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Temas Primer Parcial Sexología Medica.

Epidemiologia de los Trastornos Sexuales.


Prevalencia. Grupos Vulnerables. Disfunciones. Prevalencia de Abuso. Las Parafilias. Sexología Medica.

De placer o de deseo que suele relacionarse con el sexo, o por el rendimiento objetivo. Según la CIE-10,
la disfunción sexual hace referencia a la incapacidad de un individuo para “participar en una relación
sexual deseada”

Trastorno de Deseo Sexual Hipoactivo del Varón.


El trastorno de deseo sexual hipoactivo del varón se caracteriza por la deficiencia o ausencia de fantasías
sexuales y deseo de actividad sexual durante un mínimo de 6 meses. Los hombres en los que la disfunción
muestra una duración larga nunca han experimentado muchos pensamientos eróticos/sexuales
espontáneos.

En las mujeres, la existencia de un escaso pensamiento sexual espontaneo o de un escaso deseo sexual
antes de la experiencia sexual, no constituye necesariamente un trastorno del deseo, en especial si durante
el encuentro sexual se da el deseo.

La prevalencia de la reducción del deseo registrada es superior en los extremos de menor y de mayor
edad del espectro cronológico, con tan solo un 2% de los hombres con edades comprendidas entre los 16
y los 44 años afectados por este trastorno. Se ha constatado que un 6% de los hombres entre los 18 y los
24 años de edad, y un 40 % entre los 66 y los 74 años presentan problemas de deseo sexual. Algunos
pueden llegar a confundir una disminución del deseo con una disminución de la actividad sexual.
Algunos pueden llegar a confundir una disminución del deseo con disminución de la actividad sexual.
Sus pensamientos y fantasías eróticas no han disminuido, pero ya no reaccionan ante ellos debido a
problemas de salud, a la falta de pareja o a otras disfunciones sexuales, como el trastorno eréctil.

Trastorno Eréctil
• El trastorno eréctil en el varón también se ha denominado históricamente impotencia.
• El trastorno eréctil adquirido se ha descrito en el 10% al 20% de los varones. Freud declaro que
era habitual entre sus pacientes. La impotencia es la queja principal de más del 50% de los varones
tratados por algún trastorno sexual. El trastorno eréctil de por vida es raro; se produce en alrededor
del 1% de los varones con edades inferiores a los 35 años, pero su incidencia aumenta con la
edad. Se ha descrito en el 2% al 8 % de la población joven adulta.

Alfred Kinsey describió que, a los 80 años, el 75% de los hombres eran impotentes. Se ha publicado una
incidencia de entre el 40% y el 50% en hombres de entre 60 y 70 años. Todos los hombres de más de 40
años, según Masters y Johnson tienen miedo de la impotencia, dato que, según los investigadores refleja
el miedo masculino a la perdida de la virilidad vinculada al incremento de la edad. El trastorno eréctil en
el varón, sin embargo, no es universal entre los varones de edad avanzada. La disponibilidad de compañía
sexual está relacionada con el mantenimiento de la potencia, al igual que antecedentes de actividad sexual
consistente y la ausencia de enfermedad vascular. El 20% de los hombres temen tener una disfunción
eréctil antes del primer coito; la incidencia informada de disfunción eréctil real durante el primer coito
es del 8%. Como ha descrito Stephen Levine, encuentro sexual es una Carrera ecuestre entre la excitación
y la ansiedad.

Trastorno Orgásmico Femenino.


El trastorno orgásmico femenino, en ocasiones denominado orgasmo femenino inhibido o anorgasmia,
se define como la inhibición recurrente o persistente del orgasmo femenino. Comentado [YPC1]: Una
mujer con trastorno orgásmico de por vida nunca ha experimentado un orgasmo con ningún tipo de
estimulación. Si el trastorno orgásmico es adquirido, la mujer ha experimentado anteriormente al menos
un orgasmo, con independencia de las circunstancias o los medios de estimulación, ya sea mediante la
masturbación o en sueños, mientras duerme. Los estudios han demostrado que las mujeres llegan al
orgasmo de manera más habitual con la masturbación que con el sexo en pareja. Kinsey descubrió que
el 5% de las mujeres mayores de 35 años no habían experimentado nunca un orgasmo con ningún sistema.
La incidencia del orgasmo aumenta con la edad.

Según Kinsey, el primer orgasmo se produce durante la adolescencia en alrededor del 50% de las mujeres,
como resultado de la masturbación o de las caricias genitales administradas por un compañero; el resto
suelen experimentarlo cuando se hacen mayores. El trastorno orgásmico femenino de Por vida es más
frecuente entre las mujeres solteras que entre las casadas. El mayor potencial orgásmico de las mujeres
mayores de 35 años se ha explicado sobre la base de una menor inhibición psicológica, mayor experiencia
o ambas.

El trastorno orgásmico femenino adquirido es un problema común en las poblaciones clínicas. Un centro
clínico publico tener casi cuatro veces más mujeres anorgasmias en sus consultas que pacientes con
cualquier otro trastorno sexual. En otro estudio, el 46% de las mujeres se quejaron de dificultades para
alcanzar el orgasmo.

Con frecuencia la inhibición de la excitación y los problemas orgásmicos se dan de forma simultánea. Se
estima que la prevalencia global del trastorno orgásmico femenino debida a todas las causas es de 30%.
Un estudio reciente de gemelos sugiere una base genética de la disfunción orgásmica en algunas mujeres,
y no puede atribuirse solo a diferencias culturales. En este estudio estimo una heredabilidad del 34% para
la dificultad de alcanzar el orgasmo mediante el acto sexual, y del 45% en las mujeres que no conseguían
alcanzarlo con la masturbación.

Orgasmo.
Medula sacra y lumbar son al menos en parte, responsables de algunas reacciones de los órganos sexuales
femeninos.

Erección y Lubricación Femeninas.


En torno al introito y extendiéndose hacia el clítoris, existe un tejido eréctil casi el peniano, está
controlado por nervios parasimpáticos que se dirigen, a través de los nervios erectores, desde el plexo
sacro a los genitales externos. En las primeras fases de la estimulación sexual, señales parasimpáticas
dilatan las arterias de los tejidos eréctiles, quizá como resultado de la liberación de acetilcolina, óxido
nítrico y péptido intestinal vasoactivo en las terminaciones nerviosas. Esto permite una rápida
acumulación de sangre en el tejido eréctil, de forma que el introito se tensa en torno al pene, lo cual ayuda
mucho al varón a lograr la estimulación sexual suficiente para que se produzca la eyaculación.

Las señales parasimpáticas también se dirigen a las a las glándulas de Bartolino situadas bajo los labios
menores, para provocar la secreción de moco inmediatamente por dentro del introito. Este moco es el
responsable de buena parte de la lubricación durante el coito, aunque también el epitelio vaginal secreta
moco en gran cantidad y otra pequeña parte procede de las glándulas uretrales masculinas. La lubricación
es necesaria durante el coito para que se establezca una sensación satisfactoria de masaje, en lugar de
una sensación de irritación, que se puede producir cuando la vagina está seca. La sensación de masaje es
el estímulo óptimo para provocar los reflejos pertinentes que culminan en el clímax masculino y
femenino.

Orgasmo femenino.
Cuando la estimulación sexual local alcanza una intensidad máxima, y, sobre todo, cuando señales
cerebrales adecuadas de condicionamiento psicológico apoyan a las sensaciones locales, se inician los
reflejos que producen el orgasmo femenino, llamado también clímax femenino. El orgasmo femenino es
análogo a la emisión y la eyaculación del varón y quizá ayude a promover la fecundación del ovulo. De
hecho, se sabe que la mujer es ligeramente más fértil cuando es inseminada por un coito normal que con
métodos artificiales, lo que indica una importante función del orgasmo femenino. A continuación, se
exponen las posibles razones de este fenómeno.

Primero, durante el orgasmo, los músculos perineales de la mujer se contraen rítmicamente, lo que se
debe a reflejos de la mujer de la medula espinal similares a lo que causan la eyaculación en el varón. Es
posible que estos mismos reflejos aumenten la motilidad del útero y de las trompas de Falopio durante
el orgasmo, favoreciendo así el transporte de los espermatozoides en sentido ascendente, a través del
útero y hacia el ovulo, sin embargo, se dispone de escasa información a este respecto. Además, parece
que el orgasmo produce una dilatación del del canal cervical durante un periodo de hasta 30 min, lo que
facilita el ascenso de los espermatozoides.

Segundo, en muchos animales, la copula hace que la neurohipófisis secrete oxitocina, este efecto, en el
que es probable intervengan los núcleos amigdalinos, se propaga después a la hipófisis a través del
hipotálamo. A su vez, la oxitocina produce un aumento de las contracciones rítmicas del útero, que se ha
postulado favorecería el transporte rápido de los espermatozoides. En la vaca se ha demostrado que
algunos espermatozoides recorren toda la longitud de la trompa de Falopio en unos 5 min, una velocidad
al menos 10 veces superior que la que podrían lograr los movimientos natatorios de los espermatozoides
por si solos. Se desconoce si este efecto también ocurre en la mujer.

Además de los posibles efectos del orgasmo sobre la fecundación, las intensas sensaciones sexuales que
se desarrollan durante el orgasmo también se dirigen al cerebro y producen una intensa tensión muscular
en todo el cuerpo. Tras la culminación del acto sexual, este efecto da paso, en los minutos siguientes, a
una sensación de satisfacción caracterizada por una placida relajación, un proceso denominado
resolución.

Acto Sexual Masculino.


Estimulo Neuronal Para El Rendimiento Del Acto Sexual Masculino.
La fuente más importante de señales nerviosas sensitivas para la iniciación del acto sexual masculino es
el glande del pene. El glande contiene un órgano sensitivo muy sensible que transmite al sistema nervioso
central una modalidad especial de sensación denominada sensación sexual. La acción de masaje del
glande en la relación sexual estimula los órganos sensitivos terminales y las señales sexuales, a su vez,
se propagan a través del nervio pudendo y después, por el plexo sacro, a la porción sacra de la medula
espinal y por último ascienden a través de la medula hasta proyectarse en áreas no definidas del encéfalo.
Los impulsos también pueden penetrar en la medula espinal procedentes de áreas próximas al pene para
ayudar a estimular el acto sexual. Por ejemplo, la estimulación del epitelio anal, el escroto y las
estructuras perineales en general puede enviar señales a la medula que contribuyen a la sensación sexual.
Las sensaciones sexuales pueden originarse incluso en estructuras internas, como en zonas de la uretra,
la vejiga, la próstata, las vesículas seminales, los testículos, y el conducto deferente. De hecho, una de
las causas del impulso sexual es que los órganos sexuales estén llenos de secreciones. La infección y la
inflamación leves de estos órganos sexuales pueden provocar en ocasiones un deseo sexual casi
ininterrumpido y algunos afrodisiacos, como las cantáridas irritan las mucosas vesical y uretral lo que
induce inflamación y congestión vascular.

Elemento psíquico de la estimulación sexual masculina.


La eyaculación estímulos psicológicos adecuados pueden facilitar mucho la capacidad de una persona
para realizar el acto sexual. Los simples pensamientos de contenido sexual o incluido el hecho de soñar
que se está realizando el coito pueden hacer que se produzca el acto sexual masculino, culminando en la
eyaculación. De hecho, en muchos varones se producen eyaculaciones nocturnas, llamadas sueños
húmedos, en algunas etapas de la vida sexual, especialmente durante la adolescencia.

Integración del acto sexual masculino en la medula espinal.


Aunque los factores psicológicos desempeñan habitualmente un papel importante en el acto sexual
masculino y pueden iniciarlo, o inhibirlo, es probable que la función encefálica no sea necesaria para su
rendimiento, debido a que la estimulación genital adecuada puede causar, tras la sección de la medula
espinal por encima de la región lumbar, la eyaculación en algunos animales y a veces en el ser humano.
Por tanto. el acto sexual masculino es el resultado de mecanismos reflejos intrínsecos integrados en la
medula espinal sacra y lumbar, y psicológica del encéfalo como por una estimulación sexual real de los
órganos sexuales, aunque lo habitual de es que ocurra debido a una combinación de ambas.

Etapas Del Acto Sexual Masculino.


Erección. Función de los nervios parasimpáticos. La erección del pene es el primer efecto de la
estimulación sexual masculina y el grado de erección es proporcional al grado de erección es
proporcional al grado de estimulación, sea psíquica o física. La erección se debe a los impulsos
parasimpáticos que alcanzan el pene desde la porción sacra de la medula espinal a través de los nervios
pélvicos. Se cree que, a diferencia de la mayoría de fibras parasimpáticas, estas secretan óxido nítrico,
péptido intestinal vasoactivo o ambos, además de acetilcolina. El óxido nítrico activa la enzima guanilato
ciclasa, lo que provoca el aumento de la información de monofosfato de guanosina cíclico. El GMCc
relaja especialmente las arterias del pene, así como la red trabecular de fibras musculares lisas del tejido
eréctil de los cuerpos cavernosos y del cuerpo esponjoso del cuerpo del pene. Cuando los músculos lisos
vasculares se relajan el flujo sanguíneo.

En el pene aumenta, lo que provoca la liberación de oxido nítrico desde las células endoteliales vasculares
y ulterior vasodilatación. El tejido eréctil del pene no es otra cosa que un conjunto de grandes sinusoides
cavernosos, que en condiciones normales contienen poca sangre, pero que experimentan una gran
dilatación cuando la sangre arterial fluye a su interior a presión mientras el flujo venoso esta parcialmente
ocluido. Además, los cuerpos eréctiles, en especial los dos cuerpos cavernosos están también rodeados
de fuertes revestimientos fibrosos, por tanto, la elevada presión en el interior de los sinusoides provoca
una bombamiento del eréctil, de forma tal que el pene se endurece y se alarga, un fenómeno que se
denomina erección.

La lubricación es una parasimpática.


Durante la estimulación sexual, los impulsos parasimpáticos, además de promover la erección, hacen que
las glándulas uretrales y bulbouretrales secreten moco. Este moco fluye a través de la uretra durante la
copula y ayuda a la lubricación del coito. No obstante, la mayor parte de dicha lubricación procede de
los órganos sexuales femeninos más que de los masculinos. Sin una lubricación satisfactoria, el acto
sexual masculino rara vez tiene éxito, debido a que el coito sin lubricación provoca sensaciones de
raspado, dolorosas, que inhiben en lugar de excitar las sensaciones sexuales.

La emisión y la eyaculación son funciones de los nervios simpáticos.


La emisión y la eyaculación son la culminación del acto sexual masculino. Cuando el estímulo sexual es
extremadamente intenso, los centros reflejos de la medula espinal comienzan a emitir impulsos
simpáticos que abandonan la medula espinal al nivel de T12 a L2 y pasan a los órganos genitales por los
plexos nerviosos simpáticos hipogástricos y pélvicos para iniciar la emisión, el preludio de la
eyaculación.

La emisión comienza con la contracción del conducto deferente y de la ampolla para provocar la
expulsión de los espermatozoides a la uretra interna. Después, las contracciones del revestimiento
muscular de la glándula prostática, seguidas de la contracción de las vesículas.

Seminales, expelen el líquido prostático y seminal hacia la uretra, empujando hacia adelante a los
espermatozoides. Todos estos líquidos se mezclan en la uretra interna con el moco ya secretado por las
glándulas bulbouretrales para formar el semen. El proceso, hasta este punto, es la emisión.

El llenado de la uretra interna por el semen desencadena señales sensitivas que se transmiten a través de
los nervios pudendos a las a las zonas sacras de la medula, produciendo una sensación de repentina
repleción de los órganos genitales internos. Estas señales sensitivas estimulan también la contracción de
los órganos genitales internos. Estas señales sensitivas estimulan también la contracción de los músculos
isquiocavernosos y bulbocavernosos que comprimen las bases del tejido eréctil peniano.

La conjunción de todos estos efectos unidos determina un aumento rítmico, en oleadas, de la presión en
el tejido eréctil del pene, en los conductos genitales y en la uretra, que eyaculan el semen desde la uretra
al exterior. Este proceso final se denomina eyaculación, al mismo tiempo, las contracciones rítmicas de
los músculos pélvicos e incluso de algunos músculos del tronco producen movimientos de vaivén de la
pelvis y del pene, que ayudan también a propulsar el semen a las zonas más profundas de la vagina e
incluso ligeramente al interior del cuello uterino.

Este periodo completo de la emisión y eyaculación se denomina orgasmo masculino. Al terminar, la


excitación sexual del varón desaparece casi por completo en 1 a 2 min y la erección termina, un proceso
denominado resolución.

Distrofia de género.
Las personas que hoy diagnosticamos como transexuales o portadoras de un trastorno de la identidad
sexual, eran todavía consideradas en 1969 como formas estructurales de homosexualidad, una ¨inversión
absoluta, integral de todos los rasgos de la personalidad ¨El primero en utilizar el término ¨transexual¨
fue Caldwell, en 1949 al describir el caso de una mujer que deseaba ser varón.

La primera operación de cambio de sexo y de nombre de una persona adulta se produjo en 1930, cuando
Elnar Wegener paso a ser Lily Elbe, pero el hecho de mayor resonancia fue cuando George Jorgensen en
1952, en Dinamarca. Un libro de Harry Benjamin, publicado en 1966 legitimista esta modalidad
terapéutica. Mientras tanto, en otras partes del mundo muchos autores todavía se adherían hacia el
decenio de 1980 a 89 a la concepción psicoanalítica de que se trataba de un delirio o una perversión.

Gracias a los estudios de Green sobre trastornos de la identidad sexual en la infancia, el DSM III
incorporo esta forma a partir de 1980, pero en el capítulo de los trastornos infantiles y la adolescencia,
así como la transexualidad en los adultos y en el capítulo de los ‘’Trastornos sexuales y de la identidad
sexual’’, estos últimos abarcan a todas las edades. La transexualidad o trastorno de la identidad sexual
se define ‘’cuadros heterogeneous que comparten la preferencia acentuada y persistente y persistente de
pertenecer al sexo opuesto, de manera verbal y no verbal. Surge del componente afectivo o disforia
sexual,’’ que también se describe por primera vez en el DSM IV, el cual se define por la disconformidad
con el sexo biología y el deseo de poseer el cuerpo del sexo opuesto y ser considerado integrante de este.

Su forma extrema seria la transexualidad, pues a lo anterior se sumaría con intentos de someterse a
tratamiento hormonal y quirúrgico de cambio de sexo.

Presentación clínica.
Depende de la edad de los niños varones, como expresión de los criterios diagnósticos, viven
preocupados por las actividades femeninas consagradas por la cultura en que viven. Por ejemplo, pueden
vestirse con ropa de niña o mujer y la pueden confeccionar ellos mismos con el material disponible como
pañuelos, toallas, delantales para representar las faldas o el pelo largo. Pueden jugar con muñecas, a papa
y mama, donde representan el papel de mama, dibujar chicas y princesas bonitas, preferir ídolos
femeninos en la televisión, orinar sentados, hacer como que no tienen pene, escondiéndose entre los
muslos Es más raro que rechacen o busquen mutilarse los genitales y desear tener vagina. Suelen
presentar ansiedad por separación y cuadros depresivos.

En la adolescencia también sufren depresión con ideas e intentos suicidas.

Las niñas, también sumados a los síntomas ya señalados suelen oponerse a sus padres cuando las visten
con ropa femenina, al punto de negarse a ir a la escuela o a reuniones sociales y cumpleaños en que sea
necesario llevar estas prendas prefieren ropa masculina y pelo corto y pueden y pueden ser confundidas
con niños varones. Pueden pedir que se las llame con nombres de varón, sus héroes son masculinos y
Fuertes como Batman, Superman o Terminator. Prefieren juegos violentos con varones, manifiestan poco
interés en las muñecas y la identificación sexual con los varones no se limita a los juegos o a negarse a
orinar sentadas, sino también en los sueños y fantasías.

Pueden presentar síntomas de depresión infantil y luego adolescente. Sufren de menos ostracismo que
los varones y menor rechazo por parte de las amigas, al menos hasta la adolescencia. Los transexuales
adultos hacen todo cuanto pueden por vivir como personas del otro sexo. El grado de éxito para lograrlo
puede ser variado. Suelen vestirse con ropa del otro sexo en la intimidad durante mucho tiempo y en
público tratan de pasar desapercibidos por el buen gusto y perfección de su atuendo y movimientos, por
periodos cortos o prolongados. Sobre todo, al principio, se preocupan excesivamente por su aspecto
físico. Cuando comparten sus problemas, se generan graves problemas con los padres y el resto.

De la familia tienen problemas en el plano afectivo ya que no gozan de la plenitud de sus relaciones
románticas, pues no desean homo u heterosexuales vean o toquen sus genitales. Para esto último, los
varones tratan de no tocarse pene y en sus relaciones homosexuales fingen estar con la menstruación y
practican felación, si logran engañar a su compañero sexual sobre su sexo anatómico. Las mujeres usan
fajas que disimulan sus senos. Sus tareas laborales no son estables ni los entusiasman, pues dedicando
gran parte de su tiempo a reflexionar sobre su persona en el cuerpo equivocado.

Cuando se automedican con hormonas o se practican cirugías de castración o amputación, aunque raras
son complicaciones graves. Pueden aparecer como narcisistas o superficiales, aunque no hay una
psicopatología típica, también son frecuentes las depresiones y trastornos de ansiedad. Los transexuales,
trasvestidos pueden caer con mayor frecuencia en conductas anómalas como la prostitución, atentados
contra la propiedad y el abuso de Drogas. Como complicaciones fetichismo transvetista es más común
en varones, así como los trastornos de personalidad asociados.

Diagnostico Diferencial.
El diagnostico diferencial de transexualidad es bien claro con la intersexualidad, en la cual hay trastornos
orgánicos de seudohermafroditismo.

El travestismo o fetichismo travestista, que es una parafílica solo ligada con el placer del vestido del sexo
opuesto. La homosexualidad, que es una variante de la orientación sexual y no de la identidad.

La psicosis: hay raros casos en que coexisten la esquizofrenia con el trastorno de la identidad sexual
Crisis de adolescencia luego de una infancia en que fueron afeminados o marimachos y no están
conformes con su cuerpo, pero se alivia en la adultez joven.

Para descartar un estadio intersexual, basta un examen físico que, si es normal excluye la necesidad de
realizar un cariotipo de los cromosomas sexuales. El genetista demuestra que el transexual no tiene
trastornos cromosómicos, pues en caso contrario se estaría ante una intersexualidad. Con la
transexualidad se trata siempre de casos en que el varón es genéticamente XY y la mujer es XX.

Las pruebas psicológicas muestran psicológicas muestran invariablemente los patrones del otro sexo.
Son útiles las siguientes pruebas: Dibujar una persona, dibujar una familia, aceptación del propio cuerpo.
Una vez diagnosticado, el psicólogo o psiquiatra psicoterapeuta acompaña al paciente en todo el proceso
terapéutico posterior.

Al examen físico los genitales son normales, lo mismo que la implantación del vello pubiano y el cabello,
así como la distribución pilosa corporal. Si se efectuó hormonoterapia previa se deben considerar los
cambios que no eran originarios. Nada tiene que ver el tamaño de los senos en las mujeres para el
diagnóstico, y la ginecomastia del varón puede deberse a la hormonoterapia, en tanto que las depilaciones
de piernas y brazos deben ser detectadas como tales.

Prevalencia.
En los niños es cercana al 3% en los varones e inferior al 1% en las niñas. En adultos se estima que
habría. En adultos se estima que habría un caso por cada 50,000 personas de una población dada. En
6,000 millones que pueblan el mundo, habría pues 120,000 personas transexuales varones y mujeres.
Gallarda mencionan una prevalencia variable entre un caso por cada 50,000 a 100,000 personas, pero la
distribución por sexo no es igual González Méndez al dicen que la frecuencia es mayor en varones en
una relación 4 a 6:1. Pauly menciono la cifra de 1 de cada 100,000 varones y 1 por cada 130,000 mujeres.
Las consultas son de cinco varones por cada niña, pero la cifra real puede ser semejante, pues se consulta
más por varones afeminados que por niñas ‘ahombradas ‘’ o marimachos.

En adultos, la consulta es de dos varones por cada mujer con disforia sexual. Entre ellos, casi todas las
mujeres son del tipo homosexual, mientras que los varones son proporcionalmente del tipo homo, bi y
heterosexual. En el DSM IV se menciona la prevalencia de 1 por cada 30,000 varones y 1 por cada
100,000 mujeres, las que piden tratamiento quirúrgico, de modo que habría un porcentaje de 70% de
varones que no consultaría y solo 24% de mujeres transexuales que eludiría el tratamiento. En Cuba, país
cuyo Sistema sanitario esta centralizado, Leyva Marin estimaba que en 1997 había 55 transexuales
varones varón-mujer y 38 transexuales mujeres mujer-varón de los cuales solo se llegó al diagnóstico en
18 de ellos, y siete están en estudio de 30 consultas realizadas.

Edad de comienzo.
En los niños aparece antes de los tres años de edad, aunque consultan en los primeros años de escolaridad.
En los adultos, depende del subtipo: la mayoría de los transexuales homosexuales suelen comenzar desde
la infancia y cumplen con los criterios de trastorno de identidad sexual en la infancia. Suelen consultar
hacia los 25 años, pero conforman todos los criterios de diagnóstico ya en la adolescencia. Los no
homosexuales casi todos varones, consultan después de los 30.

Causas.
Las teorías biológicas que pasan por la genética a través de la comparación de la orientación sexual de
gemelos monogociticos y dicigóticos, la androgenizacion fetal y el estrés neonatal de la madre, así como
el tamaño del núcleo intersticial hipotalámico anterior 3. INAH 3, no han ido confirmadas. Solo se
aplicarían a los transexuales homosexuales varones. Se ha señalado que las mujeres transexuales
presentan con mayor frecuencia una poliquistosis ovárica. Simonelli hallaron que la edad de la menarca
era ostensiblemente más tardía en mujeres transexuales que en el resto de la población: en 34 casos, seis
tuvieron su menarca entre los 9 y 12y 15, cinco entre 15 y 18 años.

En cambio, por las teorías psicosociales, está probada la decisiva influencia del sexo de crianza o el sexo
asignado por los padres al niño.

El grado de apoyo de la conducta del sexo opuesto por parte de los padres es fundamental. Cuando hay
una simbiosis madre-hijo exagerada, conlleva un riesgo de trastorno de la identidad en el varón. En las
niñas, por la falta de afecto por parte de la madre, generalmente por depresión y la falta de aval paterno
de su feminidad. La conducta del sexo del niño en cuanto a juguetes, juegos y actitudes reforzada por los
padres es importante. El aprendizaje puede ser por imitación o por sustitución de modelos. El género del
lenguaje que se utiliza con ellos es definitorio. Stoller señala la importancia de una madre bisexual y el
padre ausente en la etiología de la transexualidad.

Cáceres Velázquez del Perú, propone que la transexualidad es un hecho neuropsicológico. Cuando el
niño nace, el proceso de sexuación prenatal hipotalámico y del sistema límbico esta cumplido, pero falta
la identificación del esquema corporal y genital, que se localiza en los lóbulos parietales, sobre todo en
el derecho. La influencia de los padres sobre este entramado neurofibrilar deja la huella o impriting en
los primeros tres años de vida como afirma este autor: En la identificación somatocorticognostica está la
clave de la aceptación o no del propio cuerpo. Y entre los 3 y 5 años se forman los esquemas bineurales
del control y reconocimiento de la conducta, centrados en los lóbulos prefrontales de ambos hemisferios.
Para la transexualidad se trata se trata de un problema de somatognosis genital. En ese mismo sentido
Torres y Juberg afirman que el sistema neural básico de genero con su conformación genital y su
reconocimiento social. El sexo de crianza no sería un factor determinante, sino uno de los moduladores
de los factores sociales y culturales que, si se opone sistemáticamente a la natural diferenciación de su
identidad de género, en otro trabajo Torres dice que nunca debe utilizarse el sexo de crianza como criterio
para cirugía genital o reconocimiento legal de cambio de género. Este autor, junto con Jurberg, plantea
que el síndrome de insensibilidad androgénico origina la disforia de género, entre las se cuenta la
transexualidad debido a que la dihidrotestosterona no actúa sobre los receptores androgénicos que
determinan los genitales externos y la testosterona que actúa sobre el sistema neural básico de genero si
lo hace o viceversa, y llevan a una organización genérica en discordancia con los genitales. Pavon de Paz
se inclinan por aceptar como más probables las etiologías genéticas y congénitas, relacionadas con los
factores hormonales mencionados.

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