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Gracia para pedir hoy: Señor, que te vea presente en cada segundo de mi
vida y te entregue mis heridas
“TODO LO PERMITE DIOS
PARA NUESTRO BIEN”
Aterrorizada, en la película que lleva su nombre hay una escena en la que uno de estos
patronos le arranca salvajemente sus pezones.
¿Rechazada o aceptada?
Dejada por su dueño bajo la custodia de las Hijas de la Caridad en Venecia en 1888,
Bakhita finalmente encontró un oasis de paz.
al llegar a Venecia fue bautizada. No sin
antes luchar por el derecho a
convertirse en cristiana, debido a su
origen y color de piel. Hizo sus votos
perpetuos como religiosa en 1896 y pasó el
resto de su vida en Vicenza como portera
y cocinera.
El juez pronunció la sentencia: «Bakhita, te libero de tu vínculo con Federico María, eres
libre de seguir tu vocación».
Ese intenso sufrimiento, maltrato y vejación a la que fue sometida, fue pasando factura
en la salud de Bakhita. Cerca del final de su vida, pedía a las religiosas si podían quitar
las cadenas de sus muñecas.
Lloro por ella, lloro por las niñas y los niños abusados. Lloro por mí. Sin embargo, su
ejemplo, la superación del trauma, de la vejación, del tratamiento a nivel de
cosa, llena de esperanza mi corazón y me digo: si ella pudo, yo también. Si
ella pudo, tú también puedes.
Aunque llevaba las cicatrices físicas y psicológicas de sus años como esclava sudanesa,
nunca perdió la fe. «Oh, Señor», dijo una vez, «si pudiera volar hacia mi pueblo y
hablarles de tu bondad a todo pulmón, oh, ¡cuántas almas ganaría!». Si no fuera por esos
secuestradores, ahora no sería cristiana. Quizá ellos no sabían lo que hacían. Cuánta
inocencia, cuánta pureza, cuánto despojo de sí misma. Cuánto sólo mirar y vivir para
Dios.
Santa Bakhita comprendió lo que Pablo quiso decir cuando les recordó a los efesios que
anteriormente estaban sin esperanza y sin Dios en el mundo. Sin esperanza porque
estaban sin Dios.
En la película que lleva su nombre, me impresionó muchísimo la escena que explica esto
que Pablo recordaba: su patrón en ese momento llega a la iglesia donde se encontraba
refugiada. Exigía que regresara a casa, a cuidar a Aurora. Le recordaba lo que había hecho
por ella. Era de su propiedad. Su esclava. Sin embargo, en esa iglesia, junto al sacerdote
que la acogió, miraba a Cristo en la Cruz y entonces preguntó: ¿quién es? El sacerdote
responde: «Es Jesús, el hijo de Dios».
¿Este es el hijo de Dios?, ¿un esclavo? En mi país los esclavos son crucificados.
Cruzaba así la santa lo imposible. No estamos a merced del destino. Desde la eternidad,
eres amado. Eres amada. Eres escogido. Ella así lo comprendía.
El cuerpo de Josefina fue mutilado por quienes la esclavizaron, pero no pudieron tocar
su espíritu. Su bautismo la colocó en un camino hacia la afirmación de su libertad y luego
en el servicio al pueblo de Dios como religiosa.
Ella, que trabajó para muchos «patronos», finalmente se sintió feliz de dirigirse a Dios
como «patrón» y llevar a cabo todo lo que creía que era la voluntad de Dios para ella.
Cuando estaba a punto de ser llevada de regreso a Sudán, Bakhita se negó. No deseaba
ser separada nuevamente de su «Patrón».
Benedicto XVI lo expresa así: «La esperanza nacida en ella que la había «redimido» no
la podía guardar para sí misma; esta esperanza tenía que llegar a muchos, llegar a
todos». Bakhita hoy es la Patrona de los oprimidos, el símbolo universal de la trata de
personas y de todos los que se consideran nada a los ojos del mundo. De todos los que no
tienen autoestima.
Ella dijo «Si me encontrara con los traficantes de esclavos que me secuestraron e incluso
con los que me torturaron, me arrodillaría y les besaría las manos, porque si eso no fuera
así, hoy no sería cristiana ni religiosa.»
Después de meditar en la lectura anterior:
- Solo si te es posible, ve la
película Bakhita
Santa Josefina Bakhita. Película
entera HD – gloria.tv
- En oración, escribe las
cicatrices de tu corazón, tus
heridas, los momentos más
difíciles.
-Ora con este texto bíblico,
contémplalo, ROMANOS 8,28
Te sugerimos escuchar: el amor de
mi Dios (hermana Inés de Jesús)