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Materia: Filosofía
Cátedra: Abdo Ferez
filosofiaenlapandemia@gmail.com
1° Cuatrimestre
2021
Alumno:
-Bourquin Ivana
DNI: 28.205.185
Licenciatura en Artes Visuales
oxolotedeaguadulce@yahoo.com.ar
Consignas:
4) Lea La peste, de A. Camus. Ubique al autor dentro del existencialismo. ¿Qué obra de
arte visual le parece que podría representar alguno de sus conceptos centrales y por
qué?
1) “Critica del Juicio”:
Para Kant la filosofía permite el conocimiento racional de las cosas, y esta se
puede dividir en teórica y práctica. La filosofía teórica se encarga de los conceptos de
la naturaleza, y los principios de causalidad en torno a la naturaleza son técnicamente
prácticos. La filosofía práctica, es una filosofía moral que descansa sobre el concepto
de la libertad, este concepto se considera moralmente práctico y es independiente de
las condiciones sensibles. Los objetos que pertenecen a la naturaleza (filosofía teórica)
pueden ser representados en la intuición, pero solo como fenómenos; mientras que el
concepto de libertad no puede ser representado por medio de la intuición. Los
conceptos de la naturaleza (teóricos) son legislados por el entendimiento, la razón solo
puede legislar el mundo práctico (del que se ocupa la filosofía moral o práctica).
Entre el entendimiento y la razón existe otro término: el Juicio. Existen tres facultades
superiores del alma, la filosofía teórica es regida por la facultad de conocer, la filosofía
práctica por la facultad de querer, y al Juicio que media entre ambas le corresponde el
sentimiento de placer (o de pena) y su aplicación se da en el arte (son Juicios
estéticos).
Hay dos tipos de juicios: determinantes o reflexivos. Los juicios determinantes
buscan lo universal, allí los casos particulares quedan contenidos dentro de lo universal
y las experiencias son gobernadas por leyes generales, corresponden al conocimiento y
a la ciencia. Los juicios reflexivos conjeturan, y aparecen cuando dado lo particular se
trata de encontrar para sí lo universal (es decir que no está dado lo universal), estos
juicios solo pueden hallar el principio trascendental en sí mismos y son juicios del gusto
(juicios estéticos). El principio de una finalidad que es relativa con respecto a nuestra
facultad de conocer es en sí un juicio de este tipo, reflexivo, ya que media entre las
ideas (razón pura) y el entendimiento, y su existencia es acompañada por el
sentimiento de placer. Y aunque la filosofía solo puede dividirse en teórica y práctica,
el Juicio queda mediando entre ambas.
El campo de las cosas que podríamos conocer es supra-sensible e ilimitado,
pero al mismo tiempo inaccesible de ser conocido directamente ya que solo podemos
conocer los fenómenos y no el objeto en sí. La representación subjetiva del objeto, en
cuanto es determinada por el sujeto (ya que no podemos acceder al objeto
directamente) pertenece al Juicio estético, ya que es una representación estética de la
finalidad en cuanto proviene del sentimiento. Cuando el objeto es apropiado por el
juicio reflexivo (estético) del sujeto, el objeto pasa a llamarse “bello”(es un objeto de
placer); y cuando este criterio (placer por el objeto) es compartido o aceptado por
otros se llama “gusto”.
En cuanto el juicio reflexivo tiene relación con el espíritu, ya que es regido por
la facultad del espíritu, también tiene relación con lo sublime. Así la crítica del juicio
queda dividida en critica del juicio estético (lo bello) que juzga la finalidad subjetiva de
los objetos por medio del sentimiento de placer o de pena, y dicho juicio no aporta
nada sobre el conocimiento objetivo de los objetos; y la crítica del juicio teleológico
que juzga la finalidad objetiva de la naturaleza (en cuanto esta se nos representa como
sublime en su magnificencia) por medio del entendimiento y la razón, y es el juicio
reflexivo en general.
“Critica del Juicio” es el libro que viene a completar la filosofía kantiana en
cuanto explica el sentimiento humano que Kant encuentra como mediador entre los
elementos intelectivos tratados anteriormente por el en las dos criticas precedentes.
En “Critica de la Razón Pura” lo que se analizan son los juicios científicos sobre el
mundo de los fenómenos (conocimiento teórico de la naturaleza) y las facultades que
intervienen al analizar estos fenómenos son las cognitivas. En la “Crítica de la Razón
Práctica” se analizan los juicios éticos que deben fundamentarse filosóficamente y la
facultad que interviene para tal fin es el deseo humano (la voluntad). En la “Critica del
Juicio” Kant muestra que entre los juicios universales y necesarios (que provienen del
entendimiento) y los juicios de la libertad (que no corresponden al entendimiento, sino
a la razón); median los juicios reflexivos de la conciencia humana, vinculando los dos
juicios anteriormente nombrados al introducir una finalidad que se apoya sobre
condiciones subjetivas de la percepción del individuo (elementos sensibles). La “Critica
del Juicio” enriquece y completa las otras dos obras del Kant al vincular las facultades
intelectivas de conocer (“Critica de la Razón Pura”) y querer (“Critica de la Razón
Práctica”) mediante el sentimiento humano que obra mediante juicios reflexivos;
completando un sistema analítico que explica el obrar humano con respecto a aquello
que puede conocerse (al menos parcialmente), lo que solo puede pensarse, y lo que
simplemente se siente.
2)
El tema central del libro de Loraux es el lugar de las mujeres dentro de las
tragedias griegas. En un principio parecería que dentro del contexto de la tragedia la
mujer puede salir de la norma impuesta socialmente para así en cierto sentido
independizarse de los roles sociales que se le han asignado. Tal libertad estribaría en
que en la tragedia, las mujeres pueden elegir su muerte y esta se mostraría como
manifestación pública inclusive, y así las mujeres pasarían a conquistar su muerte (al
igual que los hombres). Una mirada más minuciosa permite ver que la tragedia no es el
lugar de liberación (aunque trágica) de la mujer, sino más bien el lugar donde se
refuerzan los roles socialmente impuestos.
El suicidio en la tragedia es cosa de mujeres, la muerte del hombre es la muerte
heroica; un hombre solo es tal al conservar su virilidad, lo cual implica que su muerte
no es llevada a cabo por su propia mano. Un hombre solo puede morir por la mano de
otro hombre, los hombres no mueren por una mujer. Las mujeres que mueren lo
hacen dentro de sus dos roles principalmente asignados: como vírgenes jóvenes o
como esposas. La muerte femenina por excelencia es el ahorcamiento, sobre todo
llevado a cabo por algún objeto que es solo de mujer, como un velo. La muerte de las
vírgenes es simbólicamente un sacrificio que implica muchas veces el derramamiento
de su sangre. En la muerte trágica pareciera que por un instante la mujer pudiera
acceder al arma punzante sacrificial (y masculina), pero si lo hace es para auto
sacrificarse, y el sacrificio es siempre por otro, es por un hombre. Las mujeres mueren
por los hombres, no así los hombres por las mujeres.
La muerte de las mujeres en la sociedad griega también sigue siendo algo
perteneciente al ámbito privado, ya que las muertes femeninas en las tragedias
también se llevan a cabo “en privado”, el acto de suicidio se realiza en privado; lo que
es visible para el espectador es el acto previo al suicidio y luego el resultado de este (la
vista del cuerpo sin vida de la mujer).
El argumento de Loraux sugiere que aun enfocando la tragedia desde diversos
ángulos, lo que trasmite la tragedia griega es un mensaje que refuerza la norma de la
cultura de su momento: el suicidio es un acto femenino, las mujeres mueren
cumpliendo sus roles como jóvenes vírgenes (que pueden ser sacrificadas) o como
esposas devotas (o madres devotas, en el caso de la mujer de Creonte). De todos
modos las mujeres en la tragedia terminan replicando su lugar subordinado en la
sociedad, ellas siguen muriendo por los hombres que las rodean (novios, hermanos,
maridos, hijos); y su muerte sigue siendo algo privado ya que la muerte pública se
reserva para los hombres.
3)
Citando a Nietzsche: “(…) la moral misma entendida como un síntoma de décadence
es una innovación, una singularidad de primer rango en la historia del conocimiento. ¡Con
estas dos ideas había saltado yo muy alto por encima de la lamentable charlatanería, propia de
mentecatos, de optimismo contra pesimismo!.- Yo fui el primero en ver la auténtica antítesis:-
el instinto degenerativo, que se vuelve contra la vida con subterránea avidez de venganza (- el
cristianismo, la filosofía de Schopenhauer, en cierto sentido ya la filosofía de Platón, el
idealismo entero, como formas típicas), y una fórmula de la afirmación suprema, nacida de la
abundancia, de la sobreabundancia, un decir sí sin reservas aun al sufrimiento, aun a la culpa
misma, aun a todo lo problemático y extraño de la existencia… Este sí último, golosísimo,
exuberante, arrogantísimo dicho a la vida no es solamente la intelección suprema, sino
también la más honda, la más rigurosamente confirmada y sostenida por la verdad y la ciencia.
No hay que sustraer nada de lo que existe, nada es superfluo –los aspectos de la existencia
rechazados por los cristianos y otros nihilistas pertenecen incluso a un orden infinitamente
superior, en la jerarquía de los valores, que aquello que el instinto de décandence pudo
lícitamente aprobar, llamar bueno. Para captar esto se necesita coraje y, como condición de él,
un exceso de fuerza: pues nos acercamos a la verdad exactamente en la medida en que el
coraje es licito osar ir hacia adelante, exactamente en la medida de la fuerza. El conocimiento,
el decir sí a la realidad, es para el fuerte una necesidad, así como son una necesidad para el
débil, bajo la inspiración de su debilidad, la cobardía y la huida frente a la realidad –“el ideal”…
El débil no es dueño de conocer: los décadents tienen necesidad de la mentira, ella es una de
sus condiciones de conservación.” (NIETZSCHE, 2005, p. 77y 78)