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Virreinato novohispano

Introducción
La sociedad colonial o novohispana, se formó a lo largo de tres siglos de dominación española
(1521-1821). Producto del mestizaje, racial y cultural, que conformó una nueva sociedad, que no
era española y que poco a poco dejaba de ser indígena, el país adquirió unidad política bajo el
nombre de Nueva España. El inicio de la época colonial lo podemos situar con la llegada de los
españoles y el proceso de conquista, entendida como un amplio proceso de enfrentamientos y
acomodos que se prolongó hasta 1560 aproximadamente.

Para un mejor estudio de la etapa colonial, los historiadores la han periodizado en tres grandes
etapas, cada una con una duración aproximada de un siglo: La primera, llamada de formación y
consolidación del régimen colonial, corresponde al siglo XVI, resultado del choque y fusión de
diversas culturas, las de los pueblos antiguos de México y las que introdujeron los europeos,
procesos que se desarrollaron mediante la conquista militar y espiritual y un reacomodo en todos
los ámbitos de la vida.

Al finalizar el siglo XVI y a lo largo del XVII, encontramos la segunda etapa, fue el momento en que
la sociedad, la economía y la organización política se insertaron en diferentes instituciones que
perduraron durante el resto de la época colonial. El siglo XVII ha sido caracterizado como una
época que no presenta cambios espectaculares, como un siglo de obscurantismo y estancamiento
social y económico. Pero estudios recientes han mostrado que el estatismo que se le atribuye a
esta etapa, no corresponde con la realidad histórica, por el contrario fue un periodo de
significativas transformaciones sociales y económicas.

El tercer periodo corresponde al siglo XVIII, destaca la crisis y decadencia del imperio español, y el
auge de la ideología ilustrada, también un cambio de la dinastía gobernante, la familia de Borbón
ascendió al trono español, y pronto llevaron a cabo las llamadas “Reformas Borbónicas” en un
intento por controlar el rumbo del imperio. Las reformas proponían una mejor administración de sus
posesiones en América, sin embargo produjeron una fuerte crisis en las colonias americanas, pues
se confrontaron con su desarrollo interno.

Origen y características del virreinato de la Nueva


España
El Virreinato de la Nueva España (1535-1821) fue una entidad territorial integrante del imperio
español, que se desarrolló durante los siglos XVI al XIX, fue creado después de la conquista y
abarcó territorios de Norteamérica (parte de Estados Unidos y México) de Centroamérica, Asia y
Oceanía. Durante los tres siglos de colonización española gobernaron el imperio dos familias
reales: la de los Habsburgo y la de los Borbón y a la Nueva España 63 virreyes todos
provenientes de la alta nobleza castellana.

El gobierno de la Nueva España fue una organización amplia y compleja, formada por diversos
organismos que llegaban hasta las más pequeñas localidades novohispanas. Durante la etapa
colonial, el Rey de España fue la principal autoridad, con un poder absoluto, su voluntad no tenía
límites legales y constituía una ley suprema. Los reyes gobernaron México, desde España,
basándose en los informes que recibían y delegaron su autoridad en instituciones que actuaban en
su nombre.

La institución que le seguía al Rey en el gobierno de las colonias americanas, fue el Real y
Supremo Consejo de Indias, integrado por un grupo de ministros nombrados por el rey, sus
funciones abarcaban toda clase de asuntos, administrativos, financieros y eclesiásticos, sus
decisiones, sentencias, leyes y acuerdos, representaban la voluntad real. El Consejo creó la
estructura legal y jurídica de la Nueva España sustentada en cedulas y ordenes decretadas por los
reyes españoles para sus colonias, con el nombre de Leyes de Indias (1542).
Al momento de la caída de Tenochtitlan, el gobierno lo ejerció Hernán Cortés, pero en 1528 salió
con rumbo a Honduras y dejó al mando a los oficiales reales, quienes cometieron una serie de
abusos. Por ello, el rey estableció un organismo de gobierno superior, llamado la Real Audiencia
de México. La primera Audiencia estuvo a cargo de Nuño Beltrán de Guzmán quién cometió
muchas injusticias, fraudes y desmanes contra los indígenas, que fueron denunciados por Fray
Juan de Zumárraga, primer Obispo de México. Para terminar con los excesos de la Audiencia el
rey decidió establecer un virreinato, pero mientras llegaba el primer virrey, nombró una segunda
Audiencia cuyo presidente Sebastián Ramírez de Fuenleal, se distinguió por su empeño en hacer
justica a los indios, formó parte de ella Vasco de Quiroga que después fue obispo de Michoacán y
un gran benefactor de los indígenas de esa región.

Palacio Nacional, sede del gobierno novohispano


El primer virrey Don Antonio de Mendoza llegó a la Nueva España en 1535, ostentando los cargos
de Gobernador General, Capitán General, Presidente de la Real Audiencia, Superintendente de la
Real Hacienda y Vicepatrono de la Iglesia. A partir de entonces, la máxima autoridad fue
el Virrey quien dirigía la política, cuidaba que se hiciera justicia y administraba la economía, era el
jefe militar y debía preservar a la Iglesia católica. En una palabra, el virrey fue la autoridad
suprema. Además del virrey, existían dos Audiencias o tribunales superiores que se encargaban de
hacer justicia, cerciorarse de que las leyes se cumplieran y de recibir las quejas de los pobladores,
una se encontraba en la ciudad de México y la otra en Guadalajara y fue un órgano auxiliar del
virrey, quien era su presidente.

Instituciones del virreinato de la Nueva España


En el virreinato existieron varias instituciones que regulaba la vida política, jurídica, social,
económica y cultural de los súbditos novohispanos

Con el establecimiento de 1535 se mantuvo como una institución importante la Real Audiencia,
que era un cuerpo colegiado de magistrados (un presidente y 4 oidores) que controlaba las
decisiones de los gobernantes novohispanos para evitar abusos. También era la institución que
asumía las funciones de gobierno entra la salida y la llegada de un nuevo virrey.

Los visitadores fueron funcionarios con gran autoridad enviados por el Rey o por el Consejo de
Indias, cuando ocurrían alborotos graves que alteraban la tranquilidad y el orden público, había
sospecha de malos manejos financieros, o cuando estaba en peligro la fidelidad de la colonia al
rey. Su labor fue inspeccionar la conducta de las autoridades, incluido el virrey, imponer
suspensiones y penas.

La Iglesia administraba todos los asuntos religiosos, tenía en sus manos la educación y sostenía
las instituciones de beneficencia. Se dividía en clero secular regido por los arzobispos y obispos y
el clero regular cuyas órdenes tenían sus propias autoridades, contaba, a partir de 1571, con
el Tribunal del Santo Oficio o Inquisición, destinado a evitar la propagación de las ideas
contrarias a la religión católica, perseguía a los acusados de practicar los credos prohibidos: judío,
protestante y musulmán, así como la vigilancia de que los libros prohibidos por la Iglesia no
circularan ni se leyeran.

Los indígenas quedaban excluidos de su autoridad por ser nuevos cristianos.


A nivel regional y local la jurisdicción estaba en manos de instituciones con diferentes nombres.
Las autoridades más importantes en las ciudades o repúblicas de españoles fueron los cabildos o
ayuntamientos (consejos municipales) constituidos por alcaldes y regidores electos, les
correspondió resolver, reglamentar y ejecutar todo lo concerniente a la vida de la ciudad o
del municipio. Como el ayuntamiento fue una autoridad que no provenía directamente del rey,
sino que era representativa de los colonos, se convirtió en órgano defensa de los intereses de los
novohispanos.

Las alcaldías mayores o corregimientos (también señoríos), cuyos representantes (tenientes o


delegados) fueron designados directamente por la Corona (en contraste con el ayuntamiento)
también controlaban a las ciudades y la zona rural en torno de éstas.

Los conquistadores impusieron a la mayoría de los indígenas vivir en sus comunidades, con rango
de pueblos o repúblicas de indios, construidos de acuerdo a la traza española con una plaza
central, la iglesia y las calles en cuadrícula, gobernados por caciques locales llamados alcaldes,
vigilados y controlados por los encomenderos, frailes y funcionarios menores.

Economía novohispana
Introducción
Las actividades económicas permitieron generar riqueza en la Nueva España, mediante la
extracción, transformación y distribución de los recursos naturales y fueron: la agricultura, la
ganadería, la minería, los obrajes, los talleres artesanales y el comercio. Después de la conquista
de los españoles, las actividades económicas fueron cambiando y se transformaron las formas de
propiedad de la tierra, la explotación de la fuerza de trabajo, las formas de producción, consumo e
intercambio, adoptando las características propias de una economía novohispana.
Para 1700 se encontraban conformadas las características económicas de la Nueva España, las
principales ciudades estaban fundadas destacando las de México, Puebla, Oaxaca y Guadalajara
al lado de otras que iban en constante crecimiento como Durango y los puertos de Veracruz y
Acapulco; se habían establecido los principales caminos, el de la ciudad de México a Santa Fe de
Nuevo México, de Guatemala a la Ciudad de México, pasando por Chiapas, Tehuantepec, Oaxaca
y Puebla y el de Acapulco a la Ciudad de México y de ésta a Veracruz.

La minería, aportaba los mayores beneficios económicos a la Corona, al lado de los centros
mineros se crearon presidios, misiones, nuevos centros de población, ranchos ganaderos y
agrícolas, además una amplia red de caminos. La expansión de la agricultura y ganadería
conformaron importantes ciudades y centros de abasto, que junto con los obrajes llegaron a
abastecer a toda la Nueva España, dándose un intenso tráfico de mercancías en importantes
mercados regionales.

La agricultura
En la Nueva España la agricultura fue la base de la economía, por la producción de alimentos para
la población y para el ganado, y como materia prima para otras actividades económicas como la
minería. Generó importantes ingresos para España, por la gran cantidad de productos que se
exportaban a Europa como: cacao, jitomate, aguacate, maderas, vainilla, grana cochinilla, etc.

La tierra y el clima templado de la Nueva España favorecieron la introducción de nuevos cultivos


como el arroz, avena, cebada, sorgo, caña de azúcar, trigo, café, ciruelo, durazno, lino, cáñamo,
el añil, etc.
Otros productos agrícolas importantes fueron el algodón, el cacao, la vainilla y el añil, todos ellos
de origen autóctono. El algodón fue importante porque constituyó la materia prima de la industria
textil. Durante el siglo XVI el olivo y la vid, el gusano de seda, la morera (planta para alimentar al
gusano), el lino y el cáñamo tuvieron buena aclimatación pero cuando su producción representó
competencia para los productores de España se prohibió su explotación.
La agricultura indígena no obtuvo cambios importantes, los indígenas siguieron utilizando los
instrumentos rudimentarios de labranza y el sistema de cultivo de milpa y chinampa. Los productos
cultivados fueron los mismos de siglos atrás: maíz, frijol, chile, jitomate, calabaza, algodón, cacao y
maguey, entre otros y la producción siguió siendo fundamentalmente para el autoconsumo.

La ganadería

Desde los primeros años de la conquista se introdujeron a la Nueva España diversas especies de
ganados en cantidades reducidos debido a las dificultades de transporte, pero las buenas
condiciones climáticas y topográficas permitieron el desarrollo de la ganadería. El ganado reportó
amplios beneficios: el excremento como abono natural para los cultivos y una fuerza de carga y de
transporte de la producción agrícola, en los reales de minas se utilizó como fuerza motriz, de carga
y fuente básica de alimentación.

El problema principal de la ganadería fue la necesidad de grandes extensiones de tierra para el


pastoreo, que provocó la destrucción de cultivos indígenas y la apropiación de grandes
extensiones de tierra, muchas de ellas de las comunidades indígenas, formando grandes
latifundios.
El ganado caballar fue el primero en hacerse presente como cabalgadura, para nobles y caciques,
su rápida multiplicación redujo su precio y muchos pudieron disponer de caballos. Para 1524 se
introdujeron las primeras cabezas de ganado porcino (cerdos), criados y comercializados casi
exclusivamente por los indígenas, el uso de telas de abrigo y las costumbres europeas, hicieron
que el ganado lanar u ovino ocupara un lugar destacado en la economía novohispana favoreciendo
la aparición de obrajes de lana y confección de ropa. El ganado caprino (cabras) fue muy solicitado
por la dieta de los españoles, se adaptó sin problemas a las tierras áridas del norte. El ganado
vacuno (vacas) se extendió rápidamente, lo que significó una drástica disminución de los precios
de la carne en las ciudades de México y Puebla.

La introducción de bestias de carga, asnos y mulas sustituyó el trabajo de carga de los tamemes,
en forma gradual y lenta principalmente en las zonas mineras.

El rápido incremento del ganado provocó diferencias entre los españoles, para resolverlas se
instituyó la Mesta, gremio de propietarios de estancias y de ganado (similar a la española), los
“hermanos de la mesta”, como se llamó a los ganaderos pertenecientes a esta organización, tenían
la obligación de asistir a las reuniones o consejos, y devolver el ganado ajeno.

La propiedad de la tierra
En la Nueva España coexistieron, en constante disputa por la posesión de la tierra, dos tipos de
propiedad:

1. la propiedad comunal, exclusiva de los indígenas y heredada de la


antigua organización social (calpulli).
2. la propiedad privada de los españoles.
Pueblo de Indios. Genealogía Oaxaqueña, dibujo anónimo siglo XVIII.
La propiedad comunal del pueblo no se podía vender, regalar y/o traspasar, sólo heredar; la tierra
debía ser trabajada por todas las familias y los frutos de ella les pertenecían. Reconocida por el
gobierno español, le impuso el pago de tributo, en especie y en trabajo. La Corona impulsó la
formación de pueblos de nueva creación con el propósito de mantener el control de las
comunidades indígenas y de incrementar los tributos, realizadas por medio de
las congregaciones, que reunieron a indígenas dispersos por las persecuciones y maltratos. La
administración de las tierras comunales y la asignación de las parcelas estuvieron a cargo del
ayuntamiento indígena.

En los primeros años de la colonización los indígenas conservaron (salvo algunas excepciones)
sus tierras, pero a medida que la población indígena fue disminuyendo por las epidemias, los
trabajos forzados y la desnutrición, y que las actividades agrícolas-ganaderas cobraron mayor
importancia, los españoles empezaron a presionar para apoderarse de las tierras de los indígenas.

Congregación de Teotenango.
La propiedad privada.

En los primeros años de la conquista, el medio para obtener la tierra fue a través de
las Mercedes de tierra de labranza; otorgadas por el rey de España a los soldados, como
recompensa por los servicios en la conquista y pacificación.

Las Mercedes de sitio o estancias fueron posteriores y se otorgaron para apacentar el ganado.
Entre 1591 y 1616, debido a la crisis financiera de la Corona española, se implementó una nueva
forma de regular la propiedad de la tierra consistente en: la adjudicación (venta de tierras baldías
en subasta pública), la composición (reglamentación de propiedades indebidamente poseídas) y
la confirmación (reglamentación de propiedades legales pero sin títulos), estimulando la
concentración de grandes propiedades agrícolas y ganaderas en latifundios.

La hacienda, o latifundio es una gran extensión de tierra privada (en muchas ocasiones de varios
miles de hectáreas) que cuenta con diferentes tipos de tierra: de riego, de temporal y de pastoreo,
de recursos naturales ilimitados; bosques, ríos, manantiales, canteras.

Hacienda de Tetlapayac, en Huasca, Hidalgo.

Las actividades económicas que se desarrollan en las haciendas fueron la agricultura y la


ganadería, cuya producción satisfacía las necesidades internas. Se convirtió en una unidad
autosuficiente y desempeñó un importante papel en los mercados regionales imponiendo los
precios de los granos. Absorbió gran parte de la fuerza de trabajo mestiza e indígena mediante el
peonaje por deudas, tuvo una organización económica, política y social propia e independiente de
las autoridades civiles, al grado de contar con grupos de hombres armados para defender las
tierras e imponer el orden. La hacienda permaneció más de tres siglos, perdiendo su importancia
hasta los años cuarenta del siglo XX.

El rancho es una pequeña y mediana propiedad privada, apareció a principios del siglo XVII, en
regiones poco pobladas del norte del territorio donde el incremento de ganado fue abriendo la
posibilidad de asentamiento y aprovisionamiento para los mineros y algunos españoles pobres,
que venían a las nuevas tierras en busca de mejores condiciones de vida. El gobierno virreinal
otorgó las tierras, las cuales eran trabajadas por la familia y, en menor medida, por algunos
trabajadores asalariados, la producción fue para consumo familiar o para comerciarlas localmente.
La minería en la Nueva España
A partir de 1548 se descubrieron en la Nueva España, ricas minas de plata en varios puntos del
territorio, el metal produjo grandes riquezas y fue la principal fuente de ingresos para la monarquía
de España. Las primeras minas explotadas por los españoles fueron las de Tehuantepec,
Zumpango y Taxco (Guerrero), Sultepec (Edo. de México) y Tlapujahua (Michoacán).

El auge minero de Nueva España se inició con el descubrimiento de las minas de Zacatecas en
1546. A partir de ese momento, la actividad se extendió por diversos rumbos como Guanajuato,
Pachuca, San Luis Potosí. Se fundaron importantes ciudades en las cercanías de las minas más
ricas.

En Pachuca alrededor de 1555, Bartolomé de Medina inventó un sistema para separar la plata de
otros minerales, utilizando mercurio, sal y pirita de hierro o cobre. Este sistema fue conocido como
“beneficio de patio” o “sistema de amalgamación” y redujo el tiempo y el costo de la producción
de plata y perduró hasta 1792.
Molido del mineral de plata.

En la etapa colonial la producción de minerales presentó altibajos: de 1555-1630, periodo de auge


por el descubrimiento y explotación de nuevas minas, de 1630-1740, periodo de disminución de la
producción, por escasez de mano de obra, limitaciones técnicas, inundaciones en las minas, falta
de caminos e inseguridad en ellos y escasez del mercurio, monopolizado por la Corona española.

La minería tuvo una gran importancia para la Corona, ya que sus principales ingresos provenían de
los impuestos que debían pagar los mineros por la explotación de las minas, estos impuestos
fueron: el Quinto Real, el minero debía pagar una quinta parte de lo extraído, a partir de 1548 se
redujo a la décima parte o diezmo; el derecho de amonedación, implementado en 1536 cuando se
estableció la Casa de Moneda para la acuñación de monedas de plata y cobre y el derecho de
vajilla; impuesto cobrado por la producción de vajillas y alhajas de plata y oro.

El trabajo en las minas representó una gran explotación, los accidentes eran frecuentes y las
enfermedades se presentaban tras unos cuantos años de labor. Para mantener la actividad minera
sus dueños compraban esclavos, conseguían indios cautivos o a través del sistema
de repartimiento o tenían que pagar salarios altos. La extracción de plata produjo las fortunas más
grandes de la Nueva España, los mineros exitosos eran dueños de haciendas y palacios,
compraban títulos de nobleza y exhibían su riqueza con ostentación. Los que fracasaban
realizaban cualquier trabajo, o vagabundeaban en busca de una nueva oportunidad. Algunos, que
se habían enriquecido, lo perdían todo cuando la veta o yacimiento minero se agotaba y no podían
pagar sus deudas.

Los obrajes
Los obrajes (manufacturas) fueron empresas textiles dedicadas a la fabricación de telas de lana,
algodón, jergas, frazadas y sombreros para el consumo interno. Para fines del siglo XVI su
producción fue alta y de buena calidad logrando en poco tiempo satisfacer buena parte de la
demanda interna, exportando mercancías a Perú y Guatemala.

En 1751 el número de obrajes establecidos era de más de ochenta en la Ciudad de México,


Xochimilco, Puebla, Tlaxcala, Tepeaca, Celaya y Texcoco. Los obrajes de la región de El Bajío
(parte de los actuales estados de Guanajuato, Pachuca y Querétaro) abastecían la demanda de las
minas y las haciendas del norte. La alta producción de manufacturas se dio porque los obrajes
contaban con un aprovisionamiento de materias primas, además existía la división del trabajo y
una fuerte explotación de los trabajadores.

“Hombres libres, indios y hombres de color, estaban medio desnudos, cubiertos de


andrajos, flacos y desfigurados. El lugar parecía más bien una oscura cárcel; las
puertas, que eran dobles, estaban constantemente cerradas, y no se permitía a los
trabajadores salir a casa; los que eran casados; sólo los domingos podían ver a su
familia. Todos eran castigados si cometían la menor falta contra el orden establecido en
el obraje.”
Exvoto a San Miguel Arcángel y al Espíritu Santo en el interior de un obraje textil, óleo sobre tela, Carlos López, 1740.
El taller artesanal

El taller artesanal formado por hombres libres, que por lo general con sus familiares, elaboraban
distintos artículos como zapatos, alfarería, vidrio, hierro forjado, talavera, laudaría (elaboración de
instrumentos musicales de cuerdas), plata, seda, bordados, muebles, cordones, pintores,
doradores, coheteros, sastres, jugueteros, entre otros productos. La producción de los talleres
artesanales fue reducida, y estuvo orientada al mercado urbano.

Talavera poblana
Fue una institución controlada por los “gremios”; asociaciones de artesanos de una misma
profesión en una localidad o región. Los gremios fueron organizaciones jerárquicas (aprendices,
oficiales y maestros), cerradas (los maestros artesanos debían demostrar “pureza de sangre”, lo
que significa no ser descendientes de judíos y moros) y monopólicas (no se podía crear otro
gremio de la misma actividad lo que cancelaba la posibilidad de competencia).

En el siglo XVII los talleres artesanales entraron en decadencia y fueron suprimidos por las
Reformas Borbónicas en 1790.
Comercio interior
Durante los siglos XVI-XVIII el comercio fue una de las principales actividades económicas
novohispanas fuertemente reguladas por los españoles. Distinguimos el comercio interior en la
colonia y el exterior de la Nueva España con otras naciones.

Comercio interior

Por los caminos que conducían principalmente a los centros mineros, transitaron regularmente
comerciantes españoles e indígenas, funcionarios, ganaderos, arrieros, mineros, misioneros,
religiosos, artesanos soldados españoles, nómadas chichimecas, etc.

Las recuas de mulas, los carros y carretas jalados por mulas o bueyes y las espaldas de los
tamemes indígenas, transportaron miles de toneladas de alimentos, ropas, calzado, productos de
maguey, yerbas olorosas y especias, productos tropicales, herramientas, objetos suntuarios, libros,
medicinas, cobre, cueros, sal, azogue, plomo, equipo minero, enseres domésticos, artículos para la
limpieza, implementos agrícolas, entre los productos más importantes se encontraban el maíz,
trigo, fríjol y forraje. Todo lo necesario para mantener las poblaciones mineras.

“De regreso a la Ciudad de México, arrieros y mercaderes transportaban la plata quintada que
por derecho recibía la Corona, así como el pago de las mercancías vendidas y los envíos de
particulares a sus parientes y socios en las ciudades novohispanas o en España. También era
el medio para remitir la plata obtenida de los procesos judiciales especialmente de los remates
de los “bienes de difuntos”. Aunque hay pocos estudios sobre la producción de la plata a lo
largo del periodo colonial de las cifras registradas por Alejandro de Humboldt en el periodo de
1785 a 1789, los ingresos de las cajas reales de las intendencias mineras de la Nueva España
ascendieron a 9,730,000 marcos de plata, siendo cada marco equivalente a ocho pesos y
medio. Casi desde finales del siglo XVII hasta mediados del siglo XIX, la producción de plata
en la Nueva España aporto al menos la tercera parte de la producción mundial y, en ocasiones
llegó a superar el 60 por ciento.”

Román Gutiérrez, José Francisco “ El Camino Real de la Plata, mito y realidad” en: México en
el tiempo... p. 15
Durante el siglo XVII, al lado de la mina, se establecieron ranchos y haciendas y obrajes, dando
origen a importantes ferias comerciales, como la feria de San Marcos, y mercados locales,
principalmente en el noroeste del territorio, incrementando aún más el comercio interno. En el
centro del territorio, los mercados conservaron la organización y costumbres observadas en los
tianguis indígenas. Al sobrevenir una severa escasez de víveres, las autoridades establecieron
la alhóndiga granero municipal-, con el propósito de controlar los precios del maíz y trigo y
garantizar el abasto de alimentos, así como los abusos de los intermediarios.
El comercio de la Nueva España, tanto interior como exterior, estuvo dominado por el Consulado
de Comerciantes de la Ciudad de México, creado en 1592, agrupó a los grandes comerciantes
mayoristas, tuvo organismos, tribunales y derechos especiales con atribuciones para ejercer tareas
de gobierno, y de cobro y administración de impuestos, como el de alcabala (pago por toda venta
o permuta de mercancías). Para mediados del siglo XVIII, los comerciantes del Consulado,
compraban todas las mercancías que llegaban de España y de oriente vía la nao de China
convirtiéndose en un monopolio que dominó el comercio interior, incrementando aún más su
riqueza. Lo que le permitió convertirse en prestamista de mineros y empresarios novohispanos.

Comercio exterior
Durante los siglos XVI-XVIII el comercio fue una de las principales actividades económicas
novohispanas fuertemente reguladas por los españoles. Distinguimos el comercio interior en la
colonia y el exterior de la Nueva España con otras naciones.

Comercio exterior

El gobierno español impuso que los barcos empleados en el comercio con las colonias fueran
construidos en España y tripulados por españoles, prohibió el comercio de las Colonias con
cualquier otro país así como el comercio entre las mismas colonias e implementó un régimen de
altos y numerosos impuestos. El comercio exterior de las colonias americanas solo se podía
realizar a través de la Casa de Contratación de Sevilla (creada en 1503), después por Cádiz, en
tres puertos de América: Veracruz, Panamá y Cartagena de Indias en Colombia.
Comercio en el Océano Atlántico

Por la vía Veracruz-Xalapa-México, viajaban los productos europeos que se embarcaban en Sevilla
y Cádiz, de España se traían cafeteras, candelabros, navajas, tijeras, peines, barajas, jabones,
aguas de color, medias y calzas de punto, hebillas, tafetanes, linos, mantillas, pañuelos
enrejillados y floreados, de muselina, de cambray, bordados de olán, batistas, cintería de seda
y raso de carranclanes de la India, encajes de Flandes, elementos indispensables para los
atuendos de la clase social acaudalada. Para la actividad minera se traían picos, cuñas, barrenas y
barretas, para los carpinteros azuelas, gubias, serrotes, para los herreros hierro en barra,
labrado, en clavazón y en planchuela, martillos de fraguas y cinceles. También pipas y medias
pipas de vino tinto, barriles de pasas, alcaparras, aceitunas, almendras, avellanas, queso
parmesano, jamones, chorizos, aceite, vinagre, entre otros muchos productos, que recorrieron
diversos caminos para llegar a las manos de ansiosos consumidores.

Los productos y las más diversas materias primas del Oriente se concentraban en Filipinas,
procedían de la India, Ceylan, Camboya, las islas Molucas, China y Japón, su destino final era
Europa, pero la capacidad económica de la Nueva España le permitió adquirir la mayoría de estas
mercancías y pocos eran los productos que llegaban a su destino final. Los galeones salían de
Acapulco con rumbo a Filipinas en el mes de marzo y llegaban a Manila tres meses después, el
retorno a la Nueva España era más complicado y tardaba entre 7 y 8 meses porque el barco venía
abarrotado de mercancías autorizadas y además el habitual contrabando, lo que le impedía
navegar con rapidez.

Comercio en el Océano Pacífico

La Nao de China o Galeón de Manila transportaba productos de Oriente a Nueva España eran:
“sedas, objetos artísticos y decorativos, muebles, marqueterías, porcelanas, loza, tejidos de
algodón, cera, oro, también llegaban las famosas “indias chinas” que eran esclavos y criados de
origen asiático, arribaron algunas manifestaciones culturales como la pelea de gallos importados
desde Malasia, algunas bebidas como la tuba extraída de las palmeras y de procedencias filipina
que aún existe en Colima y Acapulco. Se exportaba al Oriente: plomo, papelería, plata, jerguetas,
vino, vinagre, cacao, maíz, fríjol, oro en lingotes, pesos fuertes acuñados en la Casa de Moneda de
México...” (Romero Giordano, C. Breve historia de la Nao de Manila en México en el tiempo... .16-
17)

Las formas de trabajo en la Nueva España

Trabajo indígena
Durante la época colonial predominaron tres formas de trabajo: 1. La encomienda; 2. El
repartimiento y 3. El peonaje.

La Encomienda

La encomienda, fue la primera forma de explotación del trabajo indígena y consistió en la consignación de
un grupo de indígenas a los que se les llamó encomendados, que debían prestar servicios en construcciones,
cultivos de tierra, labores en minas, servicios domésticos y pagar tributo en dinero o en especie a los
españoles, llamados encomenderos. A cambio, los españoles estaban obligados a dar protección, doctrina
cristiana y buen trato a los indígenas encomendados.

Hernán Cortés, otorgó las primeras encomiendas a los conquistadores. De acuerdo con las leyes, los indios
encomendados fueron considerados hombres libres conservando sus tierras y bienes. En la práctica, sin
embargo, las leyes de protección a los indígenas fueron letra muerta; los indígenas fueron brutalmente
explotados y mantenidos en condiciones de esclavitud y fueron despojado de sus tierras.

La encomienda tuvo importancia en las zonas de alta densidad demográfica, en la región que comprendió
Mesoamérica, y principalmente en el trabajo agrícola. A partir de 1570 fueron prohibidos los servicios
personales de los encomendados y hasta 1720 esta institución fue abolida legalmente.

Durante la época colonial predominaron tres formas de trabajo: 1. La encomienda; 2. El


repartimiento y 3. El peonaje.

El repartimiento o cuatequil

El repartimiento o cuatequil, establecido a finales del siglo XVI, consistió en el trabajo forzoso de todos los
indígenas varones con edad entre los 14 y 60 años, de acuerdo a las necesidades de los dueños de obrajes,
agricultores, ganaderos y mineros.

El trabajador recibía un salario proporcional a cada provincia y al tipo de trabajo desempeñado.


Legalmente, se efectuaba por tiempo limitado de una semana y de manera rotativa, se repartía uno de cada
25 hombres, y el sistema estaba a cargo de un juez repartidor (oficial real).

El repartimiento fue más apropiado en el trabajo agrícola ya que no requería de mano de obra calificada.
Por la explotación excesiva y por el crecimiento de la contratación de mano de obra libre, fue abolido
legalmente en 1632, aunque en la Ciudad de México se mantuvo para ciertas obras públicas.

Durante la época colonial predominaron tres formas de trabajo: 1. La encomienda; 2. El


repartimiento y 3. El peonaje.

El peonaje

El peonaje, es el nombre que recibió, en teoría, la forma de trabajo asalariado libre, surgió en la segunda
mitad del siglo XVI. Con la introducción de trabajo asalariado en las minas, el trabajo libre se fue
incrementando rápidamente y los trabajadores fueron llamados gañanes o peones.

La consolidación del peonaje se dio por varios motivos: la expansión de las haciendas; el auge de la minería;
el incremento de la población mestiza no sujeta a las leyes de protección; y por la disminución de la
población indígena. Durante el siglo XVII, fue adquiriendo la modalidad de peonaje por deudas, en donde el
patrón adelanta una suma de dinero a los trabajadores y cuida de que la deuda no se termine de pagar
nunca, por lo que los trabajadores al morir heredaban las deudas a sus hijos, estos a su vez a sus hijos, y así
sucesivamente.

Este sistema por deudas se generalizó rápidamente en las haciendas agrícolas, persistiendo hasta la
actualidad en algunas regiones del país.

Impuestos novohispanos
La Real Hacienda Pública fue la institución encargada de organizar, recaudar y administrar los
impuestos, rentas, concesiones, entre otros. La mayor parte de los ingresos recaudados se
enviaban a España y una parte menor se utilizaba como ayuda a otras colonias. Los ingresos que
se quedaban en la Nueva España, se empleaban en los gastos de la administración pública,
sostenimiento de las misiones y para gastos de las milicias.

Otra fuente de ingreso importante para la Corona fue el tributo: impuesto a las comunidades
indígenas. Éstas lo debían pagar en especie, con trabajos personales o dinero. El tributo, retomado
de la organización prehispánica, fue establecido inmediatamente después de la conquista, en 1680
se extendió a negros y mulatos no esclavos y fue abolido hasta 1811.

Real de Felipe IV, 1639.


Cultura novohispana

Introducción

Biombo voladores y boda indígena, 1690.

Con la implementación de la Colonia novohispana en el siglo XVI se fusionaron diversas culturas.


Este proceso de mestizaje transformó la vida de los pueblos nativos y de los inmigrantes europeos,
africanos e incluso asiáticos. Surgieron nuevas expresiones culturales típicas de una
sociedad multicultural, como nuevas costumbres, creencias y valores; formas de hablar, de
comer, de festejar, de relacionarse sentimentalmente, de practicar el arte, de educar a los hijos y
de organizarse socialmente.

El siglo XVI fue una etapa de choque cultural, mezclas y adaptación al impacto de lo desconocido;
el siglo XVII fue principalmente de integración cultural, donde se forja la ilustración mexicana con
figuras como Carlos de Sigüenza y Góngora y Juana de Asbaje, se introducen las ideas de
autonomía en lo político y en lo cultural, se perfila el nacimiento de un movimiento intelectual con
valores universales de libertad; el siglo XVIII fue un tiempo y un espacio de alteraciones, donde
despierta la conciencia de una cultura mestiza, con intereses propios, precursora de las ideas de
patria donde la soberanía, se dice, debe residir en el pueblo..
La vida cotidiana constituye las formas de vida de un pueblo: cómo se comunica a través del
lenguaje hablado y escrito, cómo se reconstruye en las diferentes manifestaciones que ensalzan su
calidad humana, en la vestimenta, la comida, el modo de producir su sobrevivencia, las relaciones
que establece, las expresiones de sus emociones a través de las música, la pintura, la creación
literaria o cualquier manifestación del arte. La vida cotidiana da sentido a la conformación de los
pueblos ya que es allí donde se reproducen costumbres, tradiciones, ideas.

En los tres siglos de dominación española, la cultura se desarrolló en la ciencia, la literatura, la


arquitectura, la escultura, la música, la gastronomía. Las repercusiones del mestizaje se
manifestaron en la organización política, social, económica y cultural del México colonial. Todas
estas expresiones se pueden apreciar en la vida cotidiana actual: en nuestras formas de comer, en
el lenguaje, en las calles y construcciones de las ciudades de México, en los museos, en nuestra
propia identidad.

La educación en la Nueva España


Con el proceso de evangelización se les impuso a los indígenas una lengua distinta, nuevas
formas de vida, usos y costumbres de la cultura española. Las escuelas conventuales
sustituyeron a la telpochcalli y al calmécac; ahora durante la colonia la educación se
organizó por parte de las instituciones religiosas.
Las órdenes mendicantes

En el siglo XVI la enseñanza estaba en manos de las órdenes mendicantes que se empeñaron en difundir la
religión católica imponiéndola implacablemente, ese fue el antecedente de la educación en la Nueva
España.

Estas órdenes fundaron importantes colegios para indígenas como el de Santa Cruz de Tlatelolco, de
enseñanza superior, que instruía a los indígenas nobles en bellas artes y filosofía, se fundó en 1536,
desapareciendo a finales del siglo XVI. Otros colegios importantes fueron El Colegio de San Pablo en la
ciudad de México, y el de Tiripetio en Michoacán, donde enseñaban lectura, escritura, gramática latina,
retórica, filosofía, música y medicina mexicana. Contaron con destacados maestros como García de
Cisneros, Fray Juan Focher, Fray Juan de Gaona, Vasco de Quiroga, Fray Juan de Zumárraga y Fray Pedro de
Gante, quien fundó la primera escuela de artes y oficios: San José de los Naturales en 1527. Todos ellos
fueron humanistas destacados que, junto con alumnos sobresalientes que accedieron a estudios superiores,
llevaron a cabo importantes trabajos de rescate de su antigua cultura.

El Colegio de San Juan de Letrán inició con el nombre de “Colegio para mestizos” y fue creado en 1548
por autorización del rey. Recibía 600 mil pesos procedentes de la minería, aportaciones particulares y
limosnas. Su labor era recoger y sustentar por cuenta del gobierno a los niños mestizos abandonados, aunque
posteriormente se aceptarían otros niños cuyos padres los enviaban a instruirse. Se enseñaba doctrina y
gramática latina, así como vocabulario indígena. Los alumnos de Letrán estaban divididos en dos clases: los
que aprendían un oficio en tres años y los que estudiaban letras en siete años.
Los maestros de barrio
Pasada la etapa en que la educación estuvo en manos de los religiosos, empezó un proceso paulatino de
reemplazo por los «Maestros de Barrio» y hacia 1600 se promulgó una primera ordenanza sobre la educación
primaria de que se tiene noticia en la Nueva España. Se encontraba integrada por diez cláusulas la llamada
Ordenanza de los Maestros del Nobilísimo Arte de Leer, Escribir y Cantar. A partir de dos maestros
reconocidos por el cabildo como los más peritos y expertos que hubiera, se podía avalar las solicitudes de los
maestros con escuela y en caso de ser capaces, extenderles su carta de examen.

Pintura de castas, instrucción.

Como en toda ordenanza, había ciertas restricciones: no ser negro, ni mulato, ni indio, sino español que
pudiera acreditar sus buenas costumbres morales; que tuvieran como recurso complementario poseer tienda
de legumbres o de mercadería. Una más era que el maestro titulado, —o sea el poseedor de la carta de
examen— se responsabilizara de enseñar personalmente, y no valerse de persona alguna para que lo hiciera
en su lugar. También se especificaba que en caso de que alguien se atreviera a enseñar sin haber sido
examinado, se le retirara la licencia y se le cerraría la escuela, además de imponérsele una pena de 20
pesos de oro común.

Durante ese periodo, casi no se descuidó ningún aspecto de la educación, básicamente en la niñez
masculina; como ejemplo tenemos los talleres-escuela para niños indígenas como la que ofreció la escuela
para niños indios establecida por Fray Juan de Zumárraga. Con lo que respecta a las niñas, no se les brindó
mayor atención sino hasta el siglo XVIII cuando Antonio de Mendoza fundó un asilo para las niñas mestizas
abandonadas donde aprendían religión, costura y bordado, sin preparación académica.

Surgieron dos tipos de instituciones para mujeres: los recogimientos para mujeres y las Casas Amigas. Estas
últimas estaban destinadas únicamente a las niñas y se encontraban a cargo de mujeres que con ciertos
conocimientos y un certificado de buena vida y costumbres y su fe de bautismo, recibían alguna paga por sus
servicios. Las Casas Amigas contribuyeron a solventar la situación económica que enfrentaron las viudas
españolas y las huérfanas criollas, cuyos finados padres las habían dejado sin recursos que les aseguraran la
supervivencia. Hacia finales del siglo XVI tuvo lugar una creciente demanda de aprobación de solicitudes
para ejercer la profesión de maestras encargadas de impartir nociones de religión, lectura, escritura y
labores manuales en las Casas Amigas. En poco tiempo este tipo de establecimientos educativos rebasó las
expectativas iniciales, así para fines del siglo XVIII la población de las Casas Amigas llegó a 3000 niñas. Sin
embargo, estas instituciones no estuvieron sujetas a un reglamento que cuidara y garantizara la educación
elemental de las niñas.
La Universidad
Los grandes cambios y movimientos culturales en la Europa del siglo XVI -como el renacimiento italiano, el
humanismo español y la contrarreforma católica- influyeron de manera notable en la educación y la cultura
de Nueva España. El establecimiento de la Universidad obedeció a una insistente solicitud de los criollos,
que demandaban una educación superior sin tener que enviar a sus hijos a España. En la universidad, los
estudiantes podían elegir entre las carreras de teología, derecho, filosofía y medicina.

El primer edificio de la Real y Pontificia Universidad de México se localizaba enfrente de la Catedral de la Ciudad de
México, actualmente está en la calle de Moneda.

Fray Juan de Zumárraga y el primer virrey Antonio de Mendoza hicieron las gestiones para la creación de la
Universidad. Por Cédula Real expedida el 21 de septiembre de 1551 se fundó la Real y Pontificia
Universidad de México. Se inauguró en enero de 1553, en la gestión del 2º. Virrey don Luis de Velasco, con
la cátedra de Francisco Cervantes de Salazar, quien elaboró la primera crónica de la Nueva España.

La Universidad recuperó de la Universidad de Salamanca sus estatutos, de la de Bolonia su carácter


administrativo, de la de París su aspecto educativo. Los grados que se otorgaban era el de Bachiller,
Licenciado y Doctor; Las cátedras con las que inició sus labores fueron: Teología, Escritura, Cánones, Leyes,
Artes, Retórica y Gramática. El conocimiento estaba concentrado de acuerdo a la tradición medieval
en Trivium: gramática, retórica y lógica y en Quadrivium: aritmética, geometría, música y astronomía. Sus
egresados eran profesionales de la teología, del derecho y la medicina; el latín fue el idioma que se enseñó
en las aulas universitarias. Solo los hombres podían ingresar desde los 14 años, la educación de las mujeres
se destinó a los conventos y orfanatos.

En el siglo XVIII se crearon otras instituciones de educación superior: en 1781 se fundó la Academia de San
Carlos de Bellas Artes. En 1778 se creó la Real Escuela de Cirugía, el Jardín Botánico en 1787 se creó para
estudiar “la flora susceptible de ser aprovechada económicamente para desarrollar el comercio, la
industria, la farmacología y la medicina con el auxilio de la ciencia; en 1792 se establece el Real Colegio de
Minería”.
Interior de la Real y Pontificia Universidad de México.

 Colegios jesuitas: San Ildefonso, San Gregorio donde acudían los indígenas.
 Colegios para mujeres: Nuestra Señora de la Caridad, San José de Belem, el de la Enseñanza y el de las
Vizcaínas, Colegio de niñas.
 Colegio de infantes, Colegio del seminario.
 Colegio de Santa María de Todos los Santos.
 Al inicio del siglo XVII había 19 conventos femeninos fundados en México, Puebla, Valladolid,
Guadalajara, Antequera y Mérida. A lo largo del siglo se instalaron 15 más, en 1700 ya sumaban 34.

La ciencia en la Nueva España

Carlos Sigüenza y Góngora y portada libro de astronomía y filosofía.


La apertura en la Universidad Real Pontificia de México de la cátedra de matemáticas
en 1637, es considerada el punto de partida del desarrollo de la ciencia en la Nueva
España. La ilustración científica novohispana de la segunda mitad del siglo XVIII fue
la conclusión del desarrollo científico con representantes del más alto nivel, como
Fray Diego Rodríguez y Don Carlos de Sigüenza y Góngora, sabios criollos,
consumados astrónomos y profesores de la Universidad.

No podemos entender la educación ni la ciencia sin el papel esencial de la imprenta, que llegó al
continente americano en 1539. El primer impresor fue Juan Pablos de Bresca, tipógrafo italiano
que se estableció en la Nueva España y que imprimió los “códices poscortesianos”. También se
imprimieron vocabularios, cartillas y gramáticas, libros religiosos en castellano y en lenguas
indígenas. La primera imprenta se estableció en la Casa de las campanas, en las actuales calles
de Moneda y Primo de Verdad. Posteriormente en 1642 en Puebla, en 1720 en Oaxaca, en 1793
en Guadalajara y en Veracruz en 1794.

Juan Pablos, primer impresor de América.


A pesar de la estrecha vigilancia de la Inquisición sobre librerías, bibliotecas privadas y
cualquier sospecha de trabajo intelectual, la cultura se desarrolló durante la Colonia, sobre
todo a partir de la importación de las ideas de la Ilustración. Una práctica común era el
escudriñamiento de los libros que llegaban de Europa. En Sevilla debían obtener permiso
del Santo Oficio, el cual enlistaba los títulos de los libros que emprenderían el viaje hacia
América, al arribo en los puertos de destino; los comisarios de la Inquisición controlaban si
en los navíos se ocultaban libros prohibidos.
Por libros prohibidos debe entenderse cualquier tipo de obra que atacara la fe, la moral o
las instituciones. Por decreto Real se debía anotar el título y el contenido de cada libro, así
se controlaba el paso de las obras prohibidas, sospechosas o perniciosas. Se prohibía
imprimir, circular, comprar, vender, tener libros que no hayan sido examinados y
aprobados. La intención de tal prohibición era, según, proteger los bienes, costumbres
sociales y prácticas religiosas de sus habitantes.

Para Saber Más


Carlos de Sigüenza y Góngora, como científico de su tiempo, defendía ideas basadas en
Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe, y también utilizó una especie de microscopio
para descubrir el chahuixtle.
Arquitectura novohispana
Las características de la arquitectura virreinal están definidas por los diferentes componentes de la
cultura nativa, la cultura hispana, la influencia humanista y renacentista y la cultura mestiza.
Podemos diferenciar en cada siglo la actividad arquitectónica.

Arquitectura del siglo XVI

Durante el siglo XVI prevalece la arquitectura monástica, que no es otra cosa que los
templos construidos por los misioneros. Los agustinos edificaron enormes monasterios,
por eso se le conoce como arquitectura monumental, que podemos apreciar en
Acolman, Meztitlán, Cuitzeo o Yuririapúndaro. Los franciscanos no se quedan atrás, sus
ermitas las podemos observar en Huejotzingo, Acatzingo o Cholula.
Arquitectura del siglo XVII

En el siglo XVII se construyeron parroquias destinadas al ejercicio del clero secular. El


estilo predominante es el Barroco novohispano en la arquitectura se puede apreciar
en las construcciones religiosas como la Catedral Metropolitana de la Ciudad de
México, el convento jesuita de Tepotzotlán, en el Estado de México, en Puebla se
encuentran las iglesias de Santo Domingo y de Santa María Tonantzintla, en Taxco
Guerrero la iglesia de Santa Prisca.

Estilos arquitectónicos en la Nueva España


 Barroco
El Barroco novohispano es un movimiento artístico cuyas expresiones las
encontramos en la arquitectura, la literatura, la pintura; tuvo su máximo desarrollo
durante los siglos que duró la Colonia, del siglo XVI a mediados del siglo XVIII.

 Mudéjar

El mudéjar es un estilo hispano-musulmán, el término proviene del


árabe mudaÿÿan que significa doméstico, se caracteriza por la manifestación
autóctona donde los elementos decorativos: madera, yeso, ladrillo o azulejo se
combinan. Un ejemplo de este estilo es el Arco del Carmen en San Cristóbal de las
Casas, Chiapas.

 Plateresco

El estilo plateresco es una mezcla de los estilos gótico, renacentista, morisco e


indígena que incluye elementos prehispánicos. Se distingue por la decoración vegetal
y guirnaldas en los marcos de las puertas, ventanas y columnas.
 Churrigueresco

El estilo churrigueresco debe su nombre a Benito de Churriguera, arquitecto


español, en Nueva España es introducido por Jerónimo de Balbás, este estilo exagera
en la decoración cuajada de guirnaldas, florones, angelillos. Como ejemplo podemos
observar a la Catedral de Zacatecas o la cúpula de la Iglesia de Tonantzintla, Puebla.

 Neoclásico

El estilo Neoclásico retoma las formas clásicas de Grecia y Roma. En la Nueva


España tuvo su apogeo en el siglo XVIII. La fachada de la iglesia de San Andrés
Cholula, Puebla es un ejemplo de este estilo, así como la Catedral de Toluca.
Literatura novohispana

Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz en su estudio, pintura de Miguel Cabrera.

La literatura novohispana se desarrolló en tres periodos:

Literatura novohispana siglo XVI


El primer periodo abarca desde finales del siglo XV y todo el siglo XVI, donde la literatura se
encuentra vinculada al momento de la conquista y la colonización, la producción más importante
son cartas y crónicas, escritas por los conquistadores y los frailes evangelizadores.

Hernán Cortés
Hernán Cortés escribió 5 cartas tituladas las Cartas de relación, redactadas entre 1519 y 1526, que
contienen informes enviados al Emperador Carlos V, para relatar los sucesos que vive el
conquistador, en ellas describe la expediciones de descubrimiento de México con Hernández de
Córdoba, Grijalva, y la suya, así como los hechos ocurridos en Cuba, Cozumel, Centla y San Juan
de Ulúa, la flora y la fauna de la región, los sacrificios humanos, la fundación de la Villa Rica de la
Vera Cruz y su nombramiento como “Capitán General y Justicia Mayor”. La carta fue llevada al rey
por Francisco de Montejo (conquistador de Yucatán), junto con la carta se entregó el Quinto real y
algunas piezas de oro, plumas exóticas, pieles, el Códice Troano y el Códice Cortesano conocidos
popularmente bajo el nombre de Códice de Madrid.

Las cuatro siguientes cartas describen las riquezas de los mexicas, su alianza con totonacos y
tlaxcaltecas, la matanza de Cholula, su entrada en Tenochtitlan, la prisión de Moctezuma, aspectos
de la sociedad mexica, el tianguis, los alimentos, y algunas costumbres. La matanza del Templo
Mayor, la Noche triste, La caída de Tenochtitlan, la toma de Tlaltelolco y la captura de Cuauhtémoc
y solicita al rey su autorización para llamar a los nuevos territorios Nueva España.
Literatura novohispana siglo XVII
El segundo periodo incluye el barroco literario desarrollado a todo lo largo del siglo XVII. En este
periodo encontramos autores notables en la poesía, la lírica, la narrativa y la dramaturgia. Los
representantes más importantes de esta corriente fueron: Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza, Sor
Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora y Bernardo de Balbuena, Miguel de Guevara
y Francisco Ramón entre otros.
Los rasgos más importantes del barroco literario son: el contraste, la utilización de la tesis y la
antítesis, los juegos literarios con anagramas, emblemas y laberintos, el gusto por la exageración
(hipérbole). Sus temas son variados, en general abordan los contrastes entre sentimiento y razón,
sabiduría e ignorancia, cielo e infierno, pasión y calma, temporalidad, la vanidad de la vida, lo
aparente y lo verdadero, lo divino en todas sus formas, lo mitológico, lo histórico, lo erudito, lo
moral, lo filosófico, lo satírico.

Por ejemplo, en el siguiente soneto de Sor Juana Inés de la Cruz se puede observar, tanto en el
tema como en las palabras usadas, que está plasmada una contradicción.

Traigo conmigo un cuidado


y tan esquivo que creo
que aunque se sentirlo tanto, aun yo misma no lo siento. Es amor,
pero es amor
que faltándole lo ciego,
los ojos que tiene son
para darle más tormento.
(Sor Juana Inés de la Cruz)
Bernardo de Balbuena (1562-1627)
En 1593 escribió Grandeza mexicana, amplio poema en tercetos encadenados en elogio de la
capital del Virreinato. El libro aparece en 1604, dedicado a Doña Isabel de Tobar y Guzmán, de
quien el poeta estaba enamorado. En 1608 publicó su novela Siglo de Oro en las Selvas de Erífile,
en ella figura un pequeño elogio de México. Francisco Cervantes de Salazar (¿1514?-1575). Entre
sus obras más destacadas se encuentran Crónica de la Nueva España, también el Túmulo imperial
de la gran ciudad de México, en que se refieren las ceremonias llevadas a cabo en México en
memoria de Carlos V. y Diálogos latinos, de tema mexicano destinados a la enseñanza del latín.

Literatura novohispana siglo XVIII


El tercer periodo de la literatura novohispana se ubica en el siglo XVIII, donde surgieron escritores
ilustrados y clasicistas como:

Diego José Abad y García (1727- 1779)


Nació en Jiquilpan, Michoacán el 1 de junio de 1727. Fue teólogo, poeta e intelectual. Estudió
filosofía en el Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México, maestro reformador de la
enseñanza filosófica, vivió en el siglo XVIII novohispano, heredero del barroco, y teniendo como
influencia las ideas ilustradas, se destacó promoviendo el espíritu de la “nacionalidad mexicana".

A edad temprana ingresó a la Compañía de Jesús, fue director del Colegio de Querétaro, participó
en el grupo "pleni-ilustrado" de Francisco Javier Alegre, Campoy, Francisco Javier Clavijero y otros
criollos, pero no se sentían ya españoles sino mexicanos, por derecho de cultura, y así lo
proclaman con noble orgullo en la portada de sus obras. Cuando los jesuitas fueron expulsados en
1767, se exilió en Italia, estableciéndose en Ferrara, fue dejando en sus trabajos el testimonio de
amor entrañable a la patria mexicana, pleno de sentimiento, nostalgia y tristeza. Dejó algunos
apuntes en ciencias exactas, tradujo algunas églogas (odas, poemas) de Virgilio, escribió en
italiano el Tratado del conocimiento de Dios. Después de su muerte se publicó la edición definitiva
de su más divulgada obra, De Deo deoque homine heroica, recopilación teológica en latín escrita
en verso.

La pintura en la Nueva España


El principal patrocinador de obras pictóricas en la Nueva España fue la Iglesia católica. En el siglo
XVI destaca la pintura mural en los recintos conventuales: en las capillas, en la nave, en el
claustro, sacristía y porterías.

Los tlacuilos decoraron los primeros templos, los artistas que realizaron los murales fueron los
egresados de las escuelas novohispanas de artes y oficios. Paralelamente a este proceso se
incorporaron los estilos artísticos europeos, que condujeron a la imposición de técnicas, modelos y
formas de representación externas, tales como la pintura al temple o al óleo, el uso de
la perspectiva como forma de representación espacial, la transferencia de imágenes cristianas con
simbolismos ajenos a la cultura de los pueblos antiguos de México. No obstante, subsistieron
diversos elementos artísticos indígenas y se fusionaron con los españoles, produciendo obras con
un sincretismo artístico y cultural.
Murales de la Casa del deán Tomás de la Plaza y Goes (el deán era el segundo en importancia después del

obispo) en Puebla de 1580. Se plasman temas no religiosos de la poesía del italiano Francesco Petrarca.

La pintura al óleo sobre lienzo fue realizada por criollos que estaban al servicio de la Iglesia, todo
giraba en función de la misma. En 1555, la autoridad clerical decreta que ningún español o
indígena podría pintar imágenes o retablos sin previo examen y autorización del poder eclesiástico.
En 1557 las autoridades virreinales dictaminaron una jerarquía gremial formada por aprendices,
oficiales y maestros. El arte español del siglo de oro tuvo influencia determinante en los pintores
mexicanos.
Pintores novohispanos
 José Juárez

Detalle del retrato de la aparición de la virgen por José Juárez


Hijo de Luis Juárez, es reconocido por sus obras iconográficas que representan la vida
o el martirio de personajes como en los frescos: Santos Justo y Pastor (1653); La
Sagrada Familia (1655), Adoración de los reyes, Visión de San Francisco y Martirio de
San Lorenzo, entre muchos más.

 Cristóbal de Villalpando

Detalle de la Plaza Mayor de México por Cristóbal Villalpando


Se distinguió por su pintura barroca, en la pintura mural utilizará la técnica al óleo.
Sus obras son múltiples, algunas se pueden apreciar en la catedral de la Ciudad de
México, en el convento de Tepotzotlán, en el templo de Huaquechula. Destaca el
retrato de la Plaza Mayor de México.
 Miguel Cabrera

Detalle del Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz por Miguel Cabrera
La etapa barroca representó plásticamente el entorno social vinculado a la religión,
pero también dejó constancia de costumbres y espacios de la realidad cotidiana como
lo podemos observar en los cuadros de castas de Miguel Cabrera, pintor mexicano
nacido en Antequera de Oaxaca en 1695, es considerado uno de los máximos
exponentes de la pintura barroca novohispana del siglo XVIII por cuadros
como Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz y 300 obras más.

La música novohispana

Músico del siglo XVIII.


La música es un elemento primordial en la vida cotidiana de la Colonia, jugó un papel
importante en la conversión de los indígenas en el siglo XVI, ya que fabricaban sus
propios instrumentos (flautas, chirimías, cornetas, trompetas,
guitarras, monacordios, rabeles, vihuelas de arco). Aprendían a tocarlos y a cantar
durante las ceremonias religiosas como las procesiones del día de Corpus y de Semana
Santa, las bienvenidas a los virreyes, los maestros de capilla de las catedrales de
México, Puebla y de otras ciudades compusieron villancicos, kiries y otros cánticos
para diversas fiestas religiosas como la Navidad, la Asunción, la de San Pedro y San
Pablo, la de San Juan y los santos patrones de los diversos pueblos y ciudades. En
1555 se prohibió la utilización de trompetas y el órgano fue considerado el único
instrumento litúrgico.

La música también fue un medio de cohesión social o de insurrección, un instrumento de oración y


un elemento fundamental en fiestas y festejos, un objeto de castigos de la inquisición y un disfrute
personal. Surgieron nuevas formas artísticas, fusionadas de elementos indígenas, africanos y
europeos, originando que la poesía, la pintura, la danza, el teatro y la música, combinaran las
herencias indígenas con las europeas medievales, renacentistas y barrocas, además de los
elementos africanos y asiáticos.

En las fiestas o reuniones profanas se ejecutaba música, como la contradanza, los sones y las
jaranas, entre otras. Otras actividades también fueron acompañadas por música: al toque de
trompetas el futuro doctor de la Real y Pontificia Universidad mandaba sus conclusiones a los
doctores y maestros antes del examen de grado. La música popular reflejaba las vivencias de los
diferentes grupos sociales por ejemplo el letra de El chuchumbé, canción que llegó de Cuba, cuyas
coplas causaron la intervención de la Inquisición, quien la mandó prohibir y que dice así:

“En la esquina está parado / un fraile de la Merced / con los hábitos alzados / enseñando
el chuchumbé”.

También fueron importantes los elementos sonoros que se arraigaron en la vida diaria, como los
pregoneros que ofrecían todo tipo de mercancías en las calles, con sonoros gritos llenos de
musicalidad, los campanarios que cumplían con la función de organizar el tiempo y de comunicar a
la población, el llamado a misa, la muerte de un parroquiano, una boda, un bautizo, la fiesta
religiosa, o el paso del carrito de la basura, y que constituyeron los principales medios de
comunicación que se arraigaron en la sociedad de esa época.

Bibliografía
Textos

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Fuentes electrónicas

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