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Los cinco plaguicidas más utilizados en México están prohibidos en por lo menos
34 países debido a su alto grado de toxicidad aguda o crónica que puede
ocasionar daños graves y permanentes a la salud. Entre 2010 y 2019 se
importaron 233 mil 724 toneladas de esas sustancias, 92 por ciento de las cuales
se quedaron en el país. Las mayores adquisiciones se realizan a China y Estados
Unidos, señaló el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc).
Para México, los grupos químicos e ingredientes activos utilizados en diversos
cultivos que destacan por su alta toxicidad son los organofosforados (paratión
metílico, malatión, metamidofos, clorpirifos, dimetoato, monocrotofos), carbamatos
(carbofurán, metomilo), ditiocarbamatos (mancozeb), organoclorados (endosulfán),
piretroides (cipermetrina, lambda cyhalotrina), bipiridilos (paraquat), fosfometil‐
glicina (glifosato) y clorofenoxi (2,4 D), entre otros (García et al., 2018).
* Cumplan con las características de patrón de uso (cultivo, plaga, dosis, número e
intervalos de aplicación para los que fueron creados.
Entre los daños a la salud en humanos que se han asociado con la exposición a
plaguicidas se encuentran cáncer, Parkinson, enfermedad de Hodgkin, Alzheimer,
alteraciones endocrinas como esterilidad y diabetes, inmunosupresión, daño renal,
efectos hepatotóxicos y mutagénicos, y problemas neurocognitivos. El cuerpo
humano elimina los plaguicidas por tres vías principalmente: la orina, las heces
fecales y el aire exhalado. Algunos productos hidrosolubles, como el lindano y los
herbicidas tipo fenoxi, son eliminados fácilmente por vía urinaria sin haber sufrido
cambio alguno. La bilis es el medio principal por el que algunos compuestos
liposolubles como el dicloro-difenil-tricloroetano (DDT) y otros organoclorados
(OC) se eliminan en las heces fecales.
Según los datos disponibles, en México los estados con mayor uso de plaguicidas
son Sinaloa, Chiapas, Veracruz, Jalisco, Nayarit, Colima, Sonora, Baja California,
Tamaulipas, Michoacán, Tabasco, Estado de México, Puebla y Oaxaca. Se calcula
que en estas catorce entidades se aplica el 80 % del total de plaguicidas usados
en el país, además se asocia a las zonas con mayor contaminación por el uso de
estos agroquímicos con algunos tipos de cultivo
En teoría México cuenta con un marco legal nacional sobre la regulación de estos
productos químicos y participa en diversos acuerdos internacionales, como los
Convenios de Estocolmo, Rótterdam y Protocolo de Montreal, ratificados por el
Senado de la República, en los que participan diversas instituciones
gubernamentales para el proceso regulatorio y vigilancia de su cumplimiento.
En conclusión, aunque existe un conjunto de esfuerzos basados en buenas
prácticas agrícolas e inocuidad para disminuir el riesgo a la salud por exposición a
plaguicidas, continúan utilizándose compuestos químicos altamente peligrosos.
Entre los posibles efectos a la salud que éstos pueden generar se encuentran
daño neurológico, toxicidad en hígado y alteraciones endocrinas. Por tanto, es
necesario establecer una política pública integral para el manejo de los
plaguicidas, acatar los acuerdos internacionales y cumplir con los compromisos
adquiridos. Asimismo, se debe actualizar el listado oficial de plaguicidas prohibidos
y su publicación en el Diario Oficial de la Federación, en el que se incorpore a los
plaguicidas altamente peligrosos; implementar un programa de educación
ambiental sobre el uso correcto de los plaguicidas, acompañado de
recomendaciones sobre la necesidad de inversión en tecnologías alternativas;
formular un plan nacional de fortalecimiento de la regulación sanitaria y
construcción gradual de un sistema alimentario ecológico y sustentable.