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MICHAEL MANN

LA TRASCENDENCIA DE LA IDEOLOGIA, LA ECUMENE CRISTIANA.


Introducción.
En los imperios asirios y persa vimos la ideología como inmanencia y como
moral. Se trataba de una infraestructura de predominio oral más que escrito.
(Comunicaciones, educación y estilo de vida). Cuando surgió la primera
civilización, vimos la ideología como poder transcendente, es decir, como poder
que pasaba por encima de las redes de poder económico, militar y político y se
legitimaba con la autoridad divina, pero que respondía a necesidades sociales
auténticas.
En este capítulo se exponen datos de una competencia entre las dos
configuraciones de poder político bajo el Imperio Romano. Por una parte, la
ideología consolidaba la moral inmanente de la clase gobernante romana. Pero
por la otra, aparecía como el poder transcendente del cristianismo, lo que yo
denominare, ECUMENE cristiano. Este era innovador y combinaba el poder
extensivo con el intensivo, en gran medida de carácter difuso más bien que
autoritario, que se difundió por todas las clases importantes de una sociedad
extensiva. Ambas configuraciones de poder ideológico correspondían a
necesidades sociales auténticas, ambas, dependían críticamente de sus
propias infraestructuras de poder.
En el plazo de unos mil años, surgieron cuatro grandes religiones del libro, que
han seguido dominando rodo el mundo: el cristianismo, el hinduismo, el
budismo y el islam. Estas religiones se preocuparon críticamente de la
salvación individual y universal.
El cristianismo era una forma de poder ideológico. No se difundió por la fuerza
de las armas, tardo varios siglos en institucionalizarse y verse respaldado por el
poder del Estado, ofrecía pocos atractivos o sanciones de tipo económico.
Reivindicaba el monopolio del conocimiento del significado y el propósito último
de la vida, y la autoridad divina respecto de ese conocimiento, y se difundió
cuando el pueblo creyó que eso era la verdad. La única forma de vivir una vida
con autentico sentido, era hacerse cristiano. Así, su poder residió inicialmente
en la coincidencia entre el mensaje cristiano y las motivaciones y las
necesidades de quienes se convertían.
El cristianismo se legitima con documentos históricos, los más importantes de
los cuales forman el Nuevo Testamento. Las necesidades, y las motivaciones
de quienes se convertían, esta menos claro. Se difundió con tanta rapidez y
sobre tanto territorio que el proceso parece casi natural. El mensaje del
cristianismo, se difundió primero en el este y en el sur, después en el oeste y
en el norte y, por ultimo entre los barbaros. A medida que el mensaje
avanzaba, iba cambiando sutilmente. Sin embargo, siguió siendo reconocible el
mismo, lo cual refuerza el convencimiento de que el atractivo del cristianismo
era sencillo y natural. Pero ese atractivo universal, queda casi totalmente
confinado dentro de las fronteras o la influencia del imperio romano.
El atractivo universal del cristianismo en el Imperio Romano.
Existen tres datos doctrinales principales sobre el atractivo relativamente
universal del cristianismo:
1ro. Sincretismo (a.C) Los cultos, la resurrección y la salvación se difundieron,
al igual que la propia filosofía griega, por todo el imperio romano. La fusión no
fue sino parcial, pues la salvación era resultado de la participación en los ritos y
a veces también en experiencias extáticas y no de una visión sistemática y
racional del mundo ni de su derivación ética, un código moral de conducta. El
otro elemento principal en el crecimiento del sincretismo fue el riguroso
monoteísmo del judaísmo. Probablemente, este había evolucionado de forma
bastante autóctona. Hasta fines del siglo II a.C no se enfrentaron los judíos con
el desafío de la cultura griega. Se dividieron en dos grupos: Los fariseos eran
populares y democráticos, con lo que desplazaron a las saduceas
colaboracionistas y aristocráticas. Pero ambos grupos compartían una
confianza cada vez mayor en la palabra escrita, en los textos y los comentarios
sagrados. En consecuencia, se fomentaban la alfabetización y la educación en
las escuelas. Esta evolución contenía muchas peculiaridades relativas a las
necesidades de pueblos, lugares, y épocas concretas.
2do. Fraternidad cristiana (D.c) Antes de la aparición de una ortodoxia católica,
resultaba difícil distinguir a los cristianos de los seguidores de alguna de esas
otras filosofías, religiones y cultos. A casi todos los grupos los llamamos
gnósticos. Casi todos ellos combinaban cristianismo, corrientes filosóficas y
culticas, aunque variaban, en su mayor parte se parecían a los cultos
anteriores más que al cristianismo. Los ritos iniciáticos y las experiencias
místicas eran importantes. Los rivales utilizaban la salvación como solución de
los males y sufrimientos terrenales, en mayor medida que el cristianismo
ortodoxo.
3ro. Ortodoxia católica (el propio cristo): Sigo la ortodoxia actual entre los
estudiosos en el sentido de que existió ese hombre, un profeta, aunque sus
afirmaciones de divinidad probablemente se añadieron después. Su mensaje,
transmitido por sus primeros seguidores, era sencillo y directo y canalizaba
varias corrientes hacia un gran número de personas. Pre canalizaba varias
corrientes hacia un gran número de personas. Predicaba el advenimiento del
reino de Dios, al igual que hacían todos los profetas. Pero añadía que en el
reino podía entrar cualquiera con tal de que únicamente hubiera purificado su
corazón y creyera en un único Dios trascendental. No hacían falta requisitos
sociales, conocimientos esotéricos, rituales ni experiencias extraordinarias. La
purificación no presuponía una conducta ética previa: la conversión en si
purificaba. Nada podía ser más sencillo, mar radical e igualitario. Nuestra era
se ha acostumbrado a establecer un contraste entre la fe y la razón. Pero no
ocurría lo mismo en la época de Cristo.
Por esos tres motivos, si se llevaban las presuntas enseñanzas de Cristo, a la
mayor parte de grupos de población de aquella época, encontrarían hasta
cierto punto una respuesta positiva dentro del Imperio. Las religiones,
brindaban una solución de las contradicciones imperiales, que eran más graves
en el caso de Roma, precisamente porque los logros imperiales de Roma eran
mayores.
El cristianismo como solución a las contradicciones del imperio.
El Imperio romano y otros cuasi contemporáneos tenían cinco contradicciones
principales:
1) UNIVERSALISMO FRENTE A PARTICULARISMO: Cuanto más centralizado
y territorial se iba haciendo u n imperio, más fomentaba vínculos universalista
de pertenencia y adhesión a él. En Roma, adoptaba la forma de miembro
activo, el ciudadano. En Persia y China el miembro era pasivo, el súbdito.
Ambos eran relativamente independientes de vínculos particularistas con los
parientes, la clase, la tribu, la aldea, etc. Pero el universalismo socavo el
gobierno del estado mediante la solidaridad particularista de parentesco de una
aristocracia hereditaria, que de por si negaba la idea de la pertenencia
universal.
2) IGUALDAD FRENTE A JERARQUÍA: El universalismo activo de la
ciudadanía, generaba ideas de participación política e igualdad (la ciudadanía).
3) DESCENTRALIZACION FRENTE A CENTRALIZACION: La constitución
formal de los imperios parecía muy centralizada y despótica, pero el verdadero
poder infraestructural era mucho más débil. Se descentralizaban poderes.
Entre los más importantes figuraban derechos cuasi absolutos de propiedad
privada, acuñación de moneda y alfabetización, que conferían unos poderes
considerables a ciudadanos particulares. El mayor poder se descentralizo hacia
la aristocracia provincial, pero también afluyo poder a los redientes en las
ciudades, que podía pasar por encima de la red oficial del Estado centralizado.
4) CONMOPOLITISMO FRENTE A UNIFORMIDAD: El mayor tamaño territorial
de esos imperios incrementó su carácter cosmopolita a medida que se iba
absorbiendo una mezcla más variada de idiomas, culturas y religiones. Su éxito
tendía a destruir las lealtades étnicas y de otro tipo preexistentes. Pero, como
revelan las tres primeras contradicciones, era imposible sustituir meramente
esas identidades por una uniformidad oficial que fuera universalista, igualitaria
o jerárquica y centralizada. Los imperios excluían a las masas de sus
comunidades culturales imperiales.
5) CIVILIZACION FRENTE A MILITARISMO: Los imperios habían realizado su
expansión mediante la dominación militar. Pero los imperios también aportaban
civilización que los forasteros siempre deseaban.
La explicación del aspecto universal del atractivo del cristianismo será que este
aportaba una solución a esas contradicciones, que no deben estudiarse por
separado, pues el cristianismo halló una solución en su mezcla: una comunidad
universalista, igualitaria, descentralizada y civilizadora: UN ECUMENE.
El cristianismo, tras hallar una solución que le permitió hacerse del poder
oficial, incorporo contradicciones en su propio seno. Podemos suponer que
muchos de quienes se convertían al cristianismo, se veían atraídos por la
promesa de esa liberación, pero ¿liberación de qué?. Existen dos versiones de
esta idea.
La primera relaciona el auge del cristianismo con la crisis económica y la
represión política consiguiente. (Versión Marxista). Se aduce, en general que el
cristianismo se difundió desproporcionadamente entre las clases más pobres
“los pobres, los oprimidos”, El materialismo en si, es una forma de sufrimiento
del cual desea escapar el pueblo. Si hay crisis o decadencia en sentido
material, la gente naturalmente desea escapar de ella, pero si no la hay, desea
escapar del materialismo.
Esta idea, es refutada con la de suponer que el cristianismo no fue una
respuesta a una crisis material, ni una alternativa espiritual al mundo material.
La crisis era de identidad social: ¿a qué sociedad pertenezco yo? Esta crisis se
vio generalizada por los éxitos mismos del imperio romano.
Ninguna crisis de ese tipo podría haber desempeñado un papel considerable
en la difusión inicial del cristianismo. De hecho, los primeros cristianos eran
personas relativamente satisfechas y prósperas, conscientes de que acababan
de hallar riqueza, poderes y vitalidad y que trataban de expresar su identidad
social y personal emergente e intersticial en una filosofía, una ética y un ritual.
Sus sufrimientos se limitaban a la esfera normativa o a decidir a qué
comunidad pertenecían.
El resultado final no depende de la profundidad de la crisis, sino de las formas
de organización de la gente afectada.
La infraestructura del poder ideológico en el imperio romano.
La transmisión de ideas y de prácticas culturales estaba sometida a las mismas
limitaciones globales que imponía la tecnología de las comunicaciones. Las
rutas de comunicaciones marítimas y fluviales eran las más rápidas y más
largas, pero estaban sometidas a la interrupción invernal. Las rutas por tierra
eran más lentas y solamente facilitaban comunicaciones relativamente locales.
Dentro de esas limitaciones podemos identificar cuatro posibilidades
principales: conductos de poder ideológicos.
El 1er conducto está integrado por el mosaico de aldeas, ciudades, tribus y
pueblos a quienes los romanos impusieron su dominación. Los mensajes
nuevos que llegaban a la localidad se podían difundir con gran rapidez si
parecían ser ciertos y útiles para la experiencia local. Las tradiciones culturales
solo podían comunicarse sin ninguna ayuda en espacios pequeños- La relación
entre esos espacios y esas culturas, a menudo de carácter sumamente
variado, era el principal problema de las comunicaciones en general.
El 2do conducto era el autoritario, oficial, de las comunicaciones políticas del
imperio. Vinculaba horizontalmente a los gobernantes de todas esas
localidades que se acaban de mencionar, y los organizaba en ciudades y sus
territorios. Presuponía el sistema de control jerárquico de la propia ciudad-
territorio, aunque intervenía muy poco en él.
Esos dos primeros conductos eran los oficiales del imperio, y aportaban un
esfuerzo ideológico a dos niveles para su gobierno. Mientras las clases
gobernantes provinciales se considerasen romanas y mantuvieras el control
sobre sus localidades, el imperio estaría reforzado.
Pero el 3er conducto y especialmente el 4to, tenían posibilidades dislocadoras.
Ambos implicaban otras relaciones posibles entre el pueblo.
El 3er conducto era el ejército. El ejército era el medio principal por el cual la
gente del común, por lo general campesinos, salía de la presión cultural de su
localidad y entraba en contacto con el mundo más amplio. Eran el núcleo del
estado romano. Una clase de oficiales que compartía una cultura homogénea y
ejercía un control firme sobre una serie de destacamentos locales. Sin
embargo, los soldados, al mezclar sus reservas de conocimientos, valores y
normas, no se contentaban con su provincialismo separado, ni tampoco
quedaban satisfechos con los cultos oficiales del estado. El imperio tendría que
hacer frente a una innovación cultural incluso en su núcleo militar.
El 4to conducto, y el más importante desde el punto de vista del cristianismo,
era el que aportaban las redes de comercio del imperio. Las ciudades, núcleo
del sistema oficial de comunicaciones y de control, contenían también una
especie de infraestructura alternativa de relaciones comerciales y artesanales
que también se extendían por todo el imperio e incluso más allá de él. En ella
estaban representados desproporcionadamente pueblos comerciantes
tradicionales, como los griegos y los judíos. Sus ideas estaban
sobrerrepresentadas en cualquier corriente de comunicaciones a todo lo largo
de esta infraestructura. Inicialmente, el sector comerciante y artesanal
dependía del poder autoritario de la economía legionaria del estado romano.
Pero cuanto más se institucionalizaba esa economía, mas tendían sus recursos
a difundirse en la sociedad civil.
Los artesanos y los comerciantes tenían derechos de propiedad privada,
respaldados por el derecho civil. La ley garantizaba los derechos de propiedad,
el estado establecía por los parámetros dentro de los cuales funcionaba el
gremio, pero los ojos del emperador impresos en las monedas eran los únicos
que contemplaban el proceso de interacción en sí mismo. Las transacciones
eran esencialmente no autoritarias, entre familias o individuos autónomos o
libres, o entre pequeñas empresas con lo cual diferían de la estructura interna,
autoritaria y jerárquica de los otros conductos. Si este sector generaba su
propia ideología, trataría de da significado y valor a dos cosas que la ideología
oficial olvidaba: que era lo que constituía la experiencia individual y como
podían durar unas relaciones normativas y éticas entre esos individuos. Todo
ello constituía toda una infraestructura alternativa por conducto de la cual se
podía comunicar difusamente la ideología, generada por el propio éxito del
imperio, no por sus fracasos. Los mensajes y controles pasaban por esos
cuatro conductos.
La alfabetización formaba una parte importante. La respuesta se halla en la
importancia de una comunicación con escritura, pero mnemotécnica, para dar
una moral a la clase gobernante del imperio, para darle un acceso común al
acervo de conocimientos culturales y reforzar su solidaridad cultural mediante
las actividades comunitarias de lectura y debate. Este aspecto de la cultura
Literaria era exclusivo y útil para mantener la dominación extensiva de la clase
alta. Las masas no estaban excluidas de toda la actividad alfabetizada. Al igual
que ocurría entre los griegos, la cultura letrada no se ocupaba de mantener el
dogma sagrado, sino de reflejar la experiencia de la vida real y comentar al
respecto. El conocimiento en sí, no estaba limitado, ni tampoco la educación.
La enseñanza elemental estaba muy difundida, incluso en algunas aldeas. No
tiene sentido hacer una estimación única de la alfabetización entre los
romanos. Podemos identificar tres niveles distintos. En la cúspide, una clase
muy alfabetizada, con conocimientos aritméticos y culturalmente cohesiva, muy
dispersa por todo el imperio. Su alfabetización constituía una parte importante
de su moral de clase gobernante. El segundo nivel estaba formado por
personas funcionalmente alfabetizadas y con conocimientos aritméticos, que no
eran miembros del pleno derecho de la cultura literaria y que estaban excluidas
del gobierno.
La cultura letrada transmitía poder, cuanto más acceso de tenia a ella, más
control se podía ejercer sobre la vida. En el imperio el poder se basaba en la
comunicación letrada y culta.
El modelo a dos niveles sigue siendo pertinente para el contexto romano de
una comunicación parcialmente alfabetizada. Cuando en una comunidad de
ese tipo entraba información valiosa en forma escrita, los pocos que estaban
alfabetizados se le podían leer en voz alta a los demás. Pero había pocas
probabilidades de que la clase gobernante del imperio desempeñara este papel
de líder de información, pues tenía una vida cultural insular y despreciaba a los
intelectos de quienes se hallaban por debajo de ella. En cambio, los
alfabetizados del segundo nivel tenían relaciones de intercambio más
igualitarias con los menos prósperos que ellos, y su mayor alfabetización no
estaba dividida cualitativamente por la cultura. Eran los transmisores orales en
p potencia.
El segundo conducto, el no oficial, paso a ser cristiano.

La difusión inicial del cristianismo.


Son conocidas las líneas generales sucesivas del auge del cristianismo. Con
dos excepciones, su base de clase y su ulterior penetración en el campo, no
plantean problemas especiales de análisis. Algunos pensaban que Cristo era el
Mesías de los judíos. Ofreció la promesa de un orden racional y moral a una
región con problemas políticos cuyos desordenes pueden haber llevado
también a una crisis económica local. Probablemente se trataba de
sufrimientos en el sentido en el que se describen estos convencionalmente.
Cristo también ofreció una solución de avenencia para el dilema
helenización/nacionalismo de los judíos y, según parece, eludió
deliberadamente el posible papel de líder nacional contra Roma.
Las enseñanzas de Cristo, probablemente modificadas, combinaban la filosofía
griega con el ética judía en una explicación mejor, más libre y más liberadora
de su forma de vida de lo que era tradicional en el judaísmo. Así, en cuanto se
inició la actividad misionera urbana, surgieron controversias entre judíos y
griegos relativas, en especial, a si era necesario circuncidar a los cristianos.
Los textos escritos transmitían mensajes entre las comunidades, se les daba
lectura y se debatían en el seno de cada comunidad. El medio de comunicación
a dos niveles paso a ser predominante. El mensaje es sencillo: la coordinación
disciplinada es necesaria para la unidad del cuerpo de Cristo, al igual que lo es
para la polis, para la legión romana y para el propio cuerpo humano. La
auténtica comunidad étnica no se basa en una doctrina teológica formal, sino
en el hábito común, el espíritu común. Ellos implican la humildad ante la
autoridad, es la parte principal del mensaje de Cristo.

La ecúmene espiritual y la secular… ¿solución de avenencia?


La ecúmene estaba romantizada. El cristianismo tenía límites. La mayor parte
de la actividad misionera fuera del imperio se realizaba entre los Estados
civilizados orientales rivales. A los bárbaros germánicos en general se les
ignoraba. A medida que avanzaba la romanización, las relaciones con las
autoridades seculares fueron adquiriendo cada vez más el carácter de un arma
de doble filo. Las autoridades eclesiásticas y las estatales fueron
convirtiéndose en rivales, pero las analogías entre ellas significaban que
podían fusionarse.
El cristianismo, al igual que el zoroastrismo y el islam, definía la esencia de la
humanidad como la aceptación racional de su verdad. En consecuencia, el
rechazo de la fe lo convierte a uno en un ser no humano. Esta característica de
las religiones del libro les resta universalidad. Las religiones anteriores habían
tendido a excluir a las masas de la participación en la verdad suprema o a
aceptar que cada grupo adscripto tenía sus propias verdades. Si se
consideraba que otro grupo carecía de humanidad, los motivos no eran
religiosos. Ahora la religión definía y limitaba la humanidad. También te
mostraba intolerancia para con otros cristianos. Una doctrina sin una
cosmología social clara producía dificultades en la determinación de cuál era la
verdadera doctrina y quien debería custodiarlo. Había diferencias evidentes
entre los mismos evangelios.

Más allá de Roma, hacia la Cristiandad. La ecúmene especializada.


Los bárbaros ansiaban de los diversos frutos de la civilización, pero no podían
aportar formas extensivas de organización. Sus efectivos eran reducidos.
Políticamente podía generar pequeños reinos; militarmente, federaciones
flexibles de aristocracias guerreras, económicamente, agricultura y ganadería
en pequeña escala, i ideológicamente, transmisión oral de culturas tribuales.
Destruyeron las redes extensivas de poder del estado romano, en lugar de
reemplazarlas, aunque fuera sin pretenderlo. Pero podían apreciar y apropiarse
de las virtudes del imperio, susceptibles de adoptar una forma descentralizada
y en pequeña escala, adecuada para su estilo de vida. Parece que hubo dos
esferas principales de continuidad y adaptación entre roma y los barbaros: en
la religión y en la vida económica.
En la religión, una vez que los barbaros se empezaron a asentar dentro del
imperio, a los cristianos les interesaba mucho más hacer proselitismo entre
ellos que a los romanos paganos. Los barbaros probablemente se convirtieron
al cristianismo como símbolo de la civilización en general. Ninguno de los
pueblos germánico que entraron en las provincias romanas en los siglos IV y V
siguió siendo pagano más de una generación después de cruzar la frontera.
Aceptaban la civilización romana sin el estado romano. Tras la caída definitiva
del imperio de occidente, en el 476, el cristianismo era el proveedor
monopolista del legado de aquella civilización, especialmente de la escritura.
La segunda esfera de continuidad era la económica. Resulta más difícil de
discernir, pero se refiere a la similitud entre la villa romana tardía y el señorío
emergente de la Alta edad media. Ambos sistemas implicaban unidades
pequeñas y descentralizadas de producción, controladas por un seños que
utilizaba la fuerza de trabajo de campesinos dependientes. No podemos sino
suponer cual fue la historia de la transición de la villa al señorío, pero debe de
haber implicado una transacción entre los jefes barbaros y la aristocracia
provincial sobreviviente del imperio. A partir del siglo V las instituciones
cristianas fueron el principal baluarte de la civilización contra la involución
social de los barbaros.
La iglesia era el agente de vanguardia de la organización social extensiva
translocal. Las formas de organización de los invasores estaban confinadas en
el seno de las relaciones locales intensivas de la aldea o la tribu, más una
confederación flexible e inestable más allá de esas unidades. La iglesia poseía
tres dones extensivos para esos pueblos.
En primer lugar, su conocimiento de la escritura representaba un medio estable
de comunicación más allá de las relaciones inmediatas y de las tradiciones
orales de un solo pueblo. En segundo lugar, su ley y su moralidad
representaban una regulación a distancia. Ello tenía una importancia especial
para el comercio. En tercer lugar, en retirada del mundo romano, la iglesia
había creado un microcosmos monástico de extensivita romana: una red de
monasterios, cada uno de ellos con su propia economía, pero no autárquico,
que comerciaba con otros monasterios, con las propiedades y los señoríos
laicos.
La ecúmene sobrevivió en forma material y económica, como ejemplo de
progreso social y civilización para los gobernantes seculares. Sin embargo, al
sobrevivir, la ecúmene se había transformado. Por primera vez existía sin un
estado, ya no tenía forma de parasito. Los estados surgían y desaparecían de
muchas formas. Aunque la iglesia recibió la ayuda de Carlomagno, podía
aportar una regulación a los dominios francos, incluso después del
derrumbamiento de la unidad carolingia, a fines del siglo IX.
La solución que halló el cristianismo a las contradicciones del imperio fue la
ecúmene especializada. Se trataba de una esfera bastante especializada de
poder ideológico, derivada inicialmente de una reivindicación del conocimiento
del reino espiritual, pero institucionalizada en una combinación más secular de
recursos de poder.
La estratificación estaba envuelta ahora en elementos morales y normativos,
pero estos no eran consensuados. A lo largo de los mil años siguientes, tanto la
revuelta como la represión estuvieron revestidas del fervor de la justificación
cristiana. Con el tiempo, la iglesia no pudo seguir haciendo equilibrios: primero
el protestantismo y después la secularización la debilitaron. Esa debilidad
existía desde un principio: el cristianismo carecía de una cosmología social
propia. Pero eso lo convertía en una fuerza muy dinámica.
MICHAEL MANN
LA DINÁMICA EUROPEA. FASE INTENSIVA 800-1155 D.C
Al sociólogo de la historia le resulta imposible contemplar la historia de Europa
medieval en sus propios términos sin sentirse influido por el capitalismo
industrial, justificado por cuatro factores.
1) En primer lugar, la revolución capitalista en la agricultura y en la industria
en los siglos XVIII y XIX constituyo el impulso más importante de poder
colectivo de la historia. Las sociedades industriales ya no dependían
casi totalmente de la fuerza de tracción humana y animal. Podían
agregarle la explotación de los recursos energéticos de la propia
naturaleza. En todas las mediciones infraestructurales de poder colectivo
utilizadas en estos volúmenes.
2) En segundo lugar, podemos discernir como fue tomando impulso ese
salto adelante a los largo de todo el periodo medieval y principios del
moderno.
3) En tercer lugar, todas las fuentes del poder social, las relaciones de
poder económico, político, militar e ideológico, tendían a avanzar en una
sola dirección general de desarrollo. Se suele definir ese avance como la
transición del feudalismo al capitalismo.
4) En cuarto lugar, esto solo ocurrió un una amplia zona socio geográfica,
esa fusión del imperio de occidente romano con las tierras de los
barbaros germánicos a la que llamamos Europa. Hasta entonces, esta
no había poseído una unidad social, pero ahora la poseyó hasta el siglo
XX.
El tema de este capítulo es ese dinamismo y sus orígenes, el motor del
desarrollo que poseía la Europa medieval y que la ayudo a avanzar hacia el
capitalismo industrial. Es imposible no sentirse impresionados ante el auge de
los poderes económicos para mediados del siglo XIX. Ese poder económico se
había acelerado tanto intensiva como extensivamente. Intensivamente, el
rendimiento de cualquier parcela de tierra o de cualquier grupo de población
había aumentado enormemente. Pero también, socialmente, sus actividades
coordinadas mediante el uso de más trabajo cristalizado (es decir, capital) en
máquinas, estaban organizadas con mucha más intensidad. LA praxis de la
gente corriente intensificaba su poder. Esas actividades también eran más
extensivas, abarcaban sistemáticamente la mayor parte de Europa. Adoptaban
diversas formas, pero las principales consistían en ampliar los circuitos de la
producción y el intercambio de mercaderías.
La transición comprendió dos fases, antes y después de 1150 d.C
aproximadamente. La primera presencio una aceleración de poderes en gran
medida intensivos de praxis económica, la segunda acompaño a aquella con el
crecimiento del poder extensivo de los circuitos de mercaderías.
El capitalismo precedió a la Revolución Industrial. Sus técnicas de organización
evolucionaron gradualmente a principios del periodo moderno.
La definición del modo capitalista de producción presupone dos componentes
que se combinan para producir un tercero.
1- Producción de mercaderías: Cada factor de producción se trata como un
medio, no como un fin en si mismo, y es intercambiable con todos los
demás factores. Esto incluye la fuerza de trabajo.
2- Propiedad privada monopolista de los medios de producción: Los
factores de producción, comprendían la fuerza de trabajo, perteneces
formal y totalmente a una clase privada capitalista.
3- El trabajo es libre y está separado de los medios de producción: Los
trabajadores están en libertad de vender sus fuerzas de trabajo o de
retirarla según les parezca, reciben un salario, pero no tienen derechos
directos sobre la plusvalía que producen.
La evolución de la forma de producción de mercaderías había sido larga y
tortuosa. Algunos periodos habían contenido bolsas de capitalismo en el
sentido de que había comerciantes, banqueros, terratenientes y fabricantes que
podían invertir dinero para hacer más dinero, pagar trabajo asalariado y
calcular los costes del trabajo frente a otros factores de producción. Pero en
ninguna sociedad anterior a la era moderna eran estas las actividades
dominantes. La libertad de aquellas personas para organizar sus empresas
conforme al valor de las mercaderías estaba limitada por el Estado. En esos
respectos, la antigua estructura social europea, era tradicional.
Las definiciones del modo feudal de producción varían. LA más sencilla es la
siguiente: la extracción de fuerza de trabajo excedente de un campesinado
dependiente mediante la renta de la tierra obtenida por una clase de
terratenientes.
La servidumbre era la forma más habitual de esa dependencia. Renta de la
tierra implica que una clase de terratenientes poseía colectivamente la tierra y
que el campesinado había de pagar una renta, normalmente en servicios de
trabajo, a fin de labrarla y, en consecuencia, de vivir. No se la podía tratar como
mercadería intercambiable por otros factores de producción.
El capitalismo, al igual que todos los modos de producción, necesitaba de la
fuerza, la institucionalización política y una ideología, y era probable que sus
necesidades tuvieran como resultado unas formas intermedias de organización
social. Para explicar el auge del capitalismo hemos de hallar las interrelaciones
de las cuatro formas principales de poder: económico, militar, político e
ideológica.
El proceso de dinamismo europeo no es la transición del feudalismo al
capitalismo. La transición solo es explicable en términos de una combinación
de organizaciones de poder.
Resumen del argumento.
La estructura social que se estabilizo en Europa después de terminar las
migraciones y las innovaciones de los barbaros, para el año 1000 era una
federación múltiple y acéfala.
En la Europa medieval inicial las redes de interacción basadas en el poder
económico, militar e ideológico, diferían en su espacio geográfico y social, y
ninguna era de carácter unitario. En consecuencia, ningún órgano determinado
de poder controlaba un territorio bien definido, ni el pueblo contenido en él. El
resultado era que casi todas las relaciones estaban muy localizadas: el
monasterio, la aldea, el señorío, el castillo, la ciudad, el gremio. Y estaban
reguladas. Prevalecía el orden, y no el caos. El principal regulador, era el
cristianismo. Era transcendental, pero reforzaba la moral inmanente de un
grupo social ya existente, una clase gobernante de señores. Cada red de poder
local era relativamente extrovertida, se consideraba parte de un todo mucho
mayor y, en consecuencia era potencialmente expansionista.
La dinámica feudal inicial centrada en la economía era fundamentalmente
intensiva, porque el poder extensivo ya lo aportaba la cristiandad, por lo que el
cristianismo en cuanto sistema normativo se ha dejado de lado como factor
causal en la aparición del capitalismo. Este enfoque también implica otra
heterodoxia parcial: situó el dinamismo mucho antes de lo que viene siendo lo
convencional (ya estaba establecido hacia 800 d.C)
El feudalismo como redes múltiples de interacción: poder ideológico,
político/militar y económico.
La red de interacción más extensiva se centraba en la iglesia católica. Se
difundía por conversión organizada desde el 500 d.C. A partir de esa fecha,
también se inician sus reivindicaciones de la supremacía sobre la iglesia,
dotada de una infraestructura administrativa bajo el papa Gregorio I magno.
Esa reivindicación debía gran parte de su fuerza al atractivo de la Roma
imperial. LA infraestructura del poder papal sobre un territorio tan enorme tenía
grandes limitaciones. En términos reales, existía una lucha constante y
fluctuante por el poder entre los gobernantes seculares y la iglesia. La iglesia
tenía el monopolio en todas las redes, lo que implicaba base de poder. De
hecho, esta fue la única red autoritaria de interacción que se difundió de forma
tan extensiva al mismo tiempo que también penetraba intensivamente la vida
cotidiana. En el caso de Inglaterra, por ejemplo, cualquier ciudadano
respondería ser cristiano antes de decir que era inglés.
La principal conclusión es inconfundible. La sensación más fuerte y extensiva
de identidad social era la de ser cristiano, aunque eso era al mismo tiempo una
identidad trascendental unificadora y una identidad dividida por las barreras
imbricadas de clase y de nivel de alfabetización. En todas esas divisiones se
entrecruzaban lealtades para con Inglaterra, pero estas eran variables y, en
todo caso, incluían vínculos y obligaciones dinásticos menos extensivos. Así, la
identidad cristiana aportaba tanto una humanidad común como un marco para
divisiones comunes entre europeos.
Examinaremos en primer lugar la identidad trascendental común. Su aspecto
más interesante era la forma en que iba creando extensividad. Aparte de las
actividades comerciales, es probable que el modo más frecuente de viajar por
Europa fueran los desplazamientos de tipo religioso.
En el plano ético, la iglesia predicaba la consideración, la decencia y la claridad
para con todos los cristianos: una pacificación normativa básica, sucedáneo de
la pacificación coercitiva que normalmente se exigía en las sociedades
extensivas anteriores. LA principal sanción que podía imponer la iglesia no era
la fuerza física, sino la exclusión de la comunidad: en último recurso, la
excomunión (fuera de la iglesia, no existe salvación).
El segundo logro de la identidad extensiva de la iglesia fue que se convirtió en
el principal custodio de la civilización. El carácter trascendental de la identidad
era evidente en cuatro niveles.
1ro al nivel regional, los obispos y los sacerdotes coordinaban las campañas
para liberar a un vecindario de los bandidos y de los señores rapaces.
2do al nivel político, los obispos y los abades ayudaban al gobernante a
controlar sus dominios, al aportar tanto la autoridad sacra como los clérigos
letrados por su cancillería y respaldar su autoridad judicial con legitimidad y
eficiencia.
3ro a nivel continental, el papado era el principal árbitro de la política
interestatal, al mantener un equilibrio del poder y refrenar a monarcas
demasiado dominantes en sus conflictos con gobernantes menores. (La iglesia
garantizaba el orden continental, pero podía también desencadenar el caos).
4to en la política intercontinental, el papado coordinaba la defensa de la
Cristiandad y los primeros contraataques, las cruzadas en tierra santa, que,
pese a ser transitorias, indicaron que la cristiandad occidental no caería ante el
islam.
En un sentido secular y diplomático, la iglesia era superior, sin disponer
directamente de un solo ejército.
El tercer logro extensivo de la iglesia fue económico. Su pacificación normativa
permitió que se comerciara con más productos a mayores distancias de lo que
podría normalmente ocurrir entre un número tan elevado de dominios de
Estados y gobernantes pequeños y a menudo muy rapaces. Los efectos
económicos también eran cualitativos. Igual que la iglesia rebasaba
políticamente a los gobernantes, también los rebasaba económicamente. En la
medida que era la cristiandad la que establecía la pacificación, no la
establecían los estados. Pj: las relaciones de producción, comprendidas las
relaciones de propiedad, estaban en gran medida ocultas a la injerencia del
estado.
Pero la iglesia, también suponía una visión jerárquica de la misión cristiana en
las estructuras de poder secular. La iglesia contradecía sus propios orígenes
más humildes. Legitimaba una distribución muy desigual de los recursos
económicos. Lo que es más importante, legitimaba una diferencia cualitativa
entre señores y paganos. Así, la iglesia reforzó la moral de clase de los
señores, al revestir su dominación de cualidades sagradas.
La gran literatura europea del siglo xii y principios del xiii también jugó un rol
importante. Casi toda la literatura común europea es muy introspectiva en
términos de clase. Era relativamente escasa la ideología literaria que se
ocupaba del pueblo o que justificaba la dominación sobre este. Se trata menos
de una ideología de explotación de clase que de una ideología preocupada por
el comportamiento moral en el seno de una clase cuya explotación ya está
firmemente institucionalizada. La literatura constituye un ejemplo
extraordinariamente vivido de la ideología como una moral inmanente de clase.
El parentesco y la genealogía aportaban una especie de infraestructura por
conducto de la cual se desplazaban esos mensajes de clase. Como dice
Tuchman:
“los matrimonios constituían la trama de las relaciones internacionales, además
de internobiliarias, la fuente primordial de territorios, soberanía y alianza y el
principal no dependían en absoluto de fronteras comunes ni intereses
culturales, sino de vínculos dinásticos y parentescos fantásticos que podían
convertir a un príncipe de Hungría en el heredero al trono de Nápoles. En cuya
formación había dos cosas que nunca se tenían en cuenta: los sentimientos de
las partes en el matrimonio y los intereses de los pueblos a los que éste
afectaba.
Esos vínculos llevaban casi con tanta frecuencia a la guerra como a la paz,
pero ambas cosas estaban muy ritualizadas. Esto, a su vez, resume los
conflictos de la nobleza.
Los grandes rituales estéticos de la nobleza impresionaban y enfurecían por
turno a quienes tenían que pagarlos: los burgueses y los campesinos. Las dos
formas de poder ideológico, trascendencia e inmanencia de la clase
gobernante, normalmente separas en la historia anterior en el Cercano Oriente
y en Europa, estaban ya finalmente incrustadas en las mismas instituciones.
Evidentemente, el resultado era la presencia de contradicciones.
Los pasos dados hacia una iglesia jerarquizada y de clase provocaron dos
reacciones persistentes. La primera consistió en una serie de resurgimientos y
reformas del monasticismo, en las que, generalmente, y para denunciar las
componendas mundanas, se daba la espalda al mundo, pero a veces también
se intentaba reformar al mundo.
Como casi todos se iniciaron localmente, iban en contra de la vida mundana de
los obispos y los sacerdotes locales y no contra el papado. Los papas
interesados en una reforma los utilizaban como contrapeso del poder, tanto que
los obispos como los gobernantes seculares.
La segunda reacción fue más dura, una serie de herejías que rechazaban la
autoridad papal y episcopal. Para combatirlas se fundaron entre 1215 y 1231 la
inquisición y la orden de dominicos. (La inquisición nos regaló documentación
primordial para los historiadores).
La influencia del cristianismo significaba que prácticamente todas las revueltas
campesinas y urbanas contenían un considerable elemento religioso. La
revuelta de los campesino en Inglaterra, en 1381, fue fundamentalmente
política y económica en cuanto a sus objetivos. Pero uno de sus dirigentes,
jhon bal, era sacerdote.
En todas las aldeas de la cristiandad la iglesia desempeñaba sus papeles
contradictorios: legitimaba el poder del papa, el rey y el señor, pero
simultáneamente los subvertía. No se trataba solo de que un nivel existente de
lucha de clases se expresara en el idioma del cristianismo, más bien, el
cristianismo extendía y reorganizaba la misma lucha de clases.
Las luchas locales son visibles a todo lo largo de la Edad Media, casi todos los
historiadores les atribuyen una gran parte a la dinámica europea.

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