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27.

1 Introduction

Las lesiones traumáticas y degenerativas del cartílago articular son las principales causas de
discapacidad (Lawrence et al., 1998; Cooper et al., 2000). El cartílago articular, sin embargo, es
un tejido avascular grueso con una capacidad de cicatrización intrínseca limitada. En las
articulaciones más grandes del cuerpo que soportan peso, el cartílago puede tener un grosor
de hasta 3 a 4 mm. Esta limitada capacidad de reparación se ha atribuido en parte a la
ausencia de suministro de sangre. Sin una respuesta vascular a la lesión, no hay estructura de
coágulo de fibrina, no hay factores de crecimiento y no hay migración de células reparadoras
hacia el defecto (Shapiro et al., 1993). Sin embargo, el problema de la regeneración del
cartílago es más complejo que simplemente restaurar el flujo sanguíneo. Por lo tanto, plantea
un desafío ideal para el campo multidisciplinario de la ingeniería de tejidos.

La capacidad única del cartílago articular para proporcionar una superficie de apoyo casi sin
fricción para una vida de movimiento sin dolor depende de una interacción compleja entre las
células y la matriz (Chu, 2001). El cartílago articular se compone de relativamente pocas células
dentro de una matriz extracelular (MEC) densa. Los componentes principales de esta MEC son
el colágeno tipo II (Col II) y los proteoglicanos. Si bien esta composición puede parecer trivial,
estos tres componentes básicos se organizan en una exquisita arquitectura funcional que
proporciona cartílago articular con propiedades mecánicas muy superiores a cualquier
material hecho por el hombre. La restauración de la relación funcional única entre las células
del cartílago y la matriz no ocurre fácilmente y plantea el mayor desafío científico.

Hay dos enfoques generales para la ingeniería de tejidos del cartílago articular. El primer
enfoque es el de la regeneración tisular ex vivo en el que se crea cartílago funcional en el
laboratorio. Las estrategias utilizadas en este enfoque incluyen la encapsulación de células de
reparación en andamios para cultivo dentro de biorreactores sofisticados que suministran
factores de crecimiento, nutrientes y fuerzas mecánicas. El segundo enfoque de la
regeneración del cartílago se centra en mejorar los procesos de reparación intrínseca. Como
tal, el énfasis está en aumentar y modular la respuesta in vivo a la lesión mediante la adición
de andamios, células y factores de crecimiento.

Los enfoques ex vivo e in vivo difieren principalmente con respecto a si la formación de


neocartílago ocurre dentro de un biorreactor o in situ dentro del defecto del cartílago. Si bien
los enfoques difieren en perspectiva, la ciencia básica se centra de manera similar en la
reparación celular y su respuesta a factores bioquímicos y biomecánicos locales.
Investigaciones recientes que utilizan ambos enfoques respaldan el uso de células, factores de
crecimiento y andamios para mejorar la reparación del cartílago articular (Chu et al., 1995; Chu
et al., 1997; Fortier et al., 1997; Freed y Vunjak-Novakovic, 1997) .

La herida del cartílago tiene escasez de células de reparación por varias razones. El cartílago
articular adulto normal es un tejido hipocelular con condrocitos que componen solo
aproximadamente el 10% del tejido. Los condrocitos están encapsulados dentro de una matriz
densa que evita la migración al sitio de reparación (Figura 27.1). La matriz impide de manera
similar la entrada de células reparadoras del líquido sinovial. Como se señaló anteriormente, la
naturaleza avascular del cartílago articular elimina eficazmente el torrente sanguíneo como
fuente de células reparadoras. Por lo tanto, los tratamientos clínicos se han centrado en la
introducción de células de reparación condrogénicas en el defecto del cartílago.

27.2 Células
Los tratamientos clínicos actuales basados en células incluyen la implantación de condrocitos
cultivados ex vivo y procedimientos de estimulación de la médula in situ en los que la violación
sistemática de la placa ósea subcondral permite la entrada de células reparadoras de la
médula ósea en el defecto del cartílago (Bert y Maschka, 1989; Frisbie et al. Al., 2003). Los
procedimientos de estimulación de la médula ósea incluyen la perforación subcondral, la
artroplastia por abrasión y la microfractura. Estos procedimientos son simples de realizar y
pueden regenerar un cartílago cicatricial clínicamente útil que se cree que se origina a partir de
células multipotenciales de la médula ósea (Frisbie et al., 2003; Steadman et al., 2003). Varios
estudios muestran, sin embargo, que las reparaciones basadas en células de la médula in situ
producen un tejido de reparación fibrocartilaginoso de agrecano bajo y dominante de
colágeno tipo 1 de durabilidad incierta (Mitchell y Shepard, 1976; Robinson y Nevo, 2001,
Frisbie et al., 2003). A pesar de la larga historia clínica, la calidad de la reparación es
impredecible y mejorar el potencial condrogénico in vivo de las células derivadas de la médula
ósea sigue siendo un objetivo terapéutico importante. El trasplante de condrocitos propone
introducir la célula completamente diferenciada como la supuesta célula de reparación
(Brittberg et al., 1994; Grande et al., 1989). Sin embargo, la técnica actual requiere que el
paciente se someta a una biopsia artroscópica seguida de una segunda artrotomía más
invasiva para implantar los condrocitos cultivados. Si bien se puede esperar que los
condrocitos produzcan un tejido de reparación hialino dominante de colágeno tipo II (Freed y
Vunjak-Novakovic, 1997), es menos seguro que los condrocitos puedan volver a un estado
condroblástico y regenerar el cartílago articular (Benya y Shaffer, 1982; Dell'Accio et al., 2001).
Un ensayo clínico aleatorizado que comparó el implante de condrocitos autólogos con la
microfractura no logró demostrar diferencias significativas por criterios clínicos o histológicos
(Knutsen et al., 2004).

Por estas razones, existe un gran interés en desarrollar el potencial condrogénico de las células
madre mesenquimales (Johnstone y Yoo, 1999). Descendientes del mesodermo embrionario,
las MSC son progenitoras de los tejidos conectivos del cuerpo y pueden ser inducidas para
diferenciarse en hueso, cartílago, tendón, músculo, grasa y dermis. Mientras que la
multipotencialidad de las células embrionarias es indiscutible, el uso de células
multipotenciales aisladas de tejidos adultos tiene ventajas para el uso autólogo potencial y la
reducción de preocupaciones éticas. Las MSC pueden extraerse de tejidos mesodérmicos como
músculo, grasa y médula ósea utilizando técnicas mínimamente invasivas.

El potencial condrogénico de las células derivadas de la médula ósea ha sido bien


caracterizado (Caplan, 1991; Prockop, 1997; Johnstone et al., 1998; Pittenger et al., 1999;
Barry et al., 2001; Sekiya et al., 2002) . Numerosos investigadores han demostrado que es
posible aislar células pluripotenciales de la médula ósea y expandir estas células in vitro para
formar cartílago (Caplan, 1991; Prockop, 1997; Pittenger et al., 1999; Barry et al., 2001). Los
cultivos en suspensión de alta densidad y el uso de factores de crecimiento condrogénicos
como el factor de crecimiento transformante-B1 (TGF-B1) facilitan la expresión del fenotipo
del cartílago in vitro (Johnstone et al., 1998; Naumann et al., 2004). La médula ósea se obtiene
con relativa facilidad mediante la aspiración con aguja de un hueso cerca de la piel, como la
cresta ilíaca o el trocánter mayor del fémur.

De manera similar, se puede obtener una biopsia de músculo esquelético con un trauma
mínimo para su uso en aplicaciones de ingeniería de tejidos. En los últimos años, se ha
demostrado que las células derivadas de músculo son pluripotenciales. Una población de
células musculares esqueléticas aisladas de ratones utilizando una técnica de placa previa (Qu
et al., 1998) ha sido capaz de regenerar varios tejidos musculoesqueléticos para incluir hueso,
músculo, tendón, ligamento y cartílago (Lee et al., 2001).

La facilidad de acceso al exceso de grasa corporal ha generado entusiasmo por el desarrollo del
potencial regenerativo de las células madre derivadas del tejido adiposo (Erickson et al., 2002;
Awad et al., 2004). Debido a que la rodilla se ve afectada con frecuencia por lesiones condrales
sintomáticas, la almohadilla de grasa infrapatelar de la rodilla se está estudiando como un sitio
donante potencial de células adecuadas para la reparación y regeneración del cartílago. Los
adipocitos derivados de la almohadilla de grasa infrapatelar han sido inducidos hacia la
condrogénesis y muestran potencial para su uso en la ingeniería de tejidos de cartílago
(Wickham et al., 2003).

Si bien se ha demostrado que la introducción de células condrogénicas solas mejora la


reparación del cartílago articular, el neocartílago resultante es variable. Con demasiada
frecuencia predomina una reparación mixta o fibrocartilaginosa. Esfuerzos para mejorar el
potencial condrogénico de condrocitos, condroblastos y células madre mesenquimales a través
de la manipulación del Por lo tanto, el microambiente celular representa áreas de intenso
estudio en el campo de la ingeniería de tejidos de ccartílago

27.3 Factores que afectan el crecimiento del cartílago diseñado

Debido a la dificultad de regenerar el cartílago articular funcional, se están buscando métodos


cada vez más sofisticados para la creación ex vivo de cartílago por ingeniería tisular. Varios
grupos están creando in vitro tejidos cartilaginosos y osteocondrales multicapa (Klein et al.,
2003; Tuli et al., 2004). La condrogénesis de células mesenquimatosas multipotenciales puede
inducirse ex vivo utilizando factores de crecimiento y cultivo en suspensión tridimensional
(Fortier et al., 2002a). Para cultivos ex vivo a más largo plazo, se están desarrollando
biorreactores con especial atención a la simulación de entornos bioquímicos y mecánicos in
vivo (Freed y Vunjak-Novakovic, 1997; Hunter et al., 2004; Hunter y Levenston, 2004; Seidel et
al., 2004). Los factores que afectan la condrogénesis pueden incluir factores de crecimiento,
fuerzas mecánicas, tensión de oxígeno y técnicas de cultivo celular.

La familia de factores de crecimiento del factor de crecimiento transformante (TGF) incluye


TGF-B y las proteínas morfogenéticas óseas (BMP). Los miembros de esta familia de factores
de crecimiento han demostrado consistentemente la capacidad de inducir condrogénesis a
partir de una variedad de células mesenquimatosas pluripotenciales. El TGF-B se conocía en un
momento como factor de crecimiento del cartílago y se sabe que aumenta la cantidad y la
proporción de colágeno tipo II, promueve la diferenciación del fenotipo del cartílago y
aumenta la síntesis de proteoglicanos en cultivos de condrocitos y células madre.

27.3.1 Factores de crecimiento

Los parámetros de carga incluyen el tipo de estrés, aplicado. Cuando se aplicó una carga
estática baja a un cultivo, se observó un aumento en los niveles de GAG; mientras que, a
niveles de GAG de 1 Hz (Toyoda et al., 2003; Awad et al., 2004). Del ciclo y el material del
andamio afecta a chondro (Hunter et al., 2004). Por ejemplo, chon mostró una disminución en
la producción de proteoglicanos, mientras que un cultivo levemente comprimido
estáticamente mostró proteoglicanos (Lee et al., 2003). Estos niveles de carga de estudios
pueden ser necesarios para una neocartila óptima
El factor de crecimiento transformante-B (TGF-B) existe en tres isoformas (TGF-B1, TGF-B2,
TGF-83), y el TGF-B1 es de particular interés porque múltiples estudios muestran que induce
de manera predecible la condrogénesis de BMSC humano in vitro ( Caplan, 1991; Prockop,
1997; Pittenger et al., 1999; Barry et al., 2001; Tuli et al., 2003). El factor de crecimiento
transformante 8 (TGF-B) también es extremadamente importante para la homeostasis y la
morfogénesis del cartílago (Morales y Roberts, 1988; van der Kraan et al., 2002). El TGF-B es
muy abundante en el cartílago articular y el TGF-B1 es la isoforma predominante (Morales y
Roberts, 1988; Morales et al., 1991). Usando ratones transgénicos que expresan un inhibidor
negativo dominante de la señalización del receptor de TGF-B, se ha determinado que el TGF-B
juega un papel crucial tanto en la diferenciación del cartílago como en el mantenimiento de la
superficie articular (Serra et al., 1997). Durante el desarrollo embriológico, los patrones de
expresión de TGF-B parecen estar asociados con el estado proliferativo o no terminalmente
diferenciado de los condrocitos articulares (Hayes et al., 2001).

27.3.3 Hipoxia

La tensión de oxígeno es otro factor ambiental del cartílago. La hipoxia es el estado fisiológico
del cartílago articular ch. Se ha demostrado que la tensión de O₂ aproximada de 6 y <1 %,
respectivamente de la hipoxia en el fenotipo condroide, tiene estudios que muestran que el
cultivo en baja tensión de O₂ está determinado por el aumento de colágeno tipo II (Sambanis,
2001).

La importancia de TGF-B1 para la prevención de la diferenciación terminal es de especial


interés en el uso de factores de crecimiento para mejorar la reparación del cartílago articular.
El proceso de formación ósea a través de la osificación endocondral significa que el hueso se
forma reemplazando un anágeno de cartílago después de que los condrocitos experimentan
un proceso de hipertrofia, calcificación y apoptosis conocido como diferenciación terminal de
condrocitos. Como tal, se puede esperar que los potentes factores de crecimiento
osteogénico, como las proteínas morfogenéticas óseas (BMP), también sean condrogénicos
(Chubinskaya y Kuettner, 2003; Kim et al., 2005). Sin embargo, el cartílago formado durante la
osificación endocondral está destinado a ser reemplazado por hueso, un resultado indeseable
para la reparación del cartílago articular. Se ha demostrado que la señalización de BMP es
necesaria para la diferenciación terminal de condrocitos (Enomoto-Iwamoto et al., 1998; Li et
al., 2003). Por el contrario, numerosos estudios de O’Keefe y otros muestran que TGF-B1
inhibe la diferenciación terminal de los condrocitos y que TGF-B1 actúa para preservar el
condrocitos fenotipo (Kato et al., 1988; Serra et al., 1997; Ionescu et al., 1999; Serra et al.,
1999; Ferguson et al., 2000; Hayes et al., 2001; Pateder et al., 2001 ; Zhang et al., 2004). Estas
cualidades respaldan los esfuerzos para estudiar los efectos condrogénicos de TGF-B1 en la
reparación del cartílago, especialmente cuando se usa con células de potencial osteogénico
conocido como BMSC.

También se ha demostrado que el factor de crecimiento similar a la insulina-1 (IGF-1) es


condrogénico y aumenta la producción de glicosaminoglicanos (GAG) y colágeno tipo II in vitro
(Fortier et al., 2002a, 2002b; Chu et al., 2004) . IGF-1 aumenta la síntesis de proteoglicanos
cuando se usa solo y en combinación con compresión dinámica aplicada a cultivos de
condrocitos (Bonassar et al., 2001). Además, se ha demostrado que TGF-B e IGF-1 pueden
depender uno del otro para producir sus acciones anabólicas (Fukumoto et al., 2003; Yaeger et
al., 1997). Este hallazgo subraya la importancia corregulatoria de los factores de crecimiento
para la ingeniería de tejidos.
Debido a sus efectos condrogénicos, existe un gran interés en el potencial de reparación del
cartílago de los factores de crecimiento como TGF-B1, BMP e IGF-1. Sin embargo, los efectos
de los factores de crecimiento dependen de la dosis, el tiempo y las células. Por ejemplo, se ha
informado que la dosificación no controlada de TGF-B1 produce efectos adversos e
impredecibles (Fortier et al., 1997; Mi et al., 2003). Para enfoques ex vivo, se pueden lograr
fácilmente regímenes de dosificación precisos. Sin embargo, el potencial de efectos in vivo no
deseados resalta la necesidad de métodos para controlar y contener la dosificación in vivo de
factores de crecimiento. Como tal, el uso seguro y la entrega de factores de crecimiento es una
consideración importante para las estrategias de ingeniería de tejidos para mejorar la
reparación del cartílago in vivo.

La carga mecánica es crítica para el desarrollo y mantenimiento del cartílago articular. El


cartílago está sujeto a movimiento activo y compresión durante el crecimiento y desarrollo. Sin
movimiento, las articulaciones no se desarrollan. El uso del movimiento pasivo continuo para
mejorar la reparación del cartílago está respaldado por estudios básicos que demuestran las
propiedades condroprotectoras de la carga cíclica dentro de los rangos fisiológicos. Sin
embargo, el exceso de carga conduce a la degeneración del cartílago. La optimización de la
carga de cartílago de ingeniería tisular será importante para mejorar la reparación y
regeneración del cartílago.

27.3.2 Fuerzas mecánicas

Los parámetros de carga incluyen el tipo de tensión, las fuerzas aplicadas y la frecuencia de la
carga. Cuando se aplicó una carga estática baja a un cultivo de condrocitos en agarosa, se
observó un aumento del 11 % en los niveles de GAG; mientras que una carga cíclica de 1 Hz no
produjo diferencias en los niveles de GAG (Toyoda et al., 2003; Awad et al., 2004). Otros
estudios muestran que tanto la duración del ciclo como el material del andamiaje afectan las
respuestas condrogénicas cuando se aplica una carga cíclica (Hunter et al., 2004). Por ejemplo,
los cultivos de condrocitos bajo tensión constante mostraron una disminución en la
producción de proteoglicanos, mientras que una compresión dinámica de 0,1 Hz aplicada a un
cultivo levemente comprimido estáticamente mostró una mayor biosíntesis total de proteínas
y proteoglicanos (Lee et al., 2003). Estos estudios destacan que es posible que se requieran
frecuencias y niveles de carga específicos para la formación óptima de neocartílago.

27.3.3 Hipoxia

La tensión de oxígeno es otro factor ambiental que puede influir en el crecimiento del cartílago
articular. La hipoxia es el estado fisiológico de los condrocitos dentro de las capas más
profundas del cartílago articular. Se ha demostrado que los tejidos superficiales y profundos
tienen una tensión de O2 aproximada de 6 y <1%, respectivamente (Silver, 1975). La influencia
positiva de la hipoxia en el fenotipo condroide también se ha demostrado in vitro con estudios
que muestran que el cultivo en baja tensión de O₂ (5% o menos) facilitó la condrogénesis
determinada por el aumento de la producción de agrecano y colágeno tipo II (Murphy y
Sambanis, 2001).

El mecanismo de adaptación a la hipoxia parece depender en gran medida de una clase de


proteínas conocidas como factores inducibles por hipoxia (HIF). HIF-1ª en particular parece ser
vital en la condrogénesis. HIF-1ª parece aumentar las enzimas glicolíticas y los factores
angiogénicos, lo que permite que los condrocitos sobrevivan en bajas tensiones de oxígeno
(Semenza, 1998; Semenza, 2001). HIF-1ª también puede ser importante en la expresión de
matriz extracelular cartilaginosa en condrocitos. En un estudio de condrocitos que carecían del
gen HIF-1ª cultivados en condiciones hipóxicas, hubo una gran disminución de la producción
de agrecano y colágeno tipo II en comparación con los condrocitos normales cultivados en
hipoxia (Pfander et al., 2003). El colágeno prolil-hidroxilasa alfa, una enzima implicada en el
entrecruzamiento del colágeno en la MEC, también muestra un aumento de la transcripción en
respuesta a HIF-1ª (Takahashi et al., 2000). Como tal, pueden existir oportunidades para el uso
de factores de crecimiento dentro de un ambiente hipóxico para mejorar la regeneración del
cartílago.

27.3.4 Cultura tridimensional (3D)

Los sistemas de cultivo tridimensionales han sido reconocidos como importantes para la
ingeniería de tejidos de cartílago. Cuando los condrocitos y sus precursores se cultivan en
cultivos de monocapa estándar, el fenotipo de condrocitos se pierde después de algunos pases
y se sabe que los condrocitos se “desdiferencian” y exhiben un fenotipo fibroblástico (Figura
27.2). Sin embargo, en 3D, o cultivo en suspensión, se puede restaurar el fenotipo del cartílago
(Murphy y Sambanis, 2001).

Existen varios métodos mediante los cuales se pueden cultivar condrocitos en cultivo 3D. Uno
de los métodos más simples es a través de cultivos en gránulos o en micromasa (Johnstone et
al., 1998). Otra opción es suspender los condrocitos en hidrogeles como alginato o agarosa. El
uso de andamios tanto naturales como poliméricos también puede proporcionar la estructura
3D necesaria para la diferenciación del cartílago. Además, un biorreactor puede promover el
cultivo en suspensión debido al giro y la rodadura de las células cultivadas, evitando así que
formen una monocapa.

Un método sin andamiaje descrito recientemente para producir cartílago se produce mediante
el mantenimiento del entorno 3D mediante el uso de condrocitos recuperados con alginato
(ARC) (Masuda et al., 2003). En este método, los condrocitos se aíslan y se resuspenden en
alginato para cultivo 3D. Esto permite que las células mantengan su fenotipo condrocítico y
reformen una matriz pericelular. Una vez que la matriz pericelular se ha reformado, las perlas
se digieren y las células resultantes rodeadas por una matriz asociada a células se colocan en
placas sobre una membrana. Se puede producir de manera confiable un tejido de cartílago
grueso usando este método sin el uso de andamios (Figura 27.3). 27.3.5 Biorreactores Los
biorreactores están diseñados para replicar un entorno definido para el cultivo óptimo del tipo
de célula de interés (Martin et al., 2004). Un biorreactor básico consta de tambores giratorios
que giran suavemente los medios de cultivo y las construcciones de cartílago cultivado (Freed y
Vunjak-Novakovic, 1997). Un motor hace girar el tambor a una velocidad que resulta en un
estado estable de caída libre, eliminando así el efecto de la gravedad sobre los cultivos. Los
biorreactores más sofisticados pueden proporcionar compresión cíclica de forma
preprogramada. Como cámara de cultivo ex vivo, se pueden agregar nutrientes, factores de
crecimiento y tensión de oxígeno en combinaciones adecuadas para una condrogénesis
óptima. Como tal, se ha demostrado que los biorreactores mejoran las respuestas
condrogénicas de construcciones tridimensionales, incluida la proporción de colágeno tipo II a
tipo I, la cantidad de colágeno y la cantidad de GAG en comparación con la monocapa.
Además, la morfología del cartílago que crece en un biorreactor se parece más al cartílago
natural (Pei et al., 2002). La información de la investigación básica sobre el uso de factores de
crecimiento, tensión de oxígeno, factores biomecánicos y células madre para optimizar la
condrogénesis será importante para mejorar el diseño de biorreactores para la producción de
cartílago de ingeniería tisular.
27.4 Andamios

El concepto de construcción de polímero celular es un principio básico de ingeniería de tejidos


en el que un andamio de polímero respalda el crecimiento y la diferenciación celular deseados.
Los andamios pueden estar compuestos por polímeros biocompatibles, sustancias naturales o
una combinación de materiales. Los ejemplos de polímeros ampliamente utilizados para
matrices biodegradables incluyen ácido poliláctico y ácido poliglicólico. Los andamios naturales
incluyen geles o esponjas de colágeno, así como ácido hialurónico y sus derivados. Los
andamios se pueden diseñar para soportar y dirigir el crecimiento celular, para suministrar
factores de crecimiento y para mejorar la formación de tejidos manipulados. Los factores de
crecimiento y otras sustancias se pueden encapsular dentro de andamios para una liberación
controlada durante períodos de tiempo definidos. Las características esenciales de un andamio
adecuado para la ingeniería de tejidos de cartílago incluyen la capacidad de soportar la
condrogénesis, la biocompatibilidad y la facilidad de uso. Es importante la biodegradación a
una velocidad compatible con la del crecimiento celular anticipado. Clínicamente, los
andamios deben ofrecer facilidad de esterilización, manejo e implantación celular. El
poli(ácido láctico) (PLA) y el poli(ácido glicólico) son materiales aprobados por la FDA que se
pueden usar solos o en combinación para formar una variedad de implantes biodegradables
que van desde tornillos, mallas y suturas hasta esponjas porosas. Se ha demostrado que
ambos materiales apoyan la condrogénesis. Otros materiales biocompatibles/biodegradables
que se han utilizado para la reparación del cartílago incluyen poliuretano y poli(etilenglicol)
(PEG). Entre los materiales naturales, el ácido hialurónico y los colágenos se utilizan con
frecuencia para la ingeniería de tejidos de cartílago. El ácido hialurónico se ha utilizado como
agente de relleno y como andamiaje condrogénico. El ácido hialurónico es un componente
natural del cartílago hialino y se incorpora de manera fácil y segura en el sitio de reparación.
Los andamios a base de ácido hialorónico sembrados con condrocitos se están estudiando
clínicamente en la reparación de defectos condrales (Pavesio et al., 2003; Dickinson et al.,
2005).

El colágeno tipo II también es una parte natural de la superficie condral. Varios estudios han
demostrado que el colágeno tipo II repara los defectos condrales. Los andamios Col II
sembrados con células se incubaron en medios inductores de condrocitos y luego se
implantaron en defectos en el cartílago de las rodillas de animales para mejorar el relleno del
defecto y la producción de cartílago hialino (Lee et al., 2003). Los andamios de gelatina y
colágeno tipo I también se han utilizado para la reparación del cartílago. Los condrocitos
sembrados en andamios basados en colágeno también se están estudiando en la reparación
clínica de defectos condrales y osteocondrales (Bartlett et al., 2005ª, 2005b).

Los hidrogeles naturales como el alginato y la agarosa se aproximan a la matriz densa del
cartílago articular y se sabe que respaldan el fenotipo del cartílago. Los hidrogeles poliméricos
parecen igualmente prometedores. Los hidrogeles se componen de cadenas solubles en agua
que se pueden entrecruzar para formar geles insolubles. Si bien muchos polímeros
biocompatibles pueden formar hidrogeles mediante reticulación química o física, el
poli(etilenglicol) (PEG) es uno de los sistemas más investigados (Sawhney et al., 1993ª, 1993b).
El PEG se puede fotopolimerizar en un hidrogel estable que respalda la supervivencia de los
condrocitos y la deposición de la matriz (Elisseeff et al., 2000). Para obtener hidrogeles
biodegradables, se ha copolimerizado PEG con polímeros degradables como poli(ácido láctico),
(PLA), poli(ácido glicólico) y poli(fumarato de propileno) (Metters et al., 1999; Behravesh et al.,
2003; Holanda et al., 2004). Recientemente se ha demostrado que la genipina, un agente
reticulante de origen natural que se encuentra en la fruta de la gardenia, se puede utilizar para
producir hidrogeles de PEG-genipina que se pueden adaptar para biodegradarse en períodos
de tiempo definidos (Moffat y Marra, 2004). También se ha demostrado que los factores de
crecimiento se pueden incorporar en microesferas de PLA-PGA para una liberación sostenida
(Royce et al., 2004). La liberación controlada de factores de crecimiento a partir de hidrogeles
biodegradables es más prometedora para las aplicaciones de ingeniería de tejidos de cartílago
(Lu et al., 2000; Meese et al., 2002; Parker et al., 2002).

El uso de polímeros reticulados puede proporcionar una administración altamente


reproducible de factores de crecimiento. Se ha informado que la liberación de TGF-B1 de
microesferas de gelatina entrecruzada incorporadas en hidrogeles de PEG-fumarato puede
controlarse alterando el grado de entrecruzamiento (Holland et al., 2004). Como tal, la
liberación de TGF-ẞ1 puede adaptarse utilizando PEG reticulado para optimizar la reparación
del cartílago (Holland et al., 2004). Factor de crecimiento de ingeniería la liberación de
andamios será fundamental para las estrategias de ingeniería de tejidos para mejorar in vivo la
reparación de cartílago.

27.5 Conclusión

La lesión y degeneración del cartílago articular es una de las principales causas de discapacidad
(Lawrence et al., 1998; Cooper et al., 2000). Está bien establecido que el cartílago articular
humano tiene una capacidad de cicatrización limitada (Hunter, 1995; Akeson et al., 2001).

La prevalencia de defectos condrales en la rodilla sintomática es alta (Curl et al., 1997;


Lewandrowski et al., 1997). Se cree que los defectos del cartílago sin tratamiento progresan a
artritis degenerativa en la mayoría de los pacientes (Messner y Maletius, 1996). Se estima que
más de 40 millones de estadounidenses sufren actualmente de osteoartritis (Lawrence et al.,
1998). Por lo tanto, los métodos para mejorar la reparación y regeneración del cartílago
tendrán un alto impacto clínico.

Las dos estrategias básicas de la ingeniería de tejidos de cartílago requieren el estudio de


células condrogénicas, biomateriales y biomecánica. Para lograr el objetivo de producir una
construcción biológica implantable que reemplace adecuadamente la función del cartílago
articular dañado, las células de reparación se encapsulan en andamios y se cultivan dentro de
biorreactores que brindan un programa óptimo de nutrientes, estrés mecánico, suplementos
de factor de crecimiento y tensión de oxígeno. Para mejorar los procesos intrínsecos de
reparación del cartílago, los andamios se utilizan principalmente como vehículos para
administrar factores de crecimiento y reparar células en la herida del cartílago. Se pueden
utilizar estímulos mecánicos en forma de movimiento pasivo controlado de la articulación
lesionada. Si bien los enfoques difieren, la ciencia básica se centra de manera similar en la
reparación celular y su respuesta a factores bioquímicos y biomecánicos locales.

Como se destaca en este capítulo, el desafiante problema de la reparación y regeneración del


cartílago articular es ideal para un equipo multidisciplinario de ingeniería de tejidos. La
capacidad de modular las respuestas celulares a los factores de crecimiento y los estímulos
mecánicos para efectuar la reparación y regeneración del cartílago requerirá la colaboración
entre biólogos celulares, biólogos moleculares, científicos de polímeros y bioingenieros. Para
permanecer enfocado en resolver el problema clínico, será fundamental la participación y el
aporte del médico en todas las etapas del proceso.

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