlorantraniliprole se clasifica como altamente peligroso debido a su
persistencia en el medio ambiente y alta toxicidad para los organismos
acuáticos.

Adicionalmente, hay cultivos que demandan en demasía plaguicidas altamente


peligrosos, entre los que destacan cereales como arroz, maíz y soya, así como
fibras como algodón.

Aunque el uso de atrazina ha sido prohibido y restringido en varias partes del


mundo, en México este herbicida se sigue usando sin restricción alguna, los
resultados obtenidos demuestran que afecta a la calidad del agua en una de las
zonas agrícolas. Las concentraciones de atrazina y de su metabolito
(desetilatrazina) en muestras de agua, rebasaron el límite para agua de consumo
humano de 2 µg L–1 propuesto por la Organización Mundial para la Salud (WHO
2008) y el de la Comunidad Europea que establece un límite de 0.1 µg L –
(European Parliament 1998).
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Aunque se restringió el uso de DDT en la agricultura en México (DOF 1991), los
resultados muestran que los metabolitos de este plaguicida se continúan
encontrando en muestras ambientales debido a su larga vida media. Se plantea la
necesidad de vigilar mediante monitoreos en los cuerpos de agua, los plaguicidas
encontrados en este estudio en concentraciones que exceden los criterios y límites
establecidos.

Para el caso de México, algunas investigaciones han reportado la presencia de


residuos en más de 50% de las muestras evaluadas e incluso la presencia de
plaguicidas peligrosos como monocrotofos, etión, quintozeno y ometoato,
plaguicidas que ya están prohibidos en otros países por sus efectos a la salud.

Asimismo, en otro estudio realizado en el estado de Sonora, se analizaron


productos hortofrutículas buscando residuos de piretroides como cialotrina,
ciflutrina, ci- permetrina, fenvalerato y deltametrina en hortalizas. Se recolectaron
muestras en mercados y campos de cultivo de todo el estado y se encontró que
aproximadamente 9% de las muestras resultaron positivas; la cipermetrina fue el
residuo detectado con mayor frecuencia en cebolla y papa. En Veracruz se
detectaron plaguicidas organoclorados con niveles altos en carne bovina con un
potencial riesgo carcinogénico por su consumo.

Entre los daños a la salud en humanos que se han asociado con la exposición a
plaguicidas se encuentran cáncer, Parkinson, enfermedad de Hodgkin, Alzheimer,
alteraciones endocrinas como esterilidad y diabetes, inmunosupresión, daño renal,
efectos hepatotóxicos y mutagénicos, y problemas neurocognitivos. El cuerpo
humano elimina los plaguicidas por tres vías principalmente: la orina, las heces
fecales y el aire exhalado. Algunos productos hidrosolubles, como el lindano y los
herbicidas tipo fenoxi, son eliminados fácilmente por vía urinaria sin haber sufrido
cambio alguno. La bilis es el medio principal por el que algunos compuestos
liposolubles como el dicloro-difenil-tricloroetano (DDT) y otros organoclorados
(OC) se eliminan en las heces fecales.

Según los datos disponibles, en México los estados con mayor uso de plaguicidas
son Sinaloa, Chiapas, Veracruz, Jalisco, Nayarit, Colima, Sonora, Baja California,
Tamaulipas, Michoacán, Tabasco, Estado de México, Puebla y Oaxaca. Se calcula
que en estas catorce entidades se aplica el 80 % del total de plaguicidas usados
en el país, además se asocia a las zonas con mayor contaminación por el uso de
estos agroquímicos con algunos tipos de cultivo

En teoría México cuenta con un marco legal nacional sobre la regulación de estos
productos químicos y participa en diversos acuerdos internacionales, como los
Convenios de Estocolmo, Rótterdam y Protocolo de Montreal, ratificados por el
Senado de la República, en los que participan diversas instituciones
gubernamentales para el proceso regulatorio y vigilancia de su cumplimiento.
En conclusión, aunque existe un conjunto de esfuerzos basados en buenas
prácticas agrícolas e inocuidad para disminuir el riesgo a la salud por exposición a
plaguicidas, continúan utilizándose compuestos químicos altamente peligrosos.
Entre los posibles efectos a la salud que éstos pueden generar se encuentran
daño neurológico, toxicidad en hígado y alteraciones endocrinas. Por tanto, es
necesario establecer una política pública integral para el manejo de los
plaguicidas, acatar los acuerdos internacionales y cumplir con los compromisos
adquiridos. Asimismo, se debe actualizar el listado oficial de plaguicidas prohibidos
y su publicación en el Diario Oficial de la Federación, en el que se incorpore a los
plaguicidas altamente peligrosos; implementar un programa de educación
ambiental sobre el uso correcto de los plaguicidas, acompañado de
recomendaciones sobre la necesidad de inversión en tecnologías alternativas;
formular un plan nacional de fortalecimiento de la regulación sanitaria y
construcción gradual de un sistema alimentario ecológico y sustentable.

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