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La novela se centra en un marino llamado 

Charlie Marlow, el cual narra una travesía que


realizó años atrás por un río tropical, en busca de un tal Kurtz, el jefe de una explotación
de marfil que a lo largo de la novela adquiere un carácter simbólico y ambiguo.
Los dos primeros tercios de la novela narran el viaje de Marlow de Londres a África, y
remontando el río, hasta alcanzar la base de recolección de marfil en la que se encuentra un
empleado de la compañía belga que le ha contratado. Ese empleado, llamado Kurtz, ha tenido
un enorme éxito en el tráfico de marfil, pero eso le ha granjeado la envidia de otros colegas.
Marlow intuye que Kurtz ha roto con todos los límites de la vida social tal y como se conoce
en Europa, lo que le repele y atrae al mismo tiempo.
En el camino, Marlow será testigo de la situación extrema en que viven los colonos europeos,
su brutalidad hacia los nativos africanos, y deberá superar todo tipo de obstáculos —retrasos,
enfermedades o ataques de indígenas— hasta alcanzar su destino. Cuando finalmente se
encuentra con Kurtz, cuya imagen ha ido agrandándose y mitificándose durante el proceso,
descubre que se trata de un personaje misterioso, al que los nativos idolatran como si fuera un
dios, pero que parece haber caído en una locura bestial. Como legado deja un panfleto en el
que detalla cómo civilizar a los nativos y que incluye una anotación brutal: «¡Exterminad a
todas esas bestias!». Marlow y sus compañeros de viaje logran llevar a Kurtz, ya gravemente
enfermo, al pequeño barco de vapor que debe sacarlo de la selva, pero este muere en el
trayecto, pronunciando ante Marlow sus últimas y enigmáticas palabras: «¡El horror! ¡El
horror!». El viaje de Marlow al corazón del continente africano se transforma así en un
descenso a los infiernos, pero también en una crítica al imperialismo occidental y una
investigación acerca de la locura.

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