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1 Introduction
Las lesiones traumáticas y degenerativas del cartílago articular son las principales causas de
discapacidad (Lawrence et al., 1998; Cooper et al., 2000). El cartílago articular, sin embargo, es
un tejido avascular grueso con una capacidad de cicatrización intrínseca limitada. En las
articulaciones más grandes del cuerpo que soportan peso, el cartílago puede tener un grosor
de hasta 3 a 4 mm. Esta limitada capacidad de reparación se ha atribuido en parte a la
ausencia de suministro de sangre. Sin una respuesta vascular a la lesión, no hay estructura de
coágulo de fibrina, no hay factores de crecimiento y no hay migración de células reparadoras
hacia el defecto (Shapiro et al., 1993). Sin embargo, el problema de la regeneración del
cartílago es más complejo que simplemente restaurar el flujo sanguíneo. Por lo tanto, plantea
un desafío ideal para el campo multidisciplinario de la ingeniería de tejidos.
La capacidad única del cartílago articular para proporcionar una superficie de apoyo casi sin
fricción para una vida de movimiento sin dolor depende de una interacción compleja entre las
células y la matriz (Chu, 2001). El cartílago articular se compone de relativamente pocas células
dentro de una matriz extracelular (MEC) densa. Los componentes principales de esta MEC son
el colágeno tipo II (Col II) y los proteoglicanos. Si bien esta composición puede parecer trivial,
estos tres componentes básicos se organizan en una exquisita arquitectura funcional que
proporciona cartílago articular con propiedades mecánicas muy superiores a cualquier
material hecho por el hombre. La restauración de la relación funcional única entre las células
del cartílago y la matriz no ocurre fácilmente y plantea el mayor desafío científico.
Hay dos enfoques generales para la ingeniería de tejidos del cartílago articular. El primer
enfoque es el de la regeneración tisular ex vivo en el que se crea cartílago funcional en el
laboratorio. Las estrategias utilizadas en este enfoque incluyen la encapsulación de células de
reparación en andamios para cultivo dentro de biorreactores sofisticados que suministran
factores de crecimiento, nutrientes y fuerzas mecánicas. El segundo enfoque de la
regeneración del cartílago se centra en mejorar los procesos de reparación intrínseca. Como
tal, el énfasis está en aumentar y modular la respuesta in vivo a la lesión mediante la adición
de andamios, células y factores de crecimiento.
La herida del cartílago tiene escasez de células de reparación por varias razones. El cartílago
articular adulto normal es un tejido hipocelular con condrocitos que componen solo
aproximadamente el 10% del tejido. Los condrocitos están encapsulados dentro de una matriz
densa que evita la migración al sitio de reparación (Figura 27.1). La matriz impide de manera
similar la entrada de células reparadoras del líquido sinovial. Como se señaló anteriormente, la
naturaleza avascular del cartílago articular elimina eficazmente el torrente sanguíneo como
fuente de células reparadoras. Por lo tanto, los tratamientos clínicos se han centrado en la
introducción de células de reparación condrogénicas en el defecto del cartílago.
27.2 Células
Los tratamientos clínicos actuales basados en células incluyen la implantación de condrocitos
cultivados ex vivo y procedimientos de estimulación de la médula in situ en los que la violación
sistemática de la placa ósea subcondral permite la entrada de células reparadoras de la
médula ósea en el defecto del cartílago (Bert y Maschka, 1989; Frisbie et al. Al., 2003). Los
procedimientos de estimulación de la médula ósea incluyen la perforación subcondral, la
artroplastia por abrasión y la microfractura. Estos procedimientos son simples de realizar y
pueden regenerar un cartílago cicatricial clínicamente útil que se cree que se origina a partir de
células multipotenciales de la médula ósea (Frisbie et al., 2003; Steadman et al., 2003). Varios
estudios muestran, sin embargo, que las reparaciones basadas en células de la médula in situ
producen un tejido de reparación fibrocartilaginoso de agrecano bajo y dominante de
colágeno tipo 1 de durabilidad incierta (Mitchell y Shepard, 1976; Robinson y Nevo, 2001,
Frisbie et al., 2003). A pesar de la larga historia clínica, la calidad de la reparación es
impredecible y mejorar el potencial condrogénico in vivo de las células derivadas de la médula
ósea sigue siendo un objetivo terapéutico importante. El trasplante de condrocitos propone
introducir la célula completamente diferenciada como la supuesta célula de reparación
(Brittberg et al., 1994; Grande et al., 1989). Sin embargo, la técnica actual requiere que el
paciente se someta a una biopsia artroscópica seguida de una segunda artrotomía más
invasiva para implantar los condrocitos cultivados. Si bien se puede esperar que los
condrocitos produzcan un tejido de reparación hialino dominante de colágeno tipo II (Freed y
Vunjak-Novakovic, 1997), es menos seguro que los condrocitos puedan volver a un estado
condroblástico y regenerar el cartílago articular (Benya y Shaffer, 1982; Dell'Accio et al., 2001).
Un ensayo clínico aleatorizado que comparó el implante de condrocitos autólogos con la
microfractura no logró demostrar diferencias significativas por criterios clínicos o histológicos
(Knutsen et al., 2004).
Por estas razones, existe un gran interés en desarrollar el potencial condrogénico de las células
madre mesenquimales (Johnstone y Yoo, 1999). Descendientes del mesodermo embrionario,
las MSC son progenitoras de los tejidos conectivos del cuerpo y pueden ser inducidas para
diferenciarse en hueso, cartílago, tendón, músculo, grasa y dermis. Mientras que la
multipotencialidad de las células embrionarias es indiscutible, el uso de células
multipotenciales aisladas de tejidos adultos tiene ventajas para el uso autólogo potencial y la
reducción de preocupaciones éticas. Las MSC pueden extraerse de tejidos mesodérmicos como
músculo, grasa y médula ósea utilizando técnicas mínimamente invasivas.
De manera similar, se puede obtener una biopsia de músculo esquelético con un trauma
mínimo para su uso en aplicaciones de ingeniería de tejidos. En los últimos años, se ha
demostrado que las células derivadas de músculo son pluripotenciales. Una población de
células musculares esqueléticas aisladas de ratones utilizando una técnica de placa previa (Qu
et al., 1998) ha sido capaz de regenerar varios tejidos musculoesqueléticos para incluir hueso,
músculo, tendón, ligamento y cartílago (Lee et al., 2001).
La facilidad de acceso al exceso de grasa corporal ha generado entusiasmo por el desarrollo del
potencial regenerativo de las células madre derivadas del tejido adiposo (Erickson et al., 2002;
Awad et al., 2004). Debido a que la rodilla se ve afectada con frecuencia por lesiones condrales
sintomáticas, la almohadilla de grasa infrapatelar de la rodilla se está estudiando como un sitio
donante potencial de células adecuadas para la reparación y regeneración del cartílago. Los
adipocitos derivados de la almohadilla de grasa infrapatelar han sido inducidos hacia la
condrogénesis y muestran potencial para su uso en la ingeniería de tejidos de cartílago
(Wickham et al., 2003).
Los parámetros de carga incluyen el tipo de estrés, aplicado. Cuando se aplicó una carga
estática baja a un cultivo, se observó un aumento en los niveles de GAG; mientras que, a
niveles de GAG de 1 Hz (Toyoda et al., 2003; Awad et al., 2004). Del ciclo y el material del
andamio afecta a chondro (Hunter et al., 2004). Por ejemplo, chon mostró una disminución en
la producción de proteoglicanos, mientras que un cultivo levemente comprimido
estáticamente mostró proteoglicanos (Lee et al., 2003). Estos niveles de carga de estudios
pueden ser necesarios para una neocartila óptima
El factor de crecimiento transformante-B (TGF-B) existe en tres isoformas (TGF-B1, TGF-B2,
TGF-83), y el TGF-B1 es de particular interés porque múltiples estudios muestran que induce
de manera predecible la condrogénesis de BMSC humano in vitro ( Caplan, 1991; Prockop,
1997; Pittenger et al., 1999; Barry et al., 2001; Tuli et al., 2003). El factor de crecimiento
transformante 8 (TGF-B) también es extremadamente importante para la homeostasis y la
morfogénesis del cartílago (Morales y Roberts, 1988; van der Kraan et al., 2002). El TGF-B es
muy abundante en el cartílago articular y el TGF-B1 es la isoforma predominante (Morales y
Roberts, 1988; Morales et al., 1991). Usando ratones transgénicos que expresan un inhibidor
negativo dominante de la señalización del receptor de TGF-B, se ha determinado que el TGF-B
juega un papel crucial tanto en la diferenciación del cartílago como en el mantenimiento de la
superficie articular (Serra et al., 1997). Durante el desarrollo embriológico, los patrones de
expresión de TGF-B parecen estar asociados con el estado proliferativo o no terminalmente
diferenciado de los condrocitos articulares (Hayes et al., 2001).
27.3.3 Hipoxia
La tensión de oxígeno es otro factor ambiental del cartílago. La hipoxia es el estado fisiológico
del cartílago articular ch. Se ha demostrado que la tensión de O₂ aproximada de 6 y <1 %,
respectivamente de la hipoxia en el fenotipo condroide, tiene estudios que muestran que el
cultivo en baja tensión de O₂ está determinado por el aumento de colágeno tipo II (Sambanis,
2001).
Los parámetros de carga incluyen el tipo de tensión, las fuerzas aplicadas y la frecuencia de la
carga. Cuando se aplicó una carga estática baja a un cultivo de condrocitos en agarosa, se
observó un aumento del 11 % en los niveles de GAG; mientras que una carga cíclica de 1 Hz no
produjo diferencias en los niveles de GAG (Toyoda et al., 2003; Awad et al., 2004). Otros
estudios muestran que tanto la duración del ciclo como el material del andamiaje afectan las
respuestas condrogénicas cuando se aplica una carga cíclica (Hunter et al., 2004). Por ejemplo,
los cultivos de condrocitos bajo tensión constante mostraron una disminución en la
producción de proteoglicanos, mientras que una compresión dinámica de 0,1 Hz aplicada a un
cultivo levemente comprimido estáticamente mostró una mayor biosíntesis total de proteínas
y proteoglicanos (Lee et al., 2003). Estos estudios destacan que es posible que se requieran
frecuencias y niveles de carga específicos para la formación óptima de neocartílago.
27.3.3 Hipoxia
La tensión de oxígeno es otro factor ambiental que puede influir en el crecimiento del cartílago
articular. La hipoxia es el estado fisiológico de los condrocitos dentro de las capas más
profundas del cartílago articular. Se ha demostrado que los tejidos superficiales y profundos
tienen una tensión de O2 aproximada de 6 y <1%, respectivamente (Silver, 1975). La influencia
positiva de la hipoxia en el fenotipo condroide también se ha demostrado in vitro con estudios
que muestran que el cultivo en baja tensión de O₂ (5% o menos) facilitó la condrogénesis
determinada por el aumento de la producción de agrecano y colágeno tipo II (Murphy y
Sambanis, 2001).
Los sistemas de cultivo tridimensionales han sido reconocidos como importantes para la
ingeniería de tejidos de cartílago. Cuando los condrocitos y sus precursores se cultivan en
cultivos de monocapa estándar, el fenotipo de condrocitos se pierde después de algunos pases
y se sabe que los condrocitos se “desdiferencian” y exhiben un fenotipo fibroblástico (Figura
27.2). Sin embargo, en 3D, o cultivo en suspensión, se puede restaurar el fenotipo del cartílago
(Murphy y Sambanis, 2001).
Existen varios métodos mediante los cuales se pueden cultivar condrocitos en cultivo 3D. Uno
de los métodos más simples es a través de cultivos en gránulos o en micromasa (Johnstone et
al., 1998). Otra opción es suspender los condrocitos en hidrogeles como alginato o agarosa. El
uso de andamios tanto naturales como poliméricos también puede proporcionar la estructura
3D necesaria para la diferenciación del cartílago. Además, un biorreactor puede promover el
cultivo en suspensión debido al giro y la rodadura de las células cultivadas, evitando así que
formen una monocapa.
Un método sin andamiaje descrito recientemente para producir cartílago se produce mediante
el mantenimiento del entorno 3D mediante el uso de condrocitos recuperados con alginato
(ARC) (Masuda et al., 2003). En este método, los condrocitos se aíslan y se resuspenden en
alginato para cultivo 3D. Esto permite que las células mantengan su fenotipo condrocítico y
reformen una matriz pericelular. Una vez que la matriz pericelular se ha reformado, las perlas
se digieren y las células resultantes rodeadas por una matriz asociada a células se colocan en
placas sobre una membrana. Se puede producir de manera confiable un tejido de cartílago
grueso usando este método sin el uso de andamios (Figura 27.3). 27.3.5 Biorreactores Los
biorreactores están diseñados para replicar un entorno definido para el cultivo óptimo del tipo
de célula de interés (Martin et al., 2004). Un biorreactor básico consta de tambores giratorios
que giran suavemente los medios de cultivo y las construcciones de cartílago cultivado (Freed y
Vunjak-Novakovic, 1997). Un motor hace girar el tambor a una velocidad que resulta en un
estado estable de caída libre, eliminando así el efecto de la gravedad sobre los cultivos. Los
biorreactores más sofisticados pueden proporcionar compresión cíclica de forma
preprogramada. Como cámara de cultivo ex vivo, se pueden agregar nutrientes, factores de
crecimiento y tensión de oxígeno en combinaciones adecuadas para una condrogénesis
óptima. Como tal, se ha demostrado que los biorreactores mejoran las respuestas
condrogénicas de construcciones tridimensionales, incluida la proporción de colágeno tipo II a
tipo I, la cantidad de colágeno y la cantidad de GAG en comparación con la monocapa.
Además, la morfología del cartílago que crece en un biorreactor se parece más al cartílago
natural (Pei et al., 2002). La información de la investigación básica sobre el uso de factores de
crecimiento, tensión de oxígeno, factores biomecánicos y células madre para optimizar la
condrogénesis será importante para mejorar el diseño de biorreactores para la producción de
cartílago de ingeniería tisular.
27.4 Andamios
El colágeno tipo II también es una parte natural de la superficie condral. Varios estudios han
demostrado que el colágeno tipo II repara los defectos condrales. Los andamios Col II
sembrados con células se incubaron en medios inductores de condrocitos y luego se
implantaron en defectos en el cartílago de las rodillas de animales para mejorar el relleno del
defecto y la producción de cartílago hialino (Lee et al., 2003). Los andamios de gelatina y
colágeno tipo I también se han utilizado para la reparación del cartílago. Los condrocitos
sembrados en andamios basados en colágeno también se están estudiando en la reparación
clínica de defectos condrales y osteocondrales (Bartlett et al., 2005ª, 2005b).
Los hidrogeles naturales como el alginato y la agarosa se aproximan a la matriz densa del
cartílago articular y se sabe que respaldan el fenotipo del cartílago. Los hidrogeles poliméricos
parecen igualmente prometedores. Los hidrogeles se componen de cadenas solubles en agua
que se pueden entrecruzar para formar geles insolubles. Si bien muchos polímeros
biocompatibles pueden formar hidrogeles mediante reticulación química o física, el
poli(etilenglicol) (PEG) es uno de los sistemas más investigados (Sawhney et al., 1993ª, 1993b).
El PEG se puede fotopolimerizar en un hidrogel estable que respalda la supervivencia de los
condrocitos y la deposición de la matriz (Elisseeff et al., 2000). Para obtener hidrogeles
biodegradables, se ha copolimerizado PEG con polímeros degradables como poli(ácido láctico),
(PLA), poli(ácido glicólico) y poli(fumarato de propileno) (Metters et al., 1999; Behravesh et al.,
2003; Holanda et al., 2004). Recientemente se ha demostrado que la genipina, un agente
reticulante de origen natural que se encuentra en la fruta de la gardenia, se puede utilizar para
producir hidrogeles de PEG-genipina que se pueden adaptar para biodegradarse en períodos
de tiempo definidos (Moffat y Marra, 2004). También se ha demostrado que los factores de
crecimiento se pueden incorporar en microesferas de PLA-PGA para una liberación sostenida
(Royce et al., 2004). La liberación controlada de factores de crecimiento a partir de hidrogeles
biodegradables es más prometedora para las aplicaciones de ingeniería de tejidos de cartílago
(Lu et al., 2000; Meese et al., 2002; Parker et al., 2002).
27.5 Conclusión
La lesión y degeneración del cartílago articular es una de las principales causas de discapacidad
(Lawrence et al., 1998; Cooper et al., 2000). Está bien establecido que el cartílago articular
humano tiene una capacidad de cicatrización limitada (Hunter, 1995; Akeson et al., 2001).